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12

Mantengo los ojos cerrados en todo momento, siento una tranquilidad y emoción que nunca antes había experimentado.

¿Podemos disfrutarlo?

De todo lo que sé, algo de ello es que en mi vida voy a volver a sentir todo esto, podré querer, reír, pero cuando me vaya, él me hará falta. Porque como lo había dicho: Los sentimientos van a surgir, pero no me impedirán seguir adelante.

Pego mi frente con la suya, con la respiración agitada y los labios hinchados. Paso mis manos por su costoso traje sin saber que decir.

—Lo siento—murmura.

Pero el odio es fuerte, el rencor es latente y la venganza me llama. Me apartó sin contestar, el brillo en sus ojos verdes no pierde la intensidad.

—Ámame—acacia mi mejilla—, ámame tanto como me odias—su voz se ablanda y cada parte de mi cuerpo ansía tomarlo—, pero no te vayas.

¿Amarlo?

Sus palabras me dejan fuera de lugar, sin embargo no hago nada más que mantenerme en su pesada mirada. Desde hace días no puedo dejar de pensar en tantas posibilidades, opciones y algún plan C.

No puedo evitar preguntarme, ¿qué tanto habrá hecho para llegar a la cima? ¿Por cuántos paso?

El toque de la puerta rompe la atmósfera tensa, Elijah vuelve a cargarme dejándome ahora en su lugar. Cuando lo veo alejarse tomo su mano, carajo.

—¿Por qué no has ido a verme?—pregunto recordando las palabras de Jasón.

Sus labios se curvan en una sonrisa divertida.

—He estado ocupado—suelto su mano—, tengo mucho trabajo, pero puedes venir a verme si quieres.

Frunzo el ceño negando. Elijah se inclina dándome un beso en la frente. Tocan la puerta con más insistencia. Tantea sus bolsillos y saca su celular, escribe algo rápidamente mientras camina a abrir. Me pongo recta cruzando mis manos por arriba del escritorio con expresión desinteresada.

Entran dos hombres que nunca había visto, ambos robustos y grandes, al verme hacen una mueca. Seguido de ellos una esbelta mujer pelirroja, ella entra del brazo de Elijah.

Más amigas íntimas.

—Tomen asiento—el tono de Elijah es muy diferente, demandante.

Los hombres me dan un último vistazo antes de hacerlo, mientras que la mujer suelta a Elijah. Debo admitir que los tres se ven intimidantes. Elijah se sienta frente a ellos.

—Los tratados llegaron a manos de los humanos sin problema—habla la pelirroja y distingo su acento ruso—. Todas las manadas están listas para seguir instrucciones. Solo esperamos tus órdenes.

¿De qué hablan?

—En tres meses—sentencia—. Preparen a todos los jóvenes que ya hayan tenido su primera transformación, a todo hombre y mujer sano.

—Los refugios se terminarán en unas semanas y algunos grupos de rebeldes se han unido—dice el hombre castaño—. Los Kibliks nos han dado el paso.

Elijah asiente sin decir nada, cruza sus manos recargandose en sus rodillas.

—Carlo les dará las copias que necesitan, ya viene para acá.

La mujer pelirroja voltea a verme, inclina su cabeza confundida. Se pone de pie caminando hasta donde estoy.

—¿Y tú quién eres?—pregunta.

—Mi mate.

El gruñido de advertencia de Elijah no provoca nada en ella. Al contrario, se acerca aún más. Detalla mi rostro sin pena alguna, intenta tocarme, pero antes de que lo logre ya sujeto su mano.

—Anastasia.—enreda sus dedos con los míos.

—Lucy, es un placer.

Mi voz es dulce, tratando de calar en su mente. Suelto su mano sin apartar la mirada. Muerde coqueta su labio inferior. Es muy hermosa, tiene unos ojos de encanto y cuerpo para acariciarlo completo.

—Lo será—el estruendo de algo caer los distrae. El sillón donde Elijah estaba ahora está volteado y junto a el mi tatuado favorito.—. Ya, entiendo que es tuya.

Ahora sé que hay detalles que debo aprender y otros que vienen a mi favor. Porque sea lo que sea que tengan planeado los Lobos, me da el tiempo suficiente para los míos. Comienzan a hablar sobre horas, países y nombres que apenas comprendo. Todos se ven confiados, las miradas de admiración deslumbran.

La información que obtuve se queda algo corta con respecto a los alcances del poder del famoso Alfa. Es cómo si todo su mundo girará en torno a ese líder. Elijah habla con naturalidad, sin prisas ni problemas. De momentos volteaba a verme y al parecer no le molesta que escuche todo.

—Entonces queda todo arreglado—uno de los hombres se pone de pie y los demás lo imitan—, nos vemos luego, Alfa.—se dan la mano—. Y me alegro que encontrara a su mate antes de todo.

—Yo también—se encaminan a la salida—. Manténganme informado de cada movimiento.

La pelirroja se devuelve con rapidez, lanzando me un beso al aire.

—Espero verte luego, guapa—chasquea la lengua— . Y hablar.

En otras circunstancias habría aceptado.

Todos salen, incluyendo a Elijah, y por fin puedo respirar en paz. Relajo mi cuerpo sobando mi cuello. Ese hijo de perra se excedió, todavía me arde. Estoy por salir del despacho para ir al gimnasio cuando recuerdo la carpeta.

Es demasiado conveniente que la dejara ahí sin más.

Giro en la silla ignorando la carpeta, tarareando una de mis canciones favoritas. No puede ser tan fácil. Doy una vuelta más lenta, observando con detalle todo el lugar en busca de alguna cámara.

No será tan fácil encontrarla.

Cierro los ojos fastidiada. Me levanto de un brinco, caminando a la estantería. Al menos tiene buenos libros. Muchos son de cubiertas de piel y solo una pequeña parte de libros de años recientes y en muy buen estado. En la universidad la mayoría estaban subrayados, ¿qué maníaco subraya los libros?

Rio negando. Quizás después de todo pueda volver a mi último año. Estudio contaduría, soy buena con los números y ejercicios mentales, aunque a veces pueden ser un grano en el culo.

Sin esperar más salgo del despacho, miro a los lados antes de salir y veo a Camila en a unos metros con una caja en las manos, al verme frunce el ceño. Esto va a ser divertido. Me limito a mirarla de pies a cabeza para darle una amplia sonrisa.

Se acerca con rapidez.

—¿Qué hacías en el despacho de Elijah?—pregunta encarando me—Si te has robado algo más te vale devolverlo.

—¿Robar?—llevo mi mano a mi pecho ofendida—Todavía no llego a ese nivel.

Aprieta la caja. Joder, todos aquí son una bomba de tiempo, solo hacen falta unas cuantas palabras para hacerlos enojar.

—No trates de hacerte la idiota conmigo—sisea—, tu jueguito de niña estúpida no me lo trago.

Hago una mueca evitando contestar.

—Si, yo sé que no eres tan idiota como aparentas—empieza—, así que voy a decirte algo, rubia teñida, si te atreves a dañar a Elijah de cualquier forma, voy a matarte con mis propias manos.

—¿No se me ve bien lo rubia?—pregunto con fingida preocupación.

—¡Vete a la mierda!—chilla molesta. Respira exasperada, tirando la caja—Así que voy a advertirte—arquea una ceja—, cuidate, porque el Lobo tiene malas intenciones.

Me acerco a pasos lentos, en total silencio sin que mis pasos resuenen. Me coloco a su lado hasta poder susurrarle solo a ella.

Pero nadie advierte al lobo de las oscuras intenciones de Caperucita.

Continúo con mi camino dejándola pasmada en medio del pasillo. Un pie frente a otro y el leve contoneo de mi cadera no pierde su gracia cuando subo las escaleras.

Ella será la siguiente.

Le doy un palmada en el hombro al chico que se encarga de las cámaras. No pudimos escuchar toda la conversación entre Lucy y Camila, lo que me dejó con muchas dudas de por medio. Camila permanece inmóvil mirando a la nada, ¿Qué fue lo que le dijo?.

Mientras tanto Lucy sube las escaleras, veo su redondo trasero contoneandose sutilmente y se ve de maravilla. Entra a su habitación y la perdemos de vista.

—Es todo Alfa—dice el chico, Tadeo—. No tocó los papeles de su escritorio, ni siquiera los miro.

—Lo se—paso la mano por mi rostro—, por un momento creí que ella...

Me quedo callado, molesto conmigo por lo que iba a decir. Ella no haría algo así.

—Nuestra Luna nunca haría algo así—me mira molesto—. Tal ves ella no sepa lo que somos, pero ni cuando lo sepa nos hará daño, las Lunas no hacen eso y mucho menos la nuestra—me sorprendo al escuchar como la defiende.

Sin esperar respuesta vuelve a lo suyo. Los guardias ya la conocen, de vista, pero la conocen. Ellos fueron los que escucharon su dolor y no perdieron tiempo en ayudarla. La manada tampoco la conoce, pero desde que llegó la gente se ve mejor, la producción a subido y los enfermos son menos.

Por eso son tan importantes las Lunas en las manadas. Y Lucy lo es todavía más. Será un brillo entre todo lo que viene.

( . . . . )

Pasamos los árboles con rapidez, son apenas colores verdes. El conductor baja la velocidad al estar cerca del pueblo. Conforme nos adentramos veo a los niños jugar fuera de sus casas sin preocupaciones, algunos adultos caminan por las aceras de igual forma.

Debo admitir que este siglo las cosas han cambiado, los humanos se han descuidado y han progresado en algunas cosas. Quién diría que gracias a eso su impacto en el mundo es mayor, más dañino.

Se estaciona frente a la universidad donde asistía Lucy, ya casi no hay alumnos. Mando un mensaje a Carlo antes de bajar, avisando que llegaré tarde y debe quedarse a cargo hasta entonces. Sin demorar más bajo, abotonando mi saco.

Miro a los alrededores, topando me con algunas miradas curiosas.

Entro al gran edificio color beige. Por dentro es color gris con azul, pésima combinación. No me detengo hasta llegar a la oficina principal, entro sin problemas viendo a mi viejo amigo en su escritorio.

—Te ves de la mierda—es lo primero que digo y el ríe.

—No puedes culparme, todos aquí son unos idiotas—bufa irritado—. Estoy a punto de reprobarlos a todos.

—Deberías hacerlo—me siento—, pero vamos al grano Leo, no tengo mucho tiempo.

—¿El gran Alfa no puede tomarse un trago con su viejo amigo?—toma las llaves de arriba del escritorio, abriendo un gabinete—Solo será uno, no puedes negarme eso.

Sirve los tragos y me pasa uno. Leopoldo o Leo, como todos le decimos, lleva ocho años siendo director de distintas instituciones, solo para vigilar. Me entrega una hoja doblada.

—Hace casi dos semanas que están pegados por todo el pueblo—la abro con cuidado, es una foto de Lucy con la palabras "¿Me has visto?" En la parte superior en rojo, abajo más información y números de celular—. Su padre no ha parado de buscarla, ni sus amigos y siendo honesto muchas personas la están buscando, nadie se ha dado por vencido.

Arrugó la hoja sin importar lo que me dice. He avanzado mucho con ella como para dejarla ahora.

—En unos meses ya nadie se acordará de ella—suelto con frialdad.

—Luciana es muy querida, la verdad dudo que lo olviden tan fácil—le da un trago a su vaso—. Era una buena chica.

Su tono es melancólico.

—¿Qué sabes sobre ella?—pregunto. Señala las carpetas sobre su escritorio y niego—Fuera de lo académico.

—Se llevaba bien con muchos. Era muy sociable, puntual y algo seria a decir verdad—sonríe—, pero lo que te digo es dentro de la universidad.

—¿Y de sus amigos?

—Lo mismo, era muy unidos, en especial con este chico, Carlos, Cartón—balbucea—¡Carter! Sí, con ese. Si no fuera por las carreras diferentes estarían todo el tiempo juntos. Diría que tenían algo.

La información que tengo es vaga sobre sus relaciones, siempre salía librada de todo y mis hombres la perdían de vista. Pero tiene razón. ¿Qué tanto podrá ocultar mi Alanys?.

Salgo de su oficina con los últimos registros de Lucy, oficialmente ella nunca asistió a la universidad, el sistema ya no tiene nada sobre ella. En unos días más ya no habrá rastro de ella más que su recuerdo.

La camioneta arranca y emprendemos un último viaje. Su nueva vida es esta, ya no hay marcha atrás. Y solo queda un cabo suelto. La persona que no parará hasta encontrarla. Viva o muerta.

Steve Forsell.

Mi querido suegro.

( . . . . )

La noche cayó hace unas horas, puedo ver las estrellas brillar, el sonido de los animales y el de los pinos chocar entre ellos. Noviembre es un buen mes.

Me recuerda a las épocas en las que mi madre decoraba para navidad, la casa de llenaba de luz y alegría. Toda la familia se reunía. La calidez del hogar nunca era tan grande como en noche buena.

Entro a la mansión sin prisas, no se ve que nadie esté despierto y no tengo la intención de levantarlos yo. Dejo mi saco en uno de los sillones. Me concentro en una la lejana melodía.

Subo las escaleras sin hacer ruido, llegando al pasillo. Agudizó el oído, viene del gimnasio. A pasos lentos, casi perezosos llegó a la puerta. La abro con cuidado de no hacer ruido, distingo la voz de una mujer y frunzo el ceño. Nadie puede entrar aquí además de Lucy.

Abro la puerta por completo y es la mejor decisión de todo mi día.

Se sujeta del tubo con ambas piernas, bajando con tal sensualidad. Cuando sus pies descalzos tocan el piso me da la espalda, tiene unos mini shorts que le quedan de maravilla, una camisa de tirantes blanca y el cabello recogido en una coleta alta.

Demonios.

Da un paso atrás antes de volver a arriba, ahora sus brazos la sostienen con firmeza, dando un perfecto giro en el aire.

—Alfa Elijah.

Veo a Jazmín sentada  en el piso, me hace una seña para que me acerque y lo hago. Me siento atrás de ella, en una de las bancas a mirar embobado a mi Luna.

—Encontró a la indicada—la escucho sin apartar la mirada—Solo debe hacer las cosas bien, Lucy es más complica de lo que aparenta.

—Puedo con eso.

—¿Seguro qué podrá con ella?

Vuelve a bajar del tubo, encaminándose a nosotros. Una sonrisa se dibuja en sus labios y todo es claro.

—Por mi Alanys lo que sea.

.     .     .















Oh yeah, diamante.

Lo hicieron de nuevo chicas, ¡4k de lecturas! Y en menos de una semana, joder no saben lo feliz que me hace eso, se los agradezco muchísimo.

Y como muy pocas lo sabían, tenía pensado hacer un maratón si llegábamos a las 500 estrellitas. Me sorprendieron, totalmente, estamos a nada que llegamos a las 700 y por ello la actualización entre semana. Así que las preguntas del millón:

¿Quisieran un maratón?

¿Qué creen que haga Elijah con el padre de Lucy?

¿Qué les pareció el capítulo?

También quería aprovechar para decirles que no es necesario que sean tan groseros con lo que Lucy haga con su vida sexual, sé que no a todos les gusta, pero no hay porque faltar al respeto.

No olviden dejar su estrellita y comentar ♥️.

Lin ☁️

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