El Cubo Universal
Multimedia: Los poderosos motores antigravitatorios del Cubo Universal elevándolo para acoplarse a la estación espacial Sagitario 4.
Kirga Chen acompañó a la joven Priyanka hasta la impresionante masa del Cubo Universal. Algunos técnicos estaban revisando los elementos del acoplamiento a la estación, asegurándose de que el coloso estaba bien sujeto. Un individuo salía en esos momentos de su interior escribiendo algo en un cuaderno de notas. Priyanka lo reconoció al instante: el célebre matemático Demetrius Alkalides, receptor del último premio Randikar-Kolstein. Su imagen había salido en todos los medios de comunicación. Además, la joven había recibido un dossier con los datos de todas las personas que, en principio, irían en la nave Revelación. También el matemático, después de echar un vistazo hacia la plataforma de arriba, reconoció a la joven física y subió para unirse a ella y a la basuina.
—Priyanka Chopra ¿verdad? —preguntó, tendiéndole la mano nada más llegar, sin esperar a las presentaciones de Kirga.
La joven se la estrechó con un punto de timidez. Priyanka no era consciente aún de todo su mérito propio y se sentía cortada y admirada ante una mente como la de Demetrius. Kirga aprovechó para hacer, con retraso, las presentaciones:
—Sí, la señorita Priyanka Chopra —los basuinos hacían un uso muy clásico del lenguaje terranio—. Y aquí el doctor Demetrius Arkalides, su complemento matemático.
Era imposible saber si Kirga Chen había dicho aquello con retintín y alguna intención vengativa, puesto que las expresiones gestuales y el tono de los basuinos al hablar terranio eran asépticos o inexistentes. Demetrius se vengó a su vez tomando a Priyanka por el brazo y comenzando una caminata juntos, por lo que la basuina inició algo como un encogimiento de hombros y, dando la vuelta, se marchó.
—¿Qué le parece el Cubo? —preguntó Demetrius con los ojos brillándole de excitación
—Es impresionante —contestó ella.
Realmente estaba admirada de aquella grandiosa obra, aunque ya conociese la gran mayoría de sus detalles.
—Tiene todas las capacidades de los superdikópteres corrientes elevadas a una increíble potencia. Es receptor de ondas gravitacionales, las concentra y direcciona hacia algún punto concreto, amplificándolas enormemente en el proceso —explicó algo innecesariamente el matemático, pues Priyanka estaba al tanto de la poderosa física que sostenía al cubo.
—Acláreme algo—contestó ella, mientras paseaban—.Como usted sabe, el Cubo es autónomo y sus motores antigravitatorios le permiten desplazarse hacia cualquier lugar. Llegado el momento se situará frente a las bocas de los tensores para recoger las ondas gravitacionales cuando estos se desanclen. ¿Así pues, la finalidad de su acoplamiento actual aquí en la estación, que imagino provisional, es la de control?
—Así es —repuso el matemático—. El centro de control estará aquí, en la estación Sagitario 4 y hay que probar una gran cantidad de procesos, ensayar fases, ya sabe...También hay que confirmar, mediante algunas pruebas, que el mecanismo de sujeción y lanzamiento de la nave Revelación en su base, funciona correctamente. Y luego está el Bloqueador...
—Ya —reafirmó ella, con semblante muy serio—El mecanismo que asegura un suministro continuo de energía oscura a la herida en el agujero negro...
—Como la herida de una flecha —sonrió él—La gente de Nueva India tiene un gran instinto poético.
Habían llegado a un área de descanso y se sentaron frente a una mesa de diseño exótico. Él siguió hablando:
—Si el suministro de energía oscura se detiene, su presión hacia afuera dejará de equilibrar la tremenda atracción gravitatoria del agujero negro hacia su centro y la herida se cerrará. No podremos volver —hizo un gesto definitivo con las manos.
—¿No le asusta esa perspectiva? —inquirió Priyanka, ante la actitud algo despreocupada del matemático.
—Realmente no sé si me asusta, porque desconozco qué vamos a encontrar allí. Puede que me guste tanto que no quiera regresar —bromeó Demetrius, soltando una breve risa al final.
—¿De verdad no tiene usted idea? No puedo creerlo, seguro que maneja algunas hipótesis. Si vamos a ser compañeros científicos podría compartirlas conmigo —pidió ella.
—No sé, ¿qué imagina usted? Si todo sale bien y logramos cruzar, ¿seguiremos en nuestro universo? ¿Habremos salido a otro distinto, lo que ya sucede algo rutinariamente con las puertas cuánticas? ¿O encontraremos lo que existía antes del big bang?
—Mi padre estaba seguro de que encontraríamos a Brahma —contestó ella con una sonrisa.
—¡A Brahma! —se sorprendió Demetrius—¡Precisamente a él y no a Alá, por ejemplo...!
El tono algo sarcástico del matemático molestó un poco a la joven.
—No se burle —reprochó—. Yo no soy religiosa como mis padres, y tengo mi propia hipótesis...
Demetrius se inclinó más hacia ella, muy interesado.
—¿Y cuál es? —interrogó—. Un genio de la física como usted seguro que imagina algo espectacular. Diga, me tiene en ascuas.
Priyanka se ruborizó un poco al escuchar los aparatosos halagos de Demetrius .
—Me remito a mis últimos trabajos sobre el espacio y el tiempo —contestó la joven sin especificar más.
—Ah, por supuesto, el espacio de cuatro dimensiones —repuso él—. ¿Quiere usted decir que la presión gravitatoria del agujero negro opera sobre el espacio y el tiempo de su interior, unificándolos en un espacio de cuatro dimensiones y que eso es lo que vamos a encontrar?
—¿Porqué no? —contestó ella—, Aunque también pudiera ser otra cosa...
—¿Qué otra cosa? Usted se guarda algo, estoy seguro.
Priyanka quedó unos momentos en silencio, mirando desvaídamente el suelo metálico de la estación. Demetrius comprendió que no quería hablar más y animándola a levantarse, dijo.
—Está bien. Venga, le presentaré a Olga Serkin.
***
Zendar, conseguido el objetivo para el que se desplazó a Terrania, quiso tener una charla discreta con Félinar Argussen, antes de regresar a Olinus.
El rechazo de Zendar al proyecto de la Asamblea Planetaria fue claro desde el principio, pero ahora, después de sufrir una humillación tras otra a causa de las sucesivas victorias del plan, ese rechazo se había convertido en verdadero odio y no pensaba cejar hasta verlo arruinado. Ese empeño se reflejaba en sus profundas ojeras y en la expresión dura de sus ojos atormentados y sus facciones, a menudo crispadas. El proyecto de Olga no saldría adelante si él podía evitarlo. Y para eso necesitaba el apoyo de Félinar.
Este era un personaje bastante nervioso e inquieto, siempre procurando tener sus manos ocupadas con algo, mirando furtivamente a veces sin causa alguna, como si tuviese asuntos pendientes de los que dar cuenta. Zendar comprendió que la ayuda de Félinar no bastaría.
Se entrevistaron los dos en un apartado y tranquilo salón, en la sede del Partido Aislacionista, ante unas coloridas copas de yuso, una de las bebidas más comunes en la Confederación, con gusto dulzón y efectos no demasiado excitantes.
El asambleísta de Olinus paladeó un poco del bebedizo e inquirió:
—¿Sabe ya usted quien será el otro miembro del equipo de evaluación?
Félinar torció un poco el gesto al contestar.
—Sí, y no me agrada lo más mínimo. Se trata de Dárek Risen. Ya he tenido algunos roces con él...El viejo zorro de Janos ha jugado algo extrañamente aquí. Siempre fui partidario de no ofrecerle el cargo de Procurador.
—Bien —siguió Zendar—, ya no se puede hacer nada. Supongo que si la opinión de ustedes dos no coincide, el voto decisivo lo tendrá él.
—Exacto —contestó Félinar—. Y me da la impresión de que Janos, a pesar de su supuesta independencia, en el fondo es afín al Proyecto...
—Eso temo yo también —aseveró sombríamente Zendar—.Políticamente no podemos hacer nada más. Sin embargo, no podemos dejar que el programa de Olga Serkin continue. Sobre todo porque ellos tampoco piensan sujetarse a ningún equipo evaluador ni a la opinión del Parlamento.
—¿Cómo? —se asombró Félinar—¡Pero eso es rebelión!
—No sea ingenuo, hombre —aconsejó el asambleísta—. ¿Cree que van a tirar por la borda, asi como así, tanto esfuerzo y medios invertidos, los siglos del pasado, las vidas perdidas de sus compañeros ? Actuarán, de todas maneras. Pero nosotros también...
—¿Qué podemos hacer entonces? -interrogó Félinar, pasmado.
—Procuraremos que el cruce del agujero no se produzca, pero si lo logran nos aseguraremos de que no puedan volver. Nadie sabrá nunca sus resultados.
***
Wang Lin estaba terminando su meditación de la mañana, sentado en el risco que coronaba la montaña donde se asentaba el Monasterio, cuando apreció abajo, en la falda de la colina, la llegada del aerodeslizador. El Monje sabía quién venía dentro y se apresuró a descender para darle la bienvenida. Al poco se fundía en un estrecho abrazo con Milton, que ya subía hacia las dependencias construidas en lo alto, portando un pequeño bolso de mano por todo equipaje.
—¡Querido amigo! —exclamó Lin con una amplia sonrisa—No sabe el placer que me causa verlo aquí de nuevo, sano y salvo, después de enfrentar innumerables adversidades, supongo...
—Así es, Maestro —contestó el Audaz—. No ha sido nada fácil, desde luego y otros han quedado atrás.
El Monje asintió, pesaroso.
—Es tan triste que Rijna y Líneker no puedan acompañarle... Mi corazón sangra, apreciado amigo.
Los dos caminaron un momento en silencio, subiendo los numerosos escalones que llevaban al Templo de lo alto. El Monje apreció cierto agotamiento en su compañero.
—Se cansa usted mucho —comentó—Le hace falta reposo y aire puro, como el que tenemos aquí. ¿Esa es la razón de su venida?
—En cierto modo sí —contestó Milton—Este es uno de los pocos lugares que quedan en Olinus donde alguien puede estar en paz durante unos días. Este oasis no está al alcance de todos, pero no ha sido solo por eso. También quería verle a usted, recibir sus consejos, recordar el tiempo que pasamos los tres aquí, entrenando, dominando las técnicas del control mental y la modulación del aura. Añoro la camaradería que se instaló entre nosotros y no sabe como lamento la pérdida de mis dos compañeros.
—Lo imagino —contestó Lin—Para mí también es muy duro no verlos aquí, acompañándolo. Pero ahora...ya todo está cumplido ¿qué consejos puedo darle?
—Usted siempre tiene algo importante que enseñar...aunque ahora parezca más joven que yo —terminó Milton, bromeando.
—No es extraño —sonrió Lin—Han pasado unos seis meses desde que se fue usted del Monasterio, pero allá en su destino, usted habrá vivido décadas. Y aunque nuestro organismo resiste el paso del tiempo, algo debe reflejarse.
Habían llegado a la cima. Un paraíso de verdor se extendía abajo con pequeñas y artísticas edificaciones aquí y allá, diversos templetes, exvotos, leves puentes y estatuillas diseminados en los jardines de roca que los monjes cuidaban con esmero. Un gran bosque de bambú crecido a partir de brotes traídos desde el continente del sur de Terrania, rodeaba todo el lugar hasta casi perderse de vista. Mucho más allá, en la lejanía, algunas luces señalizaban los comienzos de otros bosques de acero y cristal, los bosques que Milton dejaba atrás, pero a los que pronto debería volver.
Lin ofreció agua a Milton del manantial que bajaba de la cumbre más alta y después se sentaron a la sombra de un sicomoro. Tras unos momentos el Monje rompió el tranquilo silencio que se había establecido entre ellos:
—Entonces va a ser usted uno de los pasajeros de la nave Revelación...
—Exacto. No podemos dejar las cosas a medias... —bromeó el Audaz.
—¿Tiene miedo? —preguntó Lin.
—Literalmente estoy en pánico —sonrió Milton—. Pero hay algo que me asusta mucho más que encontrar la muerte allí, en el agujero. Al fin y al cabo, si sucede, solo seré un destello luminoso que va a durar una millonésima de segundo. Lo que temo verdaderamente es cruzar y no poder volver. Quedarme, quien sabe, en la nada, en un universo hostil...Me asusta encontrar una monstruosidad.
—Sería muy raro que encuentre usted algo totalmente extraño a la belleza de ahí abajo —dijo el Monje, indicándole el paisaje que se extendía a los pies de la colina.
—Cierto —asintió Milton sonriendo. Y añadió señalando las luces—: O al frenesí de aquello que está al final del horizonte...
Lin asintió a su vez con un movimiento de cabeza y luego preguntó, lleno de curiosidad.
—Es preocupante la cuestión del retorno ¿Cómo piensan hacerlo?
—Verá —explicó Milton—. No soy exactamente un hombre de ciencia, pero el fundamento es este: una vez la onda gravitacional controlada por el Cubo Universal, cuya existencia ya conoce usted, choque con el agujero negro, se espera horadar el horizonte de sucesos en una porción mínima de su superficie, pero suficiente para que nuestra nave pueda cruzar por el agujero de gusano que acompañará a la onda.
—Como una flecha atravesando un corazón —poetizó el Monje.
—Cierto. Solo que será una flecha invisible. Solo se verá la herida, el hueco, el túnel por el que se deslizará la nave Revelación.
—Ahora entiendo —confirmó Lin—. Usted teme que ese túnel se cierre y el agujero negro retorne a su estado original. ¿Cómo piensan evitarlo?
—Para ello existe un Bloqueador. Es un mecanismo situado en la estación espacial, que controla el suministro continuo de energía oscura al túnel, por parte del Cubo Universal. ¿Pero qué sucede si el Bloqueador sufre algún contratiempo? Ya sabe que hay mucha gente contraria a este proyecto...
—Mmmm... —Lin reflexionó durante unos instantes y luego preguntó—¿Quien se encarga de vigilar y cuidar ese mecanismo de bloqueo?
—Básicamente, dos o tres científicos del entorno de Olga Serkin, la directora del proyecto. Son demasiado mayores para ir en este viaje y se ocuparán de esa tarea.
El silencio volvió a reinar durante unos momentos. Luego se oyó la voz del Monje con un leve tono de reproche.
—Creo que usted no quiere decirme claramente el objetivo de esta escapada suya a mi humilde casa —aseguró Lin, haciéndole al Audaz un gesto de confianza.
Milton lo miró de hito en hito. Era difícil que se le escapase algo a un personaje de la intuición de Lin, y que manejaba tan excelentemente la técnica del control mental. Así que decidió ser franco:
—Tiene razón, maestro. Mi estancia como senador en Terrania y mis peripecias con el antiguo Imperio me han enseñado a estar siempre ojo avizor ante las conspiraciones. Necesitamos alguien en quien se pueda confiar a este lado del agujero...
Lin meditó durante un largo momento. Por fin exclamó:
—Creo que dentro de unos días voy a tener que volver con usted...
Luego, apoyando su mano levemente en el hombro del Audaz, los dos se internaron en el frescor del Templo.
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