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06.

— ¿Entonces ya te decidiste del todo? — preguntó Raven por decimoquinta vez.

Ella y Slash estaban sentados en la espaciosa cocina de la mansión de Rose, los rayos de sol de primera hora de la mañana entraban por el ventanal del fondo. Hacía ya una semana desde que llegara a la ciudad.

Él asintió y dio otro sorbo al jugo.

— ¿Y los niños? ¿Te das cuenta de que esto va a afectar a Cash y a London? — otra pregunta hecha mil veces, pero continuaba albergando dudas respecto al divorcio de su amigo.

— Princesa, deja de darle vueltas al asunto, la decisión está tomada desde mucho antes que llegaras. De todos modos a Cash y a London los va a afectar más vernos discutiendo que el divorcio en sí.

— Igual creo que deberían encontrar otra solución. ¿Quieres que hable con ella? La otra vez funcionó.

Slash lo pensó por unos segundos y luego negó lentamente.

— No servirá. Incluso ya estamos viviendo separados y....

— ¿¿Y?? — le sacudió el brazo — Vamos, sabes que detesto el misterio.

— Impaciente — dijo él riendo mientras le alborotaba el ya revuelto cabello — Estoy saliendo con alguien desde hace unos meses.

Ella se quedó boquiabierta antes de comenzar a saltar y dar vueltas por la cocina.

— ¿Saliendo? ¿Con quién? ¿Cómo se llama? ¿Dónde la conociste? ¿Estás durmiendo con ella? ¿Viven juntos ya?

— ¡Raven! — la sujetó por los hombros — Cálmate y ve despacio. A ver: se llama Meegan Hodges, la conozco hace unos años. No, no vivimos juntos, pero se ha quedado varias veces conmigo en el nuevo apartamento. ¿Satisfecha?

— Buuuuuueno, parece que después de viejo estás hecho un donjuán.

— ¡Cabrona! — le retuvo los brazos y comenzó a hacerle cosquillas. Raven no paraba de reír y retorcerse.

Cuando logró desasirse se apartó a un lado y contempló a su amigo con expresión seria antes de confesar.

— Pues la verdad es que yo también tengo algo que decirte — sostuvo la taza de café, lo pensó mejor y volvió a dejarla — En el tiempo que pasé en Helsinki....

Las voces en el pasillo y la llegada de Duff la interrumpieron, con él venían Dizzy y otro joven al que no logró reconocer.

— Richard, ella es Raven — el bajista hizo las presentaciones.

— Ah ¿entonces tú eres el talismán de la suerte del que tanto hablaban? — preguntó este.

Raven le tendió la mano a la vez que le restaba importancia a sus palabras con una sonrisa.

— Esa es una loca historia que se inventó Steven cuando los conocí, ahora no paso de una amiga más.

— Ella es muy modesta — comentó Axl desde la puerta — pero la verdad es que tenerla con nosotros fue lo que nos impulsó.

— Al día siguiente de conocerlas, a ella y a su hermana, Vicky Hamilton llamó para darnos la buena noticia: íbamos a firmar con Geffen — aportó Duff.

Richard la contemplaba asombrado, con un gesto teatral volvió a tomarle la mano.

— Oh poderoso talismán de los Guns... — declamó entre risas.

— ¡¡Oh basta!! Esas fueron exageraciones, casualidades y Steven lo convirtió en esa alocada historia de que yo era un talismán antiguo encerrado en el cuerpo de una chica y Saori la sacerdotisa que hacía posible la magia. Parecían dementes repitiéndole eso a todo el mundo.

— Lo cierto es — Slash se levantó de su silla — que sin ustedes de seguro estuviéramos muertos, al menos en mi caso.

— Dejen tanto misticismo, por favor — Raven se impacientó, tomó a Dizzy del brazo y lo llevó a la sala — Me alegra que tú también te hayas unido a esto, ¿qué te sirvo?

Axl y Richard la siguieron.

— ¿Duff, ella de casualidad te ha contado algo que le haya sucedido mientras estuvo en Finlandia? — lo interrogó Slash — Iba a decirme justo cuando llegaron ustedes y me quedé preocupado.

Su amigo lo pensó por unos instantes antes de hacer un gesto negativo. Fue hasta la nevera y se sirvió un vaso de agua.

— No creo que haya sido nada grave, si ahora es que viene a mencionarlo.

Saul se encogió de hombros.

— Le volveré a preguntar después. También es que este tema de mi divorcio la tiene volviéndose loca.

— Debiste habérselo contado antes, aunque fuera por teléfono. Sabes cómo es y lo en serio que se toma nuestros problemas — le recriminó.

— Por cierto, ya que hablas de problemas: ¿qué hay con Saori y esa nota que te envió?

Duff sonrió con nostalgia y anduvo hasta la puerta antes de contestar.

— Nada. El pasado que siempre regresa — y salió.

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Gran parte del día lo pasaron en "The Troubadour", un antiguo bar en Sunset Boulevad donde habían dado uno de sus primeros conciertos y que sería el epicentro desde donde partiría el tour para el tan esperado regreso de la banda.

— Saben que esto va a ser una explosión ¿verdad? — preguntó Raven.

El guitarrista estaba abajo, viéndola pasear por el escenario.

— ¿Acaso no era lo que los fans querían? Les estamos complaciendo.

— Sí, pero comenzar aquí va a ser un problema, más de la mitad de la gente se quedará sin verlos.

— Solo es una prueba, queremos saber cómo nos reciben — aclaró Dizzy saliendo del backstage.

— Ah sí claro, una prueba, por supuesto — ironizó ella — porque cuando miles de fanáticos por todo el mundo vean que la banda más peligrosa de los 80 está de regreso dirán: ¿"Qué, Guns n Roses?. Olvídalo, nadie quiere ver a unos dinosaurios pasados de moda".

Duff se acercó riendo al escucharla.

— ¿Dizzy, para qué la provocas? Solo dile lo que quiere oír: nos encanta que el público se mate por vernos.

Raven se volvió hacia él y le sacó la lengua mientras le enseñaba el dedo corazón. Richard se les acercó también.

— ¿Y ahora qué se supone que hace su talismán? ¿Una especie de ritual que asegure que las entradas se vendan?

— Eh Rave, has el baile de la lluvia para que tus ancestros nos ayuden — la provocó Slash apartándose.

Ella gruñó como un cachorro enfadado, saltó del escenario y comenzó a perseguirlo por todo el salón, hasta que fue él quien la acorraló y empezó a hacerle cosquillas.

— Socorro. Duff... Dizzy... ¡¡¡¡ayuda!!!!!! — gritó entre carcajadas.

Richard los contemplaba con cara de no entender absolutamente nada. Duff le palmeó los hombros mientras comentaba.

— No te sorprendas, esto pasa a cada rato. Y aún no la has visto con Axl.

El teléfono móvil de Raven, que había quedado abandonado sobre uno de los amplificadores cuando saltó tras Slash, comenzó a desgranar las notas iniciales de "Sweet Child o'Mine". Sin pensarlo Michael contestó.

— Al habla Duff. A Raven la están torturando, deje su mensaje.

— Hola Duff — la voz de Saori cayó como un balde de agua fría sobre él — ¿Cómo has estado?

Dizzy se le acercó al notar lo pálido que se veía.

— ¿Estás bien, viejo?

Él asintió, contemplando el teléfono como si quemara y estuvo a punto de llamar a Raven, pero se abstuvo en el último minuto apartándose hacia una esquina del local.

— ¿Saori? — preguntó.

— Pensé que habías colgado.

— No, no, solo estaba... Me alegra escucharte.

— Sí, a mí también. Veo que mi hermana lo está pasando en grande, aquí se escuchaban sus gritos y carcajadas.

— Debiste haber venido, lo que decía la nota me habría gustado oírlo de ti.

El brusco cambio de tema la dejó sin palabras por unos segundos.

— Yo también — contestó al final, sin comprometerse. Duff entendió que no estaba sola y que no era el momento más apropiado para hablar de sus sentimientos.

— ¿Quieres que llame a tu hermana?

— Por favor, has eso, dile que los chicos quieren saludarla.

Caminó hasta la barra y le tendió el teléfono a Raven.

— Saori — le informó. Acto seguido dio media vuelta y se encaminó a la salida.

Slash fue tras su amigo, dejándola sola.

— ¿Sao, hablaste con...?

— Eh Rave, me alegra escucharte, espera que Jaska y Henkka también quieren decir hola.

— ¡¡Pequeña!! — la voz del baterista sonaba alegre. Calculó que en Helsinki debían ser pasadas las 10 de la noche y ya ellos estaban borrachos — ¿Qué tal la vida en la gran ciudad? ¿Te están cuidando?

— Pues la verdad no me quejo, al menos de momento.

El ruido de la estática hizo imposible definir las siguientes frases, hasta que Saori volvió a ponerse al habla.

— Rave, ¿me escuchas?

— Sí, aquí estoy. ¿Dónde están ustedes?

Ruido de estática nuevamente y a lo lejos la voz de su hermana regañando a alguien.

— ¡¡¡¡¡Raven!!!!!! — el grito alcoholizado de Alexi la sobresaltó — Tenías que haberte quedado con nosotros, la estamos pasando genial. ¡¡Dile Janne, dile que la estamos pasando bien!!

— ¡¡Yupi!! — aportó este antes de que la otra rescatara el móvil.

— Te llamé para saber si estabas bien y sobre el viaje, pero creo que escogí mal el momento.

Ella se echó a reír recordando lo difícil que era controlar a sus amigos fineses cuando estaban ebrios, en silencio compadeció a su hermana.

— Mañana en la tarde te llamaré, ahora tengo que llevar a casa a estos desastres. Ciao — y colgó.

Raven se quedó con el teléfono pegado a la oreja escuchando el tono que anunciaba que la comunicación se había cortado, ni siquiera le había dado tiempo para despedirse.

— ¿En qué rayos estaba pensando Saori? — murmuró para sí — Mira que llamar estando ellos presentes y además borrachos.

Al momento recordó la expresión de Duff cuando le entregara el móvil, como si le hubieran anunciado que debía operarse nuevamente.

¿Y Slash?

Recorrió el lugar con la vista pero no encontró a ninguno de los dos. Se levantó y caminó hasta el escenario. Ya regresarían y cuando les contara el secreto que tenía guardado desde su llegada, ahí sí que empezarían a complicarse las cosas.









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