En la limousine, de camino a donde se hospedarían, le contaron parte de los pormenores del regreso.

— He estado un par de veces a punto de estrangular a este cabrón — bromeó Slash señalando a Rose — pero sabía que lo ibas a extrañar, así que me contuve.

Axl se echó a reír mientras la abrazaba.

— ¿Dónde se supone que voy a quedarme? Porque imagino, señor maníaco bipolar, que incluso de eso te encargaste ya — lo interrogó ella.

Duff contestó.

— Esa parte es una sorpresa — y le dedicó una mirada de complicidad a ambos amigos.

— Oh vamos... no sean... olvídalo, lo adivinaré en el camino.

Hicieron todo el trayecto bromeando y recordando los viejos tiempos.

— ¿Recuerdas esa vez que abrimos para los Rolling Stones y me caí del escenario nada más empezar el concierto? — se burló Axl, los demás también reían a carcajadas al rememorarlo.

— Pensé que te habías roto dos o tres huesos — comentó el bajista — pero eres más duro de lo que pareces.

— Sí, pero después cuando acabaron no paraba de quejarse de todo lo que le dolía. Estuve horas masajeándole la espalda — aportó Raven y los demás rieron con más ganas.

Al rato volvió a mirar por las ventanillas, el paisaje afuera era hermoso a pesar de la oscuridad, en ese instante el auto comenzaba a subir la cuesta de una colina.

— No me digas que... — se volvió al vocalista — ¿Regresamos a Malibú?

— Vaya, pensé que te gustaba mi casa, pero si prefieres estar sola en un hotel, lo entiendo.

— Espera, ¿todos están en tu casa? — ella no cabía en sí de la sorpresa.

Los tres se encogieron de hombros casi al unísono, Slash comentó.

— Teníamos que buscar un lugar donde la prensa no nos acosara, al menos eso allá arriba parece una puta fortaleza.

— Un momento: ¿y qué pasa con Perla y los niños? ¿Y tú Duff?

— Ah ¿aún no le has contado? — Axl parecía sorprendido.

— ¿Contarme qué exactamente?

Duff posó una mano sobre el hombro del guitarrista.

— Déjalo, ya se lo dirás cuando lleguemos, además sabes que con ella no valen las explicaciones a medias.

Raven continuaba sorprendida, pero prefirió seguir el consejo y contenerse hasta que estuvieran en la mansión.

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El tono del móvil que anunciaba la llegada de un nuevo mensaje de texto sorprendió a Saori, estaba enfrascada en no quemar un pastel de carne que llevaba horas preparando y le tomó casi cinco minutos antes de encontrar el teléfono bajo la colección de camisetas sucias que Alexi dejara en el sofá.

Al inicio no reconoció el número, pero una vez que comenzó a leer supo al instante que era de Michael. Las palabras le calaron hondo y releyó las últimas frases unas diez veces con los ojos llorosos: RAVEN YA ESTÁ CON NOSOTROS, SANA Y SALVA, PROMETO CUIDARLA TAN BIEN COMO LO HUBIERA HECHO CONTIGO SI LA HUBIESES ACOMPAÑADO. LO RECONOZCO, TE EXTRAÑO. GRACIAS POR LA NOTA... YO TAMBIÉN.

Inmediatamente bloqueó el acceso de lectura al mensaje, no quería tener secretos con Henkka, él era una excelente persona y pronto también sería su esposo; pero había cosas que no podía contarle, entre ellas el hecho de que aún tuviera sentimientos por Duff McKagan, el hombre con el que compartiera tantos momentos de su vida.

— ¿Noticias de Raven? — preguntó Jaska entrando en la cocina.

— Pues sí, ya está en casa y parece que bien cuidada. Axl y Slash deben estar flipando de alegría.

— ¿Vas a contarle a Janne?

Ella lo miró con una expresión extraña, sin entender del todo la pregunta y suspiró antes de revocar.

— ¿Crees que debería hacerlo? No estoy segura de que Janne quiera que la nombremos por ahora.

Jaska hizo un gesto de indiferencia, tomó una cerveza de la nevera y se marchó.

Como era costumbre en ellos, cuando estaban enfrascados en nuevas composiciones pasaban casi todo el tiempo viviendo en el estudio – taller – garaje que tenían a las afueras de Helsinki, mantenerse juntos era su forma de ser más creativos.

Saori golpeó la puerta con suavidad y entró, para su buena suerte solo estaban Henkka y Alexi en el interior.

— Raven ya está en Los Ángeles, acabo de recibir un mensaje suyo diciéndome que el viaje estuvo bien — comentó sentándose junto a su novio.

— Yupi, que bien por ella — ironizó Alexi, desde que la otra se había marchado no paraba de mostrarse dolido y en ocasiones llegaba a exagerar.

— Markku, demonios, no seas tan indeseable. No sé qué tanto es lo que te afecta que ella no esté — le recriminó Saori.

— Tu hermana abandonó a mi mejor amigo. ¿Qué quieres, que la felicite?

— Ahí va de nuevo — murmuró Henri.

— ¡No seas exagerado! ¿Ahora quieres dártelas de protector de los sentimientos ajenos? ¡¡No seas hipócrita!!

Estuvo a punto de contestarle con una grosería, sin embargo, se contuvo por respeto a Henkka. En ese momento entraron los faltantes.

— Se les está haciendo hábito lo de discutir — bromeó Jaska.

Todos se mantuvieron en silencio y observaron a Janne.

— ¿Qué? ¿Murió alguien en mi ausencia? Si están tratando de ocultarme alguna cosa, se les está dando fatal — comentó este.

— Ah olvídenlo — se quejó Saori — ustedes son pésimos para disimular. Recibí un mensaje de Rave, el viaje estuvo bien, ya está en Los Ángeles.

— Bueno... bien — la indiferencia no era su fuerte.

— La verdad es que no iba a decirte, no quiero que estés triste ni nada parecido y sé que....

— Sao, no hay problema, de todos modos necesitaba saber que ella está bien. — suspiró antes de sonreír y beber de su cerveza — Tampoco es que la vaya a olvidar de un día para el otro, solo... Mejor dejémoslo, vamos a trabajar.

Avanzó hasta el teclado, se sentó y volvió a contemplarlos sonriendo.

— Bueno, ¿qué era eso que decían de que alargáramos el solo en Morrigan?