99
Yoongi empujó la silla de ruedas por la puerta de su nueva casa. Estaba a cinco calles de la anterior y era muy acogedora.
En los últimos días, se había encargado de trasladar todas sus pertenencias a la nueva vivienda, dado que no quería que su familia tuviera que vivir en un sitio donde habían ocurrido tres asesinatos.
En el hospital, Yoongi le había explicado a su marido lo que había sucedido, y Jimin, consternado por las atrocidades de Hyungsik y preocupado por el bienestar de su familia, respaldó la decisión de mudarse a otro lado.
Yoongi se descalzó en la entrada mientras Jimin miraba a su alrededor. Las paredes eran blancas, los suelos de madera y había mucha luz, lo que indicaba que la casa tendría bastantes ventanas. Como todos los hogares en Inyeon, ese también era amplio, lujoso y autosuficiente.
—¿Estás bien?— Yoongi se inclinó sobre él —¿Necesitas que te traiga algo?
—No, estoy muy bien.
El mayor lo llevó hasta el salón, donde encontraron a Taehyung jugando al ajedrez con Junggi, mientras Jungkook arropaba a Sohee en una cuna portátil.
Jimin se quedó mirando la escena con una sensación entre felicidad por estar de vuelta y alivio por verlos a todos reunidos. También se percató de algo muy importante en la decoración del salón; había espacio para que pudiera moverse en silla de ruedas. Los muebles estaba colocado a conciencia, algo de lo que Yoongi se había encargado personalmente, pero no solo en el salón, toda la casa estaba adaptada a las necesidades de Jimin.
Neysa fue la primera que notó la presencia de ambos y saltó sobre el regazo de Jimin para darle la bienvenida. Habían pasado dos semanas desde la invasión y la gatita se había recuperado muy bien de sus heridas.
—Te he echado mucho de menos— Jimin la alzó con cuidado y la besó con mucho mimo —Yoon me ha dicho que has estado comiendo bien. Mellie estaría muy orgullosa de ti, mi vida.
Junggi se levantó tan abruptamente del suelo, que golpeó el tablero de ajedrez y las piezas cayeron sobre la alfombra. Estaba tan centrado en la partida con su tío, que no los había notado hasta que Jimin comenzó a hablar.
—¡Papi, papi!
Neysa se subió al hombro de Yoongi como si intuyera que el niño quería abrazar a su padre. Yoongi ayudó a su hijo a sentarse sobre el regazo de su marido y los dos se fundieron en un profundo abrazo.
Taehyung se quedó mirando la escena con sentimientos encontrados. Estaba muy feliz por la familia de su hermano y era realmente enternecedor verlos a los cuatro juntos, pero esa imagen también le llevó a pensar en Mellie. Su familia había perdido a un miembro muy valioso y aunque no quería sentirse mal, dado que su reencuentro era motivo de alegría, no podía evitar tener esa clase de sentimientos por la ausencia de su pequeña.
—¡Bienvenido a tu nueva casa!— Jungkook se acercó a Jimin y le apretó el hombro —¿Cómo te sientes? ¿Estás emocionado?
—Estoy muy feliz de estar de vuelta.
La sonrisa que vio en el rostro de su hermano alivió el corazón de Jungkook. Las últimas semanas habían sido muy duras para todos, especialmente para Jimin, pero con su vuelta parecía iniciar, al fin, una nueva etapa en sus vidas.
—Mi bebé, ¿estabas jugando al ajedrez?
—Sí, con el tío Tete— Junggi estaba muy emocionado por su vuelta, lo había echado tanto de menos que no podía esperar más —Appa, porfi, juega conmigo.
—Ve a prepararlo todo para que pueda jugar contigo.
Junggi se bajó muy contento de su regazo y corrió a recoger las piezas de ajedrez. Jimin también tenía ganas de jugar con su pequeño. La estancia en el hospital había sido demasiado larga para su gusto y ahora que estaba en casa, iba a recuperar todo el tiempo perdido.
Sohee comenzó a llorar y Taehyung se acercó para ver a qué se debía. Tenía la costumbre de mirar primero si tenía fiebre, porque, como había estado tanto tiempo malita, le daba miedo que pudiera enfermarse otra vez. Cuando comprobó que el llanto se debía a que la niña había escupido el chupete y deseaba recuperarlo, su preocupación se desvaneció de golpe.
—Ya está, aquí lo tienes— Taehyung la alzó en brazos y se desplazó hasta la cocina mientras la mecía suavemente y cantaba una canción.
Jungkook quiso acompañarlo, le encantaba cuando su marido le cantaba a su hija, pero alguien llamó a la puerta y como Yoongi estaba ayudando a Junggi a poner las piezas sobre el tablero, decidió ir a ver de quién se trataba.
—Buenos días— saludó Changwook de muy buen humor —¿Ya ha vuelto Jimin?
Jungkook se quedó mirando la cara alegre del bebé que cargaba en el portabebés. En los últimos días, no era nada extraño ver a Changwook con algún crío. Muchos niños se habían quedado huérfanos, debido a la matanza que había causado Hyungsik, y como el personal era más escaso que nunca, solía echar una mano en el orfanato e incluso cuidaba de los niños en su tiempo libre.
—Está a punto de iniciar una partida de ajedrez con su hijo— Jungkook se hizo a un lado —Tú y tu sonriente amigo podéis pasar.
El bebé lo miró mientras Changwook entraba y su sonrisa tan entrañable contagió a Jungkook. El director se descalzó en la entrada y después pasó al salón, donde sus amigos lo saludaron de buena gana.
—¿Otra vez de canguro?— soltó Yoongi en cuanto lo vio —Incluso en un domingo no paras. ¿Tú cuándo descansas?
—Hay demasiadas cosas que hacer, amigo mío.
Junggi abrazó a su tío Chang y Jungkook lo invitó a sentarse. Jimin se encontraba justo a la derecha de donde tomó asiento, por lo que no dudó en tocar las mejillas del bebé. Tenía unos mofletes grandes y rosados, y sonreía todo el rato, como si estuviera muy feliz.
—Eres un niño muy alegre— Jimin le dio un beso en la frente —¿Cómo te llamas?
—Se llama Hoseok.
La respuesta de Changwook dejó a todos sin palabras. Jungkook incluso miró a Yoongi por si lo había entendido mal, pero tanto su cuñado como su hermano, parecían haber oído lo mismo.
—Como sabéis, he estado ayudando como voluntario en el orfanato. Cada vez que pasaba al lado de la cuna de este angelito, me sonreía como si la vida fuese maravillosa— Changwook sonrió al recordar su primer encuentro —Llevo mucho tiempo queriendo tener un hijo, pero siempre me las he ingeniado para encontrar una buena excusa que me impidiera tenerlo... Hasta que un buen amigo me dijo que debía dejar de huir y cumplir mis sueños.
—Hoseok hyung estaría muy orgulloso de ti— dijo Jimin, compartiendo el mismo sentir que Yoongi y Jungkook —Me alegro mucho por ti, hyung. Los dos formáis una familia preciosa.
Viéndolos de cerca, Yoongi llegó a la conclusión de que ese era el legado de Hoseok. La huella que había dejado en su familia, amigos, pacientes y compañeros de trabajo, los acompañaría de por vida. Changwook había encontrado el valor de perseguir sus sueños gracias a él. El pequeño Hoseok había encontrado una familia gracias a él. Si la familia Ji existía, era gracias a la buena influencia de Jung Hoseok.
—Bienvenido a la familia, Hoseokie— Yoongi le hizo una carantoña y el pequeño se echó a reír —Me temo que vas a ser un solecito muy consentido.
Changwook notó que todos estaban muy felices con el bebé, hasta que vio a Taehyung junto a la puerta. Su ex dejó a Sohee en la cuna y se alejó en silencio. Nadie se percató de él porque estaban pendientes del pequeño, incluso Junggi se había acercado a conocerlo.
—¿Podéis cuidarlo un momento?— preguntó Changwook —Tengo que ir al baño.
Jungkook se ofreció y lo cargó con mucha facilidad. Hoseokie no se alteró por el cambio de brazos, al contrario, parecía entusiasmado por conocer a Jungkook.
—Creo que le caigo bien.
Jimin se rió al ver a su hermano arrugando la nariz. Le parecía adorable cuando se ponía a hacerle caritas a los bebés. Siempre conseguía hacerlos reír, aunque con lo alegre que era el hijo de Changwook, no parecía difícil sacarle alguna sonrisa.
Changwook encontró a Taehyung con la cabeza apoyada sobre la mesa de la cocina. En silencio, se sentó a su lado y aguardó al notar que estaba llorando. Sabía que era el que peor estaba llevando la muerte de Hoseok, por eso no le había extrañado su reacción al conocer el nombre del niño.
—Por favor, no me digas que debo superarlo ya... Lo echo tanto de menos que no puedo...
Changwook se quedó mirando los dibujos con los que Yoongi había decorado la nevera. Eran muy llamativos y estaban muy bien pintados para la edad que tenía Junggi. Había uno en concreto, de un niño de ojos verdes, que llamó inmediatamente su atención.
—¿Cómo puedo pedirte que lo superes si estoy igual que tú? Algún día, el corazón dejará de doler tanto, pero mientras tanto, tómate el tiempo que necesites para llorar la muerte de Hoseok.
Taehyung agradeció que no lo obligara a superar la pérdida tan rápido y sobre todo, que le permitiera estar triste. Iba a seguir con su vida, iba a hacer que su amigo se sintiera orgulloso de él, pero de momento, lo que necesitaba era tiempo para llorarlo.
—Has elegido el mejor nombre para él...
—Es absurdo, pero cuando lo vi en aquella cuna, sentí que Hoseok me lo estaba enviando— Changwook apoyó las manos sobre la mesa —Supongo que a veces necesitamos agarrarnos a lo sobrenatural para poder seguir adelante.
Taehyung estaba de acuerdo. El vacío que dejaba una muerte era difícil de explicar. No le extrañaba que la gente recurriera a señales divinas, él también lo había hecho con la muerte de Seokjin, aunque por aquel entonces desconocía la existencia de El Umbral.
—¿Cuánto tiene?
—Casi dos meses. Nació el veintitrés de julio.
—Vaya, mi hija es mayor pero por muy poco— Taehyung se limpió las lágrimas —¿Tu hijo no tenía nombre o se lo has cambiado?
—No le habían dado ninguno. Ya sabes... Es el hijo de Chung y Pae.
Taehyung asintió en silencio. Chung y Pae eran dos estudiantes de trece años que habían mantenido relaciones sexuales sin protección y como no se veían capacitados para afrontar la responsabilidad de criarlo, acordaron dar al bebé en adopción y el orfanato se hizo cargo. La pareja murió durante la invasión y también la persona que en un principio iba a adoptarlo.
—Cuenta conmigo para lo que necesites, hyung— Taehyung se levantó de la silla —Aunque sé que Hoseokie va a tener al mejor padre del mundo, no dudes en pedirme ayuda si necesitas cualquier cosa.
Changwook aceptó el abrazo de Taehyung sin vacilar. Era la primera vez desde que lo habían dejado, que un abrazo suyo le generaba tanto bienestar. El mayor se había sentido muy vacío desde la muerte de Hoseok y hablar con su ex, era una de las pocas cosas que calmaban su soledad.
Cuando se separaron y Changwook lo miró a los ojos, en ese breve instante tuvo la certeza de algo que ya intuía. Quería a Taehyung, pero no lo amaba. Sus sentimientos por él se habían desvanecido, se habían vuelto evanescente.
Taehyung tuvo la sensación de que las cosas entre ellos estaban mucho mejor que antes. En realidad tenía mucha suerte de poder seguir contando con el cariño de Changwook. Cometer una infidelidad, ser perdonado de corazón y poder tener una amistad con esa persona, era más inusual que encontrar un trébol de cuatro hojas.
Taehyung quería ser mejor, quería aprender de sus malas decisiones, convertirse en una persona digna de confianza, de la que incluso Changwook pudiera sentirse orgulloso. Estaba trabajando para mejorar sus carencias y ser un buen ejemplo para los demás, sobre todo para su hija. No quería que Sohee se avergonzara de él. Era humano y había hecho cosas malas, pero a diferencia de otros, que miraban hacia otro lado, él estaba dispuesto a aprender de sus errores.
Cuando regresaron al salón, Junggi le estaba explicando a sus padres lo que más le gustaba de jugar al ajedrez. Jungkook, en cambio, parecía estar en su propio mundo mientras sujetaba a Sohee en un brazo y a Hoseokie en el otro.
Taehyung se quedó mirando a su marido como si fuera el único hombre en la habitación. Lucía precioso hablando con los bebés. Nunca se lo habría imaginado en una situación como esa y menos aún, con la naturalidad con la que los estaba tratando.
—¿Te diviertes?— Taehyung le tocó el trasero —¿De qué habláis?
—No sé lo que dicen, pero se están comunicando— Jungkook sonrió por los ruiditos que hacían —Creo que en unos años serán muy buenos amigos.
Taehyung pensó en su amigo al ver las caritas de los bebés. Hoseok había salvado la vida de su hija y ahora, el hijo de Changwook llevaba su nombre. Sohee y Hoseokie, que apenas se llevaban unas pocas semanas entre ellos, iban a crecer juntos y a convertirse, probablemente, en buenos amigos. Hoseok nunca se iría de Inyeon, viviría con ellos a través de todos, y ese pensamiento le hizo sentir mejor.
—Oye, Changwook hyung— Jungkook se giró hacia él —Si algún día necesitas un canguro, yo me ofrezco voluntario.
—Kook tiene muy buena mano para dormir a los bebés— se metió Taehyung —Es un poco frustrante lo rápido que se duerme Sohee cuando se encarga él y la guerra que me da a mí.
—Eso se debe a que mi hermano también es un bebé y por eso le hacen caso.
—Hyung, que voy camino de los treinta— se mosqueó Jungkook, aunque su actitud hizo reír a Jimin y Taehyung —Vosotros dos compartís la misma neurona.
Taehyung chocó los cinco con Jimin, como si compartir la misma neurona fuese lo mejor del mundo, a lo que Jungkook respondió poniendo los ojos en blanco.
—Es curioso— Changwook alzó a su hijo en brazos —Le prometí a Hoseok que cuidaría de su familia, pero nunca imaginé que su familia cuidaría de mí.
—Hyung, tú y Hoseokie siempre seréis parte de nuestra familia.
Todos estaban de acuerdo con las palabras de Taehyung. El sentimiento de unión entre ellos era más grande que nunca, probablemente por todo lo que habían sufrido en las últimas semanas. En general, la gente de Inyeon se estaba apoyando de una forma ejemplar.
—Yoon, ¿puedes llevarme a la habitación?
—¿Te encuentras mal?
—No, solo estoy un poco cansado.
Yoongi aprovechó que los adultos estaban conversando y que su hijo estaba pendiente de los bebés, para llevar a su marido al dormitorio. Jimin se extrañó cuando no lo subió por las escaleras y lo condujo por un pasillo muy largo.
—¿El dormitorio no está en el piso de arriba?
—No.
—¿No?— Jimin frunció el ceño —Sospechoso.
Yoongi se rió.
—Esto era un estudio de arte— el mayor abrió la puerta del cuarto —He pensado que podría ser nuestro dormitorio hasta que te hayas recuperado. No tiene gran cosa, pero podemos decorarlo a tu gusto.
Jimin miró a su alrededor. Era una habitación muy sencilla, que solo contaba con una cama grande, un banco para sentarse, una mesilla y mucho espacio para moverse. La diferencia entre su antiguo dormitorio y este, no solo era abismal, también le dejó mal sabor de boca.
—¿Y si no vuelvo a caminar?
Yoongi notó cierto temor en su voz.
—La doctora Lee cree que con una operación y mucha rehabilitación podrás volver a recuperar toda la movilidad.
—Ya, pero... ¿Y si hay problemas durante la intervención? ¿Y si sale mal y me quedo paralítico?
—Min Jimin— Yoongi se arrodilló delante de él y besó la palma de su mano —Puedas caminar o no, yo nunca te voy a dejar.
Jimin sonrió con tristeza. En las últimas semanas, le había surgido ese temor. Aunque estaba feliz de seguir con vida y aceptaba perder la movilidad si así podía estar con ellos, el miedo y la inseguridad no tardaron en ocupar su mente.
¿Y si Yoongi se cansaba de cuidar de él? ¿Y si su incapacidad destruía su matrimonio?
Yoongi sabía que tenía ese temor, a pesar de que su esposo no se lo había dicho. Jimin, consciente del peso que había dejado Hyungsik sobre él, trataba de protegerlo de todo dolor. Aun así, Yoongi se había enterado al escuchar una conversación entre él y su hermano.
—¿Y si me deja?
—Hyung...
—No digo ahora, pero... ¿Y si me deja dentro de unos meses o unos años? ¿Y si se cansa de mí? ¿Y si deja de quererme o se enamora de otro?
—Yoongi hyung te ama a ti.
—Tengo mucho miedo, Jungkook... No quiero ser un lastre para él... No quiero que mi marido se tenga que convertir en mi cuidador. No quiero eso para él...
Yoongi quiso entrar en la habitación y decirle que él jamás se iría de su lado, pero Jimin comenzó a llorar y decidió no hacerlo. Su pareja había sido muy fuerte, demasiado para todo lo que había sufrido. Por ese motivo se quedó en el pasillo, sujetando las bebidas que había ido a buscar para ellos, dejando que Jimin se desahogara con Jungkook.
Yoongi sabía que su marido confiaba en él, pero también sabía que había elegido llorar con su hermano para no cargar más peso sobre sus hombros. Y allí, en el pasillo del hospital, se prometió a sí mismo recuperarse del todo para que su pareja pudiera acudir a él sin miedo a causarle daño.
—Lo siento, Yoon... Creo que ver el cuarto nuevo me ha dado un poco de ansiedad...
—No lo sientas, no pasa nada— Yoongi lo alzó en brazos —He modificado la casa para que te puedas mover libremente y no tengas que depender de mí, pero eso no quiere decir que te hayas librado de tu marido. Sigues siendo mi hombre, ¿eh?
Jimin lo besó algo más calmado, a pesar de que su corazón seguía latiendo fuertemente. A veces, su mente le jugaba una mala pasada, pero en el fondo sabía que iban a salir adelante.
—Te amo.
—Te amo— Yoongi lo dejó sobre la cama —Vamos a superar esto juntos, mi amor.
Jimin asintió, pero lo que más le gustó a Yoongi, fue la convicción que halló en su mirada. Cuando tuviera dudas, iba a estar a su lado para apoyarlo. Cuando se sintiera decaído, iba a estar a su lado para animarlo. Incluso si no quería ser animado, iba a estar a su lado para abrazarlo. No iba a abandonar a Jimin y estaba más que dispuesto a demostrárselo.
—Este será nuestro hogar, Jiminie— Yoongi se acostó a su lado —Aquí crecerá nuestro hijo, aquí tocará el piano y jugará con sus amigos. Aquí se enamorará cuando tenga treinta años.
Jimin se echó a reír.
—Junggi se va a enamorar mucho antes de los treinta. Solo espero que encuentre a una buena persona que lo quiera de verdad.
—Lo va a tener difícil...
A Jimin también le preocupaba el futuro de su hijo. La natalidad en la isla era controlada, dado que no podían alimentar a más personas de lo que alimentos producían, pero con la muerte de tantas personas, iban a nacer menos niños de lo esperado. Si en el presente era complicado encontrar pareja, en un futuro podría ser incluso imposible.
En un mundo como ese, tener a alguien en quien apoyarse era de vital importancia. Jimin no podía imaginar su vida sin Yoongi y deseaba que su hijo pudiera experimentar lo mismo que él. Por culpa del virus, Junggi se iba a perder muchas experiencias, pero al menos deseaba que pudiera conocer el amor.
—Yoon... ¿Crees que algún día se acabará todo esto?
—No. Creo que tendremos que convivir con el virus.
Jimin tampoco tenía esperanzas de que las cosas cambiaran. Junggi era inmune, pero con la muerte de la científica, no quedaba nadie con los suficientes conocimientos como para estudiar por qué había llegado a serlo. Tenían muchas teorías y algunas bastante buenas, pero eran teorías al fin y al cabo.
Lo único que podían hacer era crear un lugar seguro para que las generaciones venideras tuvieran un hogar. No iba a ser fácil y no podían bajar la guardia ante un virus que evolucionaba constantemente, pero Jimin estaba convencido de que con el esfuerzo de todos, Inyeon podría permanecer allí por décadas.
Yoongi acarició el pómulo de su chico con el pulgar mientras compartían una larga e intensa mirada. Para algunas parejas, el silencio podría resultar incómodo, pero para ellos era un momento del que ambos sabían disfrutar.
Jimin comenzó a sentir mariposas en el estómago en cuanto Yoongi lo besó. Sus cuerpos se enredaron lentamente mientras sus bocas se amaban entre alguna que otra sonrisa de complicidad.
—Necesito hacer el amor, Yoon...
—Todavía no puedes.
—Venga, solo un poquito...
—Tienes que curarte bien.
—Uno rapidito...
—No.
—Solo la puntita...
—Que no.
Jimin le mordió la oreja derecha en broma, a lo que Yoongi soltó una carcajada.
—Que hayas salido del hospital no significa que estés curado.
—Pues cúrame tú, hyung.
—¿Has vuelto a casa por mí o por mi pene?
—Por tu pene.
Yoongi comenzó a darle golpecitos con la almohada mientras la habitación se llenaba de las risas de Jimin. Los dos habían extrañado mucho compartir esos momentos en los que se picaban con el único fin de divertirse.
Yoongi dejó la almohada sobre la cama y lo besó en la mejilla mientras pasaba la mano por el cabello de su marido. Al alzar la mirada notó que su esposo se había quedado mirando la herida de su ojo.
—¿En qué piensas?
—Se ve muy bien— Jimin le tocó el rostro alrededor de la herida, pero sin tocarla con los dedos —Está curando justo como debe.
—Me va a quedar una buena cicatriz...
—La amo.
—¿La amas?— se extrañó —¿Por qué?
—Porque esa cicatriz muestra el valor que tuvo mi marido para proteger a su familia y lo mucho que nos ama.
Yoongi sonrió tímidamente. Tenía el inquietante temor de que, cada vez que Jimin lo mirase a la cara, recordara todo lo malo que había hecho Hyungsik, pero en lugar de eso, su esposo solo veía el amor que sentía por él.
—Eres hermoso, Min Yoongi. Con o sin cicatriz, eres muy hermoso.
Yoongi lo iba a besar justo cuando Junggi se echó encima de sus papás. Jimin acurrucó al pequeño entre ellos sin poder dejar de reír. Para Yoongi, aquella era la escena más bonita del mundo. Cuando los veía juntos, riéndose con tanta alegría, era cuando sentía mayor felicidad.
—Papi, te he hecho un dibujo.
—Es verdad. Lleva días pintándolo y no deja que nadie se acerque a verlo. Dice que el primero que debe verlo eres tú.
Jimin sintió mucha curiosidad por saber qué había dibujado su hijo. Cuando el niño le entregó el papel, sonrió a Yoongi, pero cuando lo vio, su sonrisa desapareció de golpe.
—Appa y papi— señaló el niño alegremente.
Yoongi se inquietó por la expresión de Jimin, sobre todo cuando lo vio fingir una sonrisa.
—Te has esforzado mucho, ¿verdad? Es muy muy bonito— Jimin lo abrazó con mucho cariño —Gracias por este maravilloso regalo. Te quiero mucho, pollito. Eres todo un artista.
Yoongi no supo qué decir. Era evidente que Jimin quería mostrarle su gratitud a Junggi, pero había algo en ese dibujo que parecía haberlo contrariado. Preocupado, se lo quitó para verlo por sí mismo y cuando posó la vista sobre él, entendió su reacción.
Junggi los había dibujado bailando de blanco bajo un cielo estrellado, justo en lo que Jimin llevaba dos semanas evitando pensar. No quería afrontar lo que podría suponer para él renunciar a lo que tanto había amado desde niño. Y quizá no tenía sentido preocuparse por la danza en un mundo como ese, pero para él, bailar era una fuente de felicidad inagotable. Aunque fuese dentro de su casa en lugar de sobre un escenario, bailar le aportaba la misma dicha que a Yoongi tocar el piano.
—¿Por qué nos has dibujado así?— preguntó Jimin —¿No te gusta más el piano que el baile?
—Me gusta más cuando papi baila con appa.
Jimin lo besó con lágrimas en los ojos. Su hijo no tenía la culpa de su situación, era un niño inocente que deseaba lo mejor para él y no sabía lo que suponía estar en silla de ruedas. Él seguía creyendo que se levantaría en cualquier momento, pero por desgracia, no era tan sencillo como eso.
La doctora le había dado esperanza, pero a Jimin le daba miedo agarrarse a ella y salir decepcionado.
—Tienes que aprender a bailar, pollito. Cuando seas grande, tú también bailaras con alguien.
—Con papi.
Jimin contempló su dulce mirada y lo volvió a abrazar.
—Claro que bailaremos juntos, yo mismo te enseñaré y serás la envidia de todos tus amigos— dijo mucho más animado —Pero ahora tenemos que jugar al ajedrez, que seguro nos está esperando.
Yoongi suspiró aliviado al notar que su actitud había cambiado. El camino que les esperaba a los tres era incierto, pero juntos eran fuertes y podían afrontar cualquier dificultad. De eso no tenía ni la más mínima duda.
Se agradece un poco de tranquilidad tras tanto ajetreo, ¿no? ¿Qué impresiones tenéis después de leer este capítulo? El pequeño Hoseokie ha caído en buenas manos, ¿verdad? Como diría BTS, Life goes on, también en Inyeon. 💜
¿Cómo habéis estado? Yo me lo he pasado muy bien, aunque ya tenía ganas de continuar con la historia. Pronto tendremos otra colaboración, nadie lo dudada, ¿cierto? Espero que disfrutéis mucho del fin de semana. Dadle mucho amor a Namjoon. Os quiero. 😘
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro