86
Los gritos de auxilio de Taehyung llegaron hasta el exterior. El fuego se había propagado por toda la planta baja y también había alcanzado varias estanterías del segundo piso. Las llamas se alimentaban de la madera a gran velocidad, por lo que, si no salía de allí en breve, iba a morir de una de las formas más horribles que existían.
—¡Hijo de puta!— maldijo furioso. El calor se había vuelto insoportable, incluso le costaba mirar hacia el fuego, pero lo peor no era eso, lo peor era el humo. No podía parar de toser y le picaban mucho la garganta y los ojos.
Taehyung se había tenido que rendir con el machete. Estaba demasiado lejos y no lograba alcanzarlo. Las cuerdas tampoco cedían. Lo único que obtuvo a cambio de su esfuerzo fueron varios cortes en las muñecas.
No había forma de salir de allí. Hyungsik lo había sentenciado a muerte y quizá ese era su destino; después de haber escapado tantas veces, quizá debía morir devorado por las llamas.
Pero Taehyung se resistía a morir. Debía volver con su familia, quería estar con Jungkook y Sohee, no podía dejarlos solos. No quería morir. Quería vivir.
—¡Socorro!— volvió a gritar —¡Estoy atrapado en el segundo piso de la juguetería! ¡Que alguien me ayude!
Una estantería con peluches se vino abajo. Taehyung giró la cabeza para protegerse del impacto, pero una de las chispas le saltó al brazo y comenzó a quemarle la manga de la camisa.
El joven gritó de dolor. Las llamas engulleron la tela de lino desde el brazo superior hasta la muñeca, pero en medio de aquella tortura, el fuego también alcanzó la cuerda que lo mantenía sujeto a la columna.
Taehyung aguantó el dolor estoicamente. Sabía que no podía dejarse llevar por el pánico. Debía resistir hasta que las llamas hicieran su trabajo.
Y así sucedió. Cuando sintió que las cuerdas cedían, hizo uso de la fuerza que le quedaba para romperlas y caer de rodillas. A pesar del mareo que le provocó la falta de oxígeno, Taehyung se levantó inmediatamente del suelo. No debía quedarse ni un minuto más. Tenía que salir de allí lo antes posible o acabaría reducido a cenizas.
Taehyung no titubeó cuando corrió hacia la ventana. Solo tenía dos opciones, morir quemado o saltar. Y tomar una decisión en esas circunstancias le resultó muy sencillo.
El fuego estaba tan cerca que ni siquiera se detuvo a abrir la ventana. Taehyung se lanzó desde el segundo piso rompiendo el cristal a su paso. El impacto contra el suelo no resultó tan doloroso como podría haber sido, probablemente porque flexionó las rodillas para absorber el impacto y aterrizar sobre las bolas de los pies.
En cuanto comprobó que no se había dañado ningún hueso o ligamento, se tiró al suelo y comenzó a rodar sobre sí mismo para apagar las llamas de la prenda de vestir.
Desafortunadamente, no tuvo tiempo para recuperar el aliento. En ese preciso instante apareció un infectado ante él. Taehyung se alzó dolorido, pero cuando quiso coger el machete, se percató de que iba desarmado.
—¡Mierda!
El infectado, un anciano bastante cascarrabias, se quiso lanzar sobre su cuello, pero Sana no se lo permitió. La muchacha le atravesó la cabeza con una flecha y el cuerpo del hombre cayó justo delante de él.
—¿Estás bien?— Sana bajó el arco impactada por la quemadura que tenía en el brazo. También notó los cortes en las muñecas y varias heridas en la cara —¿Qué te ha pasado?
Taehyung se quedó algo desconcertado al ver que la gente que acompañaba a Sana pretendía apagar el fuego. Los que estaban armados se pusieron en guardia mientras sus compañeros procedían a evitar que el incendio se propagara.
—He formado un grupo de voluntarios para ocuparnos de los incendios. No podemos permitir que el fuego arrase la isla.
Ninguno era parte del equipo de expedición y tampoco pertenecían a las fuerzas de seguridad de la isla, pero habían sido los primeros alumnos de Yoongi y en consecuencia, los que mejor preparados estaban.
—Tiene pinta de ser una quemadura de segundo grado. Deberías ir al hospital.
Taehyung sentía un dolor insoportable y el picor todavía no había cesado, pero no podía ir al hospital. Tenía que ir a la escuela a asegurarse de que Changwook, Goeun y los niños estaban bien. Y también necesitaba encontrar a Park Hyungsik.
—Sana, ¿has visto a mi hermano?
—No.
Taehyung desvió la mirada hacia los demás. Estaban usando los tanques de agua de los edificios contiguos para apagar el fuego.
—¿Has visto a mis hermanas?
Sana llamaba así a todas las chicas con las que había estado encerrada, menos a Momo, que era su pareja. Taehyung negó con la cabeza. No creía que fuera el momento para decirle que Yiren, la menor del grupo, se había infectado y que él la había matado.
—El tipo que ha causado este desastre se llama Park Hyungsik. Si te encuentras con mi hermano o con cualquier miembro de mi familia, ponlos al corriente. Es muy importante que sepan que ese hombre está aquí.
—Lo haré, pero deberías ir al hospital.
—Tengo que ir a la escuela. ¿Me puedes dejar un arma?
Sana le dio su arco. Era bastante más simple que la ballesta de Taehyung, pero dadas las heridas que tenía, especialmente la del brazo, creía que debía utilizar un arma que le permitiera defenderse desde una posición más alejada.
—Prométeme que después irás al hospital— la muchacha le entregó su cajal y una funda de pierna con un cuchillo bien afilado —Esa quemadura no tiene buena pinta.
—No te preocupes— Taehyung se colocó la funda ignorando el dolor del brazo —En el hospital me esperan mi marido y mi hija, así que iré después de comprobar el estado de la escuela.
—¿Quieres que te acompañe?
—Estas personas necesitan a alguien que las guíe. Tu labor aquí es mucho más importante— Taehyung le dio un golpecito en el hombro —Gracias por tu ayuda, Sana.
—Ve con cuidado.
Taehyung tomó una calle que estaba despejada. Aunque por dentro sentía mucha ira, también sabía que no podía ceder ante ella. Si perdía la razón, perdía la batalla. Debía mantener la cabeza fría, asegurarse de que la escuela era segura y después encontrar a Park Hyungsik.
Pero antes de llegar al final de la calle, Taehyung perdió el equilibrio y se tuvo que apoyar en la fachada del edificio. Le pesaban las piernas y le dolía todo el cuerpo, especialmente el brazo y las rodillas. Quizá ahora que había disminuido la adrenalina, se estaba resintiendo de haber saltado de un segundo piso.
Taehyung echó un vistazo al brazo. La quemadura le corría desde el hombro hasta la mano. La piel se veía muy roja y no había supuración blanca, lo que era buena señal, pero cuanto más tiempo tardara en tratarse, más aumentaba el riesgo de infección.
—Tienes que seguir, ahora no puedes parar— se dijo a sí mismo, tratando de ignorar lo mucho que dolía. Taehyung había sufrido de muchas cosas en la vida, pero nada se comparaba a ese dolor.
El joven alcanzó la escuela sin tener que enfrentarse a ningún infectado, pero cuando llegó, vio a cinco seres merodeando en el exterior. En cuanto le disparó al primero comenzaron a moverse en su dirección.
Al segundo le metió una flecha por el ojo izquierdo. El tercero la recibió en la frente y el cuarto en el entrecejo. Taehyung sintió cada carga más dolorosa, incluso tenía la sensación de que se le iba a caer el brazo a pedazos.
Con el quinto infectado falló. La vista se le nubló justo cuando lanzó la flecha. El hombre llegó a acercarse peligrosamente, pero Taehyung logró recomponerse y matarlo con el cuchillo que le había dado Sana.
Tras recuperar las flechas continuó hasta la entrada del edificio. La puerta estaba abierta y en el pasillo no vio ningún cadáver. Taehyung la cerró para evitar que pudieran entrar otros seres y se adentró con el arco listo para disparar.
Sabía que Changwook y Goeun tenían clases y aunque no esperaba encontrarlos en sus respectivas aulas, creía que lo mejor sería comenzar la búsqueda por allí.
En cuanto dejó el pasillo atrás y pasó al siguiente, se topó con varios infectados tirados por el suelo. Eran unos diez en total y ninguno parecía estar vivo. Taehyung no se confió y continuó sin quitarles la vista de encima, pisando cristales y también la sangre que se había derramado por gran parte del piso.
Su corazón se encogió cuando vio a Myoi Mina entre ellos. Sana había perdido a dos de sus hermanas en muy poco tiempo y de una manera realmente espantosa.
Taehyung se obligó a seguir. Estaba muy preocupado, sobre todo por su exmarido. Quería creer que había llegado a un sitio seguro y que no se lo encontraría en algún rincón, compartiendo el mismo destino que Mina.
En el pasillo contiguo se enfrentó a una escena muy diferente. Había dos personas sentadas en el suelo, una apoyada contra la pared de la derecha y la otra contra la pared de la izquierda. Taehyung bajó el arma al advertir que el hombre de la derecha era Changwook.
—¡Hyung!— alzó la voz, pero cuando su exmarido miró hacia él, su corazón se quebró.
Tenía los ojos hinchados, como si hubiera estado llorando a lágrima viva. Entonces desvió la vista hacia el otro hombre y el arco se estrelló contra el suelo. Taehyung se agachó enfrente de Hoseok. Su rostro había cambiado, ya no era él. Su piel se había tornado grisácea, tenía los ojos cerrados y el olor a su alrededor, a putrefacción, resultaba nauseabundo.
—Hyung— Taehyung se quedó mirando su aspecto sin poder procesarlo —Hyung, por favor. Es peligroso estar aquí. Tenemos que buscar un lugar seguro...
Hoseok no reaccionó.
—¿Por qué no te mueves?— su voz se quebró mientras tocaba su rostro —¿Por qué no me contestas? Soy yo, Taehyung. Dime algo...
Changwook se arrodilló a su lado y alzó la mano, pero finalmente no tocó la espalda de su exmarido. No sabía si consolarlo o dejarlo llorar; no sabía si abrazarlo o mantenerse al margen. La muerte de Hoseok lo había dejado sumido en un profundo dolor que no le permitía actuar.
Taehyung rompió en llanto mientras apretaba el cuerpo de su amigo contra el suyo. Su dolor fue tan desgarrador que volvió a provocar lágrimas en Changwook.
—¡Dijiste que cuidarías de Sohee! ¡Dijiste que serías su tío favorito! ¡Ahora no puedes dejarla, tienes que verla crecer, tienes que estar ahí para ella!— Taehyung se quebró por completo —¡Vuelve! ¡No es justo que te vayas ahora! ¡No me dejes, no te vayas! ¡Tienes que volver, Hobi hyung! ¡Tienes que volver!
Changwook se fijó en la quemadura que tenía en el brazo derecho. Era impactante, y a pesar de serlo, no se había dado cuenta hasta ese momento. Se sentía como ido, como si su mente no pudiera procesar las cosas a su debido tiempo.
—Taehyung, tienes que dejarlo.
—¡No!
Changwook intentó apartarlo de Hoseok porque le preocupaba que pudiera infectarse, pero el menor se resistió. No quería soltar su cuerpo. No quería abandonar a su amigo.
—¡Déjame!
El director trató de no rozar su brazo y lo cogió de pecho y cintura para arrastrarlo hasta la pared de enfrente. Taehyung intentó soltarse a gritos, incluso le dio un codazo mientras intentaba volver con Hoseok.
—¡Te he dicho que me dejes!
—Estás herido, no debes acercarte a él...
—¡Es Hobi hyung!
—¡Piensa en tu hija! ¿Qué hará Sohee si te infectas? ¿Quieres que crezca sin ti?
Taehyung dejó de resistirse, pero el llanto solo aumentó. Changwook lo estrechó entre sus brazos y apretó su rostro suavemente contra su hombro. Quería decirle que todo iría bien, que todo se arreglaría, pero decirle eso sería una gran mentira. Habían perdido a una de las personas que más querían y el dolor no iba a desaparecer.
Changwook necesitaba rendirse, tirar la toalla y dejarse devorar por el dolor de la pérdida, pero no podía hacerlo. Le había hecho una promesa a Hoseok y debía mantener su palabra. Por eso dejó que Taehyung se desahogara. Incluso permitió que se destrozara la mano golpeando la pared. No podía detenerlo, no tenía fuerzas para hacerlo. Y Taehyung no tenía fuerzas para discutir con él.
Su mundo se había venido abajo. Encontrar a Hoseok en ese estado era tan doloroso como cruel. No había podido despedirse de él, igual que le sucedió con Seokjin. Siempre llegaba tarde, a cada maldita muerte, siempre llegaba tarde.
Taehyung se apartó de Changwook y miró a Hoseok sumido en un profundo dolor. Todo el dolor físico que había sentido hasta ese momento había pasado a segundo plano. Era tan duro verlo sentado sobre un charco de sangre, con la cabeza ligeramente inclinada y el cuerpo destrozado. Los mordiscos y las heridas le indicaban que había sufrido una muerte violenta y saber eso, era mil veces peor que morir quemado.
—¿Qué le ha pasado?
Changwook cerró los ojos antes de contestar a esa pregunta.
Hoseok se detuvo al oír el sonido del juguete de goma. Solo pasaron un par de segundos hasta que se escuchó un gruñido y los pasos de los infectados comenzaron a retumbar fuertemente.
—¡Corred!
Los niños no se movieron. Tenían miedo y el pánico creció cuando los primeros infectados aparecieron, pero los gritos de Hoseok lograron hacerles reaccionar.
—¡Corred hasta la sala de profesores y no miréis atrás!
Hoseok se plantó en medio del pasillo, consciente de que no podía dejarlos pasar. Aunque huyera con ellos, no creía que pudieran alcanzar la sala. Eran diez y había un equis entre ellos. No podía permitir que encontraran su refugio y menos aún, que el equis llegara hasta allí. Tenía que eliminarlo para darles margen a los niños a ponerse a salvo.
Hoseok sintió auténtico pavor. Estaba solo y lo único que tenía para defenderse eran un cúter y unas tijeras. Desde luego no eran las armas más adecuadas para matar a tantos infectados.
—Esto pinta muy mal— murmuró asustado. Aunque sentía verdadero pánico de lo que pudiera llegar a pasarle, le aterraba mucho más la posibilidad de que mataran a los niños.
Tenía que protegerlos. Esta vez, tenían que sobrevivir. No podía volver a suceder lo del autobús. No iba a permitirlo bajo ningún concepto.
Hoseok le clavó las tijeras al primer infectado que se le acercó. El siguiente se abalanzó tan rápido sobre él, que no le dio tiempo a sacarlas del cráneo. Afortunadamente esquivó el mordisco in extremis y lo empujó contra la pared. En cuanto le insertó el cúter hasta el cerebro, retrocedió para recuperar las tijeras y enfrentarse al siguiente ser.
Pero lo que vio a continuación fue extraño. El equis estaba parado en el centro, soltando gruñidos graves y los demás parecían estar a la espera. Hoseok sintió la respiración muy pesada. Nunca había presenciado algo como eso. Estaban quietos, aguardando, y bien sabía que aquello no podía significar nada bueno.
Cuatro infectados comenzaron a caminar hacia él mientras los demás seguían al lado del equis. Hoseok se quedó bloqueado porque no iban desordenados, iban en fila, unos pegados a otros y así era mucho más difícil encontrar un espacio seguro por el que atacar.
Su primer instinto fue retroceder, pero no podía hacerlo. Los niños seguían corriendo, todavía podía oírlos y si huía, los pondría en peligro.
Hoseok golpeó al anciano del centro con tanta fuerza que al caer, se le salió un hueso de la pierna. Acto seguido hundió las tijeras en la cabeza del hombre que tenía justo al lado. Otro infectado lo abordó por la espalda, pero Hoseok no pudo esquivarlo por el ataque frontal que recibió de Myoui Mina, una de las chicas a las que Jimin había salvado de las garras de Jang Myungsoo.
El dolor que sintió en el hombro fue tan intenso como letal. A pesar del grito que le arrancó, Hoseok no se detuvo y apuñaló a Mina hasta que cayó desplomada al suelo. Luego empotró al hombre que lo había mordido contra la pared del pasillo y lo golpeó brutalmente, reventándole la cabeza.
Hoseok se giró sin tener la oportunidad de reaccionar. Tres seres lo arrinconaron contra la pared y lo mordieron en cuello, brazo y muslo. Los infectados le arrancaron la carne sin compasión y sus gritos se oyeron por todo el recinto.
Las lágrimas quisieron aflorar, pero Hoseok no se vino abajo. No podía darse el lujo de rendirse. No iba a permitir que hicieran daño a más personas. Tenía que protegerlos. Tenía que ponerlos a todos a salvo.
Entre gritos mató al infectado que le había mordido en el cuello. Hoseok tenía cortes muy profundos en las manos, ocasionados por la fuerza que había empleado para defenderse con las tijeras. A pesar de lo difícil que le resultaba seguir usándolas, continuó matando a los demás a tijerazos, hasta que el equis fue el único infectado que quedó con vida.
Hoseok se limpió el rostro con el brazo. La sangre del último infectado al que había apuñalado le había salpicado en la cara.
Después de soltar un gruñido agudo, el equis se abalanzó sobre él. A Hoseok apenas le quedaban fuerzas para hacerle frente y las tijeras se habían quedado estancadas en el cráneo de una muchacha, por lo que solo podía hacer uso del cúter para deshacerse de él.
Pero la fuerza desmedida del equis lo sorprendió y el golpe que recibió contra la pared, no solo lo dejó anonadado, también le hizo soltar el cúter.
Hoseok impidió que lo mordiera en la mejilla dándole un cabezazo. El golpe le rompió el tabique de la nariz, pero el equis ni siquiera se inmutó por ello. Parecía empeñado en morderle el rostro porque sus ataques se centraban únicamente en esa parte del cuerpo.
Hoseok no estaba por la labor de permitir que ese tipo, al que no había visto nunca, le desfigurara la cara. Con rabia le metió los pulgares en los ojos y apretó con tanta fuerza, que lo hizo retroceder.
El equis soltó un sonido distinto, que Hoseok interpretó como dolor. Y si no era de dolor, entonces sería un grito de impotencia por estar perdiendo contra un simple humano. Fuera como fuese, no dejó de hundir los pulgares en sus cuencas orbitales hasta que logró empotrarlo contra la pared.
—Pensabas que iba a ser tu cena, ¿eh?— Hoseok lo agarró del pelo y lo golpeó contra la ventana contigua hasta que se rompió el vidrio —¡No me subestimes, zombi de mierda!
El infectado cayó al suelo y Hoseok se sentó sobre su abdomen. Lo había dejado ciego y también le había desfigurado el rostro, pero el tipo no se rendía. Era como una bestia, incansable de luchar.
Hoseok cogió un cristal del suelo y comenzó a cortarle el cuello.
—¡No vas a matar a nadie más!— aseguró mientras separaba la carne y veía brotar su sangre negra —¡Esta isla es nuestra! ¡Aquí no sois bienvenidos!
La cabeza presentaba un aspecto grotesco cuando se separó del tronco. Hoseok se apartó agotado, mirando hacia su izquierda. Había matado a diez infectados, los había matado a todos y ahora Changwook y los niños estaban a salvo.
Ese pensamiento le hizo sonreír, sobre todo porque había cumplido con su palabra.
Hoseok cogió el cúter del suelo. Le dolía todo el cuerpo, especialmente el mordisco del cuello. Lentamente fue caminando hacia el siguiente pasillo. Quería avisar a Changwook de que ya no corrían peligro, pero las fuerzas le fallaron y se tuvo que sentar.
—No puedo más— lamentó, mirando la sangre del cúter. No le iba a dar tiempo a despedirse y probablemente era lo mejor. No quería ver el dolor de Changwook y tampoco quería ser un peligro para los niños.
Pronto se convertiría en un monstruo y no deseaba ser una amenaza para nadie.
—Solo te queda una cosa por hacer, Hoseok...
Changwook corrió por el pasillo con el alma en vilo. Los niños de la clase de la señorita Kim Goeun habían llegado hasta la sala de profesores y después de compartir con él todo lo que había sucedido, dejó a Yeo a cargo para salir en busca de su amigo.
El director sabía que allí estaban a salvo, el que le preocupaba era Hoseok. La niña había mencionado a diez infectados y Changwook se temía lo peor.
Su mayor miedo se hizo realidad cuando giró la esquina y lo encontró sentado sobre un charco de sangre.
—¡Hoseok!— Changwook se arrodilló enfrente de él. Se había alarmado por la sangre, porque creía que estaba herido, pero cuando vio los mordiscos en hombro, cuello, brazo y muslo, su corazón se quebró.
—¿Los niños están bien?— preguntó con la voz entrecortada —¿Han llegado a salvo?
El director asintió levemente. Todavía quedaba calidez en su mirada, pero Hoseok se veía muy agotado.
—¿Por qué hay tanta sangre...?
—He cortado unos cuantos músculos. Ya sabes... Me voy a convertir y no quiero ser un peligro para vosotros. Seré más fácil de matar si no puedo caminar.
Changwook lo abrazó sobrecogido. No podía creer que Hoseok hubiera hecho algo así; no podía creer que hubiera ido tan lejos para protegerlos a todos.
—Tiene que haber una manera de salvarte...
—No la hay, hyung...
—¡Me niego! ¡Tú me salvaste la vida, tiene que haber una forma de salvar la tuya! ¡Tiene que existir, tiene que haberla!
—Ahora mismo no puedes permitir que te afecte mi muerte— Hoseok le acarició la cabeza y ese pequeño gesto destrozó a Changwook —Tienes que encontrar a los demás y decirles que los equis pueden comunicarse con los infectados comunes. Tienen que saber que son capaces de darles órdenes.
—Hoseok...
—No sé hasta qué punto se comunican con ellos ni cómo funciona... Creo que se hacen entender a través de sonidos, pero podría haber otras formas. Tienes que decírselo a los demás. No creo que Yoongi hyung y Jungkook lo sepan...
—Se lo diré...
Hoseok percibió que a Changwook le costaba hablar. Se notaba en su voz y también en su manera de mirar. Estaba haciendo un gran esfuerzo por mantener la compostura y no venirse abajo, pero el esfuerzo solo duró hasta que Hoseok pronunció las siguientes palabras.
—Lo siento, mañana no podré cenar contigo.
Las lágrimas inundaron el rostro de Changwook.
—Me sentía atraído por ti, por eso me alejé de ti— Hoseok hizo una breve pausa para coger aire. Cada vez le costaba más hablar —Quería decírtelo y ahora me arrepiento de no haberlo hecho antes... Debí aprovechar mejor el tiempo contigo...
Changwook se mostró estupefacto. Había estado tan centrado en su ruptura con Taehyung, que no notó el interés de su amigo en él. ¿Cómo había estado tan ciego? ¿Cómo no lo había visto?
—¿No vas a decir nada, hyung?
—Te quiero.
—Yo también te quiero— Hoseok sonrió, a pesar del dolor y la tristeza, sonrió de corazón —¿Te puedo pedir un favor?
—El que sea.
—Deja de buscar excusas y crea una familia. No seas como yo. La vida es demasiado corta para lamentarse. Tienes que ser feliz, ¿entiendes? Busca la felicidad. Cumple tu deseo.
—Seré feliz, te lo prometo— Changwook sonrió porque deseaba darle consuelo, pero no podía dejar de llorar como un niño pequeño —No desaprovecharé la vida que me diste. Haré que te sientas orgulloso de mí. Te lo prometo.
La sonrisa de Hoseok desapareció y las lágrimas cubrieron su rostro. Ya no podía seguir fingiendo. No quería morir. No quería. Y era irónico teniendo en cuenta la cantidad de veces que había deseado estar muerto.
Pero en ese momento de su vida, quería seguir viviendo. Quería estar con su familia y ver crecer a Junggi y Sohee, asistir a la boda de los Min, que iba a celebrarse el mes que viene, continuar con su labor en el hospital y conocer algún día a los hijos de Eunha y Sungjae.
Quería hacer tantas cosas, pero ya no podría hacer nada. Su viaje había llegado a su fin.
—Dile a mi familia que los quiero...
—Se lo diré.
Hoseok cerró los ojos. El dolor había cesado desde que comenzó a sentir un intenso calor. Ya no podía mover las piernas y con cada segundo que pasaba, le costaba más esfuerzo hablar.
Solo cuando notó los labios de Changwook sobre su boca, solo entonces volvió a abrir los ojos.
—Gracias por darme esperanza.
Hoseok sintió mucha paz al contemplar su sonrisa. Sabía que Changwook estaba sufriendo y que se estaba esforzando en sonreír solo por él.
Gracias por dármela a mí, quiso decir, pero su cuerpo no se lo permitió.
—Tranquilo, estoy contigo— Changwook notó lo pálido que estaba y lo estrechó entre sus brazos —No te dejaré solo, no tengas miedo.
Hoseok cerró los ojos. No tenía miedo de morir, sabía que Namjoon lo estaría esperando. Lo que temía era morir en soledad, pero gracias a su amigo, ese miedo se había disipado.
Changwook le susurró al oído que su familia estaría bien, que no se preocupara más por ellos, que él velaría por todos y que merecía descansar.
Y Hoseok se fue en paz.
Changwook se separó de él en cuanto notó un leve olor a putrefacción. El aspecto de su amigo había cambiado, pero como infectado, todavía no estaba consciente. Entre lágrimas cogió el cúter del suelo y tras tomar mucho valor, le clavó la hoja en la sien.
Taehyung volvió a golpear la pared en el mismo sitio donde la había golpeado antes, cubriéndola otra vez con su sangre. Si hubiera llegado a tiempo, Hoseok no habría muerto. Si solo hubiera ignorado al niño de la juguetería, podría haber evitado la muerte de su amigo.
—¡Maldito seas!— Taehyung se levantó del suelo con la intención de encontrar y matar a Park Hyungsik. Ese hombre era el único responsable de la muerte de Hoseok, era el único responsable de la tragedia que se estaba viviendo en la isla.
El menor estaba determinado a matarlo. Quería hacerlo sufrir por Hoseok y también por Yoongi. No iba a permitir que huyera de Inyeon.
—Cuidado— Changwook lo sujetó de la cintura, evitando que perdiera el equilibrio —¿Te encuentras mal?
—Tengo que encontrar a Park Hyungsik...
El mayor se percató de que estaba sudando en exceso y le puso la mano sobre la frente para comprobar su temperatura.
—Estás ardiendo. Tienes que ir al hospital.
—No, tengo que encontrar a ese malnacido...
—No seas cabezota, te voy a llevar al hospital.
Taehyung quiso negarse pero no llegó a hacerlo. De un momento a otro, todo se volvió negro.
Cuando estaba escribiendo la parte de Hoseok, tuve que tomarme varios descansos porque me sobrepasaba. Tengo la costumbre de meterme mucho en los personajes para poder entender sus sentimientos y transmitirlos de la mejor forma posible, pero eso también provoca que termine bastante afectada. Hay cosas que tienen que suceder, por muy injustas que sean. Sé que nadie quiere que los personajes principales mueran, pero en un género apocalíptico es inevitable. Me gustaría que apreciarais la evolución del personaje de Hoseok y todo lo bueno que ha aportado a esta historia. Estoy muy orgullosa de él y de verdad espero que la mayoría os sintáis igual. 💜
Gracias por leer este capítulo. Me voy a tomar un descanso de dos semanas por semana santa. Ya sabéis, hay que hacer cosas con la familia. Cuidaros mucho y dadle mucho amor al OST de Jimin, que estoy segura que será una maravilla. Nuestro niño se merece todo el apoyo. 🥺💜
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