85
Jungkook miró la alianza que llevaba en la mano izquierda. Lo hacía varias veces al día, sobre todo cuando extrañaba a Taehyung. Desde que se habían casado vivía en una nube y esa felicidad no pasaba desapercibida para los demás.
—¿Pensando otra vez en tu esposo?— Chanmi golpeó el libro que tenía sobre la mesa para llamar su atención —¿Podrías dejar de ser tan adorable? Me dan ataques de envidia cuando pones carita de enamorado.
Jungkook colocó la mano cerca de su rostro y cuando la apartó, cambió su expresión, lo que hizo reír a la muchacha.
—Tu cita de anoche no fue bien, ¿me equivoco?
—No se te escapa nada— resopló frustrada —Ojalá hubiera más hombres como el doctor Jung, pero en este pueblo los hombres que reúnen las mejores cualidades o están casados o son homosexuales.
Jungkook sabía que Hoseok había dejado correr el rumor de que era gay porque no quería tener hijos y le preocupaba ocasionar un embarazo y atarse a una vida que no deseaba. Lo que le seguía sorprendiendo era la cantidad de corazones rotos que había ocasionado dicha noticia.
—¿Vas a venir a mi fiesta de cumpleaños?
—¿Es tu cumpleaños?— Chanmi se hizo la sorprendida —¡Oh, muchas felicidades!
—Como actriz pasarías hambre— Jungkook sonrió por su mala actuación —Sé que Tae ha montado una fiesta y que ha invitado a nuestros amigos. No tienes que disimular, se te da fatal.
—¿De verdad?— la joven ignoró sus palabras y siguió actuando con muy poca convicción —Es un gesto muy bonito de su parte, pero por cierto, ¿cómo lo sabes?
—Es mi marido, lo conozco mejor que nadie.
Chanmi suspiró al ver su enorme sonrisa. No parecía decepcionado por conocer los planes de Taehyung, era justo lo contrario; Jungkook estaba impaciente por terminar su turno, volver a casa y ver qué clase de fiesta había montado para él.
Incluso le había sugerido a Yoongi que Taehyung invitara a Changwook. Creía que era un buen momento para limar asperezas, aunque no sabía si su marido había seguido la recomendación.
Fuera como fuese, Jungkook estaba muy emocionado por reunirse con los suyos y celebrar su vigésimo quinto cumpleaños.
—Oye, sunbae...
Yeonjun irrumpió en la comisaría. Aun cuando estaba de turno de mañana, no era raro verlo aparecer por la tarde. Lo que realmente alarmó a sus compañeros fue la expresión de terror que cubría su rostro.
—¡Están aquí! ¡Están por todas partes!
Un infectado sorprendió al muchacho por la espalda, pero la reacción de Jungkook fue inmediata; con gran precisión le lanzó el libro cómo ser un buen padre y no morir en el intento, golpeándolo lo justo para que Yeonjun pudiera apartarse de él.
Chanmi buscó algo con lo que detenerlo, dado que no portaba ningún arma, pero Jungkook fue mucho más rápido y cuando levantó la mirada, ya había reventado la cabeza del infectado.
—Cargad las armas de fuego, no hay tiempo que perder— Jungkook dejó caer el libro cubierto de sangre ante la atónita mirada de sus compañeros —La gente de la isla está en peligro. Si no actuamos, moriremos todos.
Chanmi y Yeonjun se miraron indecisos. Nunca habían estado en una situación similar y los nervios comenzaban a hacerse notorios. ¿Qué debían hacer? ¿Cómo podían proteger a los demás si no estaban seguros de poder hacerlo? Los dos se quedaron en blanco, como si hubiesen olvidado las enseñanzas de los últimos años.
—Si tenéis a alguien a quien queréis proteger, id a por esa persona, ponedla a salvo y luego os quiero matando a cada infectado que se os cruce por el camino. Recordad lo que os dije sobre los equis y no sucumbáis al miedo. Si dudáis por un segundo, os matarán.
Yeonjun agradeció que Jungkook no les impidiera buscar a sus seres queridos. Estaba muy preocupado por sus padres, Soobin y Beomgyu, pero especialmente por Beomgyu, que solía ser muy asustadizo.
Jungkook repartió las armas que tenían en el almacén y también les ayudó a ponerse protección en brazos y piernas. Él no hizo uso de las fundas porque le parecían incómodas, pero para sus compañeros, que tenían mucha menos experiencia que él, eran la mejor opción.
—Tener miedo es bueno, el miedo os mantiene alerta, pero no dejéis que os impida actuar.
La mayor preocupación de Chanmi no era morir devorada, algo que en sí ya era bastante terrorífico. Lo que mayor angustia le causaba, era no saber cómo ayudar a las personas que había jurado proteger.
Jungkook los miró detenidamente. A pesar del nerviosismo que mostraban, creía que estaban más que capacitados para sobrevivir a un incidente como ese. No obstante, también sabía lo impredecible que era la vida y por mucho que quisiera ir con ellos, no podía. Debían separarse para cubrir más terreno, esa era la única solución.
—No os hagáis los héroes. Salvar a otras personas es importante, pero no a costa de vuestra propia vida. ¿Entendido?
—Sunbae, cuando pase todo esto, celebraremos tu cumpleaños a lo grande.
Jungkook agradeció la actitud positiva de Chanmi. Sus palabras también le dieron valor a Yeonjun, que estaba realmente preocupado por su familia.
Los tres se dieron un sentido abrazo antes de salir al exterior.
Lo primero que vio Jungkook al poner un pie en la calle, fue a la chica que le entregó una carta de amor a Yoongi siendo devorado por una mujer. Yeonjun golpeó a la infectada con su porra en la cabeza. El primer golpe fue algo suave, pero el segundo, el tercero y sobre todo el cuarto, los asentó con más contundencia.
Chanmi salió corriendo en dirección este y Yeonjun, tras matarla y asegurarse de que la muchacha no volvía como muerta viviente, se desplazó en dirección oeste.
«Buena suerte a los dos»
Jungkook decidió ir al hospital, no solo porque era uno de los puntos más vulnerables del pueblo, sino porque allí estaba su hija.
El caos se había instalado en la isla de una forma espantosa. Los gritos inundaban las calles y la gente corría atemorizada en cualquier dirección. Entre toda esa confusión, vio a Choi Minho devorando a una anciana en el suelo. Era la mujer con la que se habían cruzado cuando llegaron a Inyeon, la anciana que les había preparado algo de comer.
Jungkook sacó el machete de la funda y le cortó la cabeza de un tajo. La sangre cayó sobre la cara de la víctima, entrando incluso en su boca.
—Gracias, muchas gracias, hijo— repitió una y otra vez, asustada pero extremadamente agradecida —Por favor. Por favor, ayúdame.
La mujer tenía varios mordiscos en el cuerpo y aun así no parecía ser consciente de lo que eso implicaba. Parecía aliviada de verlo, como si Jungkook hubiese llegado justo a tiempo para llevarla a casa, junto a su marido. Y hallar tanta esperanza en su mirada fue muy doloroso para él.
—Cierre los ojos, señora Sobong— pidió en un tono suave y cordial —Le voy a quitar la sangre que tiene en el rostro.
—Eres un ángel. Que Dios te bendiga.
Jungkook esperó con sentimientos encontrados y cuando cerró los ojos, cogió la pistola y le pegó un tiro en la cabeza. No podía dejarla con vida, era un peligro para los demás y matarla con el machete habría sido demasiado salvaje.
—Descanse en paz, señora Sobong.
El ruido del arma atrajo a varios infectados. Jungkook los mató a tiros sin moverse del lado de la anciana. No podía detenerse a pensar, no importaba a quién estuviera ejecutando. Había reconocido a un compañero de Junggi entre la multitud, pero no podía dudar en apretar el gatillo. Permitir que sus sentimientos tomasen el control era lo peor que podía hacer. En un momento como ese, necesitaba tener la cabeza bien fría.
Jungkook pasó al lado del cadáver del niño. Era tan pequeño que le recordó inmediatamente a su sobrino.
—Esto no puede estar pasando— se lamentó dolido y frustrado. ¿Cómo había llegado el virus a la isla? ¿Y por qué había tantos infectados?
Jungkook tomó un atajo hacia el hospital con Sohee en mente. Sabía que Eunha cuidaría de ella y aun así no podía dejar de pensar en la bebé. No podía huir si alguien la atacaba, estaba completamente indefensa y que eso llegara a suceder, era su mayor temor.
«Aguanta, mi niña. Estoy de camino, solo aguanta un poco más»
Jungkook se detuvo abruptamente cuando detectó a su marido. Estaba decapitando a una infectada que se parecía mucho a Yiren.
—¡Tae!
Taehyung se dio la vuelta y Jungkook lo abrazó inmediatamente. Aunque sabía que era capaz de protegerse a sí mismo, no podía evitar preocuparse por él. Coincidir con su esposo en un momento como ese, le quitó un gran peso de encima.
—Iba camino del hospital.
—Yo también. Sohee...
—No te preocupes por Sohee, yo me ocupo de ella— Jungkook le quitó un poco de sangre de la mejilla —Necesito que te encargues de la escuela. Hay que proteger al mayor número de personas o estaremos en serios problemas.
Taehyung quiso protestar y Jungkook lo notó, pero en lugar de discutir con él aceptó su sugerencia, algo que el maknae agradeció profundamente.
—Protege a nuestra hija, ¿me oyes?— Taehyung se agarró del cuello de su chaqueta —No podemos perderla, no podemos.
Jungkook sabía lo sobreprotector que era con Sohee y precisamente por eso, que se la confiara en una situación como esa, lo significaba todo para él.
—No la vamos a perder, la protegeré con mi vida.
—Ten mucho cuidado— el mayor lo besó —Y por favor, no hagas ninguna tontería.
—Tú tampoco— Jungkook sonrió —Te amo.
—Te amo.
Jungkook se alejó de su esposo sin mirar atrás. Debía cumplir con su palabra, debía asegurarse de poner a su hija a salvo. No podía fallarle a Taehyung bajo ningún concepto y tampoco podía fallarle a Sohee, a quien había jurado proteger.
El maknae apenas tardó un par de minutos en llegar al hospital. Allí se encontró a unas quince personas tratando de entrar en el recinto. Las puertas estaban cerradas, lo que le indicó que no permitían pasar a nadie.
—¡Rompamos los cristales!— gritó un hombre fuera de sí —¡Vamos, coged cualquier cosa y lanzadla contra los cristales!
—¡Pero si hacemos eso, también entrarán esas bestias!
—Mujer, ¿eres estúpida?— replicó en un tono muy agresivo —¡Si no lo hacemos vamos a morir y tú serás la primera!
Varias personas empezaron a apartarse entre gritos. Jungkook vio cómo una chica con capucha se abalanzaba sobre el hombre histérico, arrancándole la oreja izquierda de un solo mordisco.
El caos surgió en décimas de segundo. Algunas personas comenzaron a huir, incluso empujando a otras mientras las demás se quedaban petrificados por el miedo.
Jungkook le disparó en la cabeza antes de que la infectada pudiera alcanzar a otra persona. El hombre al que había mordido ya no podía sostenerse y cayó al suelo, probablemente porque el virus estaba comenzando a hacer efecto.
—¡Si alguien se infecta tenéis que ejecutarlo, no hay otra opción!— Jungkook le pegó un tiro antes de que llegara a convertirse y eso hizo reaccionar a los que estaban paralizados —¡Buscad refugio y no salgáis!
La poca gente que quedaba salió corriendo. Algunos se metieron en los edificios más cercanos y otros optaron por volver a sus casas dando un rodeo por el bosque.
Jungkook golpeó la puerta del hospital repetidas veces, pero pronto se vio obligado a apartarse de la entrada para matar a dos infectados que se acercaron a él.
Mientras esquivaba el ataque de una mujer y le partía la cabeza con el machete a otro hombre, pensó en lo extraño que era que hubiese tantos infectados. No podían haberse convertido todos en tan poco tiempo. Alguien lo tenía que haber preparado, de eso estaba seguro.
—¡Jungkook!
El maknae se giró tras matar a la infectada. La mirada de Eunha se agrandó de repente, como si hubiera visto algo espeluznante.
—¡Cuidado!
Un border collie se le echó encima. Jungkook cayó de espaldas, pero logró bloquear el ataque gracias al machete. Con la otra mano le apuntó a la cabeza y cuando apretó el gatillo, la bala no salió.
El can infectado mordió la pistola con fuerza, como si se tratase de carne humana. Jungkook aprovechó ese despiste y le insertó el machete en el cuello, empujando fuertemente hasta que la hoja salió por la nuca.
—¿Jungkook, estás bien?
El menor apartó el cuerpo del perro con sentimientos encontrados. Lo conocía porque solía jugar con Mellie cuando coincidían en la playa. Se llamaba Onyx y tenía diez años. Era inteligente y sociable, cualidades que se habían desvanecido por culpa del virus.
Jungkook se acercó a su amiga y le dio un abrazo. Para Eunha había sucedido todo tan rápido, que todavía le latía el corazón fuertemente.
—Estoy bien.
—Hemos tenido que cerrar las puertas porque se han colado personas infectadas.
—¿Las habéis neutralizado?
—Cuando he salido de quirófano, me he encontrado con varios infectados en el hospital— contestó mientras entraba con él y cerraba la puerta —He matado a tres, pero me han informado de que han entrado muchas personas buscando refugio y no puedo garantizar que no haya infectados entre ellas.
—¿Mi hija está bien?
—Está con los pacientes y con la doctora Lee, que es de confianza. Me he asegurado de ponerlos a salvo, pero todavía no he podido recorrer el edificio entero.
Jungkook la volvió a abrazar. Sabía que Sohee contaba con una tía estupenda que la protegería de cualquier peligro.
—Gracias, Eunha. Yo me encargo del edificio— dijo tras separarse de ella —Ocúpate tú de los pacientes, es importante que estén a salvo. No podemos permitirnos que se infecten más.
Eunha estaba de acuerdo. Debían cortar la cadena de contagios lo antes posible o sería muy difícil recuperar la isla.
—¿Sabes algo de los demás?
—Solo he visto a Tae— Jungkook volvió a cargar el arma —¿Hoseok hyung está aquí?
—No, tiene la tarde libre— Eunha miró al exterior —Espero que todos estén bien...
—¿Sungjae hyung está contigo?
—Está en el trabajo...
El menor notó lo preocupada que estaba y aun así seguía manteniendo la compostura.
—Necesitamos que el recinto sea seguro para acoger a los supervivientes y a los heridos— Jungkook le alzó la barbilla suavemente —Y cuando lo sea, iré a buscar a Sungjae hyung por ti. ¿De acuerdo?
—No tienes que ir, él vendrá a mí— Eunha trató de sonreír, pero no pudo por los nervios —Seguro que ya está de camino.
—Seguro que sí— el menor sonrió por ella, tratando de aliviar su preocupación —Nos vemos en un rato. Ten cuidado.
—Tú también.
Jungkook le entregó el cuchillo que llevaba guardado en la bota izquierda. Aunque en el hospital había suficientes objetos para defenderse, prefería que Eunha contara con un arma más adecuada.
—Cuida de mi hija.
—La cuidaré bien.
Jungkook sabía que lo haría y por eso estaba tranquilo. Tras darle un beso en la sien se dispuso a subir por las escaleras. Eunha se había encargado de comprobar la planta baja del hospital, por lo que, sí había infectados, se debía a dos razones; que los humanos expuestos al virus se habían escondido allí o que tenían equis en el recinto.
Los infectados comunes no podían subir escaleras, pero los equis eran más habilidosos y si no los conocías, las probabilidades de salir con vida eran bastante escasas.
Jungkook caminó por un pasillo dando vueltas al machete. El día estaba bastante gris y eso se notaba en el interior del recinto. Parecía mucho más lúgubre que de costumbre y el silencio sepulcral tampoco ayudaba a cambiar esa sensación sombría. El único ruido que se oía venía de afuera y eran gritos, por lo que el ambiente parecía sacado de una película de terror.
Mientras Jungkook recorría el hospital, Eunha regresó a urgencias, donde habían resguardado a los enfermos. Había pacientes en cama y otros en silla de ruedas, con caras de miedo y preocupación.
Las doctoras Lee Jieun y Seo Soojin estaba comprobando la medicación de una anciana mientras varios niños intentaban distraerse jugando con las cortinas azules de los boxes.
Eunha contó hasta veintidós personas, incluido el personal sanitario, los pacientes y los habitantes que se habían colado en el hospital.
—¿Por qué están todos aquí?— le preguntó a su compañera y amiga, Sojung —No sabemos si hay infectados entre ellos. Los envié a otra sala por una buena razón.
—Es más fácil si estamos todos juntos— contestó en un tono despreocupado —Además, si estuvieran infectados ya se habrían transformado.
—Han pasado años desde que el virus campa a sus anchas. Puede que algunas personas se transformen muy rápido y puede que en otras el efecto sea mucho más lento. No podemos descartar esa posibilidad, unnie.
—Tú misma lo has dicho, es una posibilidad. No te preocupes tanto y ponte a trabajar.
Eunha no podía creer lo inconsciente que era su amiga. Sojung los había trasladado cuando ella estaba recorriendo la planta en busca de infectados. En lugar de proteger a los pacientes, que eran los más vulnerables, los había juntado a todos en un mismo lugar.
La joven miró a los demás con cierta desconfianza. Bien sabía lo egoísta que podía ser la gente y más cuando se sentía acorralada.
Nerviosa se acercó a la cuna de Sohee. Hacía días que había dejado la incubadora y su aspecto era inmejorable. La bebé sonrió en cuanto la vio, lo que agitó el corazón de su tía. Era una niña muy bonita, de ojos castaños grandes que recordaban a los de un cervatillo.
—Tu papá está aquí y pronto vendrá a verte. Solo tienes que esperar un poquito más.
Eunha escuchó un ruido y acercó la mano al cuchillo que había guardado bajo la ropa, pero se relajó cuando Sojung recogió el juguete que había dejado caer un niño.
No parecía que hubiera infectados entre ellos y aun así no podía dejar de preocuparse. El virus seguía siendo un misterio y Eunha no iba a subestimarlo.
—Doctora Lee— la joven se acercó con Sohee en brazos —El agente Min se está encargando de los infectados. Deberíamos trasladar a los pacientes a la segunda planta cuando sea segura.
—Menos mal— resopló aliviada por la noticia —Trasladarlos allí me parece lo más sensato.
Eunha se sintió más tranquila tras comprobar que Jieun estaba de su lado. Mientras tanto, Jungkook abrió la última habitación de la primera planta y no halló nada. Estaba completamente vacía, por lo que continuó hacia el segundo piso.
Allí se topó inmediatamente con un infectado de ojos hundidos. Estaba deambulando por el pasillo, cerca del ascensor, como si se hubiera perdido. Físicamente tenía las mismas características de un infectado común, por lo que asumió que se había convertido al ocultarse en el hospital.
Jungkook no se complicó y le pegó un tiro. El hombre cayó desplomado y el ruido fue tan contundente, que retumbó por todo el edificio. Incluso en urgencias se pudo escuchar el sonido. Algunas personas se alteraron, Eunha los tranquilizó explicándoles lo que estaba haciendo su amigo.
Jungkook esperó con el machete en una mano y la pistola en otra. Si había infectados en la planta, habrían oído el disparo e irían a por él. A menos que estuvieran encerrados en alguna de las habitaciones, por lo que posteriormente tendría que revisar una a una como había hecho en la planta inferior.
Mientras aguardaba pensó en Taehyung, en sí habría llegado al colegio, en cómo estaría la situación por allí y en qué estaría haciendo en ese momento.
De repente tuvo la sensación de oír su voz. Jungkook se giró algo consternado, pero en el exterior no vio a nadie.
—Solo son los nervios...
Jungkook se dio la vuelta alarmado por esa extraña sensación y se encontró con una equis a escasos metros de él. Había sido tan sigilosa caminando por el pasillo que no se percató; o quizá se había distraído demasiado con la voz de Taehyung.
Jungkook la golpeó con la pistola, estampándola contra la pared. Cuando iba a cortarle el cuello, la equis agarró la hoja con las manos, evitando que pudiera decapitarla. Algunos tenían mayor capacidad de combate que otros, incluso sabían coordinarse con sus parejas, y esta parecía ser una de esas a las que tantas veces había tenido que matar en la península.
Jungkook retrocedió y le amputó el brazo derecho. Entonces notó que su pareja venía corriendo hacia él. Era un equis muy alto, de rasgos extranjeros y parecía muy cabreado. A pesar del inminente peligro, no perdió la calma y le cortó el brazo izquierdo a la mujer que tenía enfrente.
Incluso sin extremidades no se detuvo e intentó morderlo. Los equis eran incansables y Jungkook sabía que la única manera de pararla del todo, era cortándole la cabeza, pero justo cuando alzó el machete, llegó su pareja y lo empotró contra la pared.
El maknae evitó el mordisco interponiendo la hoja del arma entre su rostro y su boca. Aun así no pudo evitar esquivar las babas del hombre que medía alrededor de dos metros.
Lucía como un vikingo o eso fue lo primero que se le vino a la mente al ver su rubia melena. El equis era fuerte. Demasiado. Y su pareja no se conformó con quedarse a mirar; la mujer apareció desde su derecha para terminar lo que había empezado.
—¡Vaya puta mierda de cumpleaños!
Jungkook apretó el gatillo de la pistola por debajo de la barbilla del hombre. El vikingo retrocedió unos pasos, lo que le permitió decapitar a su compañero. En cuanto la cabeza de la equis rodó por el piso, el gruñido que soltó su pareja resultó ensordecedor.
El maknae esquivó una serie de ataques extremadamente rápidos. Parecía un boxeador profesional evitando los golpes de su contrincante. El equis estaba furioso y claramente decidido a matarlo o eso esperaba, porque, cuando los equis perdían a sus parejas, solían buscar una nueva o convertir a alguien para que la sustituyera.
Jungkook no sabía cómo funcionaba. No tenía ni idea de qué determinaba la unión de esos seres y por qué algunos buscaban a los equis que habían convertido otros equis, y otros tomaban a los humanos que ellos mismos convertían.
Lo único que tenía bien claro era que no iba a convertirse ni en su pareja, ni en su comida.
El maknae le disparó en un tobillo y el hombre se tambaleó. Con la misma rapidez le disparó en el otro tobillo, obligándolo a caer de rodillas. Jungkook no pudo acercarse porque movía los brazos de un lado a otro y no quería arriesgarse a recibir un arañazo. Se había infectado una vez, pero eso no quería decir que su cuerpo era inmune ante los equis. Y desde luego no iba a comprobarlo.
Jungkook vació el cargador en su garganta, dejándolo con más agujeros que un queso emmental. En cuanto el equis bajó los brazos, le dio una fuerte patada, separando el cráneo del tronco. Luego se apoyó cansado sobre la pared, mientras veía cómo su sangre negra se desplazaba por la baldosa.
Eunha sintió mucha angustia cuando oyó tantos disparos seguidos. Sabía que Jungkook era un superviviente nato, pero no podía evitar preocuparse por él.
—No pasa nada— le dijo a Sohee mientras acariciaba su tripita —Tu papá está haciendo limpieza.
La bebé sacó la lengua y Eunha se inclinó sobre la cuna para darle un beso, pero cuando tocó la mejilla de la niña, se oyó un grito desgarrador.
Han Sejoo, el rollo de una noche de Hoseok, le había arrancado la carne de la mejilla a Sojung. El chorro de sangre impresionó a la mayoría, pero Eunha se quedó mucho más impactada por la expresión de terror que vio en su amiga.
El pánico surgió rápido. Las doctoras Lee y Seo fueron las únicas, junto a Eunha, que mantuvieron la calma.
—Tenemos que sacar de aquí a los niños y a los pacientes.
Sejoo no le dedicó mucho tiempo a Sojung y atacó a un hombre en silla de ruedas. Algunas personas salieron corriendo, la doctora Lee se ocupó de sacar a los niños mientras la doctora Seo ayudaba a los pacientes en cama. El infectado, ajeno al pánico que había provocado, devoró el muslo del joven que se había fracturado las piernas.
Eunha no titubeó y le asentó varias puñaladas en la cabeza, hasta que Sejoo cayó al suelo.
Sohee comenzó a llorar, lo que llamó la atención de Sojung. La matrona se acercó a la cuna casi en trance. Eunha notó que todavía no se había convertido, pero que estaba a punto de hacerlo.
—¡No! ¡Unnie, detente! ¡Unnie, déjala en paz!
Sojung no le hizo caso. El llanto de la bebé la atraía demasiado. Eunha quiso correr hacia su amiga, pero el hombre en silla de ruedas la agarró por la cintura y tiró tan fuerte de ella, que ambos cayeron al suelo.
—¡Eres enfermera! ¡Tienes que saber cómo evitar esto!— el paciente comenzó a zarandearla bruscamente —¡Tienes que ayudarme, es tu deber!
—¡Suélteme!
—¡Tienes que salvarme, furcia!
Eunha había quedado debajo del hombre y cuando trató de apartarlo bruscamente, recibió un puñetazo en el rostro.
—¡Sálvame o te mataré!
En medio de aquella locura desvió la mirada hacia la cuna y vio que Sojung estaba muy cerca de Sohee. Eunha no se lo pensó dos veces y le insertó con fuerza el cuchillo que le había dado Jungkook en la mejilla. El hombre gritó como un demente, momento que aprovechó para apartarlo de encima.
—¡Unnie, no la toques!
Justo cuando se levantó del suelo vio cómo Sojung caía. Eunha se dio la vuelta y ahí estaba Jungkook, en la entrada, sosteniendo la pistola con la que había disparado su última bala para proteger a su hija.
—¿Estás bien?— el maknae se fijó que tenía el labio partido y le sangraba bastante —He oído gritos.
—Estoy bien...
El hombre se agarró de las piernas de Jungkook, tratando de suplicar por ayuda, pero no podía hablar por el cuchillo que le atravesaba la boca. El maknae se lo arrancó de cuajo y luego lo mató con él.
—¿Hay más infectados?
Eunha supo por su reacción que Jungkook sabía que las heridas en el rostro se las había propiciado él.
—Creo que no...
El menor guardó la pistola y se acercó a la cuna para coger a su pequeña en brazos. Sohee estaba llorando, pero cuando su papá comenzó a mecerla suavemente, dejó de llorar.
—Lo siento...
—Gracias por proteger a mi hija.
Eunha habría querido protegerla de otra manera, pero lo importante era que Sohee estaba bien. Sejoo los había pillado de imprevisto y el número de víctimas podría haber ascendido si las doctoras y ella no hubieran reaccionado tan rápido.
—El enfermero Han no tenía turno, llegó con los demás... Eso quiere decir...
—Hay personas que se infectan y cambian en cuestión de segundos y otras que tardan más— Jungkook sonrió al ver que Sohee le sacaba la lengua —¿Puedes traer al personal sanitario?
Eunha pasó al lado del cadáver de su amiga y la miró con gran pesar. Si hubiera seguido sus indicaciones, quizá aun seguiría viva.
—Siento llegar tarde, pero papi tenía que sacar la basura. No has pasado miedo, ¿verdad?— Jungkook la besó en la mejilla tres veces —Eres una chica muy fuerte. Esto no es nada para ti, ¿cierto?
Sohee respondió con sonidos guturales que le sacaron otra gran sonrisa.
—Mi chica es una luchadora— contestó en un tono infantilizado —Te voy a comer los mofletes.
La bebé se rió.
—Tienes que quedarte un ratito más sin mí, ¿de acuerdo? Te llevaría conmigo a inspeccionar los pisos de arriba, pero tu papá me pediría el divorcio y no quiero separarme de él. Me costó mucho conquistarlo, ¿sabes? Entre tú y yo...— el joven miró a su alrededor y luego susurró —Se creía hetero, ¿te lo puedes creer?
Sohee se volvió a reír con una alegría que provocó una gran calidez en su papá. En ese momento regresó Eunha con sus compañeros de trabajo.
—Las primeras plantas son seguras— dijo Jungkook con la bebé en brazos —Lo mejor sería trasladar a los pacientes y que nadie entre o salga de allí. Alguien debe encargarse de la vigilancia en la puerta principal del hospital y en la de urgencias.
—La entrada de urgencias está cerrada— dijo la doctora Seo —Fue lo primero que hicimos cuando comenzó esta locura.
—Si la gente quiere entrar, tenéis que aseguraos de que no están contagiados. Si no estáis seguros, encerradlos en una habitación durante una hora.
—Tengo a un paciente en la UCI— comentó la doctora Lee —Necesito estar pendiente de él y también necesito que el quirófano esté operativo por si tenemos algún herido.
—Me quedan por comprobar la tercera planta y la azotea, pero en las demás zonas estáis seguros.
—Iré contigo.
—No, prefiero que te quedes con mi hija— Jungkook le dio un beso a Sohee y se la entregó a su amiga —Ya sabes que solo confío en ti.
Eunha se sintió mal porque no había logrado mantenerla a salvo como había prometido.
—Te juro que la protegeré.
—Lo sé.
Jungkook se dirigió al tercer piso sintiendo una extraña sensación. No podía dejar de pensar en la voz que había escuchado o mejor dicho, que se había imaginado. Tenía que dejar de pensar en su marido o se volvería loco. Debía centrarse en su labor. Si se distraía podía morir y entonces no le sería de ayuda a nadie.
El maknae encontró a dos infectadas en una habitación de la tercera planta. La niña de doce años iba a la clase de Taehyung y la otra, Yeh Shuhua, era una de las amigas de su hermano.
—Joder...
No sabía que había ocurrido, pero por las marcas de la niña creía que Shuhua se había infectado antes de esconderse con ella en la habitación. Probablemente intentaba salvar a la chiquilla y sin saberlo, había ocasionado su muerte.
Jungkook las mató con gran pesar y tras recorrer toda la planta, almacenó los cuerpos de los infectados comunes y de los equis en una misma habitación. El vikingo, como él lo llamaba, no era habitante de Inyeon, lo que reforzó su teoría de que alguien los había traído a la isla.
El maknae salió a la azotea para asegurarse de que no había más seres merodeando por allí y afortunadamente, el lugar estaba vacío.
Cuando pretendía volver a entrar notó algo que llamó su atención. Uno de los edificios del pueblo estaba en llamas y por alguna extraña razón, esa imagen le provocó una inmensa angustia.
Jungkook y Eunha están haciendo todo lo posible para ayudar a la gente de la isla. ¿Creéis que Jungkook escuchó la voz de Taehyung o fue una especie de presentimiento? ¿Y dónde estará Sungjae?
Espero que estéis teniendo una buena semana. Disfrutad mucho de la actuación de Bangtan en los Grammy, al fin y al cabo, lo que importa no es nuestra animadversión hacia esos premios, sino que los chicos puedan cumplir su sueño de actuar en ese escenario. Dadles mucho amor a su presentación. Nos vemos en 9/10 días. 💜
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