83
Hoseok cogió aire antes de llamar a la puerta. Estaba un poco tenso, pero su rostro serio desapareció en cuanto pisó la sala de profesores.
—Oh, Hoseok.
—¿Por qué te sorprendes?— preguntó al notar su desconcierto —¿No quedamos hoy?
—No tenía claro que fueras a venir.
Hoseok ignoró el comentario y ojeó la decoración. Era bastante común, no había nada especial entre tanta madera, excepto por los dibujos que colgaban en las paredes.
—Te agradezco que hayas venido— Changwook se levantó del asiento —Sé que podría haberle pedido este favor a otra persona, pero aprecio que lo vayas a hacer tú.
—¿Y por qué me lo has pedido a mí?
Changwook aguardó por el tono. Su pregunta resultó algo cortante, aunque Hoseok no pretendía que lo fuera.
—Te has alejado de mí y todavía no sé la razón de ese distanciamiento.
—Solo he seguido tu consejo— dijo tocando una de las estanterías —Ya sabes, trabajar menos y tener más tiempo para mi mismo.
—¿Y en estos meses no has podido sacar tiempo para un amigo?
Hoseok se había tomado algo de espacio en su afán por ordenar sus sentimientos y dejar pasar lo que había provocado Changwook en él, y sin embargo, no había reparado en los sentimientos de su amigo.
—Lo siento, hyung— el menor se acercó y le dio un abrazo —He estado un poco perdido últimamente y sé que no es excusa, pero créeme, no volverá a suceder.
—Sabes que puedes hablar conmigo de lo que sea, ¿no?
—Lo sé, lo sé— Hoseok se apartó y le dio unos golpecitos en el pecho —¿Por qué no me invitas a cenar mañana?
—¿Si te invito me contarás lo que te preocupa?
—Solo si la cena es de mi agrado.
Changwook sonrió tras ver su sonrisa. Se le daba muy bien cocinar y Hoseok siempre había disfrutado de sus platos. No sería difícil que compartiera sus problemas con él si le hacía su comida favorita, y quizá así podría darle algún consejo para que se sintiera mejor.
—Le he hecho unos pasteles al cumpleañero. Te daré uno para que se te vaya haciendo la boca agua.
Hoseok se quedó algo desconcertado por el comentario.
—¿Vas a ir a la fiesta de Jungkook?
—Taehyung me invitó. ¿No debería ir?
—Por supuesto que sí— la mirada de Hoseok se iluminó —Que vayas es muy buena señal.
—Me servirá como terapia de choque— Changwook se rió —No, en serio. Los dos viven cerca y con Taehyung trabajo a diario, así que no tiene mucho sentido estar evitándolos. Si quiero ser realmente feliz no puedo vivir como un amargado.
Hoseok notó algo distinto en su mirada. Antes había mucho dolor, incluso resignación, pero ahora transmitía aceptación y bienestar.
—Tienes todo mi apoyo, hyung.
Changwook sonrió genuinamente. No había sido fácil llegar hasta ese punto y en ocasiones seguía sintiendo dolor, incluso por sus propias decisiones, ¿pero de qué servía anclarse al pasado cuando tenía una nueva vida que vivir? No quería perder el tiempo y mucho menos caer en una espiral de sufrimiento y rencor. Quería enamorarse, tener hijos y también deseaba que Taehyung fuera feliz.
—¿Y tú qué?— Changwook se apoyó sobre la mesa —Yoongi me ha dicho que estás buscando casa. ¿Piensas mudarte?
Hoseok arqueó una ceja y después sonrió. A veces se le olvidaba que vivía en un sitio muy pequeño y que, si le contaba algo a Jimin y no le decía que era un secreto, se lo terminaba comentando a su marido.
—Esta mañana le he dado el alta a Sohee, aunque Jungkook cree que se lo daré en unos días. Taehyung quiere sorprenderlo durante la fiesta y bueno, como verás, este será el inicio de su vida familiar.
—Tú también eres su familia, Hoseok.
—Sé que soy su tío favorito, la he cuidado desde que llegó y me lo ha dicho cada día— Hoseok se rió por la cara que puso Changwook —Es solo que... Se acaban de convertir en una familia y deberían vivir los tres juntos, ¿entiendes?
—Lo entiendo, pero sigues sin mudarte. ¿Por qué?
—Es que las casas en la isla son todas muy grandes y se sienten muy frías...
—¿Y por qué no te quedas en mi casa?— sugirió Changwook —Bueno, hasta que encuentres algo a tu gusto.
—¿Lo dices en serio, hyung?
—¿Tengo cara de estar bromeando?
—No— Hoseok soltó una risita entrañable —Es que no me lo esperaba.
—La clase empieza en breve. Podemos hablarlo durante la cena de mañana.
Hoseok siguió a su amigo tratando de contener la emoción. No quería vivir solo en una casa de dos pisos y cuatro dormitorios. Le daba ansiedad tener tanto espacio para él, sobre todo porque sabía que nunca se llenaría. No quería tener hijos. Esperaba llegar a tener pareja, pero los niños no entraban en sus planes. Y aunque le encantaba vivir con Taehyung y Jungkook, había llegado el momento de dejarlos disfrutar de su relación.
No quería ser un estorbo, ni para la familia de Yoongi ni para la familia de Taehyung. Junggi y Sohee debían crecer junto a sus padres y él estaría siempre con ellos, dándoles su cariño y apoyo, pero teniendo su propio hogar.
Pasar un tiempo con Changwook le daría margen a mirar más casas y no tener que meterse en la primera de cambio. Y por esa oportunidad le estaba muy agradecido.
—¿Solo estás tú?— preguntó al notar lo vacío que estaba el pasillo —¿No hay más clases por la tarde?
—Solemos tener clases de refuerzo u otras modalidades durante la semana, pero hoy solo estamos la profesora Kim Goeun y yo. Yoongi suele usar a veces una de las aulas del fondo, aunque la mayoría de las clases de supervivencia las imparte en el exterior.
—No sé si soy la persona adecuada para dar una clase de primeros auxilios.
—Tienes muy buena mano con los niños y además eres divertido y carismático. No será un problema para ti, Hoseok.
—Tienes demasiada fe en mí, hyung.
—Dice el que me salvó la vida cuando todo estaba en mi contra.
Hoseok se rió por su expresión. Había extrañado pasar tiempo con él, pero en cierta forma creía que ese distanciamiento había mejorado las cosas para él.
El director se detuvo delante de una sala. Hoseok notó los nervios en el estómago. Estaba acostumbrado a conversar con pacientes y también a tratar a niños, pero hablar enfrente de una clase le provocaba cierto temor.
—¿Ya están dentro?— preguntó al oír varias voces —¿No los tienes que llamar?
—Mis peques son muy independientes. Saben a la hora que empieza su clase y suelen estar antes que yo en el aula.
—Vaya, qué nivel.
—Respira, Hoseok— sugirió al notar lo nervioso que estaba —Esto es mucho más sencillo que operar a una persona.
—Según se vea. El paciente no te va a reclamar si la palma, los niños en cambio...
Changwook abrió la puerta de golpe, lo que agitó el corazón de Hoseok. Por un instante no supo si entrar o quedarse en el pasillo, pero al final decidió pasar con él.
Mientras Changwook los saludaba dejó el botiquín de primeros auxilios sobre la mesa del profesor. Había cuatro niñas y tres niños sentados en los pupitres. Tendrían entre ocho y once años de edad. Algunos parecían interesados en la clase que iban a recibir, otros en cambio, se veían aburridos, como si sus padres los habrían obligado a asistir.
—El doctor Jung ha venido a enseñaros cómo se deben realizar los primeros auxilios.
Changwook dijo mucho más, pero Hoseok solo entendió esa parte. Se había quedado mirando a un niño que tenía el rostro apoyado sobre la mano izquierda y la vista en el exterior. El leve parecido que le encontró con Minjun le dejó pasmado.
—¿Doctor Jung?
—Sí, sí— carraspeó sin saber qué había dicho —Buenas tardes, soy el doctor Jung Hoseok y hoy os voy a enseñar cómo podéis ayudar a otras personas en caso de emergencia.
Changwook se sintió aliviado. En cuanto Hoseok comenzó a hablar desapareció su nerviosismo.
—Necesito un voluntario para hacer la demostración. ¿Quién me quiere ayudar? Venga, no seáis tímidos.
Cuatro de siete levantaron la mano. Dos niñas desviaron la vista porque les daba vergüenza y el muchacho con aires de Minjun siguió mirando por la ventana. Parecía aburrido, quizá porque ya sabía cómo se hacían los primeros auxilios o porque no le interesaban en lo más mínimo.
Pero la mirada apagada del chico cambió cuando vio algo extraño en el exterior.
—¡Un monstruo!— se alzó asustado —¡Ahí hay un monstruo!
Todos miraron hacia el lugar que estaba señalando, pero en el exterior no había nada.
—¿Qué sucede, Yeo?— preguntó Changwook —¿Te has vuelto a quedar dormido?
—Hay un monstruo en la calle— repitió inseguro, sobre todo porque sus compañeros comenzaron a reírse —Lo he visto... De verdad que lo he visto... Tenía sangre en la boca y una mirada horrible...
Changwook se acercó a la ventana, pero no vio a nadie y tampoco se oía nada raro. ¿Se lo había inventado o solo se había quedado dormido? No era la primera vez que su alumno reaccionaba de esa forma.
—Parece que no es nada— Changwook miró a Hoseok, pero la mirada de su amigo le preocupó un poco —¿Seguimos con la clase?
Hoseok asintió a la pregunta, aunque tenía un mal presentimiento. La expresión del niño no era lo único que lo había alarmado. Yeo seguía mirando por la ventana con un temor que había presenciado demasiadas veces.
Changwook eligió a Doyun como voluntaria, pero cuando la niña se levantó del pupitre sonó un fuerte portazo. Unos segundos después se oyó un grito, seguido de otro y otro y otro.
—Quédate con los niños.
Changwook no tuvo elección. La puerta se cerró antes de que pudiera contestarle.
El pasillo estaba vacío. Hoseok se giró varias veces con miedo a que alguien apareciera por detrás, pero estaba solo, a pesar de los gritos, no se veía ni un alma.
El joven decidió seguir las voces consciente de que podría estar caminando hacia el peligro.
Su corazón quería creer que no era nada, que solo se trataba de imaginaciones suyas, pero su mente no estaba de acuerdo. El monstruo que vio Yeo podía ser un invento, una ilusión creada por un niño aburrido que buscaba atención. No obstante, aquellos gritos eran reales, no se los estaba inventando nadie y eran tan desgarradores que se metían bajo la piel.
Hoseok se asomó hacia el pasillo que conducía al exterior y se encontró con su peor pesadilla. Había tres infectados devorando a un alumno que yacía en el suelo. El chiquillo debía pertenecer a la clase de la profesora Kim, aunque ella no estaba entre ellos.
Hoseok se escondió detrás de la pared cuando el más alto alzó la cabeza. Con la mayor templanza posible fue retrocediendo, recordándose a sí mismo que no podía dejarse afectar por el miedo.
Hacía años que no veía un infectado y la sensación de terror que surgió en él, tras ver a sus vecinos convertidos, fue descomunal. Changwook notó lo pálido que estaba cuando entró por la puerta.
—¿Qué sucede?
Hoseok miró a los niños. Seguían sentados en sus pupitres, completamente ajenos a lo que estaba pasando.
—Hay infectados en la escuela— dijo en voz baja para que solo él pudiera oírlo —He visto a tres en el pasillo, cerca de la puerta que da al patio de la escuela, pero podría haber más.
A Changwook le costó respirar. Se había quedado petrificado, especialmente por los niños.
—Tranquilo, hyung— Hoseok lo notó y le apretó el brazo para darle seguridad —Respira hondo y mantén la calma. Vamos a ponerlos a salvo.
Changwook recordó las palabras de Yoongi, lo que le comentó una tarde en su casa. El hermano de Taehyung temía que los infectados alcanzaran Inyeon, de hecho, pensaba que en algún momento iba a suceder.
Changwook siempre lo vio como algo improbable, era incapaz de imaginar una situación como esa y ahora estaban allí, en ese mismo recinto, dispuestos a terminar con sus vidas.
—Hoseok— susurró tras recobrar la compostura —¿Y si sacamos a los niños por la ventana?
Al menor le gustó la idea, pero en cuanto se acercó a la ventana se vio obligado a descartar esa vía de escape.
—Hay infectados— lamentó por lo bajo —Pero podemos quedarnos aquí y amontonar los pupitres contra la puerta para evitar que entren. ¿Qué te parece, hyung?
Antes de que Changwook llegara a responder a la pregunta, irrumpió un infectado en el aula. Los niños comenzaron a gritar a pulmón abierto, lo que provocó que el hombre se girara hacia ellos.
—¡Alejaos de él!— Hoseok cogió un pupitre y se lo lanzó para evitar que se acercara a los críos —¡Alejaos, rápido!
Changwook tardó en reaccionar por la impresión que le causó el infectado. Tenía la mandíbula parcialmente desgarrada y era difícil no fijarse en la dentadura que sobresalía.
—¡Niños, venid aquí!— gritó al fin —¡Poneos detrás de mí!
Hoseok asumió que el infectado había logrado abrir la puerta porque era un equis. Quitando el destrozo que tenía en el rostro, su estado era mucho mejor que el de otros infectados, y además, su sangre era negra.
Si no le cortaba la cabeza, no pararía de perseguirlos, pero Hoseok tenía un gran problema; no disponía de ningún arma.
Lo único que le vino a la mente fue ganar tiempo y por eso cogió uno de los pupitres para estamparlo contra la pared.
—¡Sácalos de aquí!— pidió mientras lo apretaba con todas sus fuerzas —¡Llévalos a otra parte, busca un sitio seguro!
El equis intentó morderle la cara, pero debido al pupitre no conseguía acercarse al rostro de su víctima.
Changwook no quería dejarlo atrás, pero su prioridad era la seguridad de sus alumnos. No podía desperdiciar la oportunidad que les estaba dando su amigo.
Los niños estaban asustados, algunos no podían dejar de llorar, pero afortunadamente no entraron en pánico y siguieron las indicaciones que les dio. Solo una niña de nueve años fue incapaz de moverse. Changwook tuvo que alzarla en brazos para sacarla del aula.
Hoseok notó que el equis no cedía sin importar la fuerza que empleara. El hombre era de constitución delgada y tenía una cicatriz en la frente. En algún momento de su vida había sido una buena persona, o eso quería creer, pero ahora solo ansiaba alimentarse de su carne.
Hoseok no podía permitirse morir. Tenía que ayudar a Changwook con los niños, tenía que poner a su amigo a salvo y buscar a los demás, porque, si había infectados en la escuela, también los habría en la isla.
Hoseok le escupió en los ojos y mientras el infectado parpadeaba confuso por la saliva, se apartó de él para agarrar el botiquín de primeros auxilios.
El hombre de mediana edad reaccionó tan rápido que no le permitió abrirlo. Hoseok esquivó su ataque refugiándose detrás de la mesa del profesor. Entonces comenzó un juego de persecución, en el que el equis intentaba cazar a su víctima, pero siempre se le escapaba por los pelos.
Hoseok no tenía margen para abrir el botiquín. Era demasiado rápido y no podía despistarse o acabaría muerto. Por eso decidió usarlo como arma. Cuando el infectado se acercó no huyó y lo golpeó con el botiquín hasta que se abrió solo.
El equis continuó de pie, a pesar de los golpes no tardó en recomponerse y volver a atacar. Hoseok sabía que su victoria pasaba por coger las tijeras que habían caído al suelo. Esa era la única forma de salir de allí con vida.
—¿Quieres matarme? ¡Pues vas a tener que emplearte a fondo, hijo de puta!
Hoseok se movió con mucha seguridad, esperando a que el infectado se situara donde quería y cuando se colocó entre la mesa del profesor y la pizarra, empujó la mesa para atraparlo una vez más.
El equis gruñó colérico. Hoseok no se dejó intimidar y cogió las tijeras del suelo. Antes de que pudiera empujar la mesa a un lado le clavó las dos cuchillas de acero en la garganta. Sin retroceder lo rajó de lado a lado mientras tiraba del pelo hacia atrás, separando la cabeza del tronco y salpicándose con su sangre.
—¡Joder!— resopló dando varios pasos hacia atrás —¿Lo he hecho? ¡Lo he hecho!
Los gritos seguían sucediendo esporádicamente. A veces, los niños que acompañaban a Changwook se asustaban y alzaban la voz, a pesar del gran esfuerzo del director por calmarlos.
Changwook quería llevarlos a la sala de profesores. Allí tenían muebles que podían utilizar para bloquear la puerta y también disponían de ventanas, en caso de que tuvieran que escapar.
Por el camino se encontró con la profesora Kim. Su aspecto había cambiado, ya no era la misma persona de antes. Changwook miró hacia su izquierda. La sala de profesores estaba muy cerca, pero no creía que pudieran entrar todos los niños antes de que los alcanzara.
La infectada gruñó y los críos se asustaron, lo que provocó más gritos.
—Tenéis que dejar de gritar o vendrán más— les advirtió en un tono calmado mientras dejaba a la niña que cargaba en el suelo —Yeo, llévatelos a la sala de profesores. Yo iré en cuanto me encargue de ella.
—Pero...
—Haz lo que te digo.
Yeo, que era el mayor de todos, les pidió que se tomaran de las manos y cuando su maestro corrió hacia la infectada, tiró de ellos con la intención de llevarlos a la sala de profesores.
Changwook no tenía armas y por eso decidió que lo único que podía hacer para salir de esa situación, era lo que había practicado tantas veces en su época de universitario. Decidido dirigió el hombro hacia el estómago de la infectada y con gran impulso, la alzó por el abdomen y luego la estampó contra el suelo.
La infectada se golpeó el cogote contra el piso y Changwook se llevó la mano al hombro. Se había hecho daño y no podía alzar el brazo, pero por un instante, la había neutralizado.
Cuando la profesora trató de levantarse apareció Hoseok y la remató con las tijeras.
—Eso ha sido muy peligroso, hyung— dijo con la respiración entrecortada —Podría haberte mordido.
—No tenía muchas opciones...
—¿Y los niños?
—En la sala de profesores.
Varios gritos sonaron a lo lejos. Hoseok cogió la mano de Changwook y corrió con él hacia la sala de profesores. Algunos niños estaban llorando cuando entraron por la puerta.
—Sentaos debajo de las mesas— les pidió Changwook con mucho tacto —A esos seres les atrae el ruido, tenéis que estar en silencio, ¿de acuerdo?
—¿Qué son?— preguntó Sun, una niña de ocho años —¿Qué quieren de nosotros?
—Son monstruos— Doyun escondió el rostro entre sus brazos —Quieren hacer cosas de monstruos.
—Tenéis que estar tranquilos— dijo Yeo en voz baja —Si no hacemos ruido estaremos bien.
Hoseok movió una estantería mientras Changwook se encargaba de tranquilizarlos. Pesaba mucho, sobre todo porque estaba bien cargada y por eso era ideal para colocarla contra la puerta.
—¿Qué vamos a hacer?— Changwook se le acercó por la espalda —¿Deberíamos huir por las ventanas?
—Es mejor que nos quedemos aquí hasta que sepamos cómo está la situación en el exterior— Hoseok echó un vistazo por la sala de profesores —Por cierto, ¿tienes idea de dónde están las armas? Sé que Jimin ordenó esconder machetes y cuchillos en las rejillas de ventilación de algunos edificios.
—No lo sé, pero con o sin armas, tengo que buscar a los niños de la clase de Kim.
—¿Sabes dónde podrían estar, hyung?
—Deberían estar en esta planta— Changwook desvió la mirada hacia sus alumnos. Todos estaban en silencio, como les había pedido —Las aulas del segundo piso están cerradas, solo yo tengo las llaves.
—Iré a por ellos, tú quédate aquí.
—No, Hoseok. Los niños son mi responsabilidad.
—Te has hecho daño en el brazo— Hoseok apretó la zona del hombro y Changwook se resintió —Es mejor que te quedes y cuides de ellos. Además, yo tengo más experiencia que tú con estos seres.
—No puedo pedirte que te pongas en peligro.
—No pongas esa cara, hyung— Hoseok sonrió —Somos amigos, no tienes que pedirme nada.
—Hoseok...
—Dime cuántos niños asisten a esa clase.
Changwook dudó, pero al final se dio por vencido.
—Entre cinco y diez, no estoy seguro de cuántos han venido hoy.
—Iré a echar un vistazo y si la cosa se pone fea, volveré inmediatamente.
—Por favor, ten mucho cuidado.
—No te preocupes por mí, solo mantenlos a salvo. Eres el director y ese es tu trabajo.
Changwook miró a los niños. Hoseok tenía mucha más experiencia que él, eso era innegable y aún así no quería dejarlo marchar.
—Mañana deberías hacerme una tarta— dijo Hoseok de repente —He reunido todos los ingredientes en casa, así que deberías hacerla por mí.
Changwook no sabía si mañana seguiría existiendo Inyeon, pero sí sabía que Hoseok lo decía para calmar su ansiedad.
—Volveré pronto.
Changwook apartó el mueble lo justo para dejarlo salir.
—Te estaré esperando.
Hoseok se movió por el pasillo donde yacía el cuerpo de la profesora Kim. Sus alumnos no estarían lejos o eso quería creer. Quizá se habían metido en una de las aulas más cercanas aunque también podrían haber huido al exterior.
Hoseok tenía que asegurarse de que los niños estaban vivos o muertos. No podía ni quería dejarlos a su suerte.
El joven caminó con las tijeras en mano. La sensación que desprendía el recinto era algo tétrica. Parecía que se estuviera moviendo por un cementerio en lugar de una escuela. El ambiente estaba excesivamente cargado, lo que aumentaba la tensión.
Hoseok había matado a un equis y a la profesora Kim, que era una infectada común, por lo que había al menos tres seres más merodeando por los pasillos. Los dos que había visto junto al equis y su pareja.
Hoseok oyó un grito y comenzó a correr en su dirección. Cuando alcanzó el fondo del pasillo giró a su izquierda y se topó de frente con un niño que huía de un infectado.
—¡Corre, corre!— lo animó, pero el niño tropezó con sus pies y se vio obligado a intervenir de inmediato.
Hoseok empujó al infectado contra la pared y el muchacho, de nueve años, gateó hasta la pared de enfrente mientras veía atónito cómo le asentaba las tijeras en el cráneo. El cuerpo del hombre se desplomó y su ojo izquierdo se desprendió de su cuenca.
—¿Estás bien?— le preguntó Hoseok —¿Y tus compañeros? ¿Sabes dónde están?
El niño negó con la cabeza. Hoseok pensó en seguir con él, pero se había meado encima y tenía el miedo escrito en la cara, por lo que decidió volver a la sala de profesores con él.
—Te voy a llevar a un lugar seguro— el joven lo alzó en brazos y corrió de vuelta por el pasillo. El niño comenzó a sollozar entre sus brazos, pero no hizo ningún ruido, como si supiera que eso los pondría en peligro.
Hoseok no se detuvo a consolarlo, dado que lo primordial era ponerlo a salvo. Tras golpear la puerta de la sala de profesores y pronunciar su nombre, Changwook la abrió parcialmente.
—Iré a buscar a los demás— Hoseok le entregó al niño, que seguía muy asustada —Cierra cuanto antes.
—Gracias— musitó el pequeño desde los brazos de Changwook —Muchas gracias.
Hoseok sonrió y su actitud alivió un poco la angustia de su amigo.
—He encontrado esto— el director le alcanzó un cúter —Espero que te sea de ayuda.
—Lo será. Gracias, hyung— Hoseok lo cogió y decidió volver al lugar donde había encontrado al niño. Tenía la corazonada de que los demás estarían muy cerca de allí.
Al llegar al mismo pasillo se cruzó con una niña infectada. El corazón se le cayó al suelo cuando vio sus ojos ensangrentados. No tendría más de diez años y el vestido de ositos panda que vestía, no encajaba para nada con su aspecto putrefacto.
Hoseok titubeó. En su cabeza surgió el recuerdo del autobús, de los críos cayendo sobre los infectados y de sus cuerpos siendo destrozados por aquellas bestias. Mientras su mente seguía divagando en ese oscuro recuerdo, la niña comenzó a acercarse a él.
Cada vez se movía más rápido y en menos de cinco segundos le alcanzó la pierna.
Hoseok la golpeó en la mejilla, evitando que pudiera morderlo y luego la estampó contra la pared. El pequeño y delgado cuerpo se rompió bajo sus manos, lo que le estremeció, pero no evitó que la sentenciara con el cúter.
Matar a una niña le afectó hasta tal grado, que estuvo a punto de vomitar. No podía acostumbrarse a esa clase de infectados y probablemente nunca lo haría.
Hoseok logró recomponerse cuando vio al fondo del pasillo a cuatro niños pasando de largo.
—¡Eh! ¡Venid aquí!
Uno de ellos se detuvo al oír su voz. El muchacho avisó a los demás y juntos se acercaron a Hoseok.
—¿Dónde están vuestros compañeros?
—La señorita Kim los mordió— contestó una niña que llevaba dos coletas —Solo quedamos nosotros.
Hoseok los miró de arriba abajo. Parecían asustados, pero ninguno tenía marcas, lo que fue un gran alivio.
—¿A dónde vais?
—A la calle— señaló la misma niña con la mano —Las aulas están cerradas y tengo que poner a mis amigos a salvo.
—El exterior es peligroso. En la sala de profesores hay más alumnos, es mejor que vayamos allí.
La niña no replicó. Hoseok había curado la pierna de su hermano y para ella era un adulto de confianza.
—Vamos a hacer lo que dice el doctor Jung— dijo con una templanza que sorprendió a Hoseok —Vayamos todos a la sala de profesores.
Cuando iban a ponerse en marcha se oyó un fuerte gruñido. Hoseok empujó a los niños contra la pared para evitar que, si había algo en el pasillo de al lado, pudieran detectarlos.
Con mucha precaución se asomó y contó hasta diez infectados.
Hoseok apoyó la cabeza contra la pared. ¿Por dónde demonios habían entrado? ¿Alguien había dejado la puerta abierta? Quizá era cosa del equis. Los demás infectados habrían subido probablemente por la rampa de accesibilidad y si la puerta estaba abierta, se habían colado fácilmente en el recinto.
Hoseok señaló hacia el fondo y los niños comenzaron a caminar lentamente por el pasillo. Si iban en silencio cabía la posibilidad de que pasaran desapercibidos. Si conseguían alcanzar el siguiente pasillo, podrían aumentar el ritmo y llegar hasta la sala de profesores sin ser vistos.
Pero entonces sucedió algo inesperado. Uno de los niños dejó caer su juguete de goma y en cuanto tomó contacto con el suelo, alertó a todos los infectados.
Hoseok y Changwook se encuentran en una situación complicada. ¿Creéis que podrán salir de la escuela y salvar a los niños o acabará todo en tragedia?
¿Qué tal lo habéis pasado en el cine? Para mí, Permission to Dance on Stage - Seoul ha sido una experiencia increíble y estoy deseando volver a disfrutar de algo similar en un futuro. 🥺 Gracias por leer el capítulo de hoy. Cuidaros mucho. 💜
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