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58

Changwook cerró la carpeta y se acomodó sobre el respaldo del sofá. Estaba terminando de preparar unos exámenes para sus alumnos, pero su cuerpo no parecía estar por la labor de contribuir al esfuerzo. El hombre cerró los ojos cansado; había días en los que podía trabajar sin problemas y otros en los que no conseguía terminar las cosas más sencillas.

¿De cuánto tiempo disponía antes de tener que renunciar a su empleo? ¿Y cuánto tiempo le quedaba antes de acabar bajo tierra? Changwook desechó esos pensamientos cuando oyó pasos aproximándose hacia él.

—He preparado un té de hierbas riquísimo— Taehyung dejó la taza sobre la mesa y le sonrió entusiasmado —¿Lo hueles? Me encanta el aroma que desprende.

—Huele bien— Changwook se dejó contagiar por su sonrisa —Me gusta verte feliz.

—¿Te gusta?— Taehyung tomó una manta azul y se la colocó sobre los hombros —Pues ahora que vivimos bajo el mismo techo te vas a hartar de verme feliz.

—Nunca me cansaré de eso— el hombre sonrió genuinamente. La felicidad que desprendía Taehyung era su fuente de energía. Cualquier dolor era menor cuando le veía sonreír —¿Cuándo es tu próximo viaje a la península?

—En unos días, pero no iré— se sentó sobre el apoyabrazos del sofá —Minho-sae se encargará por mí.

—No te has perdido ni un solo viaje desde que estás al mando— Changwook se sintió desconcertado por la noticia —¿Por qué no quieres ir?

—Eres mi prioridad, hyung— el menor se inclinó y le dio un beso en la frente —Ahora solo quiero estar contigo.

—¿Estás seguro?— preguntó dubitativo —Puedo quedarme con alguien si así estás más tranquilo. No quiero que dejes de hacer tus cosas por culpa de mi enfermedad.

—¿Tan raro te resulta que quiera quedarme contigo?— le pinchó la mejilla con el dedo índice —No me estoy perdiendo nada, solo estoy eligiendo lo que deseo hacer— Taehyung cogió la taza que tenía un dibujo de un oso panda y se la entregó con cuidado —Anda, prueba el té. 

El director tomó un sorbo ante la atenta mirada de su novio.

—Está muy bueno.

—¿Ves?— apuntó emocionado —Te lo he dicho, hyung.

—Y como siempre llevas razón.

Taehyung volvió a dejar la taza sobre la mesa y le regaló su sonrisa más brillante. El joven se había prometido a sí mismo a no volver a llorar delante de él. No quería hacerle sentir mal ni preocuparle en exceso. Aunque la situación era difícil, debía mostrar la mejor versión de sí mismo para que Changwook pudiera sentir todo su calor.

—¿Encontraste el libro que querías?

—No, pero mira con qué me topé en la biblioteca— el menor se agachó y rebuscó en su maletín hasta dar con un libro de tapa azul —¿Te suena?

—No me lo puedo creer— Changwook soltó una leve carcajada de incredulidad —¿Cómo es posible? Es el mismo libro con el que te di clases de lengua.

—¿Recuerdas cuando fui por primera vez a tu casa?— Taehyung le miró de forma coqueta —No podía concentrarme en las clases por tu culpa.

—Me hiciste cuestionarme toda mi vida, sobre todo cuando me besaste— le tomó suavemente de la mano —Nadie me ha hecho sentir como me haces sentir tú, Taehyung.

El menor besó la palma de su mano mientras contemplaba el brillo en su mirada. Changwook amaba esas pequeñas muestras de afecto, le hacían sentir querido e incluso protegido.

—¿Por qué no me das una clase?— Taehyung le entregó el libro —Estaría bien rememorar los viejos tiempos.

—Ahora eres un gran profesor, ya no queda mucho que pueda enseñarte.

—Eso no es cierto, siempre puedo aprender cosas de ti.

Changwook abrió el libro por la mitad y se encontró un marcapáginas blanco con una llamativa cinta multicolor. Su expresión cambió bruscamente al leer lo que estaba escrito en el centro del papel. A Changwook le costó despegar la mirada del separador hasta que oyó las mismas palabras de la boca de Taehyung.

—Cásate conmigo, hyung.

La voz de su novio sonó como un eco en su mente, algo lejano y a su vez cercano, que no podía entender del todo. Y es que esas pocas palabras habían causado una profunda emoción en él, pero también una inmensa tristeza.

—Gracias por quererme en tu vida— Changwook trató de contener la emoción pero fue en vano —No hay nada que me haría más feliz que ser tu marido, pero no quiero que te sientas obligado a dar este paso por mis circunstancias.

—¿Crees que me quiero casar contigo por pena?

Changwook no respondió, pero en el fondo temía que esa fuese la razón.

—Quiero que seas mi marido. Quiero despertar a tu lado cada mañana. No importa que estés enfermo, no importa el tiempo que nos quede, solo quiero que seamos felices— las lágrimas se deslizaron por las mejillas de Changwook mientras la sonrisa de Taehyung se hacía más grande —Me arrepiento de haber tardado tanto en mudarme contigo, pero no pienso arrepentirme de no haberme casado contigo.

—Taehyung...

—No tienes que preocuparte por mí. Sé que querías que me fijara en MinMin porque temes que me quede solo, pero no estoy solo, hyung. Tú mismo lo dijiste, ¿verdad? Tengo una familia que me quiere. Tengo a MinMin y Junggi, pero también a Hoseok hyung, Eunha, Sungjae y Minho-sae— Taehyung le apretó la mano —Tengo muchos amigos que me apoyan. No tienes que sufrir por mí, lo que tienes que hacer ahora es disfrutar conmigo.

—Yo...

—¿Vas a disfrutar conmigo?

Changwook asintió levemente con la cabeza.

—¿Eso es un sí?

Changwook sabía que sería un matrimonio corto y quizá no tenía mucho sentido dar un paso como ese en su situación, pero amaba a Taehyung como no había amado a nadie y quería ser su marido, independientemente del tiempo que la vida le permitiese pasar a su lado. Por una vez quería ser feliz, aunque fuese por un tiempo limitado, solo quería ser feliz junto a Taehyung.

—Es un sí.

El menor le dio un abrazo muy fuerte y Changwook se agarró de su espalda, incapaz de contener las lágrimas.

—Sé que esto no es lo más romántico del mundo...

—Para mí lo es— le cortó Changwook inmediatamente —Solo te necesito a ti. No deseo nada más.

Taehyung le dio un beso en la boca y el director le correspondió con el mismo afecto.

—Necesito que firmes un papel para que sea oficial.

—¿Puedo firmarlo ahora?

—Claro, hyung— se rió jovial —Te lo traigo ya mismo.

Changwook esperó con el pulso acelerado a que Taehyung regresara al salón. Aunque apenas tardó unos minutos, su inquietud no se calmó ni siquiera cuando lo vio entrar por la puerta. El menor le mostró dónde debía depositar la firma y Changwook sonrió conmovido al ver que Taehyung ya había dejado la suya.

Las bodas en la isla eran muy sencillas. La mayoría de la gente solo firmaba un documento estándar y lo entregaba al día siguiente en el ayuntamiento; otras personas en cambio se casaban en el templo budista bajo un ritual sencillo que llevaba a cabo algún familiar o amigo de la pareja.

No solían hacerse fiestas como antaño, dado que no abundaba la comida y la población debía seguir unas normas estrictas para evitar la escasez de alimentos. De hecho, la mayoría solía optar por reuniones privadas con sus seres más allegados mientras otros se limitaban a llevar la unión en pareja.

Changwook dejó el bolígrafo sobre la mesa y le sonrió con la mayor dicha del mundo.

—Te amo, Taehyung.

El menor se inclinó para darle un beso a su marido.

—Y yo a ti.

Mientras contemplaba el brillo en su mirada, Taehyung pensó en que ese sería su primer y último matrimonio. Una vez Changwook se fuese de su lado, no volvería a salir con nadie. Ya eran demasiadas las personas que había perdido y aunque Jimin le había asegurado que no era culpa suya, Taehyung creía que había algo malo en él que sentenciaba a la gente que amaba a muerte.

Las palabras de Hyungsik crearon un profundo silencio en el comedor que en décimas de segundos se rompió por la inmensa rabia que creció en Jungkook. El maknae hizo ademán de pegarle un puñetazo, pero su amigo lo agarró del brazo, evitando a tiempo que pudiera alcanzar su rostro.

—¡Suéltame, hyung!— Jungkook se trató de zafar iracundo —¡Le voy a romper esa cara de gilipollas que tiene!

Hyungsik no se movió ni un centímetro mientras veía cómo Yoongi trataba de retener al menor. A pesar de que sabía que la amenaza era real, también era consciente de que Yoongi no dejaría que le tocase ni un solo pelo. El interés por las coordenadas había calado en él, de eso estaba completamente seguro.

—¡No te vas a quedar con él, malnacido! ¡Le debes las coordenadas a Yoongi hyung por haberte invitado!

—Las coordenadas valen mucho más que una simple noche en un hostal. Si Yoongi quiere que le compense por la invitación, tendrá que ser por algo de un valor equitativo.

—¡Hijo de puta!

—Imagino que querréis discutirlo en privado— Hyungsik apagó el cigarro presionándolo contra la mesa —Tomaros vuestro tiempo. Estaré en mi dormitorio.

Yoongi no soltó a Jungkook hasta que lo oyó subir por las escaleras.

—No te lo estarás planteando, ¿verdad?— el maknae se alejó unos pasos y le miró indignado —Dime que no vas a acceder a esto.

—JK...

—¡Dijiste que lo haríamos juntos, dijiste que siempre estarías a mi lado!— Jungkook alzó la voz enrabietado —¡No pienso regresar sin ti! ¡No pienso permitir que te quedes con ese pederasta!

—Llevamos muchos años buscando Inyeon y ni siquiera sabemos si estamos buscando en el lugar acertado— Yoongi no perdió la calma, a pesar del enfado del menor —Esta es nuestra mejor oportunidad de volver a casa y lo sabes tan bien como yo.

—Lo único que sé es que no me fío de ese desgraciado— el maknae señaló hacia la puerta, como si Hyungsik todavía estuviera presente —¿Cómo sabes que realmente tiene las coordenadas? ¿Cómo sabes que no miente?

—Cuando se trata de un intercambio es muy riguroso. No es la clase de persona que incumple un acuerdo.

—Entonces exígele que te entregue las coordenadas a cambio de tu hospitalidad.

—No va a ceder, JK— Yoongi se apoyó sobre la mesa —Él ha dejado muy claro lo que quiere y no va a cambiar de idea, te lo aseguro.

—Me da igual, el precio es demasiado alto— Jungkook apretó el puño asqueado —No eres un objeto, hyung. No te vas a quedar aquí con él y punto.

—Deja de ser tan cabezota— resopló frustrado —¿Es que no lo entiendes? No somos nosotros los que jugamos con ventaja, es él el que tiene las coordenadas. Si las queremos vamos a tener que aceptar sus exigencias.

—Entonces no las quiero— el maknae se encogió de hombros —Que se las meta por el culo.

—No digas tonterías— le pidió Yoongi exhausto —Recuerda lo que te pasó ayer. Sabes que no vamos a aguantar eternamente.

—Pues lo torturamos hasta que nos entregue lo que queremos.

—¿Y crees que lo hará?— cuestionó inmediatamente —¿Crees que a alguien como él que lleva aquí más tiempo que nosotros le asusta la tortura? ¿Crees que va a ser sincero si le quitamos las uñas o le cortamos los dedos? ¿De verdad piensas que cooperará si le damos de hostias?

Jungkook se mordió el labio molesto.

—Sabes que no lo hará. Tú también te has dado cuenta de que no es un hombre común y corriente— Yoongi desvió la mirada hacia la ventana. En el exterior seguía nevando —Sé que todo esto te jode, yo tampoco soporto que nos tenga cogidos de los huevos, pero es lo que hay. No tenemos otra opción si queremos volver a Inyeon.

—No lo acepto, hyung.

—Mañana podrías estar en casa.

—¡No es mi casa si tú no estás!— le gritó enfurecido —¡Maldita sea, Yoongi! ¿Es que no lo entiendes?

El mayor decidió no replicar. Jungkook estaba muy alterado y no quería contribuir aún más a ese estado. Lentamente se acercó y le dio un sentido abrazo, a pesar de que el maknae se resistió al contacto.

—Escúchame muy bien, JK— le susurró al oído —Solo hay una manera de hacer esto. Tengo que manipular a ese hijo de puta para que me dé las coordenadas. No podemos cometer errores, no tenemos segundas oportunidades. No puede desconfiar de mí bajo ningún concepto. Si eso ocurre, se acabó— Yoongi le apretó el brazo —Tienes que dejarme hacer esto a mi manera, ¿entiendes?

—Hyung...

—Esto no es una broma— insistió en un tono muy serio —Conozco a ese tipo mejor que tú. Debes confiar en mí y mantenerte al margen.

Jungkook asintió con la cabeza, a pesar de que tenía un mal presentimiento al respecto.

—¡No estoy de acuerdo contigo!— el maknae se alejó unos pasos de él —¡Pero siempre es igual! ¡Siempre haces lo que te da la gana! ¡Estoy harto!

Y así terminó la conversación. Yoongi se dirigió al segundo piso mientras Jungkook se quedaba en el comedor con sentimientos encontrados.

Una de las razones por la cual no quería que el maknae se involucrara era porque no tenía la templanza necesaria para tratar con alguien como Hyungsik. Aunque actuaba como si estuviera en perfecto estado, lo cierto era que Jungkook seguía recuperándose del virus y Yoongi temía que pudiera salir herido si se enfrentaba directamente a él.

El hermano de Taehyung se tomó un instante antes de llamar a la puerta y entrar en el dormitorio.

—¿Podemos hablar?

—Tu chico grita mucho— Hyungsik estaba sentado en la cama, afilando un cuchillo de caza. El hombre guardó el arma en su funda y lo dejó sobre la mochila —Si sigue levantando la voz se llenará la zona de terjangkit.

—No es mi chico, es el novio de mi hermano.

Hyungsik no esperó esa respuesta y Yoongi advirtió que su sorpresa fue genuina.

—¿Dónde está Taehyung?— preguntó con el mayor tacto posible —Me lo llevo preguntando todo el día, pero no estaba seguro de si debía... Ya sabes...

Yoongi dejó el candelabro junto al otro, que estaba sobre la cómoda, y se tomó un instante para crear más tensión.

—Está en un lugar mejor.

—Lo siento— Hyungsik asumió por sus palabras que había muerto —Sé lo importante que era tu hermano para ti. Lamento tu pérdida.

—Fue hace mucho— Yoongi tomó asiento a su lado y le miró fijamente a los ojos; su mirada oscura parecía aún más profunda a la luz de las velas —Afortunadamente no sufrió. No habría podido soportarlo...

El hombre sabía que decía la verdad. El amor que sentía Yoongi por Taehyung era inmenso.

—Por eso necesito que Jungkook vuelva a Inyeon. En la isla está su hermano— Yoongi lo dijo con cierto desazón —Esto es muy importante para mí, hyung.

—No te he mentido, te he dicho la verdad— Hyungsik posó su mano suavemente sobre la suya —Sé que querías mucho a Taehyung y comprendo que quieras que tu amigo vuelva con su hermano. Puedo ayudarte en eso.

—¿Por qué quieres que me quede contigo?— Yoongi contempló su rostro desconcertado —Cortaste el contacto conmigo y ahora... No lo entiendo... Fuiste tú quien me dejó.

—Tuve que hacerlo, no fue por voluntad propia— aseguró pensando en Seokjin —Sabes que siempre has sido muy especial para mí, ¿verdad? Nunca te he negado nada, siempre te he ayudado en todo. ¿Por qué crees que lo hacía? Siempre he sentido que nos unía una conexión muy especial.

Yoongi cerró los ojos al sentir sus dedos rozando su mejilla. Esa reacción complació mucho a Hyungsik, que notó que la tensión entre ellos había cesado.

—Le prometí a Tae que cuidaría de su novio. Si me ayudas a que Jungkook vuelva con su hermano, entonces me quedaré contigo.

Su respuesta agradó al hombre aunque no lo expresó. 

—En el embarcadero hay barcos, los he visto al pasar con el coche— Hyungsik rodeó su cintura y lo apretó contra su cuerpo —Le daré las coordenadas a Jungkook cuando se suba a uno.

—¿Y Yuuma? ¿Dejarás que el niño se vaya con él?

—Sí— aseguró sin apartar la mirada —Este no es lugar para un crío.

—Es la mejor decisión— Yoongi entrelazó su mano con la suya —Allí estará a salvo. Jungkook cuidará bien de él.

—Y yo cuidaré de ti— Hyungsik tocó su labio inferior con el pulgar —Como en los viejos tiempos.

Yoongi no reaccionó cuando sintió sus labios presionar sobre los suyos. Hyungsik profundizó con la lengua adueñándose de cada rincón de su boca. Poco a poco lo fue apretando contra la cama y deslizó las manos por debajo de su ropa, buscando sentir el roce de su piel.

—Te deseo, Yoongi.

El menor jadeó al sentirlo bajar hacia su entrepierna. A Hyungsik le gustaba llevar el control, era el típico activo que necesitaba estar siempre al mando y por eso lo dejó. Para obtener las coordenadas debía ganarse su confianza y la forma más rápida de lograrlo pasaba por el sexo. Yoongi respondió a cada beso con naturalidad y gimió sin cohibirse para hacerle sentir seguro. También se mostró impaciente cuando le quitó la ropa y lo tumbó boca abajo. Solo lo detuvo para recordarle que debían usar un condón.

—Tengo en la mochila. Dame un segundo.

Yoongi tuvo sentimientos encontrados al oír la respuesta. No quería follar con él sin protección, dado que no sabía si tenía alguna enfermedad de transmisión sexual, y aunque le tranquilizó que tuviera preservativos, al mismo tiempo le revolvió el estómago. El menor se obligó a alejar a Yuuma de su mente. Tenía que seguir el plan al pie de la letra y no dejarse llevar por sus emociones.

Debía sacar a Jungkook de la península y también debía salvar a Yuuma.

Cuando Hyungsik regresó a la cama y comenzó a profundizar en sus caricias, Yoongi cerró los ojos y se imaginó que era Jimin el que lo tocaba y besaba; su mente eliminó por completo la existencia de Hyungsik e implantó la de Jimin, con su cabello rubio, su piel suave y su sonrisa entrañable.

Yoongi se esforzó en no gemir su nombre, aunque en su cabeza no hizo otra cosa que repetir una y otra vez el nombre del hombre al que amaba.

Jimin estaba sentado sobre la hierba, observando como Junggi corría detrás de Mellie. Las risas del pequeño sonaban por toda la colina, al igual que los ladridos de la perrita, que huía de él entusiasmada.

Jimin sacó un té de jengibre de la mochila y tomó un trago. Un extraño ruido le hizo alzar la vista hacia el árbol que tenía a su espalda, donde se topó con un cuervo negro posado encima de una rama. El animal tenía los ojos rojos, pero no estaban inyectados en sangre. Su mirada firme y penetrante le hizo sentir un ligero escalofrío.

El animal emitió un graznido breve antes de alzarse al vuelo. Jimin se levantó abruptamente y se giró hacia Junggi, pero su hijo ya no estaba y tampoco la perrita, cuyos ladridos habían cesado, dando paso a un inquietante silencio.

—¡Junggi! ¡Mellie! ¡Junggi!

El sol se escondió detrás de las nubes, creando un ambiente mucho más tétrico. La angustia comenzó a invadir el corazón de Jimin, pero lejos de quedarse inmóvil por el miedo, corrió colina abajo en busca de su hijo.

—¡Junggi! ¿Dónde estás? ¡Junggi!

El joven se detuvo delante de un río. El agua fluía en calma a pesar de que presentaba un aspecto muy siniestro. Al otro lado vio a su hijo acompañado de un hombre vestido de negro. El cuerpo de Mellie yacía muerto a los pies del desconocido, lo que estremeció cada parte de su ser.

Junggi se puso a llorar a lágrima viva cuando el hombre lo agarró del cuello. El corazón de su padre se agitó bruscamente al verle desenvainar un cuchillo y apretarlo contra la mejilla del niño. Jimin quiso alzar la voz pero no pudo pronunciar palabra. Tampoco fue capaz de cruzar el río porque algo le impedía moverse de allí.

Y entonces comenzó a fluir la sangre. Jimin fue testigo de cómo degolló a Junggi delante de sus ojos.

El joven se alzó de la cama a punto de soltar un grito. Su corazón bombeaba descontrolado, como si estuviese a segundos de estallar. Inmediatamente se giró hacia su izquierda, donde halló a Junggi durmiendo abrazado a un peluche.

Jimin lo apretó contra su pecho con lágrimas en los ojos. No era la primera vez que tenía una pesadilla, pero sí era la primera vez que veía morir a su hijo. El niño se agarró de la camisa de su padre y ese pequeño gesto logró rebajar su ansiedad.

—Te quiero mucho, mi amor— susurró sin separarse de él —Eres mi razón de ser.

Jimin se había quedado dormido en la cama del niño. Su intención era pasar unos minutos con él antes de regresar a su dormitorio, pero el cansancio le llevó a caer en un profundo sueño. El joven cerró los ojos y pensó en Yoongi. Las pesadillas habían aumentado desde su muerte. A pesar de que seguía acudiendo a terapia nunca desaparecían del todo. No como cuando Yoongi estaba a su lado; cuando estaban juntos todo era mucho más fácil. 

«Te echo tanto de menos, Yoon. Ojalá estuvieras aquí»

Junggi balbuceó algo entre sueños y Jimin comenzó a acariciarle el cabello pensando en sus últimas citas. El cáncer de Changwook le había hecho reflexionar mucho sobre la enfermedad de su madre biológica. ¿Y si él también moría joven? ¿Y si no llegaba a los treinta? Jimin no dejaba de agobiarse con esa clase de pensamientos, pero Hoseok tenía razón; no necesitaba buscar pareja para asegurar el bienestar de su hijo. 

Aunque la sombra de Park Jongsuk le hacía dudar a veces de sí mismo, en el fondo sabía que era un buen padre.

El joven oyó un golpecito contra el cristal de la ventana y se levantó extrañado de la cama. Al asomarse vio la silueta de un hombre cerca de la entrada de su casa. Su corazón dio un vuelco al recordar al desconocido de su sueño.

Inmediatamente abandonó el dormitorio y cerró la puerta con sumo cuidado. Jimin bajó por las escaleras con sentimientos encontrados y agarró un cuchillo del armario que había habilitado para las armas. Hábilmente lo escondió entre la ropa y tras calzarse con unas botas salió al exterior.

Aunque seguía nevado no reparó en el frío que sintió. El joven caminó hacia el extraño y poco a poco la luz de la farola fue desvelando el rostro de Kang Bumsoo.

—¿Sabe la hora que es?— preguntó Jimin bruscamente —¿Ahora también me va a acosar en mi casa?

—¿Acosarle? Dios no quiera— el hombre de cincuenta y nueve años respondió con una sonrisa forzada —Solo quería hablar con usted del homicidio que pretende llevar a cabo en el hospital.

—Este no es lugar para discutir. Si quiere algo de mí, acuda a mi lugar de trabajo y a una hora razonable, no se presente en mi casa y menos golpeando la ventana de mi hijo.

—¿Era la ventana de su hijo? Mis disculpas, entonces. Creía que se trataba de la suya.

Jimin apretó el puño repugnado por su falsedad. Kang Bumsoo era el jefe de un grupo minoritario de extremistas que había ido ganando fuerza en los últimos años. Aunque no contaban con mucha gente, eran muy insistentes en su oposición a cualquier proyecto que, según ellos, fuera en contra de las creencias de Dios.

Kang Bumsoo había tratado muchas veces de convencer a los habitantes de Inyeon de que Jimin no era apto para gobernar, principalmente porque vivía en pecado. Por desgracia para él, la gran mayoría de los creyentes de la isla tenían muy buena opinión del joven Park y aunque no coincidían siempre con Jimin, respetaban su forma de vida y agradecían el trabajo que hacía por ellos.

Esa armonía que existía en Inyeon no parecía agradar al grupo de Kang. Chanmi y Yeonjun se habían visto obligados a intervenir en varias ocasiones por altercados entre su grupo y creyentes y no creyentes del pueblo, a los que los extremistas detestaban por igual. La cosa nunca había ido a mayores, pero la crispación que provocaban comenzaba a ser un verdadero problema.

—La cuestión, Jimin...

—Gobernador Park— le corrigió inmediatamente.

—Gobernador Park— repitió con cierto desagrado —La cuestión es que mañana se cometerá un asesinato llevado a cabo por usted y sus cómplices del hospital. Es una ofensa a Dios que un simple humano arrebate la vida que el creador nos ha regalado— su mirada se tornó mucho más seria —Hemos tenido que convivir con leyes que van en contra de nuestras creencias, pero no vamos a tolerar que se legalice una forma de asesinato tan despiadada.

—Es el paciente el que ha solicitado la eutanasia.

—El paciente tiene problemas mentales y usted está aceptando la palabra de un loco en lugar de ayudarle. Dios dice...

—Dios no dice nada— le cortó con brusquedad —Es usted el que habla en nombre de Dios.

—¿Cómo se atreve?

—¿Qué va a hacer? ¿Relatarme uno de los versículos que más le conviene? Porque eso es lo que hacen ustedes, ¿no? Ignorar parte de la Biblia y tergiversar el resto— el menor metió las manos en los bolsillos del pantalón —Usted no cree en Dios, Kang. Usted usa a Dios para su beneficio. Por eso no hay ni un solo creyente en la isla que apoye sus majaderías.

—Me apena enormemente que piense eso de mí— soltó ofendido —He tratado de llegar a usted por las buenas, pero me ha sido imposible. Ha ignorado mi proyecto para repoblar la isla, ha ignorado mi petición de abolir la ley del aborto, ha desistido en escuchar mis preocupaciones sobre la adopción monoparental, prácticamente ha rechazado todas mis sugerencias.

—No, es usted el que ignora que convive con personas que no practican ninguna religión o que practican una diferente a usted. Ha tratado de imponerle al pueblo de Inyeon sus creencias y ha pasado por alto las leyes que ellos mismos han elegido— respondió tajante —Además, su proyecto consiste en obligar a las mujeres mayores de edad a tener entre tres y seis hijos. ¿De verdad no ve el problema?

—Es demasiado blando, gobernador. ¿Cómo va a prosperar la humanidad si no hacemos algo? ¿Cómo volveremos a dominar el mundo si quedamos tan pocos?

—Quizá Dios creyó que ya era hora de que nos fuéramos a tomar por culo. ¿No ha pensado en eso?

Esas palabras molestaron a Bumsoo y Jimin lo notó.

—Mire, es muy simple. No podemos ponernos a follar como conejos porque no producimos tantos alimentos. Que cada mujer tenga entre tres y seis hijos no es razonable. No son fábricas de hacer bebés y además no tiene ningún sentido imponerles semejante disparate— enfatizó para desagrado del hombre —La prioridad es darle a nuestra gente la mejor calidad de vida posible, no repoblar el mundo a diestro y siniestro. Los que quieran tener hijos los tendrán y los que no, pues no.

—Usted no ve lo que yo veo. Es demasiado joven e ingenuo para comprender la magnitud de todo esto— Bumsoo suspiró e hizo un gesto con la mano —Por eso me veo obligado a tomar otras medidas.

Varias personas salieron de entre las sombras.

—¿Qué es esto?— Jimin contó hasta cinco hombres y también se fijó en que portaban cuchillos —¿Pretende asustarme?

—No, me temo que no es la clase de hombre que se asusta fácilmente. La única forma de conseguir un cambio justo es eliminando al pecador que nos está dirigiendo hacia el abismo.

—¿No ha venido hasta aquí para detener un asesinato?— Jimin se llevó la mano a la espalda —¿La Biblia no habla sobre la hipocresía o se ha saltado ese capítulo?

Bumsoo ignoró sus palabras deliberadamente.

—No se preocupe, no le pasará nada a su hijo. Es un niño afortunado que crecerá en un entorno mucho más sano.

—Estoy de acuerdo— Minho apareció de repente, atrayendo la atención de todos —Junggi crecerá en un lugar mucho más sano.

Bumsoo vio que sujetaba un machete en la mano. Dos de sus hombres retrocedieron inmediatamente y un tercero echó a correr, ignorando las órdenes de su jefe. Lee Minho tenía fama de ser implacable. Las historias que contaban sus compañeros de expedición, entre ellos Taehyung, habían llegado a oídos de todos los habitantes de la isla. Muchos le temían y otros le admiraban, pero nadie deseaba tenerle como enemigo.

—Esto no termina aquí— Bumsoo miró a Minho y luego a Jimin mientras retrocedía lentamente —No hemos terminado.

Tanto él como sus hombres se marcharon, pero no sin dedicarles intensas miradas de odio.

—Putos cobardes— Jimin retiró la mano del cuchillo —¿Qué haces aquí, hyung?

—Salvarte.

—¿Salvarme?— arqueó una ceja —¿Crees que no habría podido con esos payasos?

—Desde luego— Minho guardó el machete en su funda —Pero limpiar un escenario como el que ibas a dejar habría sido muy latoso.

—Eres increíble... Ahora en serio, ¿qué haces aquí?

—Me encontré con esos tipos cuando salí a ver a Haneul— el mayor acarició la cabeza del pajarito que se hallaba sobre su hombro. Era un ave nocturna que había tenido problemas en un ala y desde que Minho le ayudó se habían hecho amigos —¿Qué quieres que haga con ellos?— le miró detenidamente —No lo irás a dejar así, ¿verdad?

—Han venido con la intención de matarme— su rostro se ensombreció —Por supuesto que no lo voy a dejar así.

La puerta de la casa se abrió y Hoseok salió al exterior vistiendo una bata de algodón con un diseño de cuadros azules y blancos.

—¿Pero qué estáis haciendo?— preguntó sin alzar la voz —¿Jimin, por qué no llevas una chaqueta? Hace muchísimo frío. ¿Estás tonto o quieres morir?

Jimin resopló sin ganas de responder. Al alzar la mirada vio que Minho se había quedado mirando a Hoseok con una expresión de puro afecto. Era raro verle así, sobre todo porque casi siempre que hablaba con él estaba serio.

—¿Quieres entrar, hyung?

—Gracias, pero debo volver a casa.

—Entiendo— Jimin le dio un golpecito en el brazo y comenzó a caminar hacia Hoseok, pero a medio camino se giró —Sobre el incidente...

—Me encargaré de ellos.

Taehyung ha dado el paso y se ha casado con Changwook. ¿Creéis que lo ha hecho por amor, por compasión o por ambas? 

Yoongi tiene una estrategia para conseguir las coordenadas y volver a casa, ¿pero logrará engañar a Hyungsik como tiene en mente? ¿Y será Jungkook capaz de mantenerse al margen? 👀

Entre la pesadilla y el fanatismo religioso de algunos habitantes de Inyeon, Jimin no gana para disgustos. ¿Qué haríais vosotrxs con los que han intentado matarlo? ¿Y qué creéis que va a hacer Minho con ellos? 🤔

Gracias por leer el capítulo, que por cierto es el más largo que he escrito hasta la fecha. 🤭  Espero que tengáis una maravillosa semana. Cuidaros mucho. 💜

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