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48

Jimin observó las casas modulares detenidamente. Había siete en total, cuatro pequeñas y tres de un tamaño mediano. Las pequeñas tenían números asignados mientras las otras contaban con letras del abecedario.

El chico se acercó a la puerta número tres y la abrió con cierta reticencia. La luz se encendió automáticamente, iluminando una habitación bien amueblada. El lugar disponía de una chimenea, una mesa, un sofá y una cama. A su derecha detectó un pequeño pasillo que lo llevó hasta el cuarto de baño.

Jimin ojeó el interior pensativo. La temperatura era agradable y también olía muy bien, aunque no lograba identificar la fragancia. El joven se fijó en el mueble bar que se situaba junto al sofá. Había varias botellas sin etiquetar lo que encendió su curiosidad.

Jimin destapó una de color verde notando un fuerte olor a alcohol. Sin pensárselo dos veces echó un trago que le provocó un intenso ardor en la garganta.

—Joder, es fuertísimo.

Asombrado por el sabor se quitó la chaqueta y la lanzó encima del sofá. Luego agarró otra botella y se tumbó sobre la cama. Ha Geon no le había mentido, era evidente que se dedicaban a destilar alcohol, aunque todavía no comprendía para qué necesitaban una estancia tan elegante.

La puerta se abrió cuando rozó la botella con los labios. Una muchacha de cabello oscuro entró en el cuarto luciendo un conjunto de lencería de encaje floral. La chica llevaba el pelo suelto y un maquillaje suave que le proporcionaba cierta inocencia.

—¿Eres nuevo?— preguntó con un ligero acento japonés —Nunca te había visto por aquí.

—Es la primera vez que vengo— dejó la botella en el suelo —¿Qué haces aquí? Me temo que te has confundido de puerta.

La joven comenzó a quitarse la parte superior del conjunto, lo que impulsó a Jimin a dar un salto de la cama.

—¡Para!— gritó avergonzado —¿Se puede saber qué haces? Solo he venido a beber.

—Todos los hombres dicen lo mismo pero en realidad vienen a divertirse con las chicas.

—¿Chicas?— Jimin frunció el ceño —¿Qué clase de lugar es este?

La muchacha titubeó. ¿Por qué se comportaba como si no supiera de qué iba la cosa? ¿Hacerse el desorientado era lo que le ponía?

—Me llamo Hirai Momo. ¿Cómo te llamas?

El joven tomó una manta de la cama y le cubrió los hombros con ella. Momo arrugó la nariz sorprendida. Nadie la había tratado con amabilidad desde que estaba en Inyeon y ese gesto la extrañó bastante.

—Soy Park Jimin.

—¿Qué te ha pasado?— señaló sus brazos —¿Te lo has hecho tú?

Jimin se apartó de ella sin responder a la pregunta.

—Tenía una amiga en el instituto que solía cortarse— comentó la chica —Decía que el dolor físico aliviaba el dolor emocional.

—¿Por qué no te he visto antes?— preguntó con la intención de cambiar de tema —Conozco a todos los habitantes de Inyeon pero a ti no recuerdo haberte visto ni una sola vez.

—Nunca salgo de aquí— Momo se sentó en el sofá —Tenemos prohibido ir al pueblo.

—¿Quién lo prohíbe?— Jimin agarró su chaqueta y se la volvió a poner. El silencio que surgió a continuación le indicó que estaba dudando —Puedes confiar en mí. No te voy a hacer daño.

—Nos trajeron aquí por la fuerza— confesó muy nerviosa —Nos mantienen encerradas, destilando alcohol, creando drogas y ejerciendo la prostitución.

Jimin necesitó unos segundos para procesar sus palabras. Lo primero que se le pasó por la mente fue que ese lugar era un picadero para solteros, infieles o gente con fetiches, donde podían emborracharse y explorar sus fantasías con otros habitantes de la isla. Nunca imaginó que Momo estuviera retenida y menos que hubiera sido secuestrada.

—¿Eres extranjera?— Jimin recordó las palabras de Yeonjun y todo lo que le había contado semanas después sobre el viaje a la península —¿Son tus amigas extranjeras?

—Sí, soy japonesa— Momo se tapó un poco más con la manta —Todas somos extranjeras.

—¿Sabes quién os ha traído aquí?— su agitación fue en aumento —¿Sabes quién os retiene?

—El que nos trajo es un tal Dom— murmuró incomoda —Pero el que manda se llama Jang.

Jimin notó una rabia desmedida surgir de su interior. Yoongi y Jungkook habían ido a la península a salvar a Yeonjun de unas personas que afirmaban haber perdido a sus hijas a manos de unos hombres. Y el responsable de todo no era otro que Jang Myungsoo.

—Siempre vienen los mismos— Momo continuó hablando sin ser consciente del malestar del chico —Son unos trece en total.

—¿Conoces sus nombres?— Jimin vio que asentía con la cabeza —Os ayudaré a salir de aquí, pero antes necesito saber cada detalle. Es importante que me cuentes todo lo que está haciendo Jang.

La muchacha sintió miedo. ¿Y si era uno de ellos y solo intentaba engañarla? El riesgo era enorme, bien lo sabía, pero algo en la mirada de Jimin la empujó a confiar en él.

—Nos dan comida si tenemos sexo con ellos, si hacemos las drogas que consumen y destilamos el alcohol que beben. Si una se niega nos pegan a todas. A Liu Wei la mataron de una paliza cuando intentó escapar... Y luego nos hicieron enterrar su cadáver junto al de otras tres chicas.

Jimin tuvo que levantarse del sofá, no podía quedarse quieto debido a la indignación que sentía.

—Nos encierran por las noches para que no podamos huir como hizo Liu Wei, aunque la verdad es que ninguna de nosotras se ha atrevido a intentarlo. Los castigos son grupales, por eso hacemos todo lo que nos dicen. Además, en una isla como esta no hay hacia donde escapar.

—¿Cuánto tiempo lleváis aquí?

—Puede que un año, no estoy segura... Nos secuestraron cuando íbamos a por agua al pozo. Nos obligaron a subir a un barco, nos taparon la cabeza y nos arrastraron por el bosque... Cuando llegué ya había dos chicas aquí y con el tiempo el número ha ido aumentando.

—¿Cuántas sois y qué edades tenéis?

—Quedamos seis y tenemos entre diecisiete y veintiuno, aunque las ha habido más jóvenes— Momo notó el disgusto en su mirada. La sensación que le transmitía Jimin con cada reacción le daba la certeza de que había hecho lo correcto en hablar con él —Cuando alguna se queda embarazada viene una mujer para provocar el aborto.

—¿Qué mujer?

—Hong Dahye— respondió con cierta dureza —Esa mujer tiene dos caras. Aparenta amabilidad pero es malvada. Haría cualquier cosa por un poco de droga.

Jimin apretó el puño enfurecido. Así que la enemistad que mostraban Myungsoo y Dahye era puro teatro. ¿Con qué fin? No lo sabía. Quizá era una forma de cubrirse las espaldas.

La muchacha se levantó del sofá y tomó un cuaderno de un pequeño mueble que había en el pasillo. Jimin aguardó impaciente mientras escribía sobre la hoja.

—Estos son todos los del círculo— Momo arrancó el papel y se lo entregó —Ese es el nombre que usan entre ellos.

Jimin bajó la mirada y leyó en silencio. Jang Myungsoo y Hong Dahye estaban en primera línea, luego les seguían Shin Dom, Cho Bak, Wi Sang, Ha Geon, Yoo Jeonghoon, Kang Donggun, Lee Kyongchol, Hwang Junseok, Bang Sanghun, Baek Minchol y Ri Hyunjoon. La mayoría tenía más de cuarenta años, algunos incluso estaban casados y con hijos. Que fueran gente de renombre no le sorprendió, dado que Jang nunca se juntaba con personas sin estatus.

—¿Cuántos están ahora mismo aquí?

—Dos. Cho Bak y Wi Sang— desveló un poco nerviosa —Suelen venir en parejas. Cada uno tiene un día asignado.

—¿Dónde están?

—En el uno y en el dos. Los módulos uno, dos y tres son para encuentros sexuales. Los módulos A, B, C y D son para crear alcohol y drogas.

Jimin agarró la botella del suelo y salió de la habitación ante la atónita mirada de Momo. La chica soltó la manta apresuradamente y le siguió hacia el exterior. Sin previo aviso irrumpió en el módulo dos, donde encontró a un tipo de aproximadamente cuarenta años arrinconando a una muchacha que medía poco más de metro sesenta.

—¡Estamos ocupados!— alzó la voz sin girarse para ver de quién se trataba —¡Vuelve luego!

Momo se tapó la boca con ambas manos al ver a Jimin golpear a Wi Sang con la botella. El hombre se desplomó delante de la muchacha de origen tailandés, que veía atónita cómo su sangre se deslizaba hasta la alfombra, mezclándose con el cristal roto.

—¿Tenéis algo con que atarlo?— preguntó Jimin sin inmutarse —Sirve cualquier cosa.

—Eh, claro— respondió Momo impactada —Minnie, ayúdame por favor.

Jimin agarró otra botella del mueble bar y continuó hacia el módulo uno. Allí se topó con una joven sentada en el suelo, masajeándole los pies a un hombre que la miraba desde un sillón con cierto desaire.

—Vaya, Park Jimin— Cho Bak alzó la mirada con arrogancia —No esperaba verte por aquí.

La chica de pelo negro dejó su tarea y desvió la vista por curiosidad, lo que le llevó a recibir una patada en el rostro.

—¿Te he dicho que pares, Yiren?— vociferó con profundo desprecio —¡Sigue trabajando, puta!

—L-Lo siento...

Jimin se acercó y ayudó a la muchacha a levantarse. Tenía varios golpes en el rostro y parecía muy joven, lo que le hirvió aún más la sangre.

—Momo está en el módulo dos— le dijo en un tono amable —Ve con ella.

—Un momento— Bak se alzó del asiento —Ella es mía y hace lo que yo le diga— Yiren se retiró a pesar de su indignación —Esto es intolerable. Espero que tengas una buena razón para...

—¡Cierra la puta boca!— Jimin se giró enfurecido —¿Qué diría tu esposa si supiera lo que haces aquí? ¿Qué pensaría tu hija de ti?

—Ellas no tienen nada que opinar sobre mis asuntos— se encogió de hombros —No entiendes lo que pasa porque te van las pollas. Para tu información, los hombres heterosexuales necesitamos desahogarnos de vez en cuando. Hay cosas que no puedes hacer con tu esposa y para eso están las putas.

—Los que cometéis delitos sexuales siempre lo justificáis de la misma forma— Jimin rompió la botella contra la pared y le miró con una expresión gélida —Estamos en el puto fin del mundo y seguimos lidiando con las mismas mierdas. Definitivamente el verdadero virus somos los humanos.

—Oye, baja la botella— Bak alzó las manos —Solo son unas chicas extranjeras. No le hemos hecho nada a las de la isla. Park, la prostitución siempre ha existido. La prostitución es más vieja que la historia en sí.

—También el asesinato.

Su forma de mirarle le dio miedo. Bak quiso huir hacia la puerta pero Jimin leyó sus intenciones y le cortó el paso. El hombre pensó en empujarlo, idea que descartó al percibir que no se dejaría tocar tan fácilmente. También le detuvo la posibilidad de recibir un corte en el brazo o peor aún, en la cara o en el cuello.

—¿Qué quieres de mí?

—Quiero que le cuentes al Señor Gam todo lo que está pasando aquí. Si delatas a Jang y Hong, dejaré que vuelvas con tu familia.

—Pero ellos me matarán...

—¿Qué te hace pensar que no lo haré yo?

El hombre volvió a contemplar la idea de salir corriendo.

—Estás en una isla, no tienes a dónde huir— Jimin vio a través de él, lo que le hizo retroceder —Pensándolo bien, deberías largarte. Sería estimulante cazarte por el bosque. Puedo hacer este mismo trato con cualquier otro miserable del círculo. No eres imprescindible.

—¡Vale! ¡Eres un puto demente!— se alteró —¡Le diré todo lo que sé pero no me mates!

—Ahora arrodíllate.

—¿Qué?— Bak le miró dubitativo —¿Por qué?

—¿Tienes un problema en el oído? ¡Haz lo que te digo, joder!

Bak acató sus órdenes a regañadientes. Nunca había entendido el odio que le profesaba Jang a Park pero en ese instante lo comprendió del todo; su mirada reflejaba una determinación muy peligrosa.

Cuando Momo, Yiren y Minnie se asomaron desde la entrada encontraron a Bak en el suelo, con el rostro ensangrentado, atado de pies y manos y balbuceando algo que no podían entender. Jimin apagó la luz sin inmutarse y cerró la puerta de un portazo.

—¿Qué le ha pasado?— preguntó Yiren.

—Se ha golpeado accidentalmente con la mesa.

La menor sonrió al ver la expresión de Jimin. Yiren no sabía si lo había hecho por ella y quizá era asumir demasiado, especialmente viniendo de un desconocido, pero su mirada le dio la impresión de que estaba en lo cierto.

—¿Momo, puedes reunir a todas las chicas?

—Por supuesto.

Jimin se quedó mirándolas durante un instante. La lencería que llevaban era muy fina y con el viento que se había alzado debían estar pasando frío.

—¿Podéis poneros algo de ropa? Es peligroso caminar así por el bosque. Os podríais hacer daño con las ramas y además es probable que pilléis un resfriado.

Las muchachas se miraron desconcertadas. Era muy extraño, casi inaudito que un hombre se preocupara por ellas. Momo le pidió que se quedara en el exterior y luego acompañó a sus amigas hacia el módulo B.

Jimin respiró profundamente mientras la oscuridad se adueñaba del cielo. Las manos le temblaban y no estaba seguro si se debía a su necesidad por el alcohol o a sus deseos de matar a cada uno de los desgraciados que formaban el círculo.

Quería cortarle el cuello a los que permanecían en los módulos y continuar con todos los demás, especialmente con Jang Myungsoo. No obstante, aunque su rabia era profunda, no podía dejarse controlar por la ira. Debía mantener la cabeza fría y actuar con prudencia, sobre todo cuando las cartas jugaban a su favor.

El chico aguardó durante veinte minutos hasta que Momo lo llamó. El módulo B era muy distinto de los otros, estaba bien equipado para destilar alcohol y por un instante el olor le mareó.

Momo, Yiren y Minnie se habían puesto unos vestidos bastante provocativos, lo que le indicó que seguramente no tenían otra clase de ropa. Las otras tres chicas que no conocía lucían atuendos similares y aunque eran muy cortos, cubrían más que la lencería.

—¿Nos vas a sacar de aquí?— preguntó Shuhua, una muchacha de tez blanca y acento taiwanés —Momo unnie dice que eres de fiar.

Jimin notó que era muy joven, probablemente tenía la misma edad que Yiren.

—Os voy a llevar a un lugar seguro.

—¿Por qué?— cuestionó otra joven de origen japonés —Liu Wei logró llegar hasta el pueblo y cuando le pidió ayuda a una mujer, esa perra la traicionó y acabó muerta.

—Sana, él no es Hong Dahye— se metió Momo inmediatamente —Se ha encargado de Bak y Sang por nosotras. ¿Por qué iría tan lejos si no quisiera ayudarnos?

—Porque la gente es mala y cruel, Momo. Hacen cosas terribles para satisfacer sus enfermas fantasías— Sana lo miró de arriba a abajo —No puedo confiar en él.

Jimin no se lo tomó en cuenta. Parecía una persona precavida y sobre todo muy sobreprotectora. Estaba al lado de Yiren y Shuhua, las menores del grupo y eso le indicó que trataba de cuidar de ellas.

—Podéis atarme— sugirió Jimin para sorpresa de todas —Si durante el camino creéis que tenéis razones para dudar de mis intenciones, podéis huir en cualquier momento— las jóvenes se miraron las unas a las otras —Os aseguro que la gente de la isla no sabe que existe este sitio. Los únicos que están al tanto de esto son los que están con Jang. Si me ayudáis a desenmascararlo, no habrá ninguna razón para que no podáis tener una vida.

—¿A dónde quieres llevarnos?— preguntó Mina, la única que se había mantenido al margen de la conversación —¿Estaremos a salvo?

—En mi casa lo estaréis.

—Yo confío en él— Yiren dio un paso al frente —Iré con él.

Momo y Minnie apoyaron a su amiga, incluso Shuhua decidió darle un voto de confianza. Sana en cambio seguía dudando y Mina tampoco parecía muy convencida.

—No confío en ti pero ellas sí confían y no pienso dejarlas solas— Sana se cruzó de brazos —No te ataremos pero te juro que como nos traiciones te mataré yo misma.

—Me parece justo.

Jimin no recordaba el camino de vuelta con exactitud, sin embargo logró orientarse gracias a la luz de la luna. Las chicas le siguieron a través de la maleza con sentimientos encontrados. Momo tenía la certeza de que podía confiar en él pero le preocupaba lo que podría pasar si no salían las cosas como esperaba.

Sana no le quitó la vista de encima ni siquiera cuando Jimin le entregó su chaqueta a Shuhua. La muchacha estaba muerta de frío pero ni ese gesto aplacó su desconfianza.

Caminar por un terreno levemente ondulado y cubierto de piedras, ramas y arbustos con tacones de aguja, fue un verdadero suplicio para la mayoría. Si no hubiera sido por Minnie, Mina se habría caído hasta en tres ocasiones.

Yiren caminó al lado de Jimin durante todo el trayecto. La muchacha quería preguntarle algunas cosas pero no podía; habían acordado avanzar en silencio para mantenerse a salvo de los hombres de Jang y eso aplacó su curiosidad.

El grupo tuvo que tomar el sendero más largo para rodear el pueblo. A pesar de la dificultad del terreno, ninguna se quejó ni una sola vez. Tampoco hubo conversaciones o cuchicheos, solo un silencio sepulcral que Jimin agradeció infinitamente.

La casa de los Park-Min-Jung era el único domicilio con luz. La mayoría de las viviendas a su alrededor estaban vacías, menos las del fondo de la calle, que se situaban bajando una pequeña pendiente.

—Hemos llegado— afirmó en voz baja —Las personas con las que vivo nos ayudarán.

—No tenemos otra opción— Sana se mordió el labio —Espero que cumplas con tu palabra.

Jimin agradeció que no se pusiera a discutir en un momento como ese. El hermano de Jungkook echó un exhaustivo vistazo por la zona antes de guiarlas hasta la entrada. Inquieto sacó las llaves del bolsillo del pantalón y abrió la puerta lo más rápido que pudo.

Las muchachas se sorprendieron al ver a Mellie junto al armario del calzado, tumbada sobre el esternón y mirándolas con cierta alerta.

—Un perro— se emocionó Minnie —Mirad, un perro.

—Se llama Mellie, es hembra.

Momo se arrodilló y extendió el brazo. La Shiba Inu se acercó y la olisqueó sin apartar la mirada de su mano. Luego la lamió, lo que provocó varias risas entre sus amigas. Jimin advirtió que Mellie había logrado acabar con la ansiedad, incluso en Sana y Mina.

—Ahora mismo vuelvo.

Jimin caminó inmediatamente hacia el salón y comenzó a bajar todas las persianas, ignorando la presencia de sus amigos.

—Hola a ti también, eh— se molestó Taehyung por su indiferencia —¿Dónde estabas? Te hemos estado esperando para cenar. ¿Sabes qué hora es? ¿Tu comportamiento te parece normal?

—Taehyung— Hoseok le apretó el brazo al notar que estaba a punto de exaltarse —Tranquilo.

—Oppa, ¿qué haces?

Jimin tampoco contestó a la pregunta de Eunha, solo abandonó el salón para mayor indignación de Taehyung.

—Se acabó. Me lo cargo.

A los pocos segundos regresó acompañado de seis chicas cuyos atuendos llamaron especialmente la atención de Hoseok y Taehyung. Eunha no supo cómo reaccionar ante la escena, sobre todo porque la conducta de Jimin resultaba cada vez más inusual.

—Primero alcohólico y ahora promiscuo— Taehyung se levantó del sofá —Se te ha ido la puta olla, Park Jimin.

—¿Puedes llevarlas al piso de arriba?— Jimin se dirigió a Eunha —Necesitan ropa que abrigue.

Eunha desvió la vista hacia las chicas y notó lo asustadas e intimidadas que estaban. Sus miradas parecían pedir ayuda a gritos, sobre todo cuando se cruzaban con la suya. Eunha volvió a mirar a Jimin y entonces entendió lo que sucedía. La seriedad de su amigo, la ropa de las muchachas y el estado en el que se encontraban lo hacía bastante evidente.

—Me llamo Jung Eunha— se presentó en un tono muy cálido —Venid conmigo.

—¿Puede venir ella?— Yiren señaló a Mellie.

Jimin alzó a la perrita del suelo y se la entregó a la muchacha. Momo se sintió inquieta al seguir a Eunha al piso de arriba. Le había caído bien pero estaba demasiado preocupaba por lo que pretendía hacer Jimin.

—¿Qué te ha pasado en los brazos?— Hoseok se levantó del sofá —Déjame ver.

—No es nada, hyung— Jimin metió las manos en los bolsillos —¿Recordáis lo que dijo Yeonjun sobre los hombres que mataron a Joongki hyung?

—¿Los que buscaban a sus hijas y hermanas secuestradas?— Taehyung cruzó las piernas —¿Qué pasa con eso?

—Fue Jang— desveló para asombro de ambos —Las tenía encerradas en un lugar apartado de la isla, creando drogas, alcohol y ejerciendo la prostitución.

—¿Lo dices en serio?— Hoseok le miró desconcertado —¿Cómo lo has averiguado?

—Y lo que es aún más importante, ¿qué piensas hacer con ese hijo de puta?— Taehyung se levantó y caminó unos pasos hacia su mejor amigo —Dime que tienes algo en mente.

—Necesito que vayáis a buscar a varias personas. No tenemos mucho tiempo, luego os explicaré todo. Urge que vengan cuanto antes.

Hoseok y Taehyung tenían muchas preguntas que hacerle pero entendían que debían reservarlas para más tarde. La pareja abandonó la casa a toda prisa mientras Jimin repasaba cada detalle en su mente.

El chico dio varias vueltas por la casa hasta que finalmente entró en la sala de música. El piano, junto al profundo silencio, le llevó a pensar en Yoongi y en lo que él haría si estuviera en su lugar.

—Te echo de menos— murmuró tocando una de las teclas del instrumento —No te haces una idea de lo difícil que es seguir sin ti...

Jimin miró hacia la librería. Detrás se escondía el mueble bar de su padre, cargado con un sin fin de bebidas alcohólicas.

—Ojalá pudiera escucharte otra vez— se sentó sobre el banco, ignorando sus ganas de beber —Quiero escucharte tocar Claro de luna, igual que en la casa de la montaña, cuando me besaste por primera vez.

Un tintineo a sus espaldas cortó la nostalgia. Jimin se levantó sobresaltado y vio a Wooshik a pocos metros de él, sosteniendo unas llaves entre las manos. 

—Taehyung dijo que era urgente.

—S-Sí... Claro— le señaló el sofá —Siéntate.

Wooshik actuó como si no hubiera oído nada. También ignoró las heridas de sus brazos para no incomodarle. 

Jimin le relató su encuentro con Geon en la taberna Cíclope y como lo acompañó hasta una parte del bosque que desconocía; le contó lo que descubrió en aquel lugar remoto y todo lo que había estado haciendo Jang durante meses.

A Wooshik le costó encajar la información aunque no se sorprendió del todo.

—Piensa mal y acertarás... Siempre he creído que Jang es una basura como persona.

—Necesito que reúnas a un grupo de gente que esté dispuesto a mancharse las manos. No sé cuántos simpatizantes tiene, por eso debe de ser lo más numeroso posible.

—¿Qué tienes en mente?

—Enviaré a Yeonjun, Soobin y Beomgyu a por los miembros del concejo bajo el pretexto de que quiero dejar mi cargo. Allí los expondré delante del Señor Gam.

—Jang y Hong tienen mucha influencia en la isla. Entre tú, el Señor Gam y yo podemos echarlos pero cabe la posibilidad de que se resistan. En realidad no creo que vayan a dejar su puesto tan fácilmente.

—No importa— Jimin se apoyó sobre el piano —Lo harán aunque sea por las malas.

—¿Qué quieres decir?

—Si no asumen su responsabilidad, esto dejará de ser una puta democracia. Si no asumen lo que han hecho, entonces seré juez, jurado y verdugo. 

Parece que las cosas en Inyeon se ponen cada vez más intensas. ¿Cómo procederá Jimin con esta situación? ¿Le saldrá bien lo que tiene en mente? ¿Qué haríais si estuvierais en su lugar? 👀

Ya estamos en noviembre. ¿Soy la única que siente que el tiempo vuela? Espero que estéis bien y que hayáis empezado el mes con buen pie. Nos vemos en nueve días. A cuidarse mucho. 💜

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