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46

Namjoon se encontraba a escasos metros de la orilla del mar, reflexionando sobre la noche en la que Hoseok trató de quitarse la vida y la decisión que tomó a la mañana siguiente delante de Jimin y Taehyung.

También había sido testigo de su primera consulta con Lee Sunmi, la veterinaria de la isla e hija de psiquiatras, cuyos consejos resultaron de vital importancia para la salud mental de su pareja.

Sus tendencias suicidas habían disminuido en los últimos seis meses gracias al esfuerzo que Hoseok estaba empleando en su recuperación.

A pesar del progreso, Namjoon se sentía tremendamente impotente. El joven quería darle aliento, quería borrar todo su dolor pero no podía; solo podía observar desde la lejanía cómo otros lo consolaban, lo amaban y le daban impulso y calor.

Verle sonreír entre los brazos de Taehyung, verle buscar el afecto de Jimin o la atención de Eunha era muy duro porque comenzaba a ser consciente de que ahora eran otros los que ocupaban su lugar.

Y aunque en realidad agradecía que estuvieran pendientes de Hoseok, especialmente en sus momentos más críticos, ese hecho no lo hacía menos doloroso para él, ni eliminaba la sensación de ser innecesario, reemplazable e intrascendente.

Quizá era su propio miedo a caer en el olvido lo que le hacía sentir de esa manera y aun así no lograba alejar esas emociones negativas de su corazón.

—Hola— Seokjin se sentó a su lado y fijó la mirada sobre el mar —¿En qué piensas?

—Estoy muy cansado, hyung...

—Entonces deberías irte con tu familia.

—No voy a dejarte solo— respondió un poco molesto —No lo vuelvas a mencionar.

—Namjoon, quizá sea mejor que sigas el consejo de Seungho.

—Seungho hyung no tiene ni puta idea— bramó para sorpresa del mayor —Cuando nos soltó toda la sopa me cuestioné mi decisión porque realmente me dolió lo que dijo, pero pensándolo en frío, ¿habría dicho lo mismo si hubiera visto a Eunha destrozada como la vimos nosotros? Porque si yo llego aquí y veo a Hobi en las mismas condiciones que él encontró a Eunha, también habría cruzado sin pensármelo dos veces.

—Tienes razón— Seokjin bajó la vista hacia la arena cristalina —Es horrible ver a tus seres queridos sufriendo por ti... Por eso debes irte— le tocó el brazo —Esto te está afectando y no quiero más dolor para ti. 

—No puedo ayudar a Hobi... No puedo ayudar a Jimin, a Jungkook, Yoongi hyung o Taehyung— dijo con cierta resignación —No puedo ayudar a nadie, excepto a ti— Namjoon le miró fijamente a los ojos —No voy a irme, así que deja de insistir. Ya debes conocerme lo suficientemente bien como para saber que no voy a cambiar de opinión.

—Sí, eres bastante cabezota— resopló frustrado —¿De quién lo sacas?— una suave brisa sopló entre ellos. Seokjin alzó la mirada hacia el cielo y detectó varias nubes en forma de flor —Nomeolvides...

—¿Cómo dices?

—Si sigues lamentándote te va a dar una depresión de caballo— se levantó para a continuación sentarse en cuclillas justo delante de él —Mira, necesitas encontrar algo que mantenga tu mente ocupada, algo que alce tu espíritu y te permita estar en paz contigo mismo.

—Teniendo en cuenta que estamos muertos, eso último ha sonado bastante raro...

—Vamos a crear reglas de convivencia— Seokjin le tapó la boca con la mano, ignorando sus quejas —Nada de magia en nuestro día a día. Cocinar, limpiar, ordenar... Las cosas de humanos las haremos como humanos. ¿Entendido?

Namjoon frunció el ceño pero el mayor no le dio importancia.

—Vamos a salir más a menudo. Todos los días iremos a un lugar que nos parezca interesante. Puede ser en Corea o en cualquier otra parte del mundo, da igual.

—Pero has dicho que nada de magia...

—Para ser tan inteligente no pillas lo más básico, eh.

La mueca de fastidio que apareció sobre el rostro de Namjoon provocó una carcajada en Seokjin. Su expresión le resultó tan divertida que le llevó a perder el equilibrio y caer de culo sobre la arena.

—Al menos te diviertes...

—Por supuesto— Seokjin sonrió pícaramente —¿Es que lo dudas?

Namjoon agarró un poco de arena y la dejó caer sobre la cabeza del mayor. La sonrisa de Seokjin se desvaneció bruscamente pero solo hasta que vio que estaba sonriendo de oreja a oreja. 

—¿Este comportamiento te parece normal?— bufó indignado —Me ha entrado arena dentro de la camisa.

—Ve buscando un destino— Namjoon se alejó hacia la casa —Saldremos en quince minutos.

—¿Eh? ¿Así de repente?— Seokjin se levantó del suelo —Pero... ¿A dónde quieres ir?

Namjoon lo dejó con la duda mientras se dirigía a su dormitorio. La tensión en Inyeon le había pasado factura hasta tal punto de haber olvidado algo muy importante; Hoseok estaba haciendo su mayor esfuerzo por recuperar el control de su vida y él no podía hundirse en la tristeza cuando su novio estaba luchando por salir de ella.

Seokjin tenía razón en su propuesta. ¿Por qué matar el tiempo en El Umbral cuando podría estar haciendo algo productivo? Ambos estaban separados, ambos estaban en mundos distintos y ambos debían seguir adelante con sus vidas.

El día de su reencuentro con Hoseok prometía ser un acontecimiento feliz, no lleno de remordimientos y para lograrlo, Namjoon también debía hacer su mejor esfuerzo por encontrar algo de paz.

Taehyung caminó por el pueblo completamente distraído. Estaban en mayo, lo que significaba que habían pasado trece meses desde que cambió el mundo y seis desde que cambió el suyo. En las condiciones en las que se encontraban, el tiempo transcurría de una forma muy peculiar. Un año en un mundo apocalíptico se sentía como tres años en un mundo normal.

Quizá por el peligro y la incertidumbre que los acompañaba a diario. El miedo a las cosechas perdidas y la hambruna que podrían ocasionar, la falta de recursos médicos, la falta de seguridad y sobre todo la posibilidad de que Inyeon pudiera caer ante los infectados.

La gente en el pueblo comenzaba a vivir más rápido al ser conscientes de que vivir hasta los ochenta ya no era factible. En los últimos meses se habían casado siete parejas, algunas tras convivir solo unas pocas semanas juntos.

Taehyung comprendía esa manera de actuar. En ese mundo ya no había tiempo para esperar ni para pensar a largo plazo.

El joven se dirigió a casa con la misma apatía de los últimos días. La ausencia de Yoongi y Jungkook apenas le dejaba centrarse en el trabajo. Changwook estaba siendo muy comprensivo con él, incluso le había animado a tomarse un descanso, pero su empleo era lo único que le impulsaba a levantarse por las mañanas. Y era irónico teniendo en cuenta que no conseguía desempeñarlo con la misma entrega que antes. 

Desde lejos vio a una chica saliendo de su domicilio. No la reconoció por culpa del ocaso pero tampoco le dio demasiada importancia.

Al entrar en su casa se sorprendió de no ser recibido por Mellie. Pronto recordó que Eunha se la había llevado a visitar a Sungjae para ver si a la perrita le gustaba la casita de madera que le estaba construyendo el muchacho.

Taehyung guardó el calzado y se miró en el espejo de la entrada. Sus ojeras marcadas parecían casi tan oscuras como su cabello negro. Cansado caminó hacia las escaleras pero se detuvo abruptamente al percibir luz desde el salón.

El joven entró en la habitación creyendo que se encontraría a Hoseok, sin embargo al que halló tirado en el suelo fue a su mejor amigo. 

Jimin estaba desnudo, mirando hacia la nada y sujetando una botella de alcohol en la mano derecha. Su pelo negro lucía revuelto y también tenía varias manchas de pintalabios en el cuello.

—¿Qué...? ¿Qué es esto?— el estado de embriaguez en el que se encontraba no pasó desapercibido para el menor —¿De dónde coño has sacado la botella? ¿Y por qué estás desnudo?— Taehyung recordó a la chica de cabello largo que salió de la vivienda —No me jodas. ¿Te la has follado?

—¿Importa?

—¡Por supuesto que importa, pedazo de imbécil!— el menor recogió la ropa del suelo y se la lanzó a la cara —¡Le acabas de ser infiel a mi hermano! ¿Cómo has podido hacerle eso? ¿Pero qué cojones te pasa?

Jimin ni se inmutó por el dolor que le causó el golpe del cinturón en el labio.

—A tu hermano no le importo...

—¡Deja de decir gilipolleces!

—¿Gilipolleces?— Jimin alzó la mirada hacia él —¿Entonces dónde está? ¿Por qué no viene a insultarme? ¿Por qué no me grita por haberle sido infiel? ¿Por qué no me pega? ¿Por qué no me agrede de alguna forma? ¿Por qué, Taehyung? ¿Por qué?

—¿Te has acostado con esa chica para provocar su ira?— Taehyung se quedó de piedra —Es que... ¿Es que ya le has dado por muerto?

—¿Sigues pensando que están vivos?— las lágrimas comenzaron a descender por sus mejillas —¿Y dónde están? ¿Eh? ¿Dónde? Han pasado seis meses... ¡Seis! Si estuvieran vivos ya habrían vuelto...

—Quizá no pueden... Quizá...

—¡Quizá, quizá, quizá, quizá!— repitió furioso —¡Demasiados quizá!

—¿Entonces? ¿Cuál es tu plan?— preguntó muy dolido —¿Emborracharte y follarte a chicas hasta que te responda? ¿Es eso lo que pretendes hacer?

—No me responderá, lo acabo de comprobar— Jimin agarró su ropa interior y se vistió ante la atónita mirada de su mejor amigo —He hecho algo imperdonable y me ha ignorado, de la misma forma que Namjoon hyung ignora a Hoseok hyung...

—Estás borracho, no sabes lo que dices...

—Es la realidad. Ellos han muerto y nosotros seguimos aquí— Jimin tomó otro trago de la botella —¿Vas a culparme por refugiarme en la bebida?— preguntó tras ver la mirada de desaprobación que le echó —Adelante, hazlo. Júzgame, cúlpame, ríete. Siéntete superior. Eso no los traerá de vuelta.

—Tu conducta tampoco— Taehyung no pudo contener las lágrimas —¿Crees que el alcohol lo va a solucionar? ¿Crees que comportándote así se sentirán orgullosos de ti?

—¡No quiero que se sientan orgullosos de mí, quiero que vuelvan!— el mayor rompió la botella contra la pared, asustando con esa acción a Taehyung —¡Quiero que vuelvan aunque me odien! ¡Aunque me detesten y les decepcione! ¡Quiero que vuelvan!

El menor titubeó hasta que la mirada de Jimin se cruzó con la suya y sus ojos le transmitieron tanto dolor, que parecía estar suplicando por su ayuda.

—Yo también quiero que vuelvan— Taehyung lo estrechó cálidamente entre sus brazos —Y sé que lo harán. Tiene que haber una explicación. Debemos confiar en que siguen vivos. Debemos creer que siguen en alguna parte.

—Estamos solos, TaeTae— aseguró con la voz rota —Nuestros hermanos... Nuestros novios... Se han ido... Nos han dejado... Esto se acabó...

Taehyung no pudo moverse. Ni siquiera cuando Jimin abandonó el salón fue capaz de moverse un solo centímetro. Las palabras de su mejor amigo le habían calado hondo y las dudas comenzaban a amenazar con derribar la poca esperanza que albergaba en su corazón.

—¡Corre! ¡Corre! ¡Corre! 

Jungkook siguió a Yoongi a través de un campo de arroz. Unos perros infectados los perseguían y a diferencia de sus compañeros humanos, los canes no eran tan lentos ni descuidados.

El mayor tropezó con un objeto y cayó de bruces sobre el terreno. Jungkook lo agarró por debajo del brazo y lo obligó a ponerse en pie bruscamente.

—¡Vamos! ¡Vamos! ¡Vamos!

Los perros provenían de una de las granjas por las que habían pasado. Eran cinco mastines grandes y de aspecto terrorífico, con heridas grotescas y colmillos impactantes. Ninguno tenía intención de detenerse hasta devorar a sus presas y Yoongi y Jungkook lo sabían.

—¡Hyung! ¡Allí!

La granja que había señalado el menor estaba a muy corta distancia. Uno de los canes los alcanzó antes de que pudieran cruzar la valla de madera. Jungkook empujó a Yoongi a un lado evitando que el animal lograse morder la pierna de su amigo. A pesar del éxito, el mastín insistió en ir a por Yoongi e ignorar, de momento, a Jungkook.

El hermano de Taehyung presenció atónito cómo aquella bestia se le echaba encima. Lo único que logró hacer por puro instinto fue tomar la vaina de la katana con ambas manos y presionarla contra sus fauces. Esa acción no solo evitó que acabase muerto, también le dio el margen necesario a Jungkook para decapitar al can.

—¡Rápido!— lo ayudó a levantarse del suelo —¡Ya vienen!

Sin apenas aliento saltaron la valla y corrieron hacia la granja. Los perros se vieron retenidos por la cerca, ventaja que les sirvió a ambos para llegar hasta la puerta e intentar forzar la entrada.

—¡Hyung, date prisa!— Jungkook apretó el brazo de Yoongi al notar que los canes habían encontrado una abertura en la valla —¡Oh venga, no jodas!

El mayor lo empujó hacia el interior de la vivienda justo cuando comenzaron a correr en su dirección.

—Por los pelos— el maknae se apoyó sobre la puerta, sintiendo los golpes de los perros contra la madera —¿Y ahora qué hacemos, hyung?

Yoongi necesitó unos segundos para recobrar la respiración. La carrera que se habían pegado le había dejado sin aire. Una mujer de avanzada edad apareció de repente en la cocina apuntándoles con una escopeta.

—¡No! ¡Espere!— el novio de Jimin alzó las manos dejando caer la katana —¡Somos humanos, no estamos infectados!

La extraña no bajó el arma ante las palabras del muchacho. 

—No queremos hacerle daño— Jungkook dejó el sable japonés lentamente en el suelo y mostró sus manos desnudas, tratando de tranquilizar a la anciana —Solo buscamos un refugio.

—Haceros a un lado— ordenó sin perder la calma —Vamos, niños, que sea para hoy.

Los jóvenes siguieron sus indicaciones y se apartaron de la puerta. Ambos observaron a la mujer, de aproximadamente setenta y cinco años de edad, abrir la ventana con cierta brusquedad. El maknae quiso advertirla de los canes pero la anciana disparó sin vacilación.

Yoongi y Jungkook se quedaron impresionados con la rapidez que cargó el arma y ejecutó a los infectados. Una vez se hallaron muertos, cerró la ventana, echó las cortinas y se dirigió a ambos con total naturalidad.

—¿Cómo os llamáis?

—Min Yoongi— respondió sin poder ocultar su sorpresa —Y él es Park Jungkook.

—Yo soy Shin Sookja— la mujer de pelo gris bajó el arma —¿Qué os trae por aquí?

—Se nos estropeó el coche y al caminar por el campo nos comenzaron a perseguir esos perros— explicó Jungkook —Sentimos mucho haber irrumpido así en su casa, Señora Shin.

—No te preocupes, niño— Sookja les sonrió con una actitud mucho más agradable —¿Tenéis hambre? Iba a preparar la cena.

—¿Vive sola?— quiso saber Yoongi.

—Me temo que sí. Hace cinco años perdí a mi marido a causa de un derrame cerebral y mi hijo falleció hace mucho en acto de servicio— la mujer caminó hacia el salón y guardó la escopeta en un armario —Os debe parecer extraño que una anciana siga con vida, ¿no?— se echó a reír —Este es un lugar aislado pero autosuficiente. Estoy acostumbrada a vivir apartada de la sociedad.

—¿Por qué tiene un arma?

—Verás, Yoongi. Me gusta la caza, especialmente la de aves. He cazado desde niña por eso las armas siempre han formado parte de mi vida— Sookja los contempló detenidamente —Debéis daros un baño antes de cenar. Estáis muy sucios. 

Yoongi y Jungkook se miraron con ciertas dudas. La mujer parecía agradable pero mucha gente lo parecía y luego resultaban ser todo lo contrario.

Sookja los condujo por un estrecho pasillo. La granja era pequeña y solo disponía de un salón comedor rústico, dos dormitorios con los muebles más esenciales, una vieja cocina y dos cuartos de baño anticuados. A pesar de las circunstancias, el domicilio se veía limpio y ordenado.

—¿Todavía tiene agua?— Jungkook notó que el cuarto era diminuto.

—Gracias al pozo que tengo a escasos metros de la granja— Sookja se apartó de ellos —Os buscaré algo de ropa. Todavía conservo la de mi marido, seguro que os valdrá— sonrió amigable —Tomaros vuestro tiempo. Tardaré un poco en preparar la cena.

La pareja aguardó antes de compartir impresiones. Jungkook se aseguró de que no se había quedado en el pasillo a cotillear y por suerte no fue así.

—Bueno— el maknae cerró la puerta y vio que Yoongi se estaba desvistiendo —¿Confías en ella, hyung?

—Por supuesto que no— se desató las botas —Pero esto es mucho mejor que pasar la noche encima de un árbol, ¿no?

—Desde luego— Jungkook también comenzó a quitarse la ropa —Me gustaría tener un poco de paz para variar.

—No he visto nada que indique que aquí vivan más personas, aunque eso no quiere decir que no las haya— comentó observando el cuarto —Mantén los ojos bien abiertos.

—Como todos los días.

—Entra— Yoongi le cedió el turno —Lávate a fondo.

Jungkook se metió en la ducha y abrió el grifo. El agua estaba fría y el espacio era pequeño pero no le importó. No recordaba cuándo se había bañado por última vez; quizá fue en Inyeon, aunque de aquello hacía una eternidad.

—Para los perros infectados no hemos pasado desapercibidos— Yoongi se apoyó contra la pared —Me pregunto si se debe a que no hemos renovado la sangre en días o a que tienen un olfato mucho más desarrollado que los humanos.

—Teniendo en cuenta que los perros ya tienen de por sí un olfato mucho más desarrollado, la transformación solo lo habrá intensificado.

—Vamos a tener que movernos con más cuidado. No sabemos qué clase de animales pueden detectar nuestro olor con tanta facilidad.

—El elefante africano tiene el olfato más poderoso entre todos los seres vivos— Jungkook se enjabonó enérgicamente —Por suerte no creo que nos vayamos a encontrar con uno— bromeó, sacándole una sonrisa a su amigo —¿Qué habrá para cenar?

—Con tanto campo de arroz imagino que arroz, verduras, quizá kimchi o latas en conserva— Yoongi notó que le rugía el estómago —Me da igual, tengo mucha hambre...

Jungkook salió de la ducha mucho más relajado. El jabón que había utilizado no olía a nada pero dejaba una agradable sensación de frescor sobre la piel. Yoongi se le quedó mirando con una expresión tan ensimismada que le extrañó un poco.

—¿Qué pasa?

—No recuerdo la última vez que te vi tan limpio— le alcanzó una toalla y entró en la ducha —Pareces otro.

Jungkook se miró en el agrietado espejo de la pared. El pelo le había crecido mucho en los últimos meses y la barba se había adueñado de su rostro. Aunque en ocasiones solía afeitarse, en las últimas semanas no encontró la paciencia necesaria para dedicarse a temas de aseo.

Después de mucho esfuerzo lograron encontrar un barco apto para navegar. La sensación de salir a alta mar fue indescriptible para ambos. Yoongi y Jungkook se hallaron llenos de esperanza, de energía y de optimismo cuando alcanzaron la primera isla, pero después de revisar la décima tuvieron que regresar a la península por falta de combustible.

El maknae desvió la mirada hacia Yoongi. Los días que siguieron tras el primer fracaso fueron muy difíciles de encajar. Quizá por eso se habían abandonado físicamente.

—No creo que nos hayamos alejado mucho del embarcadero, hyung. La próxima será la vencida.

—Sí— Yoongi abrió los ojos lentamente —La próxima vez encontraremos Inyeon.

Sookja llamó a la puerta y el menor abrió lo justo, evitando que pudiera ver a su amigo en la ducha. La mujer le entregó varias prendas que aceptó de buena gana. Aunque la ropa era vieja estaba bien cuidada. El maknae se vistió con un pantalón de lino marrón y una camisa azul de manga larga. Para Yoongi había dejado un atuendo similar, solo que el pantalón era beige y la camisa negra.

Al terminar se animaron a dar una vuelta por la casa. El lugar era antiguo pero estaba bastante bien decorado. Solo las máscaras que encontraron en uno de los estrechos pasillos les dieron cierto repelús. Las caras de porcelana no eran las típicas caretas alegres de carnaval, tenían un aspecto siniestro que inquietó a ambos.

El olor en ciertas partes de la vivienda resultó bastante rancio, detalle que no les incomodó dado que llevaban meses oliendo a infectado.

—La cena estará en unos minutos— aseguró Sookja al verlos junto a la puerta de la cocina —¿Por qué no descansáis un poco en el salón?

Yoongi y Jungkook aceptaron la oferta y se acomodaron en un viejo pero cómodo sofá naranja.

—¿Crees que nos dejará pasar aquí la noche?— el maknae apoyó la cabeza sobre el hombro de su amigo, agotado por lo mucho que habían tenido que correr ese día —Quiero volver a dormir en una cama...

—Parece que está feliz de tener visita— Yoongi le acarició el cabello húmedo —Seguro que nos lo ofrece en la cena.

—Ojalá— Jungkook cerró los ojos —Tengo mucho sueño, hyung...

Yoongi se fijó en las fotografías de los muebles mientras Jungkook echaba una cabezadita. En algunas aparecía Sookja junto a un hombre que probablemente era su marido; en otras estaba acompañada de dos jóvenes menores de treinta años. No parecían imágenes recientes pero sí transmitían cierta unión y felicidad.

Media hora después los llamó al comedor y la pareja acudió muy hambrienta. Jungkook se sorprendió por la cantidad de comida que había preparado. La gran mayoría de los alimentos estaban hechos a base de arroz.

—Por favor, niños, tomad asiento.

El menor se acomodó a su izquierda y Yoongi a su derecha. Sookja se mostró emocionada, lo que creó cierta serenidad en ambos.

—Hace mucho tiempo que no recibo visita. Espero que os guste la cena— le quitó la tapadera a uno de los recipientes de cerámica —Comed cuanto queráis.

Yoongi iba a tomar una tortita de arroz pero se detuvo en seco al ver el contenido.

—Es pollo en salsa— aseguró la mujer sonriente —De mi granja. Lo maté yo misma hace dos días.

—Somos vegetarianos— mintió Yoongi con total naturalidad. Jungkook frunció el ceño por el comentario pero la mirada de su amigo le dio a entender que algo iba mal —Lamento las molestias.

—¿Cómo podéis ser vegetarianos en estas circunstancias?— se escandalizó —Os moriréis de hambre.

Yoongi se volvió a disculpar tratando de quitarle hierro al asunto. Jungkook comió varias tortitas de arroz y unas verduras salteadas, al igual que el mayor, que se forzó a ingerir algunos alimentos vegetales.

La Señora disfrutó del pollo entre pequeñas críticas hacia los vegetarianos que ambos decidieron ignorar. 

Cuando terminaron de cenar, Sookja los invitó a descansar en el antiguo cuarto de su hijo. La pareja agradeció su hospitalidad y se retiró alegando que estaban muy cansados.

—¿Qué pasa, hyung?— Jungkook se apoyó contra la puerta del dormitorio —¿Has notado algo raro?

—¿De dónde ha sacado el pollo?— cuestionó inmediatamente —No hay ganado por ninguna parte. Ni cerdos, ni vacas, ni gallinas, nada de nada.

—Dijo que lo mató hace unos días...

—Muy conveniente, ¿no crees?

Jungkook se dejó caer sobre la cama. El colchón parecía cómodo y las sábanas olían a flores.

—Quieres ir a investigar, ¿no? Adiós a mi noche de paz... 

—Ya tendrás paz cuando te mueras— Yoongi se inclinó sobre él —Aquí hay algo raro, Jungkook. Lo siento en cada parte de mi cuerpo. No sé qué es pero estoy convencido de que esa mujer oculta algo. 

Mientras Hoseok está intentando recuperar el control de su vida y Namjoon ha decidido seguir adelante, Jimin se está perdiendo poco a poco en la desesperación. La estrategia para llegar a hablar con Yoongi no ha funcionado y ahora las dudas también salpican a Taehyung. ¿Le perdonará Yoongi la infidelidad si llegan a volver a verse? 👀

¿Dónde se han metido estos dos? ¿Creéis que las sospechas de Yoongi son infundadas o que tiene razón en desconfiar de la anciana? ¿Paranoia o perspicacia? 🤔 En el próximo capítulo más. Que tengáis una gran semana. Cuidaros mucho.✨

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