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Después de no hallar el barco del grupo de expedición, Yoongi y Jungkook decidieron ir por la costa en dirección este. Ninguno de los dos había estado en esa parte de Corea y tampoco disponían de tecnología con la que orientarse. Por eso determinaron que la prioridad sería encontrar un mapa que los pudiera guiar hasta el puerto más cercano.

El clima en la península era más propio del mes de octubre y menos cálido que en Inyeon. A Jungkook le agradó el colorido de los árboles y el viento que soplaba contra su piel. Yoongi no reparó en esos detalles, tenía la vista clavada sobre los pocos vehículos que aparecían por la zona. La mayoría se encontraban en un estado lamentable y los que tenían pinta de funcionar no arrancaban por culpa de la batería.

La pareja continuó el trayecto sin cruzar media palabra. Los infectados no eran un problema, el disfraz que portaban los mantenía a raya. Los humanos sin embargo podían acechar y atacar si así lo querían. Aunque se habían alejado del punto de partida, nunca se sabía qué clase de personas se podrían esconder por la zona.

—Más vale prevenir que curar— había dicho Yoongi antes de emprender el viaje y con eso en mente se disponían a continuar hasta el final.

Jungkook se detuvo al detectar un pueblo en el horizonte. Estaba a unos pocos kilómetros y desde su posición se podía ver perfectamente. Tras intercambiar una breve mirada con Yoongi, ambos continuaron moviéndose con los andares típicos de los infectados. Era tedioso caminar así pero también era la manera más segura.

El silencio fue mucho más notorio en el pueblo que a las afueras. Yoongi se fijó en la cantidad de objetos que había por la carretera. Los edificios eran de pocas plantas y algunos estaban cerrados a cal y canto mientras que otros permanecían abiertos, mostrando un interior sucio y desordenado. 

No se veían humanos en las ventanas ni en los vehículos, pero sí hallaron a muchos infectados caminando desordenadamente por las calles.

Yoongi y Jungkook no se dejaron intimidar por la sensación lúgubre que albergaba el pueblo y prosiguieron en busca de una librería o algún otro establecimiento que pudiera tener mapas.

Al pasar al lado de un restaurante de comida rápida, se encontraron con un infectado de mediana edad atravesando el cristal del negocio. El individuo trataba de liberarse pero el vidrio estaba tan encajado en su cuerpo, que no había forma de salir de aquel embrollo sin dejarse las tripas en el intento.

En la siguiente calle se toparon con una imagen estremecedora. Desde los balcones y las ventanas de los edificios colgaban múltiples cuerpos de niños y adolescentes. Las cuerdas que tenían alrededor de sus cuellos mantenían los cadáveres lejos del asfalto.

Yoongi observó la escena minuciosamente mientras procedía a pasar entre ellos. Los cuerpos estaban en un estado colicuativo muy avanzado, probablemente por las altas temperaturas del verano y las demás condiciones meteorológicas a las que habían estado expuestos. El color verde negruzco era más notorio en unos cadáveres que en otros, pero todos tenían un aspecto realmente grotesco.

Jungkook no fue capaz de distinguir si todavía desprendían algún olor, dado que el tufo a infectado que predominaba en sus fosas nasales hacía difícil notar cualquier otro hedor.

—Los habrán dormido antes de ahorcarlos— asumió el menor en un susurro. Los cuerpos no mostraban signos de violencia y las expresiones eran de serenidad. 

Yoongi imaginó que las personas de aquella calle consideraron que quitarles la vida a sus hijos sería un acto menos cruel que dejarlos perecer ante los infectados.

Jungkook aguardó un instante más antes de continuar su camino. ¿Cuántas personas habrían elegido el suicidio antes que la supervivencia? ¿Cuántas personas habrían elegido la supervivencia y se habrían arrepentido posteriormente de no haber elegido el suicidio? Morir a manos de un infectado era un final horrible y aunque el maknae no se planteaba otra cosa que no fuera luchar, en ese momento fue capaz de entender la elección de esas familias.

«Todo el mundo no está hecho para sobrevivir. Todo el mundo no tiene una razón para sobrevivir. Todo el mundo no desea sobrevivir. Todo el mundo no puede sobrevivir»

Jungkook frunció el ceño ante ese pensamiento. Tiempo atrás habría opinado de una forma muy distinta, como en la farmacia del pueblo de Busan, pero aquel chico no sabía nada en comparación con la persona que era ahora.

Yoongi alzó la mano y ese pequeño gesto llevó al menor a detenerse de inmediato. El maknae siguió con la mirada el punto que estaba indicándole y detectó, para su alegría, una gasolinera al fondo de la calle.

La estación de servicio no era muy grande pero por suerte disponía de una tienda. Yoongi se fijó en una Harley-Davidson Road King que estaba tirada cerca de los surtidores. Jungkook le tuvo que hacer varios gestos con la mano para sacarlo de su trance.

Dentro de la tienda se encontraban dos infectados. El joven empleado estaba parado detrás del mostrador mientras una extranjera de aspecto rockero se golpeaba una y otra vez contra la misma estantería.

El maknae fue el primero en atraer la atención de ambos seres al entrar por la puerta. Jungkook sacó la katana del interior de su chaqueta y se encargó inmediatamente de la mujer de cabello rubio. Yoongi ni siquiera se molestó en extraer el sable japonés. El hermano de Taehyung agarró una botella de cristal de una de las estanterías y se la rompió en la cabeza.

El infectado no se desplomó con el impacto, lo que sorprendió un poco a Yoongi, que lejos de dejarse llevar por las dudas, le clavó el vidrio roto justo en el cráneo.

—Hay que mirar si queda alguno en la trastienda— comentó Jungkook después de dejar a la desconocida en el suelo —¿Voy yo?

—No— Yoongi se limpió la mano en la tela del pantalón —Vamos juntos.

La puerta de la trastienda no se abrió a pesar de múltiples intentos. El menor miró en los bolsillos del empleado pero no encontró la llave.

—Bueno, habrá que vivir sin saber qué misterios esconde esa habitación— bromeó Yoongi tratando de rebajar la tensión —Busca en la parte derecha, yo miraré en la izquierda.

En las estanterías había muchas revistas de todo tipo y también libros y periódicos de su edición de abril. Los chicos se tomaron varios refrescos mientras buscaban un mapa.

—Lo tengo.

Jungkook acudió inmediatamente a su lado. Yoongi desplegó el atlas de carreteras en el suelo y comenzó a buscar la localización en la que se encontraban.

—Traeme un bolígrafo— pidió sin apartar la vista de la ruta —Creo que estamos... Aquí.

El maknae se apresuró hacia el mostrador y tomó el primer bolígrafo que apareció en su campo de visión. Después de entregárselo decidió sacar los cuerpos de los infectados al exterior para tener más espacio.

Yoongi vio que el pueblo en el que se encontraban estaba cerca de Gwangyang, una de las cinco ciudades de Jeolla del Sur. La zona también contaba con diecisiete condados y según el mapa, una gran extensión de costa.

—Joder...

—¿Qué pasa?— Jungkook asumió por su expresión que algo iba mal —¿Hay algún problema?

—Me temo que sí— Yoongi señaló la página de otro libro que había tomado de la estantería —Según esta guía de viaje existen casi dos mil islas a lo largo del litoral de Jeolla del Sur, de las cuales tres cuartos están deshabitadas. ¿Cómo cojones vamos a encontrar Inyeon, que no figura en ningún mapa, entre dos mil islas?

A Jungkook se le cayó el alma a los pies. El maknae no pudo ocultar el tremendo impacto que le ocasionó la noticia.

—¿Recuerdas las coordenadas?

—No— el menor tomó asiento a su lado, sintiéndose tan desamparado como él —¿Cuándo volveremos a casa, hyung?

—¿Sinceramente? No lo sé— respondió desolado —Pero una cosa te puedo asegurar. No será pronto.

Hoseok entró en el dormitorio de Jimin y lo encontró acostado en la cama junto a Taehyung. El castaño se había quedado frito mientras su amigo divagaba distraído por el cuarto. El mayor se acercó en silencio y señaló la puerta para que el rubio le siguiera.

Jimin se levantó con mucho cuidado, tratando de no despertar a Taehyung. Después de asegurarse de que seguía dormido, salió de la habitación haciendo el menor ruido posible.

—¿Cómo te encuentras?— preguntó el pelirrojo —¿Sigues mareado?

—No, ya estoy mejor.

Hoseok se apoyó contra la pared. Los resultados de las pruebas que él mismo le había hecho no habían desvelado ninguna anomalía, al contrario, Jimin mostraba un estado de salud óptimo.

—¿Cómo está Taehyung?

—No quería dormirse por si soñaba con ellos, pero el cansancio ha podido más que su voluntad— el rubio miró hacia la puerta —Tenemos que cuidar mucho de TaeTae. En este momento es muy importante que se sienta arropado.

—También tenemos que cuidar de ti.

—Yo estoy bien— Jimin se acercó a la barandilla —Sé que están en alguna parte y voy a seguir viviendo con esa creencia hasta que les vuelva a ver.

—Eso no lo hace menos doloroso.

El rubio no replicó. Hoseok sabía mejor que nadie por lo que estaba pasando y tratar de engañarle no iba a servir de nada.

—Necesito hacer de Inyeon un lugar mejor— Jimin se dio la vuelta y le miró a los ojos —Sé que no estoy tan cualificado como Namjoon hyung y que él sabría sacarle más provecho a mi puesto, pero debo crear un sitio más seguro para todos nosotros.

—Joonie tenía sus puntos fuertes y tú tienes los tuyos— Hoseok se posicionó justo a su izquierda —¿Puedes dejar de intentar ser como él y ser más como tú?

—Yo no... No quería ofenderte...

—No me ofendes, Jimin— aseguró en un tono firme pero suave —Es que te estás obsesionando y creando una imagen errónea de él. Ves a Joonie como alguien inteligente, maduro y modélico y sí, era todo eso y mucho más, pero también se enfadaba, perdía los nervios y se liaba a golpes con la gente— Hoseok sonrió ligeramente al pensar en su novio —Lo que intento decir es que comprendo que quieras honrar su memoria creando un sitio acorde a lo que él deseaba hacer, pero debes hacerlo a tu manera, no a la suya. Joonie también tenía miedos, como cualquier otra persona. A veces dudaba de sí mismo pero aún así era auténtico. Igual que tú. 

—Tienes razón— Jimin bajó la mirada un poco avergonzado —Tengo tanto miedo de fallaros a todos que... Necesito hacer las cosas a mi manera y dejar de compararme con él.

—Lo harás bien, estoy convencido— sonrió amigable —Yoongi hyung y Jungkook estarán muy orgullosos de ti cuando vuelvan a casa.

—¿Tú también piensas que siguen vivos?— el corazón del menor dio un vuelco —¿No crees que me estoy mintiendo a mí mismo?

—Aquí nadie ha perdido la fe— afirmó Hoseok sin titubear —Eunha y Sungjae piensan igual que tú y Taehyung. No sabemos donde están pero sí sabemos que siguen vivos. Solo es cuestión de tiempo que vuelvan con nosotros.

—Gracias, hyung— el rubio exhaló un suspiro —Necesitaba oírlo de otra persona... De verdad lo necesitaba.

La puerta del dormitorio se abrió y Taehyung apareció ante ellos con una expresión desencajada.

—¿Qué pasa?— Jimin se agarró de la chaqueta de Hoseok —¿Por qué nos miras así?

—No he soñado con ellos— aseguró al borde de las lágrimas —No he soñado con ellos...

Jimin corrió hacia él y lo estrechó entre sus brazos. Hoseok se unió arropándolos a ambos con la mayor templanza que pudo hallar.

Todos sabían que cabía la posibilidad de que algo o alguien hubiera prohibido los sueños entre ambos mundos, pero nadie quiso apoyar esa teoría. La idea de que Yoongi y Jungkook seguían vivos era a lo único a lo que deseaban aferrarse.

Sungjae encontró a Eunha en la playa del sur de la isla. La chica había salido a darle una vuelta a Mellie pero de aquello hacía dos horas.

—Hoseok hyung está preocupado por ti— el joven se acercó y tomó asiento a su lado —¿Qué haces aquí?

—Siento que en cualquier momento los veré aparecer en el horizonte...

Sungjae miró hacia el mar con sentimientos encontrados.

—¿Quieres que me quede contigo?

Eunha asintió entre lágrimas. Durante unos minutos se mantuvieron en silencio, escuchando únicamente el sonido de las olas y observando el brillo del sol sobre el mar.

—Ahora que lo pienso— la muchacha se limpió las lágrimas —Recuerdo que Jungkook me comentó que llegaste solo a la isla. Entonces... Si llegaste solo debes saber navegar. 

Sungjae no dijo nada.

—Oye— Eunha lo agarró del brazo —¿Por qué no me respondes?

—Le mentí— el chico alzó la mirada avergonzado —No fui sincero con él...

—¿Por qué?

—Porque maté a la persona que me trajo hasta aquí.

Eunha no supo cómo reaccionar. La mirada de Sungjae transmitía culpa pero también cierta firmeza.

—Antes vivía en Busan y solía trabajar en tres restaurantes, pero era a tiempo parcial y me costaba llegar a fin de mes. Por eso acepté un empleo en un local de mala muerte, frecuentado por gente de la peor calaña. Allí pasaban drogas y también tenían otros trapicheos pero pagaban bien— explicó incómodo —Yo solo servía copas y me mantenía al margen de todo pero... Cuando trabajas en un sitio como ese, la mierda termina salpicándote.

Mellie se tumbó entre la pareja y alzó las orejitas como si fuera a seguir la conversación.

—Un día, un compañero de trabajo faltó a su turno y me tocó a mí sustituirle. Al llevar unas copas a la zona privada vi a varios hombres intercambiar fajos de dinero con un político muy conocido. Algunos de esos billetes estaban manchados de sangre, lo que me hizo titubear. Sus hombres me agarraron de repente y me llevaron a un puerto cercano, donde me encerraron en el camarote de un yate.

—¿Te iban a matar?

—Sí— asintió inquieto —Yo no sabía que eran de una mafia pero mi reacción les hizo sospechar.

—No eras el camarero habitual, seguro que pensaron que eras un infiltrado.

—Eso creo— Sungjae advirtió lo conmocionada que estaba Eunha —Iban a llevarme a alta mar para lanzarme al agua y deshacerse de mi cadáver, pero entonces estalló el caos.

—Mira, si te has visto obligado a matar a esas personas para ponerte a salvo, no tienes que sentirte mal por ello. Eran unos criminales, tuviste que tomar esa decisión para salvar tu vida.

—No es por ellos, Eunha... No sé lo que pasó antes de que la hija del político me encontrara en el camarote y me dejara libre. Su padre estaba encadenado en cubierta, convertido en un infectado y de sus hombres no había ni rastro— Sungjae notó que le sudaban las manos —Ella me contó cómo se transmitía el virus y por qué se dirigían a Inyeon. Nunca había visto a un infectado hasta ese momento y cuando lo vi allí, atado de pies y manos, me agarró el pánico. Le dije que debíamos matarlo pero ella creía que en la isla lo curarían. Estábamos muy cerca, Inyeon se podía ver en el horizonte... Y yo... Yo pensé que traerlo aquí sería una locura.

Eunha tragó saliva; aunque su historia parecía surrealista, su mirada transmitía sinceridad. 

—Comenzamos a discutir, nos enzarzamos y cayó del yate. Ella gritó por ayuda, no podía nadar, pero entonces vi que tenía una herida en el brazo y asumí que se la había hecho su padre— Sungjae se pellizcó la piel de la mano con fuerza —No la ayudé, Eunha. La dejé ahogarse... Y su cuerpo nunca se convirtió. Maté a aquella chica... Era inocente... Solo pretendía salvar a su padre y yo no la creí...

—No eres una mala persona— la joven le tomó de la mano y la apretó suavemente —Solo tenías miedo.

—Debí haberme asegurado.

—El virus nos ha obligado a tomar decisiones difíciles a todos y no siempre acertamos. No querías hacerle daño, creías que estaba infectada. No obraste con maldad— Eunha sintió su dolor —Aquel día salvaste nuestro futuro. Si hubiera traído a su padre a Inyeon, podría haber infectado a toda la isla.

—Eso no me consuela...

—Nada lo hará.

Mellie se alzó para tumbarse justo encima de los pies de Sungjae, lo que provocó una suave sonrisa en Eunha.

—Jungkook lo habría entendido, él no te juzgaría. Comprendo la razón por la que has mentido pero debes decirle la verdad.

—Lo haré— aseguró algo más aliviado —Ellos saben cuidarse. Encontrarán la manera de volver y cuando eso suceda, estaremos aquí para recibirles.

—Sé que Namjoon oppa los está protegiendo— Eunha alzó la mirada hacia el cielo —Él los guiará hasta casa.

—Lo hará— Sungjae apretó su mano cariñosamente —Y luego tendrán muchas historias que contarnos.

—¿Mejores que en los libros?

—Mucho mejores.

Yoongi llenó el depósito de la Harley-Davidson Road King mientras Jungkook se encargaba de la comida y la bebida. Según el mapa, Corea del Sur tenía dieciséis puertos marítimos ubicados sobre sus costas. La pareja había descartado los de Busan e Incheon por seguridad y centrado el de Gwangyang como su primer objetivo.

Aunque los ánimos seguían por los suelos, se habían obligado a no rendirse hasta volver a casa. Lo único que sabían a ciencia cierta era que Inyeon se encontraba al sur de Busan y al oeste de Tsushima. Lo que indicaba que estaría escondida en la provincia de Jeolla del Sur. Si para volver con sus seres queridos debían inspeccionar las dos mil islas de la zona, entonces lo harían sin rechistar.

—Vamos a volver con vosotros— susurró Yoongi para sí mismo —Por favor, esperadnos.

Jungkook regresó a los pocos minutos con la mochila cargada de provisiones.

—¿Y eso?— el maknae se fijó en un bidón rojo que estaba atado a la moto —¿Lo has llenado de gasolina?

—Nunca se sabe lo que puede pasar por el camino. ¿Tienes todo?

—Sí— Jungkook contempló la moto detenidamente —Menos mal que sabes manejar.

—Bueno, yo solía usar una moto de reparto— Yoongi se sentó sobre la Harley sin poder ocultar su emoción —Esto es otro nivel, ¿sabes?

—Imagino— Jungkook se acomodó en la parte de atrás —¿Necesitas que te indique?

—He memorizado la ruta. Gwangyang queda cerca así que estaremos allí en poco más de una hora— Yoongi arrancó el motor y sonrió al oír el sonido —Sujétate fuerte.

Jungkook siguió su petición y se agarró de su cintura. La sensación que notó al salir de la gasolinera y emprender el viaje en dirección este, fue una mezcla entre emoción y amargura.

Si el puerto de Gwangyang fallaba entonces tenían Yeosu a poca distancia, pero si tampoco encontraban un barco allí, el próximo destino sería Samcheonpo, que estaba a 45,5 km de Yeosu.

Jungkook cerró los ojos angustiado. Las probabilidades de encontrar un barco con combustible a la primera de cambio eran escasas y ambos lo sabían. El maknae decidió olvidarse de su situación por un instante y disfrutar del aire que soplaba contra su rostro.

Yoongi notó su abrazo mucho más firme, como si buscase un poco de seguridad.

«No te preocupes, hallaremos la forma de volver. Ten fe en nosotros, Jungkook»

La carretera se presentó tranquila durante gran parte del trayecto gracias a que Yoongi evitó las autopistas y tomó las provinciales. Algunos infectados aparecieron en distintos tramos, pero con la moto fue sencillo evadirlos.

El paisaje no varió demasiado. Las hojas de los árboles lucían en tonos naranjas, ocres, rojos y burdeos, mientras el silencio predominaba en cada rincón de la provincia.

La tranquilidad del viaje cesó sin embargo en cuanto llegaron al puerto de Gwangyang.

Yoongi se vio obligado a frenar bruscamente al alcanzar el final de la carretera. Donde una vez hubo un puerto, ahora había un enorme agujero y miles de escombros flotando sobre el mar.

—¿Pero qué ha pasado aquí?— Jungkook bajó de la moto y se acercó al borde del precipicio. Los restos de los contenedor​es del astillero cubrían gran parte de la costa —Parece como si... Como si lo hubieran volado.

—Puede que hayan sido los militares... Quizá el puerto estaba lleno de infectados y decidieron bombardearlo— comentó Yoongi pensativo —Sea como fuera, Gwangyang ya no nos sirve. Tenemos que seguir hacia Yeosu.

—¿Y si en Yeosu ha sucedido lo mismo?

—Pues tendremos que seguir hasta encontrar un barco. No tenemos más opciones.

—¿El mapa no muestra los embarcaderos privados?— Jungkook se mordió el labio inferior —Puede haber miles.

—No, solo señala los puertos oficiales— Yoongi contempló la escena desanimado —Sé que es frustrante pero esto acaba de empezar.

—Si tenemos que cruzar todo el país podría pasar mucho tiempo hasta que volvamos a casa...

—Es probable que tardemos semanas— respondió el mayor con el estómago revuelto —Pero tarde o temprano daremos con un barco.

—Y luego habrá que encontrar la isla y eso será aún más difícil...

—Sí... Eso nos podría llevar mucho más tiempo...

El maknae se desesperó al pensar que quizá nunca regresarían. Yoongi vio que comenzaba a tirarse del pelo y lo agarró del brazo bruscamente.

—Jungkook, para.

—No le dije adiós... Me fui de allí sin decirle adiós y ahora puede que jamás le vuelva a ver— sus ojos se llenaron de lágrimas —¿Por qué fui tan imbécil, hyung? ¿Por qué no hice las cosas bien?

—Lo hecho, hecho está— Yoongi le miró fijamente a los ojos —No puedo hacer esto sin ti, así que déjate de remordimientos por cosas que se te escapan de las manos y céntrate en lo que realmente puedes hacer.

Jungkook apretó los dientes con fuerza.

—Vamos a encontrar un barco y vamos a regresar con ellos, ¿me has entendido?— le tocó el rostro —Debes mantener la cabeza fría, Jungkook. Te necesito con todas tus capacidades.

—Lo siento, hyung— el maknae respiró profundamente —Perdona... Es que...

—Es injusto, lo sé— Yoongi compartía la misma frustración que el menor pero no podía dejarse llevar por sus emociones —Volverás con él. Yo mismo te llevaré con Tae y disfrutaré en persona de la bronca que te va a caer.

Jungkook se tragó su malestar y asintió a sus palabras. Ambos estaban desesperados, de eso no cabía duda, no obstante, Yoongi tenía razón. Era demasiado pronto para perder la cordura. Debía centrarse en el objetivo y luchar hasta alcanzarlo.

—Vámonos— dijo en un tono mucho más sereno —Yo también quiero ver como mi hermano te echa la bronca.

Yoongi sonrió a pesar de la angustia. No tenían tiempo para la culpa, la tristeza o la desesperación, debían mantenerse unidos y sobre todo debían mantenerse fuertes. El mayor echó un último vistazo al puerto deseando que el día de su reencuentro llegase cuanto antes. 

La mayor dificultad para Yoongi y Jungkook no es dar con un barco ni sobrevivir a los infectados, sino encontrar Inyeon. ¿Dónde está la isla exactamente? ¿Cuánto tiempo les llevará dar con ella? En serio, ¿cuánto creéis que pasará? 👀

En noviembre tendremos nuevo álbum de Bangtan y ya estoy impaciente por escuchar las nuevas canciones. 🥺 Definitivamente lo estaré esperando con muchas ganas. Que paséis una maravillosa semana. 💜✨

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