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Nadie eligió la puerta de la derecha.

Esta puerta conduce a la línea original.


Park Jungkook odiaba su vida. Odiaba asistir a clase, odiaba estudiar empresariales, odiaba ser el novio de Sooyoung, y sobre todo, odiaba estar vivo. Cada noche se acostaba con el deseo de no despertar, y cuando abría los ojos a la mañana siguiente, sentía una inmensa decepción por seguir vivo.

Jungkook soñaba a menudo con huir. A veces se sentía tentado en llamar a su hermano, contarle cómo se sentía en realidad y trazar un plan de escape con él. Su padre los buscaría por todo el mundo, pero si se escondían lo suficientemente bien, quizá tendrían una posibilidad.

Esas fantasías, sin embargo, no le solían durar demasiado tiempo. Con los medios de los que disponía Park Jongsuk, tarde o temprano, los iba a encontrar. Además, siendo fugitivos, Jimin no se podría dedicar a la danza y no quería destruir el sueño de su hermano.

Tras el viaje a Daegu, Jungkook se enfrentó a su padre y le dijo que no quería casarse con Sooyoung, ni estudiar empresariales. Jongsuk respondió, sin ninguna emoción, que podía elegir entre dos cosas.

—Tu libertad o la de Jimin. Uno de los dos tiene que tomar este camino. Yo te prefiero a ti, pero si tú no quieres ser mi heredero, entonces lo tendrá que ser tu hermano. He permitido que viva su vida como le plazca, pero no me malinterpretes. La única razón por la que he mirado hacia otro lado, eres tú, Jungkook. Si tú te vas, tendré que recurrir a otros métodos.

—¿De qué métodos hablas?

—Sería una tragedia si Jimin sufriera una lesión que le impidiera continuar con su carrera.

Jungkook era consciente de que su padre sabría a quién contratar para lesionar a Jimin. Pero, ¿sería capaz de destruir la vida de su hijo? Como no estaba seguro, aceptó estudiar en Seúl, prometerse con Sooyoung y ser el heredero de Jongsuk para proteger a su hermano.

También decidió tener menos contacto con Jimin. No creía que su familia, especialmente su padre, fuera una buena influencia para él. Quería que al menos uno de los dos tuviera una vida en libertad, que eligiera su camino por voluntad propia, y para eso, debía alejarlo de la familia Park.

Jimin intentó acercarse a Jungkook en muchas ocasiones, no solo a través de llamadas, también de forma presencial, pero la respuesta de su hermano siempre fue fría y distante.

—Estoy muy ocupado. ¿Sabes lo difícil que es estudiar en esta universidad? Claro que no lo sabes. Mira, no hace falta que vengas a visitarme. Prefiero un mensaje a que aparezcas en Seúl y me arruines el día. Algunos queremos ser alguien importante en la vida. Vuelve a casa y déjame en paz. Estoy cansado de que me persigas como un perro.

La expresión de Jimin y sobre todo su mirada herida, le provocaron tanto daño que estuvo a punto de explicarle por qué se comportaba así, pero, la conversación con su padre nunca dejaba de retumbar en su mente, y debido a eso, no se retractó.

Aunque Jimin lo odiara, no podía permitir que su padre le pusiera las manos encima. Su hermano era el único de los dos que podía tener una vida de verdad; su hermano era el único de los dos que tenía el talento, la valentía y el potencial para perseguir sus sueños.

Y Jungkook se juró que iba a protegerlo.

Los padres de ambos acordaron que la boda sería después de que sus hijos se graduaran de la universidad. Jungkook llevaba dos años de carrera y todavía le faltaban tres para terminar. Su prometida iba a necesitar más tiempo que él, dado que estudiaba medicina, pero a ojos de sus progenitores la carrera que importaba era la suya, no la de ella.

Desde el principio de su compromiso, Jungkook había sido muy claro y directo con Sooyoung, a la que veía solo un domingo al mes.

—No me quiero casar contigo. Lo haré porque no tengo otra opción. Te trataré con respeto, te cuidaré como es mi deber, pero nunca te amaré. Mi amistad es lo único que te puedo ofrecer.

La muchacha tampoco tenía alternativa. Debía casarse con él, quisiera o no. Y, sin embargo, aunque agradecía la franqueza de su prometido, saber que no la amaría, la asustó. Sooyoung no quería un matrimonio sin amor. No quería tener hijos con un hombre que no la quisiera.

—Ya lo conquistarás, hija mía— le decía siempre su madre —Tu prometido es joven y orgulloso, pero con el tiempo comprenderá que todos tenemos un papel y cederá. Lo que debes hacer es mantenerte bella. La belleza es lo más importante para una mujer.

Sooyoung no estaba de acuerdo con su madre, pero nunca le llevó la contraria. Lo mismo le ocurría a Jungkook con Jongsuk. Los dos estaban atrapados en la misma pecera y sus padres decidían con qué pez podían nadar.

Jungkook solía pasar todo el año en Seúl, solo regresaba a Busan en fechas festivas, o eso creía su familia. A veces, se escapaba un fin de semana para ver a su hermano, lo observaba desde un lugar seguro y cuando se cercioraba de que estaba bien, regresaba a su apartamento en Seúl.

La sorpresa que se llevó cuando regresó un día a casa y no lo encontró en Busan, fue casi tan grande como cuando lo vio por primera vez en Daegu. Por ese entonces, Jimin ya tenía un techo donde dormir y Jungkook no estaba al tanto de que había vivido en la calle, sin nada que llevarse a la boca.

Encima lo vio junto a un chico de su misma estatura, comiendo hotteok y paseando tranquilamente por la calle. La sonrisa de Jimin mientras miraba a ese desconocido le estrujó el corazón.

¿Era su novio?

Jungkook se sintió herido por la libertad que emanaba de Jimin. Y era irónico teniendo en cuenta que esa misma libertad era la que había deseado para su hermano.

Durante los dos próximos años, Jungkook observó desde lejos cómo su hermano iba creciendo. Profesionalmente, comenzó a tener mucho éxito y parecía una persona muy feliz. Se había ido a vivir con su novio y cada vez que los veía por la calle, se percibía el amor que sentían el uno por el otro.

Fue durante una noche fría, cuando los dos salían del cine y los siguió por Daegu, cuando Jungkook por fin admitió lo que llevaba tantos años ocultando.

—Quiero lo mismo que tú, hyung.

Esa confesión brotó débilmente de sus apretados labios, cuando los vio besándose en un callejón.

Park Jungkook era inteligente, aplicado y obediente. Era el alumno favorito de sus profesores, la envidia de otros compañeros de clase y el deseo de muchas chicas. La gente buscaba continuamente su amistad, dado que su familia gozaba de gran prestigio y acercarse a él era beneficioso.

A Jungkook, sin embargo, todos los que estudiaban con él le daban igual. Fingía con naturalidad, interpretando el papel que le había asignado su padre, y sacaba las mejores notas para mantenerlo siempre contento. Así era su vida, así lo había elegido, hasta aquel día en que vio a su hermano besándose con su novio.

No podía sacarse esa imagen de la mente. No podía olvidar la manera tan cálida, dulce y llena de amor con la que aquel hombre miraba a Jimin.

—Me tengo que desfogar, ¿no?— le escuchó decir a uno de sus compañeros, que estaba conversando con otro chico, a tres asientos de él —Ya es un coñazo que tenga que casarme con quien me digan, lo que no me van a quitar es la oportunidad de follar con quien me apetezca.

Las palabras de su compañero le llamaron la atención. ¿Y si hacía lo mismo? No había nada de malo en saltarse las reglas por una noche. Solo iba a ser una noche, ¿verdad?

Jungkook tardó una semana en decidirse y otra semana en idear un plan. Para ejecutarlo, tomó el tren hasta Daegu y se alojó en un hotel barato. Después de arreglarse a conciencia, con ropa negra y elegante, buscó un establecimiento que había visto en internet.

En Daegu no lo conocía nadie, tampoco tenía compañeros de esa ciudad. Además, conocía muchos lugares gracias a los dos años que había pasado espiando a su hermano. Era el lugar perfecto para probar lo que llevaba tiempo rondando su mente, y que había alentado principalmente la relación de Jimin.

Jungkook no podía tener pareja, no podía enamorarse, salir a comer o irse de viaje con su chico; no podía vivir como su hermano, pero sí podía tener una doble vida. Aunque fuera por tiempo limitado, aunque solo fuera por un fin de semana, ¿por qué no podía ser alguien distinto? ¿Por qué no podía tener un rollo como los demás chicos de veintitrés años?

Llegar al Midnight Club le llevó unos treinta minutos, pero la decisión de entrar en el local se desinfló como un globo. ¿Y si lo reconocían? ¿Y si alguien lo veía entrar? Su padre lo mataría si llegaba a sus oídos que su hijo perfecto había frecuentado un lugar como ese.

Jungkook estuvo un cuarto de hora en la calle, viendo como otros chicos entraban en el establecimiento sin titubear. ¿Por qué no podía hacer lo mismo que ellos? ¿Por qué le costaba tanto dar cada maldito paso?

De un segundo a otro, un joven de cabello castaño oscuro lo agarró de la muñeca y tiró de él hacia un callejón poco iluminado. Jungkook pensó en resistirse, pero por alguna extraña razón no lo hizo y lo siguió hasta otra entrada, oculta para los viandantes.

—Por aquí nadie te verá.

Jungkook lo miró algo extrañado. Estaba sonriendo y parecía tan enérgico y genuino, que esa naturalidad le dio un poco de envidia.

—No te quedes ahí, hace frío— dijo antes de entrar en el establecimiento.

Jungkook no comprendía por qué era tan amable. Quizá era cosa de la gente de Daegu o simplemente había dado con un ángel. El maknae lo siguió tras asegurarse de que no había nadie en el callejón.

Un hombre, cerca de los dos metros, les cobró la entrada y después cruzaron dos puertas más hasta llegar a un lugar cuyas luces brillaban en tonos violetas. Había gente bebiendo, bailando y conversando, como en cualquier otro club.

El joven que lo había ayudado se fue hacia un grupo de personas que lo recibieron con gran entusiasmo. Jungkook decidió no ir con él y pedirse una bebida en la barra. Estaba un poco nervioso, aunque por fuera mantenía la apariencia de alguien que lo tenía todo controlado.

El barista que lo atendió era más alto que él y tenía un rostro muy atractivo. Como la mirada penetrante del hombre lo puso nervioso, se pidió un martini, la única bebida que le vino a la mente.

Jungkook se quedó pegado a la barra mientras observaba a la gente. Había entrado en un club gay, se había pedido una bebida como hacían los demás, pero no sabía cómo proceder.

¿Cómo se buscaba un rollo de una noche?

Jungkook clavó la vista en un chico bajito. Era extranjero, de ojos verdes y muy guapo, pero lo tuvo que descartar porque otro extranjero lo besó en la boca. Esa espontánea muestra de cariño le provocó un leve rubor en las mejillas. No entendía cómo la gente de otros países podía ser tan osada. Si él tuviera la mitad de la voluntad y el descaro de esos dos chicos, no estaría allí parado sin saber qué hacer.

—Seojoon hyung, ponme lo de siempre.

Jungkook se llevó la copa a los labios y siguió buscando a su rollo de una noche, a pesar de que el joven que lo había ayudado estaba a su lado, apoyado sobre la barra y mirándolo a la cara.

—¿Por qué no bailas?

—Yo no bailo— contestó a secas.

—¿Entonces, a qué has venido? ¿A beber o a follar?

Jungkook se sintió como si lo hubieran pillado in fraganti. Abrumado, se dio la vuelta, tratando de evitar que viera sus mejillas sonrojadas.

—Gracias, Seojoon hyung— el joven agarró la copa, rodeó a Jungkook y se apoyó con la espalda en la barra —Soy Min Taehyung. ¿Cómo te llamas?

Jungkook no podía dar su verdadero nombre, por eso se decantó por uno al azar.

—Jeong Junsu.

—Encantado, Jeong Junsu— Taehyung chocó su copa con la suya, brindando por conocerse —Relájate, aquí nadie te va a comer. A menos que tú quieras.

Jungkook se fijó en su mirada. Parecía amable y suave, pero también había algo pícaro en ella.

—No asustes al chico, Taehyung— le regañó el barista.

—Por favor, si tú eres el primero que te dejas comer la polla cuando se te presenta la ocasión.

A Jungkook casi se le cae la copa de la mano. ¿Cómo podía soltar algo así por la boca? ¡¿Y encima a un tipo que podía partirlo en dos?! Para su asombro, Seojoon se lo tomó con humor.

—Siempre me causa gracia lo diferente que eres de Yoongi. Por cierto, ¿cómo está tu hermano? Hace tiempo que no lo veo por aquí.

—Ni lo verás. Hyung solo tiene ojos para su novio. Está enamorado hasta las trancas.

—Bien por Yoongi. A ver si tú haces lo mismo— Seojoon les rellenó la copa a ambos —Deja de perder el tiempo en este antro, los chicos buenos no se encuentran aquí.

—Vaya forma más rancia tienes tú de mantener a la clientela— bufó Taehyung —Ya sé que aquí no se viene a encontrar novio, se viene a pasarlo bien. Déjame ser feliz, hyung.

A Jungkook, que seguía ahí parado, escuchándolos con atención, se le cruzó la idea por la mente de que quizá podría liarse con Taehyung. Era un hombre atractivo, tenía carisma y un rostro muy hermoso. Además, por lo que había escuchado, no era la primera vez que se liaba con alguien, o eso creía haber entendido.

¿De qué forma se le entraba a un hombre? No sabía ni cómo flirtear con una mujer, menos aún con un hombre. ¿Qué debía decirle?

Jungkook se bebió su segunda copa de alcohol mientras ideaba un plan. Debía hacerlo de forma sutil, con clase y no parecer un baboso desesperado, aunque así era como se sentía. Decidido a triunfar, reunió todo el valor posible y cuando Seojoon se fue a atender a un grupo de personas, tocó a Taehyung en el hombro.

—Oye, me quiero liar contigo. Tiene que ser con-ti-go.

Taehyung lo miró detenidamente antes de echarse a reír.

—¿Por qué te ríes?— se enfadó —Dijiste que me podía dejar comer... ¿No te parezco atractivo?

—Eres muy atractivo, pero no me lío con borrachos.

—No estoy borracho.

—Ebrio, embriagado, bebido, alcoholizado, mamado, pedo... Llámalo como quieras, pero así es justo como estás. Si lo que querías era enrollarte con alguien, debiste dejar la bebida a un lado. Primer error de principiante.

Jungkook dudó. ¿Cuántos martinis se había tomado? ¿Dos? ¿Cómo podía tener tan poco aguante?

Un hombre se acercó a Jungkook, interponiéndose entre él y Taehyung. Tenía cerca de treinta, pero físicamente aparentaba diez años más.

—¿Te puedo invitar a una copa?

—Mi amigo ya se va— se metió Taehyung.

—No hablaba contigo, cielo.

—Pues con él tampoco vas a hablar, cielo.

Jungkook no comprendía qué estaba pasando ni por qué Taehyung se había puesto tan serio. El alcohol se le había subido tanto a la cabeza que no lograba captar las intenciones del hombre.

—Choi, déjalo en paz— dijo Seojoon, mientras llenaba la taza de una muchacha.

Las palabras del barista sonaron más a advertencia que a sugerencia, por lo que el hombre se retiró sin decir nada más.

—Puto cerdo— masculló Taehyung por lo bajo —¿Estás bien? Jeong Junsu, ¿estás bien? Oye, Jeong Junsu.

Jungkook se había olvidado de su nombre falso. Taehyung tuvo que llamarlo varias veces antes de que respondiera.

—¿Jeong Junsu?

—¿No recuerdas tu nombre? ¡Menuda cogorza llevas! Te pediré un taxi, es mejor que vuelvas a casa a dormir la mona.

Jungkook no quería irse, todavía no había tenido su rollo de una noche, pero físicamente comenzaba a sentirse mal. A la mañana siguiente se despertó en la habitación del hotel, con dolor de cabeza y malestar de estómago.

¿Qué había pasado?

Poco a poco fue recordando. Taehyung lo llevó hasta el taxi, se aseguró de que Jungkook le diera la dirección al taxista y le pagó para que lo acompañase hasta la puerta de su casa. El taxista lo hizo, incluso lo ayudó a tumbarse en la cama.

—Vaya desastre...

Todo le había salido mal. Y como si no fuera poco, había hecho el ridículo delante de Taehyung. Jungkook se apretó la almohada contra la cara. Le dolía más haberse comportado como un idiota que los retorcijones que tenía.

¿Qué debía hacer ahora? ¿Volver al club? No podía. Debía regresar a Seúl y prepararse para la semana. Pero, ¿cómo iba a irse habiendo quedado tan mal? Taehyung le había pagado el taxi, al menos debería devolverle el dinero.

Jungkook se levantó de la cama. Antes de coger el tren necesitaba darse una ducha y tomar una manzanilla. Podía regresar el fin de semana que viene, si Taehyung no estaba en el club, podía dejarle el dinero al barista.

Mientras se quitaba la ropa, notó que tenía un papel en el bolsillo del pantalón. Jungkook lo sacó, lo desplegó y comenzó a leerlo.


Chico, tu primera vez ha sido un tremendo fiasco, pero no te preocupes.
Llámame la próxima vez que vayas a venir al club.
Te ayudaré a encontrar un candidato que se deje meter de todo.


Jungkook se puso como un tomate. ¿Qué clase de nota era esa? Se sintió tan avergonzado que tiró el papel al suelo y huyó hacia la ducha. Ni siquiera el agua fría le quitó el rubor de las mejillas.

Después de salir del baño, Jungkook volvió a recoger el papel y se guardó el número de teléfono que estaba en la parte inferior. En el tren reunió el valor para enviarle un mensaje de texto.


Hola, soy Jeong Junsu.
Siento los problemas que te he causado. Te enviaré el dinero del taxi, solo dime cuánto es.


Min Taehyung
¡¡¡¡¡¡Eeeeeyyyyy!!!!!!
¿Llegaste bien a casa? Bah, déjalo estar. Eres mi dongsaeng, tengo que cuidar de ti.


Jungkook se sobresaltó porque le respondió al instante. ¿Cómo sabía que era menor que él? En ningún momento le había dicho su edad.

Llegué bien. Gracias por cuidar de mí. Por cierto, ¿cómo sabes que soy tu dongsaeng?


Min Taehyung
Te pregunté tu edad cuando salimos del club. ¿Quedamos el sábado?


Iré sobre la misma hora.


Jungkook miró por la ventana con una gran sonrisa. Había hecho un amigo que estaba dispuesto a ayudarlo a encontrar un rollo de una noche. Iba a vivir fuera de las leyes de su padre, aunque fuera por un tiempo limitado. Y esa sensación de libertad, de autonomía, le hizo sentir más vivo que nunca.

Jungkook se pasó toda la semana hablando con Taehyung. El mayor le escribía por cualquier cosa. Si había comenzado una nueva lectura, le enviaba una foto del libro. Si iba a comer a un restaurante, le mostraba los platos que había pedido.

Al maknae le daba mucha pereza contestar a los mensajes de texto, pero con Taehyung era diferente. No le costaba ningún esfuerzo responder a todo lo que le enviaba y siempre lo hacía de buena gana. De hecho, le gustaba que Taehyung lo hiciera parte de su vida.

No sabía a qué se dedicaba, con quién vivía, si tenía gato o perro, si hablaba más de un idioma y tampoco necesitaba saberlo. La gente basaba la valía de las personas en sus estudios, sus carreras o los oficios que desempeñaban. Jungkook prefería saber qué clase de lectura le gustaba, qué era lo que comía o bebía, su canción favorita, ese era el aspecto que quería conocer de Taehyung.

El sábado lo esperó en la misma calle donde se habían visto por primera vez. Aunque estaba menos nervioso que el fin de semana pasado, estaba un poco inquieto por encontrarse con él. Taehyung lo volvió a agarrar de la muñeca y tiró del menor hacia el callejón. Jungkook no se resistió, pero a diferencia de la última vez, ahora lo siguió con una gran sonrisa.

En esta ocasión no hubo alcohol. Taehyung lo invitó a un cóctel de frutas y le explicó cómo funcionaba el local. Había gente que buscaba pasar un buen rato, que iba a bailar, a beber o a hacer amistades. También existía un gran número de personas que buscaban un ligue de una noche e incluso los que creían que allí podrían encontrar una relación duradera.

Taehyung también le advirtió de que el Midnight Club no era distinto de otros establecimientos. Había gente buena y gente mala, gente que te tendía una mano y gente que se aprovechaba de tus circunstancias.

—Aunque el club tiene buena seguridad, si no tienes cuidado y te embriagas, puede que algún cerdo se aproveche de tu estado para llevarte a los servicios. Por ley, el sexo en los baños públicos no está permitido, pero los del local miran para otro lado porque gran parte de su clientela viene a eso. Si quieres liarte con alguien, este es el lugar, pero nunca lo hagas embriagado.

—¿Tú lo has hecho alguna vez?

—No, no puedo arriesgarme.

—¿Arriesgarte?

Taehyung dejó su copa sobre la barra y se acercó a su oreja.

—Soy profesor. Estar aquí contigo, tomando una simple copa, ya podría costarme el puesto.

Jungkook se había preguntado por qué una persona tan segura de sí misma como Taehyung, entraba por la puerta de atrás. Ahora sabía que lo hacía para protegerse.

—¿No tienes miedo de que alguien te delate?

—Las personas que venimos aquí sabemos a lo que nos exponemos. Profesores, informáticos, abogados, médicos, ingenieros, carteros, mecánicos... Da igual a lo que te dediques, todos estamos en riesgo y por eso somos una gran familia. Nadie dirá nada. Este es un espacio seguro.

—¿Entonces?— Jungkook no lo entendía —Si no hay riesgo de que se vayan de la lengua, ¿por qué no lo has hecho?

—Porque si voy a arriesgarme, debe ser con alguien que me guste mucho. No solo busco atracción física, quiero enamorarme.

A Jungkook, Taehyung le parecía un hombre admirable. A pesar del riesgo, no permitía que otros dictaran cómo debía vivir su vida. Y la gente a su alrededor, que bailaba sobre la pista, tenía la misma libertad de elección.

Jungkook se sintió decaído. Él era todo lo contrario, era un cobarde, alguien que siempre hacía lo que le decían. Y aunque deseaba ser tan fuerte como ellos, como Taehyung, en el fondo sabía que estar en ese club era lo más osado que iba a hacer en toda su vida.

Después de un mes quedando con Taehyung en el Midnight Club, Jungkook decidió que quería correr el riesgo. Se había propuesto hacerlo una vez, vivir la experiencia, al fin y al cabo, había ido allí con eso en mente.

—¿Cómo se hace en un baño?

La pregunta salió de la nada y tomó a Taehyung por sorpresa.

—Quiero decir... No hay mucho espacio, ¿no? ¿Cómo se hace ahí? ¿Es difícil?

El mayor notó su ansiedad y sonrió. El baño no era el mejor sitio, desde luego, pero tampoco iba a ponerse en contra de sus deseos, sobre todo porque quería que saliera de su caparazón.

—Vayamos a comprobarlo.

Una vez más, Taehyung lo agarró de la muñeca y se lo llevó con él. A Jungkook le sorprendió que pasaran delante de unos servicios y se dirigieran a los que estaban al fondo. Cuando abrieron la puerta, el menor dudó, como de costumbre, pero Taehyung fue tan rápido que no tuvo tiempo de retractarse.

De un segundo a otro, se habían metido en uno de los cubículos que estaban desocupados. Taehyung cerró con pestillo y miró a Jungkook, que se había puesto como un tomate.

—¿Y ahora qué?— preguntó entre risas, debido a lo avergonzado que estaba —¿Es por los gemidos? ¿De verdad pensabas que en unos aseos en los que la gente viene a follar, no se iba a oír nada?

A Jungkook, en su profunda inocencia, ni siquiera se le había cruzado por la cabeza. ¿Cómo iba a liarse allí con alguien si se podía escuchar a otra gente? Además, el espacio era tan reducido que podía tocar las dos paredes con las manos.

—Este sitio no es para ti, Junsu.

—Puedo hacerlo— murmuró por lo bajo.

—Ya, pero no se trata de eso.

Taehyung tenía razón. ¿En qué demonios estaba pensando? Él no era así, era un cobarde, lo había sido toda su vida. ¿De verdad creía que podía ser como los demás? La vergüenza pudo tanto con Jungkook que salió corriendo.

En la calle se tuvo que contener para no romper a llorar. Estaba tan decepcionado consigo mismo que lo único que quería era desaparecer de la faz de la tierra.

—Tengo hambre, ¿te apetece comer algo?

Jungkook no había notado a Taehyung, pero allí estaba, con el abrigo en la mano y mirando hacia el cielo, comportándose como si no sucediera nada.

—Sí...

Jungkook se quedó esperando en un parque mientras Taehyung iba a comprar tteokbokki. Estaba algo más tranquilo, aunque un poco decepcionado consigo mismo. Quizá lo mejor era cancelarlo, regresar a Seúl y seguir con sus estudios sin volver a Daegu.

—Ten cuidado y no te quemes. Este es el mejor tteokbokki de Daegu, te lo digo yo.

Jungkook cogió el recipiente y lo miró detenidamente. Los pastelitos de arroz no tenían nada del otro mundo, se veían igual que los que comía en Busan o Seúl, pero cuando probó uno, el sabor fue distinto.

—Está rico, ¿verdad?— Taehyung lo notó en su expresión —Esa tienda le agrega un ingrediente secreto que los hace exquisitos. Por eso está abierta las veinticuatro horas del día, viene gente de toda Corea a comer sus pastelitos.

Jungkook los devoró con tanta rapidez que Taehyung se apresuró a comprar más. Cuando se acabó la segunda tanda de tteokbokki, estaba tan lleno que no tenía fuerzas para caminar.

—Hyung, ¿cuánto te debo?

—Nada, invito yo.

—Pero...

—Me gusta verte comer, Junsu— Taehyung sonrió —La próxima vez vayamos a comer carne a la barbacoa.

A Jungkook le apetecía mucho, sobre todo ir con él. Se sentía muy a gusto con Taehyung, aunque su personalidad era muy diferente de la suya, había buena química entre ellos.

—Dime, Junsu, ¿por qué quieres tener un rollo de una noche? Si te soy sincero, no parece que sea eso lo que buscas.

Jungkook miró hacia los árboles. Estaban en un parque, rodeados de naturaleza, y no había ni un alma a su alrededor. Allí podría hablar con franqueza, nadie les escuchaba, y aun así, no estaba seguro de cómo explicarle su situación.

—Quiero que alguien me mire como él miró a mi hermano.

—¿Disculpa?

—Me he estado conteniendo toda mi vida. He negado quién soy, me he ocultado y machacado por ello, pero ya estoy cansado. Estoy agotado de fingir. Quiero ser feliz. Aunque sea efímero, quiero sentir lo que él siente cuando está con él.

—¿Hablas de tu hermano?

—Sale con un hombre. Desde que los vi juntos no puedo quitármelo de la cabeza. Fue como el detonante, ¿sabes? Me estaba ahogando, cada día era una agonía y cuando los vi... Yo también quiero eso. Quiero tener una cita, quiero que alguien me bese, quiero dejar de anhelar, quiero sentir...

—Lo que buscas es amor, no sexo. El sexo no te dará lo que anhelas.

Jungkook se quedó callado. Aunque Taehyung tenía razón, el sexo era lo único a lo que podía aspirar. Era una contradicción en sí, lo que sentía y quería, pero el amor traería dolor porque no podría estar con esa persona a largo plazo.

Y Jungkook no se veía capaz de llevar una relación secreta. No se veía capaz de fingir que no tenía prometida, de amar a otro hombre, pasar las noches con él, mientras a ella le mentía.

Jungkook estaba falto de amor. Desde que había alejado a Jimin de su vida, se sentía más vacío que nunca. Y quizá por eso estaba tan desesperado en tener un rollo. Quizá creía que amar a alguien durante una noche le llenaría el corazón, pero el sexo y el amor no iban de la mano.

—Hyung... ¿Tendrías una cita conmigo?— preguntó sin mirarle a los ojos —No sería nada serio, solo salir un día... Sería posible... Una vez...

—El sábado.

La mirada de Jungkook se hizo tan grande que a Taehyung le causó ternura.

—Sí, sí, el sábado.

—Venga, te acompaño a casa.

Jungkook no le había dicho que estaba alojado en un hotel, ni siquiera le había dicho que no vivía en Daegu. Mientras caminaban por el parque se sintió avergonzado porque Taehyung tampoco conocía su verdadero nombre.

—Hyung... No te he contado mucho sobre mí...

—Me puedes hablar de ti durante la cita.

Jungkook no lo podía creer. Tenía una cita con un hombre. Sí, era su amigo y probablemente había accedido a salir con él por lástima, pero era una cita y con eso le bastaba. Después de ese día, de vivir la experiencia, regresaría a su vida en Seúl.

Taehyung pidió un taxi y mientras esperaban, Jungkook se mostró impaciente por lo que harían el sábado. El mayor notó que estaba emocionado y cuando se percató de que llegaba el vehículo, giró el rostro de Jungkook hacia el suyo y lo besó en la mejilla derecha.

—Te veo el sábado, Junsu. Buenas noches.

Jungkook se quedó de piedra. Taehyung se alejó de él tranquilamente, con la mano en el bolsillo del pantalón y sin mirar atrás. Para el menor fue como si se distanciara a cámara lenta. El corazón le latía tan fuerte mientras contemplaba su espalda, que le daba la impresión de que se le iba a escapar por la boca.

Jungkook no dejó de pensar en el beso, ni de camino a casa, ni en la cama, ni siquiera después de desayunar y coger el tren de regreso a Seúl. Había sido algo sencillo, un beso en la mejilla, pero la mirada de Taehyung, cuando se apartó de él, le ponía la piel de gallina.

¿Cómo la describiría? ¿Sensual? ¿Suave? ¿Cálida? En ese momento, mientras revivía el instante y se tocaba la mejilla con los dedos, recibió un mensaje de Taehyung.


Taehyungie hyung 🐻

¡¡¡Buenos días!!!
Ayer lo pasamos bien, ¡eh! Ya tengo ganas de que sea sábado. ¡Te juro que lo vamos a pasar mucho mejor!


El corazón de Jungkook saltó de alegría.


Mi bebé 🐰 
Buenos días, hyung.
Me muero de ganas. :D


—¿Se muere de ganas de qué?— preguntó Yoongi, que estaba detrás de Taehyung, leyendo el mensaje por encima del hombro de su hermano —¿Es tu novio?

—Todavía no— respondió sonriente —Espero que lo sea pronto.

—Vaya, Jiminie tenía razón. Me dijo que últimamente parecías enamorado.

—La verdad es que me gusta mucho— Taehyung se puso a responder el mensaje de Jungkook —Es muy inocente, tierno y noble. Me encanta estar con él. ¿Sabes? El sábado tenemos una cita. Espero que todo vaya bien.

—Siempre se te han dado bien las personas, solo haz que se sienta cómodo y diviértete.

—¡Tu hermano tiene razón, ese chico tiene mucha suerte de salir contigo!— gritó Jimin desde la cocina. Estaba preparando el desayuno para los tres —¡Más le vale que te trate como si fueras un rey o le patearé el culo!

Taehyung sonrió de oreja a oreja. Desde que Yoongi salía con Jimin era como tener otro hermano en quien apoyarse. Esa mañana lo habían invitado a desayunar y después a pasar la tarde en un centro comercial. Le encantaba la relación que tenía Yoongi con él y sobre todo, lo feliz que era su hermano desde que Jimin había entrado en su vida.

Taehyung y Jungkook estuvieron toda la semana hablando, pero a diferencia de las últimas cinco semanas, los mensajes habían adquirido un toque más coqueto. El menor creía que se debía al hecho de que le había pedido una cita, y que Taehyung estaba interpretando un papel, aunque en el fondo deseaba que no fuera así.

El día de la cita, Taehyung lo llevó a un parque de atracciones. Quería que Jungkook se desfogara a gusto, que gritara de euforia, que sintiera la adrenalina y la felicidad que podía ofrecerle a uno la vida. Y Jungkook lo disfrutó como un niño pequeño. Lo disfrutó tanto que no recordaba la última vez que se lo había pasado tan bien en su vida.

Juntos se montaron en las atracciones que quisieron. Daba igual si eran muy altas, muy rápidas o muy imponentes, se prometieron que lo harían juntos, y aunque Taehyung pasó miedo, especialmente en las que eran muy elevadas, Jungkook estuvo allí para apoyarlo, tal y como habían prometido.

Cuando comenzó a oscurecer, la pareja decidió meterse en una casa del terror. Había vampiros, zombis, fantasmas y toda clase de seres sobrenaturales. Taehyung se dejó la voz y Jungkook gritó con él, aunque ni los payasos asesinos lograron asustarle.

Después de aquello, Taehyung propuso ver una película para bajar las pulsaciones. No quería morir joven y menos de un ataque al corazón. La comedia les hizo reír a carcajadas y cuando salieron del cine, comenzó a apretar el hambre.

Compartir una barbacoa fue otro momento inolvidable. Jungkook había estado muy nervioso antes de la cita, por si hacía o decía algo equivocado, pero en cuanto Taehyung comenzó a proponer cosas, se sintió muy relajado. El mayor había elegido actividades muy concretas para que se sintiera cómodo y tuviera la confianza de ser él mismo.

Tras la cena, Taehyung lo invitó a una copa en un club que tocaba música en vivo. En la parte de arriba del local, había una hilera de sofás donde la gente podía acomodarse. La pareja se sentó en uno de ellos, y bajo la tenue iluminación y la música que se oía desde el piso inferior, comenzaron a conversar tranquilamente.

—Gracias por este día, hyung. Nunca, en toda mi vida, me lo había pasado tan bien como hoy.

—¿En serio?— Taehyung arqueó una ceja —No lo dices por decir, ¿verdad?

—No, te lo juro— Jungkook se llevó la mano al corazón —Lo he disfrutado muchísimo.

—Yo también tenía muchas ganas de salir contigo, Junsu. ¿Sabes por qué?

Jungkook negó con la cabeza mientras bebía un trago del cóctel de frutas.

—Me gustas.

—¿Yo?— se le escapó sin querer.

—Sí, tú— Taehyung le dio tres golpecitos en el pecho —¿Es que no te has dado cuenta?

Jungkook se sonrojó. Ahora que lo decía... Taehyung había cogido su mano en la casa del terror, le había metido carne en la boca cuando estaban comiendo barbacoa, y lo había tratado con mucha atención, mimo y consideración.

—Tú a mí también me gustas, hyung— susurró rojo como un tomate.

La música se elevó y la gente que estaba sentada en el piso de arriba, se levantó para acercarse a la barandilla y ver el espectáculo de los guitarristas.

Taehyung aprovechó la oportunidad para besar a Jungkook en la boca. Nadie les prestaba atención, nadie los veía, y por eso el menor fue capaz de olvidarse del mundo y de saborear el momento más emocionante de su vida.

Jungkook ignoró que estaba prometido, que ante el mundo debía ser heterosexual, y comenzó a salir con Taehyung en secreto. La primera vez que hicieron el amor en un hotel, agradeció que no se hubiera rendido con la vida. Poder experimentar algo tan hermoso junto a alguien que le había robado el corazón, era la sensación más pura y maravillosa del mundo.

Con el paso del tiempo, Junsu se había convertido en su luz, mientras Jungkook seguía siendo su sombra. Sabía que debía contarle la verdad, que no era justo para Taehyung, pero temía que si se sinceraba con él, lo abandonara y no podía soportarlo.

Lo único que compartió con él fue que estudiaba en Seúl y que por eso solo podían quedar los fines de semana. También le confesó que su padre era extremadamente homófobo y que si querían estar juntos, no podía saber de su relación bajo ningún concepto.

Taehyung aceptó mantener su relación en secreto y verse solo en Daegu. Tampoco le contó a su hermano o a sus amigos que estaba saliendo con Jungkook. Y como vivía por su cuenta y Yoongi tenía una vida con Jimin, era mucho más fácil mantener la mentira.

Jungkook se había enamorado perdidamente. Aunque sabía que estaba jugando con fuego y temía la ira de su padre si se llegaba a enterar, no podía vivir sin Taehyung. Era tan grande su amor por él, que después de pasar medio año en los brazos de su novio, sintiendo sus besos, sus caricias, cómo le hacía el amor y cómo se sentía hacérselo a él, Jungkook llegó a la conclusión de que no podría seguir manteniendo aquella farsa.

—¿Te fugarías conmigo?

—¿A dónde quieres ir, cachorrito?

Jungkook acarició su mejilla pensativo. Estaban en la cama de un hotel, escuchando como la lluvia golpeaba contra los cristales y el viento azotaba en el exterior.

—Estoy pensando en irme a otro país— respondió un poco nervioso —¿Vendrías conmigo?

Taehyung notó que su mirada cambió. Al principio se lo había tomado a broma, pero ahora sabía que estaba hablando en serio.

—¿Por qué querrías irte?

—Porque en Corea no podemos vivir nuestro amor libremente. Me gustaría pasar unos años contigo en un sitio donde nadie se nos quede mirando cuando nos besamos o nos cogemos de la mano. Me gustaría vivir la sensación de un amor libre, ¿entiendes?

—Yo también quiero eso, pero aquí tengo mi trabajo, aquí tengo a mi familia...

—No sería para siempre, solo por un tiempo— Jungkook le besó la mano —¿No podrías pedir un traslado temporal? Seguro que en algún país necesitan profesores coreanos. Vamos, Tae, todavía somos jóvenes. ¿No te parece emocionante?

—Es emocionante, pero... ¿Y tus estudios? ¿De dónde vamos a sacar tanto dinero?

—Tengo ahorros, podríamos estar un año sin trabajar. Además, no pasa nada por estudiar desde el extranjero.

—Espera, ¿cómo es que tienes tanto dinero ahorrado?— preguntó desconcertado.

—Fue un regalo de mi abuelo por cumplir la mayoría de edad— mintió con gran convicción —Vamos, Tae. Di que sí, di que sí, di que sí. Solos tú y yo. Vayámonos de aventuras. Será fantástico.

Taehyung accedió. En otras circunstancias nunca lo habría hecho. ¿Irse al extranjero con un hombre con el que llevaba menos de un año saliendo? ¿Quién hacía eso? Pero Taehyung estaba loco de amor por él.

—Tengo una condición. Tienes que conocer a mi hermano. Si le digo que me voy contigo y no te conoce, creerá que me has secuestrado.

A Jungkook no le hacía ninguna gracia conocer a la familia de Taehyung. De hecho, lo había estado evitando a propósito. Yoongi era el motivo principal por el que todavía no había visitado el apartamento de su novio. Le preocupaba mucho encontrárselo allí y que, siendo tan perspicaz como lo describía Taehyung, descubriera que era un embustero.

Jungkook nunca había visto a Min Yoongi, ni siquiera en fotografía. Evitaba hablar de la familia de Taehyung con mucha sutileza, y como Taehyung sabía que su novio venía de un entorno familiar complicado, tocaba el tema lo menos posible.

¿Pero qué podía hacer ahora? Ya no había manera de seguir huyendo. Si conocer a su hermano era la única condición que había impuesto Taehyung para irse con él, entonces debía hacerle frente.

Las semanas transcurrieron y Taehyung solicitó el traslado, pero no había plazas vacantes en el extranjero y Jungkook comenzó a ponerse nervioso. Debía huir antes de que terminara la carrera. Todavía faltaban unos pocos meses, pero el tiempo pasaba volando y ahora, más que nunca, no quería ser el esposo de Sooyoung.

Debía mirar por sí mismo, debía proteger su felicidad. Ahora que la había encontrado, no podía renunciar a ella. Prefería la muerte a renunciar a Taehyung. Lo sentía por Jimin, lo sentía por sus sueños, pero no podía sacrificarse por él. Ya no.

Y entonces sucedió lo que Jungkook más temía. Regresó a Busan por petición de su padre y en cuanto entró por la puerta, un empleado lo acompañó hasta el despacho de Jongsuk. La mirada inquisitiva que recibió nada más poner un pie en su espacio le indicó que lo sabía.

—Aléjate de ese chico, Jungkook. No habrá más avisos.

Esas fueron las únicas palabras que salieron de su boca. Después se fue del despacho y sus hombres le pegaron una paliza a su hijo.

Jungkook estuvo dos semanas postrado en una cama de lo brutal que fue la agresión. Ni su madre, que estaba trabajando en China, ni su hermano, con el que no mantenía relación, se enteraron de lo ocurrido.

Durante esos catorce días, Taehyung lo intentó contactar muchas veces. Le envió más de doscientos mensajes, incluso viajó a Seúl y se presentó en su universidad para saber de él. Lo que le dejó consternado fue que allí le comunicaron que no había ningún alumno con el nombre de Jeong Junsu.


Amor de mi vida ❤️
¡Como no me contestes, buscaré la dirección de tu padre y me presentaré en su casa!
¡¡Puedes dar por sentado que lo haré!!
¡¡¡Te juro por mi hermano que lo haré!!!


El último mensaje obligó a Jungkook a llamarlo por teléfono.

—¡¿A qué coño juegas?! ¡¿Sabes lo preocupado que estoy?! ¿Te haces una idea? ¿Qué te pasa? ¿Por qué no has contestado a ninguno de mis mensajes? ¿Buscas cortar conmigo? ¡Si me vas a dejar al menos ten los huevos de hacerlo en persona!

A Taehyung se le encogió el corazón cuando lo oyó sollozando.

—¿Qué ocurre, Junsu? ¿Por qué lloras? Dime, ¿qué ha pasado? ¿Estás bien?

—Necesito verte...

Taehyung cogió el primer tren de Seúl a Busan y después se subió en un taxi para ir a su encuentro. Habían quedado en un lugar apartado, en un área de descanso, a las afueras de la ciudad. Desde allí se podía apreciar un atardecer muy hermoso, pero Taehyung no se fijó en él.

Jungkook ya estaba esperando por él. Vestía de negro y llevaba el pelo cubierto por una capucha. Había otro hombre en el área, apoyado sobre la puerta de un vehículo caro, fumándose un cigarro. El desconocido no le prestó atención a Taehyung, pero su presencia le inquietó hasta tal punto, que se arrepintió de haber dejado marchar al taxista.

Nervioso, y sin quitar la vista del hombre del cigarro, caminó hacia Jungkook y cuando se acercó al menor y le vio el rostro, se quedó helado.

—¿Qué te ha pasado?— su corazón se agitó como si le hubieran dado un puñetazo en el estómago —Dios santo. ¿Qué es lo que te han hecho?

Jungkook abrazó a Taehyung. A pesar del dolor en las costillas, lo abrazó con todas sus fuerzas.

—Gracias por venir.

—Junsu...

—No me llamo así. Mi nombre es Park Jungkook.

Taehyung se quedó en blanco. En Seúl había llegado a la conclusión de que su novio le había mentido sobre la carrera que estudiaba, pero en ningún momento imaginó que le había dado un nombre falso.

A pesar de la repentina confesión, Taehyung no conseguía procesar la información. Seguía impactado por las heridas en el rostro de su novio. Tenía el ojo derecho vendado, múltiples contusiones y cortes en las cejas, las mejillas y los pómulos. Parecía un boxeador salido del ring, o mejor dicho, el que se había llevado la paliza.

—Te mentí porque no quería que me conocieras. No quería que vieras mi verdadero yo. Lo siento, Tae. He tratado de mantenerte lejos de Jungkook, pero fui un ingenuo. Mi padre odia lo que soy, odia que te ame... Pero te amo. Te amo más que a mi propia vida y por eso tengo que decirte adiós.

—¿Qué estás diciendo? ¡Me da igual si te llamas Junsu o Jungkook! Tu padre te ha hecho esto, ¿verdad?— Taehyung le tocó la mejilla con mucho cuidado —¡No puedes dejarlo así, tienes que denunciarlo!

—Mi padre es intocable. Tiene dinero, contactos, poder... Siempre ha sido intocable.

—Pero algo se podrá hacer, ¿o no? ¿De verdad vas a rendirte sin luchar?

Jungkook lo besó en la frente y ese inesperado contacto provocó que las emociones de Taehyung se desbordaran.

—No me dejes. No quiero separarme de ti— sollozó entre sus brazos —No sé por qué habrás hecho lo que has hecho, pero no me importa. Este tiempo que hemos estado juntos... He sido tan feliz... No quiero renunciar a ti. Huyamos al extranjero, vayámonos lejos de aquí. No me importa empezar de cero, lo único que quiero es estar contigo.

Jungkook lo besó en la boca. Le dio igual que el chófer de su padre se lo fuera a contar después. Quería sentir el sabor de Taehyung por última vez.

—No quiero que te quedes con ese hombre. Junsu... No, Jungkook. Por favor, mira lo que te ha hecho— Taehyung apretó la mano de su chico y bajó la voz —Escúchame. Tengo un amigo en Tailandia, estudiamos juntos en la universidad. Él nos podrá echar una mano para empezar una nueva vida. Por favor, mi amor. Por favor, huye conmigo.

—Tae...

—No te quedes aquí, no te quedes con él. ¡¿No ves que te seguirá haciendo daño?! Lucha por ti, Jungkook. ¿No querías ser libre? ¿No querías empezar una nueva vida? Entonces lucha por nosotros.

Jungkook había ido allí a despedirse de Taehyung, pero las palabras de su novio, la fuerza en su voz y la desesperación en su mirada, le regresaron las ganas de luchar.

¿De verdad podría irse con él? ¿De verdad existía la felicidad para ellos? Sungjae había pagado por sus errores, Jongsuk se lo había dicho mientras se recuperaba en uno de los apartamentos familiares. Le había jurado que si seguía por ese camino, haría pagar a Taehyung por su egoísmo.

—Mi amor, huyamos juntos— suplicó Taehyung desesperado —Te amo, por favor, no me dejes...

—¿Y si te hace daño a ti?

—No me hará nada porque tú y yo encontraremos un lugar donde estar a salvo.

Jungkook tenía mucho miedo. Estaba aterrorizado de las amenazas de Jongsuk. Pero, el miedo de vivir sin Taehyung, de tener que renunciar a él, era mayor que el que le tenía a su padre.

El chófer le dio un informe detallado de lo que había ocurrido entre la pareja. Se habían abrazado y besado, pero Taehyung también le había gritado y reprochado su conducta. Después de cortar con Jungkook a grito pelado, Taehyung se pidió un taxi, se marchó de allí llorando, aunque no fue el único que lloró a lágrima viva; Jungkook se derrumbó en el coche cuando volvían a casa.

Lo que no decía el informe era que Jungkook había accedido a irse con Taehyung. Las lágrimas de ambos habían sido sinceras, no obstante, se debían a la presión, al miedo y a la desesperación, no a una ruptura.

Después de la promesa que se hicieron en el área de descanso, la pareja se comunicó a través de móviles desechables. Decidieron marcharse de Corea cuando Jungkook se hubiese recuperado y mientras tanto, debían conseguir todo el dinero posible para poder subsistir en otro país.

Taehyung vendió todas sus cosas. Como vivía por su cuenta y no quedaba tanto con Yoongi, dado que estaba ocupado con sus estudios y las clases de piano, o Jimin, quien pasaba horas y horas bailando, o Seokjin, que tenía que sacar adelante un restaurante, u Hoseok, a quien su trabajo también le consumía mucho tiempo, ninguno sospechó que estaba ocurriendo algo.

Taehyung tampoco se dejó notar la tensión en el trabajo. Jungkook le había advertido de que su padre lo tendría vigilado, por lo que era crucial que actuara con normalidad.

Y así pasaron las semanas. Jungkook regresó a la universidad y actuó como se esperaba de él. No levantó sospechas, no dio pie a que alguien pudiera notar algo, incluso quedó con Sooyoung como de costumbre y la trató igual que siempre.

Mientras tomaban un café en una cafetería lujosa y la escuchaba hablar sobre su boda, Jungkook contaba los segundos para volver a estar con Taehyung. Tenía suficiente dinero y los pasaportes falsos preparados, solo necesitaban buscar el momento perfecto para salir de allí.

El día llegó más tarde que pronto. Jongsuk se había ido esa mañana de noviembre a Japón de viaje de negocios y no regresaba hasta dentro de unos días. Por la noche iban a coger el último vuelo hacia Vietnam y al día siguiente otro con destino a Tailandia. Jungkook creía que era una buena manera de despistar a su padre y de ganar tiempo. Una vez en casa del amigo de Taehyung, ya verían hacia dónde huían.


Ahora nos vemos, amor.

En breve estoy contigo.


El mensaje de su chico le dio fuerzas para salir del piso y dirigirse al aeropuerto de Seúl, donde ya esperaba Taehyung. Cuando iba a sentarse en el taxi, recibió una llamada de Jongsuk. Jungkook dudó en cogerla, pero si no lo hacía podría sospechar y lo que menos necesitaba en ese momento, era que su padre se enterase antes de tiempo.

—Dime.

—Jimin ha muerto.

Jungkook se quedó en shock.

—El objetivo era Min Yoongi, el hermano de Taehyung. Jimin estaba con él y fue un daño colateral. Es culpa tuya, Jungkook. Te dije que habría consecuencias. Me has obligado a intervenir y ahora tu hermano está muerto. ¿Entiendes lo que has hecho? Has matado al hermano de ese chico y también has matado a tu propio hermano. ¿Por qué tenías que desobedecerme? Esto se podría haber evitado, pero tenías que ser un niñato egoísta y malcriado.

Jungkook no podía respirar.

—Si huyes con él, lo buscaré y lo mataré delante de ti, Jungkook. ¿Te ha quedado claro? Te juro que lo haré, te juro que nada me detendrá para darle la peor de las muertes y que tú la veas. Y no creas que puedes vengarte. No creas que eres el héroe de esta trágica historia y que podrás contra mí, porque te aplastaré igual que esa furgoneta ha aplastado a tu hermano.

Taehyung se quedó esperando en el aeropuerto durante tres horas, hasta que comprendió que Jungkook no iba a ir. Cuando regresó a casa, con el corazón destrozado, se encontró con Seokjin en la puerta de su apartamento. El mayor tenía los ojos hinchados y parecía a punto de romper a llorar.

—¿Por qué has ignorado mis llamadas?

Taehyung había dejado el móvil en casa, solo disponía del teléfono desechable del que nadie, excepto Jungkook, conocía el número. El muchacho nunca imaginó que su corazón podría llegar a sufrir incluso más dolor, como el que sufrió cuando Seokjin le comunicó que Yoongi y Jimin habían muerto.

Min Taehyung y Park Jungkook no se volvieron a ver.

Jungkook se graduó en la universidad de Seúl, se casó con Sooyoung y tuvieron tres hijos. Se dedicó a trabajar en la empresa de su padre, la que adquirió cuando Jongsuk se jubiló. Nunca tuvo una buena palabra con sus hijos, a los que ignoró desde el día de su nacimiento. Tampoco volvió a amar a nadie como amó a Taehyung, aunque tuvo encuentros sexuales con algunos hombres.

El corazón de Jungkook se convirtió en hielo desde la muerte de Jimin. El día de la tragedia se enteró de que su hermano salía con el hermano de Taehyung, algo que había ignorado hasta la fecha. Dos meses después, su madre se quitó la vida accidentalmente, ingiriendo una alta cantidad de medicamentos con la intención de suprimir el dolor de la pérdida de su primogénito.

Jungkook se refugió en la bebida y en el trabajo, se aisló del mundo y no dejó que nadie volviera a tocar su corazón. Cumplió como proveedor de la familia, cumplió engendrando tres hijos varones, pero no fue ni marido ni padre.

Odiaba el mundo en el que vivía, odiaba a Jongsuk, pero a nadie odiaba más que a sí mismo. Su egoísmo había matado a Jimin. Su egoísmo por estar con Taehyung lo había llevado a él y a Yoongi a la tumba. Si hubiera dejado las cosas como estaban, su hermano seguiría vivo, siendo un aclamado bailarín, y Taehyung seguiría contando con el hermano que tanto amaba.

Park Jungkook se ahogó a los cincuenta años en la piscina interior de su mansión, poco después de haber sobrevivido a un cáncer de hígado. La familia comunicó que había sido a causa de un infarto, pero en realidad se quedó dormido tras consumir una gran cantidad de alcohol.

Min Taehyung se mudó después de enterrar a Yoongi junto a sus padres y no volvió a pisar la ciudad de Daegu. Se dedicó a la enseñanza en una pequeña escuela de Ilsan, donde pasó a tener una vida muy solitaria. La trágica muerte de su hermano le creó muchos problemas de salud, sobre todo padeció de depresión, de ansiedad y de ataques de pánico durante gran parte de su vida.

Taehyung tuvo la mala suerte de ver una grabación del atropello donde se veía nítidamente cómo la furgoneta se llevaba a Yoongi por delante. En esa misma grabación también se apreciaba a Jimin corriendo hacia él, en un desesperado intento por salvarlo.

Las imágenes le atormentaron y provocaron pesadillas durante años. Además, sentía una gran culpa por haber tenido que enterrar a Yoongi lejos de Jimin. Park Jongsuk dispuso del cuerpo de su hijo y lo enterró en el cementerio familiar, usando su trágica muerte en beneficio propio.

Taehyung, que no se enteró hasta después del accidente que Jimin y Jungkook eran hermanos, dado que Jimin nunca le habló de Jungkook, y Yoongi consideraba que el hermano de su novio era un imbécil sin importancia, sufrió mucho a causa de esa revelación.

En parte sentía que si no hubiera mantenido su relación en secreto, al menos no de ellos dos, las cosas hubieran sido de otra manera. El ¿Y si hubiera hecho esto o aquello...? nunca lo dejó vivir en paz.

Tras lo ocurrido con Jungkook, Taehyung no fue capaz de confiar en la gente ni de mantener una sola relación sentimental. Con Seokjin y Hoseok solía hablar por teléfono, aunque por circunstancias de la vida nunca se volvieron a ver. Y cuando Seokjin fue asesinado y Hoseok se quitó la vida, Taehyung perdió a la única familia que le quedaba.

Con setenta y cinco años comenzaron las primeras señales de Alzheimer y hasta los ochenta y dos, cuando falleció plácidamente en su cama, vivió en una residencia de ancianos. Allí pasó meses hablándole al personal de un chico de rostro inocente y mirada tímida, al que había amado, y cuyo nombre recordaba como Jeong Junsu.

¿Qué os ha parecido la historia de Taehyung y Jungkook? Como algunas personas habéis intuido, el accidente del Yoongi y Jimin no fue un accidente. Ambas tramas están conectadas. La línea original se define principalmente por la tragedia. Además, las relaciones entre los personajes no son tan fuertes como lo son en E/R. El cambio ha sido lo mejor que les ha podido pasar, aunque también es interesante ver qué hubiera sido de ellos en estas circunstancias. 

Vayáis a celebrar la navidad o no, os deseo unas felices fiestas. Espero que terminéis bien el mes de diciembre, que disfrutéis del fin de año y que comencéis el 2024 con mucha salud y felicidad. 🎉🥂🥳💖

Ya falta menos para darles la bienvenida a Seokjin y Hoseok. A partir de enero podremos decir que el año que viene volverá a estar BTS al completo. Sé que es una situación que provoca infinidad de emociones, pero algún día, cuando regreséis a este capítulo por nostalgia, el servicio militar habrá quedado atrás. ¡Mucho ánimo, ARMY! 💜

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