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La repentina muerte de Taehyung había sido una tragedia, especialmente para el clan Min. Taeju se hundió durante las primeras semanas, le costó mucho esfuerzo afrontar la pérdida de su padre, pero después de leer la carta que le dejó, sacó fuerzas por Jiae, su hija, y por Junggi.
Taeju no quería fallarle a su pequeña familia y tampoco a sus padres, por eso decidió honrar la memoria de Taehyung viviendo una vida feliz, tal y como él habría querido.
Para Sohee, en cambio, fue mucho más difícil llegar a la misma resolución que su hermano. La carta de su padre le trajo consuelo, y Hanbin la apoyó incondicionalmente, pero al igual que le ocurrió a Jjin, el amor de su familia no fue suficiente para salir adelante.
Sohee tuvo que recurrir a ayuda profesional para asimilar la muerte de Taehyung. Jjin la acompañó durante todo el proceso y aunque ambos tenían una buena relación desde pequeños, a raíz de la muerte de Taehyung se hicieron inseparables.
Los cambios que tuvieron que afrontar tanto Taeju como Sohee fueron tan desmesurados como agotadores, pero también fue un proceso complicado para Jungkook.
Vivir en una casa tan grande y en la que albergaba tantos recuerdos con Taehyung, esa repentina soledad que le fue dada sin su consentimiento, le resultó muy difícil de sobrellevar.
Aunque Jimin le ofreció su casa, Jungkook no quería separarse del hogar que lo unía a su marido. Con el paso de los meses se fue acostumbrando al silencio, a cocinar para uno, a despertar solo y a dormir solo.
Cada día, Taehyung lo visitaba y su esposo lo intuía. Jungkook no podía sentirlo, como le sucedía a Jimin con Yoongi, y nunca recibía una señal de él, como ocurrió con Hoseok y Namjoon, pero, llámese intuición o perspicacia, su olfato nunca lo engañaba. Y por eso, porque confiaba en su percepción, le contaba cosas de su nieta, como lo bien que estaba creciendo Jiae, a la que cuidaba prácticamente todos los días, y lo mucho que le gustaba ser abuelo.
Taehyung lo escuchaba, le respondía, se reía con sus anécdotas y cuando regresaba a casa, les comentaba a los demás lo bien que estaba viviendo su vida. Incluso en los momentos más duros, cuando Jungkook se venía abajo, Taehyung seguía a su lado. No podía abrazarlo ni besarlo, por eso se mantenía junto a él hasta que dejaba de llorar.
La mayoría de veces, Jungkook se rompía cuando llovía. El mal tiempo le traía recuerdos muy dolorosos que en ocasiones no sabía gestionar. Esos episodios, que al principio eran bastante frecuentes, también eran los más duros para su esposo.
Taehyung quería consolarlo, pero no tenía los medios para hacerlo. Por consiguiente, lo único que podía hacer por él, era mantenerse a su lado. Y así, sentados en el suelo del salón, junto a la chimenea, o tumbados en la cama, cara a cara, pasaron días y noches, hasta que Jungkook se dormía de puro cansancio bajo la cálida mirada de su esposo.
A los seis años de la muerte de Yoongi y dos de la muerte de Taehyung, Jimin decidió dar un paso atrás y dejar su cargo.
Iba a hacerlo el mismo año en el que perdió a su mejor amigo, pero tras la muerte de Taehyung, no se vio capaz de renunciar a un trabajo que lo mantenía tan ocupado. Después de dos años, aún seguía añorando a Taehyung, sin embargo, había aprendido a gestionar el dolor sin enterrarse en el trabajo.
Jimin decidió retirarse a los cincuenta y cuatro años. La gente del pueblo estaba al tanto y algunos habían intentado convencerlo para que continuara por unos años más, pero, aunque se sintió muy agradecido por la confianza, no cedió.
Jimin miró hacia la calle desde la ventana de su despacho. Parecía que el mes de noviembre iba a comenzar con lluvias porque el cielo estaba muy encapotado. Aun así, había varios niños corriendo, jugando y disfrutando de la tarde con sus amigos. Verlos revoloteando de un lado a otro le hizo pensar en sus nietos, a los que deseaba ver algún día compartiendo momentos tan felices como a ellos.
Jiae estaba a dos meses de cumplir los tres años de edad, los mismos que había cumplido Yoongi, al que cariñosamente llamaba Yoogie, el pasado veintisiete de abril. Su hermana Yumi, de un año y cinco meses, había nacido el seis de junio del año pasado.
—He terminado por hoy— dijo Wooshik al entrar en su despacho —¿Necesitas algo más?
—No, puedes irte a casa.
—Por cierto... Mi hijo tiene que trabajar hasta tarde. ¿Te vienes a cenar esta noche conmigo?
—Llevaré un buen vino.
A Wooshik se le cayó un peso de encima. Era el primer aniversario de la muerte de Changwook y no quería pasarlo solo.
—¿Cómo lo llevas?
—No dejo de darle vueltas, ¿sabes?— Wooshik fingió una sonrisa —Cuando mi hijo se fue a vivir con su novia, las cosas entre nosotros no iban bien. Incluso me planteé el divorcio y se lo dije, pero lo arreglamos. Lo arreglamos de verdad. Es muy injusto que una semana después tuviera ese maldito ictus... A veces creo que su muerte fue culpa mía.
—Su muerte no tiene nada que ver contigo ni con los problemas que hubo en vuestro matrimonio. Changwook hyung te quería, él te quería tanto como tú a él. Por eso lo arreglasteis, por eso encontrasteis la manera de seguir juntos.
Wooshik sintió las palabras de Jimin como una suave caricia. Durante años, había sido un gran amigo, alguien a quien podía recurrir incondicionalmente. Incluso durante el funeral de Changwook, y a pesar de seguir roto de dolor por la pérdida de los hermanos Min, Jimin nunca dejó de apoyarlo.
—Gracias— Wooshik le hizo una profunda reverencia —Gracias por todo, de verdad.
—No seas tan formal— Jimin se acercó y le dio varias palmaditas en la espalda —Iré a tu casa sobre las siete y seguiremos hablando. Quizá hasta me tome una copa contigo.
—No mientas.
Jimin se rió justo cuando Taeju entró por la puerta.
—Bueno, yo ya me voy— dijo Wooshik y después señaló a su amigo —No te olvides del vino.
—Prepárame algo rico para cenar y te llevaré el mejor que tenga.
Taeju tomó asiento mientras Jimin despedía a Wooshik entre bromas. Estaba tan absorto repasando lo que quería decirle que no percibió cuando se sentó enfrente de él.
—¿Para qué querías verme?
—Verás...— Taeju carraspeó con fuerza —Necesito hablar contigo sobre un tema muy importante.
—Soy todo oídos.
—Quiero ser el próximo gobernador de Inyeon.
—Vaya...
—¿Vaya?— Taeju frunció el ceño —¿Cómo debo interpretar ese vaya?
—¿Ves esto de aquí?— Jimin señaló las canas de su cabello —Esto se podría haber evitado si te hubieras presentado antes. ¿A qué estabas esperando? ¿Es que no piensas en la salud de tu tío-suegro?
—No sabía que querías que me presentara.
—Como agente de policía has demostrado estar comprometido con la comunidad y tener espíritu de servicio. No te asusta trabajar duro y no tienes miedo a ensuciarte las manos. Eres innovador y abierto a los cambios, sabes dar respuesta a los problemas y necesidades del pueblo. No hay nadie que te iguale, Taeju. Eres una persona honesta, objetiva y transparente. Has estado varias veces en la península y entiendes en qué clase de mundo vivimos. Sé que no hay mejor candidato para sustituirme que tú.
Taeju se sintió muy halagado. No se había planteado ser gobernador, tenía pensado suceder a Jungkook en comisaría, pero cuando oyó que se retiraba y vio lo preocupado que estaba Junggi por el futuro de la isla, decidió presentarse por el bien de su familia.
—Iba a hacerte una propuesta en los próximos días, pero me alegra tanto que hayas dado el paso por ti mismo, Taeju.
—Jun me ha dado el último empujón para venir a hablar contigo.
—Como no, mi hijo sabe mejor que nadie el potencial que tienes.
Taeju se fijó en la fotografía que tenía sobre la mesa y cogió el marco. Yoongi y Taehyung estaban en el jardín de la casa de Eunha, sonriendo alegremente mientras brindaban con una copa.
—¿De cuándo es? Los dos están muy jóvenes.
—Se hizo unas semanas antes de la adopción de Sohee.
—Cuando era adolescente y metía la pata, appa siempre decía que no me parecía a él, pero cuando hacía algo bien, decía que era su viva imagen— Taeju tocó el rostro de su padre con el pulgar —Era tan escandaloso y a veces se pasaba de directo, pero me encantaba su personalidad y sobre todo ser su hijo.
—Y a él ser tu padre.
Taeju dejó el marco en su sitio y Jimin sintió una gran nostalgia al ver el rostro de su mejor amigo. El día en que murió Taehyung, lo vio caminando por la calle y como llevaba prisa, no lo detuvo y lo dejó marchar. Esa era la última imagen que tenía de él y después de dos años, todavía se arrepentía de no haberlo llamado.
—Tengo que irme— Taeju se levantó del asiento —Como hoy Jiae se queda a dormir en casa de Yeji, quiero sorprender a Jun con una cena romántica.
—¿Cómo lleváis la vida de casados?
—Llevamos juntos desde los dieciséis, en realidad no ha cambiado nada— dijo como si no fuera la gran cosa, aunque su sonrisa lo delató —Pero, ¿sinceramente? Estoy muy feliz. Siempre he querido ser su esposo, así que estoy viviendo un sueño.
—Estáis hechos el uno para el otro.
Taeju sonrió. Junggi no quería casarse, no le daba importancia al matrimonio, pero después de la trágica muerte de Taehyung, y sabiendo lo mucho que su novio, y ahora marido, deseaba ser su esposo, decidió dar el paso para proporcionarle un poco de felicidad.
La pareja había tenido una pequeña ceremonia el pasado veintisiete de mayo. Como Yoongi y Taehyung no podían estar presentes, decidieron que fuera algo íntimo, únicamente para ellos dos. Unos días después organizaron una comida familiar, a la que también asistió la familia que tenían en El Umbral.
—Te acompaño.
Jimin y Taeju salieron del edificio y se dirigieron hacia la calle principal.
—¿Sabes de quién hay que proteger Inyeon? De los humanos. Gracias a tu marido tenemos una manera de protegernos de los infectados, pero no hay una vacuna contra la avaricia humana. Da igual lo bien que nos vaya ahora mismo, siempre va a existir la posibilidad de que aparezca alguien que nos conduzca hacia la perdición— Jimin hizo una breve pausa al sentir una gota sobre la frente —Tenemos a personas excepcionales, como a Sohee, educando y transmitiendo los valores necesarios para crear un futuro próspero, pero aunque su labor sea importante, la educación empieza en casa. Todavía convivimos con gente codiciosa, orgullosa y egoísta, que no piensa en el bienestar de la comunidad. No podemos permitir que personas como esas se hagan con el poder, ¿lo entiendes?
—Lo entiendo.
—Inyeon sigue siendo vulnerable y lo seguirá siendo cuando seas anciano, por eso debemos ser implacables. Hay que elegir bien a la gente en puestos de poder, pero sobre todo al gobernador. No podemos cometer errores. Muchos hemos vivido la invasión de Inyeon y sabemos lo valiosa que es la paz, pero la generación de mis nietos solo lo escuchará en historias y no le dará el mismo valor si no nos aseguramos de que lo hagan. La memoria es corta, Taeju.
—Y quien olvida su historia está condenado a repetirla. Es lo que solía decir appa. Quiero mantener a salvo el hogar por el que mis padres han luchado. Te prometo que no dejaré que eso ocurra. No, te juro que voy a proteger Inyeon igual que lo has hecho tú.
—¿Aunque tengas que tomar decisiones difíciles?
—Aunque tenga que tomar decisiones difíciles.
A Jimin se le cayó un gran peso de encima. Taeju era la persona que mejor encajaba en ese puesto. Contaba con la determinación y las capacidades necesarias, pero sobre todo, contaba con el corazón que a muchos les faltaba.
—Gracias por la confianza. No te decepcionaré.
—Sé que no lo harás.
Tras un breve abrazo, siguieron paseando por el centro, ignorando la llovizna que caía sobre ellos.
—¿Crees que mi padre se lo tomará mal?
—Jungkookie ya lo sabe— Jimin sonrió por la cara de sorpresa que puso —Lo hablé con él hace unos días y está de acuerdo en que eres el mejor candidato. Además, él también cree que debemos blindar el pueblo antes de retirarnos.
Aunque Taeju había contado siempre con el apoyo de su padre, le hacía especialmente feliz que lo viera capaz de desempeñar un puesto tan importante. Jimin se percató de que estaba sonriendo mucho y no le fue difícil entender el porqué.
—¡Oh! ¿Y a quién pondrá papá de comisario? Chanmi noona dejó el trabajo cuando tuvo a su segundo hijo y Yeonjun hyung se está planteando trabajar con su pareja, después de la lesión que sufrió en la rodilla.
—Ya tiene a alguien en mente.
—¿A quién?
—Te dejo, que tengo que ir a por los nenes— Jimin se alejó por otro camino —Disfruta de la cena y salúdame a Junggi.
Taeju se quedó con las ganas de saber quién iba a sustituir a su padre. Mientras se dirigía a casa, haciendo una lista de los posibles candidatos, Jimin llegó a la guardería para recoger a sus nietos.
—¡Abu! ¡Abu! ¡Abu!
Yoongi y Jiae corrieron hacia él y Jimin los alzó en brazos. Como estaba chispeando ligeramente, la auxiliar de guardería los había vestido con unos chubasqueros verdes.
—¡Mis angelitos!— Jimin se los comió a besos —¡Pero qué guapos estáis con los chubasqueros!
Los niños le contaron atropelladamente lo que habían hecho. Jimin los escuchó atentamente y se sorprendió varias veces para disfrute de los nenes. Cuando los iba a dejar en el suelo, Yoongi se aferró enérgicamente al cuello de su abuelo.
—¿Quieres que el abu te cargue un ratito?
—Chí.
—Yo también, abu— pidió Jiae —Yo también, yo también.
Jimin se los llevó a paso ligero hacia la casa de su hija. Como tenía pinta de que iba a descargar en cualquier momento, no quería que los niños se entretuviesen por el camino, algo que sucedía seis de cada siete días.
—¡Mira, mira!— Yoongi señaló hacia el cielo —¡Abu, mira!
—Esa nube está muy oscura, ¿verdad?
—Tengo miedo— se asustó Jiae —Culebas...
—¿Culebras?— Jimin sonrió —Mi niña, las culebras se esconden en los bosques, no en las nubes. Lo único que te puede pasar es que te mojes.
Yoongi estaba caminando al lado de Jimin, siendo testigo de lo dulce que era con ellos. Cada vez que su marido los recogía de la guardería, él los acompañaba de vuelta a casa. También estaba con ellos cuando los cuidaba, los bañaba o los llevaba al parque. No podía ser un abuelo como él, pero estaba viendo cómo crecían sanos y fuertes.
Yoongi y Jiae se bajaron de los brazos de su abuelo cuando se cruzaron con un perrito. Como Yoongi era mayor que Jiae, pidió permiso al señor para acariciarlo y cuando el dueño se lo concedió, dejó que su prima fuera la primera en tocarlo.
Tras ese breve encuentro, siguieron su camino.
—Estos dos son mucho más revoltosos de lo que fueron nuestros hijos— murmuró Jimin mientras veía como saltaban los pequeños charcos que se habían formado —Desde que se levantan no paran ni un segundo.
Me recuerdan a Tae. Él era igual, nunca paraba quieto, pero siempre se dormía entre los brazos de mamá.
—A diferencia de ellos, Yumi es mucho más tranquila— comentó en voz baja —Yo también fui un bebé tranquilo, ¿sabes?
Y seguro que muy bonito.
—Amor, no puedo creer que ya tengamos tres nietos. A ver si Jjin nos da el cuarto, ¿no te parece? Lleva tres años en una relación y nada. Ya no existen los preservativos, ¿cómo es que sigue sin ser padre?
Tú, en cambio, solo necesitaste una noche para dejar a una muchacha embarazada.
—No sé por qué siento que me estás criticando.
Tu sexto sentido da miedo, amor.
El cielo tronó y los niños corrieron asustados hacia su abuelo. Jimin intentó tranquilizarlos, pero como comenzó a llover a cántaros, los alzó del suelo y echó a correr con ellos lo más rápido que pudo. Por suerte estaba cerca de la casa de su hija y Yeji ya los estaba esperando en la entrada.
Yoongi se quedó bajo la lluvia, observando como Jimin dejaba a los niños en el suelo y su hija se ocupaba de ellos. Aunque no sentía las gotas, le gustaba estar fuera cuando llovía. Su marido recuperó el aliento junto a la puerta y antes de seguir a sus nietos, se giró hacia él y sonrió. Esa cálida sonrisa suya hizo que el corazón de Yoongi sintiera aún más amor del que ya sentía.
A los siete años de la muerte de Yoongi y tres de la muerte de Taehyung, hubo un cambio muy grande en la vida de Min Sohee.
A mediados de octubre, Jungkook golpeó la puerta de la casa de su hija y su novio lo dejó pasar. Ver el aspecto de Hanbin, con las ojeras marcadas, a medio vestir y el pelo despeinado, le trajo recuerdos de sus primeros meses como papá.
Jungkook sabía bien que ser padre no era fácil. Los gritos, el llanto, la falta de sueño o de tiempo para uno mismo, todo podía ser abrumador. Aunque había momentos entrañables, uno estaba rodeado de bastante estrés. Por eso se pasaba todos los días por allí, para ayudarles y evitar que se sintieran sobrepasados.
—¡Papá, que bueno que has venido!— el rostro de Sohee se iluminó en cuanto lo vio —Taehyungie no deja de llorar. No sé qué más hacer, me está volviendo loca.
—Ven aquí, colega— Jungkook le quitó al pequeño de los brazos y en cuanto lo cargó, el niño dejó de llorar —Echabas de menos al abuelo, ¿verdad?
—¿Tú has visto eso? ¿Cómo es posible?— le dijo Sohee a su novio —¿Por qué se calla solo con él? Es que no pasa una vez o dos, cariño, es siempre.
—Deberíamos pedirle a tu padre que se mude con nosotros.
Taehyung, que estaba sentado en el suelo, vio como Jungkook besó al nene en la frente y Taehyungie se rió. El niño había estado un buen rato a grito pelado, desesperando a sus padres, y un breve contacto con su abuelo lo tranquilizó.
Sigues sin perder tu toque mágico, cachorrito.
—Gracias por todo lo que haces por nosotros— le dijo Hanbin a Jungkook —Cuando digo que te debo la vida, lo digo en serio.
—Para eso están los abuelos, para echar una mano y consentir a los nietos.
Jungkook solía restarle importancia a la ayuda que les prestaba, pero Hanbin nunca tomaba su esfuerzo por sentado. El joven se había quedado huérfano durante la invasión, y tras unas semanas de incertidumbre, una anciana decidió hacerse cargo de él. La señora lo trató como a su propio hijo, lo apoyó y lo cuidó hasta que murió de una enfermedad.
Hanbin se volvió a quedar solo a los veinte años, y por eso valoraba tanto ser parte del clan Min, porque en ellos había encontrado una familia.
—Taehyungie, te voy a contar una historia sobre dos hermanos— Jungkook se sentó con él sobre el sofá —Un gato negro con una cicatriz en el ojo y un tigre travieso, pero de buen corazón.
El gato es un cascarrabias, el tigre travieso es el mejor personaje. Es ágil y guapo y tiene encanto, no como el otro.
Para Jungkook, cuidar de Taehyungie era casi terapéutico. Tras la muerte de su esposo, había hallado consuelo en su nieta Jiae, y desde el nacimiento del pequeño, creía que su vida volvía a tener sentido. Sus nietos le habían regresado la alegría que su marido se había llevado con él a la tumba.
Sohee le arregló el pelo a su novio, le ajustó el cuello de la camisa y lo besó en la boca.
—Que tenga usted un buen día, doctor.
—Gracias, directora Min.
Jungkook sonrió cuando Hanbin se despidió del bebé con dos besos en las mejillas y de él con una reverencia. El novio de su hija era la clase de persona que había soñado para ella. Educado, elocuente, empático, amable, íntegro y servicial, un buen hombre que la trataba como a una reina. También era un padre entregado y un amigo con quien podías contar.
Son adorables— dijo Taehyung desde el suelo, enfrente de Jungkook —Tabi y Suki están formando sus familias con dos hombres maravillosos. Nuestros cachorros han elegido bien, ¿verdad?
—Papá, ¿en serio no te importa quedarte con el nene?
—No, cariño, ya sabes que me encanta estar con Taehyungie.
—No sé qué haría sin ti— Sohee se sentó a su lado y apoyó la cabeza sobre su hombro —Ser madre es muy duro. ¿Alguna vez desaparece esta preocupación que siento?
—No, solo aprendes a vivir con ella.
—Lo siento, papá. Por cada dolor de cabeza que te he dado. Tuviste mucha paciencia conmigo y con el trasto de mi hermano.
Ni que lo digas. Todavía no supero la escapada a la península. Veinte infartos me dio ese día el niño de los cojones. Me pongo enfermo solo de pensarlo.
—Estoy muy orgulloso de vosotros— Jungkook la besó en la frente —Cuando Tabi ganó las elecciones y tus compañeros te eligieron para sustituir a Changwook hyung, me sentí muy orgulloso de los dos. ¿Sabes por qué? Porque habéis elegido el camino de ayudar a los demás, igual que hizo appa. Tenéis el mismo corazón noble que tenía vuestro padre.
También tienen el tuyo, mi vida.
—Gracias, papá.
—Gracias a ti por ponerle Taehyung. A appa le hubiera encantado.
Taehyung sonrió de oreja a oreja. Estaba más que encantado de que su nieto se llamara como él. Sus padres le habían puesto Taehyung en honor a su abuelo, quien fue un gran hombre, y Sohee había hecho lo mismo sin conocer esa historia.
—Ahora que soy madre, siempre me pregunto qué haría appa. Me daba buenos consejos y me entendía tan bien— Sohee acarició la cabeza de su hijo —Incluso me regañaba cuando lo necesitaba. Appa era una persona muy especial.
—Era el mejor, por eso me casé con él.
Sohee besó a su padre en la mejilla. Aunque habían pasado tres años desde su trágica muerte, Jungkook seguía teniendo un brillo melancólico en la mirada cuando hablaban de él.
Taehyung se quedó en silencio, deseando darles un cálido abrazo. Empleando la energía adecuada, podía tocar una mesa o sentarse encima de una cama o de un sofá, pero no existía la posibilidad de comunicarse con ellos.
Y quizá era lo mejor. Seokjin le había contado todo lo que había ocurrido desde su llegada a El Umbral y Taehyung no quería crear problemas. La praesidio le permitía estar allí, pero bajo unas condiciones que no iba a saltarse.
—Ve a darte un baño relajante. Tú también necesitas descansar.
—Gracias, papá.
Jungkook se fijó en el rostro de su nieto cuando Sohee salió del cuarto. Había nacido el pasado uno de agosto y apenas tenía dos meses de vida, pero nunca había visto un bebé con tanto pelo. Tenía una mancha de nacimiento entre las orejas y una cara de bueno que siempre le hacía sonreír.
Es increíble lo bien que se te dan los bebés. Parece una alarma de incendios cuando está con sus padres, pero cuando lo alzas en brazos, se hace el silencio. Nunca voy a entender qué clase de pacto hiciste con el diablo porque lo tuyo, cachorrito, no es normal.
—Te vas a quedar un ratito en la cuna, que el abuelo necesita hacerse un té.
Cuando te pones así estás tan atractivo. ¡Abuelo, deja de alterarme!
Jungkook dejó al nene en la cuna y se alejó acompañado por su marido. Antes de entrar en la cocina llamaron a la puerta y el bebé comenzó a llorar.
—No llores, mi príncipe— Jungkook lo volvió a cargar y el berrinche cesó paulatinamente —Vamos a ver quién es el cantamañanas que te ha fastidiado el sueño.
Apuesto a que es tu hijo.
Jungkook abrió la puerta y se encontró con Taeju.
Te lo dije. Siempre llega en los momentos más inoportunos. ¿A quién me recuerda eso? A alguien que empieza por Jung y termina por Kook. Es que sois clavadísimos, joder.
—Tu tío, el cantamañanas— le susurró al bebé y Taehyungie se rió.
—¿Qué le has dicho?
—Pasa, anda.
Taehyung se rió.
—¿Has llevado a Jiae a la guardería?
—Le toca a Jun— Taeju dejó la cesta sobre la mesa del salón —Le he traído un poco de fruta a Sohee. ¿Cómo está el nene?
—Mejor que tú por lo que veo— Jungkook lo miró de arriba abajo —¿Qué te pasa? Pareces estresado.
—Le he tenido que pedir a las mujeres que no quieren tener hijos si se podrían plantear la posibilidad de tenerlos o de darlos en adopción. Últimamente, hemos tenido muchas muertes prematuras y la natalidad ha bajado. No quiero obligarlas a hacer algo contra su voluntad, por eso he creído conveniente exponerles la situación. Tener descendencia es vital para nuestra supervivencia y si no hacemos algo, nos va a afectar en el futuro.
—¿Y qué te han dicho?
—La respuesta ha sido positiva— Taeju se sentó en el sofá —Lo han entendido y quieren ayudar.
¡Mi Tabi es el mejor gobernador del mundo!
—¿Entonces por qué tienes esa cara?
Eso digo yo. Pareces un sapo estreñido. Tan grave no puede ser.
—Ser gobernador es mucho más difícil de lo que pensaba. Somos una población pequeña, pero todos los días hay algún problema. No sé si mi respuesta ante los conflictos es la más adecuada y me preocupa mucho hacer las cosas mal.
—Por eso eres el adecuado, porque te preocupa la gente— Jungkook comenzó a mecer a Taehyungie para que se durmiera —No te agobies tanto, contigo estamos en buenas manos.
—¿Y si no estoy a la altura? ¿Y si lo decepciono? Como gobernador ha dejado el listón demasiado alto.
Pero si MinMin está encantado de la vida. ¿Tú en qué Inyeon vives?
—¿Sabes lo que está haciendo mi hermano? Dando clases de baile. ¿Y sabes por qué? Porque confía plenamente en ti y sabe que se puede desentender. De hecho, ayer me dijo que tú ibas a ser mejor gobernador que él.
Sí, lo dijo. Yo estuve presente.
—Él me sobreestima— Taeju miró la carita inocente del bebé —Quiero que mi hija y mi sobrino, y todos los niños de esta isla tengan un futuro. Da igual lo difícil que sea, me esforzaré en mantener la paz que nos habéis dado.
¡Pero qué bien te he criado! ¿Ves, Kook? ¡Es clavado a mí!
—¡Oh, has traído fruta!— Sohee se apresuró hacia la cesta y cogió una pera —Son de tu jardín, ¿verdad? Junggi oppa tiene la mejor fruta de la isla. La mía no sabe a nada, mi marido y yo somos unos negados, pero la suya está riquísima. ¿Cómo lo hace?
—No me preguntes, yo soy otro negado— Taeju se encogió de hombros —Dice que lo aprendió de su padre, pero Jun nació con la habilidad de hacer el 99% de las cosas mejor que los demás, así que...
Bah, la fruta de mi hermano tampoco era la gran cosa. La fruta de mi marido siempre le ha dado quince mil vueltas.
—¿No te ibas a bañar?— mencionó Jungkook al ver a Sohee en bata —Hija, el agua se va a enfriar.
Taehyung observó a su familia con la mayor adoración del mundo. Mientras los tres conversaban animadamente delante de él, se fijó en lo bien que habían crecido sus hijos. Sohee, de veintiocho, y Taeju de treinta y uno, eran dos personas muy queridas por la comunidad. Más allá de sus puestos como gobernador y directora de la escuela, la gente los apreciaba por cómo eran.
Taehyung también adoraba a sus nietos, a los que visitaba muy a menudo. Curiosamente, Taehyungie era el único que podía verlo. Al principio se había asustado cuando se percató de que lo veía, pero según la praesidio, algunos bebés, al igual que algunos animales, tenían la capacidad de ver a los muertos.
De vez en cuando, Taehyung se ponía junto a la cuna y su nieto se reía por las muecas que hacía. Jungkook no tenía la certeza de que Taehyungie pudiera verlo, pero dadas las reacciones del nene, creía que cuando se comportaba de determinada forma, se debía a que Taehyung estaba presente.
Taehyung se sentó al lado de su esposo y lo besó en la mejilla, aunque ninguno de los dos sintió el contacto. A veces era duro no poder tocarlo, pero estar con ellos le proporcionaba tanta dicha, que ese atisbo de tristeza se desvanecía muy rápido.
Además, contaba con el apoyo de Yoongi, Seokjin, Hoseok y Namjoon, por lo que estar entre dos mundos no era algo tan complicado para él.
Mientras Taehyung escuchaba las risas de sus seres queridos miró hacia la pared de enfrente. Sohee había colgado el retrato que Jjin le había hecho. A su sobrino se le daba muy bien dibujar, y tras la muerte de Yoongi, comenzó a hacer retratos de su padre para sus hermanos.
El talento innato de su sobrino era tan especial que Sohee le pidió que diera clases de dibujo en la escuela. Aunque su trabajo principal seguía siendo el de instructor de supervivencia, Jjin se animó sobre todo por dos motivos; primero, porque adoraba las bellas artes y segundo, porque a Yoongi le habría encantado.
Jjin también lo había dibujado a él. Y ese retrato, que colgaba de la pared del salón de la casa de su hija, siempre le sacaba una gran sonrisa.
A los ocho años de la muerte de Yoongi y cuatro de la muerte de Taehyung, Sohee y Hanbin tuvieron a su segundo hijo. El treinta y uno de octubre nació el hermano de Taehyungie, Seobin, y el veinte de marzo se celebró la boda de sus padres.
Sohee y Hanbin lo celebraron por todo lo alto, tal y como había esperado Taehyung de ellos. Aunque sus hijos no pudieron verlo bailando y disfrutando del evento, Yoongi se divirtió mucho observando cómo se desmelenaba su hermano.
Y como solían hacer cuando había un acontecimiento importante, trasladaron la fiesta a la orbit de Seokjin, donde celebraron el evento hasta altas horas de la madrugada.
Para Jungkook fue una sensación extraña la de entregar a Sohee a Hanbin. Llevaban mucho tiempo juntos y tenían dos hijos, pero en ese momento se dio realmente cuenta de que su niña ya era una mujer que no lo necesitaba.
No te pongas triste, cachorrito. Se ha convertido en una mujer fuerte e independiente, justo como queríamos— le dijo Taehyung, como si hubiera sentido lo mismo que él —Pero no te equivoques. Aunque sea adulta y autosuficiente, siempre necesitará de su querido padre.
El veintinueve de mayo de ese mismo año, Jjin tuvo a su primera hija. Unos meses después del nacimiento de Yunjin, se separó de su novia Boram.
Aunque su relación se había deteriorado mucho antes de que la pequeña viniera al mundo, intentaron salvarla por el bien de la niña. Jjin y Boram llegaron a la conclusión de que como amigos funcionaban mejor, y que lo importante era criarla con ambos padres presentes, no con ellos juntos.
A los nueve años de la muerte de Yoongi y cinco de la muerte de Taehyung, Jjin comenzó a salir con Seo Eunsil, la mano derecha de Taeju. Los dos se conocían de vista, pero el día en que Eunsil lo tiró accidentalmente por las escaleras del ayuntamiento, su relación dio un cambio.
La muchacha, que apenas media un metro cincuenta, iba cargada con diez libros hacia el despacho de Taeju. Como no podía ver bien, se tropezó con él y Jjin, que estaba algo distraído, perdió el equilibrio y se precipitó hacia el piso de abajo.
—¡Oh, no!— Eunsil dejó los libros en el suelo y corrió escaleras abajo —¿Estás bien? ¿Te has hecho daño?
Jjin se sintió tan avergonzado del espectáculo que había dado, que se puso a reír para restarle importancia. A Eunsil se le cayó un peso de encima cuando vio su reacción. Se había llevado un susto de muerte, pero afortunadamente Jjin no estaba herido.
—Lo siento mucho, no te he visto.
—Es culpa mía por quedarme ahí parado— Jjin se levantó del suelo y notó que se le había roto el suéter en la zona del cuello —Vaya... No debe ser muy bueno si no aguanta una pequeña caída.
—Si quieres lo puedo coser.
—No importa, nunca me ha gustado.
—¿De verdad estás bien?— insistió preocupada —¿No quieres ir al hospital?
—No creo que en el hospital puedan darme algo para sanar mi orgullo— dijo entre risas —Al menos no lo ha visto nadie más que tú.
—Te juro que guardaré el secreto.
—Entonces cuento contigo.
Taeju apareció de repente y ahí terminó la conversación. Jjin se despidió de ella y subió por las escaleras con su primo, aunque antes de llegar arriba, se giró hacia Eunsil y vio que ella lo seguía mirando.
Diez días después del incidente, Jjin decidió pasar la tarde con Yunjin en la playa. La pequeña, que tenía año y medio, vivía con él semana sí, semana no, aunque la veía prácticamente todos los días.
Mientras jugaban juntos en la arena, se acercó alguien a ellos y cuando Jjin alzó la mirada, vio que era Eunsil y que sostenía un paquete en las manos.
—Siento interrumpir. Solo quería darte esto— Jjin aceptó el regalo y Eunsil le hizo una pequeña reverencia antes de irse —Que paséis una buena tarde.
Mientras la veía alejarse de ellos, algo confuso por la situación, Yunjin tiró del paquete que sostenía su padre.
—Papi, papi.
—¿Quieres saber lo que hay dentro?— la mirada de la pequeña se hizo más grande —Entonces vamos a abrirlo ahora mismo.
La niña se emocionó. Le encantaban los regalos y siempre tenía una gran curiosidad por todo. Cuando Jjin abrió el paquete y sacó el contenido, vio que se trataba de dos piezas de ropa. Una era de su tamaño, un suéter de lana de rayas verdes y blancas. El otro, un vestido de otoño con estampado floral, y en los mismos colores que el suéter, era un regalo para su hija.
—¡Bonito!— se emocionó Yunjin.
Jjin se quedó muy sorprendido con el obsequio, sobre todo con el vestido de Yunjin. El joven miró hacia el bosque y vio que Eunsil todavía seguía caminando sobre la arena. Inmediatamente, alzó a su hija en brazos y corrió hacia ella. Yunjin no entendía lo que ocurría, pero le gustaba cuando su padre la llevaba en volandas.
—¡Eunsil!
La joven se giró y lo vio corriendo por la playa. Yunjin tenía los brazos en alto y parecía estar pasándoselo en grande mientras su padre intentaba alcanzarla. Eunsil sintió un poco de inquietud, pero la preocupación desapareció cuando Jjin le hizo la siguiente pregunta;
—¿Quieres pasar la tarde con nosotros?
Eunsil asintió encantaba y Jjin sintió un vuelco en el corazón. Era una mujer muy delicada, se movía con mucha elegancia y su expresión siempre estaba llena de calidez. Jjin nunca lo había notado hasta ese día, cuando la vio correr escaleras abajo. Desde ese instante no pudo quitarse su rostro de la mente.
—Gracias por la ropa. La has hecho tú, ¿verdad?— Eunsil volvió a asentir y Jjin se mostró muy impresionado —Parece hecha por una modista profesional. Tienes mucho talento.
Eunsil sonrió tímidamente. Se había sentido tan mal por el suéter que decidió hacerle uno en compensación. Y como Taeju le comentó una mañana que a Yunjin se le había quedado pequeño el vestido que le regaló, pensó en hacerle uno a juego con el suéter de su padre.
—Aunque trabajo en el ayuntamiento, me encanta confeccionar ropa— desveló con una tímida sonrisa —Es una de mis grandes pasiones.
Jjin no tardó en comprobar que otra de sus grandes pasiones eran los niños. Esa tarde, Eunsil se mostró encantadora con Yunjin, pero no de una forma superficial. Sabía cómo tratar a los niños y se llevaba muy bien con ellos.
Yunjin conectó muy rápido con ella, pero no fue la única persona a la que se ganó en una tarde. El clan Min también sucumbió ante sus encantos. Eunsil era una mujer de espíritu alegre, sociable y encantadora con la gente. Jungkook siempre decía que parecía la hija perdida de Hoseok porque tenía una personalidad muy similar a la de su amigo.
Para Taehyung, Eunsil se parecía físicamente a la actriz Ahn Eunjin, mientras que su ex, Boram, le daba un aire a Park Kyuyoung.
Jjin quería estar con una mujer que quisiera a su hija y en Eunsil encontró a esa persona. El amor entre ellos surgió relativamente rápido, aunque la muchacha no se fue a vivir con él hasta que estuvo segura de que iban en serio.
Eunsil no quería entrar en la vida de Yunjin si no tenía la certeza de que era un compromiso a largo plazo. Temía cogerle cariño a la niña y que después de un tiempo la relación se fuera a pique. Por suerte, el amor de Jjin era tan fuerte como su compromiso con ella. Y a Yunjin le caía muy bien, lo que terminó por ahuyentar las dudas.
A Boram no le causó ningún conflicto que Eunsil estuviera cerca de su hija. La conocía desde pequeña y sabía que era buena persona. Además, ella también tenía una nueva pareja y deseaba que Jjin fuera tan feliz con Eunsil como ella lo era con su novio.
Yoongi y Jimin se sintieron muy orgullosos de su hijo, de la madurez e inteligencia emocional con la que había abordado su separación y de lo bien que gestionaba la custodia compartida.
Mientras otras parejas usaban a sus hijos con el fin de hacerse daño, Jjin y Boram habían priorizado el bienestar de Yunjin desde el principio. Y tanto Eunsil como Jaehong, el novio de Boram, se habían convertido sin celos, disputas de poder o mala sangre, en parte de la vida de la niña.
A los diez años de la muerte de Yoongi y seis de la muerte de Taehyung, vino Heejin al mundo. No fue un embarazo planeado y encima fue un parto prematuro, pero Jjin y Eunsil la recibieron con mucho amor.
La pequeña nació el ocho de julio y no salió del hospital hasta mediados de agosto. Aunque la espera estuvo llena de incertidumbre, Jjin y Eunsil nunca perdieron la esperanza de que su niña se recuperase del todo.
Jimin pasó cada día en el hospital con su hijo, y también Jungkook, quien había vivido en carne propia lo que era tener un hijo hospitalizado, fue de gran apoyo para su sobrino. La presencia de ambos resultó crucial para Jjin, pero también para Eunsil, que venía de una familia tóxica de la que se había distanciado hace años, y solo contaba con el cariño del clan Min.
El día en el que llevaron a Heejin a casa y Yunjin conoció a su hermana menor, Jjin supo por la reacción de la niña que iba a cuidar de ella de por vida. Y para Yoongi y Taehyung, ser testigos de aquella entrañable escena, revivió muchos recuerdos de su infancia.
A los once años de la muerte de Yoongi y siete de la muerte de Taehyung, Jungkook seguía cuidando de la tumba de su esposo con gran dedicación. Cada treinta y uno de julio le llevaba una flor y se quedaba para leerle un capítulo del libro que estaba escribiendo.
—¿Qué te parece?
Qué bien escribes, joder— Taehyung se secó las lágrimas con un pañuelo —Me he reído y he llorado a la vez, menos mal que nadie me puede ver, parezco un desquiciado. En tu próxima vida ni fotógrafo, ni policía, ni empresario, ni hostias, en tu próxima vida tienes que ser escritor.
—Solo faltan siete capítulos para terminar. Me pregunto cuándo lo terminaré.
Da igual cuándo, cachorrito. Lo que importa es que lo termines, o te juro que me muero, ¡eh!
—Hoy no hace tanto calor— Jungkook miró hacia los pájaros que se posaban sobre las tumbas —Ayer los peques se tuvieron que quedar en casa, pero hoy podrán salir al parque.
Me encanta cuando juegas con Jiae, Taehyungie y Seobin. Nuestros nietos son tan lindos e inteligentes, ¿verdad? Entre tú y yo, están mejor educados que los nietos de mi hermano.
—¿Debería llevarlos al parque?
Por cierto, ¿cuándo piensa Tabi tener otro hijo? Mi hermano tiene cinco nietos y nosotros solo tres. Espera, si Tabi tiene otro hijo, también le cuenta a Yoongi hyung como nieto. ¡Qué puta injusticia! Si hubiera sabido esto, me habría opuesto a su relación con Junggi.
—Desproporcionado— murmuró, refiriéndose a las medidas de una cruz de madera que habían dejado en una de las tumbas.
No, Kook, no soy un exagerado. No sabes lo pesado que es con sus nietos. Me intenta picar todos los días, es un insufrible de la hostia.
—¿Cari, me acompañas a casa?
Claro que sí. Todavía no he terminado de despotricar— Taehyung se levantó del suelo y lo siguió hacia la salida del cementerio —No sé cómo no te ha vuelto loco en la península. Yo llevo siete años viviendo con él y he empezado a simpatizar con los que asesinan a sus hermanos.
—¿Crees que nos hubiéramos conocido en un mundo sin infectados?
Lo veo muy complicado, pero quiero creer que sí...
—A pesar de todo lo que hemos sufrido, prefiero esta vida— Jungkook sonrió en su dirección —Porque en esta vida te conocí a ti.
¡Deja de ser tan adorable, maldita sea!— Taehyung trató de besarlo, aunque no pudo sentir sus labios —¡Es que te amo muchísimo!
—Tae, ya casi he terminado. Espero que cumplas tu promesa.
No te voy a dejar salir del dormitorio, amor mío. No veas las ganas que tengo de echar un polvo. Aquí solo puedo usar juguetes, aunque claro, sigue siendo mejor que utilizar la mano. Pero, joder, echo tanto de menos que me des un buen revolcón. Tengo veintiún años, Kook, no veas lo bien que me funciona todo.
—¡Jungkookie!
Jungkook vio a su hermano sentado en el banco de un parque y se acercó a paso ligero. Yoongi y Jiae se estaban columpiando, mientras Yumi y Yunjin jugaban en el cajón de arena. Heejin, la más pequeña, se había quedado dormida entre los brazos de Jimin.
Taehyung se percató de que su hermano también estaba allí y lo miró con indiferencia. A Yoongi le causó tanta gracia que no pudo evitar el siguiente comentario;
¿Y tus tres nietos?
Seis, hyung. Suki está esperando trillizos.
No mientas, zoquete— Yoongi lo golpeó en la frente.
Taehyung alzó ambos dedos corazón y se apartó molesto de su lado. El mosqueo, sin embargo, se le pasó cuando vio a Jungkook jugando al pilla pilla con los niños. Yoongi aprovechó su cambio de humor para abrazar a su hermano por la espalda.
Tres, cinco, ¿qué más da? Los siete son hermosos, ¿verdad?
Lo son, hyung— Taehyung sonrió muy feliz —Nuestra familia es hermosa.
A los doce años de la muerte de Yoongi y ocho de la muerte de Taehyung, sucedieron varios acontecimientos.
Hoseokie, quien había tenido varias novias hasta la fecha y no se veía sentando la cabeza, tuvo a su primera hija con una muchacha con la que llevaba poco tiempo de relación. Namie también fue papá de un niño precioso, al que él y su esposa pusieron Joonho. Los dos nacieron el mismo mes de marzo, Haesun el día uno y Joonho el día veinticuatro.
Eunha y Sungjae dieron una gran fiesta por el nacimiento de su primer nieto, y Wooshik, que también se estrenaba como abuelo, organizó una celebración algo más íntima. Desde que había dejado el trabajo en el ayuntamiento, deseaba emplear su tiempo cuidando de una nieta, y ese año, su hijo Hoseokie cumplió su mayor anhelo.
Los niños del clan Min estaban creciendo entre paz y armonía gracias al buen trabajo de Taeju como gobernador. Eunsil seguía siendo su mano derecha y una de sus mejores amigas. También Namie, su secretario, era alguien con quien podía contar. Taeju tenía a otras personas a cargo, pero Eunsil y Namie eran de su máxima confianza.
Después de ocho años, Jimin y Jungkook se habían hecho a la idea de que Jiae iba a ser hija única, pero el veintidós de agosto, Junggi y Taeju les dieron una grata sorpresa.
—¿En qué momento...?— dijo Jungkook mirando a los gemelos.
—Son mis hermanitos, yayo. Aunque los pobres son bien feos.
—No son feos, Jiae, son muy bonitos— saltó Taeju ofendido —¿Cómo puedes decir eso de tus hermanos? ¿No ves que son criaturas de luz?
—Me regañas si miento, me regañas si digo la verdad... La democracia ha muerto.
—Jun, ¿qué le enseñas a la niña?
—¿Yo?
—Eso de mí no lo saca.
Jungkook se rió. A veces, Taeju le recordaba a Taehyung, especialmente desde que era padre. No solo en sus gestos o en las palabras que decía, también en la forma en cómo las decía y en su manera de mirar.
—Yayo, ¿puedo comer una galleta?
—Puedes comer dos.
La niña se fue corriendo a la cocina tras darle un beso a Jimin. Siempre tenía galletas por si sus nietos se pasaban por casa, algo que solía ocurrir prácticamente todos los días.
Jungkook se sentó junto a Taeju, mientras Jimin tomaba asiento al lado de Junggi. Cada uno de sus hijos cargaba con un bebé y ellos no podían apartar la mirada de los peques. Eran idénticos. Como dos gotas de agua. No tenían pelo y vestían dos bodys muy bonitos, uno en azul cielo y otro en verde pastel.
—Este es Min Jimin, nació cinco minutos antes que su hermano, Min Jungkook— desveló Junggi con una expresión serena, hasta que vio la reacción de ambos y se echó a reír —No os lo esperabais, ¿verdad? Es nuestra forma de daros las gracias por todo lo que habéis hecho por nosotros.
—¡Qué detalle tan maravilloso!— Jimin cogió la mano del pequeño Jimin —Hola mi dulce manggaetteok. Bienvenido a la familia más especial del mundo. Aquí vas a ser muy feliz.
—Entonces tú eres el maknae del clan Min— Jungkook besó la mano del pequeño Jungkook —Tienes mucha suerte, conejito. Hazle caso a tu abuelo y juega bien tus cartas. Vas a ser el niño más mimado de la familia, te lo aseguro.
Junggi y Taeju se rieron. Era una sensación tan cálida y especial la que sintieron viendo los rostros de sus padres. El amor que sentían por sus nietos se veía en cada mirada, sonrisa o gesto. A pesar de haberlos conocido hacía apenas unos pocos minutos, ya los querían con locura.
—Nadie esperaba que tuviéramos más hijos y menos cerca de los cuarenta, pero llevamos un tiempo pensándolo y al final hemos decidido aumentar la familia— compartió Taeju con ellos —Aunque habíamos planeado tener solo un hijo, la vida nos ha traído dos.
—¿Ha sido a través de un ángel?— preguntó Jungkook.
Junggi asintió. Había un grupo de voluntarias a las que la gente llamaba coloquialmente ángeles, que estaban dispuestas a traer bebés al mundo para que otros los criaran. La iniciativa había surgido a raíz de la petición de Taeju, dado que el pueblo necesitaba más habitantes si querían tener un futuro próspero. La mayoría consistía de mujeres que no querían ser madres, pero que entendían que el futuro también dependía de ellas, y que deseaban ayudar a conservar su comunidad. La gente de Inyeon las estimaba mucho por su generosidad y fortaleza, y gracias al esfuerzo en común de la población, la tasa de natalidad estaba es su mejor momento.
—Llevo años pidiendo que la gente tenga más hijos, aunque no he predicado con el ejemplo. Sé que en parte se debe a nuestros trabajos. Jun es insustituible y yo no puedo dejar mis funciones durante tanto tiempo, pero...
—¡Entonces devuélvelos!— Jiae había vuelto de la cocina y estaba detrás del sofá, con los brazos cruzados y el rostro enfurruñado —Los niños son bobos, feos y huelen mal. ¡Devuélvelos rápido!
Jimin hizo un gesto con la mano y su nieta corrió inmediatamente hacia él. Cuando la sentó sobre su regazo y la abrazó por la espalda, la expresión de la niña se tornó más suave.
—Tus papás no van a dejar de quererte, Jiae. Eres la princesa de la casa y eso nunca va a cambiar. Además, eres una niña tan buena que tus hermanos también te van a adorar.
—¿En serio?
—Yo adoro a mi hermano mayor— expresó Jungkook —Siempre me hace reír, me cuida y me entiende. Tus hermanitos tienen mucha suerte. Van a contar con una hermana mayor increíble.
Los halagos de sus abuelos le dieron tanta vergüenza que apretó el rostro contra el hombro de Jimin. Mientras tanto, Taeju dejó al pequeño Jungkook con su padre y después alzó a Jiae en brazos. La muchacha pasó los brazos por su cuello y le miró a los ojos con el rostro todavía sonrojado.
—¿Cómo te llamas?
—Min Jiae.
—¿Sabes por qué te llamas así? Porque papá y yo te queremos tanto, tanto, tanto, que combinamos nuestros nombres para darte a ti el tuyo. Junggi y Taeju. ¿Lo ves?
Cuando la niña lo entendió, miró a Junggi con la misma expresión de asombro con la que después miró a Taeju.
—Mimi y Gukie son muy pequeños y por eso necesitan más atención, pero eso no quiere decir que nos vayamos a distanciar de ti. Seguiré necesitando todos los días tus abrazos y tus besos, sin ellos no puedo vivir.
Jiae le dio dos besos en la mejilla y después se abrazó a él. Quería mucho a sus padres, los quería más que a nada en el mundo, y le daba miedo que los gemelos le fueran a arrebatar la atención y sobre todo, el amor de sus padres.
Junggi le guiñó el ojo a Taeju para que este supiera que lo había hecho bien. La niña tenía celos de sus hermanos y aunque era un comportamiento bastante común, no debían dejarlo pasar.
—¿Estaba buena la galleta?
Jiae asintió a la pregunta de Jungkook sin separarse del cuello de Taeju. Se había comido dos y se había guardado otras dos en el bolsillo para después de la cena. El único que lo había notado era Jungkook, pero no iba a delatar a su nieta.
A los trece años de la muerte de Yoongi y nueve de la muerte de Taehyung, Jungkook dejó su puesto en comisaría tras nombrar a Yuna la nueva comisaria de Inyeon.
En los últimos años, se había encargado personalmente de formarla para el cargo, aunque la muchacha no lo supo hasta días antes de su nombramiento.
Jimin y Jungkook querían proteger la isla con la gente adecuada. Al igual que Taeju, Yuna reunía todas las cualidades para ser la jefa de policía. Era una persona responsable, empática, con un gran sentido de la justicia e imposible de sobornar.
Con Taeju, Eunsil y Namie en el ayuntamiento, Junggi en el laboratorio, Yuna en comisaría, Hanbin en el hospital, Yeji en la clínica veterinaria, Sohee, Jjin y Hoseokie en la escuela, Jimin y Jungkook creían que iban a tener una influencia muy positiva en las futuras generaciones.
Y quizá, si la suerte les acompañaba, esa influencia seguiría con sus nietos, los hijos de sus nietos y en adelante.
A los catorce años de la muerte de Yoongi y diez de la muerte de Taehyung, Namie y su esposa tuvieron mellizos, pero el niño falleció poco después de nacer. Ese trágico suceso terminó con la relación de la pareja, que se separó unos pocos meses después.
Sarang, la madre de Joonho y Areum, sufría una depresión tan severa que fue ingresada en el hospital tras un intento de suicidio. Como Namie se veía superado por la situación, decidió mudarse con sus padres para que ellos le ayudaran a cuidar de los niños.
Tanto Namie como Eunha y Sungjae, le brindaron apoyo a Sarang, incluso después de la separación. Con el paso de los meses fue capaz de superar la depresión, y a fin de año, la joven regresó con Namie y con sus hijos.
A los quince años de la muerte de Yoongi y once de la muerte de Taehyung, Namie y Sarang seguían sin superar la muerte de su recién nacido, pero a pesar del dolor, habían decidido darle una segunda oportunidad a su amor.
Eunha estaba encantada de tener a sus nietos bajo su techo y la convivencia con Sarang también era buena. Las mujeres se llevaban muy bien y con frecuencia recibían la visita de Hyewon, la novia de Hoseokie, quien se dedicaba al trabajo en el invernadero y era un encanto de persona.
La vitalidad de Hyewon y el cariño de Eunha ayudaron mucho a Sarang a salir adelante y a volver a su oficio de peluquera, pero también la gentileza de Sungjae, el calor de Joonho y Areum, y especialmente, el amor de Namie.
A finales de octubre, Jungkook invitó a su hermano a casa para disfrutar de una buena cena. Los dos solían quedar muy a menudo, sobre todo para darse compañía. Aunque estaban rodeados de gente y contaban con el amor de sus hijos y de sus nietos, había días en los que sentían mucha nostalgia por la ausencia de sus cónyuges.
—Últimamente, no dejo de pensar en cuando Yoon y yo comenzamos a salir.
—Estaba ocurriendo un apocalipsis zombie en plena calle y vosotros no parabais de follar.
—Esa era nuestra forma de evadirnos de la realidad y también de aprovechar el tiempo— Jimin se echó a reír por las expresiones obscenas que ponía su hermano —¿Quieres parar? Éramos jóvenes, estábamos enamorados y no pensábamos con la cabeza.
—En lo último llevas razón.
—Calla, que tuviste tu primera vez con TaeTae y te recuerdo que el día que nos fuimos, los dos llegasteis tarde por echar un polvo.
—¡Qué tiempos aquellos!— Jungkook soltó una carcajada —Me dio mucha vergüenza cuando Yoongi hyung nos regañó en el coche. La verdad es que Tae y yo nunca se lo pusimos fácil. Tuvo que hacer de padre en más de una ocasión porque nuestra comunicación era un puto circo.
—No te voy a decir que no. Yoon lo tuvo bastante difícil siendo el mayor, sobre todo cuando os peleabais— Jimin se quedó mirando la llama de la vela que estaba sobre la mesa —Y, aun así, lo pasamos bien en esa casa, ¿verdad?
—Fue una época inolvidable— Jungkook abrió una botella de licor de frutas y llenó dos copas —Tengo que confesarte algo que también pasó en la casa de la montaña. Al final sí le pregunté a Tae, sobre lo de Stark o Targaryen, y respondió Targaryen.
—¡Serás puto!— Jimin le lanzó el cojín que tenía sobre el regazo a la cara —¡Has esperado tanto tiempo en decírmelo porque sabías que tenía razón!
—Sí, sí, venga, tenías razón, eres el más sabio.
—Y el más lindo, sexy y encantador.
—Toma, anda— Jungkook le acercó la copa entre risas —Este jugo mágico es para ti.
—Llevo casi cuarenta años sin beber alcohol.
—Hoy estamos de celebración. Vamos, un poco no te va a matar.
—¿Qué celebramos?
—He terminado la lista que Tae me encomendó.
—¡Enhorabuena!— Jimin alzó la copa y brindó con él —Te ha llevado once años, ¿no?
Jungkook le acercó la página de Taehyung y Jimin echó un vistazo. Su hermano le había hablado de la lista y sabía que estaba realizando las tareas, aunque nunca le mostró su contenido.
1. Aprender a tocar My Way en la guitarra.
2. Plantar rosas blancas en el jardín.
3. Tejer una pieza de ropa para el primer bebé de Suki.
4. Enseñar a Eunha a cocinar cangrejos.
5. Escribir un poema sobre el dolor.
6. Escribir una canción de amor.
7. Leer mis diez libros favoritos.
8. Darle un susto de muerte a MinMin.
9. Pasar un día entero desnudo en casa.
10. Escribir un libro sobre nuestra historia de amor.
11. Cultivar algo nuevo.
12. Hacer licor con las frutas del huerto.
13. Crear las primeras olimpiadas de Inyeon.
14. Hacer ejercicio mínimo tres veces por semana.
15. Decir TE QUIERO todos los días.
16. Bailar con Tabi y con Suki el día de sus bodas.
17. Tener una gran amistad con Junggi y Hanbin.
18. Sonreír mucho.
19. Organizar una fiesta de pijamas para nuestros nietos.
20. No saltarse ninguna comida.
21. Llevar flores a la tumba de Yoongi hyung.
22. Contar diez chistes a gente del pueblo en honor a Jin hyung.
23. Enseñar a Jiae a pescar.
24. Cocinar para tu hermano una vez al mes.
25. Montar a caballo con Minho-sae.
26. Hacer un muñeco de nieve obsceno en la playa.
27. Inventar un plato de comida y ponerle un nombre obsceno.
28. Mantener una buena relación con tus sobrinos.
29. Hablarle de mí a nuestros nietos.
30. Tener sexo.
31. Asistir a las fiestas a las que te inviten.
32. Abrazar mucho a nuestros hijos.
33. Estar pendiente de mi amiga Sana.
34. Pedirle a MinMin lecciones de baile sensual.
35. Hacer un pícnic cada primavera con la familia.
36. Tomar el sol desnudo.
37. Dormir desnudo.
38. Cocinar desnudo.
39. Cuidar de tus amigos.
40. Dibujar un retrato erótico.
41. Obligar a MinMin a que cuelgue el retrato erótico en su casa.
42. Ganarle a Junggi al ajedrez.
43. Celebrar tu cumpleaños cada año.
44. Ir a pescar con Sungjae.
45. Evitar el rencor.
46. No renunciar a lo que te gusta.
47. Encontrar felicidad en las pequeñas cosas de la vida.
48. Seguir adelante, aunque cueste.
49. Perdonarme por haberme ido primero.
50. Quererte a ti mismo, cachorrito.
Jimin se quedó asombrado con las tareas. Algunas parecían bromas muy del estilo de Taehyung, algo que ya se esperaba de él, pero en todas se notaba el esfuerzo para que Jungkook pudiera seguir adelante.
—Ahora entiendo lo insistente que fuiste con las clases de baile y con poner ese retrato en mi pared— Jimin le devolvió la lista —Me sorprende que hayas completado todas las tareas. Algunas no son nada fáciles.
—Tae se ha esforzado mucho en crear esta lista, es lo mínimo que podía hacer.
—Eres un buen esposo, Jungkookie.
Jungkook arrugó la nariz al sonreír.
—Lo de tomar el sol desnudo, dormir desnudo, cocinar desnudo y pasar un día entero desnudo, lo ha escrito pensando en él. Seguro que se ha puesto las botas viéndote en pelotas.
Jungkook también lo creía, por eso lo había hecho en más de una ocasión.
—Por cierto, ¿cuál es el nombre del plato obsceno?
—Follada matinal. Consiste en un huevo frito bañado en salsa picante sobre un pan dulce.
—Seguro que a TaeTae le ha encantado— Jimin se rió —¿Pero eso no existe ya?
—En Inyeon no, y Tae no especificó, así que...
—Punto para ti— Jimin probó el licor y se relamió los labios —Joder, está riquísimo.
—No veas la cantidad de veces que lo he tenido que hacer. Aunque nada ha sido tan difícil como ganarle a Junggi al ajedrez. Ese mocoso no tiene compasión y eso que soy su suegro.
—Es alérgico a perder, en eso se parece a ti.
Jungkook volvió a rellenar ambas copas y mientras hablaban del pasado se terminaron la botella. Los dos estaban algo embriagados, especialmente Jimin, que no había probado alcohol en décadas.
—Quédate a dormir, hyung.
Jimin aceptó y se retiró a la antigua habitación de Taeju. Mientras tanto, Jungkook decidió hacer té en la cocina y subírselo a su hermano. Cuando entró en el dormitorio con la taza en la mano, se encontró a Jimin cambiándose de ropa y entonces vio su espalda cubierta de hematomas.
—Hyung...
Jimin se quedó en silencio.
—¿Es cáncer?
—Nadie sabe lo que tengo— respondió mientras se cubría con una camiseta —Llevan tres meses haciéndome pruebas, pero los médicos no dan con el origen del problema.
—¿Lo sabe alguien más?
—Junggi, Hanbin y la doctora Lee.
Jungkook dejó la taza sobre la mesilla y se sentó encima de la cama.
—¿Por qué no me lo has dicho?
—No sabía cómo... Hanbin y Jieun noona son los que me están tratando. A Junggi se lo he tenido que decir porque es Junggi y necesitan de su ayuda. Pero a ti... Aunque tengas sesenta años, sigo siendo tu hermano mayor y quiero protegerte.
Jungkook no se lo reprochó, aunque lo entendía, le dolió.
—Dime la verdad, hyung.
—Hay algo dentro de mí que está devorando mis órganos. No se ve en las radiografías, no se ha detectado en el TAC ni en la sangre ni en la biopsia que me han hecho. Es como un ser invisible que me está destrozando por dentro.
Jungkook sintió el pecho comprimido cuando comprendió que, en esas circunstancias, su hermano podría tener un fallo orgánico en cualquier momento.
—No puedo perderte a ti también, hyung...
Jimin se sentó a su lado y lo abrazó sin decir nada. No podía darle falsas esperanzas. No quería hacerle creer que todo iría bien cuando los mismos médicos estaban tan desesperanzados.
—¿Te quedas a dormir conmigo?
Jungkook se acostó a su lado. Durante un rato se quedaron en silencio, mirándose y escuchando la respiración del otro. Jimin sabía lo que se le estaba pasando por la cabeza, pero no encontraba la manera de darle ánimos. ¿Qué debía decir? No había forma de consolar a su hermano.
—¿Recuerdas cuando todo empezó? Creo que era un día soleado. A veces todavía pienso en las deportivas de aquel escaparate en Daegu.
El maknae sonrió entre lágrimas.
—Eran muy bonitas, debiste comprártelas.
Jimin abrazó a su hermano.
—Te quiero, Jungkookie.
—No me dejes, hyung...
Jimin trató de consolarlo, aunque sin darle falsas esperanzas. Jungkook intentó no expresar toda la desesperación que sentía ante la idea de perder a su hermano. No quería cargarle con más peso del que ya debía cargar, por eso se esforzó en tranquilizarse.
El maknae se quedó dormido entre los brazos de su hermano. Jimin solo se dejó vencer por el sueño cuando se cercioró de que Jungkook se había dormido, igual que había ocurrido tantas veces en su niñez.
Cuando Jimin volvió a abrir los ojos, se encontró enfrente de un conocido paisaje. El mar y el desierto, juntos, pero separados por toneladas de arena, nunca, ni un solo día de su vida, había podido olvidar la belleza que vio aquel día en El Umbral.
—¿Ya ha pasado...?
Jimin se dirigió hacia el muelle con la esperanza de encontrarse con los suyos, pero en lugar de Yoongi o de Namjoon, se topó con una persona a la que no esperaba ver allí.
—Jungkook.
Algunos personajes han tenido hijos, otros han muerto. Ha habido situaciones delicadas y situaciones divertidas. En este capítulo hemos tenido un poco de todo. Y hablando de eso, ¿qué habrá pasado con Jimin y Jungkook? 👀 ¿Cuál ha sido vuestro momento favorito?
Todo empezó con Jimin y Jungkook, y todo termina con Jimin y Jungkook. ¿Qué decir de estos dos personajes? Me ha encantado escribir sobre sus vidas, sobre las dificultades que han tenido que afrontar, sobre sus demonios, sus miedos, pero también sobre sus momentos más dulces y románticos. La complejidad de Jungkook, la profundidad de Jimin... Cuando pienso en lo mucho que han crecido desde Evanescente me siento muy orgullosa de su evolución. Espero que hayáis disfrutado de ellos, que eso es lo más importante.
¿Estáis disfrutando de Layover? Slow Dancing y Blue son mis canciones, ¿cuáles son las vuestras? 🤭 Espero que estéis bien, yo ya voy mejorando. Aunque no pueda venir tan a menudo como antes, me acuerdo mucho de vosotros. 🥺 ¿Cómo lleváis todo? ¿Estáis bien de salud? Si queréis desahogaros de algo, este es un buen espacio para hacerlo. Os mando muchos abrazos. Cuidaros siempre.💜
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