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120

No había sonido a su alrededor, excepto por el mar que tenía enfrente. Y aun así, era un sonido distinto al que estaba habituado. El mar en Inyeon siempre estaba en movimiento, a veces agitado, otras sereno, su sonido se podía percibir a todas las escalas, especialmente cuando embestía contra las rocas o se desplomaba contra la arena.

Pero el de ese lugar era diferente. Parecía similar, pero no lo era. Transmitía una sensación de calma, incluso de bienestar, lo que era bastante atípico. Yoongi comprendió la diferencia cuando se fijó en las tonalidades verdes y azules. La arena fina, el sol cálido, el aire limpio y fresco, todo a su alrededor le hacía sentir como si estuviera en casa, pero nada se igualaba a la sensación que desprendía el mar.

Yoongi tomó una bocanada de aire y dejó escapar un intenso suspiro. A lo largo de su vida había sentido paz, tranquilidad y armonía, pero nunca en esa medida. Ni durante un solo día se había sentido tan a gusto en su propia piel como en ese momento. Era difícil de describir, quizá hasta no existían palabras para hacerlo, porque, parecía algo sobrenatural.

El muelle de madera y el desierto no llamaron su atención. El sonido del mar y sus bellas tonalidades, sin embargo, acapararon toda su atención.

Yoongi se sintió como si se conciliara con su propia alma, como si hubiera dejado atrás todo el peso que había cargado durante años. Y cuando Seokjin lo encontró, sentado a orillas del mar, contemplando el paisaje con una expresión tan apacible, se sorprendió bastante por la paz que transmitía.

—¿Sabes? Mi vecino es músico.

Yoongi sonrió al escuchar la voz de Seokjin.

—¿Y qué toca?

—Los huevos.

A Yoongi lo invadió una dulce nostalgia. Hacía años que no oía ese chiste, pero lo recordaba como si Seokjin lo hubiera contado ayer.

—Has muerto demasiado joven— se quejó de pie a su lado —Te dije que no quería verte hasta que estuvieras viejo y feo.

—Estoy feo.

—Pero no viejo.

—¿Y a mí qué me cuentas? Discútelo con el cáncer.

Ambos se miraron de mala manera, pero solo pasaron unos pocos segundos hasta que sus ceños fruncidos dieron paso a dos hermosas sonrisas. Yoongi se levantó abruptamente del suelo y lo abrazó con ímpetu, mientras Seokjin lo alzaba emocionado por su reencuentro.

—¡Maldito inútil! ¿No te podías morir en treinta años?

—¡Inútil tú, que fuiste el primero en palmar!

—¡Te salvé la vida, cerdo malagradecido!

Yoongi se rió a carcajadas y a Seokjin se le escapó una lágrima. Aunque había seguido su estado de salud cada día, y creía estar preparado para recibirlo en El Umbral, se sentía sobrepasado por sus propias emociones. Eran un cúmulo extraño, entre alegría, tristeza, pena y felicidad.

Seokjin quiso separarse de él para mirarlo a los ojos, pero Yoongi no se lo permitió. Necesitaba abrazarlo, necesitaba sentirlo. Llevaba décadas esperando ese momento y quería mantenerlo entre sus brazos.

—He tenido una vida plena y feliz gracias a ti, Jin.

—Ahora ya no me llamas hyung, ¿eh?— Seokjin le quiso dar un golpe, pero se quebró antes de hacerlo —Serás estúpido...

Yoongi tampoco pudo contener las lágrimas por más tiempo. El abrazo entre ellos se volvió más estrecho mientras se decían, entre susurros, lo mucho que se habían extrañado.

Para ambos había sido muy duro estar separados. Yoongi lo había añorado a diario, pero especialmente en momentos como su boda, las adopciones de sus hijos, los cumpleaños y las festividades. Aunque no mencionaba a menudo lo mucho que lo extrañaba, Seokjin nunca había dejado de estar presente, y lo mismo le sucedía a su mejor amigo.

Yoongi no sabía nada de la estancia de Seokjin en El Umbral. Desconocía cómo había pasado las últimas décadas, no estaba al tanto de su relación poliamorosa, ni siquiera sabía en qué consistía estar allí.

En muchas ocasiones, Seokjin hubiera deseado tenerlo a su lado, pero no lo extrañaba solo en los momentos complicados, también en los más dulces.

—¿Cuánto tiempo ha pasado?

—Unos veintiséis años, hyung.

—Ahora sí me llamas hyung.

—¿No era eso lo que querías?— resopló dramáticamente —A ver si te aclaras, Jin.

Seokjin se separó de él y le sonrió con ojos llorosos, pero Yoongi no pudo ver su expresión. Por un instante pensó en que se debía a las lágrimas, pero cuando se quitó las gafas para secarse los ojos, notó que podía ver mejor sin ellas.

—Esto es extraño...

—Puedes ver sin gafas, ¿verdad? Eso se debe a que estás en mi orbit y todos los que entran aquí, adoptan la apariencia que tenían el día de mi muerte.

Yoongi se percató de que el paisaje había cambiado. Estaba rodeado por un lago y muchas montañas verdes, lo que le hizo pensar en Chuncheon. A lo lejos vio que había una mansión enorme, la única en todo el terreno, y a pesar de la distancia, pudo distinguir un huerto a varios metros de la entrada.

—Has dicho orbit, ¿no? ¿Qué es?

—Es como sentarte en un restaurante de lujo y tomar un entrante antes de que te sirvan el plato principal, solo que los camareros tardan unas cuantas décadas en servírtelo.

—¿Qué clase de explicación es esa?

Seokjin ignoró su desconcierto y lo miró de arriba abajo. Hacía mucho tiempo que no veía a un Yoongi tan joven. Volvía a tener la piel impecable y más pálida de lo que había estado en los últimos años, e incluso su imponente cicatriz se había desvanecido. Aunque su mirada transmitía la sabiduría de la edad, su físico, por el contrario, radiaba una encantadora inocencia.

—Nunca me había fijado en lo atractivo que eres.

—Jin, amigo mío, gracias por descubrir lo evidente— respondió ojeando su look casual y elegante, con un toque a oficinista —Pero lo nuestro no puede ser.

—No lo digo por eso, estúpido— Seokjin puso los ojos en blanco —No se te puede hacer ni un mísero cumplido, siempre se te sube a la cabeza.

Yoongi lo volvió a abrazar entre risas. Había tenido muchas amistades a lo largo de los años y con personas que apreciaba de corazón, pero Seokjin seguía siendo, indiscutiblemente, su número uno.

—Has mencionado el cáncer, así que recuerdas tu muerte.

—Está borrosa, pero sí, tengo algunos recuerdos— Yoongi notó que la expresión de Seokjin se volvió más seria —¿Qué ocurre? ¿Es malo?

—El cáncer no debió pasarte a ti...

Yoongi le dio un golpe en la frente.

—¡Oye!

—Viendo el paraíso en el que vives, no me extraña que estés tan alejado de la realidad.

—¿Qué quieres decir con eso?

—Crees que cincuenta años es poco tiempo, pero no estás siendo realista. La vida en Inyeon es dura, a pesar de las comodidades que tenemos, es jodidamente dura. Y no te estoy hablando solo del esfuerzo físico que hacemos en conjunto para que todos tengamos un plato de comida sobre la mesa. Algunas personas viven con enfermedades crónicas y con dolores intensos. Estamos expuestos a accidentes y a las mismas enfermedades de antes, pero sin el 80% de los recursos que teníamos. He asistido a funerales de bebés y adolescentes, hay gente que no llega ni a los veinte, ¿entiendes? Antes de 2017, cincuenta años era una muerte joven. Después de 2017, cumplir cincuenta años es un lujo con el que pocos podemos contar.

—Lo entiendo... Pero Yoongi...

—Sé que estás triste, yo también quería vivir más tiempo, pero cuando me diagnosticaron el cáncer de estómago, no sentí que fuera injusto. Tu muerte lo fue. La de Namjoon, Hoseok y Yuuma lo fueron. He podido criar a tres hijos y pasar con ellos muchos cumpleaños. He podido disfrutar de la compañía de mi marido y tener una vida plena y feliz, tal y como querías.

—Aun así, me siento culpable...

—¿Por qué?

—Intervine para salvar a Taehyung cuando lo empujaron del edificio de Busan y desde entonces han cambiado muchas cosas— Seokjin dudó, pero tomó valor y continuó —Sohee debió morir de cáncer de estómago, no tú. Es una historia muy larga, pero... Recibiste la enfermedad que estaba destinada para ella.

—Ahhh...

—¿Ah?

Yoongi se echó a reír.

—¿No me crees?

—Claro que te creo. Vi a mi hermano caer desde un edificio y volver a mi lado como Superman— Yoongi se encogió de hombros —Es lógico que haya consecuencias. Has metido tus narices donde no debías, pero afortunadamente has tenido suerte.

—¿Suerte?

—Mi muerte es una suerte. No quiero que mi hermano pase por la muerte de una hija, eso sería extremadamente cruel. Además, mi sobrina sigue siendo una niña. Mi vida por la suya es un buen cambio, ¿no lo ves?

Seokjin lo volvió a abrazar y Yoongi notó que le temblaba el cuerpo.

—Hyung, no te pongas a llorar. No es ninguna tragedia. He sido muy feliz con una parte de mi familia y ahora estoy aquí para serlo con la otra.

Seokjin no pudo contener las lágrimas. Se había sentido contrariado desde que le diagnosticaron la enfermedad, y aunque tampoco quería que afectara a la salud de Sohee, no podía dejar de sentir cierta culpa por cada cambio que surgía en la isla.

Yoongi lo dejó desahogarse. Lo consoló sin decir nada, acariciando su espalda y manteniéndolo contra su cuerpo. Él había aceptado su muerte mucho antes que los demás. Quizá porque cada día que había vivido, tras cuatro años en la península, se lo tomaba como un regalo, no como un derecho.

—¿Has visto a mis hijos?— preguntó con orgullo —¿Qué te parecen? Son guapísimos, ¿verdad?

—Los tres son muy guapos. Junggi y Yeji me caen muy bien, pero Seokjin es mi favorito— dijo tras secarse las lágrimas —¿De dónde has sacado un nombre tan épico? A mí me suena al nombre que llevaría una leyenda.

—Mi esposo me coaccionó para ponérselo.

—Estabas llorando como Rose en Titanic cuando viste mi nombre sobre el papel.

—Si lo sabes, ¿entonces por qué coño preguntas?

—Porque me gusta joderte.

—Nunca has tenido ese placer.

Seokjin intentó darle una patada, pero se resbaló y Yoongi, tratando de apartarse, se tropezó y cayó con él sobre la hierba. Ambos estallaron en carcajadas por lo ridícula que había sido la caída.

—Extrañaba bromear contigo.

—Yo también, hyung.

Mientras daban un paseo hacia la casa, Seokjin le explicó lo que era El Umbral y en que consistía su orbit. También le comentó el tema de la magia, como lo llamaba Hoseok, para que no se sobresaltara cuando lo presenciara. Yoongi lo comprendió relativamente pronto y no hizo tantas preguntas como los demás.

—¿Qué has hecho en todos estos años, hyung?

—Me he comprometido— Seokjin alzó la mano y le mostró la pulsera —Es bonita, ¿verdad?

—¿Comprometido?— Yoongi se tropezó con su propio pie, pero no se cayó —¿Eso se puede? Espera, ¿con quién? ¿Está aquí?

Seokjin señaló hacia la mansión en silencio, aumentando la intriga de su mejor amigo.

—¿No me lo vas a decir?

—Pronto lo verás.

Yoongi no insistió, pero únicamente porque se quedó mirando los tomates del huerto. Tenían un color espectacular, al igual que los pimientos. La buena calidad de las verduras y lo bien organizado que estaba todo, lo dejó fascinado. Era la clase de huerto que le hubiera gustado tener a él.

—¿Es tuyo o de tu prometido?

—Mío.

—Tienes muy buena mano, hyung.

—No tanto como tú. Tu huerto en Inyeon es espectacular.

Yoongi sonrió tímidamente y a Seokjin se le agitó el corazón. Quería abrazarlo a cada rato, pero tampoco deseaba ser demasiado empalagoso. Yoongi no era Taehyung, y debía contener sus impulsos.

—¿Para qué necesitas una mansión tan grande?— preguntó junto a la puerta —¿No es un poco excesivo?

—¿Por qué comer patatas crudas si puedo comer patatas crujientes al horno con salsa tzatziki?

—Esa es una salsa griega. Lo sé porque el abuelo de mi sobrino era de allí.

—Eres tan tierno, tío Yoonie.

Yoongi cruzó la puerta de la casa y su ropa cambió por deseo de Seokjin. El traje blanco que vestían todas las personas que alcanzaban El Umbral, se transformó en una vestimenta de chaqueta negra, camisa blanca y pantalón vaquero de Valentino.

—¡No jodas!— Yoongi se llevó las manos al pecho —¡Con esta técnica no hace falta moverse del sofá!

—¿Eso es en lo primero que piensas?

El ladrido de Mellie llamó la atención de Yoongi. La perrita comenzó a saltar contra sus piernas mientras Neysa, que apareció de la nada, subió ágilmente sobre sus hombros. Los sollozos y los maullidos fueron tan fuertes, que incluso a Seokjin se le pusieron los pelos de punta.

—¡Qué pequeñitas, no puede ser!— Yoongi se arrodilló en el suelo para abrazarlas, y Mellie comenzó a lamerle el rostro —También habéis rejuvenecido, ¿verdad? ¡Sois unas cachorritas!

Neysa reclamó su atención y Yoongi la alzó y la achuchó como le gustaba a su niña.

—Yo también te he echado de menos, reina— dijo emocionado, observando sus ojos color esmeralda —¿Cómo has estado? Madre mía, eres tan ligera. ¿Comes bien?

Mientras Neysa ronroneaba entre sus brazos, Yoongi se quedó mirando a Mellie. Al igual que la gatita, su pelaje lucía hermoso y bien cuidado. Además, tenía un brillo en los ojos que denotaba que era muy feliz.

—Eres muy popular, hyung— comentó Namjoon desde las escaleras que conducían al piso de arriba.

Aunque Yoongi sabía que sus amigos estaban allí, se sorprendió gratamente al ver a Hoseok y Namjoon, sobre todo porque lucían muy jóvenes. No era extraño dado que ambos habían fallecido antes de los treinta, pero verlos después de tanto tiempo le resultó casi irreal.

Hoseok lo saludó moviendo la mano con energía. Vestía ropa muy extravagante, de colores muy intensos, mientras que el look de Namjoon lucía más sofisticado, con colores neutros. Era como ver dos cuadros opuestos bajando por las escaleras.

—¡Hyung!

—¡Hoba!

Hoseok bajo corriendo para lanzarse a los brazos de Yoongi. Namjoon no esperó a que su chico lo soltara y lo abrazó mientras Yoongi sostenía a Hoseok. Se habían quedado en casa para darle espacio a Seokjin, dado que era un momento muy especial para él, pero, a pesar de las buenas intenciones de ambos, les había costado mucho esfuerzo aguantarse las ganas de ir en su encuentro.

Yoongi no dejó de sonreír ni un solo segundo. Los había añorado tanto como ellos a él, y se sentía extremadamente feliz de volver a verlos.

—Vamos a tomar un té.

Yoongi agradeció la propuesta de Seokjin, porque después de encontrarse con Hoseok y Namjoon, tenía las emociones a flor de piel.

Seokjin seguía manteniendo la costumbre de darle una taza de té a cada persona que llegaba, y su mejor amigo no iba a ser la excepción. Era una forma de relajar el ambiente y de mostrar normalidad, dado que El Umbral podía asustar un poco.

Mientras se ponía a calentar agua, y Hoseok y Namjoon sacaban algunas cosas para picar, Yoongi se sentó en una silla y se quedó mirando la decoración de la cocina. La mansión era mucho más impresionante que la de su antiguo jefe, y aunque Yoongi nunca había vivido rodeado de tanto lujo, se podía imaginar a sí mismo cocinando en esa cocina para su marido y sus tres hijos.

Mellie y Neysa interrumpieron esa fantasía y Yoongi volvió a dedicarles su atención. La gatita se acomodó encima de su regazo, esperando recibir más caricias, y la perrita se tumbó a sus pies, feliz por volver a tenerlo a su lado.

Yoongi apartó la mirada de Neysa y notó inmediatamente la complicidad que había entre Hoseok y Namjoon. Los pequeños toques en el hombro, cómo se pasaban los dulces, sus sonrisas y miradas pícaras, se veía a leguas que volvían a estar juntos. Yoongi se alegró mucho de que hubieran retomado su relación, sobre todo porque creía que estaban hechos el uno para el otro.

—¿Tienes hambre?— le preguntó Seokjin.

—No mucha, pero como.

Hoseok se rió por el comentario. Como en la isla carecían de muchos alimentos, decidió servirle varios dulces para acompañar con el té. En ese momento, Yoongi notó que Seokjin le puso la mano a Namjoon sobre la espalda para apartarlo suavemente y coger un plato del armario. Lo que le extrañó no fue ese pequeño gesto, sino el beso que Namjoon le dio en el puente de la nariz. Si Yoongi no hubiera tenido una galleta de nueces y almendras en la boca, probablemente hubiera gritado.

—¿Está pasada?— le preguntó Hoseok por la cara que puso —¿O no te gusta?

Seokjin se giró hacia él y Yoongi apartó la mirada. Su corazón se agitó fuertemente, especialmente cuando volvió a alzarla y se percató de otro detalle. Su mejor amigo no era el único que llevaba una pulsera, Hoseok y Namjoon también tenían una.

—Ya te has dado cuenta, ¿verdad?— Seokjin le sirvió una taza de té y se sentó enfrente de él —Se nota por tu expresión de qué cojones está pasando.

—Estoy un poco confundido...

—Está confundido, Nini— Namjoon besó a Seokjin en la cabeza y después cogió la mano de Hoseok —Nosotros nos retiramos. Veo que tenéis algunas cosas de las que hablar.

Yoongi agradeció que los dejaran a solas. Se sentía un poco incómodo con todas las miradas dirigidas hacia él y siendo el único que no sabía lo que estaba pasando. Cuando la pareja salió de la cocina, Seokjin notó que se relajó un poco.

—Oye, hyung— susurró muy bajito —¿Quién de los dos es tu prometido?

—Los dos.

La cara de confusión que puso Yoongi hizo reír a Seokjin más de lo esperado.

—¿Te estás burlando de mí?

—En absoluto. Jwhope y Namu son mis novios— aseguró sin apartar la mirada de la suya —Te parece raro, ¿verdad?

—Bastante...

—¿Por qué? Puedes ser sincero conmigo, es una orbit libre.

Yoongi notó que lo había dicho con humor y sin ningún atisbo de hostilidad.

—No lo entiendo... ¿No estaban saliendo Hoba y Namjoon?

—Lo estaban— Seokjin se llevó la taza a los labios, aunque se detuvo antes de tomar un trago —Pero ahora tenemos una relación poliamorosa entre los tres.

Yoongi no dijo nada y clavó la vista sobre el té rojo de fresa y kiwi.

—Noto tu escepticismo.

—No entiendo cómo puede funcionar una relación así. Ellos ya tenían algo antes de conocerte... ¿Estás seguro de que es recíproco?

—Estoy muy seguro— Seokjin volvió a percibir duda en su mirada y sonrió —Tú no puedes amar a dos personas a la vez, ¿verdad? Por eso crees que nadie puede. Pero, ¿no te parece presuntuoso juzgar los sentimientos de los demás en base a como tú percibes el amor? Eres un hombre gay. ¿Cuántas veces han cuestionado tu forma de amar? No tienes que entender mi relación, pero mi amor por ellos y su amor por mí, es tan real como el tuyo por Jimin.

—Lo siento mucho.

—No, lo entiendo.

—No, hyung, lo siento— Yoongi apartó la taza de té para coger la mano de su mejor amigo —Me alegro por ti, de verdad. Perdóname por ser tan ignorante. Tienes razón. No sé nada sobre vuestra relación y me he dejado llevar por mis estúpidos prejuicios.

Seokjin no se lo tenía en cuenta porque entendía que Yoongi era un monógamo de fuertes convicciones. Si hubiera estado vivo, habría tenido que defender su relación a diario. En realidad habría sido una batalla constante, y la gran mayoría no habrían entendido su manera de amar.

Seokjin lo tenía asimilado. Así era para las personas como él. Quizá, su relación no hubiera sobrevivido en circunstancias diferentes. Quizá, solo podía tener allí una vida con Hoseok y Namjoon. Aunque en el fondo quería creer que su amor era tan fuerte que hubiera sobrevivido en cualquier parte del mundo.

—Háblame de tu relación con ellos— Yoongi probó el té y soltó un pequeño gemido. Hacía años que no disfrutaba de un sabor tan rico —¿Cuánto tiempo lleváis juntos?

—Comenzamos a salir poco después de que Jimin comenzara su rehabilitación.

—¿Qué dices?— se sobresaltó —De eso hace muchísimo tiempo.

—Es raro decirlo, pero la muerte ha sido mi mejor época. Esta relación me ha hecho crecer como persona y me ha llenado tanto que... En realidad no sabía que se podía sentir tanto amor. No sé cómo decirlo, pero... Soy muy feliz.

Yoongi se sintió mal por haber reaccionado precipitadamente. En ese momento se dio cuenta de que, por muy abierto o liberal que uno creyera ser, era capaz de caer en los mismos pensamientos conservadores a los que había estado expuestos desde niño.

La sonrisa radiante de Seokjin era la prueba de lo feliz que era. Yoongi volvió a tomar un trago. No tenía que entender la dinámica de las relaciones de los demás, pero debía comprender que no todo el mundo quería vivir como él.

—Existen personas que no quieren casarse y otras que no quieren tener hijos. Algunas rechazan tener sexo o vivir en pareja, y otras quieren tener hijos de forma monoparental. Hay personas que desean independizarse siendo jóvenes y algunas que desean vivir con sus padres toda la vida. Hay personas que sueñan con un amor para siempre y otras que desean tener muchas parejas y experimentar el amor de distintas maneras. Hay hombres que aman a hombres, mujeres que aman a mujeres, y gente que ama sin importar el sexo o el género. Hay tantas personas diferentes que lo ilógico es creer que todas desean vivir la misma vida.

—Gracias, Yoongi.

—Me alegro mucho por ti, hyung. De verdad— Yoongi dejó a Neysa sobre la silla y se acercó para darle un abrazo —Quiero que seas feliz y si ellos te hacen feliz, me pelearé con quien haga falta para proteger tu relación.

—¿Incluso contigo mismo?

—Me daré una paliza.

Seokjin se echó a reír. Años atrás había temido la reacción de Yoongi, pero después de un tiempo comprendió que iban a ocurrir tres cosas. La primera, que estaría confundido, dado que Hoseok y Namjoon habían sido pareja. La segunda, que cuestionaría el amor que sentían por él, por temor a que no le estuvieran correspondiendo debidamente. Y la tercera, que lo aceptaría y los apoyaría incondicionalmente.

—¿Crees que lo entenderá?— se inquietó Hoseok, acurrucado en el sofá del salón —Me da miedo que crea que no le queremos.

—Es lógico, ¿no? Es su mejor amigo y se preocupa por él. Además, tú y yo teníamos una relación. Desde su punto de vista tiene que ser extraño que nos hayamos enamorado de él.

—Estoy tan nervioso que siento que me voy a cagar encima.

—Hobi, Yoongi hyung es una persona razonable. Después de hablar con Nini lo entenderá.

—¿Seguro?

—Seguro. Pero si tus tripas andan flojas, ve al baño, no vayas a tener un accidente encima del sofá.

—¡Oye, que mis esfínteres trabajan de puta madre!

—¡Has sido tú el que ha hablado de cagarse encima!

Hoseok iba a pellizcarlo en el brazo cuando Seokjin y Yoongi aparecieron en el salón con una expresión despreocupada. Mellie y Neysa iban pegadas a ellos porque cargaban un plato de dulces en la mano.

—¿Todo bien?

—Solo si cuidáis de él como es debido— le respondió Yoongi a Namjoon —Este idiota es muy especial, tratádmelo bien.

—¿A quién llamas tú idiota, idiota?

Verlos bromeando alivió la preocupación de Hoseok e hizo reír a Namjoon. Una vez tomaron juntos asiento en el sofá, Seokjin decidió hacerle una pregunta más personal.

—¿Quieres ver a tu familia?

—Sería muy difícil verlos ahora mismo...

—Los funerales son duros y más cuando eres el protagonista— dijo Namjoon, sentado enfrente de él —Es mejor que lo hagas cuando te sientas preparado.

Yoongi se llevó un cupcake a la boca. No quería pensar en su familia porque tenía la sensación de que iba a perder la cordura. Estaba muerto. Lo aceptaba. ¿Pero, lo seguiría aceptando si los veía sufrir?

—Por cierto... ¿Hyungsik también está aquí?

—Según la praesidio, la gente como él ni siquiera pasa por aquí— aclaró Seokjin —Los meten en La torre del olvido, que está en La nada.

—¿Qué es ese lugar?

—Una especie de prisión. La praesidio me la ha descrito como un laberinto subterráneo sin puertas ni barrotes, en donde cada pasillo es igual al anterior. Los que llegan allí no se pueden ver los unos a los otros. Aunque hay miles de ellos encerrados, son como fantasmas aislados. No hay luz solar, no pueden ver el cielo o salir al exterior. Es como una tumba gigantesca de ladrillos de barro, en la que reina el silencio y la soledad. Y cuando mueren de viejos o se suicidan por la desesperación, vuelven a la vida con la edad exacta en la que cometieron su primer crimen.

—No hay manera de escapar de ese lugar— añadió Namjoon —Mueres, vives, mueres, vives. Es una condena que se repite una y otra vez, sin piedad.

Yoongi sintió un gran alivio por Yuuma y por todas las personas que habían tenido la mala suerte de caer en las garras de Hyungsik. Si la escoria como él, Park Bogum o Park Jongsuk terminaba en un sitio como La torre del olvido, al menos se haría justicia.

—¿Qué es una praesidio?

—Es la amiga de Jjwan— soltó Hoseok inmediatamente —Creo que tiene un crush alienígena con él.

—¿Un crush alienígena?

—No le hagas caso— se metió Namjoon —Este se cree que está en uno de sus culebrones.

—Antes me habéis explicado cómo funciona este lugar, pero, ¿qué es? Es decir, ¿es una especie de cielo? ¿Hay un Dios?

Hoseok iba a saltar, pero Namjoon lo calló, haciendo reír a Seokjin.

—La praesidio nunca ha respondido abiertamente a nuestras preguntas, pero después de pasar tantos años aquí metidos, hemos creado algunas teorías— Namjoon miró a Hoseok —Empezando por él, Hobi cree que nuestro mundo está creado por alienígenas.

—No lo creo, lo sé— afirmó con gran entusiasmo —Somos las mascotas de una especie de alienígena superior. La tierra es como una pecera y la praesidio es nuestra dueña. Opino que los demás alienígenas tienen otras tierras, es decir, otras mascotas de las que cuidan. Quizá hasta existan miles de versiones nuestras en su mundo.

—Pues si somos sus mascotas nos cuidan de puta pena...

—No son humanos, hyung— Hoseok se encogió de hombros —Para ellos tiene sentido cuidarnos así.

—Yo prefiero creer que se trata de alguna clase de Dios— opinó Seokjin —Pero no como un Dios de una religión terrestre, algo mucho más complejo y oculto.

Yoongi estaba muy sorprendido con las respuestas de ambos. Aunque las dos teorías le sonaban algo disparatadas, la existencia de El Umbral también era disparatada.

—¿Y tú, Namjoon? ¿Cuál es tu teoría?

—Creo que somos el proyecto de ciencias de la praesidio, que es quien nos creó. No sé qué clase de ser será, pero estoy convencido de que ha adoptado forma de mujer para que nos sintamos más cómodos en su presencia. Al principio, la praesidio era hostil, como si estuviera harta de estudiar un proyecto condenado al fracaso. Pero, desde que ha conocido a Nini, su actitud hacia nosotros ha cambiado.

—Crush alienígena— insistió Hoseok —A mí no me engaña.

—Dudo que vayamos a recibir una respuesta clara sobre lo que es ella o este lugar, pero lo que sí podemos decirte, hyung, es que aquí no estamos en peligro. Tenemos reglas, pero todo se ha vuelto mucho más flexible con los años.

Yoongi cogió una servilleta y miró a su alrededor para despejar la mente. Había muchas fotografías de los tres en el salón, pero también de Mellie y Neysa. Lucían como una familia de cinco en la mayoría de las imágenes, lo que le resultó muy tierno. Además, Seokjin salía sonriendo en todas y verlo tan contento, le hizo francamente feliz.

—Te puedes quedar con nosotros si te apetece.

—No quiero molestar, Hoba.

—No molestas. Yo también estuve viviendo con vosotros y nunca os molesté, ¿verdad? Esta casa es enorme. Tendrás tu propia habitación y podrás estar a tu bola si decides quedarte aquí.

Yoongi no quería ser un lastre para ellos, y en cierta forma se sentía como un intruso, pero los tres estaban encantados de compartir techo con él y si era sincero consigo mismo, no deseaba irse. Se había reencontrado con ellos después de muchos años y necesitaba recuperar el tiempo perdido.

Además, tampoco quería abandonar a su familia. Ninguno de sus hijos se había casado todavía y aunque no iba a estar físicamente con ellos, deseaba seguir siendo parte de sus vidas.

Yoongi pasó horas hablando con sus amigos, poniéndose al día de todo lo que había ocurrido en los últimos años y disfrutando de la compañía de las personas que tanto había añorado. Pero, cuando llegó la noche, las risas se apagaron y el silencio sonó más fuerte que cualquier conversación.

Yoongi sintió la cama fría. Muy fría. Jimin no estaba a su lado y su ausencia le hizo sentir solo. Habían pasado tantos años compartiendo el mismo lecho que no podía soportar ver su lado vacío.

Afectado, salió a pasear por la orilla del lago. ¿Qué estaría haciendo su esposo en ese momento? Deseaba que no estuviera solo, deseaba que Taehyung y Jungkook estuvieran a su lado, arropándolo en un momento tan duro.

Sin darse cuenta se sentó en el suelo y rompió a llorar. Lo más extraño era que no sentía dolor, solo un vacío inmenso. Quería volver con su familia, quería ver a Junggi, hablar con Yeji y abrazar a Jjin. Quería tocar el rostro de Jimin, decirle cuánto lo amaba, pero no podía. Su cuerpo se lo había comido el cáncer, ya no existía.

Yoongi se asustó cuando sintió la mano de alguien sobre su espalda.

—La primera noche es la más difícil. ¿Te puedo hacer compañía?

—Por favor...

Seokjin lo abrazó y Yoongi se derrumbó entre sus brazos. No había nada que pudiera decir para hacerlo sentir mejor, por eso se quedó con él, en silencio, ofreciéndole su consuelo, su amor y su compañía.

A la mañana siguiente, Yoongi desayunó japchae por primera vez en décadas. No quería comer pescado, estaba harto de las mismas comidas de la isla, por eso Seokjin le sirvió sus platillos favoritos. Después de desayunar, Hoseok se lo llevó a la montaña para distraerlo. Tras disfrutar de una buena barbacoa al estilo coreano, pasó tiempo con Seokjin en el huerto, y después de la cena, donde se puso las botas comiendo pollo frito picante, jugó con Namjoon al ajedrez.

Yoongi había visto en menos de veinticuatro horas lo mucho que se querían entre los tres, y ese amor tan puro y especial, le volvió a recordar a su familia. Era el día de su entierro, probablemente ya había sido sepultado, y no podía dejar de pensar en cómo estarían sus hijos, su hermano, su cuñado y sobre todo, su marido.

—Jin, necesito ver a Jimin.

—¿Estás seguro?

—Sí.

Hoseok los vio desaparecer justo cuando iba con unos helados hacia ellos. El pelirrojo los dejó sobre la mesa, agarró a Namjoon del brazo, que estaba a punto de sentarse en el sofá, y se trasladó con él a la casa de los Min.

Yoongi se quedó conmocionado cuando presenció el desconsuelo de su marido. Apenas podía respirar mientras oía su llanto y lo veía golpear el suelo bajo el piano.

—Jimin...

—No te puede oír.

Yoongi quiso acercarse a su marido cuando Taehyung y Jungkook pasaron a través de él y lo tomaron entre sus brazos. Aunque esperó sentir alguna clase de alivio por verlos a los tres juntos, lo único que sintió fue culpa y pena.

Seokjin notó su malestar y le apretó la mano fuertemente.

—Tenemos que irnos.

—Solo un poco más...

—Hay algo que puedes hacer por Jimin, pero no desde aquí.

Aunque le rompía el alma dejar a su familia, Yoongi accedió a irse con él. También quería ver a Junggi, Yeji y Jjin, pero después de presenciar el estado de su esposo, no sentía fuerzas para ver a sus hijos.

Seokjin lo llevó de vuelta a casa y mientras Yoongi se quedaba aturdido en el salón, les pidió a sus novios que los dejaran a solas. Hoseok y Namjoon sabían lo que pretendía hacer y se llevaron a Mellie y Neysa a otra parte de la casa.

—Yoongi, sígueme.

Yoongi se arrastró hacia el segundo piso como alma en pena. No podía quitarse el dolor de Jimin de la mente, ni su llanto, ni su desesperación. Tampoco dejaba de pensar en la expresión de Taehyung y en lo perdido que parecía Jungkook.

¿Cómo estarían sus hijos? ¿Se sentirían igual que ellos? ¿Estarían llorando de la misma manera?

—Después de mi muerte soñaste conmigo— dijo Seokjin enfrente de su dormitorio —Ahora te voy a enviar a ti con Jimin, para que puedas despedirte de él, igual que hice yo contigo.

Yoongi sintió una pizca de alivio en su corazón. Poder volver a ver a Jimin y que él lo viera a él, le daba un poco de esperanza de poder rebajar el dolor de su marido, aunque fuera un poco.

—¿Cuándo puedo verlo?

—Primero tendremos que esperar a que se duerma.

Yoongi entró en el dormitorio que su mejor amigo compartía con sus chicos y el tamaño del cuarto llamó inevitablemente su atención. Era tan grande, peculiar y artística, que se podía imaginar a los tres perfectamente en esa clase de habitación.

—¿Prefieres ir a tu dormitorio o...?

—No hace falta, hyung— Yoongi se sentó sobre la cama —Me gusta vuestro cuarto.

Seokjin se acomodó a su lado y durante un rato se mantuvo en silencio, respetando el espacio de Yoongi, pero cuando notó cierta inquietud en él, lo abrazó, sacándole una tímida sonrisa.

—Lo harás bien, es tu marido.

—No sé qué decirle, hyung...

—En realidad sí lo sabes, Yoongi.

En cuanto Jimin se quedó dormido, Seokjin le dio indicaciones muy precisas y poco después, Yoongi apareció en una colina cubierta de nieve, un lugar de Inyeon que bien conocía.

Junto al árbol que había sido testigo de su felicidad, vio al amor de su vida. Aunque Jimin estaba de espaldas, supo inmediatamente que era su esposo.

Mientras caminaba hacia él y oía la nieve crujir bajo sus pies, se percató de las cientos de rosas que los rodeaban. Allá donde mirase, todo era blanco, excepto por las flores que tenían un tono rojo casi sangriento. Desde su punto de vista se veía hermoso, pero también algo siniestro.

—Jiminie.

Jimin se dio la vuelta y lo miró con una sonrisa sosegada.

—Te estaba esperando.

—¿Sabías que iba a venir?

—Por supuesto.

Yoongi se apresuró hacia él y Jimin se echó entre sus brazos, soltando inmediatamente un pequeño suspiro al sentir su cuerpo contra el suyo. Había anhelado tanto sentirlo otra vez, que su primer instinto fue agarrarse firmemente de su espalda para evitar que se desvaneciera.

—Cariño, lo siento muchísimo.

—Te amo, Min Yoongi.

Yoongi sintió un pinchazo en el corazón. Su voz sonaba tan dulce, tan normal. No había ningún atisbo de dolor en su tono. Lo había visto llorando a lágrima viva bajo el piano, y ahora le sonreía como si no hubiera sucedido nada. ¿Cómo podía ser tan fuerte?

—Jiminie, ¿eres tú de verdad?

—Claro que soy yo— Jimin le tocó suavemente la cicatriz del rostro —Mi amor, ¿qué ocurre?

—Es que... Pareces tan...

—Mi vida, este es nuestro último encuentro. Quiero que te lleves mi sonrisa de recuerdo, no mis lágrimas.

—Este no es el último, te veré desde la orbit de Jin, no me perderé ningún momento de tu vida y de la de nuestros hijos.

—¿De verdad?

—Te lo juro— Yoongi lo besó en la frente —¿Cómo están mis tres mosqueteros?

—Te echan de menos, igual que yo— Jimin lo miró de arriba abajo mientras le apretaba el brazo —Estás tan fuerte, amor mío. Tu cuerpo vuelve a ser el mismo de antes.

Yoongi no pudo contenerse y lo besó con la intensidad que tanto amaba Jimin, la misma que había perdido por culpa del cáncer. El menor sintió un dulce cosquilleo bajo la piel a causa del posesivo contacto de su lengua. Había añorado esa faceta fogosa de su esposo, incluso se le escapó un suave jadeo que dibujó una victoriosa sonrisa en el rostro de Yoongi.

—Siento mucho volver a dejarte primero— Yoongi apoyo la frente sobre la suya —No es justo que tuvieras que esperar cuatro años por mí y que ahora te vuelva a abandonar de nuevo.

—No me has abandonado, has dicho que estarías conmigo, ¿no? Aunque no pueda verte, sabré que estás a mi lado.

—Ojalá pudiera estar también con los niños... No quería causarles ningún daño...

—Nuestros hijos sufren porque te quieren, porque has sido el mejor padre que podrían tener. No puedes evitarles este dolor, amor. Es parte de la vida.

—Ellos son fuertes, ¿verdad?

—Mucho más que nosotros.

El mayor lo volvió a abrazar y Jimin cerró los ojos, atesorando el momento. A causa de su enfermedad, Yoongi no había podido abrazarlo con firmeza, por eso no podía mantener las manos quietas. Había añorado sentirse él mismo.

—¿Cómo están mis hyungs?

—Están mejor de lo que imaginas— Yoongi bajó la mirada hacia sus mejillas, se habían encendido por el frío —¿Y Tae y JK?

—Tu hermano lo está pasando mal, pero es una persona muy fuerte y tiene a Jungkookie, que lo está cuidando mucho. No te preocupes por ellos, saldrán adelante. Siempre lo hacen.

Yoongi bajó la mirada tratando de ocultar su tristeza, pero Jimin, que lo conocía mejor que nadie, lo notó y lo abrazó.

—Estaremos bien, cariño.

—Te voy a echar de menos, Jiminie...

—En breve estaré contigo, te lo prometo.

—¿En breve?— Yoongi se apartó de él y lo miró a los ojos —¿Qué quieres decir?

—Sabes que la esperanza de vida en Inyeon ronda los sesenta— Jimin le acarició la mejilla para suavizar su expresión —En unos años volveremos a vernos. Tienes mucho tiempo para hacer lo que quieras, pero después, Min Yoongi, volverás a ser mío.

—No quiero que esperes a la muerte, quiero que vivas tu vida.

—Viviré mi vida— Jimin lo besó con anhelo —No te preocupes, estarás orgulloso.

—Te amo, Min Jimin.

De repente comenzó a nevar sobre la pareja y Jimin miró hacia el cielo con una sonrisa tan cautivadora, que Yoongi recordó el día en el que un muchacho con acento de Busan, cuyo camino se cruzó con el suyo por caprichos del destino, cambió su mundo de por vida.

Yoongi formó una bola con la nieve que había en el suelo y se la lanzó súbitamente, golpeándolo en el hombro. Jimin lo miró sorprendido y después indignado, pero en lugar de llamarle la atención, se agachó para hacer una bola más grande y en cuanto la tuvo preparada, lo persiguió para tirársela encima.

—¿Por qué eres tan bruto?

—¡Ven aquí, cobarde! ¡Ahora no huyas!

—¡Déjame, Jiminie!

—¡Jamás!

En lugar de una despedida lacrimógena, el paraje se llenó de risas entrañables. En lugar de tomárselo como un triste adiós, ambos lo consideraron un afectivo hasta luego. La nieve se desprendió de las rosas, mostrando unas flores bellas y fuertes, y el paisaje invernal se tiñó de calidez, gracias al amor incondicional de Yoongi y Jimin. 

Seokjin y Yoongi se han vuelto a encontrar. Después de muchos años ha ocurrido el tan esperado reencuentro. ¿Qué os ha parecido el capítulo? Dejadme vuestras impresiones. 🥺

¿Cómo habéis estado? ¿Todo bien? Mi vida ha dado un cambio bastante drástico. Hace una semana me mudé del mediterráneo al norte de España. Estos últimos meses han sido una odisea. Todo lo que podía salir mal, ha salido peor, así que ya os podéis imaginar el nivel de estrés. Todavía no puedo daros una fecha de regreso, sigo bastante ajetreada, haciendo papeleo, conociendo la ciudad, adaptándome... Y apenas dispongo de tiempo para escribir. Así que cuando tenga un capítulo terminado, lo publicaré sin previo aviso. Lamento mucho los inconvenientes, pero no os preocupéis, la historia no quedará sin terminar. 💜

En este tiempo hemos tenido FACE, D-DAY, Don't ever say love me, The Planet, Angel PT.1 & PT.2, Lilith y Take Two. Como no he podido preguntaros antes, decidme cuáles son vuestras canciones favoritas de FACE y D-DAY, y qué os han parecido las demás. 🥺 Espero volver a leeros muy pronto. Os he echado de menos. 😭 Gracias por seguir aquí. Besos y abrazos. 💜

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