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En ocho años hubo muchos cambios importantes en la isla y el más significativo fue la incorporación de la vacuna. La creación de Junggi resultó tan eficaz que, en caso de contagio, la persona infectada pasaba por los mismos síntomas de una gripe, una bronquitis o una neumonía.

Minho fue el primero en recuperarse de un contagio. Lo sufrió en uno de sus viajes a través del mordisco de una equis. La vacuna era apta para cualquier variante, pero el periodo de recuperación y los síntomas cambiaban entre los infectados comunes, los equis y los viridis. Aunque Minho tardó seis días en sobreponerse, no le quedaron secuelas de ningún tipo.

Junggi había acompañado a sus tíos en dos ocasiones, lo que le aportó nuevos datos para avanzar en su investigación. Incluso después de que el equipo de expedición cesara sus viajes, continuó trabajando desde el laboratorio, logrando resultados muy importantes.

Taehyung tomó esa decisión porque conseguir combustible de forma segura se había vuelto una tarea imposible. Además, gracias al trabajo de los últimos años, la isla era autosuficiente y muchos de los productos que se iban a buscar al otro lado del mar, ahora se podían producir en Inyeon. Encima llevaban mucho tiempo cultivando sus propias hierbas medicinales y fabricando medicamentos en el laboratorio, lo que facilitó ponerle fin a esa etapa.

El trabajo de Junggi había sido determinante para disolver el grupo, sobre todo después de la trágica muerte de Lee Dongwook. A pesar de los esfuerzos de Taehyung, Jungkook y Sana por salvarle la vida, Dongwook falleció en cubierta a causa de las heridas que un equis le infligió en el cuello.

No era el primero en morir, el grupo había perdido a tres personas en los últimos ocho años. Y aunque para Taeju había sido un mazazo renunciar a su sueño de explorar la península, apoyó la decisión de su padre sin rechistar.

Al principio, a Taehyung no le hizo gracia que su hijo se uniera a ellos. Cada año, la península se volvía más salvaje y no quería que se expusiera a peligros inecesarios. Durante el primer viaje que hicieron juntos, no permitió que Taeju saliera del barco y como era el que mandaba, tuvo que acatar la orden, aunque en casa, esa decisión desembocó en una discusión entre padre e hijo.

—¿Por qué no me has dejado ir?— le reclamó en el salón, delante de Jungkook —¡He sido el mejor alumno del tío Yoonie de lejos! ¡Sé que puedo hacerlo!

—No estás preparado.

—¡Lo estoy! ¡Claro que lo estoy! ¡No me dejas porque no confías en mí! ¡Me estás boicoteando a propósito!

—¿Quieres saber por qué te he dejado en el barco? Porque solo eres un chiquillo que cree estar preparado, pero que no tiene ni idea de lo que significa adentrarse en la península. ¿Eres el mejor alumno que ha tenido mi hermano? Buen trabajo, pero ahora estás bajo mi mando y yo decido si eres apto para el grupo de tierra o no. Y ahora mismo, escúchame bien, no lo eres. Puedes patalear y gritar si te ayuda a sentirte mejor, pero te guste o no, soy tu jefe y hasta que no bajes de las nubes y te tomes esto con la seriedad que requiere, te vas a quedar en el barco.

Taeju se mordió la carne de la boca de lo furioso que estaba. Taehyung aguardó, pero como no dijo nada más, dio por zanjada la conversación y se alejó hacia la cocina.

—No se trata solo de saber luchar, Tabi— intervino Jungkook —Un error, por pequeño que sea, puede llevar a un compañero a la tumba.

—Lo sé.

—No, crees que lo sabes, pero no lo sabes. Cuando caminas por esas tierras no eres el único que corre peligro. Si eres imprudente, también afecta a los que te acompañan. Appa es el responsable de toda la tripulación. Si alguien muere, es él quien asume toda la culpa. Da igual si el fallo ha sido de otra persona, appa es el jefe y por lo tanto, es el que le hace frente a la familia del fallecido.

—Ya veo...

—Appa confía en ti, Tabi. Sabe que tienes las habilidades para formar parte del grupo, pero también necesita ver que te tomas las cosas en serio.

Después de esa conversación, Taeju comprendió lo que buscaba Taehyung y se centró en convertirse en un compañero prudente y fiable. A los diecinueve años, su esfuerzo se vio recompensado y pudo adentrarse por primera vez en la península.

Aunque para Taehyung y Jungkook fue uno de los días más estresantes de sus vidas, el muchacho disfrutó de cada segundo que pasó en aquella tierra hostil.

Los viajes junto a sus padres le aportaron experiencia, seguridad, madurez y conocimiento, pero también prudencia, respeto y humildad. Y aunque después de cinco años se había visto obligado a renunciar a un sueño, el amor por su trabajo como policía llenó pronto ese vacío.

Para Junggi, que vivía con Taeju desde los veinte años en la misma casa donde consumaron por primera vez su amor, fue un alivio cuando el equipo de expedición se disolvió. Aunque respetaba la elección de su pareja e incluso había ido en dos ocasiones con él, no era fácil lidiar con la ansiedad que generaba cada viaje.

Junggi era una persona muy tranquila y meticulosa, pero cuando Taeju estaba en la península, todo le salía mal. Se equivocaba en las mezclas, se le caían las cosas, se tropezaba fácilmente, incluso se le quemaba la comida. Y aun así, nunca se lo dijo a su novio porque no quería que renunciara a su sueño por él.

A pesar de las horas que pasaban separados debido a sus respectivos trabajos, Junggi nunca desatendió su relación con Taeju, tal y como había aprendido en casa. Jimin jamás renunció a las cenas románticas con Yoongi o a pasear con él bajo las estrellas, independientemente de lo ocupado que estuviera.

Y para Taeju, la experiencia con sus padres había sido similar. Por eso respetaba la labor de su chico y lo animaba a continuar con sus investigaciones, porque entendía mejor que nadie lo importante que era su apoyo para él. Sobre todo en los momentos en los que se torcía una investigación o no llevaba al resultado deseado.

Junggi y Taeju habían sido los primeros en abandonar el nido y aunque no tenían planes de casarse, se comportaban como un viejo matrimonio. Taehyung siempre los comparaba con Yoongi y Jimin, por su afinidad y lo bien que congeniaban.

Sohee fue la siguiente de los Min en irse a vivir con su pareja. Después de pasar por dos relaciones cortas, pero intensas, se enamoró de un médico muy prometedor. Eun Hanbin era cinco años mayor que ella y muy querido por su personalidad amable y altruista entre el personal del hospital, pero lo que le llamó la atención de él, fue la razón por la que se había convertido en médico.

—El día que ocurrió la invasión, me colé en la escuela para coger un juguete que me gustaba. Cuando apareció una de esas criaturas en el pasillo, una muchacha me protegió y también a otros niños de su clase. Pensé que íbamos a morir, pero el señor Jung nos salvó la vida. Y por mi culpa, perdió la suya. Por eso soy médico, para honrar su memoria. Quiero que vea que no murió en vano, que el niño estúpido al que se le cayó el juguete no se ha echado a perder. Quiero que vea que ese niño torpe puede salvar vidas, igual que hizo él, y que agradece infinitamente que protegiera la mía. Y quizá, cuando haya ayudado a muchas personas, pueda perdonarme a mí mismo por el error que cometí aquel día.

Sohee solo había conocido a Hoseok de bebé, pero como su familia lo tenía en alta estima, lo consideraba su tío desde pequeña. Si Hanbin hubiera hablado mal de él, lo habría abofeteado en plena calle, pero sus palabras partían de lo más profundo de su corazón.

Sohee y Hanbin se habían visto antes, como cualquier persona que convivía en un sitio pequeño, pero nunca habían hablado hasta que coincidieron un domingo en la biblioteca. La joven estaba leyendo el libro de medicina que buscaba Hanbin, y así inició la primera conversación entre ellos.

—Disculpa, no quiero ser maleducado, pero necesito ese libro. ¿Cuánto tiempo vas a tardar?

—¿Crees que hago bien en dedicarme a la enseñanza?— preguntó con la vista sobre la página.

—¿Perdona?

—Estuve varios años pensando en si debía dedicarme a la medicina o a la enseñanza. Me decanté por lo segundo después de ver lo ineptos que eran algunos padres. ¿Sabes la cantidad de ideas preconcebidas y tóxicas que les meten en la cabeza desde pequeños? Es absurdo. Quiero educar, instruir y formar, por supuesto, pero también quiero enseñarles a opinar por sí mismos, a tener pensamiento crítico y a cuestionarse el mundo. Quiero ayudar a que puedan crecer en un entorno seguro y a que se conviertan en buenas personas. Hay gente que dice que no es mi obligación, que debería ir a clase, enseñar el temario del día e irme para casa, pero yo no quiero eso. ¿Qué hay de malo en querer implicarme? Somos cuatro gatos. Si no cuidamos los unos de los otros, ¿qué sentido tiene llamarnos comunidad?

Hanbin sonrió.

—¿Te parece gracioso?

—En absoluto. Me parece que la medicina ha perdido a una persona impresionante.

—¿Tú crees?— Sohee lo miró con cierta desconfianza —Llevo años estudiando para ser maestra, pero siempre termino leyendo libros de medicina.

—Tienes interés en la medicina, pero pasión por la enseñanza. Sí, se nota en tu mirada. Has elegido la enseñanza por vocación.

—Siempre he pensado que salvar vidas era lo que quería hacer— Sohee cerró el libro y lo deslizó hacia él —Hasta que vi a mi padre dando clases en la escuela. Me sorprendió gratamente el cariño que le tenían sus alumnos.

—La medicina no es la única profesión que salva vidas. Yo también he sido uno de esos alumnos.

—¿En serio?

—De pequeño no era un buen estudiante, me costaba mucho aprender y en clase siempre me quedaba atrás— recordó con cierta nostalgia —Por eso tu padre me dio clases particulares. No solo me enseñó lo que dábamos en clase, también me mostró técnicas de concentración, a cómo entrenar la mente, a controlar los pensamientos y automotivarme. Si ahora soy médico, es en parte gracias a él.

Sohee era una joven tan expresiva, que Hanbin notó inmediatamente lo orgullosa que estaba de Taehyung. La muchacha se levantó del asiento y pasó a su lado, pero en lugar de irse, se giró hacia él.

—¿Nos tomamos un té?

—¿Conmigo?— se sorprendió.

—No, con Freddy Krueger, pues claro que contigo.

—Sabes que tengo veinticinco años, ¿no?

—Y yo veinte, ¿qué pasa?— Sohee se ató el cabello en una coleta alta —Solo quiero tomar un té, no follar contigo.

—No pretendía insinuar nada de eso— respondió avergonzado —Lo siento, es que ya sabes cómo son los del pueblo. No quiero darte problemas.

—Me gustan los problemas— Sohee lo miró de arriba abajo —Me caes bien. Seamos amigos.

Así surgió una amistad que poco a poco se convirtió en amor. Y cuando Sohee se dio cuenta de que lo que sentía por él era algo serio, le dio miedo romper una relación tan especial. Por eso, una tarde de verano, decidió plantarse en el salón de la casa de sus padres.

—¿Qué hago si me declaro y me rechazan?

Taehyung estaba leyendo un libro sobre educación sexual cuando su hija soltó la pregunta desde la puerta. Era la primera vez que veía a su pequeña con una expresión tan triste.

—Siéntate a mi lado, tesoro.

Sohee tomó asiento a su izquierda y se percató de que estaba repasando el libro que él mismo había escrito para educar a los jóvenes queer.

—¿Crees que Hanbin no siente lo mismo por ti?

—¿Cómo sabes que estoy enamorada de Hanbin oppa?— Sohee se quedó tan asombrada que su expresión hizo reír a Taehyung —Appa, no te rías. Nunca te lo he dicho. ¿Eres brujo? ¿Cómo lo has averiguado?

—Soy tu padre y lo sé todo de ti— Taehyung le tocó la nariz como solía hacer cuando era pequeña —Me recuerdas a mí cuando conocí a tu padre. Yo también estaba muy enamorado de él, pero ¿sabes qué? Me rechazó tres veces.

—¿Papá hizo eso? ¡No lo puedo creer! ¿Cómo te recuperaste de esa tragedia?

—Pasé por incontables días de tormento y por largas noches de profundo desconsuelo, hija mía, pero tu padre mereció el esfuerzo.

Sohee sonrió. Amaba cuando Taehyung se expresaba de una forma tan dramática.

—Es comprensible que tengas miedo, sobre todo porque es un amigo muy importante para ti, pero si no lo intentas, cielo, te vas a arrepentir en el futuro.

—¿Tú crees?

—Es mejor lanzarse al río y ahogarse, a esperar eternamente en la orilla.

Sohee siguió el consejo de Taehyung y esa misma noche le confesó a Hanbin lo que sentía. Afortunadamente, sus sentimientos fueron recíprocos y poco después, lo presentó formalmente como su pareja.

Hanbin era el primer novio de Sohee que les caía bien a sus padres. Con los dos anteriores habían tenido sus más y sus menos, especialmente Jungkook, que no soportaba ni verlos. Aunque tenían la misma edad que Sohee, diecinueve años cuando comenzaron a salir, eran tan inmaduros como unos críos de trece.

—¿Pero qué cojones ve en ellos?— le había soltado Jungkook en una ocasión —El primero era guapo, pero más tonto que Abundio, y este no sirve ni para escuchar si llueve.

—El amor es ciego, Kook.

—Suki tiene el peor gusto por los hombres que he visto en mi vida. Rezo cada noche para que no se quede embarazada de ese lamecharcos.

—Ni lo menciones. Cuento los segundos para que lo mande a paseo.

Por suerte, para la salud mental de ambos, Sohee cortó la relación tras unas semanas, y un año después de deshacerse del lamecharcos, conoció a un hombre muy diferente.

La muchacha pensó que a Jungkook no le iba a gustar la diferencia de edad, pero su padre no reparó en ese detalle y se mostró encantado por lo maduro, respetuoso y educado que era Hanbin. Además era un hombre muy apuesto. Taehyung siempre decía que le recordaba al actor Lee Jongsuk.

Aunque para Taehyung todos se parecían a alguna celebridad. Según él, Taeju tenía un ligero parecido a Cha Eunwoo con una pizca de John Stamos de los años 90. Sohee, en cambio, le recordaba a Park Minyoung, Yeji a Jeon Yeobeen, Jjin a Ahn Hyoseop, Hoseokie a Nam Joohyuk, y Namie a Kim Soohyun. Junggi era el único que escapaba a sus comparaciones porque era clavado a Jimin.

Tras año y medio de relación, Sohee y Hanbin se fueron a vivir juntos con la bendición de toda la familia.

Yeji había pasado por una experiencia diferente a la de su prima. Sus relaciones anteriores no la habían llenado del todo y por una cosa u otra, el amor desaparecía relativamente pronto. Cuando dejó de buscarlo, creyendo que no estaba hecha para tener novia, comenzó a quedar con la hija de Momo y Sana.

La muchacha compartía techo con Tsuki y Sora, dos gatas muy revoltosas a las que tenía que llevar con frecuencia al veterinario. Una tarde, Tsuki se lastimó al jugar con su hermana y como Sunmi estaba con las vacas, Yeji se encargó de curar la patita de la minina.

Aunque las chicas se conocían desde niñas, no habían tenido mucho trato. Yuna era bastante más cercana con Sohee, especialmente después del incidente con el muchacho, que trató de tener una cita con ella por la fuerza.

A raíz de ese suceso, Yuna decidió convertirse en agente de policía. No quería que nadie tuviera que sentir el mismo miedo que ella al ser acorralada, insultada y amenazada, como lo fue ese día.

Después de curar a Tsuki por segunda vez en un mes, Yeji y Yuna decidieron quedar un fin de semana para pasear por la playa. Las gatitas las acompañaron durante el paseo, y Yeji compartió con ella lo importante que había sido Neysa en su vida.

Las muchachas conectaron tan rápido que el paseo concluyó con una cena en casa de Yuna, y una conversación hasta altas horas de la madrugada.

—Mis madres son japonesas y me han criado en su cultura, aunque también me han enseñado las costumbres coreanas— le comentó sentada sobre la cama de su dormitorio —Cuando era pequeña solíamos hablar en ambos idiomas, pero en casa estaba prohibido hablar coreano. Impusieron esa norma para que no perdiera el japonés, porque fuera de casa solo me comunicaba en coreano. Pero cuando lo comenté en clase, creyendo que era algo normal, la profesora se lo tomó a mal y dijo cosas muy hirientes sobre mi familia.

—Oh, ese fue el incidente del pelo, ¿no?

La muchacha asintió. La profesora fue tan cruel y dura, que Yuna salió corriendo de clase y llegó al ayuntamiento hecha un mar de lágrimas. Momo la tranquilizó lo mejor que pudo y con permiso de Jimin, se fue a casa, donde le contó a su esposa lo que había ocurrido.

Sana, ni corta ni perezosa, se plantó en casa de la profesora y tras una discusión acalorada, en la que cayeron insultos xenófobos y homófobos hacia la familia de Yuna, la compañera y amiga de Taehyung, la arrastró de los pelos ante la mirada atónita de los vecinos.

—Algunos se pusieron del lado de la profesora porque mi madre la había agredido físicamente, pero tu padre la defendió delante de todo el pueblo. Dijo que la discriminación también era violencia, que las marcas no se ven, pero que perforan el corazón de las personas dejando heridas que nunca sanan.

Yeji lo recordaba. Lo había presenciado cuando iba de camino a casa. Nunca había visto a Jimin con una expresión como la que le vio aquel día. En ese instante no lo entendió, pero con el tiempo comprendió que era la expresión de alguien que estaba dispuesto a hacer lo que fuera para proteger a su familia.

—Puede que mis madres sean las últimas japonesas que hay en el mundo. Quiero creer que en algún sitio quedan más, pero es posible que el idioma y la cultura se pierdan cuando ellas mueran, y no quiero que eso suceda. Pasaron por esa situación solo por querer preservar su idioma. Creo que ahora es mi responsabilidad proteger nuestra cultura.

—Puedo ayudar a proteger tu cultura. Podrías darme clases de japonés, empezando por los nombres de tus gatas. ¿Qué significan?

—Tsuki significa luna y Sora cielo, aunque debí llamarlas provocadora y revoltosa— dijo entre risas —Trato de enseñarlas bien, pero son muy brutas cuando se ponen a jugar. Algún día me gustaría adoptar a otra gatita más.

—Te faltan sol y estrella.

A Yuna le agradaba mucho que Yeji amara a los animales tanto como los amaba ella. Era un punto que tenían en común y una de las cosas que más le habían llamado la atención de la joven.

—Unnie... Dime una cosa. ¿Por qué querrías aprender japonés?

—Ya sabes la respuesta.

Yuna bajó la mirada avergonzada. ¿Podría ser? ¿De verdad era lo que estaba pensando? Cuando alzó la vista tímidamente y se encontró con una sonrisa cálida, comprendió que las señales que había percibido desde la primera consulta de sus gatas eran ciertas.

—Me encantaría enseñarte.

—¿Por qué no empiezas ahora con la primera lección?— propuso Yeji en un susurro —¿Cómo se dice eres muy hermosa?

Yuna respondió en japonés, pero en lugar de darle la respuesta que quería, contestó tú lo eres mucho más.

—¿Y cómo se dice te puedo besar?

La menor dijo sí en japonés y Yeji se acercó, saboreando la tensión entre ellas. Cuando notó que no se apartaba y que su expresión indicaba que lo buscaba tanto como ella, la besó con ternura y confianza.

En ese momento, Yeji fue consciente de que nunca había estado realmente enamorada. Nadie había agitado su corazón tanto como ella, y lo más extraño era, que solo habían pasado medio día juntas y ya sabía que Yuna era la mujer con la que quería pasar su vida entera.

Lo que experimentó siendo la novia de Yuna fue lo mismo que presenció cada día en su casa. El mismo cariño, respeto, apoyo y compromiso que se profesaban sus padres.

Por eso a Yuna sí decidió presentarla formalmente como su chica, algo que no había hecho con sus demás parejas. Yoongi y Jimin se sintieron muy contentos con su relación, dado que mantenían una gran amistad con sus madres y la conocían desde pequeña.

Yuna era la primera bebé de Inyeon que había nacido a través de la inseminación artificial. Físicamente tenía un gran parecido con Sana, pero su personalidad se asemejaba más a la de Momo.

En una ocasión, Junggi escuchó de boca de Jimin que a Momo le hubiera gustado aportar más durante el embarazo de Sana. A raíz de eso, el joven se dedicó a estudiar el método ROPA, para que su hermana, si decidía tener hijos biológicos, no tuviese el mismo pesar.

La Recepción de Óvulos de la Pareja era un tratamiento complejo, que requería de un trabajo en conjunto entre el laboratorio y el equipo médico, pero que daba una alternativa a las parejas que deseaban tener una mayor implicación en el proceso de fecundación, gestación y alumbramiento.

Al principio, nadie parecía tener interés en trabajar en ese proyecto, hasta que Taeju se lo comentó a Sohee y ella se lo trasladó a su novio. Ese mismo día, Hanbin se pasó por el laboratorio para ponerse manos a la obra con Junggi.

El amor entre Yeji y Yuna creció tan rápido y fuerte que no pasó desapercibido para la mayoría. Y aunque algunas personas del pueblo creían que era una locura que se fueran a vivir juntas tras dos meses de relación, las muchachas recibieron todo el apoyo que necesitaban de sus familias.

Jjin, Hoseokie y Namie eran los únicos que seguían viviendo en casa de sus padres. Los tres habían tenido novia, pero lo dejaron con ellas porque no funcionó. Y como no tenían prisa en volver a tener pareja, decidieron centrarse en sus estudios y en disfrutar de su juventud.

En esos ocho años, el día a día de los miembros del clan Min fluyó sin inconvenientes, hasta que a primeros de junio, a Yoongi le diagnosticaron cáncer de estómago. Los síntomas habían comenzado a manifestarse desde los cuarenta y nueve años, pero como fueron muy leves y él mismo los achacó a otras dolencias, no se lo detectaron hasta los cincuenta, cuando ya era demasiado tarde.

Para toda la familia fue un golpe devastador, especialmente para sus tres hijos. Junggi no pudo aceptar el diagnóstico de la doctora Lee y se puso a buscar una forma de salvarle la vida. Yeji, en cambio, se quedó en shock, incapaz de procesarlo y Jjin se vino abajo.

Yoongi se lo tomó con cierta resignación, mientras que para Jimin, fue como si lo lanzaran a un pozo sin fondo. Delante de su marido se mostraba fuerte, igual que hacía en frente de sus hijos o de Taehyung, pero cuando tenía un momento a solas, se encerraba en el cuarto de baño a llorar.

De junio a noviembre, todos los miembros del clan Min le dedicaron tiempo a Yoongi. Junggi tocó las piezas de piano y de violín que más le gustaban, Yeji le contó anécdotas graciosas de los animales que atendía en consulta, y Jjin, que tenía una voz muy relajante, le leyó los libros que él mismo le pedía. 

Taeju, por otro lado, se pasó cada día a hacerle compañía, llevándole de vez en cuando los chismes más divertidos que circulaban por el pueblo. Y Sohee, que era la mejor cocinera de toda la familia, le preparó platos que sabía que Yoongi podía digerir en su estado.

Hanbin y Yuna también estuvieron pendientes, al igual que la familia de Eunha y de Changwook, que no solo le brindaron apoyo a Yoongi, sino a toda la familia Min.

Para Taehyung, saber que su hermano se moría y que no podía hacer nada más que estar a su lado, dándole su apoyo y cariño, le generó un dolor indescriptible. En su presencia actuaba como siempre y le hacía pasar un buen rato, pero en casa, lloraba cada noche entre los brazos de Jungkook.

Al maknae le costó mucho trabajo aceptar el diagnóstico de su cuñado. Cuando recibió la noticia de su enfermedad, se quedó en negación, como si ignorarlo pudiera cambiar los resultados. Jungkook no lo encajó hasta que presenció las náuseas, los vómitos y el dolor de estómago que lo torturaban.

Desde el día en el que la doctora Lee les comunicó la triste noticia, Jimin no se separó de su esposo. Wooshik le hizo el favor de ocuparse de sus funciones, pero si no lo hubiera hecho, Jimin habría renunciado a su puesto como gobernador porque para él, su marido estaba por encima de su trabajo.

Cada día daban un paseo por el bosque, el pueblo o la playa, según el estado de Yoongi. Y aunque muchas personas esperaban toparse con una pareja desolada, cuando caminaban juntos de la mano, solo veían sonrisas.

En la consulta de Lee Jieun, después de escuchar su diagnóstico, Yoongi le pidió una sola cosa a Jimin.

—Quiero vivir lo que me quede de tiempo como si no estuviera enfermo. Quiero que me trates como siempre, que este cáncer no cambie nuestra relación. No te voy a pedir que no llores, sé que va a ser más duro para ti que para mí, pero, por favor, no me prives de ver tu sonrisa.

Y Jimin lo cumplió. Cada día. Lo que fue un gran alivio para Yoongi. No quería que sus últimos recuerdos fueran tristes; deseaba que, cuando su marido echase la vista atrás, pudiera hallar consuelo en las sonrisas que compartieron juntos.

En diciembre, cuando la pareja estaba dando uno de sus paseos por la playa, Yoongi se desmayó súbitamente y fue ingresado en el hospital. A partir de ese día, su estado empeoró drásticamente y la doctora Lee les sugirió que se preparasen para lo peor.

—Llévame a casa, Jiminie— pidió Yoongi en la habitación del hospital —No quiero seguir aquí, quiero estar en casa.

—Pero Yoon, aquí estarás mejor, aquí cuidarán de ti.

—Cariño, no necesito más cuidados, necesito volver a casa.

Con el corazón pesado, Jimin cumplió con el último deseo de su esposo, y después de acomodarlo en la cama de su dormitorio, avisó a toda la familia para que se despidieran de él.

En el hospital, a Jimin, el aspecto de Yoongi le hizo entender lo cerca que estaba de la muerte. Su cuerpo delgado e hinchado, su rostro demacrado y su olor, avecinaban un final que era inevitable. 

Pero en casa, su cara cobró vida en cuanto llegaron las visitas. La alegría de ver a su hermano, las risas que compartió con su cuñado o el brillo que halló en su rostro cuando abrazó a sus hijos, esos detalles tan importantes, se iban a quedar grabados en el corazón de Jimin de por vida.

Hubo muchos abrazos ese día, muchos te quiero y también hubo lágrimas, pero sobre todo palabras de afecto, agradecimiento y admiración.

Los amigos fueron los primeros en irse de la vivienda para darles más tiempo en familia. Taehyung y Jungkook aprovecharon cada segundo a su lado, al igual que Taeju y Sohee, que querían mucho a su tío Yoonie.

Sobre las diez de la noche, Yoongi les pidió amablemente que se fueran a casa. Para Taehyung fue muy difícil cumplir con el deseo de su hermano, pero lo hizo porque comprendía que estaba cansado y que necesitaba estar con sus hijos. 

Taeju y Sohee se quedaron a pasar la noche con sus padres, dado que estaban muy afectados y querían ser de apoyo para ellos, especialmente para Taehyung.

Una vez se quedaron a solas, Yoongi abrazó a sus hijos, los consoló y expresó lo orgulloso que estaba de ellos y lo mucho que los quería a los tres. Ni siquiera Jimin, que se había mantenido sereno durante gran parte del día, pudo contener las lágrimas al oír a su marido.

Fue un momento difícil y desgarrador para los cinco, no obstante, Yoongi no cedió ante las ganas de llorar. Sonrió, bromeó, se río y compartió palabras de aliento para que cuando echaran la vista atrás, recordaran lo feliz que había sido siendo padre y esposo.

Sus hijos fueron los últimos en abandonar la vivienda y lo hicieron sobre las doce de la noche. Yoongi quería estar con su marido, y Jjin, que vivía con ellos, respetó su decisión y aceptó la sugerencia de Junggi de dormir esa noche todos en casa de Taehyung.

El mayor se quedó observando la fachada del dormitorio desde la calle, con la triste certeza de que esa iba a ser la última noche que sus padres iban a pasar juntos.

—Pero appa no está tan mal, ¿verdad?— dijo Jjin esperanzado —¿Y si se han equivocado? Se ve mucho mejor, parece casi recuperado.

—El problema no es su mente, es su cuerpo— respondió Yeji entre lágrimas —Por dentro está muy mal...

—No, noona, él está bien.

—Jjin, escúchame— Junggi lo sujetó de los brazos —Justo antes de morir, algunos enfermos mejoran. Es una señal de que están a punto de irse, no de que vayan a recuperarse.

—¡No!

—Lo siento, pero el corazón de appa ya no aguanta más.

—¡Mientes! ¡No quiero que se vaya! ¡No quiero!

Junggi lo abrazó y aunque Jjin se resistió bruscamente, terminó rompiéndose entre los brazos de su hyung. Yeji, que no podía dejar de llorar, se unió a ellos y Junggi la arropó inmediatamente. En ese momento tan duro, tenía que ser fuerte por los dos; tenía que ser el hermano mayor que ambos necesitaban.

Mientras los muchachos se daban aliento los unos a los otros, Jimin se acostó al lado de Yoongi y como venían haciendo en los últimos días, se quedaron en silencio, mirándose fijamente a los ojos.

—He tenido una vida plena y feliz, Jiminie— Yoongi le tocó la mejilla —Han sido veintidós años maravillosos a tu lado.

—Veintidós son pocos, quiero que sean más...

—Lo sé, amor mío, pero tienes que dejarme ir.

—No sé cómo hacerlo...

—Estuviste cuatro años sin mí, ¿recuerdas? En ese tiempo te convertiste en gobernador y tuviste a nuestro precioso Junggi. Eres mucho más fuerte que yo, Jiminie. Sé que puedes vivir sin mí.

—Quédate conmigo un poco más— Jimin lo abrazó con el corazón roto —Quédate un año, seis meses, tres meses, un mes... ¡Oh por Dios, quédate conmigo, Yoon!

—Estaré contigo, amor mío— Yoongi cerró los ojos, disfrutando del calor de su cuerpo —Estaré a tu lado cuando Junggi se case, cuando Yeji tenga un hijo, y cuando Jjin ocupe mi puesto como instructor.

—Junggi no quiere casarse, Yeji no parece desear tener hijos y Jjin no ha mostrado ningún interés en ocupar tu puesto.

—Pero pasará.

—¿Cómo lo sabes?

—Porque soy su padre.

—Y yo soy el perro, ¿o qué?

Yoongi se rió por el hermoso puchero que hizo. Le encantaba cuando se ponía dramático y se sentía afortunado de poder apreciarlo una última vez.

—Admito que tienes buen ojo para calar a nuestros hijos. Apostaste a que Junggi era gay, Yeji lesbiana y Jjin hetero, y te llevaste el jackpot.

—Sigues molesto porque ninguno te salió bisexual, ¿verdad?

—No me recuerdes la mayor traición de mi vida.

—Tendrás un nieto bisexual.

—Solo espero que no te equivoques, Minstradamus, o te buscaré en El Umbral para patearte el culo. Recuerda que conozco el camino y te puedo apedrear.

Yoongi se volvió a reír y a Jimin le entraron ganas de llorar. Iba a extrañar mucho el sonido de su risa, sus besos, caricias y abrazos, las conversaciones hasta altas horas de la noche y la forma tan bonita que tenía de pronunciar su nombre.

—Gracias por traerme de vuelta a casa... Soy muy feliz entre tus brazos...

Jimin notó que el tono de su voz se había apagado un poco.

—¿Tienes sueño, mi vida?

—Sí... Ha sido un día muy largo...

Jimin iba a acomodarlo en la cama, pero Yoongi lo detuvo.

—Quiero que sigamos abrazados... Estás muy calentito y hueles muy bien.

—Soy una combinación entre un perfume de lujo y una chimenea vintage, ¿verdad?

—Mmm... Te amo, Jiminie...

—Y yo te amo a ti, Min Yoongi.

Mientras acariciaba su espalda, Jimin se percató una vez más de lo delgado que estaba su esposo. Había perdido tanto peso en los últimos meses, que no se parecía en nada al cuerpo fuerte y robusto que tantas veces amó.

Jimin desvió la mirada hacia la fotografía que su marido tenía sobre la mesilla. Jungkook la había hecho en la colina, unos días después de la adopción de Yeji y Jjin. Junto al mismo árbol donde se habían comprometido, Yoongi, radiante de felicidad, sostenía a Junggi y a Yeji en brazos, mientras él, levemente inclinado hacia el mayor, cargaba a un Jjin de pocos meses.

—¿Recuerdas lo mucho que nos reímos cuando vimos la expresión de Jjin?— comentó mirando la fotografía —Hasta los seis meses siempre ponía cara de asco, a menos que estuviera con Jungkookie.

Jimin sonrió al pensar en las risas que compartieron esa tarde. Todavía recordaba a Junggi enseñándole a su hermana a cómo volar la cometa del tío Koo, y a Taehyung, dándole el biberón a Jjin, que lo observaba desconfiado y con el ceño fruncido.

—Yoon, te prometo que estaré bien. Cuidaré de nuestros hijos y me aseguraré de que nuestros nietos sepan de ti. No bajaré los brazos, amor mío. No te casaste con un hombre débil, ¿verdad? Te extrañaré, te extrañaré muchísimo, pero cuando nos volvamos a ver, te juro que estarás orgulloso de mí.

Yoongi no respondió, por lo que asumió que se había quedado dormido, pero pronto se percató de que no sentía el latido de su corazón, ni oía el sonido de su respiración.

Jimin no gritó como creía que haría llegados el momento. Cuando comprendió que Yoongi se había ido entre sus brazos, rompió a llorar, apretándolo aún más fuerte contra su pecho. Como si se hubiera sumergido en un mar de agonía, el llanto se volvió cada vez más intenso, y el dolor le nubló la mente por completo.

Durante las horas que pasó abrazado a su cadáver, el mundo perdió todo su valor. No cabía luz ni esperanza en él, no recordaba cómo se sentía la felicidad ni la alegría; Jimin solo sintió pena, desolación, angustia, amargura, dolor, aflicción y un inmenso vacío.

A las cuatro de la madrugada, Taehyung seguía sin poder conciliar el sueño. No conseguía dejar de pensar en su hermano y de repente, recordó la última conversación que había mantenido con Yoongi en privado.

—El novio de Sohee tiene buena mano con las agujas— le había comentado acostado en la cama de su dormitorio, mientras Taehyung lo miraba desde la silla —No puedo decir lo mismo de los demás. Algunos son muy brutos sacando sangre.

—No quiero que te mueras...

—Tae...

—Hyung, es que... No quiero que te vayas...

—Nadie es eterno, Tae.

—Lo sé, pero no es justo que seas tú... No es justo...

—Me alegro que sea yo y no tú— Yoongi cogió la mano de su hermano y a Taehyung se le saltaron las lágrimas —Tienes que vivir una vida muy larga. Todavía te queda tanto por hacer, hermanito.

—Hyung...

—No estés triste, sabes que estaré con Jin.

—Pero no estarás conmigo...

—Lo estaré. No pienso perderme el momento cuando te nombren director de la escuela. Estaré a tu lado, aunque no me veas. Así que procura comportarte y no cagarla.

Taehyung se río, pero las lágrimas no tardaron en borrar su sonrisa.

—Te has convertido en la mejor versión de ti mismo— Yoongi abrió los brazos y su hermano se abrazó a él —Estoy muy orgulloso de ti, Tae. Te has convertido en un esposo modélico, un padre ejemplar y una persona digna de confianza.

—Hyung...

—Sé que eres un ejemplo a seguir para tus hijos y que JK te tiene en un pedestal, pero con todos mis respetos hacia tu familia, yo soy tu mayor fan. Te he visto crecer desde que eras un bebé y créeme, me has convertido en el hermano más orgulloso del mundo. Gracias por ser mi hermano menor. Espero que vuelvas a serlo en nuestra próxima vida.

Taehyung se levantó de la cama y encendió la luz de sopetón. Yoongi no quería tenerlos reunidos en casa, esperando a que le llegara la hora, y aunque respetaba la voluntad de su hermano, no se veía capaz de mantenerse alejado.

Jungkook se levantó de la cama y no hizo falta que expresara su sentir para que Taehyung supiera que estaba tan afectado como él.

—Kook, tengo que verlo.

—Vayamos juntos.

Jimin les había dado una llave de su hogar, por lo que no se molestaron en llamar y pasaron directamente al interior de la vivienda. Mientras se estaban descalzando, Jungkook tuvo la sensación de escuchar el llanto de su hermano. Taehyung también se percató, aunque le costó un poco más asimilarlo.

El llanto fue haciéndose cada vez más sonoro, especialmente cuando llegaron al dormitorio. Jungkook empujó la puerta suavemente y sobre la cama, alumbrado por la tenue luz de la lámpara de la mesilla, vieron a Jimin abrazando a su marido, llorando amargamente, e incapaz de soltarse de él.

Taehyung se apoyó contra la pared al sentir que las piernas le flaqueaban. La expresión de su hermano era tranquila, incluso parecía que estaba sonriendo, pero su aspecto en general indicaba que ya no estaba con ellos.

Jungkook se quedó tan impactado como su marido, pero a diferencia de Taehyung, que rompió a llorar en cuanto comprendió que había muerto, el maknae se acercó a ellos, reviviendo las palabras que Yoongi le había compartido en su última conversación a solas.

—Sé que te estoy pidiendo mucho, pero, por favor, cuida de mi familia.

—Te lo prometo, hyung.

—Y también cuida de ti mismo. Apóyate en la gente que te quiere y no pienses tanto en el futuro o te perderás el presente. Tienes una familia maravillosa, amigo mío. Aprovecha cada minuto que tengas con Tae y disfruta de la compañía de tus hijos.

—Hyung...

—Esto no es un adiós, mi querido JK— dijo con una suave sonrisa —Solo es un hasta luego. Algún día, tú y yo volveremos a tomarnos una copa junto a una hoguera.

Jungkook se quedó mirando el rostro de Yoongi con lágrimas en los ojos. ¿Cuándo había muerto? ¿Y cuánto tiempo llevaba Jimin abrazado a su cadáver?

El maknae trató de apartar esos pensamientos tan dolorosos y agarró a su hermano de los brazos, queriendo separarlo de Yoongi, pero Jimin no permitió que lo alejara de él.

—Déjame, Jungkook.

—Hyung...

—¡Déjame, te digo! ¡Déjame con él! ¡Solo déjame!

A pesar de la resistencia que opuso, Jungkook insistió hasta que logró hacerle aflojar el agarre, y entonces lo apretó fuertemente contra su pecho. El llanto de Jimin fue tan penetrante, que hasta el maknae se sorprendió de lo angustioso que era. Había pasado toda su vida con Jimin, pero ni en los momentos más difíciles lo había visto llorar así.

Tampoco Taehyung, que había sido testigo de su dolor cuando años atrás dieron a Yoongi por muerto, había oído nunca un llanto tan desgarrador como ese. Sin poder ver debido a las lágrimas, se movió lentamente hacia ellos, deseando abrazar a su hermano, pero Jungkook lo atrapó a medio camino y buscó refugio entre sus brazos.

Min Yoongi murió en la madrugada del nueve de diciembre de 2043, a los cincuenta años de edad. El velatorio se inició desde temprano y asistieron todos los habitantes de la isla, incluso los que estaban enfermos.

El clan Min recibió el pésame, el cariño y la fuerza de vecinos, compañeros, alumnos y amigos. Y aunque el foco estaba principalmente puesto en el marido de Yoongi, en sus tres hijos y en su hermano, la gente también fue muy considerada y atenta con su cuñado y sus sobrinos.

Jimin pasó horas y horas recibiendo el pésame de los habitantes de la isla. Solo se ausentó del lado de Yoongi para atender a su familia o ir al baño. A diferencia de sus hijos o de Taehyung, que no podían evitar romper a llorar a cada rato, él no derramó ni una sola lágrima durante el velatorio.

La mayoría creía que era por el shock o porque intentaba mantener la compostura por el bien de sus hijos, aunque también existía una minoría que lo asociaba a su puesto como gobernador.

A la mañana siguiente, se procedió a enterrar el cuerpo con la única presencia de familiares, amigos y alumnos de Yoongi. La ceremonia fue sencilla, tal y como le había pedido a Jimin, y algunas personas, como Taehyung, Jungkook o Changwook, tomaron la palabra para hablar en público.

Varias anécdotas, como las que contó el maknae, lograron sacar alguna que otra sonrisa, pero el llanto de Taehyung despidiendo a su hermano, rompió a más de una persona.

Como Yoongi amaba la música, Junggi y Yeji decidieron transmitirle su amor de una forma muy especial. A través de Saturn de Sleeping at Last, una canción que habían escuchado en el tocadiscos de casa, crearon un recuerdo único para todos los presentes.

Jimin nunca había visto a Junggi tocar el violín con tanta tristeza. El sonido era melancólico, pero hermoso, y la ejecución tan precisa como acostumbraba. Su expresión facial, sin embargo, transmitía un dolor que penetraba en quienes lo estuvieran viendo.

Jjin se emocionó mucho cuando Yeji acompañó a su hermano mayor con su voz. Tenía un tono claro y dulce, que destilaba bondad; un tono que podía arropar suavemente, y que erizaba la piel fácilmente. A pesar de la carga emocional, Yeji no falló e hizo que el sonido del violín fuera aún más hermoso junto a su voz.

Me enseñaste el coraje de las estrellas
Antes de irte
Como la luz continúa sin parar
Incluso después de la muerte

Con dificultad para respirar
Me explicaste el infinito

Qué raro y hermoso es siquiera existir

No pude evitar pedirte
Que lo digas todo otra vez
Intenté escribirlo
Pero nunca pude encontrar un bolígrafo

Daría cualquier cosa por escucharte
Decirlo una vez más
Que el universo fue hecho
Solo para ser visto por mis ojos

No pude evitar pedirte
Que lo digas todo otra vez
Intenté escribirlo
Pero nunca pude encontrar un bolígrafo

Daría cualquier cosa por escucharte
Decirlo una vez más
Que el universo fue hecho
Solo para ser visto por mis ojos

Con dificultad para respirar
Explicaré el infinito
Qué raro y hermoso es realmente que existamos

Para el padre al que admiraban, para el padre al que amaban; Junggi tocó el violín dejándose el alma, y Yeji cantó desde lo más profundo de su ser.

Taehyung vio a duras penas como los dos se abrazaron a Jimin y Jjin. La presentación le había provocado tantas emociones que no podía dejar de llorar. Tampoco Eunha, que se tuvo que sujetar del brazo de Sungjae de lo afectada que estaba.

Jimin no habló como hicieron Taehyung y Jungkook. Pasó toda la ceremonia abrazando a Jjin, que era el que peor estaba sobrellevando la muerte de Yoongi. El menor estaba tan roto de dolor que si no hubiera sido por Jimin, no se habría podido mantener en pie.

Yeji encontró consuelo entre los brazos de Yuna, Sohee halló fuerzas en Hanbin, y Taeju no se alejó ni un centímetro de Junggi. Para Taehyung no hubo mejor apoyo que el que recibió de Jungkook, y aunque Hoseokie y Namie estuvieron presentes, Jjin no se apartó de Jimin.

Esa mañana de diciembre, el cielo estaba nublado y hacía mucho frío. Cuando Jimin se acercó para lanzar una flor encima del ataúd de Yoongi, sintió algo húmedo sobre la mejilla. Al alzar la mirada hacia el cielo vio que estaba comenzando a nevar.

—Jiminie, ¿sabías que Oimiakón, en Rusia, es el lugar habitado más frío del planeta? Dicen que allí la saliva se congela y se convierte en pequeñas agujas que se clavan en la lengua.

—Vivir allí debe ser un reto— respondió sentado en el suelo, junto a la chimenea y entre los brazos de Yoongi —Seguro que los infectados se congelan antes de alcanzar el pueblo.

—Es probable que sea uno de los pocos lugares que siguen en pie.

—¿Y si vamos a comprobarlo? Podríamos dejar a Junggi con nuestros hermanos e ir de vacaciones al reino de las nieves.

—Jiminie, soy un hombre de verano. Me pasaría lo mismo que a los infectados, me quedaría congelado antes de pisar Oimiakón.

—Entonces tendremos que renunciar a nuestras vacaciones de invierno.

—Aquí también nieva, podemos tener nuestro propio reino de las nieves. ¿Qué te parece si construimos algo con la primera nevada del año? Puede ser un muñeco de nieve, un patito, un castillo o algo más elaborado. Seguro que a Junggi le encantará.

Aquella idea que surgió de una conversación sin importancia, dio paso a una tradición que se mantenía hasta la actualidad en el clan Min. Jimin recordó los pollitos que hicieron con Junggi y los gatitos que crearon cuando se unieron Yeji y Jjin a la familia. También pensó en los perritos que formaron con sus sobrinos y en los muñecos de nieve que levantaron con ayuda de Taehyung y Jungkook.

—Está nevando, amor mío— susurró inaudible —Hasta la nieve ha venido a despedirse de ti.

Jimin fue el primero en lanzar la flor, después lo siguieron Junggi, Yeji, Jjin, Taehyung, Jungkook, Taeju y Sohee. Cuando el clan Min terminó de despedirse de Yoongi, pasaron Eunha, Sungjae, Namie, Changwook, Wooshik, Hoseokie, Momo, Sana, Yuna, y Hanbin. Por último, fueron Minho y Sunmi con su hija Hyesun, Yeonjun, Soobin y la doctora Lee quienes presentaron sus respetos.

La ceremonia fue bonita, pero muy dolorosa. De todos los presentes, Jimin fue el único que no derramó ni una sola lágrima. Estuvo al lado de sus hijos, le dio fuerzas a Taehyung, que por ratos se venía abajo, y también apoyó a Jungkook, especialmente cuando se quebró en plena ceremonia.

De quien más estuvo pendiente, sin embargo, fue de su hijo menor. Sobre todo después del ataque de ansiedad que sufrió tras el entierro de su padre.

Yoongi no iba a estar ahí cuando se casara ni cuando tuviera hijos, algo que Jjin había dado por sentado. Tampoco podría pedirle consejo cuando tuviera un problema o necesitara de los conocimientos de su padre, ni pasar una tarde con él hablando de nimiedades. Y esos pensamientos que se amontonaban en su mente, fueron demasiado para él.

Jimin lo acostó en el antiguo dormitorio de Taeju y se quedó a su lado, acariciándole la cabeza hasta que se durmió del cansancio. Sus hijos tenían veinte, veinticuatro y veinticinco años. Eran mayores de edad, pero demasiado jóvenes para perder a un padre.

—¿Cómo está?— preguntó Yeji desde la puerta.

—Se pondrá bien.

—¿Y tú, papá?— Junggi entró en el cuarto —¿Cómo te encuentras?

Jimin se levantó de la cama y después de mirar a sus hijos, que lucían tan tristes como preocupados, los abrazó a los dos con mucha templanza.

—Lo echo de menos...

—Yo también, papá— sollozó Yeji, sujetándose de la espalda de Jimin —¿Cómo vamos a seguir sin él? No es justo. Appa era tan bueno... ¿Por qué ha tenido que morir?

Junggi no pudo contener las lágrimas ante el dolor de su hermana y se rompió entre los brazos de su padre. Jimin los besó, los arropó y trató de encontrar palabras de aliento, pero no se vio capaz. Se sentía igual que sus hijos; dolido, impactado, desconcertado y devastado.

—Tenéis que apoyaros en vuestras parejas, tenéis que buscar consuelo en la familia y en los amigos— dijo con la voz rota —Cuidaros entre vosotros y cuidad de Jjin. Es importante que estemos unidos. Appa siempre ha luchado por nuestra familia... Por favor, hacedlo por él...

Junggi y Yeji tuvieron la sensación de que Jimin iba a llorar, pero una vez más logró controlar sus emociones y los miró con una gran entereza.

—Jjin y yo nos vamos a quedar a dormir aquí. Voy a ir a casa a por valeriana para vuestro hermano, ¿podéis echarle un vistazo? No tardaré en volver.

Junggi se ofreció a ir por él, pero Jimin lo rechazó porque necesitaba tomar el aire. Mientras sus hijos se quedaban con Jjin, él se dirigió al piso de abajo. Por las escaleras se encontró con Eunha, que lo tomó inmediatamente de la mano.

—¿Necesitas algo?

—¿Podrías estar pendiente de mis hijos? Voy a tomar el aire.

—No has comido nada en todo el día.

—Lo sé, Eunha, pero no tengo hambre.

—Te dejaré en la cocina algo para cenar. Abrígate bien, sigue nevando.

Jimin la besó en la mejilla y Eunha lo dejó marchar. No quería atosigarlo y por su expresión parecía necesitar salir de allí cuanto antes. 

Todos sus seres queridos se habían reunido en casa de Taehyung para darles fuerza. Jimin agradecía la preocupación, pero después de tantas horas recibiendo un pésame detrás de otro, le urgía respirar un poco de soledad.

La nieve había cuajado, aunque no le costó llegar hasta su hogar. Jimin entró en casa y lo primero que notó fue un frío silencio. Junggi y Yeji ya no vivían con él, por eso no era raro encontrarse con tanta calma, pero la mayoría de veces que llegaba tarde, Yoongi o Jjin lo recibían en la entrada.

Cariño. Hace mucho frío, ¿verdad? Quítate el abrigo, he preparado un caldo que te hará entrar muy rápido en calor.

La imagen de Yoongi se desvaneció delante de él. Jimin se apoyó sobre la pared. ¿Qué estaba haciendo allí? ¿A por qué había ido?

Con sentimientos que ni él mismo entendía, se quitó las botas y las dejó en la entrada. Hacía un poco de frío en la vivienda o quizá era una sensación. Jimin encendió las luces y se dispuso a ir a la cocina, pero en lugar de eso, caminó inconscientemente hacia la sala de música.

Jiminie. ¿Qué quieres que toque para ti?

Cuando vio el piano, la templanza que había mostrado desde ayer, desapareció de golpe, y las lágrimas comenzaron a fluir como un río sin retorno. Jimin se quebró sobre el instrumento, igual que había visto hacer a Taehyung, a Jungkook, a sus hijos y a sus sobrinos. Se rompió con la imagen de un piano que no volvería a sentir las manos de su dueño.

Y era extraño porque Jimin se podría haber quebrado por mil razones distintas, pero justo cuando creía que todo estaba bajo control, que había encontrado la manera de mantener la compostura, el primer amor de su marido rompió su corazón en mil pedazos.

Jimin sollozó entre la soledad de un hogar que durante muchos años había estado lleno de vida. Sus lágrimas ya no encontraron obstáculos, su llanto ya no tuvo que seguir recluido por el bien de los demás.

Jimin gritó desesperado. Gritó el nombre de su amado sin descanso, pero por mucho que gritara, el silencio seguía siendo ensordecedor.

Y entonces comprendió que esa era la realidad. Su marido no estaba perdido en la península, no se había vuelto a quedar atrapado. Estaba muerto. 

Jimin había enviudado a los cuarenta y ocho años de edad. No iba a poder envejecer con Yoongi, nunca podría acariciar sus arrugas, jamás podría hablar con él sobre los achaques de la edad y tampoco lo vería con el pelo blanco. El cáncer le había arrebatado la posibilidad de llevar juntos a sus futuros nietos al parque, de hacerles galletas o de leerles un cuento.

Jimin estaba tan absorto en su propia desesperación que no oyó las pisadas de Taehyung y Jungkook. La pareja lo encontró arrodillado junto al piano, soltando todo el sufrimiento que había acumulado desde que falleció el amor de su vida.

Taehyung y Jungkook lo abrazaron y lo arroparon en silencio, permitiéndole compartir con ellos su dolor. Jimin lloró desconsoladamente entre sus brazos, sin saber que Yoongi estaba justo detrás de él, apretando la mano de Seokjin, y acompañado por Hoseok y Namjoon, mientras los veía con el corazón destrozado.

Este es el capítulo más largo que he escrito nunca. Es como dos capítulos de los habituales, así que me ha llevado bastante tiempo y esfuerzo terminarlo. Sobre todo por la carga emocional que conlleva. Escribir cosas que me hacen llorar es mi pasión. Soy masoquista. Pero, tarde o temprano, iba a llegar el momento, ¿no? ¿Qué os ha parecido lo que ha sucedido en este capítulo? Contadme lo que queráis, os estaré leyendo. 👀

El personaje de Yoongi siempre tendrá un lugar especial en mi corazón. Aunque seguirá presente en Retrouvailles, debo decir que he disfrutado mucho escribiendo su historia desde 2017, y mostrando su desarrollo a lo largo de estos años. Me encanta su personalidad, la profundidad que tiene y la clase de persona que es. He aprendido mucho gracias a Yoongi y espero que vosotros también. 💜

No quería hacer una pausa, deseaba escribir del tirón hasta el final, pero mi salud mental lleva semanas decayendo y ahora mismo está bastante mal. Por eso me voy a tomar un descanso. No voy a dar una fecha de vuelta porque siempre me presiono a mí misma para cumplir, así que volveré en cuanto me sienta mejor.

El lanzamiento de Smoke Sprite ha sido una auténtica sorpresa. Para mí es una de las mejores colaboraciones de Nam. Mañana se viene Set Me Free Pt.2, que me tiene muy emocionada, y dentro de poco sale FACE. ¡Al fin! 🥺 Dadle mucho amor al primer álbum de Jimin, se merece el mundo entero, y seguid apoyando on the street, Smoke Sprite y todas las canciones de los tannies.

Gracias por seguir leyendo, a pesar de todo. Cuidaros mucho. ¡Hasta pronto! 💜

Aquí os dejo la canción del capítulo. Saturn de Sleeping At Last. 

https://youtu.be/p-RvDbzkdN0

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