118
—¿Jjwan, ya hemos llegado?
Namjoon estaba tan impaciente como Hoseok de conocer el lugar que había elegido su novio para cenar. Seokjin les había colocado antifaces de dormir, blancos y en forma de alpaca. Y sin darles ni una sola pista, los había trasladado a un sitio que, según él, nunca iban a averiguar.
—¿Dónde creéis que estáis?
—Hoy estás muy juguetón, Nini.
—¿Y cuándo no lo está?
—Así la muerte es mucho más divertida— Seokjin tiró de la nariz de Hoseok y le sacó una entrañable sonrisa —Chicos, no tiene gracia si os lo digo. Tenéis que averiguar en qué sitio estáis.
—¿Y qué ganamos?— preguntó Hoseok.
—El primero que lo adivine se llevará un premio delicioso.
Un premió delicioso podía significar una comida de elaboración refinada o un encuentro loco en la cama. Fuera lo que fuese lo que tuviera Seokjin en mente, ambos estaban más que dispuestos a hacerse con el premio.
—¿A dónde nos podría haber llevado?— murmuró Namjoon para sí mismo, mientras repasaba los lugares en los que no habían estado —Mmm, de acuerdo. ¿Guinea Ecuatorial?
Seokjin le manoseó el culo y el menor ni se inmutó por el contacto.
—¿He acertado?
—No.
—¿No?— Namjoon frunció el ceño —¿Y por qué me tocas?
—Porque yo también tengo que divertirme.
Hoseok se echó a reír. Solo a Seokjin se le ocurriría tocarles el trasero cada vez que fallaban.
—¿Es un país de África?
Seokjin le tocó el culo a Hoseok y con eso ya supo que no era la respuesta correcta.
—¿Es un país de Asia?
Namjoon chasqueó la lengua cuando Seokjin lo agarró de las nalgas con contundencia. Su novio se lo estaba pasando en grande, de eso no cabía duda, pero lo que le traía a él de cabeza, era a qué lugar los había llevado. Necesitaba averiguarlo antes que Hoseok porque no quería perder bajo ningún concepto.
La reacción de Seokjin fue la misma cuando le preguntaron si estaban en un país de Europa, América u Oceanía.
—Ya hemos nombrado todos los continentes— Hoseok se cruzó de brazos —¿Nos estás vacilando o estamos en una isla perdida?
—Hobi, aunque la isla esté perdida, tendrá que estar en algún continente.
—¿Quién lo dice?
Seokjin intuyó que se iban a poner a discutir y se metió entre ellos.
—¿Cuál es el colmo de un astronauta?
Hoseok y Namjoon se quedaron callados. Ese era nuevo.
—Pues que tenga un esposo que sea un lunático.
—¡No me jodas!— a Namjoon le dio un vuelco al corazón —¿De verdad? ¿De verdad lo has hecho? ¡No puede ser! ¿Vas en serio?
Seokjin le retiró el antifaz y su mirada cargada de ilusión, era justo lo que esperaba encontrarse bajo la alpaca.
—¡Estás como una puta cabra, Kim Seokjin!
Seokjin se rió, sobre todo cuando Namjoon comenzó a gritar emocionado. Hoseok, en cambio, seguía buscando una correlación entre el astronauta, su marido lunático y el lugar al que los había enviado.
—¿Estamos en la NASA?
—No, amor. No te asustes cuando te quite el antifaz— Seokjin tomó sus manos —Recuerda que es un sitio que he creado en mi orbit. No te va a pasar nada, ¿de acuerdo?
—¿Me puedo abrazar a ti?
Seokjin lo abrazó y lo besó en el rostro. Hoseok era bastante asustadizo, sobre todo cuando se trataba de sitios de gran altura. Y aunque estaban bajo tierra firme, las vistas podrían causarle ansiedad si no lo avisaba de antemano.
Seokjin le retiró el antifaz suavemente del rostro y Hoseok, que tenía los ojos cerrados, los fue abriendo sin apartarse de él. Quizá, si hubiera sido real, le habría dado un ataque de pánico, pero gracias al aviso de su novio y a que lo sostenía fuertemente entre sus brazos, se pudo centrar en la belleza de la tierra, en lugar de sentir miedo por lo inmenso que era el espacio.
—Hala... ¿Hemos venido a la luna? Pero... ¿Eso se puede?
Namjoon notó una sonrisa muy inocente en el rostro de Hoseok, y alzó los pulgares para que Seokjin supiera que había tenido una magnífica idea.
Los tres habían disfrutado de citas en playas, montañas, desiertos y bosques. Habían ido a ciudades modernas y pueblos antiguos, hoteles bajo el mar y hoteles burbuja. Y aun así, Namjoon nunca imaginó, ni en sus mejores fantasías, que algún día fueran a pisar la luna. Incluso estando allí, contemplando la tierra desde un lugar privilegiado, no terminaba de creérselo.
Hoseok se separó de Seokjin y caminó por el terreno con cierta curiosidad. Tenía entendido que el suelo lunar se componía de varios tipos de partículas y su chico había hecho un gran trabajo en plasmar cada detalle. Los fragmentos de roca eran idénticos, los colores de la tierra impresionantes y mirase hacia donde mirase, el espacio parecía no tener fin.
—¿Nos sentamos?
Hoseok y Namjoon se dieron la vuelta y el cambio que hallaron detrás de ellos, los dejó con la boca abierta. Seokjin había creado un prado verde, cubierto de cientos de Ipomoea alba, una flor del continente americano que en inglés se conocía como moonflower, flor de luna. Como el terreno era bastante hostil, decidió darle un toque más acogedor, especialmente para Hoseok.
Namjoon se percató de que había una mesa de madera junto a un árbol que significaba mucho para él. Era el árbol del amor, bajó el que se había besado con Hoseok cuando se despidió tras su trágica muerte.
Los pétalos, de un color rosa muy vívido, lucían especialmente hermosos gracias a las luces que decoraban sus ramas. Seokjin vio la sonrisa de Namjoon y después miró a Hoseok, que estaba curioseando los cojines redondos que había colocado alrededor de la mesa. Eran de terciopelo y del mismo color que los pétalos.
—¡No puede ser!— soltó Hoseok en cuanto detectó la comida sobre la mesa —¿Todavía te acuerdas?
—Recuerdo todo lo que me dices, amor mío.
Hoseok lo abrazó conmovido. Tiempo atrás, mientras veían una película del espacio, el pelirrojo había dejado caer que sería gracioso si se pudiera comer ramen en la luna. Y eso era justo lo que había preparado Seokjin. Tres cazuelas doradas sobre una cocina portátil estaban listas para cocinar ramen instantáneo para ellos.
—¡Eres el mejor, Jjwan!
Namjoon se unió al abrazo y Seokjin se sintió como el gran triunfador de la noche. No estaba seguro de si su idea tendría buena aceptación, al fin y al cabo, era una idea bastante descabellada. Pero si podía adaptar su orbit a cualquier lugar, ¿por qué no al universo entero?
Claro que había cambiado algunas cosas, como el tema de la iluminación o la temperatura del espacio, dado que no tenía ningún sentido comer ramen vestidos de astronautas. Era su adaptación romántica de la luna, no una copia exacta. Por eso había hierba, flores, árboles y hasta un río.
Los tres tomaron asiento sobre los cojines. Hoseok se sentó al lado de Namjoon, justo enfrente de Seokjin, porque el mayor era el encargado de preparar la cena y necesitaba más espacio para moverse.
—Te llevas el premio a la cita más original— Namjoon no podía apartar la mirada de la tierra —Es alucinante poder presenciar algo tan único.
—Da un poco de cosa estar aquí, pero la decoración me hace sentir como en casa— Hoseok se apoyó con los brazos sobre la mesa —Solo alguien muy enamorado haría algo tan especial.
—Vaya, has descubierto mi secreto. Estoy enamorado de ti y de tu novio.
—Qué escándalo. Las malas lenguas dicen que eres un vicioso.
—Las malas lenguas no se equivocan.
Hoseok se levantó para besarlo, mientras Namjoon seguía pasmado por lo cerca que estaba de la tierra. Era una sensación extraña la que sentía, como una mezcla entre fascinación, temor y adrenalina. Algunos detalles resultaban tan precisos que le costaba creer que solo fuera una mera copia. Seokjin le sirvió un poco de soju, pero como estaba tan absorto, ni siquiera lo notó.
—Luna a Joonie, luna a Joonie, ¿sigues aquí o te hemos perdido?
—Perdona, es que este sitio es una pasada. Siento que se está cumpliendo mi sueño de infancia— Namjoon alzó la copa por Seokjin —Nini, eres un genio. Esta es la mejor cita que hemos tenido.
—Concuerdo contigo. Hay un rey de las citas en esta relación y se llama Kim Seokjin— Hoseok bebió un trago de soju —Jjwan, en tu próxima vida deberías ser planificador de eventos, lo ibas a petar a lo grande.
Seokjin se dejó alabar mientras preparaba la cena. Estar en El Umbral les permitía acceder a lugares que en vida nunca hubieran podido visitar, pero lo realmente especial era visitarlos con ellos.
Seokjin había odiado estar allí. Durante mucho tiempo se había sentido atrapado en una prisión de oro, pero ahora amaba ese lugar. Se despertaba cada día agradecido de tener un sitio donde poder compartir su felicidad con Hoseok y Namjoon.
—¿Qué queréis cenar?
Hoseok eligió un Jin ramen suave y Namjoon optó por la versión más picante. El acompañamiento que quería cada uno solía ser diferente, por eso Seokjin venía cargado desde casa. Para comer con los fideos había preparado varias piezas de mandu, kimchi y verduras salteadas.
Hoseok lo ayudó a sacar la comida de la nevera portátil y entre tanto, Namjoon seguía comentando los detalles de la luna que tanto le fascinaban. Incluso mientras sorbían los fideos de la cazuela, compartió algunas curiosidades del espacio que sus chicos desconocían.
Seokjin disfrutó del ramen picante escuchando sus historias. Había dos cosas que le llenaban de felicidad; verlos hablar sobre sus pasiones y verlos disfrutar de su comida.
—Ahora que lo pienso— Hoseok se metió otro mandu en la boca —¿Mi ropa es adecuada para la luna?
Seokjin y Namjoon rompieron a reír.
—¿Por qué os reís? ¿Por qué sois tan malos?— los señaló con los palillos —¡Ya vale! ¡Dejad de reíros!
—No podemos. Jwehope, eres demasiado adorable.
Hoseok se había puesto un conjunto de chaqueta y pantalón en tonos rojos, azules, naranjas y amarillos, que era tan llamativo que se le podía ver desde mucha distancia. También se había teñido el pelo recientemente de un tono rojo más oscuro, aunque seguía manteniendo algunos mechones claros.
Namjoon, en cambio, había optado por un estilo más bohemio, con un pantalón holgado y un cárdigan de punto en blanco, salmón y beige. Se había cambiado a un rubio dorado y lucía el pelo más corto que sus novios.
Seokjin eligió ponerse un pantalón vaquero de Namjoon y una sudadera verde de Hoseok. Le encantaba usar la ropa de sus chicos, aunque tuvieran estilos diferentes, siempre les cogía alguna pieza del armario. Desde hace más de medio año presumía de un tono castaño chocolate espectacular.
—¡Estoy lleno!— Hoseok se dejó caer sobre la hierba —¡Creo que voy a reventar!
—¿No quieres un trozo de pastel de luna?
—¡Por supuesto que quiero!
Namjoon se rió por lo rápido que respondió a la pregunta de Seokjin. Hoseok había sido siempre de buen comer, pero desde que salía con un cocinero, la comida había tomado mucha más importancia en su vida.
—Lo único que odio de este sitio, es que se puede engordar— se quejó Hoseok tras darle un bocado al pastel —No lo entiendo. Si estamos muertos, ¿qué sentido tiene?
—Tiene todo el sentido.
Hoseok aguardó a una explicación, pero Namjoon siguió comiendo.
—¿Por qué te quedas callado?— gruñó —Ilumíname con tu sabiduría, vamos.
—Este lugar te trata como si estuvieras vivo. No elimina tus necesidades, ya sean fisiológicas, de pertenencia o de amor. Es natural que bajo estas circunstancias puedas ganar o perder peso.
—Pero si somos almas sin cuerpo, ¿cómo es que podemos ganar peso?
—¿Y cómo es que puedes sentir un orgasmo?— contestó con otra pregunta, a lo que Hoseok se encogió de hombros —No trates de buscarle la lógica basándote en creencias humanas, este sitio va mucho más allá de lo que podemos entender tú y yo.
—Pues si no lo entiendes tú, yo no pienso hacer el esfuerzo— concluyó Seokjin —¿Alguien quiere más pastel?
—¡Yo!
—¿Pero no estabas lleno?
—Son mis necesidades fisiológicas. No me controles, Joonie.
Cuando terminaron de cenar, Seokjin los llevó hasta la cómoda, pero atípica tumbona que había preparado detrás del árbol del amor. Era grande y redonda, y disponía de una cabecera con capota transparente bastante acogedora.
Hoseok se tumbó en el centro por petición de Seokjin, y Namjoon se acomodó en uno de los costados. La tumbona era tan confortable que durante un par de minutos se implantó un intenso silencio. Los tres se quedaron atrapados en sus propios pensamientos, en la belleza de la tierra y en lo hermosa que se veía la luna.
—Ahora vuelvo.
Seokjin se ausentó, pero sus chicos no le dieron mucha importancia. Solía tomar una bebida caliente después de cenar y asumieron que habría ido a preparársela. Al cabo de un rato regresó sin ninguna taza. En su lugar, sostenía una caja roja que llamó inmediatamente la atención de ambos.
—Nini, ¿qué es eso?
Seokjin no respondió.
—Jjwan, ¿estás bien?
—Desde que estamos juntos, es como si estuviera volando entre las estrellas y por eso, no creo que exista un sitio más adecuado que este para cerrar esta promesa.
Hoseok y Namjoon no sabían de qué promesa estaba hablando. Seokjin abrió la caja y sacó tres pulseras de cuero del interior. Estaban trenzadas con tres tonos de rojos diferentes, y el cierre de plata era de tipo ancla.
—¡Qué bonitas!— se emocionó Hoseok —¿Son para nosotros?
Seokjin asintió tímidamente y Namjoon notó que se había cohibido. A esas alturas de la relación no era frecuente en él, por eso imaginó que el significado de las pulseras no era corriente, sino que debía de ser bastante profundo.
Hoseok estiró el brazo antes de que Seokjin le pidiera permiso para ponérsela, lo que generó varias sonrisas entre ellos. Después de terminar con el pelirrojo, le colocó la pulsera a Namjoon y cuando se la terminó de ajustar, el menor lo sujetó de la mano mientras Hoseok le ponía la suya.
—Las pulseras son una promesa.
—¿Qué clase de promesa?— se interesó Namjoon.
Seokjin era consciente de que ninguno de los dos sabía a qué clase de promesa se estaba refiriendo. Hoseok no podía apartar la vista de las pulseras y Namjoon transmitía, a través de su mirada, ese leve nerviosismo que aparecía cuando no sabía lo que ocurría.
—¿Podemos...?
Hoseok entendió que quería que se cogieran de las manos y fue el primero en tomar las de ambos. A pesar de la incertidumbre, no le metieron prisa y dejaron que hiciera las cosas a su ritmo.
Namjoon se percató de que se había levantado un poco de viento y que los pétalos del árbol caían a su alrededor como si fueran nieve. Seokjin lo había hecho a propósito para darle el ambiente adecuado. Quería que fuera perfecto y cuando sintió que todo encajaba, entonces comenzó a hablar.
—Sé que el árbol del amor tiene un gran significado para vosotros, por eso he elegido hacer esta promesa bajo su manto.
Namjoon lo besó en la cabeza para aplacar sus nervios y Seokjin dejó salir un leve jadeo. ¿Por qué era tan difícil compartir sus sentimientos cuando llevaban tanto tiempo juntos? Tenía el corazón latiendo a mil por hora, incluso le sudaban las manos de la tensión.
—Métete entre nosotros— Hoseok se hizo a un lado y señaló hacia el centro de la tumbona —Vamos, no seas tímido, no te vamos a morder.
—Todavía— añadió Namjoon.
Seokjin se rió. Era fácil hablar con ellos, pero en ese momento quería expresar sus sentimientos más sinceros, y sentía algo de inquietud por si no lograba hacerlo de la manera que deseaba. Pero cuando se halló entre ellos, con la imagen de la tierra de fondo y sus rostros mirando el suyo con tanto cariño, se desvaneció la preocupación como por arte de magia.
—Jung Hoseok, Kim Namjoon. Quiero que tengáis estas pulseras, que representan el hilo rojo del destino, y que aceptéis mi promesa de amaros incondicionalmente, sin importar las circunstancias o los obstáculos que me encuentre por el camino. Juro que mi amor por vosotros será fuerte e inquebrantable, y que cuando crucemos la puerta, nos volveremos a amar al otro lado con la misma sinceridad que hemos compartido durante tantos años.
La sonrisa de Hoseok fue tan grande y hermosa que Seokjin soltó todos los nervios que le quedaban. Namjoon apretó su mano y sin pensarlo mucho, le respondió con la misma sinceridad.
—Acepto y comparto el deseo de vivir la eternidad con vosotros, Kim Seokjin, Jung Hoseok, sin importar las adversidades a las que tenga que hacerle frente. Quiero ser vuestro compañero, amigo y amante. Quiero proteger vuestra felicidad y ser parte de vuestro viaje. No me importa lo que tenga que sacrificar para reunirme con vosotros, quiero pasar cada segundo de mi existencia a vuestro lado.
Seokjin y Namjoon se sonrieron y después miraron a Hoseok expectantes por lo que tendría que decir.
—Acepto y comparto el deseo de pasar la eternidad con vosotros, Kim Seokjin, Kim Namjoon, sin importar los contratiempos o tropiezos con los que me pueda encontrar. Deseo veros sonreír cada día, cogeros de la mano, amaros en la intimidad y ayudaros a cumplir todos vuestros deseos, por grandes o pequeños que sean. Cuando nos encontremos al otro lado, haré todo lo que esté en mi mano para que os sintáis tan amados como lo fuisteis aquí.
Seokjin besó su pulsera.
—Lo prometo.
Namjoon besó su pulsera.
—Lo prometo.
Hoseok besó su pulsera.
—Lo prometo.
Los tres se dieron un sentido abrazo y terminaron de sellar la promesa con un beso en la boca. Primero entre Seokjin y Hoseok, después entre Seokjin y Namjoon, y por último entre Hoseok y Namjoon.
—No sé cómo será para nosotros cruzar esa puerta, pero no quiero irme nunca de vuestro lado— compartió Seokjin emocionado —Sois lo mejor que me ha pasado. No creo que pueda volver a ser feliz sin vosotros.
—Siento lo mismo que tú— Namjoon no pudo contenerse y lo abrazó —No soy yo, si no es contigo y con Hobi.
Los sentimientos de Hoseok eran muy similares a los de sus novios. No podía imaginar una eternidad sin ellos. No quería alejarse de ninguno de los dos; los necesitaba a ambos.
—¿Y si una de las puertas es el acceso a otra vida?— comentó Namjoon —Lo llevo pensando desde hace un tiempo. ¿Creéis que será la entrada a la reencarnación?
—Si hay otra vida para los tres, entonces deberíamos casarnos— propuso Hoseok, pero por sus expresiones notó que había dicho una tontería —Espera, las bodas entre tres no están permitidas, ¿verdad? ¡Joder, qué putada! ¿Pero no existen países donde te puedes casar con más de uno?
—Esas suelen ser bodas entre un hombre y varias mujeres— aclaró Namjoon.
—¿Y si nos hacemos pasar por mujeres?
—No tendría validez en Corea.
—Joder, Joonie. ¿Te pagan por joder las ilusiones de los demás?— Hoseok le tapó la boca con la mano y no lo dejó hablar —Entonces tendremos que vivir prófugos de la justicia.
—Me apunto— Seokjin chocó el puño con Hoseok.
—La poligamia ha existido desde la antigüedad en culturas de todas las épocas y de todo el mundo. En los países occidentales, antes del apocalipsis, muy pocos tenían leyes en contra de un estilo de vida polígamo. Rehusaban darles reconocimiento por temas religiosos, pero se podía vivir una vida tranquila y sin correr ningún riesgo.
—A menos que algún loco la tomara contigo y te matara por existir— añadió Seokjin al comentario de Namjoon —Los crímenes de odio nunca cesan.
—Ahora que lo pienso— la expresión de Hoseok cambió bruscamente —¿Qué pasa si no nacemos como hombres? ¿Cómo nos vamos a reconocer siendo mujeres?
—Tenemos el hilo rojo del destino de nuestro lado— respondió el mayor —Aunque seamos mujeres o vivamos en lugares distintos, encontraremos un camino para volver a estar juntos.
—Ya, pero... ¿Qué pasa si no encontramos ese camino hasta viejos? ¿Y si alguno de nosotros preña a alguien por error y es obligado a casarse porque la familia de la chica es de la mafia y se ve atrapado en un matrimonio infeliz? Claro que podría huir de allí, pero, ¿qué le pasaría al pequeño Joonseok? Él no tiene la culpa y no sería justo dejarlo atrás.
—¿Joonseok?— repitió Seokjin.
—Es del Joon de Namjoon y del Seok de nuestros nombres.
—¿Y cómo va a ponerle ese nombre si no nos recuerda?
—Pero Joonie, ¿no es evidente? Durante su infancia tuvo sueños de su vida pasada, de hecho, todavía le ocurren durante la adultez. Ve a dos personas y sabe que son importantes, aunque no puede verles las caras. Además, se repiten unos nombres constantemente, pero él solo entiende Joonseok.
—Deja el culebrón.
—Joonseok. Joonseok. Joonseok.
—Hobi, ¿estás imitando a un fantasma?
—Puede...
Seokjin se rió.
—Yo pienso volver a ser gay, así que cuidado con donde la metéis los dos.
—Entonces yo también seré gay— Namjoon se acomodó sobre la tumbona —Quizá si lo pedimos en voz alta se cumplan nuestros deseos.
—¡En mi próxima vida quiero ser un hombre gay!— gritó Hoseok a pulmón abierto —¡Y quiero vivir en un país donde me pueda casar con dos hombres y formar juntos el clan Kim!
—¿El clan Kim?— repitió el menor —¿Te estás copiando del clan Min?
—Que yo sepa no lo han registrado como marca. Además, es lógico que yo use vuestro apellido. Sois dos Kim contra un Jung.
—El clan Kim suena perfecto— Seokjin lo abrazó cariñosamente por la espalda —Sería tan bonito tener otra vida con vosotros. ¿Os imagináis? Nos veo con tantas posibilidades.
—Uno tiene que encargarse de ganar mucho dinero porque yo no pienso nacer otra vez para ser pobre.
—Hobi, tú nunca has sido pobre.
—¿Me podía permitir en Seúl lo que tengo aquí? ¿Eh? No, ¿verdad? Pues pobre.
Namjoon puso los ojos en blanco y Seokjin se volvió a reír.
—Joonie, tú eres el más listo de los tres. Busca un curro de categoría para mantener a tus hombres.
—¿Y qué vas a hacer tú? ¿Quedarte en casa y ser un hombre florero?
—No me desagrada, suena tentador, pero no, esta vez seré enfermero pediátrico— Hoseok sonrió muy entusiasmado —Y como entenderéis, con ese trabajo no nos vamos a hacer ricos.
—Mi restaurante dará mucho dinero cuando se haga famoso.
—No lo dudo, bebé. Eres el mejor cocinero del mundo y tienes el éxito asegurado— Hoseok lo besó en la nariz —Pero mientras tanto, que trabaje él para que tú y yo nos podamos dar unos cuantos caprichos.
—Oye, oye...
Seokjin y Hoseok se dejaron caer sobre la tumbona. Aunque Namjoon se mostró indignado por sus planes, en realidad estaba muy contento. Deseaba de todo corazón que siempre estuvieran así de radiantes, bromeando y riendo como en ese instante.
Los tres habían tenido una vida corta y llena de sufrimiento. Por una vez quería que las cosas fueran diferentes. Si existía la posibilidad de renacer, deseaba que pudieran encontrarse y vivir la vida que merecían tener juntos.
—¡Mirad!
Namjoon se levantó abruptamente al detectar un extrañó destello cerca de la tierra. No sabía que era y cuando se giró hacia sus novios, vio que los dos estaban arrodillados, pidiendo un deseo como si se tratase de una estrella fugaz.
—¿Qué haces ahí parado?— lo regañó Hoseok con un ojo abierto —¡Tienes que pedir un deseo!
—¡Date prisa, Namu!
Namjoon se volvió a sentar sobre la tumbona e hizo lo que le dijeron. Cuando terminó de pedir su deseo y abrió los ojos, Seokjin y Hoseok estaban delante de él, mostrando sus sonrisas más malévolas y sosteniendo dos cubos de agua fría.
—No vais a...
Pero sí lo hicieron. A Namjoon no le dio tiempo de huir y lo empaparon de pies a cabeza. Hoseok se rió escandalosamente, incluso se tuvo que sentar en el suelo de la risa tan fuerte que le entró. La alegría, sin embargo, no le duró mucho porque Seokjin aprovechó ese instante para mojarlo como a su novio.
Ese ataque dio comienzo a una batalla de agua campal sobre la luna, y a un recuerdo que se mantendría eterno en sus corazones.
El NamJinSeok sí que sabe aprovechar su tiempo en El Umbral, ¿verdad? Y hablando de esto, ¿qué haríais vosotros? ¿Qué lugares visitaríais? ¿Cómo pasaríais el tiempo allí?
¿Qué habrá detrás de las puertas? 👀
¿Cómo lo lleváis? ¿Estáis bien de salud? Yo estoy mejor. ¿Qué os ha parecido on the street? A mí no se me quita de la cabeza. 🥰 Estoy tan orgullosa de Hobi. Gracias por leer otro capítulo. Nos vemos en 9/10 días. Besos~ 💜
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