117
Taehyung se quedó observando a su hijo desde la ventana de la cocina. Taeju estaba sentado con su novio sobre el césped del jardín y Junggi lo estaba alimentando con la comida que había preparado para él. Cada vez que le metía un poco de verdura, arroz o pescado en la boca, Taeju irradiaba una felicidad muy contagiosa.
Habían pasado unos días desde el cumpleaños de su hijo y la joven pareja se veía más unida que nunca. Taehyung no era el único que se había percatado de que transmitían un brillo diferente. Aunque se podía deber a varios factores, él creía que se debía principalmente a la libertad de amarse sin ataduras. Al no tener que ocultar su relación y contar con el respaldo de sus familias, se habían desvinculado de una gran carga.
El rostro de Taeju brillaba cada vez que se dirigían a Junggi como su novio. A veces se le escapaba una risita muy tierna y otras veces se sonrojaba, lo que, en cierta forma, le traía recuerdos de sus inicios con Jungkook.
Taehyung seguía muy enamorado de su marido, pero su relación se encontraba en una etapa muy distinta a la de su hijo. Taeju estaba pasando por la experiencia de tener mariposas en el estómago, de sonrojarse tras un beso, de sentir nervios al intimar con la persona que amaba, de probar cosas que ni siquiera sabía que existían y de vivir el amor en su forma más pura.
Encima, Junggi era todo lo que había deseado para su hijo. Un muchacho de actitud sana que lo trataba con respeto y lo motivaba a ser mejor persona. Siempre estaba a su lado cuando lo necesitaba, no permitía que se hiciera de menos y trataba a Taeju con una bondad infinita.
Taehyung nunca había visto a una pareja tan joven con tanta afinidad, y aunque no sabía lo que pasaría en el futuro, deseaba de todo corazón que su amor de juventud durase toda la vida.
Mientras veía como Junggi le daba de comer, su marido llegó a casa un poco frustrado. Era domingo y se había pasado gran parte de la mañana solucionando un conflicto absurdo entre tres vecinos. Cansado del trabajo, entró en la cocina y lo primero que vio fue un ramo de flores blancas sobre la mesa.
—¿Y eso?
—Son gardenias. Junggi se las ha traído a Tabi como regalo de cumpleaños. Ya sabes, porque Jimbo Jones y su pandilla se cargaron las otras.
—¿Pero las gardenias no las cultiva el señor Cha? Ese cascarrabias no permite ni que le hables.
—Junggi le hizo una pomada para las hemorroides. Puede que su mal carácter estuviera relacionado con eso— Taehyung se encogió de hombros —Además, ya sabes que tu sobrino es un chico muy querido. Seguro que le pidió un ramo para Tabi y se lo dio en agradecimiento por aliviarle el ano.
Jungkook se asomó por la ventana y vio a los muchachos riéndose. Lo que más le llamó la atención, sin embargo, fue la fiambrera que su hijo sostenía entre las manos.
—¿Hoy no comemos juntos?
—Solo tú y yo. Junggi le ha hecho la comida a Tabi, y Suki está por ahí con Hoseokie. He preparado una versión post-apocalíptica del kimchi jjigae, aunque no le tengo mucha fe.
—Todo lo que haces está delicioso.
—Gracias, cachorrito.
—Por cierto, el padre de Duri se ha pasado por comisaría para ver si podía eximir a su hijo de los servicios comunitarios. Le he explicado amablemente que la reacción de Tabi nunca se hubiera producido si su hijo, y sus amigos, no hubieran agredido a Junggi. Además, le he aclarado que como autoridad, no podemos mirar hacia otro lado cuando ocurre una agresión. Si no hay consecuencias porque son jóvenes, entonces pensarán que pegar a alguien sale gratis y lo volverán a hacer. Manda cojones que le tenga que explicar algo tan básico a un padre.
—Y se lo has explicado amablemente, eh— Taehyung se rió —A buen sitio ha ido a pedir comprensión.
—Solo soy comprensivo con los que se lo merecen.
Junggi le quitó un granito de arroz del labio y Taeju aprovechó para besarlo en la boca.
—Estos dos ya perdieron la vergüenza— comentó Jungkook —¿Nosotros éramos así de empalagosos cuando comenzamos a salir? No lo recuerdo... De eso hace unos diecinueve años, ¿no? El tiempo ha pasado volando. Ya estamos rozando los cuarenta.
—Calla, no quiero cruzar esa línea— Taehyung se alejó de la ventana —A partir de los cuarenta, muchos hombres comienzan a tener algún tipo de disfunción eréctil. Prefiero morir joven a tener una berenjena caducada colgando de la entrepierna.
—Pasan los años y tu dramatismo no afloja. No vas a morir joven, aunque se te caduque la berenjena, vas a estar a mi lado hasta los ochenta.
—¿No te has cansado ya de mí?
—Hoy no, pregúntame mañana.
Taehyung se abrazó a él entre risas y Jungkook lo besó en el cuello. Habían pasado por muchas dificultades desde que comenzaron a salir en la casa de la montaña, pero el amor entre ellos seguía siendo inquebrantable.
A diferencia de otras parejas, que se habían separado a causa de la monotonía, Taehyung y Jungkook sabían cómo darle color a su matrimonio. No era fácil mantener una relación y menos en un lugar como Inyeon, que no tenía mucho que ofrecer. La rutina se volvía insoportable para algunas personas que soñaban con una vida distinta a la que vivían.
Incluso Eunha y Sungjae habían pasado por una crisis similar, pero como se amaban y querían seguir juntos, habían logrado superar el bache y mejorar su relación.
Junggi y Taeju entraron por la puerta del jardín, que daba a la cocina, tomados de la mano y riéndose como dos chiquillos. La pareja pasó de largo, sin reparar en los adultos, pero se detuvieron cuando Taehyung llamó a su hijo.
—Quiero que dejes la puerta de tu habitación abierta.
A Taeju se le borró la sonrisa del rostro.
—Pero appa...
—Ya lo hemos hablado.
—Pero appa...
—Appa nada. Ahora mismo eres más hormona que persona. Cuando estéis a solas podéis tener relaciones si queréis, pero mientras tu hermana esté bajo el mismo techo, quiero que el pajarito esté dentro de la jaula.
Taeju se sintió tan avergonzado que estuvo a punto de decir una grosería. Si no lo hizo fue porque Junggi le apretó la mano y movió la cabeza, restándole importancia.
El menor se alejó con su novio visiblemente molesto por el comentario de su padre. No era la primera vez que se expresaba así, de hecho, estaba bastante acostumbrado a la personalidad de Taehyung, pero esa no se la perdonaba.
—No puedo creer que me haya dicho eso delante de ti— se quejó mientras subían por las escaleras —¿Qué le pasa? Solo lo hemos hecho una vez y no ha sido aquí. ¿Se piensa que soy como él, que está todo el día pegado a mi padre?
—Solo estás enfadado porque ha descubierto tus intenciones.
—¡No es verdad!— negó avergonzado —¿Cómo puedes decir eso? ¿Tú de qué lado estás?
—Del lado de la verdad y tú eres un libro abierto.
Taeju se quedó en el pasillo mientras Junggi entraba en su dormitorio. No quería admitirlo y no iba a hacerlo, a menos que su vida dependiera de ello, pero su chico tenía razón. Aunque le fastidiaba, lo que realmente le había molestado de Taehyung, era que había aireado sus intenciones delante de Junggi.
El muchacho suspiró en el pasillo al mismo tiempo que Taehyung lo hacía en la cocina.
—¿Kook, qué he dicho?
—Más hormona que persona, que el pajarito esté dentro de la jaula... ¿Te parece poco?
—Bueno, no es mentira.
—No es mentira, pero lo has expuesto delante de su novio y teniendo en cuenta que está en la etapa adolescente de odiar a sus padres, ahora mismo te has convertido en su enemigo número uno.
—Tienes razón— Taehyung se remangó las mangas del jersey —Ahora mismo lo arreglo.
—¿Hablando con él?
—Sobornándolo con un postre.
—Menudo profesor estás hecho— Jungkook le pellizcó el trasero —No seas crío y discúlpate con tu hijo como es debido.
—Si lo dice el comisario Min tendré que hacerle caso.
A Jungkook todavía se le hacía raro que lo llamaran así. Siempre había sido agente a secas, pero como se encargaba de todo en comisaría, era el responsable de sus compañeros, daba las órdenes cuando sucedía algo en el pueblo y era la persona más respetada de la unidad, le habían otorgado el cargo de comisario. Incluso le habían añadido algunos detalles al uniforme para que destacara de los demás.
—Comisario, agente... En Inyeon todo es lo mismo.
—Eres el que manda, el que más horas pasa en comisaría, el que asume la responsabilidad, el que selecciona a los nuevos y un millón de cosas más, pero luego frunces el ceño cuando te llaman jefe o comisario. Querido, deja de tocar las pelotas y acéptalo de una vez.
—¡Pero qué mandón me ha salido el marido!
—¡Y buenorro, que estoy como un tren!
Jungkook lo abrazó por la espalda y le lamió la oreja.
—Y si aprovechamos el tiempo, que los cuarenta apremian.
—¡¿Así llamas ahora a estar cachondo?!— replicó Taehyung entre risas —Tendrás que esperar hasta que los chicos estén en la cama.
—O, podríamos endiñárselos a tu hermano por unas horas y subir a la habitación.
—A la puta calle, pues.
—¿Nos vais a echar de casa para fornicar como cabras?— Sohee se cruzó de brazos —Se lo pienso decir al tío Yoonie.
Taehyung y Jungkook la vieron junto a la puerta, pero en lugar de buscar una excusa, como pretendía hacer Jungkook, o soltar un comentario ingenioso, como iba a hacer Taehyung, la pareja se quedó impactada por las heridas de su hija. Tenía varias raspaduras en brazos y piernas, también un golpe en la cara y algunos moretones.
—¿Qué te ha pasado?— Taehyung se apresuró hacia ella —¿Quién te ha hecho esto?
—Un chico del cole.
Jungkook levantó la barbilla de su niña para ver el golpe que tenía en la mejilla.
—Quiero su nombre.
—¿Para qué, papá?— Sohee sonrió de oreja a oreja —Él ha quedado mucho peor.
La mirada de Jungkook se iluminó mientras Taehyung soltó un tremendo suspiro.
Sohee había quedado con Hoseokie, con el que se llevaba muy bien desde pequeña, para darle de comer a los caballos. La muchacha estaba de camino hacia su casa cuando vio a un chico increpando a Yuna, la hija de Momo y Sana, y su compañera de clase.
Sohee tenía un gran sentido de la justicia y era incapaz de pasar de largo cuando veía a alguien en apuros.
—Yuna, ¿va todo bien?
Yuna negó con la cabeza y el chico, que medía bastante más que Sohee, se giró hacia ella y la miró de mala manera.
—Lárgate, esto no va contigo.
—Estás intimidando a mi amiga, por supuesto que va conmigo.
—¿Quién te crees que eres para hablarme así? ¡Soy mayor que tú!— se indignó por lo que consideraba una falta de respeto —Aunque seas una chica, te pegaré una paliza. ¿Quieres que te pegue una paliza?
—Sohee, es mejor que...
—Tranquila— Sohee apretó el brazo de Yuna para calmarla, pero la muchacha seguía muy asustada —No sé qué es lo que pretendes, pero lo que estás haciendo está mal.
—Dice la hermana del marica que se folla a su primo.
—¿Qué has dicho?
—¿Es que estás sorda?
—¡¿No estuvo tu hermano en el hospital porque el mío le rompió una rodilla?!— soltó en un tono burlón —Seguro que te sientes miserable porque el cavernícola de tu hermano ha recibido una paliza de alguien a quien consideras inferior. Tiene que ser agotador tener una polla tan pequeña y un complejo de inferioridad tan grande.
Jisu le dio un puñetazo en la cara. Yuna gritó al verla caer al suelo, sobre todo porque había sido un golpe muy fuerte y temía que le hubiera roto la nariz. Pero en lugar de verla romper en llanto, lo que habría esperado de Sohee, la respuesta de su compañera la dejó aún más descolocada que la agresión en sí.
La muchacha se alzó del suelo y se lanzó sobre Jisu con una rapidez y una seguridad, que ni él mismo vio venir. Sohee le pateó los genitales como le había enseñado Yoongi y le devolvió el golpe de la cara con la técnica de Jungkook.
Aunque el joven se quedó sin aire por la patada, se recuperó más rápido de lo esperado y la volvió a agredir. Aun sabiendo que su contrincante era más alto y fuerte que ella, Sohee se las ingenió para derribarlo, golpearlo e incluso para morderlo en un brazo.
Yuna no ayudó a Sohee físicamente porque se veía incapaz de intervenir en la pelea. En cambio, fue a buscar la ayuda de un adulto y la encontró en Changwook, que estaba a punto de entrar en su vivienda.
El director encontró a Sohee sentada en el suelo, dándole un sermón a un chico dos años mayor que ella, que lloraba con los brazos sobre el rostro. La escena lo dejó un poco descolocado, dado que el chaval le sacaba varias cabezas y a su lado, Sohee, vestida de rosa y jugando con su trenza, aparentaba ser alguien mucho más frágil.
—Eso fue lo que pasó.
Jungkook se sintió muy orgulloso de ella, aunque intentó disimularlo.
—El tío Chang ha ido a hablar con sus padres y después se pasará a hablar con vosotros, por eso Hoseokie y yo hemos tenido que cancelar nuestros planes— Sohee bebió un poco de agua antes de seguir hablando —Antes de que me preguntéis, sí, traté de solucionarlo de forma civilizada, pero ese idiota no quiso. Me entrenáis para que sepa defenderme, ¿verdad? Pues si me atacan no me voy a dejar machacar y menos por un machirulo. El que se atreva a hacerme daño va a recibir una buena patada en las pelotas.
—Sohee, esa boca.
—Perdón, appa, en las bolitas.
Jungkook desvió la vista hacia otro lado, no quería reírse en un momento tan serio.
—¿Seguro que no le has dicho nada que lo haya provocado?
—Appa, me ofendes.
—Te conozco, Suki. Tienes la lengua muy larga.
—No dije ni mu...
—Te recuerdo que le metiste un sapo en la sopa a la chica que rechazó a Yeji, y ahora te peleas con el hermano del chico que atacó a Junggi. ¿De verdad es casualidad?
—En primer lugar, le metí un sapo que encontré muerto, yo respeto los derechos de los animales. Además, fue porque habló mal de Yeji unnie. Ella corrió el rumor por el colegio de que la había intentado besar por la fuerza y que la estaba acosando. Mi prima ha pasado página desde el primer día y esa hiena carroñera sigue usándola para dárselas de importante. ¿Pues sabéis qué? No bajo mi guardia.
Jungkook asintió con la cabeza.
—Y en segundo lugar, no es culpa mía que los señores Oh eduquen a sus hijos como si estuviéramos conviviendo con mamuts. Si esos viejos odiosos no les metieran ideas misóginas, xenófobas, sexistas y homófobas en la cabeza, quizá esos chicos ahora no serían tan cretinos.
—Tienes razón— apoyó Jungkook, hasta que sintió la mirada venenosa de Taehyung en la nuca —Aunque has hecho bien en defender a tu amiga, la próxima vez quiero que busques la ayuda de un adulto en lugar de meterte en una pelea. No corras riesgos innecesarios, ¿de acuerdo?
—Lo haré, papi— Sohee lo besó en la mejilla —Te quiero mucho.
Taehyung puso los ojos en blanco. Jungkook era demasiado blando con ella y a Sohee se le daba extremadamente bien aprovecharse de la debilidad de su padre. Aun cuando sabía que su hija no era la clase de persona que iniciaba una pelea, tampoco era de las que las evitaban. Jungkook creía que seguía siendo un angelito, pero Taehyung conocía todos sus trucos porque él los había usado mucho antes de que ella naciera.
—Jun ha vuelto a casa...— Taeju se olvidó de lo que quería decir en cuanto vio a su hermana —¡Hala! ¿A quién te has cargado hoy?
—A un baboso.
—Bien hecho— Taeju chocó los cinco con ella —Se metió con la chica equivocada.
—Ya te digo.
Taeju y Sohee dejaron de reírse cuando vieron la expresión de Taehyung. No parecía nada complacido, por lo que se vieron en la necesidad de trazar un plan para cambiar su estado de humor.
—Appa, Taeju oppa y yo haremos la cena de hoy. Has trabajado muy duro toda la semana, tienes que relajarte y disfrutar del domingo.
—Mi hermana tiene razón— Taeju tiró un poco de él —Ven, appa, túmbate en el sofá y deja que cocinemos nosotros.
Taeju llevó a Taehyung del brazo hacia el salón y mientras se acomodaba sobre el sofá, el muchacho encendió el tocadiscos y puso música jazz para aplacar el mal genio de su padre. Después huyó hacia la cocina con la idea de concretar un menú con su hermana.
Taehyung cerró los ojos y se centró en la música, pero los volvió a abrir cuando su marido se sentó en el sofá, rozando su pierna.
—Tú tampoco te has quedado con los brazos cruzados cuando se han metido con tus amigos— Jungkook le tocó el muslo —Hemos criado lobos, ¿qué esperas?
—Lo sé.
—¿Entonces por qué pareces tan disgustado?
—Porque no me apetecía hacer la cena.
Jungkook se echó a reír. Le había salido tan bien la jugada que hasta él se lo había creído.
—En otra vida deberías ser actor— Jungkook se inclinó sobre él y lo besó en el pómulo —Me habías preocupado.
—Amo a mi familia tal y como es. Además, estos mocosos se parecen demasiado a ti y a mí— Taehyung se percató de que tenía una cana en el pelo —Vaya. Te estás convirtiendo en un lobo gris.
—Entonces tú eres un lobo blanco.
—¿Y nuestros hijos?
—Taeju un lobo pardo y Sohee una loba roja.
Taehyung aulló varias veces y Jungkook se unió a él. Sus hijos, que estaban decidiendo qué hacer para cenar, se asomaron desde la puerta del salón, extrañados por su comportamiento, y los encontraron riéndose a carcajadas.
—No somos la típica familia, ¿verdad?
—Para nada— le respondió Taeju a su hermana —Por eso la nuestra mola tanto.
—¿Qué hacéis mirando?— Taehyung les lanzó un cojín y alcanzó a su hijo en el hombro —¡Venid aquí, mis diablillos!
Taeju se echó encima de Jungkook y Sohee abrazó a Taehyung mientras sonaba What a Wonderful World de Louis Armstrong de fondo. No eran la típica familia coreana; eran el clan Min.
—Muerto.
Jjin hizo un puchero, aunque no se desanimó. Yoongi alzó la espada de madera y el muchacho trató de atacarlo otra vez, pero en cuanto intentaba golpearlo en alguna parte del cuerpo, su padre bloqueaba la espada con la suya sin gran esfuerzo. Y entonces, en ese pequeño intervalo en el que pensaba cómo abordarlo e iniciaba su siguiente ataque, ocurría lo que más detestaba. Yoongi lo volvía a alcanzar en el cuello.
—Muerto.
—¡Otra vez!
A pesar de que Jjin se esforzaba mucho en alcanzarlo, Yoongi no se lo iba a poner fácil. Era consciente de lo bueno que era su hijo. Se movía con inteligencia, sabía cómo y dónde golpear, tenía un gran movimiento de pies y era perseverante, aunque las cosas no fueran a su favor, lo seguía intentando con todas sus fuerzas.
Yoongi conocía sus movimientos y su forma de pensar, por eso era tan preciso en el bloqueo de sus ataques. Pero, a diferencia de otros alumnos que se desanimaban fácilmente, Jjin se levantaba con más ímpetu, como si cada caída sirviera de motivación.
—Muerto.
—¡Jolines, appa!
—¡Tú puedes, bichito!— lo animó Jimin —¡No te rindas, ya estás cerca!
—¡Otra vez!
Jimin los estaba observando desde una de las mesas de pícnic. En el norte de la playa habían instalado varias mesas de madera para que la gente pudiera ir a comer en familia.
Jjin volvió a perder por decimosexta vez consecutiva. Aunque no le gustaba caer una y otra vez ante su padre, seguía queriendo más, lo que lo diferenciaba claramente de sus hermanos. Junggi y Yeji hubieran mostrado frustración, enfado o hastío después de perder tantas veces, pero Jjin seguía sonriendo. A pesar de todo, se lo estaba pasando en grande.
Después de caer otra vez, el muchacho se sentó en el suelo para coger aire.
—¿Quieres que lo dejemos?
—No.
—Pero si estás cansado.
—Estoy genial— Jjin se volvió a levantar —¿Ves? Podemos seguir.
—Muy bien— Yoongi sonrió, en terquedad no le ganaba nadie —Te doy una oportunidad más.
—Pero appa...
—Puede que tú no estés cansado, pero yo tengo hambre.
Jjin no insistió. Una oportunidad debía ser suficiente para ejecutar su plan. El chico se colocó en posición de combate y miró a su padre detenidamente. La seguridad que transmitía Yoongi estaba a otro nivel. Encima era rápido y predecía cada movimiento, por eso mismo debía hacer algo inesperado.
Jjin volvió a atacar, pero esta vez con la mano izquierda detrás de la espalda, como si estuviera imitando las técnicas de esgrima de su hermana. Yoongi no le dio demasiada importancia y continuó bloqueando sus ataques, hasta que en uno de esos momentos, donde sus espadas chocaron, Jjin lo sorprendió lanzándole arena a la cara.
Jimin se levantó consternado del asiento, dado que Yoongi no pudo esquivarlo y lo recibió de lleno. El muchacho aprovechó que su padre se vio sorprendido para empujarlo, hacerlo caer de culo y sentarse sobre él, poniéndole la espada en el cuello.
—¡Muerto!
—¡Serás bicho!
La risa de Jjin y el achuchón que le dio Yoongi también le sacaron una sonrisa a Jimin.
—Lo siento, appa— el muchacho le quitó los granitos de arena del rostro —Le he robado la técnica al tipo que le lanzó arena a mi hyung.
—Reciclando ideas, eh, eso no ha estado nada mal.
—Siempre dices que debemos utilizar cualquier cosa que tengamos a nuestro alcance y la arena estaba justo debajo de mis pies.
—Me has vencido— Yoongi le frotó la cabeza —Has sido muy listo, estoy orgulloso de ti.
Jjin sonrió de oreja a oreja. Le encantaba recibir cumplidos de su padre.
—Papá, papá, ¿lo has visto? ¡He ganado!
—No me he perdido ni un solo detalle, bichito. Estoy muy impresionado— lo alabó Jimin antes de pasarle una cantimplora a su esposo —Cuando seas mayor vas a ser mucho mejor que nosotros.
Yoongi se echó agua en el rostro y dejó la cantimplora sobre la arena.
—Ya quiero ser mayor.
—¡No puedes crecer, te vas a quedar así de chiquito!
—No puedo, appa, tengo que crecer.
—No, no, no, no, no.
Jjin se echó a reír mientras Yoongi lo volvía a apachurrar. Su hijo era un muchacho muy inocente, mucho más de lo que habían sido Junggi y Yeji a su edad. La pareja quería proteger esa inocencia, permitirle ser un niño el máximo tiempo posible, porque en ese mundo, la adultez llegaba demasiado pronto.
—¿Nos metemos en el agua?
—¿En abril?— Jimin se sorprendió por la pregunta de su marido —Todavía estará fría.
—Bañarse en agua fría tiene efectos muy positivos sobre la salud. No tenemos que quedarnos mucho, un pequeño chapuzón y para fuera.
Aunque la sugerencia de Yoongi solo era para Jimin, dado que no querían arriesgarse a que su hijo se enfermara, a Jjin le hizo mucha ilusión verlos meterse en el agua. El muchacho solo se mojó los pies levemente para ver si estaba fría y se echó hacia atrás en cuanto lo comprobó.
Sus padres fueron mucho más allá y se metieron en ropa interior hasta que el agua les rozó el cuello. Después de unos segundos salieron corriendo como si los estuviera persiguiendo un tiburón.
—¡Está demasiado fría!— se quejó Jimin —¿Por qué me he dejado convencer?
Jjin se echó a reír por la expresión de Jimin. Le hubiera gustado entrar con ellos, pero verlos tan alborotados, riéndose y armando un escándalo, le pareció mucho más divertido.
Yoongi alzó a su hijo en brazos y lo llevó hasta la mesa de pícnic, donde Jimin lo tapó con una toalla grande y le dio un termo con té de hierbas. Aunque el muchacho solo se había mojado los pies, lo arropó como si hubiera estado nadando un largo.
Mientras sus padres se secaban y se vestían, Jjin tomó un sorbo y comenzó a entrar en calor.
—Tengo hambre... ¿Cuándo van a venir hyung y noona?
—Se supone que ya deberían de estar aquí— Jimin sacó las fiambreras de la cesta y las dejó sobre la mesa —No vamos a esperar por ellos, quizá no les apetezca venir.
Yoongi se quedó mirando el mar mientras su marido atendía a su hijo. Esos días, en los que iban a la playa y pasaban tiempo en familia, eran de sus días favoritos. A veces asaban pescado a orillas del mar y otras veces llevaban fiambreras desde casa. Daba igual, estar juntos era lo que realmente importaba.
Junggi había cumplido diecisiete en febrero y Yeji iba a cumplir dieciséis en noviembre, y a pesar de entenderlo y de saber que a esa edad preferían salir con sus amigos, o en el caso de Junggi, con su pareja, le daba un poco de tristeza que no estuvieran presentes.
Yoongi vio a su pequeño disfrutando del langostino rebozado y sonrió por la alegría que transmitía. Jjin iba a cumplir doce años en mayo, pero físicamente aparentaba diez. Tenía los ojos muy grandes y era el único de sus hijos con doble párpado. En su rostro se podían encontrar tres lunares pequeños; uno bajo el labio, otro sobre la ceja derecha y el último en la mejilla izquierda. Era un muchacho muy hermoso y a veces le hacía gracia que ese chiquillo tan guapo, se llamara como Kim Seokjin.
—Bichito— Yoongi abrió su fiambrera y señaló el langostino rebozado —Cómete el mío también.
—No, appa, es tuyo.
—A mí no me apetece y sé que a ti te encantan. Hazme el favor— pidió mientras agitaba la fiambrera —Si no me ayudas, papá me obligará a comérmelo.
—Entonces te ayudaré.
Jimin sonrió por la actuación tan tierna de su marido. Como en su adolescencia Yoongi había pasado hambre, disfrutaba mucho viendo comer a sus hijos. Para él era importante asegurarse de que ninguno de ellos se quedara nunca con el estómago vacío.
—¡Lo siento!— se disculpó Junggi.
—¡Se nos ha hecho un poco tarde!— añadió Yeji.
Yoongi se alegró mucho cuando los vio corriendo hacia ellos. Para Jimin fue un alivio porque había notado que su esposo estaba algo decaído.
—¿Y Taeju hyung?— preguntó Jjin con el langostino en la boca —¿Por qué no ha venido contigo?
—Otro día vendrá.
Jjin se sintió decepcionado porque quería contarle su hazaña. Taeju siempre se interesaba por sus logros y mostraba mucho entusiasmo cuando conseguía alcanzar alguna meta.
—Ya se lo contarás mañana— Yoongi repartió el caldo de verduras entre sus hijos —Ahora que estamos todos juntos, ¿qué habéis hecho durante la semana? ¿Tenéis algo que compartir?
—He ido a la clase que imparte el tío los jueves por la tarde— comentó Yeji —Esta vez hemos debatido sobre la infidelidad.
Junggi también había asistido a las clases de Taehyung. Aunque eran opcionales, se trataban en profundidad temas como la violencia de pareja y de género, los estereotipos sociales, la privacidad y el derecho a la intimidad, la religión y la espiritualidad, el aborto, la estigmatización de las personas con trastornos mentales o la igualdad.
Desafortunadamente, al cabo de unas semanas, Junggi dejó de ir porque nadie quería debatir con él. La mayoría se sentían intimidados o se molestaban porque no podían rebatirle sus argumentos. Y aunque a Junggi le encantaban las clases de su tío, dejó de asistir por la hostilidad de algunos compañeros.
—¿Y qué has aprendido?— se interesó Jimin.
—Que hay muchos tipos de infidelidad, que no todas afectan a una persona de la misma manera, pero que todas dejan un trauma difícil de superar. No es lo mismo que tu pareja de diez días te ponga los cuernos a que lo haga tu cónyuge de diez años. Tampoco es lo mismo que te sea infiel con un desconocido, a que lo sea con un amigo o un familiar. Y mucho menos que de aquella relación nazca un hijo. Eso no quiere decir que una situación sea más importante que otra, hay que tener empatía con las personas que experimentan algo así y no generalizar con sus vivencias. No todos viven lo mismo, no todos lo afrontan de la misma manera, algunos pasan página y otros no lo superan.
—Tienes razón, aunque hay excepciones— añadió Junggi —Hay infidelidades que están más que justificadas.
Su familia sabía que el comentario iba por sus compañeros de laboratorio. Unos meses atrás, Na Seou había comenzado una relación con An Jeun, que estaba casada con un hombre que la maltrataba. Como Jeun había crecido en un entorno donde el abuso estaba normalizado, aguantó golpes, insultos y vejaciones durante varios meses de matrimonio. Fue gracias al inesperado amor que surgió entre ella y Seou, que comenzó a cuestionarse su vida y tomó la decisión de separarse de su abusador.
El esposo se enteró de la relación por un vecino que los había visto besándose, y se plantó en el laboratorio para agredir a su amante. Seou se dejó golpear con la intención de tener algo sólido en su contra, y Junggi, que ese día se encontraba con él, contactó a Jungkook a través del walkie-talkie y su tío lo encerró por agresión.
La mayoría de la gente comprendió la gravedad del asunto, pero algunas personas pusieron el foco en la pareja y la criticaron por la infidelidad. Junggi se había topado con gente en la calle que aseguraba que serle infiel a su marido era el verdadero problema, no el maltrato que había sufrido ella.
La pareja estuvo en boca de todo el pueblo durante semanas. Fue un espectáculo lamentable por parte de mucha gente, pero así era Inyeon. Las infidelidades, las peleas, las bodas, los embarazos o los divorcios, todo se comentaba como si fuera un programa de televisión.
—El tío también mencionó ese incidente— le dijo Yeji a su hermano mayor —En realidad fue muy interesante lo que compartió en clase. Me hizo reflexionar sobre las personas, sobre las decisiones que tomamos y el efecto que tenemos en ellas. Creo que nunca le había dado tantas vueltas a algo.
Yoongi se sintió muy orgulloso de su hermano. Hacía casi dos décadas que Taehyung había cometido una infidelidad y en lugar de olvidarlo, usaba su tiempo libre para educar a los jóvenes y que estos no cometieran sus mismos errores.
—¿Alguna vez habéis sido infieles?— le preguntó Yeji a sus padres —No os voy a juzgar, lo prometo, solo me da curiosidad.
—Depende de cómo lo veas.
La respuesta de Jimin llamó la atención de sus hijos mayores. Jjin estaba más interesado en comer que en la conversación, a la que no le estaba prestando mucha atención.
—Como sabéis, appa se quedó atrapado en la península y durante ese tiempo nació Junggi.
—¿Tuviste una relación mientras appa estaba desaparecido?
—No fue una relación, fue un encuentro— respondió a la pregunta de su hija —Yo creía que vuestro padre había muerto.
Yeji se quedó un poco contrariada porque no sabía nada de la relación de Jimin con la madre de Junggi, y después de oír a su padre, le dio miedo haber metido la pata.
—Tranquila, papá me lo contó cuando tenía catorce años— Junggi le robó un trozo de rábano a su hermana —No todos los niños son buscados, no hay nada de malo en nacer por accidente.
A Yeji se le quitó un peso de encima. La muchacha le dejó dos trozos de rábano sobre el arroz y su hermano le devolvió el gesto con un poco de surimi.
Cuando Junggi se lo preguntó a Jimin, lo hizo por mera curiosidad. El muchacho no le dio importancia porque para él no era determinante cómo venía un niño al mundo, sino lo que hacían sus padres tras su llegada.
—Te conocí en el mismo día en que llegué a la isla. Estabas jugando en el salón de nuestra antigua casa y nos saludaste a mí y a tu tío JK con una sonrisa muy inocente. Nunca olvidaré ese momento— le dijo Yoongi a Junggi —Es verdad que naciste cuando estábamos en una relación, pero papá creía que yo había muerto, por eso nunca lo consideré una infidelidad. De hecho, si tuviera la oportunidad de volver atrás en el tiempo, sabiendo todo lo que sé ahora, te aseguro que me iría voluntariamente a la península para volver a ser tu padre.
Junggi lo abrazó efusivamente delante de todos. Jimin bebió un poco de caldo para aplacar el nudo en la garganta, y Yeji se emocionó por el amor que había entre ellos. La pregunta había surgido de la curiosidad e inesperadamente, había creado un recuerdo inolvidable para toda la familia.
—¿Puedo comer un postre?— preguntó Jjin de la nada, y todos se echaron a reír —¿Qué es tan gracioso?
—No has estado prestando atención, ¿verdad?— Yeji lo pellizcó en el costado —Eres un glotón, no tienes remedio.
—No es culpa mía— replicó enfurruñado —Papá cocina muy bien y yo estoy creciendo.
—Jjin tiene razón, hemos venido a comer— Jimin sacó otro recipiente de la cesta —He preparado una compota de frutas que os va a encantar.
Jjin se emocionó, dado que era uno de sus postres favoritos. Mientras Yeji le pedía su ración a Jimin, Yoongi pasó el brazo por los hombros de su primogénito.
—¿Le gustó el regalo a Taeju?
—Le ha encantado— respondió entusiasmado —Dijo que la comida estaba deliciosa y que iba a guardar la fiambrera como su mayor tesoro.
—Si lo dice Taeju, entonces así será.
—No podemos controlar todas las cosas malas que nos suceden, pero no por ello tenemos que renunciar a nuestros deseos, ¿verdad? Eso es lo que siempre me has dicho.
Yoongi lo besó en la mejilla. El suceso con los chavales del pueblo había sido desafortunado, pero así era la vida, estaba repleta de momentos desafortunados. Por eso era tan importante para él que sus hijos supieran que, tras una situación como esa, el mundo seguía girando. Lo que decidían hacer después, no dependía de nadie más que de ellos mismos.
—Papá, ¿quieres más a Junggi hyung porque tiene tu sangre?
La pregunta de Jjin borró la sonrisa del rostro de Jimin y atrajo la atención del resto de la familia.
—La sangre solo es sangre, cariño. No aumenta ni disminuye mi amor por vosotros. Los tres sois mis hijos y os quiero por igual— expresó con total sinceridad, y sin apartar la mirada del maknae —¿Por qué lo dices? ¿Crees que no os quiero como quiero a vuestro hermano?
—No, no lo pienso— Jjin negó con la cabeza —Mi compañero de clase dice que todos los padres quieren más a sus hijos de sangre y que siempre tienen un favorito, pero no estoy de acuerdo porque tú y appa no sois así. Entonces, si vosotros no sois así, no pueden ser todos los padres, ¿verdad? Se lo he explicado varias veces, pero él insiste en que tiene la razón y es muy molesto.
Junggi notó que Yoongi y Jimin se relajaron tras oír la respuesta.
—Has visto que las patatas del huerto de appa tienen formas y tamaños diferentes, ¿no? Pues lo mismo sucede con las familias. Lo que ocurre en una no tiene que pasar en otra. Hay padres que quieren a sus hijos e hijos que quieren a sus padres, pero también hay padres que no quieren a sus hijos e hijos que no quieren a sus padres. Las razones pueden ser tan diversas, que generalizar sería un grave error. La vida va mucho más allá del clásico blanco o negro.
—Es verdad que hay personas que le dan mucha importancia a la sangre, pero también hay personas como papá y yo, que lo consideramos un detalle insignificante. A la gente le gusta pensar que su manera de ver el mundo es la única que importa, pero ten en cuenta que nadie conoce mejor a su familia que sus propios integrantes.
—Es cierto que yo les pedí un hermano, pero si papá y appa no hubieran querido tener más hijos, ahora no estaríais aquí. Tomaron la decisión de aumentar la familia por voluntad propia y os han demostrado su amor desde entonces, ¿o no? ¿Qué más dará lo que diga ese mocoso? Tú sabes la verdad, Jjin.
—Vamos, que tu compañero es tonto y no tiene ni pajolera idea de nada.
—Yeji.
—Es que así lo entiende mejor, papá.
Jjin se rió por el comentario de su hermana y Jimin lo besó cariñosamente en la cabeza. La expresión de alivio que vio Yoongi en el rostro de su esposo le encogió el corazón. A Jimin le preocupaba que algún día, Yeji o Jjin pudieran llegar a sentir celos de Junggi por ser su hijo biológico. Aunque los trataba a todos por igual, era un temor que le venía de la relación con su padre.
Yoongi sabía que Jimin era un padre fantástico, pero al igual que le sucedía a Jungkook, tenía ciertas inseguridades que, afortunadamente, iban desapareciendo con el tiempo.
—¿Buscamos conchas y hacemos una pulsera para cada uno?
La sugerencia de Junggi les gustó tanto a sus hermanos que salieron corriendo hacia la orilla del mar. Mientras los seguía, se giró hacia sus padres y vio a Yoongi dándole un abrazo a Jimin. El muchacho sonrió satisfecho, dado que había hecho esa propuesta para darles un poco de espacio.
Esa tarde de primavera que pasaron juntos en la playa, hablando, riendo y haciendo pulseras para cada miembro de la familia, se convirtió en un recuerdo inolvidable, especialmente para sus hijos.
Los niños se parecen tanto a sus padres, el clan Min es realmente entrañable. ¿Cuál ha sido vuestra parte favorita del capítulo? 🥺
Como la semana pasada era más zombi que persona, se me olvidó comentar que no hay detalles del encuentro entre Junggi y Taeju porque son menores de edad, y ese es terreno que no pienso pisar. Además, para mí siguen siendo unos bebés y no puedo escribir escenas explícitas de ellos. Espero que lo entendáis.
Todavía falta casi un mes para FACE, pero estoy que no me aguanto. Sé que voy a adorar el álbum de Jiminie. ¡Qué ganas de escucharlo! 😭 Acaban de anunciar on the street, el nuevo single de Hobi para el próximo viernes, y he venido rápido a editar esto para incluirlo. Dadle mucho amor, por favor. 🥺 Nos leemos pronto. Hasta la próxima. Cuidaros. 💜
Aquí os dejo la canción que estaban escuchando en casa de Tae y Kook.
https://youtu.be/e1FN047_LT0
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro