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Desde que Taeju salía con Junggi, no podía dejar de pensar en sexo. Su mente le encontraba a todo un doble sentido, por muy banal que fuera, era capaz de ver algo lascivo en las situaciones más inocentes.
Claro que así era la adolescencia, los cambios hormonales eran los responsables del aumento del interés sexual, pero ese deseo lo había puesto ya en algún que otro aprieto.
La primera vez sucedió unos días después del cumpleaños de Sohee, al salir adormecido de su dormitorio. Iba a ir a la cocina a por un vaso de agua cuando su padre lo detuvo en el pasillo.
—¿Appa?— murmuró en voz baja —Buenos días...
—Buenos días— Taehyung lo agarró de los brazos y lo volvió a conducir hacia su habitación —Entra en tu cuarto antes de que te vea tu hermana.
Taeju no entendió el comentario, pero como estaba tan amodorrado, hizo lo que le dijo sin rechistar. Fue dentro de su dormitorio cuando comprendió que se había levantado con una erección. La vergüenza que sintió fue tan grande, que no volvió a salir de allí en todo el día.
Taehyung tuvo que ir a hablar con él varias veces y aunque le soltó la típica charla de no es culpa tuya, es algo natural, le sucede a todos los jóvenes de tu edad, lo que provocó su encierro voluntario, no fueron las palabras de su padre o la erección en sí, fue el hecho de que su hermana podría haberlo visto. Prefería la muerte a pasar por una humillación como esa.
La segunda vez que atravesó por un momento similar fue en medio de una comida. Junggi los había acompañado como en otras ocasiones y mientras disfrutaban del tteokbokki que había preparado Jungkook, Taeju no podía apartar la mirada del rostro de su novio.
Ese día, por alguna extraña razón, Junggi le pareció deslumbrante. Su belleza no era algo nuevo para él, pero su forma de mirar, de sonreír e incluso de hablar, lo tenían embobado. Cuando su chico se llevó un pastelito de arroz a la boca y la salsa roja manchó sus labios carnosos, su cuerpo reaccionó en público como no lo había hecho nunca.
El primer pensamiento que se le cruzó por la mente fue salir corriendo, sin embargo, se quedó sentado, petrificado por el miedo a ser descubierto. Taeju aguantó estoicamente, a pesar de la vergüenza siguió comiendo como si no sucediera nada. No quería que su familia pensara mal de él y mucho menos su novio. Aun sabiendo que tendría el apoyo de Taehyung, le daba pánico que su comportamiento les pudiera parecer repulsivo.
Por eso aprovechó el instante en el que sus padres se levantaron de la mesa para recoger los platos, y Sohee estaba hablando con Junggi sobre música clásica, para escaquearse y encerrarse en el cuarto de baño.
Aunque ese despropósito que deseó borrar de su mente sucedió en julio, agosto no pintaba muy diferente. Sus hormonas seguían desquiciadas. Afortunadamente, no se había vuelto a repetir una situación similar.
Por otra parte, su romance con Junggi seguía siendo maravilloso, aunque últimamente le preocupaba cierto aspecto de su relación. Taeju deseaba hacerlo feliz, en todos los ámbitos, y por eso, ansiaba ser un buen amante.
Pero, ¿cómo se era un buen amante? ¿Te lo decía tu pareja? ¿Lo notaba uno mismo? El muchacho le podría haber preguntado a sus padres, tenían una buena comunicación entre ellos y había confianza, pero los dos contaban con el mismo problema; eran demasiado cotillas. No podía arriesgarse a que descubrieran su relación con Junggi.
Sus tíos, por otro lado, también eran una opción favorable para pedir consejo, siempre habían estado a su lado y Jimin era su tío favorito. No obstante, cabía la posibilidad de que su novio se enterase y no quería que supiera que estaba buscando esa clase de información.
Hablar con Eunha le daba mucha vergüenza y aunque Sungjae, Changwook y Wooshik eran de confianza, le faltaba valor para tocar un tema tan íntimo con alguno de ellos. Por eso, para lograr su meta y convertirse en un buen amante, Taeju decidió hacer lo mismo que hacía Junggi cuando necesitaba adquirir conocimiento. Ir a la biblioteca.
La sección de romance LGBTQIA+ era bastante más escasa que la de romance heterosexual. Taeju tenía entendido que antes de nacer él, no contaban con libros de esas características. Era gracias a Taehyung, que traía todos los libros que podía de la península, que habían logrado llenar una estantería entera.
Taeju estuvo mirando en cada balda a ver si encontraba lo que quería. Había ejemplares con títulos muy llamativos, como Érase una vez, un amante hechizado, el cual prometía una trama fascinante, por lo que no dudó en quedárselo.
Después de diez minutos, sintiéndose perseguido por la mirada de la bibliotecaria, también se decantó por una lectura erótica. Como era menor de edad, no tenía permitido llevarse esos dos libros, así que los metió en la mochila cuando la mujer atendió a otra persona.
En la intimidad de su habitación, comenzó a leer primero la novela erótica, aunque con cierta desgana. A Taeju le encantaban los cómics, pero huía de los libros como si tuvieran la peste. Aquella lectura, sin embargo, tenía una redacción tan sencilla que lo atrapó desde el primer párrafo.
Cuando Junggi lo visitó al día siguiente, tras recuperarse de un dolor estomacal, lo encontró tirado sobre la cama y tan absorto en su lectura, que no lo oyó entrar.
—¿Eso que veo entre tus manos es un libro?— se sorprendió gratamente —No me lo digas, te han vuelto a castigar.
—Ja ja ja, sienta tu trasero a mi lado y flipa porque este es el mejor libro que he leído en mi vida.
—También es el único.
Taeju ignoró el comentario mientras Junggi se acomodaba sobre la cama.
—No tenía ni idea de que la lectura podría ser tan divertida— Taeju cerró el libro para juzgarlo fuertemente con la mirada —¿Por qué me lo has ocultado? Eso no se hace, Jun.
—¡Pero si te lo llevo diciendo años!
—Hablo de la lectura de verdad, no de los somníferos que lees tú. No te ofendas, pero parece que buscas los libros más tediosos a propósito.
—Que tú no los entiendas no significa que sean tediosos.
—Un alma de cincuenta habita en un cuerpo de dieciséis— suspiró dramáticamente —Deberías leer libros con más chispa para variar.
—Por eso leo libros sobre meteorología.
—No tiene gracia— Taeju lo abrazó por la espalda cuando notó que pretendía levantarse —¿Estás mejor de la gaynitis?
—Es gastroenteritis, y yo solo tuve un dolor estomacal.
—¿Tienes que corregirme hasta las bromas?
—Pues sí.
—En fin, el protagonista del libro que estoy leyendo, se disfraza de mujer para ocultarse como criada en la mansión de un joven señor cuya vida parece perfecta, pero solo en apariencia.
Junggi ojeó la portada del libro del que le estaba hablando. Era muy simple, pero bonita.
—Y este, que pienso leer después, trata de un joven artista con un sentido retorcido y tétrico sobre el amor, que conoce a un fantasma que habita en su casa y al que convierte en su inspiración, pero hay un conflicto porque terminan enamorándose y no pueden estar juntos como realmente quieren.
—Eres un romántico empedernido, no me extraña que los dos sean de tu agrado— Junggi ojeó la página que estaba leyendo —Son libros para adultos, ¿no? ¿Cómo te han permitido llevártelos a casa?
—No me lo han permitido, se cayeron accidentalmente en mi mochila.
—Diría que me sorprende, pero no— Junggi puso los ojos en blanco —Estoy saliendo con un delincuente que se está formando como policía.
—¿Y eso no te parece excitante?
—Todo lo que tiene que ver contigo me parece excitante —Junggi lo besó en la boca, aunque fue un beso tan corto que Taeju se quedó con ganas de más —Mi appa siempre dice, si haces algo malo, asegúrate de que no te pillen. Si la bibliotecaria se da cuenta, asumiré la culpa por ti. No quiero que la gente se entere de que el cadete Min es un ratero.
—No vayas de santo, Min Junggi— Taeju lo golpeó ligeramente en el brazo —Solo asumirías la culpa porque eres el ojito derecho de la bibliotecaria y no habría consecuencias para ti.
—Ser listo, guapo y popular tiene sus ventajas.
—Eres como el joven señor de la mansión— Taeju se atrevió a tocarle suavemente la oreja, imitando a uno de los personajes del libro —Juni, mi salvador.
Junggi sabía que cuando lo llamaba Juni buscaba algo.
—Eso te convierte a ti en la criada, ¿no?— le rodeó la cintura con las manos —¿Dónde has dejado tu uniforme?
Alguien llamó bruscamente a la puerta y los chicos se separaron tan rápido, que Taeju estuvo a punto de caerse. Cuando Taehyung se asomó desde el pasillo, vio a su hijo sentado sobre la cama, mientras Junggi se encontraba de pie junto a la ventana.
—He hecho bingsu de té verde, os esperamos en el jardín.
—Ahora vamos, appa.
En cuanto la puerta se cerró, hubo un largo e intenso silencio, sobre todo por parte de Taeju. Junggi se sentó sobre la cama con la intención de tocarle la mano, pero el menor se levantó antes de que hubiera contacto entre ellos.
—Bingsu, eh... Me apetece mucho comer bingsu...
Junggi sabía que era mentira, solo lo decía para ocultar cómo se sentía en realidad. Llevar una relación en secreto era muy difícil, sobre todo cuando sentías que estabas haciendo algo prohibido, e incluso traicionando la confianza de tus padres.
Taeju abrió la puerta, pero su novio la cerró de golpe y lo apretó contra ella para besarlo apasionadamente, tal y como habría deseado hacer sobre la cama. Aquel beso volvió a alterar las hormonas del menor, pero por suerte, Junggi se apartó de su boca antes de que ocurriera otro accidente.
—No cortes conmigo.
—¿Cortar?— Taeju seguía algo aturdido por el beso —¿Por qué dices eso?
—Sé que es difícil, pero no me dejes— pidió sin apartar la mirada de la suya —Nunca he sido tan feliz, Tai. Nunca.
—¡No seas absurdo, no pienso dejarte!— Taeju lo apretó contra su pecho y Junggi sonrió. Ahí estaba otra vez, el chico enérgico del que se había enamorado —Jun, no te preocupes, te prometo que buscaré un lugar donde podamos tener más intimidad.
—¿Quieres tener más intimidad conmigo?
Al menor se le subieron los colores. Junggi solía hablar con mucha calma, en un tono suave y pausado, pero con un toque coqueto que solo le dedicaba a él. Y a Taeju, esa forma de pronunciar las palabras, con una mezcla entre dulzura y sensualidad, lo volvía loco.
Junggi sonrió cuando Taeju apartó la mirada avergonzado. ¿Por qué se sentía tan nervioso? Quería coquetear con él como lo hacía en los escenarios que creaba en su mente, pero a la hora de la verdad, cuando lo tenía delante, le temblaba todo el cuerpo.
Junggi también era tímido, pero no tanto como Taeju. Le encantaba tontear, le salía muy natural ponerse a flirtear con él y además lo disfrutaba mucho.
—Tenemos que ir a comer bingsu— Junggi lo besó en la frente y Taeju se agarró de su cintura —Nos vendrá bien un poco de hielo. Hoy hace mucho calor, ¿verdad?
—Sí, estoy caliente— respondió sin pensar, lo que aumentó el color de sus mejillas —Quiero decir que pega fuerte... El sol... Es verano y eso... Mierda...
Junggi le sonrió con mucha ternura y Taeju agradeció que no se burlara de él. Le resultaba difícil controlar sus emociones, sobre todo en las últimas semanas. La gente decía que la primavera alteraba las hormonas, pero en su caso el verano estaba siendo mucho peor.
—Tu padre va a volver.
—Lo sé, pero... Solo un beso más...
Junggi cedió y lo volvió a besar. Aunque la razón le advertía de que no era seguro, no pudo resistirse a la timidez de Taeju, y menos aún cuando vio su anhelante mirada. Esos ojos verdes tenían demasiado poder sobre él. Eran como su Kryptonita.
Y entonces sucedió lo inevitable. Jungkook llamó a la puerta y los golpeó cuando intentó entrar en la habitación.
—¡Pero qué diablos...!
La pareja se apartó con el corazón latiendo a mil por hora.
—¿A qué estáis esperando, a que se derrita el hielo?— los regañó en cuanto pisó el dormitorio —Detrás de cada alimento hay mucho trabajo. Si vais a dejar que se eche a perder el postre que os ha preparado Tae, entonces la próxima vez no habrá bingsu para vosotros.
—Lo siento, papá...
—Lo siento, tío Koo...
Jungkook los miró de arriba abajo. Estaban sonrojados y parecían nerviosos, algo natural teniendo en cuenta que se habían llevado una regañina. No obstante, él sabía que su comportamiento no se debía a eso.
Taeju fue el primero en salir del dormitorio y Junggi lo siguió haciéndole una rápida reverencia a su tío.
—Estos críos...
En el exterior se notaba una temperatura muy alta. Tenían más de treinta grados y la humedad lo convertía en un calor bastante asfixiante, por lo que comer hielo raspado con sabor a té verde iba a ser muy refrescante.
Jungkook, Junggi y Taeju se sentaron sobre la hierba del jardín junto a Taehyung y Sohee. La muchacha le sacó la lengua a su hermano como si supiera que había sido regañado y Taeju se apretó la nariz llamándola cerda. Ese gesto no quedó sin respuesta y Sohee comenzó a imitar a un burro, a lo que Taeju contraatacó haciendo sonidos de gallina y su hermana posteriormente de orangután.
—Parece que vivimos en un zoológico— le comentó Taehyung a su marido —Creo que esta noche deberíamos servir pienso.
—A los cerditos les encantará.
—¡Papá!— Sohee miró a Jungkook indignada —¿Cómo puedes llamarnos cerdos?
—Ha dicho cerditos.
—¡Appa, no lo defiendas!— se quejó Taeju —¡Y no te rías!
Junggi se metió un poco de bingsu en la boca mientras veía como Taeju y Sohee unían fuerzas contra sus padres. De pequeño, el sabor a té verde no le gustaba demasiado, pero ahora se había convertido en uno de sus sabores favoritos.
—Está muy rico, gracias tío.
Taehyung sonrió con sentimientos encontrados. Los niños se estaban perdiendo muchos sabores de los que él había disfrutado durante gran parte de su vida. Aunque todavía podían hacer algunos platos tradicionales, a la gran mayoría les faltaban ingredientes que tenían que sustituir por otros para darles un toque similar.
La gente del pueblo se esforzaba mucho en ofrecer una alimentación variada, pero lamentablemente, seguía siendo una alimentación bastante limitada. Los niños no conocían otra cosa, por eso no se quejaban cuando comían pescado o marisco varias veces a la semana, pero para los que habían conocido otra vida, en ocasiones les invadía la nostalgia.
Mientras los cinco disfrutaban de un postre refrescante bajo una sombra agradable, en la otra casa de los Min, Jimin estaba haciendo mermelada de frambuesas.
—¡Papá!— Jjin se asomó desde la puerta de la cocina —¡Voy a casa de Hoseokie hyung a jugar con él y con Namie!
—Muy bien, bichito, pero no salgáis a la calle hasta que haya bajado el sol. Recuerda que al cáncer de piel no le importa si hay apocalipsis.
—Prometido.
—Te quiero— Jimin esperó a recibir la misma respuesta, pero solo escuchó el sonido de un portazo —Y allá se fue el último gatito que me quedaba...
Jimin apartó la mermelada del fuego y se acercó a la sala de música para ver como le iba a Yoongi con sus clases particulares.
—¿Ya se ha ido?
—Hace cinco minutos.
—Vaya, la hora se me ha pasado volando.
Yoongi comenzó a tocar la marcha nupcial mientras Jimin se acercaba entre risas.
—No sé cómo lo haces, cariño— Jimin se colocó detrás de él y comenzó a masajearle los hombros —Tienes tres hijos, una gatita, das clases de piano, eres instructor, te ocupas del huerto, cocinas, limpias y sacas tiempo para estar conmigo.
—Es la ventaja de vivir en un sitio pequeño, no desperdicias tanto tiempo en atascos y también ayuda no tener móviles, televisión o redes sociales— Yoongi señaló el banco de piano y su esposo se sentó a su lado —Además, tú me apoyas en todo. Sería imposible abarcar tanto estando yo solo.
—Siento mucho si no te he ayudado más de lo que debería... Mi trabajo ha requerido que renuncies al tuyo durante un tiempo, y a veces creo que he sido demasiado egoísta al ponerte en esa situación.
—Es la situación en la que quería estar, amor mío— Yoongi lo besó en la mejilla —¿Sabes por qué apoyo a las personas que no quieren tener hijos? Porque sé el esfuerzo que requiere tenerlos. Si no estás capacitado, no deseas asumir la responsabilidad de otro ser humano o no vas a poder darle una buena vida a tus hijos, entonces haces muy bien en no tenerlos. Este mundo estaba abarrotado de familias disfuncionales, no necesitamos repetir los mismos errores. Yo deseaba tener una familia, por eso me embarqué en esta aventura contigo, pero en ningún momento creí que no tendría que renunciar a ciertos aspectos de mi vida. Estaba dispuesto a hacerlo y sigo dispuesto, porque así es como deseo vivir contigo.
—Mi vida...
—Tu posición en esta sociedad protege a todos los niños. Has trabajado muy duro para lograr tanta unidad. Si llevamos tantos años en paz, es gracias a tu buena gestión. ¿Cómo podría ser eso egoísta?
—Pensé que quizá era hora de dejar mi puesto para dedicarme completamente a la familia y que tú pudieras tener más tiempo para ti.
—Ya tengo todo el tiempo que necesito.
Jimin apoyó la cabeza sobre su hombro y cerró los ojos. Yoongi olía al gel de baño que había hecho Junggi con flores y hierbas. Era un aroma muy fresco, que transmitía una sensación de calma y bienestar.
—¿Va a venir alguien más?
—No, esta era mi última clase por hoy.
—Entonces me puedes dar una clase a mí, ¿verdad?— Jimin sonrió con esa picardía que tanto le gustaba a su marido —Quiero aprender a tocar una pieza sensual.
Yoongi no podía negarle nada y menos aún cuando se ponía coqueto. Jimin ya contaba con una base, pero le encantaba actuar como si no supiera tocar para disfrutar de su faceta de profesor de piano al completo.
Cuando Yoongi comenzó a proponerle algunas piezas, se oyó un fuerte portazo desde la entrada. Segundos después, unos pasos por el pasillo, golpecitos en la escalera y otro portazo en el piso de arriba.
—¿Yeji?
—Yeji.
La pareja conocía bien las pisadas de todos sus hijos. Yoongi y Jimin dejaron la clase de piano para otro momento y subieron al dormitorio de la muchacha, donde la encontraron tumbada sobre la cama, con la cabeza cubierta por una manta.
—Cariño, ¿qué sucede?
Yeji se puso a llorar en cuanto oyó la pregunta de Jimin. La pareja tomó asiento sobre la cama y aunque estaban preocupados por ella, Yoongi optó por acariciarle suavemente la espalda para que no se sintiera atosigada. Ese pequeño, pero importante gesto, impulsó a la muchacha a buscar consuelo entre sus brazos.
—¿Qué ocurre, minina?
Yeji volvió a guardar silencio, esta vez ante la pregunta de Yoongi. Las caricias de Jimin y la paciencia de ambos ayudaron a que el llanto disminuyera y hallara confianza para abrirse con ellos.
—Me siento avergonzada— dijo con los ojos cerrados, sin separarse del pecho de Yoongi —Me siento muy avergonzada...
—Puedes contarnos lo que ha pasado— la calmó Yoongi tras darle un beso en la cabeza —Papá y yo no te vamos a juzgar.
—Yiyi, tesoro, appa tiene razón. Estamos aquí para protegerte.
Yeji sabía que podía contar con sus padres. Los dos eran personas maravillosas y aunque se sentía avergonzada, necesitaba compartirlo con ellos.
—Hoy le he dicho... Le he dicho a alguien que me gusta y me ha rechazado...
Yoongi y Jimin sintieron que se les caía un peso de encima. Se habían temido algo peor, pero claro, para una muchacha que estaba cerca de cumplir los quince años, que alguien la rechazara era motivo suficiente para querer desaparecer de la faz de la tierra.
—¿Se ha burlado de ti?
—No, papá... Ella no... Me ha dicho que podemos ser amigas...
—¿Y por qué te sientes avergonzada?— continuó Jimin con mucho tacto —Le has confesado tus sentimientos, no ha salido como querías, pero has sido muy valiente en abrirle tu corazón.
—Porque sus amigas se han reído de mí... Me han dicho que soy idiota por creer que alguien como yo tendría posibilidades con una chica como ella...
—Si quieres, le puedo decir a tu tío que se las lleve a la península y las abandone allí a lo Hansel y Gretel.
Yeji sonrió por la sugerencia. Yoongi no iba a hacer algo así, pero el comentario hizo que se sintiera mejor.
—Cielo, mírame.
La muchacha se apartó de Yoongi y miró a Jimin a los ojos.
—No dejes que las palabras de esas niñatas determinen cómo te ves a ti misma. Eres una persona inteligente, empática y hermosa, y si esa chica no quiere salir contigo, otra seguro que querrá.
—Papá tiene razón, hay muchos peces en el océano, no te conformes con un pez borrón cuando puedes tener un pez mandarín.
Yeji sonrió otra vez, justo lo que buscaba Yoongi. Su hija amaba a los animales, por eso solía hacer referencias de ese estilo, para sacarle una sonrisa.
—Os quiero mucho— Yeji los abrazó a ambos —Gracias por no enfadaros conmigo. Sé que soy muy joven, pero no he podido evitarlo... Esa chica me gustaba de verdad...
—Nena, es normal que tengas esa clase de sentimientos. Solo recuerda que tienes toda la vida por delante. Si una chica te falla, no es el fin del mundo. Como dice appa, hay muchos peces en el mar.
—Incluso podrías esperar hasta los treinta para estar bien segura de que es amor.
—Appa.
—Yoon.
—Solo era una sugerencia.
Aunque Yeji seguía triste, hablar con ellos le había quitado un peso de encima.
—Le estaba dando una clase de piano a tu padre. ¿Quieres unirte a nosotros?
—Me cambio y bajo enseguida.
Yoongi y Jimin la dejaron a solas para que tuviera intimidad. Yeji se quitó el vestido que le había regalado Momo en su último cumpleaños y se colocó delante del espejo en ropa interior. Era una chica de estatura mediana, constitución delgada, frente pequeña y ojos rasgados y oscuros. Sus labios tenían un grosor similar a los de Yoongi, y además compartían el mismo tono de piel.
A Yeji le gustaba vestir pantalones, a veces incluso faldas, pero odiaba los vestidos. Tampoco le agradaba el color rosa ni llevar el pelo largo. En realidad no tenía nada en contra del estilo girly, así vestía Sohee y le favorecía mucho. El problema se debía a que había cambiado su forma de vestir, de un estilo grunge a uno más femenino, solo para impresionar a una chica.
Yeji se puso unos vaqueros cortos y una camiseta negra mientras se prometía a sí misma, no volver a interpretar un papel para agradar a otra persona.
—Me encanta la botánica, amo bailar, practicar esgrima y adoro a los animales— dijo sin quitar la mirada del espejo —No necesito cambiar por otras personas. No necesito adaptarme a los gustos de los demás. Algún día estaré con una chica que me quiera por quien soy en realidad.
A los veinte minutos, Jimin comenzó a impacientarse y a caminar de un lado a otro, mientras Yoongi seguía tocando el piano.
—¿Tanto tiempo necesita para cambiarse?
—Es una adolescente, Jiminie.
—Espero que lo que le han dicho esas brujas no afecte a nuestra niña.
—No te preocupes, Yiyi es muy fuerte.
Jimin lo miró de arriba abajo.
—¿Estás contento?
—¿Por qué lo dices?
—Porque estás tocando Rondo Alla Turca con una sonrisa de oreja a oreja. Si sigues deseando que todos nuestros hijos sean de tu barrio, no nos van a dar ni un solo nieto.
—Pueden adoptar.
—Piidin idiptir.
Yoongi se echó a reír.
—Venga, ya intuíamos que Yeji podría ser lesbiana— el mayor se limpió las gafas y se las volvió a poner —¿Realmente te ha tomado por sorpresa?
—Claro que no— Jimin se sentó a su lado enfurruñado —Solo me saca de quicio que tengas razón.
—Eres un envidioso, Min Jimin.
—Enséñame a tocar la Marcha fúnebre de Chopin, tengo que enterrar al nieto que nunca tendré.
—¿Cómo puedes ser tan jodidamente dramático?
—Porque estudié danza contemporánea— se encogió de hombros —Quería interpretar a un personaje dramático y mira por donde, terminé siendo uno de los protagonistas del fin del mundo. ¿Qué hay más dramático que eso?
Yoongi intentó besarlo, pero su esposo lo apartó entre risas. Entonces lo agarró de las mejillas y lo besuqueó por todo el rostro.
—Me encanta que seas tan jodidamente dramático.
Yeji se topó con una escena bastante habitual cuando entró en la sala de música y los vio besándose. Sus padres nunca escondían su amor, se querían mucho y a ella le encantaba que estuvieran tan enamorados.
Jimin la vio de reojo y apartó el rostro de Yoongi del suyo.
—¡Pero si te has cortado el pelo!
Yeji se lo había dejado crecer por esa chica. Creía que así se vería más hermosa, aunque ya era de por sí una muchacha muy guapa. Tras mirarse en el espejo, decidió pasarse las tijeras por el pelo y volver a una melena corta, como más le gustaba.
—¿Qué os parece?
—Es muy tú, hija mía— Yoongi sonrió al verla tan feliz —El corte te queda precioso.
—Sí, estás muy guapa.
Yeji se sentó sobre el regazo de Jimin y lo primero que hizo su padre fue revisarle el cabello para ver si necesitaba retocarle alguna parte. Yoongi, en cambio, comenzó a tocar una pieza alegre que animó inmediatamente a su hija.
Yeji había mostrado interés por la música desde muy pequeña, aunque no seguía las clases de piano como lo hacía su hermano. Para Junggi, tocar era parte de su vida, se lo tomaba muy en serio, mientras que Yeji lo veía como un pasatiempo. Con el baile, sin embargo, sucedía justo lo contrario. Junggi lo practicaba como una afición más y su hermana le ponía tal dedicación, que Jimin creía que en otras circunstancias podría haber sido bailarina.
El único que de momento no mostraba ningún interés por la música o la danza era el pequeño Seokjin. Sus aficiones se basaban en hacer manualidades, crear historias, soñar despierto y aprender todo lo relacionado con las espadas.
El rato que Yeji pasó con sus padres, anuló todos los sentimientos negativos que había sentido ese día. Media hora después, sonó el timbre de la puerta y Yoongi fue a ver quien era.
—Buenas tardes, tío Yoonie.
En cuanto Yeji oyó la voz de su prima, se levantó para recibirla, pero Sohee se adelantó y pegó un grito muy fuerte cuando la vio en la sala de música.
—¡Tu pelo!
—¿Te gusta?
—¡Dios mío, estás preciosa!— vociferó muy emocionada —Espera, el cambio de look significa que te ha ido mal, ¿verdad?
—Me ha rechazado.
—¡¿Quién se cree que es esa pedazo de burra?! ¡Mañana le meteré un sapo en la sopa!— cuando Sohee vio a Jimin detrás de su prima, cambió inmediatamente de actitud —Buenas tardes, tío Minnie— lo saludó con la vocecita más dulce del mundo —¿Cómo estás?
—Con que un sapo, eh— Jimin pellizcó la mejilla de Sohee suavemente —¿Te quedas a cenar?
—Será un placer— respondió con mucho encanto, haciendo reír a Jimin antes de salir de la sala —Mira, unnie, por eso te dije que esa no está a tu altura. Mi appa siempre dice, dime con quién andas y te diré quién eres, y si la tipa se rodea de mierda, es lógico que huela a caca.
—Mi pequeña Sui siempre tiene razón.
Sohee se dejó estrechar entre los brazos de su prima. A diferencia de Junggi y Taeju, que medían lo mismo, ella era más bajita que Yeji, y cuando la abrazaba, la solía besar en la cabeza, un gesto que ponía muy feliz a la menor.
El día que Yeji le confesó que le gustaban las chicas, Sohee frunció el ceño, se quedó pensativa y después de un breve instante respondió algo que jamás olvidaría.
—Sí, bueno, pero yo sigo siendo la número uno, ¿vale?
Sohee adoraba a Yeji y Yeji adoraba a Sohee. Aunque eran primas, las muchachas se trataban como hermanas. Quizá se debía, en parte, a que eran las únicas chicas en una familia repleta de hombres, pero lo cierto era, que había surgido una conexión entre ellas desde el día de su primer encuentro.
Aunque Sohee era dos años menor, Yeji lo compartía todo con ella. Por norma general, ambas eran las primeras en enterarse de sus planes, sueños, secretos o experiencias.
Yoongi y Jimin podían oír sus risas desde la cocina. Cada vez que estaban juntas, la casa se llenaba de una alegría contagiosa. Las muchachas corrieron escaleras arriba para llegar a la habitación de Yeji y seguir con su charla en un sitio más privado.
Entre tanto, Jimin metió la mermelada de frambuesas en un pequeño tarro y le dio un poco de probar a su marido.
—Mmm... Delicioso.
—¿Mucho o poco?
—Haces la mejor mermelada de la isla con diferencia.
Cuando Jimin iba a besarlo, se escuchó un grito muy agudo. La pareja salió de la cocina a toda velocidad y mientras subían por las escaleras, aterrados por lo que pudiera estar ocurriendo en el piso de arriba, se oía el llanto de las niñas con claridad.
Yoongi se puso instintivamente delante de ellas para protegerlas y tanto Yeji como Sohee se agarraron inmediatamente de él. Una vez vio que las chicas estaban a salvo, Jimin irrumpió en la habitación de su hija para comprobar que sucedía.
Acurrucada sobre la cama de Yeji, junto al peluche favorito de Mellie, Jimin halló el cuerpo sin vida de Neysa. La gatita había fallecido esa tarde de verano mientras dormía.
Menos mal que por la adolescencia solo se pasa una vez. ¿Creéis que Jungkook ya sabe lo que hay entre Junggi y Taeju? 👀 ¿A quién os recuerdan Yeji y Sohee? De verdad que me siento muy afortunada de poder mostraros un poquito más sobre la vida familiar del clan Min. Los chiquillos tienen mucha suerte de tener al Yoonmin y al Taekook como padres. 🥺
Hoy le tenemos que decir adiós a nuestra pequeña Neysa. Aunque en realidad ya no era tan pequeña, tenía quince años. Por suerte, no ha sufrido y se ha ido en paz. No todos logran partir así. Espero que su personaje os haya gustado. 💜
En este capítulo he querido hacerle un pequeño homenaje a Érase una vez, un amante hechizado, una de mis historias favoritas de esta plataforma, pero que además, me ha ayudado a lidiar con los bloqueos que he tenido últimamente. Gracias por crearla, SantoDiavolo, es una joyita. Te adoro.💜
El otro libro que se llevó Taeju de la biblioteca, como curiosidad, es una historia que lleva rondando mi mente desde hace dos o tres años. Tengo toda la trama pensada; el inicio, el final, los diálogos, los personajes, sus personalidades, el desarrollo... No sé, quizá algún día llegue a escribirla. 🤔
Espero que hayáis tenido una buena semana. Yo sigo disfrutando mucho de Vibe. ¿Qué os ha parecido? Amo mucho la voz de Jiminie. Gracias por acompañarme un día más. El próximo capítulo desvelará cositas... No os lo perdáis. 😘
Aquí os dejo la música del capítulo. Marcha Nupcial, Rondo Alla Turca y Marcha Fúnebre.
https://youtu.be/5Oc9Fl_siiU
https://youtu.be/aeEmGvm7kDk
https://youtu.be/7-9wXQpzESo
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