111
Hyungsik no se movió cuando se abrió la puerta. Estaba tirado en el suelo, con los ojos cerrados y por un breve instante, Taehyung pensó que había muerto. La duda se disipó en cuanto cerró la puerta y el hombre se llevó las manos al rostro.
Para Jungkook, que veía a Hyungsik con frecuencia, el aspecto de su prisionero no le dijo demasiado, pero para Taehyung, que lo veía por primera vez en muchos años, la impresión fue muy diferente.
Hyungsik parecía un cadáver. Estaba extremadamente delgado, sobre todo de rostro y manos, y se le había caído gran parte del pelo. Su piel lucía inflamada y enrojecida, aparte tenía un tono extraño, como amarillento. Podría deberse al aislamiento, a la falta de luz solar o a la escasa alimentación, pero Taehyung sabía que estaba lidiando con una enfermedad.
Hyungsik no se destapó la cara hasta que notó que se volvía a encender una tenue luz en el techo.
—¿Cómo...?— balbuceó cuando vio a Taehyung —¿Estás vivo?— Hyungsik lo miró de arriba abajo. Era el hermano de Yoongi, no cabía duda, solo estaba algo más mayor. Vestía ropa larga y negra, igual que Jungkook, aunque su cabello parecía algo más largo que el de su marido.
Lo que más extrañó a Taehyung fue la carcajada que se le escapó de los labios. ¿Se había vuelto completamente loco? Físicamente parecía un hombre distinto, pero incluso estando tan desmejorado, no podía olvidar todo el dolor que había causado.
—Ha pasado más de una década, Taehyung.
—Han pasado trece años.
—¿Solo?— soltó entre risas, como si fuera un chiste —Siento que llevo aquí toda mi vida.
Taehyung apartó la mirada cuando detectó varias heridas en sus pies. Eran úlceras, ampollas y manchas negras que parecían muy dolorosas. Minho creía que tenía fascitis necrosante porque conocía a alguien que la había padecido en el pasado y sus síntomas eran muy similares. No obstante, muchas infecciones se le parecían en una etapa temprana, por lo que no podían estar seguros sin hacerle una biopsia.
A pesar de que se trataba de una enfermedad muy grave, las personas con fascitis necrosante rara vez se la transmitían a otras personas. Aun así, Taehyung y Jungkook se pusieron guantes y mascarillas por si las moscas.
—Jungkook no te ha mencionado ni una vez en trece años. Jimin tampoco lo hizo cuando me visitó. Pensé que eras comida para gusanos, pero ya veo que no.
—¿Decepcionado?
Hyungsik sonrió. Lo estaba, aunque no iba a decírselo.
—¿A qué debo el placer? No suelo recibir muchas visitas.
Jungkook metió la llave en la cerradura para abrir la puerta y acceder a él. A pesar de las mascarillas, el hedor a podrido era insoportable.
—¿Cómo está Yoongi? ¿Tu hermano sigue vivo? Hace tanto que no lo veo que ya ni recuerdo su voz.
Taehyung no contestó.
—¿Sigue casado?— insistió ante su silencio —No, ¿verdad? ¿Cómo ha sido el divorcio? Le ha sido infiel a Jimin, ¿cierto? Sí, siempre es eso. La monotonía mata las relaciones, por eso solo se casan los necios.
Aunque Taehyung deseó hacerle saber que su hermano era muy feliz con Jimin, decidió tragarse las ganas para dejarlo con la duda, al menos durante un rato más.
—¿No vais a hablar conmigo? ¿Entonces para qué habéis venido?— su sonrisa se torció cuando vio a Jungkook con una capucha en la mano —¿Para qué es eso?
Jungkook le podría haber dado varias explicaciones, como por ejemplo que era una medida para proteger sus ojos del sol, pero en lugar de calmar su inquietud se la puso por la fuerza. Hyungsik comenzó a gritar, aunque no pudo resistirse ante la fuerza del maknae. Estaba muy débil y le dolían los huesos, especialmente los de las piernas.
Ver cómo trataba de defenderse generó sentimientos encontrados en Taehyung. Y era extraño porque odiaba a Hyungsik, a pesar del tiempo que había pasado, lo seguía aborreciendo. Aun así, se sintió contrariado. El hombre a quien tanto despreciaba se había convertido en un ser tan patético e insignificante, que ni siquiera merecía la pena guardarle rencor.
Jungkook lo agarró del cuello y lo sacó al exterior. Hyungsik notó que hacía calor, pero no era un calor muy fuerte, por lo que asumió que estarían entre mayo y junio. Después de unos años había dejado de marcar los días en la pared, por eso desconocía en que estación se encontraban.
Aunque le habían puesto una capucha, Hyungsik cerró los ojos con fuerza. Le daba miedo quedarse ciego y quizá era un miedo irracional, pero tenía la sensación de que si los abría, iba a perder la vista.
—¿A dónde me lleváis?— preguntó muy angustiado —¿Me vais a desterrar? ¿Qué pretendéis hacer conmigo?
Cuando Hyungsik comenzó a resistirse, Taehyung quiso ayudar a su esposo, pero Jungkook lo arrastró por la fuerza y no permitió que lo tocara. No quería que su marido tuviera contacto físico con el hombre que tanto lo dañó.
Solo tardaron unos minutos en llevarlo al lugar que habían acordado. Hyungsik no dejó de resistirse y de preguntar qué sucedía. Estaba tan asustado que incluso le suplicó a Taehyung porque sabía que era mucho más compasivo que Jungkook.
Y aunque era cierto, Taehyung no podía olvidar el horror que había traído a la isla. Era muy fácil para él suplicar por compasión cuando el afectado era él mismo, ¿pero qué compasión había mostrado con Mellie? ¿Qué compasión había tenido con el niño que descuartizó y dejó en la cama de Junggi? Sus víctimas no se limitaban únicamente a los fallecidos, muchas personas del pueblo seguían lidiando con el trauma de lo que había sucedido trece años atrás.
Taehyung era compasivo, pero no con un hombre que pedía misericordia cuando ni siquiera se había disculpado por sus actos. ¿Dónde estaba el arrepentimiento? ¿Dónde estaba la culpa por las vidas que había destrozado?
Hyungsik no se arrepentía y ese hecho enervaba mucho a Taehyung. Jungkook, en cambio, había asumido diez años atrás que no cambiaría. Daba igual por cuantas penurias tuviera que pasar, seguía convencido de que había obrado bien y por eso, no le tenía ninguna lástima.
Cuando Jungkook se detuvo, Hyungsik sintió el corazón bombeando a mil por hora. Unos segundos después recibió un golpe que lo obligó a caer de rodillas. Sus huesos estaban en tan mal estado que el contacto con el suelo le dolió una barbaridad.
—¿Por qué haces esto...?
Jungkook le quitó la capucha bruscamente y Hyungsik se resistió a abrir los ojos. No tenía la sensación de que fuera un día soleado porque no sentía la claridad, pero el miedo a quedarse ciego no le permitía arriesgarse.
—¿No querías ver a mi hermano?
Las palabras de Taehyung lo cambiaron todo. Hacía años que su corazón no sentía una emoción tan fuerte como la que le provocó esa simple pregunta. Hyungsik titubeó durante varios segundos, pero las ganas de volver a ver a Yoongi eran más grandes que sus miedos.
Hyungsik comenzó a abrir los ojos lentamente y notó que la tarde estaba muy nublada. La densidad de los árboles no dejaba pasar la poca claridad que había, lo que le permitió ver aunque con dificultad.
Yoongi estaba a unos pocos metros de él, vestido igual que los demás. Su cabello era corto y llevaba unas gafas de metal de una estética minimalista y sofisticada. Tenía una mano dentro del bolsillo y parecía mucho más maduro, incluso más seguro de sí mismo. ¿Cuántos años tendría? Si habían pasado trece años y estaban en primavera, entonces ya habría cumplido los cuarenta y uno.
Sus sentimientos fueron de lo más contradictorios. Odiaba a Yoongi, pero también lo amaba. No podía renunciar a su obsesión por él, ni siquiera después de haber sufrido un auténtico infierno por su culpa.
Min Yoongi era el responsable de su miseria y aun así, no deseaba hacerle daño. Quería castigar al hombre que estaba a su lado; el que también vestía de negro, pero lucía un corte de pelo más largo. Hyungsik estaba convencido de que Jimin lo manipulaba para hacerlo sufrir. Él era el verdadero culpable de su situación, aunque no era el único.
La otra manzana podrida también estaba presente. Durante años lo había creído muerto y por esa razón solo había fantaseado con matar a Jimin. Incluso con Jungkook tenía sueños muy macabros, aunque los más sangrientos siempre estaban reservados para el marido de Yoongi.
—Ha pasado mucho tiempo, Yoongi.
Jimin cogió la mano de su pareja deliberadamente, lo que irritó mucho a Hyungsik. Y a pesar del gesto, lo que mayor molestia le causó fue la indiferencia de Yoongi. Lo miraba como si no existiera, como si fuera una mera mota de polvo sobre una vieja encimera.
—Es por él, ¿verdad? No has venido a verme porque él no te deja.
Jimin desvió la mirada hacia su mejor amigo, que se encontraba a la derecha de Hyungsik mientras Jungkook estaba a su izquierda. Taehyung movió el dedo índice cerca de la sien, dando a entender que estaba como una cabra.
—¡Él te miente, Yoongi! ¡Él te está manipulando!
—Nunca has tenido muchas luces, pero las pocas que te quedaban, se han debido fundir en prisión por lo que veo— soltó Taehyung tras bajarse la mascarilla —Jimin no tiene nada que ver con tu situación, ha sido mi hermano el que ha ordenado encerrarte y tratarte como la escoria que eres.
—¡Mentira! ¡Es culpa de Jimin!
—¡Maníaco de los cojones!— Taehyung le metió una patada en el costado —¡Solo salen células muertas de tu boca!
—¡Puedes pegarme todo lo que quieras, pero no me voy a callar!— gritó encogido de dolor —¡Yoongi, tienes que saberlo! ¡Esta gente te está utilizando, se están aprovechando de ti! ¿No lo ves? ¡Tú no eres así!
A Jimin le surgió una duda tras presenciar esa escena. ¿Había distorsionado la realidad hasta tal punto que se creía sus propias mentiras o estaba intentando manipular a Yoongi? Trece años en cautiverio no pasaban sin dejar daños psicológicos, pero Jimin no tenía claro si era fingido o real.
—Nunca he conocido a alguien tan desequilibrado como tú y mira que me ha criado Park Jongsuk— dijo Jungkook molesto por su conducta —Muestra un poco de dignidad, anda, que das pena ajena.
—¿Qué dignidad va a mostrar este? Me atacó por la espalda, atacó a tu hermano por la espalda y encima usó a mi sobrino como rehén— Taehyung lo volvió a patear por lo que le hizo a Junggi —Alguien tan miserable, ruin, vil y mezquino no sabe lo que es la dignidad.
A Hyungsik no le dolía el desprecio de Taehyung y Jungkook, lo que no soportaba era el silencio de Yoongi. Su mirada era fría e inexpresiva, como si le diera igual lo que hicieran con él.
Jimin le dijo algo al oído que Hyungsik no pudo oír y la respuesta de Yoongi fue besar a su esposo en la boca. Ese fue el único momento en el que la expresión de Yoongi se suavizó. Cuando lo volvió a mirar a él, regresó la indiferencia.
—JK.
Lo que aconteció tras pronunciar el nombre de su cuñado pasó muy rápido. Jungkook noqueó a Hyungsik de un solo golpe y aunque no perdió el conocimiento, no fue realmente consciente de lo que sucedió a su alrededor. Lo único que percibió fue cómo lo cargaron hasta otro sitio, pero las imágenes que veía resultaban algo distorsionadas. También fue consciente de la presencia de Yoongi, que lo observaba desde lo alto mientras Jimin, Taehyung y Jungkook lo metían en un extraño lugar.
Hyungsik empezó a entender cuando Jimin y Jungkook lo taparon con una tapa de madera. No era un cajón, era un ataúd y lo habían encerrado a varios metros bajo tierra. Aterrado comenzó a golpear la tapa, pero Taehyung la estaba sujetando y no podía moverla. El miedo se desató incluso más con el sonido de un martillo.
—¡No me hagas esto! ¡Yoongi, sácame de aquí! ¡Te juro que me arrepiento de todo lo que te hice, te juro que lamento todo el daño que te causé! ¡Tú no eres así, Yoongi! ¡Tú no eres así!
—Siempre me ha parecido un acto egoísta, el de las personas como tú, que suplican por perdón cuando saben que van a morir. No es un perdón genuino o sincero, solo tratáis de limpiar vuestra conciencia porque le teméis a lo que pueda haber al otro lado.
Hyungsik se quedó quieto cuando oyó la voz de Yoongi.
—Yoongi, por favor... Tú no eres así... Tú eres de los buenos, ¿verdad? Los buenos no entierran a gente viva...
—¿Los buenos?
—Sí, sí, tú eres de los buenos, yo soy de los malos y merezco un castigo— insistió desesperado —Déjame volver a mi celda. Deja que regrese y que siga pagando por lo que hice.
—Han pasado trece años y tu deuda sigue sin saldar, pero sé que te estás muriendo y no voy a permitir que tu enfermedad te proporcione una muerte plácida. Alguien como tú merece sufrir hasta el último aliento.
—¡Pero Yoongi...!
—No soy de los buenos. Solo soy un superviviente.
En su voz percibió un desprecio tan grande por él que daba igual lo que dijera, lo iba a enterrar vivo. Por eso empleó todas sus fuerzas en golpear la madera con pies y manos, necesitaba salir de allí lo antes posible, pero Jungkook había fijado los clavos y la tapa no se movía ni un centímetro.
Yoongi podía escuchar sus gritos claramente, incluso se podía imaginar sus manos ensangrentadas tratando de hallar un camino a la salvación. Pero era en vano. No iba a escapar a su destino.
—Yoon.
Yoongi le dio el visto bueno y Jimin fue el primero en tirar tierra sobre el ataúd. La histeria se apoderó de Hyungsik cuando sintió el impacto. Taehyung y Jungkook cogieron una pala cada uno y se unieron a Jimin mientras Yoongi lo oía morir.
Había asistido a terapia durante muchos años e incluso a día de hoy, todavía hablaba con su terapeuta cuando sentía la necesidad. Y ahora, en ese mismo instante, el causante de todos sus males estaba a punto de morir.
Yoongi recogió la última pala del suelo con sentimientos encontrados. ¿Le pondría esto fin a todo? No lo sabía, pero se lo debía a Hoseok, a Mellie, a Yuuma y a todas sus víctimas.
Hyungsik no dejó de gritar en ningún momento, incluso cuando sus gritos ya no llegaron a la superficie continuó gritando y golpeando el ataúd. Y allí, en una parte del bosque que nadie solía frecuentar, sufrió de una muerte lenta y tormentosa.
—¿Estás bien?
—Muy bien— Yoongi besó la mejilla de Jimin y después miró a Taehyung y a Jungkook —Ahora lo estoy de verdad.
El abrazo grupal que le dieron a Yoongi le hizo sentir muy querido. Después de tanto tiempo, su conciencia estaba en paz. No había culpa en él y tampoco recordaba su adolescencia con malestar. Hyungsik había sido una parte de su vida, pero no su vida entera y afortunadamente, su veneno ya no tenía ningún efecto sobre él.
—Tenemos que volver a casa— le dijo Taehyung a su hermano —Los niños van a llegar pronto y tengo que preparar la cena.
—Gracias por vuestro apoyo.
—Gracias a ti— Jungkook le apretó el hombro —Has hecho lo que debías, hyung.
Yoongi y Jimin se despidieron de ellos y la pareja tomó el camino más corto hacia su hogar.
—¿Te vas a poner a cocinar después de asesinar a un hombre?
—¿Es que voy a dejar de comer por ese gilipollas?— Taehyung se agarró del brazo de su chico —Voy a preparar un banquete para celebrarlo.
—Te amo.
—Yo más, cachorrito— el mayor le bajó la mascarilla y lo besó en la boca —Por cierto, la próxima vez que vayamos a la península nos llevamos el cuerpo de ese malnacido. No quiero que descanse en la isla que trató de destruir.
—Me has leído el pensamiento.
Jimin vio como se volvían a besar y sonrió. Los años pasaban, pero el amor que se tenían Taehyung y Jungkook seguía siendo igual de puro.
—Tú también deberías volver a casa, Jiminie.
—¿Sin ti?
—Quiero hacerles una visita, ya sabes— Yoongi depositó un beso sobre su frente y otro sobre sus labios —No tardaré en volver a casa.
Aunque no quería dejarlo solo, Jimin aceptó su decisión y se apresuró para alcanzar a Taehyung y Jungkook.
Yoongi se sentó sobre la tumba de su agresor y aguardó durante varios minutos, mientras debajo de él, la desesperación terminaba por consumir a Hyungsik.
—¿Qué se debe sentir al ser enterrado vivo?— Yoongi cerró los ojos. En esa zona de la isla ni siquiera se oían los cánticos de los pájaros —Seguro que nunca has sentido tanto miedo, ¿verdad?
El olor del océano le llegó a través de una suave brisa y Yoongi volvió a abrir los ojos.
—Aquí se separan nuestros caminos, Park Hyungsik. Espero que allá donde vayas, nunca halles la paz.
Yoongi se alejó con una profunda sensación de libertad. Lo primero que hizo tras salir del bosque fue visitar el cementerio y dejar flores en la placa conmemorativa que habían hecho para los caídos de Inyeon, donde también estaba tallado el nombre de Jung Hoseok.
Los primeros años iba mucho, sobre todo a pedirles perdón, pero después de un tiempo comprendió que la mejor forma de honrar sus memorias era recordándolos. No iba a permitir que cayeran en el olvido y por eso, Yoongi compuso una pieza de piano para cada persona que había perdido la vida.
Incluso para Yuuma creó una pieza muy alegre que llamó bello amanecer. La de Hoseok tenía el título de brisa de esperanza y la de Mellie, sonata de ángel.
Yoongi las solía tocar para las familias de las víctimas cuando se lo pedían. Y la gente del pueblo le estaba muy agradecida por traer, a través de la música, un poco de paz a sus vidas.
Cuando regresó a casa, encontró a su marido haciendo la cena mientras Yeji y Jjin ponían la mesa. Por un momento se quedó observando a sus hijos. Habían crecido tanto que tenía la sensación de que el tiempo había pasado volando.
—¡Appa, Jjin se ha burlado de mi pelo!— se quejó Yeji en cuanto lo vio —¡Me ha llamado espantapájaros!
—¡Y ella me ha llamado champiñón!
—¡Porque eres un tapón!
—¡Y tú eres fea!
—Oye, tienes que respetar a tu hermana mayor— Yoongi se dirigió primero al pequeño, que tenía once años —Sabes que Yeji no es fea y que tiene un cabello precioso.
Jjin se limitó a protestar con un enorme puchero.
—Min Seokjin.
—Noona no es fea...
—No, no lo es y lo mismo va para ti, Yeji— Yoongi se dirigió a la niña —Tienes casi quince años, ya eres mayorcita como para saber que debes cuidar de tu hermano menor y no meterte con él.
—Pero si solo lo he llamado champiñón...
—Está creciendo, eso es todo. Y ahora discúlpate con él— le pidió, y aunque la niña lo miró con cara de no pienso disculparme, esto es injusto, no replicó y se disculpó con su hermano —Ahora te toca a ti. Pídele perdón a tu hermana.
Jimin se secó las manos con un trapo mientras veía como el niño se disculpaba a regañadientes. Cuando hicieron las paces, Yeji y Jjin salieron de la cocina a empujones.
—Se van a volver a insultar en cinco segundos.
—Pues los volveré a regañar en diez— Yoongi lo besó en la boca —Cuando eran más pequeños había mucha más paz en esta casa. Vaya, no puedo creer que haya soltado semejante topicazo.
Jimin se rió y Yoongi levantó la tapa de la cazuela. El estofado de su esposo era uno de sus platos favoritos y el olor ya le había abierto el apetito.
—Amor, ¿puedes ir a hablar con Junggi? Desde que he vuelto a casa está tocando la misma pieza.
—¿La Campanella?
—Sí.
Yoongi sabía que solía tocar esa pieza cuando tenía algún problema. Mientras Jimin terminaba de preparar la cena, él se acercó a la sala de música a hablar con su primogénito.
El sonido de La Campanella se podía escuchar desde el pasillo, pero cuando entró en la sala se le estrujó el corazón. Con cada paso que dio hacia su hijo sintió como se le erizaba el vello. Era una de las piezas más majestuosas que existían, pero también de las más difíciles de tocar.
La ejecución de Junggi lo dejó asombrado y eso que ya se la había visto tocar anteriormente. No obstante, ese día parecía diferente. Los saltos con ambas manos, que sucedían varias veces y a un ritmo frenético, los ejecutaba con tanta naturalidad que parecía que la llevara tocando treinta años.
Pero, entonces, cuando se estaba acercando al punto final, Junggi dio un puñetazo sobre las teclas que sobresaltó a Yoongi. En ese momento fue cuando notó que su padre estaba a su lado.
—Siento que hayas tenido que escuchar este desastre...
—Hijo, nunca antes la habías tocado con tanto sentimiento.
—El sentimiento no importa cuando no hay perfección...
Yoongi le tocó la cabeza y notó que tenía el pelo húmedo. ¿Cuánto tiempo llevaba tocando?
—Sabes tan bien como yo que la ejecución ha sido impecable. ¿Qué es lo que te atormenta?
Junggi no se lo dijo, pero el silencio le confirmó que había algo más.
—Sabes que puedes confiar en tu viejo, ¿verdad?
—Lo sé, appa... Es solo que...
Yoongi volvió a esperar, pero Junggi no se pronunció.
—Es hora de cenar, seguro que tienes hambre.
Junggi agradeció que no insistiera. Después de lavarse la cara y las manos, se unió a su familia que lo estaban esperando para cenar. El enfado de Yeji y Jjin había quedado en el olvido cuando se sentó a la mesa.
—¿Tienes hambre?— Jimin le sirvió un poco más que a los demás —Tienes que acabarte todo, últimamente comes como un pollito.
—Pero así es como me has llamado siempre, papá.
—Que te llame pollito no quiere decir que debas comer como uno.
Junggi no tenía mucho apetito, pero por el bien de su padre decidió acabarse todo lo que le había servido.
—Hyung, ¿cuándo va a venir Taeju hyung?— preguntó Jjin con la cuchara en la boca —Hace días que no viene a casa y quiero que vea la espada de madera que he hecho.
—Ahora que lo dices...— Jimin miró a Junggi —¿Os habéis peleado?
—No.
—¿Y por qué no viene hyung?— insistió Jjin —Lo echo mucho de menos.
—Estará celoso porque Junggi oppa tiene novia— se le escapó a Yeji.
Yoongi dejó caer la cuchara sobre el plato y los niños se asustaron por el ruido que hizo el metal.
—¿Es cierto que tienes novia?
La voz de Yoongi sonó tan seria que Yeji y Jjin se pusieron a comer con la mirada en el plato.
—Sí, la tengo.
Por la expresión de Yoongi, Jimin tuvo la certeza de que la respuesta le había sentado peor que una patada en el riñón.
—Papá, ¿podemos cenar en la habitación? Es que tenemos deberes...
Jimin asintió a la pregunta de Yeji y la muchacha se llevó a Jjin, aunque el pequeño no quería retirarse justo cuando la conversación se había puesto interesante.
—Sé que tienes dieciséis años y que ya estás en una edad en la que es normal que te interesen otras personas, pero...
—Appa— Junggi lo interrumpió en un tono amigable —Sé que estás preocupado por la cantidad de embarazos que ha habido entre la gente de mi edad, pero también sabes que soy responsable, ¿verdad? No tengo ninguna intención de ser padre.
—Por muy responsable que seas, cuando tienes sexo sin protección, las probabilidades de dejar a una chica embarazada siempre son altas.
—Lo que appa trata de decir, es que aunque confiamos en ti, debes tener mucho cuidado. Como no disponemos de preservativos, los embarazos están sucediendo con más frecuencia y aunque pienses que a ti nunca te va a suceder, puede ocurrirte como a cualquier otra persona.
—No he tenido sexo, si eso es lo que os preocupa— Junggi se metió un trozo de carne en la boca —No somos como esas personas que se acuestan al primer día de relación.
Yoongi miró a Jimin y Jimin a Yoongi. Ellos eran esas personas.
—Aunque no me malinterpretéis, no hay nada de malo en...— Junggi notó las expresiones que pusieron y se río —No puede ser. ¿Os acostasteis tan rápido?
—Eran tiempos oscuros, no sabíamos si íbamos a sobrevivir y además le tenía muchas ganas a tu padre, ¿qué quieres que te diga?— Jimin se encogió de hombros —En nuestro caso esperar no tenía mucho sentido.
—En el tuyo, sin embargo, tiene todo el sentido del mundo— Yoongi le señaló el plato para que siguiera comiendo —Aquí no te va a pasar nada, no tienes que precipitarte. Puedes esperar todo el tiempo que sea necesario.
—Esperaré, lo prometo, pero contadme más sobre vuestra primera vez.
—¡¿Quieres comerte ya el estofado que tu padre te ha hecho con tanto amor?! Se va a enfriar con tanta cháchara.
Junggi se rió por la reacción de su padre. El sexo no era un tema tabú en su familia, de hecho se hablaba de él con bastante normalidad. Y aun así, a Yoongi le había dado vergüenza tocar el tema de su primera vez con Jimin.
—¿Es por eso por lo que ya no viene Taeju?— preguntó Jimin y la sonrisa de su hijo desapareció —¿No le cae bien tu novia?
—Solo hemos estado muy ocupados...
—Pero si tu primo siempre está danzando por aquí, da igual lo ocupados que estéis— comentó Yoongi —Lo raro es no encontrármelo cada vez que vuelvo a casa.
—¿Puedo terminar de cenar en mi cuarto? Quiero estudiar un poco si no os importa...
Yoongi le dio permiso y Junggi se retiró tras dar las gracias por la cena. Cuando Jimin lo vio salir de la cocina tuvo la impresión de que, lo que quisiera que estuviera pasando con su hijo, tenía algo que ver con Min Taeju.
—¿Por qué ha tenido que crecer tanto?— se lamentó Yoongi con la cuchara en la boca —Ojalá pudiéramos regresar a cuando tenía cinco años.
Jimin compartía sus sentimientos. Era precioso verlo crecer, pero también tenía una parte amarga. Aunque Junggi todavía era menor de edad, solo le faltaban dos años para ser legalmente un adulto. Habían bajado la mayoría de edad a dieciocho, dado que la esperanza de vida también había caído, y en el pueblo se discutía incluso reducirla a dieciséis.
La edad de consentimiento sexual también había sido modificada, de veinte a dieciocho años, aunque muchos adolescentes no esperaban tanto. Por eso era importante educar, porque prohibir solo generaba el resultado contrario.
—Yoon, deberíamos hablar con Yeji. Sé que recibe educación sexual, pero es mejor que tengamos una charla con ella por lo que pudiera llegar a pasar.
—Ojalá sea lesbiana...
—Yoongi.
—¿Qué?
—Da igual lo que sean nuestros hijos, los vamos a apoyar a todos por igual.
—Qué sí, que sí, pero ojalá que sea lesbiana.
Jimin puso los ojos en blanco. Aunque compartía su misma preocupación, como padres solo podían hablar con sus hijos, darles la información necesaria y confiar en que, llegados el momento, supieran proceder con responsabilidad.
El decimotercer cumpleaños de Sohee cayó entre semana y aunque la muchacha lo celebró con sus amigos, Taehyung y Jungkook le organizaron una fiesta el sábado por la tarde. Iba a ser algo íntimo, solo con la presencia de la familia de Yoongi, de Eunha y de Changwook.
Sohee fue el centro de atención y recibió muchos regalos. La hija menor de Taehyung y Jungkook se había convertido en una muchacha muy alegre, que bromeaba fácilmente con la gente y disfrutaba de las pequeñas cosas de la vida.
Era una joven muy querida por la comunidad, sobre todo por las personas de la tercera edad. A veces se reunía con ellos en un parque y les leía un libro o les hacía compañía, un comportamiento muy altruista del que sus padres se sentían especialmente orgullosos.
La muchacha también pasaba mucho tiempo con su prima. La personalidad de Yeji era muy similar a la de Yoongi, mientras que Sohee era la viva imagen de Taehyung. Y quizá por esa semejanza, Yoongi era el tío favorito de Sohee, y Taehyung el de Yeji.
El ambiente en casa de los Min era muy agradable. Aunque los niños corrían de aquí para allá, jugando, bailando y riendo, se respiraba una tranquilidad muy profunda. Quizá porque Junggi se había puesto a tocar el violín y la melodía contribuía a ese bienestar.
Taeju era el único que estaba de mal humor. Mientras su hermana pasaba un rato agradable con Yeji, Jjin, Hoseokie y Namie, él deambulaba por la casa como un espíritu errante. Junggi lo había visto pasar varias veces a su lado, pero su mejor amigo lo había ignorado.
Cuando Taeju fue a la cocina a por un vaso de agua, su padre estaba hablando con Jimin en un tono demasiado alto para su gusto.
—Le dije a Sohee que no se pusiera esa falda y se la ha puesto de todas formas.
—¿Por qué?
—¿Cómo que por qué?— Taehyung cerró la nevera de un portazo —¿No has visto lo arrugada que está? Van a pensar todos que soy un mal padre.
—Mal padre no, pero un poco dramático sí que eres.
—Dijo que la ropa arrugada está de moda— continuó, ignorando el comentario —¿Te lo puedes creer? Me siento más viejo que Gandalf.
Taeju salió de la cocina con un vaso de agua y por el pasillo se cruzó con Changwook y Sungjae.
—¿Habéis pensado en tener otro hijo?
—El embarazo de mi esposa fue muy complicado. La doctora Lee no cree que pueda tener otro bebé.
—Lo lamento...
—No te preocupes, al principio fue un shock, pero tenemos a Namie y la verdad es que no deseamos tener más hijos.
—Tienes un hijo maravilloso.
—Hoseokie también es un encanto.
Taeju continuó hacia el salón donde vio a Jungkook conversando con Eunha y a Yoongi con Wooshik. Las risas de los niños se escuchaban de fondo, por lo que asumió que habían salido todos a jugar al jardín.
Junggi seguía tocando el violín junto a la ventana y cuando notó que Taeju se había quedado cerca de la puerta, comenzó a tocar algo muy diferente. Yoongi fue el único que percibió el cambio tan brusco. Su hijo había pasado de tocar música alegre y festiva, a una pieza muy triste.
Junggi no lo miró, pero su mejor amigo supo que estaba tocando Sad Romance (A.K.A. Sad Violin) por él. Taeju se dirigió a la entrada tras dejar el vaso sobre la mesa y se calzó con las primeras deportivas que vio en el armario. Tras echar un último vistazo al pasillo, abandonó la fiesta de su hermana con unas ganas terribles de llorar.
Mientras Junggi seguía tocando, Taeju caminó por el pueblo sin rumbo alguno. En su mente surgió una vez más el recuerdo que llevaba dos semanas tratando de olvidar.
—Me he enamorado de ti— dijo bajo un arce japonés, siendo un manojo de nervios, pero con la esperanza de ser correspondido —No puedo seguir mintiendo. No estoy siendo sincero contigo y no quiero seguir así. Siempre nos lo hemos contado todo... Aunque sé que no debo, esto es lo que siento por ti...
Taeju había imaginado infinidad de escenarios, menos el que ocurrió tras pronunciar esas palabras. Junggi lo dejó allí plantado, en medio del bosque, con el corazón roto y sin una respuesta a su confesión.
Y como si aquello no hubiera sido suficiente, dos días después se enteró por Sohee que Junggi había comenzado a salir con una chica. Desde ese mismo instante, Taeju le hizo el vacío. No quería saber nada de él, algo que era prácticamente imposible en las circunstancias en las que vivían.
¿Por qué, de todas las personas en Inyeon, se había tenido que enamorar de su primo? Esa pregunta se la hacía a cada momento. Aunque no tenían la misma sangre, el pueblo entero sabía que eran familia e incluso sus padres no entenderían cómo habría podido pasar.
Pero ninguno de los dos se había tratado nunca como primos. Desde el comienzo habían tenido un vínculo diferente a los demás que, tras su escapada a la península, se había vuelto mucho más fuerte.
Taeju se percató de que había caminado hasta el parque donde lo conoció. ¿Cómo se podía olvidar a alguien si todo a su alrededor le recordaba a él? Desanimado se sentó en uno de los columpios y bajó la mirada hacia el suelo. Estaba solo, excepto por una hilera de hormigas que le volvió a recordar a él.
El muchacho soltó un enorme suspiro justo cuando Junggi se sentó a su lado.
—Sé que merezco tu desprecio, no debí hacer lo que hice...
Taeju no levantó la mirada del suelo, aunque se le disparó el pulso al oír su voz.
—Lo siento mucho— Junggi se mordió el labio avergonzado —Es que... Sabes que no está bien...
—¿Y por eso te has echado una novia falsa?— Taeju sintió que el calor le subía hasta las mejillas —¿Crees que así desaparecerá lo que hay entre nosotros?
—No...
—Eres un idiota, Min Junggi— el menor comenzó a columpiarse —Lárgate, me estás arruinando el día.
Junggi no quería dejarlo estar, necesitaba arreglar las cosas con él y por eso no se dio por vencido.
—He cortado con ella.
—¿Ya te has cansado de ser hetero?
—No la he besado, solo hemos hablado...
—¿Y a mí qué? Si quieres besar sapos es problema tuyo.
—Sé que fue muy cruel lo que te hice— Junggi se levantó nervioso, aunque siguió hablando en un tono pausado y tranquilo —Me asusté mucho porque después de lo que sucedió en la península, me aterra decepcionar a mis padres.
Taeju saltó del columpio y se giró bruscamente hacia él.
—¿Y qué tendrán que ver tus padres con lo que yo siento por ti? ¡Es a mí a quien van a mirar todos mal! ¡Mis padres se van a arrepentir de haberme adoptado, ceerán que soy un asqueroso! ¡A ti, don perfecto, nadie te va a juzgar!
El mayor quiso replicar, pero Taeju lo dejó con la palabra en la boca y huyó hacia el bosque. No quería escuchar sus excusas. Estaba furioso, dolido y muy triste.
Pero Junggi no lo dejó solo, esta vez no. Lo siguió por el bosque hasta que Taeju se dio cuenta de que le pisaba los talones.
—¿Estás sordo? ¡Que te largues!
—Solo quiero hablar contigo.
—Ese tren ya pasó, aufibasen.
—Es Auf wiedersehen.
—No me corrijas— soltó avergonzado —Es como yo quiera que sea.
A Junggi le causó ternura. Los idiomas y los refranes no eran su fuerte y aunque solía meter mucho la pata, se negaba a dejar de usarlos.
Taeju echó a correr con todas sus fuerzas. Quería hacerle sufrir igual que Junggi lo había hecho sufrir a él. Y quizá era infantil e inmaduro por su parte reaccionar así, pero tenía dieciséis años y estaba muy dolido.
Cuando se distanció lo suficiente de Junggi, se dio la vuelta para comprobar si estaba detrás de él, pero no lo vio. Lo había dejado solo, tal y como le había pedido.
—Imbécil— se molestó. ¿Ya se había rendido? ¿Cómo podía ser tan flojo? ¿Tan poco le importaba?
Taeju le dio una patada a una piedra que se estrelló contra la corteza de un árbol. Cuando la piedra volvió a tocar tierra, Junggi lo abrazó por la espalda.
—Dame un minuto, por favor.
A Taeju le dio un vuelco el corazón. ¿De dónde había salido? ¿Cómo demonios había logrado ser tan sigiloso?
—Por favor.
El menor se apartó de él, pero no echó a correr. Junggi se tomó su silencio como una oportunidad para hablar.
—Cuando era muy pequeño, soñé varias veces con un chico de ojos verdes. Lo vi jugando con mis tíos y también con mi prima, por eso supe que ese niño de ojos claros y de piel morena debía ser alguien muy especial.
—¿Estás diciendo que soñaste conmigo?
—Sí.
—¿No eres de ciencias?— Taeju se cruzó de brazos —¿Cómo puedes creer en los sueños?
—Porque tengo sueños premonitorios, igual que mi padre.
Taeju estaba al tanto de que su mejor amigo había hablado con Jimin sobre sus sueños, incluso había leído todos los libros de oniromancia de la biblioteca. Él siempre lo había asociado a la insaciable curiosidad de Junggi, nunca pensó que podría haber otro motivo.
—Te vi muchas veces en sueños— recordó con una suave sonrisa —De hecho, durante muchos años pensé que ese chico sería mi mejor amigo, pero ahora sé que me equivoqué.
—¿En qué?
Junggi posó la mano sobre el rostro de Taeju y comenzó a acariciarle la mejilla con el pulgar. El menor se puso un poco nervioso cuando acercó el rostro hacia el suyo. Fue tanta la intimidad entre ellos, que podía sentir la respiración de Junggi sobre su piel.
Taeju pensó en apartarse, pero no quería. Lo que deseaba con todo el corazón era probar su sabor y Junggi lo complació posando los labios sobre los suyos. El roce comenzó siendo algo tímido y quizá un poco torpe, propio de los nervios y de la inexperiencia. Pero Junggi lo besó con delicadeza, haciéndole sentir tantas mariposas en el estómago, que Taeju apenas podía comprender lo que le estaba sucediendo a su cuerpo. De lo único que se vio capaz fue de colocar la mano toscamente sobre la cintura del mayor y dejarse guiar por él.
Ninguno de los dos se atrevió a usar la lengua. Fue un beso dulce que apenas duró unos pocos segundos, pero que provocó una montaña rusa de sentimientos.
Cuando Junggi se separó de sus labios, ambos se miraron a los ojos con las mejillas encendidas.
—Ahora nadie te mirará mal. Soy yo el que te ha besado, es culpa mía, no tuya.
Taeju se tocó los labios con las yemas de los dedos. Ese había sido su primer beso y todavía sentía un dulce cosquilleo bajo la piel.
—También ha sido mi primer beso— sonrió Junggi tímidamente —Te prometo que el segundo será mejor.
—El primero ya lo ha sido— el menor se cohibió un poco porque le había leído el pensamiento —Aunque estoy deseando probar el segundo.
Los dos se sonrieron con inocencia y timidez.
—Siento mucho haber reaccionado como un cobarde. Estaba intentando olvidarme de mis sentimientos por ti... Y cuando me confesaste que sentías lo mismo... No supe gestionarlo...
—Sabía que me querías— Taeju lo abrazó con tanto ímpetu que casi lo tira —Llevaba muchos meses teniendo la sensación de que sentías lo mismo que yo.
Taeju había notado que desde que volvieron de la península, Junggi lo miraba de una forma diferente. A veces, trabajando en el campo, lo pillaba desviando la mirada como si lo hubiera estado observando. También se sentían diferentes sus abrazos o la forma en la que reaccionaba cuando otros chicos le hacían algún cumplido. Incluso cuando se quedaba a dormir en su cama o él en la suya, surgía una tensión entre ellos que antes no había.
—Te quiero como no debería quererte y no me arrepiento de haberme enamorado de ti— Junggi se agarró de su espalda y a Taeju le encantó la sensación —Me da igual si no está bien. Estar dos semanas sin ti ha sido peor que estar un año castigado. Te he echado tanto de menos... No he podido ni comer ni dormir...
—Jun...
—No me volveré a echar atrás— le juró al oído —Pase lo que pase, nunca me iré de tu lado. Eres la persona con la que deseo estar. Solo contigo, Min Taeju.
Bajo un atardecer de intensas tonalidades naranjas, Junggi y Taeju sellaron con un beso la promesa de estar siempre juntos. Y allí, rodeados de la naturaleza más pura, dieron comienzo a una relación que debía mantenerse oculta del resto del mundo.
En este capítulo han pasado unas cuantas cosas, ¿no? En primer lugar, ¿qué os ha parecido el final de Hyungsik? Ahora ya ha muerto de verdad, ahora ya no volverá nunca más. Y dicho esto, espero que como villano este personaje haya estado a la altura.
Opiniones sobre Junggi y Taeju aquí, por favor. ¿Alguien se ha sorprendido? Imagino que no. ¿Cuánto tiempo creéis que podrán ocultar su relación? ¿Cómo se lo tomarán sus padres y quién será el primero en descubrirlo? 👀
Lo siento, familia. Voy a tomarme un descanso hasta enero. Quería hacerlo después de publicar un capítulo más, pero tengo un bloqueo tan fuerte que necesito parar. Aprovecharé las fiestas para descansar y volver con más energía para mostraros la última parte. Espero que paséis una Feliz Navidad y que el 2023 sea mejor que este año. Un fuerte abrazo y cuidaros mucho. Os quiero. Nos vemos pronto. Gracias.😘
Aquí os dejo la música del capítulo. La Campanella y Sad Romance (a.k.a Sad Violin)
https://youtu.be/H1Dvg2MxQn8
https://youtu.be/ja7JAJNe8a0
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