109
Al día siguiente, Taeju acudió al parque para compartir con Junggi sus impresiones sobre el segundo tomo que le había entregado. El niño estaba convencido de que después de unas cuantas veces, Junggi se iba a aburrir de él y lo iba a dejar en paz.
Para su sorpresa, ese encuentro diario se convirtió pronto en una rutina. Al principio, Taeju lo hacía con desgana, pero poco a poco se fue sintiendo más cómodo con él, y cuando se quiso dar cuenta, salía corriendo a encontrarse con su único amigo.
A Junggi le gustaba su entusiasmo, pero sobre todo le gustaba su franqueza. Taeju no se andaba con rodeos, era muy directo y por eso le agradaba su compañía, porque sabía que le gustaba estar con él. A diferencia de los demás, Taeju nunca fingía interés o afecto.
El menor aceptó su amistad una semana después de su primera cita en el parque. Ese día llovía a cántaros y por eso Junggi dio por sentado que no iría, pero, mientras estaba en casa, escuchando tocar a Yoongi el piano, tuvo un extraño presentimiento y por eso se las ingenió para escaquearse sin que lo viera.
Cuando Junggi llegó al parque, Taeju estaba sentado en el columpio, esperando bajo la lluvia. El mismo niño que en los primeros días le ponía mala cara, que le decía descaradamente que no quería estar con él, había estado esperando bajo la lluvia para verlo.
—Has tardado— fue lo que le dijo, empapado de pies a cabeza, pero con una enorme sonrisa en el rostro. Y Junggi supo ese día, con certeza además, que Taeju era el chico por el que había estado esperando.
Esa fue la primera vez en la que Taeju aceptó ir a su casa. Cuando Yoongi los vio en la entrada, empapados de pies a cabeza y riéndose como si hubieran cometido la mejor de las travesuras, sintió un fuerte vuelco en el corazón. Bien sabía lo mucho que Junggi había anhelado tener un amigo.
Aunque los niños no iban a las mismas clases, sí coincidían en las que impartía Yoongi. Además, los dos tenían el privilegio de contar con Jungkook, que también los entrenaba en su tiempo libre.
La vida de Taeju mejoró en todos los sentidos. Gracias a su amistad con Junggi, comenzó a tomarse los estudios más en serio, lo que fue un alivio para Taehyung. Su sobrino tenía clases particulares y su hijo, para estar con él y no quedarse atrás, dado que su mejor amigo era muy inteligente, también se apuntó a todas ellas.
Aunque a los ocho años su mayor interés estaba en aprender a defenderse de los chicos que lo acosaban, pronto se dio cuenta de que lo que más quería en el mundo, era proteger a sus seres queridos.
Para Taeju, Jungkook era su ejemplo a seguir. Cada vez que lo veía con el uniforme puesto, deseaba ser como él. Y como nunca podría superar a Junggi en conocimientos, había decidido ser mejor que él en todo lo físico. Gracias a esa determinación, a los diez años ya podía manejar varias armas y luchar cuerpo a cuerpo.
Taeju anhelaba tener su propia katana. Siempre que veía la de su padre colgada de la pared del salón, se la pedía para su undécimo cumpleaños. Jungkook había prometido hacérsela para que pudiera practicar con ella, pero Taehyung se negó, alegando que todavía le faltaba madurez para utilizar una de verdad.
Y la lectura de Taehyung fue acertada, sobre todo tras el incidente que ocurrió poco después.
A Taeju le gustaba trepar por los árboles, tumbarse en una rama y observar el pueblo desde lo alto. En ocasiones, cuando Sohee invitaba a Yeji a casa y las dos se ponían a armar jaleo, se subía al árbol más alto de la isla para leer Naruto en silencio.
El día del incidente, Taeju estaba releyendo su capítulo favorito sobre un árbol de la zona residencial. Cuando oyó una voz muy familiar, bajó la mirada y vio a Junggi paseando por la calle con una chica.
La muchacha, que tendría la misma edad que él, le dio un beso en la mejilla antes de despedirse. Junggi se giró con la intención de volver a casa, pero después de dar unos pocos pasos, la niña comenzó a llorar.
Taeju bajó del árbol y sin decir ni una sola palabra, echó a correr hacia el bosque. Junggi, confundido por su extraño comportamiento, ayudó a la chiquilla a levantarse del suelo. Aunque no había visto lo que había sucedido, se podía hacer una idea por el palo que encontró en el suelo.
La niña le contó a su madre que Taeju le había lanzado un palo y su padre fue esa misma noche a casa de los Min. Afortunadamente, el golpe había sido en la espalda y la chiquilla no tenía ninguna herida, pero aun así, Taehyung le pidió a su hijo que se disculpara y Taeju lo hizo de corazón.
A pesar de las disculpas, el hombre siguió despotricando sobre Taeju y los niños del orfanato, una actitud conocida por su parte, pero que en ese instante enfureció mucho a Taehyung.
—Comprendo que durante mucho tiempo no ha tenido a nadie que le haya enseñado a ser una persona normal. Hasta cierto punto es entendible que se comporte como un animal si ha sido huérfano, pero, Usted tiene la responsabilidad de educar a nuestros hijos y si no sabe educar al suyo, que actúa como un salvaje desquiciado, ¿qué clase de educación le está dando a los míos?
—Los niños cometen errores. Mi hijo ha entendido que ha hecho mal y se ha disculpado, que es lo que se debe hacer, como bien sabrá. Entiendo que le preocupe la educación de su hija, incluso que me cuestione a mí como profesor. Es Usted libre de poner una queja en la escuela, si así lo desea— el tono de Taehyung, que hasta ese momento había sido muy cordial, cambió a uno mucho más brusco —Dicho esto, como vuelva a insultar a mi hijo como acaba de hacer ahora mismo, lo ahogaré en el mar y lanzaré su cadáver a los infectados.
—¡Esto es indignante! ¡No puede amenazarme!— el hombre miró a Jungkook furioso —¿Qué hace mirando? ¡Me acaba de amenazar de muerte!
—No estoy de servicio— Jungkook se encogió de hombros —Y ahora salga de mi puta casa antes de que descuelgue la katana de la pared.
Taeju lloró mucho esa noche, no por los insultos del hombre, que ya los había oído antes, lo que le hizo llorar a mares fue la protección de sus padres. Taehyung no le echó en cara su trabajo, no le dijo que lo había puesto en evidencia. Le explicó por qué había estado mal lo que había hecho, le habló de tú a tú, sin condescendencia.
Y Taeju se juró a sí mismo que nunca volvería a hacer nada igual. Incluso se disculpó al día siguiente con la niña, que fue mucho más comprensiva que su padre y aceptó su sinceridad.
Taehyung y Jungkook se quedaron hablando hasta altas horas de la noche sobre el incidente. Taeju no les había dicho cuál había sido el detonante y querían saber qué lo había ocasionado. Sobre todo porque el niño no era violento y nunca le había hecho daño a nadie.
Así que decidieron intentarlo al día siguiente. Cuando Taeju estaba poniendo la mesa para desayunar, mientras los demás miembros de la familia se terminaban de arreglar, apareció Junggi por la puerta.
—¿Quién te ha dejado entrar?
—Sohee.
—¿Y qué haces tú aquí?
—¿Sigues enfadado?
Taeju no contestó.
—Ya veo— Junggi le dio un beso en la mejilla —¿Mejor?
Taeju se golpeó la espalda contra la pared como un gato asustado. Junggi se rió por su reacción, incluso Sohee, que lo había visto desde la puerta, se echó a reír.
—¿P-Por qué has hecho eso?
—Porque estabas celoso de una cría.
—¿Mi hermano estaba celoso?
—¿Te cuento un secreto?— Junggi se puso la mano en la mejilla, como si fuera a susurrarle algo a su prima, pero continuó en voz alta para que Taeju pudiera oírlo —Ayer se cayó una niña en el parque y como pasaba por allí, la acompañé a su casa. La chica me dio un beso en la mejilla como agradecimiento y tu hermano nos vio y le lanzó un palo porque se puso celoso.
—¿Por qué?— quiso saber Sohee.
—Porque no me quiere compartir con nadie.
—¿Es eso cierto?— preguntó Taehyung desde la puerta —¿Le lanzaste un palo por celos?
Taeju se sintió abochornado porque su padre se había enterado de algo que no quería compartir con él. Encima, Sohee se puso a saltar alrededor de la mesa, cantando una canción vergonzosa que lo puso aún más colorado.
—Taeju quiere a Junggi, Taeju quiere a Junggi, Taeju quiere a Junggi.
—¡Cállate pedorra!
—Oye, no le hables así a tu hermana.
—¡Cállate pedorro!
—Oye, no le hables así a tu hermano.
Junggi comenzó a prepararse el desayuno mientras el caos se apoderaba de la casa de los Min.
—¿Por qué hacéis tanto escándalo?— se quejó Jungkook —Son las siete de la mañana, bajad el volumen.
Taeju salió huyendo tras ser regañado por Jungkook. Sohee dejó de cantar y se sentó al lado de su primo mientras Taehyung salía detrás de su hijo.
—Buenos días, Junggi— Jungkook le pasó la mano por el cabello —¿Saben tus padres que estás aquí?
—Les he dicho que iba a desayunar con mis tíos favoritos. Puedo, ¿verdad?
—Tú siempre puedes, mi niño.
—Papi, papi— Sohee tiró de la camisa de su uniforme —Taeju se va a casar con Junggi.
—¿En serio?— Jungkook la sentó sobre su regazo y la besó en la frente, justo donde más le gustaba a su niña —¿Y tú con quién te vas a casar?
—¡Con papi!
Junggi fue a buscar a Taeju mientras Sohee disfrutaba de la atención de Jungkook. Taehyung estaba en la puerta del baño, intentando convencerlo para que saliera de allí.
—Tío, ahora bajamos a desayunar.
Taehyung dudó, pero Junggi era su mejor amigo y tenía la sensación de que si él se lo pedía, su hijo iba a salir de su escondite. Además, debía apresurarse porque tenía una reunión antes de clase y no quería llegar tarde.
—Que no se vaya sin desayunar.
Junggi se lo prometió a Taehyung y cuando su tío se marchó, llamó a la puerta del cuarto de baño.
—Soy yo. ¿No vas a salir?
—No.
—¿Por qué?
—Vete.
—Te comportas como un niño.
—Soy un niño.
Junggi torció la boca. A veces se le olvidaba que era él el que no se comportaba como un crío de diez años.
—Taeju-yah, ¿jugamos a Naruto después de clase?
Solo pasaron cinco segundos hasta que la puerta se abrió. El puchero de Taeju, con el ceño extremadamente fruncido, hizo que Junggi se echara a reír. Justo cuando su amigo iba a cerrar la puerta, enojado por su reacción, metió el pie y evitó que la cerrase.
—Eres mi mejor amigo, no tienes que tener celos de nadie. Tú siempre vas a ser la persona más importante para mí.
—¿De verdad?— Taeju bajó la mirada avergonzado —No lo dices por decir, ¿no?
—Te lo juro.
—¿No me vas a abandonar?
—Nunca.
Taeju lo abrazó de sopetón. Para él, Junggi lo era todo. Nunca había tenido un amigo íntimo y le daba mucho miedo perderlo. Cuando otros se le acercaban sentía celos, pero cuando la niña lo besó, fue cuando más molesto se sintió.
Nunca había reaccionado así y no quería que se volviera a repetir, aunque tampoco sabía cómo deshacerse de esos sentimientos. No sentía celos con Sohee porque sus padres no tenían preferencias, no hacían comparaciones entre ellos, siempre resaltaban las cosas positivas de cada uno y jamás les echaban las negativas en cara. Además, pasaban mucho tiempo en familia, haciendo actividades juntos y tenían una buena relación de cariño, respeto y confianza.
Y aunque lo mismo se podría aplicar a Junggi, con él era diferente. Quizá solo necesitaba crecer para comprender por qué tenía esa clase de emociones.
Esa tarde, tras jugar a Naruto en el bosque, Junggi se tumbó sobre la hierba y le hizo una confesión que no le sorprendió del todo.
—Quiero ir a la península.
—Yo también.
—¿Tú también?
—Los dos hemos nacido aquí, no sabemos nada del mundo real. Me encantaría explorar la península, aunque no ahora mismo, cuando seamos mayores— Taeju se acurrucó a su lado —Mis papás van una vez al año, no es tan peligroso si estás preparado. Solo tenemos que entrenar mucho y aprender mucho más.
—No se lo he dicho a nadie, pero quiero encontrar una cura para el virus que mató a mi tío Seokie. Sé que si estudio mucho puedo llegar a hacerlo.
—Solo tú puedes hacerlo, Junggi-ah.
La sonrisa de Taeju le dio incluso más confianza. Junggi entrelazó su meñique con el de su mejor amigo y sellaron la promesa de que algún día irían a la península. De hecho, fue tan grande su determinación que esa misma semana se apuntaron a clases de navegación.
En un principio, la idea era viajar cuando alcanzaran la mayoría de edad, así sus padres no podrían oponerse a su decisión, pero los planes de los chicos cambiaron cuando Junggi comenzó a trabajar en el laboratorio.
Quería ser científico y sus padres sabían que no podía anclarse eternamente a los libros, por lo que le permitieron desarrollar sus conocimientos en el laboratorio que habían habilitado años atrás. Junggi no era el único, había tres personas más que estudiaban allí con él.
Pero, mientras los demás se dedicaban a otros proyectos, Junggi trataba de encontrar una cura en secreto. Y uno de sus estudios apuntaba a que el genoma de una planta que no existía en Inyeon, podría ser importante para producir la vacuna.
—Deberíamos ir ahora a la península— le había sugerido Taeju en la playa —Así podrás comprobar si es esa la verdura que necesitas.
—No es una verdura. Además, nuestros padres nos matarían.
—Pero no tienen que enterarse— el menor lo miró con esa sonrisa tan pícara que siempre avecinaba problemas —Podemos salir de aquí muy temprano, encontrar tu planta mágica y volver a casa en menos que canta un loro.
—Un gallo.
—Gallo, loro, los dos tienen plumas. Venga, ¿qué me dices?
—Tenemos trece años, todavía no somos adultos— Junggi lanzó una piedra que generó seis ondas circulares en el agua —Si nos pillan nos van a castigar de por vida.
—Si nos pillan, tú lo has dicho, pero no nos van a pillar. Solo tenemos que actuar como ninjas.
—Quieres ir a la península para encontrar los tomos de Naruto, ¿verdad?
—Claro que no— Taeju lanzó una piedra que creó siete ondas circulares —¡Toma ya! ¡Soy mejor que tú!
Junggi aceptó la derrota porque le gustaba verlo feliz.
—¿Sabes por qué quiero ir?— preguntó sonriente —Quiero ir porque mi mejor amigo es un genio que está a punto de descubrir un brebaje que nos podría cambiar la vida.
—Y si de paso pasamos por alguna tienda de libros y encontramos los tomos que te faltan por leer...
—Eso lo has dicho tú, no yo.
Aunque Junggi quería saber si sus estudios eran correctos, no podía poner a Taeju en peligro. Por eso decidió hablar con sus padres y explicarles lo que estaba haciendo.
Yoongi y Jimin se sorprendieron, pero también se mostraron muy orgullosos de él. Ese mismo día, Jimin le pidió a Jungkook que trajera la planta de su próximo viaje, pero cuando el equipo de expedición regresó, le comunicaron que no la habían encontrado. Junggi insistió en ir con ellos en el próximo viaje, pero Taehyung, que seguía estando al mando, no lo permitió.
—¡Es muy importante, tío! ¡Por favor, déjame ir!
—La seguiremos buscando, pero no nos vas a acompañar. Tienes trece años, eres un niño. Por muy valiente que te creas, la península es un lugar tan peligroso que incluso los adultos más experimentados caen como moscas.
Tras esa conversación, Junggi supo que Taehyung no iba a cambiar de opinión. Y si él no cedía, Yoongi, Jimin y Jungkook lo harían mucho menos.
—Mis padres viajan a la península una vez al año. No es como antes que hacían más viajes, ahora van mucho menos. ¿De verdad piensas esperar todo un año? ¿Y si después de esperar siguen sin encontrar tu planta? Para mí todas las hojas son iguales. ¿Y si para ellos también lo son?
—Es demasiado peligroso.
—Entonces esperemos hasta los diecinueve como teníamos pensado. Puede que mis padres encuentren la planta en ese tiempo— Taeju se bajó del árbol —Aunque es posible que no tengamos que esperar tanto. He oído en el pueblo que están considerando bajar la mayoría de edad a dieciocho, ya sabes, porque ahora ya no viviremos tanto como antes.
—Sigue siendo una eternidad— Junggi se mordió el labio —Necesito comprobarlo ahora, esto podría cambiarnos la vida.
—Entonces pongamos rumbo a la península.
Y así lo hicieron. Los dos estuvieron preparando el viaje durante tres semanas. Junggi y Taeju eligieron ir un lunes dado que toda la gente del pueblo, entre ellos sus padres, estarían ocupados y habría menos peligro de ser descubiertos que en un fin de semana.
La noche anterior comenzaron a hacerse los enfermos y cuando a la mañana siguiente sus padres y hermanos salieron de casa, dejándolos a ambos en cama, recuperándose de un malestar ficticio, salieron hacia el embarcadero para robar un barco.
La persona que se encargaba del mantenimiento no empezaba a trabajar hasta las diez de la mañana, puesto que también se dedicaba a otras tareas, por lo que les fue muy sencillo tomar un barco y alzarse a la mar.
—No deberías haber cogido la katana de tu padre cuando ya tienes una propia— le regañó Junggi en cubierta —Podrían volver a casa y darse cuenta de que no está.
—Mis padres no vuelven hasta las seis de la tarde, así que no habrá problema— Taeju notó que estaba muy tenso y sonrió —Se nota que nunca has hecho una travesura. Relájate un poco, estás más tieso que un cadáver.
—Es que es una hierba de corta duración anual, solo crece de mayo a septiembre y ya estamos a mediados de septiembre... Encima tenemos el tiempo justo. ¿Y si...?
—Junggi-ah, no empieces con tus y si— Taeju le estrujó las mejillas —Vamos a por tu plantita y regresamos antes de que se den cuenta.
Junggi admiraba su serenidad. Él le daba mil vueltas a todo y siempre se preocupaba en exceso. Habían planeado muy bien el trayecto, además sabían donde podían encontrar la planta gracias a los libros y a los mapas de sus tíos. Solo tenía que tener confianza y dejar de pensar en sus padres. Temía tanto decepcionarlos, que no lograba centrarse.
Pero cuando llegaron a tierra firme, la actitud de Junggi cambió. En la península no se podía permitir tener dudas y menos aún estar con la cabeza en otra parte. Había escuchado mil veces las historias de sus padres y no iba a cometer ningún error.
La primera impresión que se llevó Taeju de la península fue extraña porque se parecía mucho a la isla. Quizá se debía a que habían desembarcado en una zona boscosa y él se había imaginado una ciudad como en los libros. Aunque teniendo en cuenta que buscaban una planta que crecía en colinas y acantilados verdes, no era del todo raro estar en un lugar tan similar.
Los chicos se adentraron en el bosque con cautela. Taeju mantenía la katana de Jungkook en la mano e incluso Junggi tenía el arco cargado por si aparecía algún infectado. Los habían visto de niños, en la invasión de Inyeon, pero había pasado una década desde entonces y no estaban ni de lejos en la misma situación.
Se habían vestido con botas y ropa negra y habían llenado una mochila con un kit de supervivencia, tal y como hacía el equipo de expedición. A pesar de los nervios propios de las circunstancias, los dos prosiguieron con seguridad y confianza.
El bosque olía a lluvia, aunque el cielo no lucía encapotado. Habían acordado no hablar más de lo necesario y hacerlo siempre en susurros para no llamar la atención. El mayor peligro no eran los infectados humanos, eran los animales. Taehyung y Jungkook se habían encontrado con muchos en los últimos años, siendo un elefante el más insólito entre todos.
Podría haber escapado de un zoo, podría haber llegado desde Corea del norte o China, lo único certero fue que encontró la muerte a manos de Taehyung y Jungkook, que lo ejecutaron con ayuda de Minho.
Taeju no quería encontrarse con un elefante, de hecho, no quería encontrarse con ningún animal. Aunque había entrenado para matarlos, era consciente de que supondría una mayor dificultad. Por suerte, el primer infectado que se cruzó en su camino resultó ser humano.
Junggi notó que tenía las venas del cuello muy marcadas, pero lo más extraño fue ver como sujetaba la cabeza de otro infectado en una mano. Inmediatamente le atravesó la garganta con una flecha, pero en lugar de soltar un líquido rojo o negro, el suyo era de otro color.
—¿Por qué tiene la sangre verde?
—Debe ser otra clase de infectado— Junggi le disparó en el cráneo, pero el ser se sacó la flecha sin ningún esfuerzo —Debe ser como un equis, hay que cortarle la cabeza.
Taeju recordó las palabras que le habían transmitido Yoongi y Jungkook durante años. Sin miedo, pero con respeto al peligro, se fue acercando mientras el infectado seguía quieto, observándolo.
El comportamiento del ser le puso los pelos de punta a Junggi. ¿Por qué no reaccionaba? ¿Por qué su mirada parecía tan distinta de los infectados corrientes? ¿A qué estaba esperando para atacar? ¿Acaso...?
—¡Taeju-yah, corre!
El menor se asustó por el grito que pegó, pero el terror aumentó mucho más cuando vio a cinco infectados surgir de entre los árboles. Taeju echó a correr detrás de Junggi, aunque no sabía hacia donde se dirigían, dado que ninguno de los dos conocía esas tierras, salvo por los mapas que habían visto.
Ambos estaban desconcertados por lo rápido que los perseguían. Encima hacían unos sonidos extraños, muy agudos y desagradables, que Junggi interpretó como sonidos de caza.
—¡Se están acercando!— gritó Taeju —¡Son muy rápidos!
—¡Sigue corriendo, no te detengas y sigue corriendo!
Taeju no pensaba detenerse, hasta que se vio obligado a hacerlo porque llegaron a un barranco. Los infectados los rodearon en segundos, cubriendo cada uno de los espacios de huida.
Taeju sabía que iba a ser muy difícil luchar contra ellos. Eran seis, eran muy rápidos y no morían atravesándoles la cabeza. Junggi comprendió que seguían órdenes del tipo con el que se habían cruzado. A primera vista no parecía gran cosa, era un infectado de aspecto común y corriente, pero se notaba por cómo lo trataban que él era el gran jefe.
El ser estaba susurrando algo y los otros parecían muy atentos a lo que transmitía. Solo un infectado de pelo rizado se apartó del grupo y los atacó de repente, pero Taeju no se bloqueó y lo decapitó tras dos cortes.
La cabeza del infectado rodó hasta los pies de Junggi y como si se tratase de un balón de fútbol, le dio un toque con el talón y lo lanzó por el barranco.
Durante un minuto no sucedió absolutamente nada. Junggi y Taeju se mantuvieron quietos y callados, y lo mismo hicieron los infectados, que se dedicaron únicamente a observarlos. La tensión era tan intensa para los menores que el sudor comenzó a caerles por la frente.
Y entonces el jefe soltó un chillido, así de la nada, y los demás se lanzaron a por ellos. Junggi tiró del brazo de Taeju y ambos cayeron por el barranco antes de que los alcanzaran.
El jefe se asomó, pero como era un barranco profundo, renunció a sus presas y se retiró con su grupo.
Los chicos no se estamparon contra el fondo, lo que habría sido mortal. Afortunadamente lograron caer sobre una pequeña superficie que sobresalía de la tierra, justo como había calculado Junggi.
Por desgracia, el impacto fue tan fuerte que Junggi se rompió una pierna. El chico se mordió el brazo para aguantar el dolor y no atraer a los infectados con sus gritos. Taeju tuvo más suerte que él. Se hirió en varias partes del cuerpo, pero no se hizo nada grave, probablemente porque su amigo amortiguó su caída.
Taeju abrió la mochila y sacó un frasco que le apretó inmediatamente contra los labios, pero Junggi lo rechazó por culpa del dolor.
—Es un analgésico, de esas plantas que tanto te gustan.
Junggi se lo bebió con lágrimas en los ojos. A Taeju le preocupaba que se hubiera hecho algo más, pero decidió darle un momento para recuperar el aliento. Mientras su amigo intentaba tranquilizarse, él se puso a buscar una rama y encontró la katana de su padre. El arco de Junggi, sin embargo, no estaba por ninguna parte.
—Taeju-yah... Taeju-yah...
—Estoy aquí— Taeju se acercó tras coger una rama —¿Te duele mucho? ¿Te duele algo más?
—Solo la pierna— Junggi trató de tragarse sus lágrimas, no podía ponerse a llorar en un momento como ese —¿Qué haces con eso?
—Impedir el movimiento del miembro roto entabillándolo.
—Has prestado atención en clase...
—Solo porque tu appa es genial— Taeju necesitaba distraerlo, sobre todo ahora, que iba a inmovilizarle la pierna —¿Sabes por qué tienen la sangre verde?
—Es probable que hayan vuelto a evolucionar. Estos infectados son mucho más rápidos que los equis y además se matan entre ellos. ¿Has visto la cabeza que el jefe sujetaba en la mano? Era de otro infectado.
—¿Por qué crees que lo hacen?
Junggi se mordió la mano. Taeju estaba fijando la rama con una cinta que llevaba en la mochila. Cuando terminó, se aseguró de que los nudos no estuvieran ejerciendo presión sobre la lesión.
—Creo que los infectados verdes no cazan por necesidad, sino por placer— compartió cuando el dolor dejó de ser tan intenso —Lo que no sé todavía, es si matan a los suyos porque los encuentran inferiores, porque no siguen sus órdenes o porque se alimentan de ellos.
—¿Alimentarse de ellos?
—Los que nos han atacado son infectados de sangre verde, pero la cabeza que sostenía en la mano no— Junggi cerró los ojos tratando de recordar todos los detalles —Tenía un mordisco en la cara y cuando aparecieron los demás, algunos llevaban extremidades de otros infectados comunes.
—Ahora que lo dices... Es verdad...
—Taeju-yah, tienes que llevarte una muestra a casa para que la analicen.
—¿Analicen?— Taeju sacó una manta de camuflaje militar de su mochila —Eres tú el que lo analiza todo.
—Sabes que tienes que dejarme atrás.
—No.
—No puedo escalar esa pendiente y tú no puedes cargar conmigo— Junggi tiró de su brazo para que lo mirara —Sabes tan bien como yo que no puedo irme de aquí.
—No me importa lo que digas, no te voy a dejar atrás.
—Entonces vuelve y regresa con ayuda.
—¿Y cómo vas a defenderte si aparecen las aves? ¿Qué vas a hacer si aparece un lobo?— Taeju se acomodó a su lado y los tapó con la manta para que nadie los viera —No puedo dejarte aquí durante horas. Te podrían matar.
—Pero tengo la manta de camuflaje...
—Que es buena, pero no infalible.
—Maldita sea, si te quedas aquí conmigo moriremos los dos— Junggi lo agarró del cuello —¿Es que no lo entiendes? Tienes que salvarte.
Taeju no contestó. Podía trepar hasta arriba, atar la cuerda que tenía en la mochila a un árbol y subirlo tirando de ella, pero no estaba seguro de que pudiera cargar a su amigo hasta arriba. ¿Cuánto habían caído? ¿Unos cuatro pisos? ¿Y si lo dejaba caer o los atacaban mientras lo subía? No podía correr ese riesgo.
—Sube por esa maldita pendiente y vuelve a casa.
—No.
—¿Por qué eres tan terco?
—Da igual lo mucho que lo piense, hay demasiado riesgo. La mejor opción es quedarnos aquí y no hacer nada hasta que nos encuentren mis padres. Estoy seguro de que se darán cuenta, tú mismo lo dijiste, ¿verdad? Me llevé la katana. Además, seguro que los tuyos también notarán tu ausencia.
—Mis padres me van a matar...
—Nos matarán a los dos— Taeju cogió la mano de Junggi —Pero al menos estaremos juntos.
—Lo siento mucho— Junggi se rompió al sentir el tacto de su piel —Estamos aquí por mi culpa... Debí esperar hasta los diecinueve, te he arrastrado hasta aquí y ahora...
Taeju apoyó la cabeza de su amigo sobre su clavícula y dejó que se desahogara. Necesitaba sacarlo de dentro y como siempre decía Taehyung, los sentimientos no deben guardarse.
—Cuando estaba en el orfanato y te veía con tus padres o con tus tíos, te tenía mucha envidia. Pensaba que lo tenías todo, una familia increíble, muchos amigos e incluso el cariño de la gente. Ahora que lo pienso, Inyeon era como Konoha y tú el arrogante de Sasuke.
Junggi se rió por la comparación, aunque seguía sollozando.
—Y en parte es cierto. Tienes una familia que te adora y mucha gente en el pueblo que te admira... Pero, en estos cinco años que llevamos siendo amigos, he entendido lo solo que te has sentido... En realidad no somos tan diferentes, ¿verdad?
—No lo somos...
—Junggi-ah, sigues sin ser mi primo y nunca voy a llamarte así... Pero...
—¿Pero?
—No cambiaría estos cinco años por nada en el mundo— Taeju lo abrazó sin importar el calor que hacía bajo la manta —Aunque sea vergonzoso decirlo en voz alta... Prefiero quedarme aquí contigo a volver a la isla sin ti.
Junggi se abrazó a él entre lágrimas y Taeju no lo soltó ni por un segundo. Con ocho años nunca se hubiera imaginado que llegaría el día en el que lo querría tanto, pero Junggi se había ganado su cariño como el que más.
Era un chico comprensivo, amable y divertido, pero también era muy protector, como le demostró poco después de conocerse. Una mañana, antes de ir a clase, Junggi vio por primera vez como algunos chicos del pueblo se metían con Taeju por su aspecto físico.
Ese mismo día los retó a un desafío en la plaza del pueblo, justo donde estaba el ayuntamiento. Taeju le había suplicado que no fuera, que los chicos tenían once años, mientras que Junggi era un crío de ocho, pero su amigo solo dijo, todo irá bien y sonrió.
Los gamberros habían traído palos para darle una lección al hijo del gobernador, que según ellos, se creía mejor que nadie. Y Junggi fue con las manos vacías, detalle que provocó carcajadas en sus oponentes y mucha tensión en Taeju.
Los niños comenzaron a blandir los palos como si fueran espadas y a insultar a Junggi, que seguía de pie junto a la fuente, con una expresión de lo más sosegada. Taeju tiró de su brazo, incluso le rogó que se fueran de allí, pero entonces pasó algo inesperado.
Los tres mocosos se cagaron encima, en plena calle y a vista de todos los viandantes. Junggi les había cambiado las hierbas que tomaban en la escuela por unas hierbas de sen, un laxante natural.
Jimin lo vio desde la ventana del ayuntamiento. Él mismo le había dado las hierbas a su hijo cuando se las pidió. Junggi quería darle una lección a los abusones que se metían con su amigo. Normalmente habría intentado mediar, pero la actitud de Junggi le recordó a sí mismo, cuando él castigó a los gamberros que molestaban a Jungkook.
Taeju se quedó tan impactado como asombrado por la creatividad de su amigo. Cuando le preguntó cómo lo había hecho, Junggi sonrió.
—Solo he aplicado lo que he leído en los libros. Si tienes conocimientos y eres observador, no tienes que ensuciarte las manos. Ahora serán los niños cagones de Inyeon y probarán un poco de su propia medicina.
Junggi era un chico muy tranquilo y encantador, pero cuando se metían con su familia, podía dar bastante miedo.
—He hecho este viaje a la península porque sé que si alguien es capaz de encontrar una cura, ese eres tú, Junggi-ah. No me arrepiento de estar aquí. Nunca me voy a arrepentir de ser tu amigo.
—Eres un mentiroso— a Junggi le dio un poco de vergüenza, incluso se ruborizó por sus palabras —En realidad has venido a por los mangas de Naruto.
—También— Taeju se rió y a Junggi le pareció el sonido más adorable del mundo —Es que me gusta mucho y odio que no tengamos todos los tomos en Inyeon. Tampoco sabré nunca que fue de One Piece porque el mundo se fue al cuerno antes de que lo terminara.
—Tus problemas me gustaría tener...
Taeju notó por el tono de su voz que estaba tratando de disimular el dolor.
—He leído que si tocas a una persona que quieres, eso hace que disminuya el dolor porque se activa nosequé en el cerebro. Mete las manos debajo de mi camiseta y apoya la cabeza sobre mi pecho.
Junggi lo hizo tal y como le dijo. Incluso cerró los ojos y comenzó a respirar acorde al latido del corazón de Taeju.
—¿Mejor?
—Sí.
Taeju sonrió orgulloso.
—Estás sonriendo, ¿verdad?
—No...
Junggi sabía que mentía. Su corazón estaba latiendo mucho más rápido, era evidente que estaba orgulloso de sí mismo y que lo estuviera, le parecía entrañable.
Las horas pasaron a cuentagotas y aunque el calor de septiembre no era tan fuerte como en agosto, se sintieron sofocados bajo la manta de camuflaje. A pesar de ello se mantuvieron juntos, hablando solo en voz baja.
Junggi le iba a comentar una inquietud cuando algo se posó sobre la pierna de Taeju. El menor le tapó la boca con la mano y ambos se quedaron lo más quietos posible. El ser fue bajando por la pierna de Taeju y de un momento a otro se pasó hacia la de Junggi.
Por lo poco que pesaba y por cómo se desplazaba, ambos creían que se trataba de un ave. Incluso cuando dejaron de sentir su peso, la pareja continuó sin moverse por varios minutos más.
—¿Se ha ido?
El aliento caliente de Junggi le rozó el cuello y Taeju se quedó bloqueado. Nunca antes había sentido una sensación tan intensa como la que le generó ese leve contacto. La piel se le erizó y su respiración se agitó sin razón alguna, lo que le confundió bastante.
—¿Taeju-yah?
—Voy a ver...
Taeju tomó valor y se destapó los ojos. Cuando alzó la cabeza en busca de lo que quisiera que se hubiera acomodado sobre ellos, no encontró nada. Entonces escuchó un silbido que provenía de arriba y al alzar la mirada, se topó con el rostro de su padre.
Junggi y Taeju me dan mucha ternura. No me podéis negar que se parecen a sus padres. 🤭 ¿Les va a caer una buena bronca o les va a caer una buena bronca? ¿Quién creéis que será el papá más severo? 👀
¿Cómo estáis? ¿Habéis disfrutado de la actuación de Jungkook? No sé cuántas veces la he visto ya, estoy obsesionada. Para la próxima vez que actualice ya habrá salido Indigo. No puedo esperar más, necesito escucharlo~ Gracias por leer otro capítulo más. Que paséis un buen fin de semana y cuidaros mucho. Besos.💜
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