108
Jungkook le sonrió a una niña de tres añitos con sentimientos encontrados. Era la tercera cita que tenían en el orfanato y por como se estaba comportando su marido, no parecía que fuera a ser la última.
Taehyung tenía una gran afinidad con los niños y eso era bueno a la hora de impartir clases o educar a sus propios hijos, pero esa afinidad también estaba retrasando la adopción. Jungkook quería un procedimiento similar al que habían tenido Yoongi y Jimin, pero claro, teniendo un marido como Taehyung, que era un imán para los nenes, era prácticamente imposible hacerlo tan rápido.
A Jungkook le agobiaba el procedimiento habitual. Todos los niños aguardaban con esperanza y mostraban su mejor cara cuando estaban con ellos. Para Taehyung era difícil porque se los quería llevar a todos y a Jungkook le costaba rechazar su mirada de ¿podemos adoptar a dos o tres más?
Habían pasado cinco años desde la adopción de Sohee y la pareja había decidido adoptar otra vez. Dos hijos eran el límite de Jungkook y Taehyung lo entendía, pero el maknae también comprendía que el amor por los niños estaba en la naturaleza de su esposo y no quería meterle prisa para tomar una decisión.
Jungkook salió de la sala con la excusa de ir al baño, pero en realidad solo quería alejarse del ruido para pensar. Pasar tiempo con ellos tenía muchas ventajas, pero ¿cómo iba a elegir a uno antes que a otro? Claro, había gente que se decantaba por la edad o el sexo, pero a Jungkook eso le daba igual.
Encima los niños eran encantadores. Se notaba el esfuerzo que ponían Wheein y su equipo en educarlos. Quizá era más fácil que en un orfanato convencional, dado que el número de niños no pasaba de los veinte, el personal era vocacional y el gobernador los apoyaba en todo.
Pero aun así, le resultaba difícil elegir y tampoco iba a dejárselo todo a Taehyung. Eran un equipo, ambos tomaban las decisiones y él debía ser tan partícipe como su pareja.
Jungkook apoyó la cabeza sobre una de las ventanas del pasillo. El día estaba nublado, pero no tenía pinta de que fuera a llover. A través del reflejo del vidrio notó que una de las salas del pasillo tenía la luz encendida. Era extraño porque las normas sobre ahorro energético se cumplían a rajatabla y todos los niños estaban en otra parte del recinto con Taehyung.
Jungkook asumió que alguien se la habría dejado encendida y cuando se acercó para apagarla, vio a un chico de pelo negro en la sala de lectura, sentado sobre una mesa de madera. Vestía una sudadera azul con tres búhos en el pecho y el pantalón marrón parecía un pelín desgastado.
—¿Qué haces aquí? ¿No deberías estar con los demás?
El niño se encogió de hombros y siguió balanceando las piernas hacia delante y hacia detrás. Jungkook lo había visto en el pueblo, pero no conocía su nombre. Por su expresión corporal parecía aburrido, pero también algo disgustado.
—¿No quieres que te adopten?
—No me van a adoptar.
A Jungkook le sorprendió la fuerza en su respuesta. No lo creía, lo afirmaba con rotundidad.
—¿Por qué piensas eso?
El niño señaló su brazo, pero Jungkook no vio nada raro.
—¿Qué le pasa a tu brazo?
—El color es sucio.
Jungkook tuvo que tomarse unos segundos para digerir la respuesta. El niño tenía la piel algo más oscura que Taehyung, aunque no era tanta la diferencia.
—Tu color de piel no tiene nada de sucio— Jungkook se sentó en la mesa de al lado —¿Quién te ha dicho eso?
—Algunos niños dicen que nadie me va a adoptar porque soy extranjero y mi color es feo— contestó molesto —Pero no soy extranjero, nací en Inyeon y mi mamá y mi papá eran coreanos. Es solo que mi abuelo era griego y me parezco a él.
Tiempo atrás, Jungkook se habría alterado mucho al oír algo como eso, pero ser padre le había proporcionado mucha paciencia. Y aunque por dentro estaba furioso, dado que los estándares de belleza no habían cambiado ni siquiera después del fin del mundo, también comprendía que esos cánones llevaban arraigados durante siglos y no iban a desaparecer de la noche a la mañana. Si fuera tan fácil deshacerse del odio infundado y de los estereotipos, ninguna sociedad, por avanzada que fuera, tendría que lidiar con la discriminación.
—Ah, ya veo— Jungkook se hizo el interesante —Ya veo, ya.
—¿Qué?— el niño se mostró intrigado —¿Qué ve?
—Te tienen envidia porque tu abuelo es del país de los dioses y por eso te mienten, para que no veas lo especial que eres.
—¿El país de los dioses?
—¿No has oído hablar de Zeus, Hera o Dionisio?
El niño negó con la cabeza.
—La mitología griega es una de las más famosas. Hay tantos mitos y leyendas sobre sus dioses, que no podría contarte todas las historias en un solo día.
—¡Hala!— al muchacho le cambió la cara, justo lo que buscaba Jungkook —¿Cuál es el díos más importante?
—Zeus, el dios del cielo y el trueno, el más poderoso de todos los dioses griegos.
—Entonces puede lanzar truenos y hacer llover y esas cosas, ¿no?— el niño se emocionó mucho —¡Oh, qué guay! ¿Entonces Zeus es más fuerte que Spiderman?
—Eh, supongo.
—¿Y que Ironman?
—Tampoco hay que compararlos— carraspeó Jungkook —Son diferentes, pero fuertes a su manera.
La risa del niño calmó el corazón de Jungkook. Durante un rato siguió hablando de Zeus e Ironman con tanto entusiasmo, que su pasión le recordó a su hermano hablando de Hulk.
—Por cierto, no me he presentado todavía.
—Es el oficial Min— dijo mucho más animado —Todo el mundo lo conoce.
Jungkook sonrió. A veces se le olvidaba que vivía en un sitio pequeño.
—¿Y tú cómo te llamas?
—Han Taeju.
Jungkook no pudo disimular su sorpresa. Era como una mezcla entre Taehyung y Jungkook, detalle que le pareció tan curioso como hermoso.
—Taeju, quiero que sepas que tu color de piel es precioso. No permitas que la ignorancia de unos pocos te haga dudar de ti mismo. No hay nada de malo en ti. Nada. Cualquier familia estaría encantada de tenerte como hijo.
—¿De verdad?
—Soy el agente Min, ¿no? ¿Por qué te iba a mentir?
Taeju saltó de la mesa y se abrazó a él. Nunca le habían dicho nada similar y aunque no confiaba en todos los adultos, Min Jungkook, el héroe de Inyeon, era diferente.
—Gracias.
A Jungkook se le disparó el latido del corazón cuando sintió al pequeño entre sus brazos. Resultaba algo extraño porque nunca había sentido nada igual. ¿Qué era? ¿Lo mismo que había experimentado Taehyung cuando conoció a Sohee? No estaba seguro, apenas habían mantenido una breve conversación, y aun así, ya tenía la necesidad de proteger a Taeju del mundo entero.
—¿Qué es lo que te gusta hacer? Cuéntame algo sobre ti.
Taeju se volvió a sentar encima de la mesa. Muchos niños con los que convivía mentían para ser adoptados. Decían que les gustaba estudiar o leer o hacer las tareas del hogar para caer bien y tener una oportunidad. Taeju no quería hacer lo mismo y decidió ser honesto con Jungkook.
—No me gusta leer libros, me gusta leer cómics. Es más divertido cuando hay dibujos y las historias son increíbles. También me gusta dibujar y adoro las manualidades, pero lo que más disfruto cada día es subirme a los árboles. A mi compañero de habitación le dan miedo las alturas, pero a mí me encantan.
—Vaya, eres un chico muy valiente.
Taeju sonrió. Aunque inició la conversación tímidamente, poco a poco se fue soltando, hasta que alzó la voz por puro entusiasmo. Los adultos no solían prestar mucha atención a lo que decía. Wheein era la única, pero al ser la directora del centro estaba tan ocupada cuidando de todos, que no podía compartir mucho tiempo con él.
Jungkook, sin embargo, no estaba prestando únicamente atención a lo que decía, se reía, le hacía preguntas y no parecía querer irse de allí. Por eso se animó incluso más y contestó a todas sus preguntas con pelos y señales.
Después de media hora, alguien llamó a la puerta.
—Siento interrumpir— dijo Taehyung —Te estaba buscando.
—Lo siento, se me ha pasado el tiempo volando— Jungkook se bajó de la mesa para presentarlos —Taeju, este es mi marido.
—Lo sé, es el profesor Min.
Jungkook puso los ojos en blanco. ¿Por qué se le seguía olvidando que vivían en un sitio donde todos se conocían?
—Y tú eres el alumno que últimamente se salta mis clases.
—Es que no me gustan...
—No te tienen que gustar, pero es importante que asistas.
—Prefiero las clases de supervivencia...
A Taehyung le dio un tic en el ojo. ¿Se saltaba sus clases para asistir a las de Yoongi?
—¿Participas en las clases de mi hermano?
—Bueno...— Taeju negó con la cabeza —Voy a mirar...
—¿Te saltas mis clases para ir a ver las de mi hermano y no participas en ninguna de las dos? ¿Te he entendido bien?
Taeju bajó la cabeza avergonzado. Quería participar en las clases de supervivencia, pero Yoongi le había dicho que solo podía asistir por las tardes, dado que por las mañanas tenía colegio. No habría sido ningún problema de no ser por el pequeño detalle de que por las tardes, también iban los niños que se metían con él.
Taehyung no estaba al tanto de que Taeju sufría acoso, pero después de su conversación con él, Jungkook llegó a la conclusión de que saltarse las clases podría estar relacionado con los niños que se burlaban de su color de piel.
—Yo puedo enseñarte a defenderte, pero solo si asistes a todas tus clases.
—¿En serio?— la mirada de Taeju se iluminó —¡Lo prometo! ¡Iré a todas!
El muchacho se abrazó a Jungkook como si hubiera recibido el mejor de los regalos. Taehyung vio que había una conexión especial entre ellos, lo había percibido al seguir parte de su conversación desde la puerta. Su marido no había mostrado interés por nadie, pero con Taeju parecía estar muy a gusto, algo que ningún otro niño había logrado en las tres visitas que habían hecho al orfanato.
—No te queda más remedio que asistir a mis clases porque te vas a venir a vivir con nosotros.
La expresión de Jungkook fue muy similar a la de Taeju. La sorpresa inicial desapareció pronto por una inmensa sonrisa.
—¿De verdad puedo? ¿De verdad me quiere a mí?— Taeju miró a Jungkook muy ilusionado y después a Taehyung —Pero profesor Min, ¿no le importa que mi abuelo sea griego?
—¿Por qué iba a importarme? La civilización griega fue una de las más importantes en la historia de la humanidad. Dejaron grandes aportes en filosofía, matemáticas, arquitectura, escultura, arte, teatro y ciencia, entre otras muchas cosas.
Taeju se quedó con la boca abierta. Si el origen de su abuelo era tan genial, ¿por qué se metían con él?
—Me gusta todo lo griego, ¿verdad Kook?
—Sobre todo el yogur griego.
—El yogur está buenísimo, aunque no tanto como hacer un griego.
Jungkook fulminó a su marido con la mirada, pero Taehyung ya se había ido de la lengua.
—¿Qué es hacer un griego?
—Algo que hacen los adultos— Taehyung le tocó la cabeza suavemente —Algún día te lo explicaré.
—Tengo ocho años.
—Sigues siendo muy pequeño— añadió Jungkook —Aunque eres lo suficientemente grande para tener tu propio cuarto.
—¿De verdad?— Taeju no podía creerlo —¿Un cuarto para mí? ¿No me miente?
—No te miento y deja de hablarme de usted que aunque vaya a ser tu padre, sigo siendo muy joven y apuesto.
El niño se rió por la manera tan graciosa en la que Jungkook pronunció las últimas palabras, mientras que a Taehyung, se le aceleró el corazón por lo adorable que era su esposo con Taeju. Ver el brillo en la mirada de Jungkook, su amplia sonrisa y lo feliz que se mostraba con el pequeño, era todo lo que había deseado. Y por eso Taehyung no demoró ni un segundo más en hablar con Wheein para llevarse a su hijo a casa.
(***)
Taeju era un niño muy expresivo y lo demostró en cuanto llegó a su nuevo hogar. La timidez inicial desapareció al ir curioseando de un lado a otro. Sus padres lo acompañaron en su pequeña aventura, que no parecía tener fin porque el muchacho no dejaba de descubrir cosas nuevas que lo fascinaban.
—¿De verdad me puedo quedar en este sitio tan increíble?
—Por supuesto.
—¿De verdad no me vais a echar?
—Oye— Taehyung se agachó en el pasillo y lo sujetó de los brazos —Esta es tu casa. Ahora eres parte de nuestra familia y la familia no tiene fecha de caducidad. Min Taeju, eres nuestro hijo y lo vas a ser para siempre, ¿entendido?
Y entonces sucedió algo que ninguno de los dos esperó. La sonrisa del pequeño dio paso a un mar de lágrimas. Taehyung lo abrazó con mucho afecto ante la mirada de su marido. Eran muchas emociones las que estaba sintiendo el niño, pero la que más le había llegado al corazón era la de ser aceptado. No les importaba su aspecto, no les importaba su origen, el cariño de la pareja se podía palpar en cada palabra, caricia y abrazo.
Taeju no quería llorar, le daba miedo que su felicidad fuese temporal, pero estaba tan sobrepasado que no podía detener las lágrimas. Jungkook también se agachó para consolarlo. Incluso lo besó en la cabeza, algo que agitó mucho el corazón del pequeño.
¿Cuándo había sido la última vez que alguien lo había besado en la cabeza? Probablemente durante la invasión, ese fatídico día en el que sus padres perdieron la vida.
Esa tarde habían salido a dar un paseo por el centro del pueblo. Cuando inició todo, Taeju estaba mirando un juguete de madera en el escaparate de una tienda. No recordaba todos los detalles, solo que se refugiaron dentro de la juguetería. En un momento dado entró un hombre por la puerta y se llevó a sus padres a otra habitación. Su madre lo besó en la cabeza y le dijo que volvería pronto, pero esa fue la última vez que la vio.
Poco después, el hombre lo subió al piso de arriba y le hizo sentir tanto miedo, que gritó desde la ventana. Taeju desconocía que el joven que entró a ayudarlo era Taehyung, al igual que Taehyung desconocía que el niño de la ventana era Taeju.
El hombre lo dejó marchar y Taeju salió corriendo de la tienda. Afortunadamente se cruzó con una señora que lo puso a salvo.
Cuando la isla fue liberada, se encontraron los cadáveres de los padres de Taeju en el almacén de la juguetería. Hyungsik los mató a sangre fría, pero al niño se le contó otra historia.
Taehyung y Jungkook sabían que carecia de afecto. Aunque el trato en el orfanato era bueno, no era capaz de suplir el amor, la atención y la unión de una familia. Para ambos saltaba a la vista lo mucho que Taeju deseaba estar con ellos.
—¿Puedo...?
—¿Qué cariño?
—Yo...— Taeju se separó de Taehyung y miró a ambos con ojos llorosos —¿Cómo os llamo?
—Llámanos como tú prefieras — Jungkook le limpió las lágrimas y el pequeño se sonó la nariz en un pañuelo de tela —No necesitas presionarte para encontrar una forma. Tómate todo el tiempo que necesites.
Taeju no recordaba las caras o las voces de sus padres. Había escuchado a los ancianos hablar de sus rasgos faciales, que según ellos eran similares a los de su madre, pero en todo lo demás parecía extranjero. Tampoco recordaba cómo se dirigía a ellos.
Y aunque se había unido recientemente a la familia Min, lo que más deseaba en el mundo era ser un miembro permanente. Todos en el pueblo conocían a Taehyung y Jungkook como los héroes de Inyeon. Taeju los había visto muchas veces con Sohee, y ahora estaba allí, en esa casa, siendo parte de una familia legendaria.
Taeju no creía que alguien pudiera llegar a adoptarlo y menos aún una familia tan importante como esa. Todos los niños contaban historias de los héroes que habían salvado la isla de los infectados, y Taehyung y Jungkook eran parte de ese grupo tan excepcional. ¿Estaba siendo recompensado por haber deseado durante tanto tiempo una familia?
—¿Mi hermana me aceptará?
Que Taeju la llamara hermana hizo muy feliz a Taehyung y Jungkook.
—Dijo que estaba harta de ser hija única, así que se va a poner muy contenta cuando te vea— aseguró Taehyung para alegría del nene —Sohee está en una fiesta de cumpleaños, en unas horas la podrás conocer. Ahora voy a preparar algo de comer, seguro que tienes hambre.
A Taeju le ponía nervioso conocer a Sohee, pero también estaba emocionado por tener una hermana.
Jungkook le mostró su habitación mientras Taehyung hacía la comida. El cuarto era mucho más grande de lo que jamás hubiera imaginado. Había libros y juguetes por todas partes y se veía muy limpio y acogedor.
—Es todo tuyo.
Taeju se quedó con la boca abierta. En el orfanato siempre había tenido que compartir todo con los demás, por eso le resultaba difícil de creer. Jungkook tuvo que decírselo varias veces hasta que el muchacho lo aceptó.
—Lo cuidaré muy bien, abeoji.
Aunque para Jungkook, abeoji sonaba muy formal, podía entender que Taeju lo llamara padre. El niño deseaba mostrarle respeto y quizá ese era el primer paso para que algún día lo llamara papá.
—¿Tienes hambre?
—Mucha.
Jungkook lo acompañó al comedor rodeado de una inmensa felicidad. La sonrisa del niño le hizo sentir tan dichoso como verlo comer con tanta alegría. Algunos niños tenían problemas con las verduras, pero Taeju devoró hasta el último rábano del plato.
El muchacho estaba en una nube. Ambos le hacían preguntas, se reían con él y lo alababan, algo que no era muy frecuente en su vida. Los adultos del orfanato eran buenos, pero la gente del pueblo lo trataba con cierta indiferencia. No era todo el mundo, evidentemente, pero los desprecios calaban hondo y por eso no solía relacionarse con nadie.
Taeju no tenía amigos, tenía compañeros, pero no amigos. Tampoco tenía hermanos, por lo que contar con Sohee le emocionaba, aunque también le asustaba. ¿Y si no le caía bien? ¿Y si no lo aceptaba? ¿Y si creía que le estaba quitando a sus padres?
Ese era su mayor miedo. Quería caerle bien a Sohee porque no deseaba volver al orfanato. Todavía le costaba creer que Taehyung y Jungkook lo hubieran elegido y aceptado.
—Está todo muy rico. Muchas gracias, abeoji.
Taehyung se sorprendió tanto que miró a Jungkook. Sohee los había llamado de muchas formas, pero nunca padre. Se le hacía tan raro como a su esposo, sin embargo, lo aceptó porque lo había dicho con mucha ilusión y deseaba que Taeju se sintiera cómodo.
—Te voy a poner un poco más de carne— Taehyung se levantó de la silla —Tienes que comer bien para crecer fuerte.
Taeju comía bien en el orfanato, pero la comida de Taehyung le sabía mucho mejor. Jungkook notó que el niño volvía a tener lágrimas en los ojos y se sentó a su lado.
—¿Estás bien?
—Es que... Es que...— sollozó con las manos en el rostro —Todo está muy rico...
Jungkook lo sentó sobre su regazo y lo abrazó mirando a su pareja. Por una parte, era hermoso ver lo cómodo que estaba con ellos, pero, por otra parte, dolía conocer la carencia afectiva que sentía el muchacho.
La tarde pasó rápido para Taeju porque, por primera vez en mucho tiempo, tuvo la atención de dos personas únicamente para él. Encima se pusieron a jugar a Jenga y la competitividad entre Taehyung y Jungkook le sacó muchas carcajadas.
El pequeño disfrutó de la compañía de sus padres hasta que Eunha se presentó en su casa. Era siete de octubre y Sohee había asistido a la fiesta de cumpleaños de su amigo Namie. Junggi, Yeji, Jjin y Hoseokie también habían ido a celebrar el día con él.
Taeju se levantó de sopetón cuando oyó las voces.
—Tranquilo, todo irá bien.
Aunque quería creer en las palabras de Jungkook, le seguía preocupando mucho cómo se iba a tomar Sohee su presencia. La niña no quería ser hija única, ¿pero querría tener un hermano como él? ¿Y si le desagradaba su aspecto? ¿Qué iba a hacer si lo echaban?
—¿Qué te ha pasado en la rodilla?
Escuchó preguntar a Taehyung tras despedir a Eunha. Una voz suave respondió que se había caído jugando al escondite inglés y tras esa breve respuesta, apareció en el salón con una gran sonrisa, como si la herida que se había hecho fuera una mera anécdota.
Su cabello largo estaba recogido en una trenza de costado. La cara de felicidad de la muchacha no cambió cuando lo vio al lado de Jungkook. Taehyung se inclinó para explicarle que lo habían adoptado y que a partir de ahora era su hermano mayor.
Sohee se abrazó a Taehyung fuertemente, poniendo a Taeju aún más nervioso. Quería caerle bien a toda costa e incluso repasó mentalmente cómo presentarse, pero cuando llegó el momento de la verdad y la niña se plantó delante de él, no supo qué decir.
—No eres un bebé.
—No, yo... Tengo ocho años.
—¡Qué bien!— Sohee aplaudió encantada —Pedí un hermanito grande para cuidar de él, pero mis papás dijeron que todos los niños tienen derecho a una familia y aunque es verdad, me alegro de que no seas un bebé.
Taeju creía que él debía cuidar de ella porque Sohee era menor, pero en ese momento le dio igual quién iba a cuidar de quién, porque su aceptación lo había hecho extremadamente feliz.
—¿Puedo ser tu hermanito?
Sohee asintió rotundamente.
—Mi prima favorita tiene un hermanito mayor muy bonito y yo le pedí a mis papás un hermanito como él— Sohee lo abrazó de repente —Eres mucho más bonito de lo que imaginé.
—¿Yo?— Taeju no podía creer lo que había dicho —¿Te parezco bonito?
—Eres muy muy bonito.
Taeju tuvo que contenerse para no volver a llorar. Sohee era una niña preciosa, parecía una muñequita y alguien así lo había llamado bonito. No, había dicho muy muy bonito, que era incluso mejor.
—Mis papás son tan buenos como lentos. Han tardado mucho en darme un hermanito.
Taeju se rió porque no le importaba en lo más mínimo que sus padres estuvieran presentes.
—Tae, ¿nos está criticando?
—Bueno, ¿no es eso lo que hacen los hermanos?
Taeju y Sohee estuvieron jugando con sus padres hasta que llegó la hora de dormir. A la mañana siguiente, el muchacho amaneció más tranquilo de lo que había estado el día anterior. Aunque le costó conciliar el sueño por la emoción, despertar en su cama, en su propio cuarto y sabiendo que era un miembro más de una familia encantadora, le llevó a saltar de la cama entusiasmado.
Como era domingo, Taehyung y Jungkook habían decidido ir al parque y después pasar por casa de Yoongi y Jimin para presentar al nuevo miembro de la familia. Durante un rato jugaron con sus hijos, pero después se sentaron en un banco para dejar que ambos se conocieran mejor.
A Taehyung le encantaban las interacciones que tenían los pequeños. Taeju era todo sonrisas cuando estaba con Sohee. Para el niño era mucho más sencillo interactuar con ella, quizá por la edad o porque lo había aceptado con tanto cariño.
Sohee era encantadora y a Taeju le gustaba jugar con ella en el cajón de arena. Siempre había visto a otros niños jugando con sus hermanos y ahora era él quien podía vivir la misma experiencia.
Entusiasmado fue a coger la pala de juguete, pero no la encontró. Taeju la buscó por todas partes y cuando estaba a punto de rendirse, alguien le tocó el hombro.
—¿Buscas esto?
Un niño de sonrisa afable la estaba sujetando en la mano. Taeju reconoció al muchacho y cogió la pala bajando la mirada.
—¿Qué estáis haciendo?— preguntó el chiquillo —¿Puedo jugar con vosotros?
Taeju no contestó. El niño lo seguía mirando, aguardando a una respuesta, mientras él mantenía la vista sobre la arena, incapaz de abrir la boca.
—¡Junggi!— Jungkook se acercó junto a su esposo —¿Dónde están tus padres?
—Han vuelto a casa porque Jjin se ha meado encima de appa.
—Ah, vaya— a Taehyung no le entraron ganas de burlarse de Yoongi porque a él le había ocurrido lo mismo con Sohee —¿Y tú cómo estás, cariño? ¿Te has divertido en la fiesta de Namie?
—La tía se ha esforzado mucho en crear juegos divertidos, me lo he pasado muy bien.
—Mi niño lindo— Taehyung le dio un beso en la cabeza —Siempre tan hermoso y educado.
Junggi se abrazó a su tío. Aunque lo veía todos los días, lo había echado de menos en la fiesta de Namie.
—Íbamos a pasarnos por tu casa, pero ya que estás aquí, quiero presentarte a nuestro hijo— Jungkook se agachó al lado de Taeju y le tocó el hombro para que se sintiera tranquilo —Junggi, este es Taeju, tu primo.
—No.
La respuesta de Taeju sorprendió a todos, incluso a Sohee, que seguía jugando en la arena.
—Taeju...
—¡No es mi primo!
El niño salió corriendo, desconcertando aún más a sus padres. Jungkook salió inmediatamente detrás de él, mientras Taehyung se quedaba junto a Junggi y Sohee.
—Por favor, no se lo tomes a mal. Seguro que hay una explicación para esto.
—No pasa nada— Junggi le sonrió a Taehyung y después se quedó mirando la escena. Jungkook había alcanzado a Taeju antes de salir del parque y el pequeño se echó a llorar entre sus brazos.
A pesar de los esfuerzos de Taehyung y Jungkook, no lograron sacarle ni una sola palabra sobre el incidente. Ni en el parque, ni después. Taeju no quiso hablar.
Taehyung temió que su hijo fuera a tener la misma reacción con Yeji y Jjin, pero cuando visitaron a Yoongi y Jimin, se mostró muy amigable con ambos. El único al que le hacía el vacío, incluso en su propia casa, era a Junggi.
Taehyung comprendió que el problema de Taeju era su sobrino. Lo que no entendía era el porqué. ¿Había pasado algo entre ellos o solo se había sentido intimidado? También podría ser un asunto de celos. ¿Pero por qué solo Junggi?
Taeju congenió muy rápido con sus tíos. La pareja lo trató con mucho cariño y Jimin hasta le dijo que era un niño muy guapo, algo que le alegró el corazón. Yoongi y Jimin eran parte de los héroes de Inyeon y por eso los admiraba, pero después de hablar con ellos, sintió incluso más respeto por los dos.
Cuando regresaron a casa, Taehyung decidió hablar con Taeju después de cenar. Su esposo se puso a preparar la cena cuando alguien llamó a la puerta. El mayor fue a ver quien era mientras los niños seguían jugando en el salón.
Taeju dejó de montar las piezas del puzzle cuando vio a Junggi. Todo su cuerpo se tensó, sobre todo cuando se acercó a él.
—Me llamo Min Junggi, soy el hijo mayor de Min Yoongi y Min Jimin. Tengo ocho años y me gusta tocar el piano, leer libros y practicar tiro con arco. No me gustan las habas, pero me las como porque cultivar lleva mucho trabajo. Tengo una hermana de siete y un hermano de tres, a los que quiero mucho. También quiero mucho a mis tíos y a mi prima Sohee, que es como una hermana para mí.
Jungkook se acercó desde la cocina, pero como vio a su marido tan serio, prefirió aguardar en silencio y ver por sí mismo lo que ocurría.
—Mañana voy a ir al parque después de mis clases. Si quieres venir a jugar conmigo, te prometo que lo vamos a pasar muy bien— Junggi sacó un libro de su mochila y se lo entregó —Todos somos parte del clan Min y ahora perteneces a esta gran familia, pero no te preocupes, yo tampoco quiero ser tu primo.
—¿No quieres?— a Taeju le sorprendió, sobre todo porque lo dijo en un tono muy amigable, algo que no le encajó —¿Por qué?
—Porque quiero ser tu mejor amigo.
Taeju aceptó el libro con sentimientos encontrados. Junggi le dio un abrazo a Sohee y después se despidió de sus tíos y salió de la casa.
—¡Junggi, espera!— Taehyung corrió detrás de su sobrino y lo alcanzó fuera de su propiedad —Oye, ¿me puedes decir si has tenido algún encontronazo con Taeju?
—No, nunca he hablado con él— Junggi miró hacia la casa y vio que Taeju estaba en la ventana. En cuanto se percató de que lo había visto, se escondió detrás de las cortinas —Pero entiendo que no quiera ser mi primo.
—¿Por qué?
—Porque se siente amenazado.
Taeju se encerró en su habitación con el libro. Encontrarse con Junggi le había provocado muchas emociones contradictorias. La gente del pueblo lo llamaba el niño genio porque a su corta edad, ya había solucionado varios problemas que no habían podido arreglar los adultos. Por ejemplo, habían tenido una avería en el sistema de riego del invernadero y Junggi había creado una pieza que encajaba perfectamente en el sistema, evitando así que el equipo de expedición tuviera que salir a por un repuesto.
Todos los adultos adoraban a Junggi. Era inteligente, educado, obediente, amable y servicial, pero además era bueno en los deportes, se le daba bien tocar el piano e incluso había comenzado a practicar el violín.
Taeju creía que, comparado con Junggi, él era muy poca cosa. Y aunque no le tenía rencor, al fin y al cabo nunca le había hecho nada malo, sí le tenía bastante envidia. Incluso sus padres lo adoraban y por eso se había enfadado tanto. No quería que Taehyung y Jungkook lo quisieran más a él. No quería que lo prefirieran a él o peor aún, que se dieran cuenta de que él no era tan especial como Junggi.
Taeju miró el libro desganado. No tenía título y tampoco había una ilustración en la portada, todo era de cuero negro. El muchacho lo abrió sin pensar en nada y dentro halló algo bastante sorprendente.
—¿Naruto?
El tomo estaba dentro de un espacio cuadrado. El libro solo servía de tapadera para ocultar lo que había en su interior.
—¿Cómo sabe que me gustan los mangas?
Taeju había leído la gran mayoría de los mangas que tenían en la biblioteca, pero Naruto no era uno de ellos. Los de One Piece eran sus favoritos, por desgracia solo contaban con unos pocos tomos. A veces soñaba con viajar a la península para coleccionar el resto, pero los niños no tenían permitido salir de la isla.
Esa noche, Taehyung y Jungkook lo arroparon igual que hacían con Sohee. Taeju se sintió avergonzado e incluso temió que estuvieran enfadados por su comportamiento, pero la pareja lo trató con cariño y comprensión.
—Conozco a Junggi desde que era un bebé y para mí es como un hijo— le dijo Taehyung mientras le acariciaba el cabello —Lo quiero mucho, pero que lo quiera tanto, no significa que a ti te quiera menos. No tienes nada que temer, tesoro.
—Lo siento, solo quiero quedarme con vosotros. No quiero que dejéis de ser mis padres...
—No vamos a dejar de ser tus padres— lo tranquilizó Jungkook —Al contrario, vamos a estar aquí todos los días para protegerte y quererte.
—¿Lo prometes?
—Lo prometo.
Aunque el miedo seguía latente, Taeju los abrazó con la esperanza de que algún día, ese miedo a ser abandonado, se alejara del todo de su corazón.
La pareja también se tomó el tiempo de hablarle sobre el colorismo y la xenofobia. Para Taeju fue un momento muy importante porque había llegado a creer que el problema era suyo y no de los demás. Taehyung se aseguró de que comprendiera que su físico era hermoso y que no debía sentirse inferior por verse diferente a otras personas. La procedencia de su abuelo tampoco era motivo de vergüenza y por cómo reaccionó el niño, el mensaje pareció calar.
Jungkook le preguntó por las personas que se metían con él, pero Taeju se negó a dar nombres. Como no quería presionarlo, le prometió que mañana, después del trabajo, iniciarían sus clases de defensa personal.
Taeju les deseó las buenas noches con una sensación muy diferente. A pesar del cansancio, no conseguía conciliar el sueño, por lo que sacó el manga de Naruto del libro y comenzó a leer.
Al día siguiente, después de clase, Junggi fue al parque a jugar. Mientras bajaba por el tobogán miró a su alrededor, pero Taeju no estaba por ninguna parte. Tras diez minutos dando vueltas, decidió sentarse en un columpio a esperar.
Unas hormigas marchando en hilera llamaron la atención del chico. Cuando Taeju se sentó en el columpio de al lado, Junggi estaba tan centrado en lo que ocurría a sus pies, que no notó la presencia del muchacho.
—¿Qué miras?
—¡Oh, has llegado!— Junggi se sintió muy feliz al verlo, aunque por la expresión de Taeju, no parecía algo mutuo —¡¿No son las hormigas los seres más fascinantes del planeta?!
—¿Lo son?
—¿Ves las hojas que llevan? Superan por mucho su propio tamaño y peso, ¿verdad? Pues la mayoría de las personas en el pueblo creen que se alimentan de esas hojas, pero no, en realidad, son la materia prima que utilizan para cultivar hongos que luego les sirven de alimento a sus crías.
—¿En serio? No lo sabía.
—Los expertos calculan que la historia de las hormigas comenzó en el período Cretácico. Han sobrevivido literalmente a todo lo que ha ocurrido en este planeta, ¿no son increíbles?
—Lo son— Taeju nunca se había parado a pensar en las hormigas, pero después de escuchar a Junggi, le parecían mucho más interesantes —¿Tienes el segundo tomo?
—¿Ya te has leído el primero?
—Anoche lo leí dos veces, no podía dejar de leer— Taeju comenzó a columpiarse suavemente —Lo has cogido de la biblioteca, ¿verdad?
—Me he llevado todos los tomos.
—¿Cómo?— se detuvo bruscamente —A mí nunca me han dejado llevarme más de uno.
—¿De verdad?— a Junggi le sorprendió —A mí siempre me dejan llevarme todo lo que quiero.
—Claro, porque tu papá es el gobernador.
Junggi bajó la mirada.
—O quizá es porque siempre estás leyendo y no quieren verte por allí todos los días— Taeju se encogió de hombros —Cada vez que te veo llevas un libro en la mano.
—¿Me observas?
—Observo a todo el mundo. No hay mucho que hacer cuando eres huérfano. Por eso sé que todo el mundo te adora.
Junggi sonrió, pero su sonrisa le pareció bastante forzada. ¿Había dicho algo malo? A Taeju le costaba socializar, pero se le daba bastante bien detectar cuando alguien fingía.
—Tengo que irme a casa— Junggi sacó el segundo tomo de su mochila —Te daré otro mañana.
—¿Por qué no me das todos?
—Porque quiero que me cuentes tus impresiones.
—Te las puedo contar todas juntas— insistió Taeju —No quiero quedar todos los días contigo.
—Entonces te vas a quedar sin leer Naruto.
Taeju notó que iba a guardar el tomo y se lo arrancó de las manos.
—De acuerdo, te veré todos los días, pero eso no quiere decir que seamos primos.
—No quiero ser tu primo, quiero ser tu amigo.
Taeju frunció el ceño. Le parecía extraño que alguien tan popular como él quisiera ser su amigo. ¿No tenía miles de amigos? ¿Por qué él?
—Eres muy raro.
Junggi se rió.
—Sé que tienes la misma edad que yo, pero ¿cuándo es tu cumpleaños?
—El diez de abril.
—Yo nací el veintiocho de febrero, soy mayor que tú por cuarenta y un días— Junggi sonrió de oreja a oreja y Taeju puso los ojos en blanco —Nos vemos mañana a la misma hora.
Taeju se guardó el tomo cuando Junggi comenzó a alejarse de él. Quería leerlo antes de tener la primera clase de defensa personal con su padre.
—Por cierto— Junggi regresó dando varios saltitos —Nunca había visto a alguien como tú.
Taeju asumió inmediatamente que estaba hablando de su color de piel.
—Tus ojos verdes son preciosos— dijo con la sonrisa más dulce que había visto Taeju en su vida —Tienen el mismo tono que las esmeraldas, pero para mí tus ojos son mucho más hermosos.
Esa respuesta lo bloqueó por completo. El color de sus ojos era una de las razones por las que le decían que era extranjero, y por muy raro que fuera, la mayoría de las personas en la isla no valoraban su belleza, sino su rareza.
Taeju notó un intenso calor en las mejillas y como no supo qué decir, empujó a Junggi al suelo y salió corriendo. El pequeño cayó de culo, pero en lugar de tomárselo a mal, se echó a reír mientras su nuevo amigo salía huyendo.
Apareció el chico de ojos verdes. ¿Qué os parece el nuevo miembro de la familia? Taeju ha ido al lugar adecuado, ¿verdad? ¿Cuál ha sido vuestro momento favorito del capítulo? 🥺
¿Conseguirá Junggi hacerse amigo de Taeju? La semana que viene más. 🤭
Ayer cayeron 3 nominaciones en los Grammy, 3 consecutivas que hacen 5 en total. Sinceramente, me alegro de que reconozcan el trabajo de Bangtan, sobre todo con una canción tan especial como lo es Yet To Come. Independientemente del resultado, BTS ha vuelto a hacer historia. Ganen o no, han logrado algo tan increíble como excepcional. Y le pese a quien le pese, este grupo sigue derribando muros muy altos y para mí, es un orgullo ser su fan. 💜
El domingo tenemos la actuación de Jungkook en Qatar y en poco más de dos semanas sale la obra maestra de Namjoon. Como siempre digo por aquí, dadles mucho amor a los chicos. Que nunca dejen de sentir el calor de ARMY. 🔥 A cuidarse mucho. Un abrazo muy grande~
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