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50.- La Encrucijada de James Potter

James paso la noche en vela mirando el techo de su habitación, habían pasado tantas cosas en solo unas horas, y ahora ahí estaba, rodando en su cama preguntándose ¿cómo es que la muerte de alguien que nunca habías conocido podía afectarte tanto? pero así era, James no podía evitar que sus ojos se anegaran de lágrimas cada vez que pensaba en los padres de Lily.

Su amada estaba desolada y su cuñada lucia catatónica, no había soltado una sola palabra desde que Melkart la sano, ella solo miro a Lily y a Severus y lloro, no tenían que decirle nada, ella simplemente lo sabía, tan certeramente como sabía que la única razón por la cual ella no corrió la misma suerte que sus padres, es porque su madre le había pedido que guardara sus cosas, incluido el brazalete mágico que le había regalado Severus.

James cerro los ojos y por primera vez en su vida pensó en Severus, no como la serpiente antipática que lo apartaba de Lily o como el tétrico Slytherin amante de la magia negra, sino como el huérfano que acababa de perder por segunda ocasión a su madre y a la única persona que ha considerado como a un padre.

El pocionista había mantenido la compostura todo el tiempo... o al menos hasta que bajaron a la morgue... nunca había visto sus oscuros ojos enrojecidos por el llanto, en ese momento no lo pensó, James ni siquiera presto atención a la mayoría de las cosas que pasaron después de que volvieron de la morgue, el solo podía ver a su querida Lily y como el peso del dolor sobre sus delicados hombros parecía haberse multiplicado, haciéndola lucir pequeña y frágil... solo verla así había sido tan doloroso, como si alguien le hubiera atravesado el pecho con una barra de hierro y se hubiese ensañado con él.

Pero ahora en la quietud de la noche y la soledad de su habitación podía procesar un poco más lo que había sucedido; como el momento en que la enfermera los guio a la habitación de Petunia, pese a esa exagerada regla de solo pasar a un familiar a la vez, y de cómo Roy se hacía cargo del papeleo que cualquiera en esa situación consideraría absurdo. Peter se había llevado a Sirius para que pudiera cambiarse en algún rincón discreto, solo para volver unos minutos después con el semblante sombrío y triste. Sebastián se mantenía al margen junto a Remus, vigilando que nadie descubriera a Mel curando a Petunia, y solo hasta que Roy se libró de la enfermera en el pasillo, es que pudo unirse a ellos e informarles discretamente lo que había sucedido en la morgue... el miope mago había sentido la urgencia de ir con su amada y consolarla, incluso darle el pésame al pocionista, pero la firme mano de Sirius en su hombro lo detuvo... no ahora... no cuando la mayor de los Evans por fin había despertado y en un imposible momento de entendimiento sin palabras pidió ir a casa con la mirada...

***Flashback***

Lily lloro amargamente entre los brazos de su hermana, su linda salita que aún mantenía las decoraciones navideñas no se sentía ni la mitad de acogedora de como lucia, el árbol estaba un poco seco y la luz ambarina de las lámparas no era tan cálida como en otros tiempos. Roy y Sebastián se habían quedado en el hospital para terminar el papeleo y arreglar las cosas con la funeraria, pero con todo el ajetreo en el hospital y con tanta gente en la misma situación, seguramente les tomaría toda la noche.

Petunia aun parecía algo ajena a su entorno, miraba sin ver las fotografías de sus padres en la chimenea, y las lágrimas caían solas sin reflejar en su rostro lo que en verdad sentía, mientras abrazaba a su hermanita con el mismo consuelo que un maniquí podría haberle dado, solo rodeándole los hombros con los brazos, pero sin poder reaccionar aún.

Mel y Remus hablaban calladamente en un rincón, debatiendo si era conveniente llevarse a las chicas a otro lado, o que hacer si la hermana de Lily no reaccionaba pronto, y fue en ese momento mientras debatían en si traer a un psicólogo o dejar a la chica un poco de tiempo para reaccionar, que la joven se puso en pie y se fue por un pasillo sin decir nada. Lily intento ahogar un hipido mientras miraba la espalda de su hermana desaparecer rumbo a las habitaciones, y solo entonces noto que alguien faltaba, miro alrededor e intercalo miradas entre James y Peter que estaban parados más próximos a ella.

- ¿Dónde está Severus?

- Fue a la cocina por agua, iré por él.

***

Severus estaba de pie frente a la encimera de la cocina con un par de tazas de té a medio preparar, así lo había encontrado Sirius, inmóvil, como una estatua recién terminada cuyo escultor aún no decide donde colocar. No sabía cómo acercarse a él, desde el momento en que encontró el bolso de Petunia, hasta el momento en que Severus descubrió el cuerpo de Violet bajo el nombre de "Desconocida042" sentía que le había fallado, que había sido su culpa que su Bellus hubiese terminado de rodillas en la morgue, aferrándose al borde de la mesa metálica, donde yacía el cuerpo de la mujer que le acogió como aun hijo, suplicándole a alguien que no estaba ahí que no fuera ella... pero obviamente ese alguien no lo escucho y cuando el doctor revelo el rostro de la dama que no volvería a levantarse y sonreír con ternura, el mundo se les vino abajo.

Y ahora estaba ahí, parado como un estúpido y temblando de impotencia mientras el dolor se atoraba en su garganta y se anudaba en su pecho, se sentía tan débil y patético, y tan aterrado de entrar a esa cocina y no ser capaz de borrar el dolor en los ojos de Severus. Pero todo eso dejo de importar cuando la primera lagrima se deslizo lentamente en la mejilla del pocionista, Sirius lo alcanzo en tres pasos y tomo una de sus manos, pero él pareció no notarlo y mantuvo la visa clavada en la pared, el animago siguió su mirada y sintió algo amargo deslizarse al fondo de su garganta.

Justo frente a ellos, en el hueco entre el refrigerador y la alacena, colgaba un calendario floral. Solo había una fecha marcada, no había ningún nombre, pero Sirius lo supo de inmediato. Un único dibujo adornaba el mes de enero, pequeño y colorido, un pastel de cumpleaños seguido de un lindo corazón rosa... mañana seria nueve de enero, mañana sería el cumpleaños de Severus...

La mano del pocionista tembló y respiro profundamente un par de veces, intentando contener la tormenta en su interior, al final fue Sirius quien no pudo soportarlo más. El animago tiro de la mano de su amado atrayéndolo hasta su pecho, y fue solo así, en la seguridad de sus brazos que Severus por fin se rindió.

Mientras las cálidas lágrimas de su numen caían contra su cuello y sus suaves sollozos inundaban la cocina, Sirius hundió la nariz en su pelo y dejo que sus propias lagrimas acompañaran a las de Severus. El no iría a ningún lado, por mucho que no supiera que hacer o como consolarlo, él se quedaría junto a Severus, pasara lo que pasara, incluso cuando su Bellus le mordió el hombro con a través de la chaqueta, Sirius solo lo aferro con más fuerza, dejando que desahogara todo el dolor que cargaba en su interior, sosteniéndole como si creyera que al dejarlo ir se desmoronaría en pedazos frente a él.

***

Lily sollozo de nuevo mientras Remus la cubría con su chaqueta y Peter le daba palmaditas en la espalda, y aunque lo intentaba Lily no podía pensar en algo que no fueran sus padres, intento obligarse a pensar en Petunia y en Severus, pero lo único que acudía a su mente era la imagen de sus padres en aquella fría habitación.

Remus no sabía qué hacer, quería echarse a llorar solo de ver a Lily, y quería salir corriendo a casa de sus padres, sentía una necesidad casi desesperada de verlos aun cuando sabía que ellos estaban bien. Entonces alzo la mirada y vio a James acercarse algo azorado, y solo entonces Lily interrumpió sus sollozos por un minuto.

- ¿James, y Severus?

- ¿Severus?

- ¿No habías ido por él?

- No, yo...

- Aquí estoy.

James no alcanzo a terminar su frase cuando Severus apareció desde la cocina y camino directo hasta Lily, tenía los ojos algo irritados y su voz había sonado un poco más áspera de lo usual. Petunia apareció desde el pasillo con un enorme bolso de lona, y miro a su hermana y a Severus, y ambos lo entendieron, Petunia no tenía la fuerza de quedarse en esa casa, estaba tan repleta de recuerdos, dulces y felices, pero ahora solo le hacían querer llorar. Lily la entendía, así se sentía ella también, así que con la ayuda de Severus se puso en pie y extendió una mano hacia su hermana, pero ella negó.

- Quiero caminar...

La voz de petunia había sonado tan débil y herida... no como la voz de alguien que había llorado hasta el cansancio, no, esa era la voz de alguien que había gritado con el alma al ver a la muerte correr hacia ella y su familia.

El camino al pent-house había sido lento silencioso, Lily y Petunia se habían aferrado a cada brazo de Severus, quizás si los merodeadores conocieran Petunia habrían notado lo insólito de tal acción. Apenas llegar al departamento Severus las llevo a su habitación, sabía que Lily estaba cansada, pero Petunia estaba agotada, Melkart no había dejado de lanzarle miradas preocupadas cada tanto mientras los acompañaba, era medimago después de todo y sabía que la chica aún no estaba en condición de hacer esfuerzos. Lo primero que hizo el pocionista mientras sus hermanas se metían a la cama, fue buscar en su cómoda un par de pociones.

Petunia lo había mirado con aprensión, pero estaba demasiado cansada como para protestar, y siguiendo el ejemplo de su hermana, se bebió la pequeña poción de un solo trago, Severus aguardo junto a ellas, tomando sus manos, hasta que por fin se durmieron. Solo entonces permitió que Mel revisara por última vez a Petunia, James y el resto de los merodeadores habían permanecido afuera todo el tiempo, intuían que la mayor de las Evans no se sentiría segura si un montón de hombre entraba a la habitación sin la menor dilación mientras ella y su hermana pequeña pretendían descansar ahí.

Melkart se marchó poco después asegurando que la joven se encontraba bien, le pidió a Severus que hiciera como sus hermanas y descansara un poco, y después de asegurar que volvería por la mañana desapareció en las llamas de la chimenea, pues al parecer se había marchado de San Mungo sin avisar.

Después de un momento de contemplar la chimenea vacía Severus se fue directo a la cocina murmurando algo de haberse quedado sin poción para dormir sin sueño, Sirius y Remus intercambiaron una mirada y siguieron al pocionista. James le mando una mirada de pena a la espalda de Remus, imaginaba lo mal que debía sentirse al no poder consolar a Severus y peor aún con Sirius tan cerca de él.

Pobre Remus, el miope cervatillo dejo salir un agotado suspiro y siguió a Peter escaleras arriba rogando internamente que lo que presencio en la cocina de Lily no fuera lo que él creía, porque de ser así uno de sus dos mejores amigos terminaría con el corazón roto. Solo le pedía a Merlín que esto no fuera a arruinar más de siete años de amistad, porque pasara lo que pasara, él tendría que hacer de tripas corazón y apoyar a uno de sus amigos a conquistar al pocionista, mientras consolaba al otro.

Mientras tanto en la cocina el pocionista ya había empezado a cortar una raíz antes de que Sirius y Remus se acercaran, a Severus ni siquiera le había extrañado que todas sus cosas aun estuvieran justo donde las había dejado, como si no llevara más de una semana fuera de ese departamento. El par de merodeadores no estaba seguro de que hacer, solo miraban la espalda del mago frente a ellos, escuchando el rítmico sonido del cochillo cortando trozo tras trozo de una raíz rugosa y dura... el ritmo se hacía cada vez más lento, atrapando a los merodeadores en un trance de contemplación donde Severus era el centro de su atención. Remus se sentía como un intruso en ese momento y al mismo tiempo sentía que no podía dejarlos en esa situación, era obvio que el primogénito de los Black no sabía cómo lidiar con ese tipo de situación, y siendo honesto el mismo tampoco tenía la menor idea de cómo proceder, pero abandonar a ese par a la deriva simplemente se sentía mal.

Entonces algo perturbo el ambiente, sacando a Remus de sus sombríos pensamientos y agudizando sus sentidos, intento averiguar que había cambiado en la quietud de aquella cocina que había logrado erizarle la piel, todo estaba estático y silencioso, incluso parecía que el par de magos frente a él habían dejado de respirar, entonces Sirius se movió, tan rápido como solo él podía hacerlo, y un escalofrío recorrió la espalda de Remus Lupin... eso es lo que había cambiado... Severus había dejado de cortar las raíces sumiendo la cocina en un silencio total.

Severus solo sintió su presencia cuando el animago ya lo tenía entre sus brazos, con una mano firme presionando su estómago, atrayéndolo a su pecho, y la otra sobre su mano... obligándole a bajar el cuchillo que había estado contemplando, al parecer, por demasiado tiempo...

- Sabes que no lo haría...

- Lo se...

Pese a sus palabras Sirius no lo soltó y sus dedos se deslizaron entre los del pocionista hasta que este dejo ir el cuchillo. Y solo hasta que el tintineo del metal hizo eco en la cocina, el licántropo tras ellos pudo volver a respirar, Remus tampoco creía que el pocionista fuera a hacerse daño, pero la forma en que el silencio había dominado el lugar y el detalló que la luz le había robado al filo del cuchillo cuando Severus lo alzo ante su rostro... simplemente había sido demasiado.

Después de eso Sirius se había llevado al pocionista a su habitación, Remus le dio una poción relajante de sus reservas y se despidió de ellos, pero antes de volver a su cuarto a intentar descansar, bajo a la cocina y puso un hechizo que le alertaría si alguien entraba en ella por la noche... porque él no creía que Severus fuese a hacer una locura, pero no quería imaginar que habría pasado si Sirius no lo hubiese detenido.

***Fin del flash Back***

James se levantó de golpe a mitad de la madrugada, había tenido una extraña pesadilla, se trataba de Lily, usaba un vestido blanco y estaba sentada en medio de la nada, llorando desconsolada, pero al intentar acercarse se dio cuenta que estaba en una jaula de cristal y por mucho que lo intento él no podía romperla, entonces la jaula empezó a llenarse de agua pero su pelirroja no parecía notarlo, y justo cuando el agua estaba por cubrir completamente a su amada, él despertó.

James se sentó al borde de la cama y alboroto aún más su cabello, prefirió no meditar el significado de su sueño, al menos no por su cuenta, necesitaba hablar con alguien y sin importarle que fueran pasadas las tres de la mañana salió de su habitación en busca de la persona en la que más confiaba, Sirius.

Remus salió casi corriendo de su cuarto cuando la alarma de la cocina lo despertó, pero apenas dio un par de pasos e hizo un alto abrupto a mitad del pasillo, James estaba de pie mirando al interior del cuarto de Sirius, se veía rígido como una tabla aferrándose al picaporte y señalando algo en el interior, incluso boqueo un par de veces antes de que algún sonido saliera de su boca.

- ¿Pe-Pero... tú que haces aquí?

- ¡James! ¡Espera puedo explicarte! -Remus corrió hacia el despeinado mago apartándolo a un lado, pero cuando estaba por cerrar la puerta de Sirius se quedó helado- ¿Malfoy?

Lucius el divino Malfoy le dedico al par de magos una de esas miradas, de esas que podrían convertir tus piernas en gelatina, si no estuviera ya en shock solo de verlo en tu casa a mitad de la noche, el pobre licántropo no entendía cómo se las arreglaba para lucir tan sacro, especialmente en un momento como ese. Si, tenía ese porte señorial que hablaba de poder y riqueza a montones, con ese hermoso traje de época que seguramente costaba más que el edificio donde vivían y que sin duda había sido hecho exclusivamente para él, pero todo ese porte y elegancia debería de importar un pimento en ese momento.

Remus quiso darse una cachetada por quedarse obnubilado con la presencia de Lucius, especialmente porque el ex Slytherin no solo se había colado al departamento, sino que se había metido hasta el cuarto de Sirius, y todavía tenía la osadía de mirarles como si los intrusos fueran ellos, pero nada de eso era tan ofuscante como el hecho de que lo habían atrapado a mitad de la noche, muy campante él, sentado al pie de la cama de Sirius, alzando las mantas dejando al descubierto un par de piernas entrelazadas.

Fue justo cuando el par de merodeadores vio esas piernas entre las mantas, que empezaron a empujarse mutuamente mientras le decían al otro: "¡no mires, no mires!". Entonces se quedaron muy quietos, mirándose a los ojos fijamente, y soltaron a la vez un incrédulo "¿lo sabias?"

Lucius soltó un bufido ante la escena, perdiendo por un segundo su aire señorial, grave error, James estaba por decirle algo acido a la engreída serpiente, pero Remus alzo su mano frente a su cara callándolo al instante y haciéndole saber que él se haría cargo de Malfoy, así que el licántropo camino a paso firme hasta el platinado y con un movimiento decidido señalo a la puerta de la habitación, ordenándole sin palabras que saliera.

Lucius tenía que admitir que Lupin lucia bastante autoritario para alguien vestido con un pachoncito pijama de perritos, pero no por eso le iba a hacer caso, es más le dedico una incrédula mirada con ceja alzada incluida. Remus frunció el ceño e hizo un mohín indignado, Lucius estaba por sonreír altaneramente, sintiéndose victorioso al ver el gesto del ojimiel, pero esa sonrisa nunca llego a formarse completamente, Remus acababa de hacer algo que nadie nunca jamás en la historia y en su sano juicio se atrevería a hacer en su contra, el condenado lobito acababa de pescarlo de un mechón de pelo y no cualquier mechón, sino el que más dolía, el de la sien.

- ¡Au! ¡Au! ¡Au! ¡Au! ¡Mi pelo! ¡Mi pelo! ¡Mi pelo!

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