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49.- El Cuervo Rojo De La Hilandera.


La nieve caía lenta y silenciosa, limpiando el aire a su paso,adornando de frías flores los arboles deshojados, y pintando de blanco las sombrías carreteras. Ajena caía la nieve, al mar de voces que se alzaban en la hora más oscura de la madrugada. Ajena,al lamento del acero; que se doblaba en agonía, bajo las caricias del fuego. Ajena, al aroma toxico del humo: que sofocaba inclemente a los presentes.

Ajena,caía la nieve, impía e imperturbable, al sufrimiento de los hombres... Que morirían bajo su manto esa noche...

*** 

Roy O'Delan tenía muchos sobrenombres: Rey, Jefe, Rojo Pelirrojo,Manchas, Dragón. Incluso había una nutrida variedad de combinaciones, el Rey Rojo; por mencionar alguno. Claro, también había quienes, como Severus y Sebastián, solo lo llamaban por su nombre.

A Roy no le molestaba en absoluto, los sobrenombres eran parte de su popularidad, en su mayoría le hacían gracia y los portaba con orgullo, pero había uno... Siempre hay uno. Uno que le hace renombre más que cualquier otro, uno que nadie se atreve a pronunciar en su cara, uno que empezó a forjar desde muy joven, uno que preferiría nunca haberse ganado, y le escocía en el alma cada vez que lo oía...Porque sabía que se lo había ganado.

Royera... "El cuervo rojo de la Hilandera".

Como ave de mal augurio, el cuervo rojo de la hilandera, había dado aviso de al menos ocho muertes entre amigos y conocidos. Su primer aviso...Quizás el más difícil y el que más le había dolido, había sido para Nana Jidd. Roy había tenido que llamarla por teléfono; pues ella y su abuelo vivían en un refugio para ancianos sin hogar... Jamás olvidara lo difícil que había sido pronunciar aquellas palabras... Sus ojos se inundaron de lágrimas y la pequeña Jody, de apenas un año, lloraba inconsolable entre sus brazos... mientras Dany Sofy miraban por la ventana y llamaban incesantemente a sus padres...Jamás volvió a pronunciarlas, jamás las palabras"mamá", "papá" y "muerte", se harían oír frente a su familia...

Fue un comienzo amargo y cruel, pero el supo elevarse sobre su propia miseria, y través de los años aprendió el sutil arte de romper corazones y robar esperanzas. Transformando su alegre sonrisa en un afable gesto de consuelo, y cambiaba su porte despreocupado y vivaz por uno de sosiego. Nadie le odio por ello, Roy tenia tacto para las tragedias, pero secretamente todos temían verlo llegar a sus casas con aquel gesto, que pese a ser tan diferente de su verdadera personalidad, nadie se atrevería a tacharlo de falso...

Pero aun con sus años practicando como mensajer de la muerte, nada pudo prepararlo para el día en que tuvo que mirar a Severus a los ojos, y romperle el corazón. Decirle que su madre había muerto, había sido uno de los momentos mas tristes de su vida... Había llorado junto al ojinegro, con el mismo dolor que sintió cuando sus padres murieron... Y ahora... Jamas se había imaginado que tendría que romperle el corazón por segunda vez...

***

Sirius llevaba dos horas bajo la banca de una parada de autobús, lucia desaliñado y decaído, con su pelaje alborotado y sus orejas hachadas hacia atrás. Pero contrario a la opinión de la dulce anciana, que lo veía a través de una ventana; la nieve y el frio, poco tenían que ver con su estado de ánimo.

Era el tercer día que visitaba esa parada de autobus, sabía que en cualquier momento la persona a quien más ansiaba ver; aparecería al final de la cuadra... Por desgracia aquel par de muggles se encontrarían a su lado... Pero quizás sea mejor así, después de todo, él aun no sabía cómo enfrentarlo... Como verlo a la cara y sostener su mirada para disculparse... Como mirar esos hermosos ojos negros, y sentirse digno siquiera de suplicarle perdón, menos aun pedirle que volviera a su lado... Ya había pasado una semana desde el incidente, y tres días desde que Kreacher lo encontró... Y él aun no sabía cómo acercarse a su amado.

Delia fue la primera en doblar la esquina, Sirius sabia un poco de la mujer: gracias a Barty y a Regulus. La bella morena, pese a su inmenso parecido con él gamberro, era la antítesis hecha mujer de Sebastián; era dulce y gentil, exageradamente considerada, y un tanto más inocente.

La mujer había acogido a Severus sin reserva. Pese a que solo lo había visto en contadas ocasiones, y aun cuando sabía, que el joven de ojos negros era la razón de que su sobrino, su única familia,siguiera volviendo al horrible lugar del que tanto trabajo le había costado sacarlo. Pero Delia era una mujer inteligente y bondadosa,sabía que Severus había estado atrapado en ese lugar de la misma forma que Sebastián, y quería ayudarle de verdad, no solo por el gran cariño que su sobrino parecía tenerle, sino porque a su ver,nadie merecía vivir de esa manera.

Sinduda, Sirius, estaba agradecido de que su Bellus estuviese rodeado de buenas personas; aun si estas lo apartaban de su lado... Pero eso no hacía que verlo desaparecer tras la puerta todos los días fuera más fácil.

El animago contuvo el aliento, esperando que su amado entrara a la linda casa de Delia y cerrara la puerta, pero el pocionista se detuvo y miro en su dirección... Sirius no pudo evitar que su pelaje se erizara y sus orejas se irguieran esperanzadas. Sintió su corazón galopar desbocado mientras sus grises ojos gritaban lo mucho que le amaba, lo mucho que le extrañaba, y lo arrepentido que estaba de sus errores.

Para Sirius era casi aterrador; como solo una breve mirada, de esos hermosos ojos negros, se sentía mas solida y real que la nieve que cubría su pelaje, o el duro y frio concreto bajo su cuerpo. Era...Como ver por un instante a la eternidad, mientras el tiempo se detiene a contemplar: imposible, irreal e insuficiente, y aun así,tan magnifico: que no podía mas que atesorar cada segundo.

Pero el tiempo corre, los segundos se acaban, y la realidad los alcanza...y es ruidosa y aterradora, y viene en motocicleta junto a un mal presagio.

El rugido del motor se hizo oír al final de la calle. Roy O'Delan hizo un alto abrupto, dibujando un marcando circulo en el pavimento con las oscuras llantas de su motocicleta. A Severus solo le hizo falta una mirada, de esos angustiados ojos verdes, para saber que traía malas noticias.

Era extraño para Roy ver el miedo en ojos de Severus, pero al verlo ahí de pie, frente a la puerta de su mejor amigo, era evidente... Roy no tenia que decir nada, su gatito, su reservado pero valiente amigo.Aquel que había salvado a su hermano, aquel que se enfrentaba constantemente a su propio padre, había llorado por horas entre sus brazos, ante al frio cuerpo de su madre... Sabia que venia a demoler su mundo, una vez mas...

Roy respiro profundamente, dándose valor, sin nada mas que hacer que mirarlo a los ojos, con el peso del mundo en sus hombros. Extendió su mano hacia él, listo para guiarlo al segundo peor día de su vida.

Las manzanas se dispersaron por el jardín, cuando Severus dejo caer la bolsa de fruta. Sebastian salio de inmediato, pero apenas tuvo tiempo de ver a Severus subir a la moto de Roy, no pudo ver el rosto de ninguno de los dos, ni siquiera pudo saludar al pelirrojo, pero el aire denso que dejaron atrás, y la falta de una respuesta a su llamado; dejaba claro que algo malo había pasado.

***

El aire frio agitaba su pelaje y el viento le secaba los ojos, pero Sirius no bajaría la velocidad. El no perdería la moto de Roy, aun si eso lo metía directo en el trafico muggle, ya había tenido que saltar sobre el cofre de un auto cuando el pelirrojo se paso un alto;este estuvo apunto de atropellarlos. Pero su instinto le gritaba que no podía darse el lujo de perderlos.

La ansiedad en su pecho no hizo mas que incrementar al ver el caos que empezaba a formarse a su alrededor. La forma brusca en la que se movían los autos, cada vez mas cerca unos de otros, era realmente alarmante. Roy manejaba como un poseído entre los numerosos vehiculo, y Sirius vio a una mujer abandonar su auto en plena calle;al ver que seria inútil intentar avanzar en el.

El olor del miedo impregnaba el aire, y la angustia desfiguraba los rostros de las personas. La urgencia de la gente por llegar a su destino, era la misma que sentía Sirius por alcanzar a su Bellus, y todos ellos parecían ir al mismo sitio que su amado.

El pulcro edificio de ocho pisos al final de la calle se imponía entre los demás; abarcaba el ancho de dos cuadras y su apariencia estéril intimidaba. Al animago le recordó un poco a la enfermería del colegio, pero el lugar era un caos, grandes carros ruidosos y con luces en el techo, llegaban uno tras otro. Hombres uniformados bajaban personas en camas con ruedas.

Todo olía a desinfectante, sangre y piel quemada. Sirius sintió un escalofrío recorrer su espina dorsal al ver como bajaban a un hombre con la cara vendada hasta el cuello, pero las vendas ensangrentadas no eran lo mas aterrador... las manos de aquel muggle estaban desfiguradas... parecían derretidas; como si se tratara de una figura de cera, y entonces lo peor sucedió...

El grito herido de una mujer... Y para su desgracia se trataba de una que conocía muy bien. Sirius vio el momento justo en que Lily Evans se arrojo a los brazos de Severus. Lloraba a lágrima viva, de una forma tan desconsolada, que resultaba difícil reconocerla. Con su hermoso cabello cayendo desordenado a sus espaldas, ahogaba sus sollozos en el pecho del pocionista; mientras este la sostenía firmemente contra su pecho.

Sirius no estaba lo suficiente mente cerca para verlo, pero sabia que los labios de su numen temblaban ligeramente, mientras apoyaba la barbilla en la cabeza de Lily. Tambien sabia, de alguna forma, quemas de una lágrima había escapado a ese férreo control que siempre desplegaba en situaciones difíciles. Porque no necesitaba estar perdidamente enamorado, para ver el dolor que envolvía el desesperado abrazo que Lily y Severus compartían en la recepción  del hospital.

***

Roy solo pretendía darles algo de espacio cuando se aparto de ellos por un momento; entonces sintío que alguien tiraba de él, hacia lo que parecía un pequeño consultorio vacio, excepto claro, por el animago completamente desnudo que tenia enfrente.

Ahora si que era el Rey Rojo, sentía el sonrojo subir desde su cuello hasta la frente de seguro que parecía semáforo, ¿que demonios hacia ese pervertido en pelotas frente a él? Apenas pudo escuchar como el animago le decía algo de que fuera por sus amigos, cuando lo vio darse la vuelta y transformarse en un enorme perro negro.

Al pecoso le tomo un rato espabilarse, cuando el animago se fue, y antes siquiera de considerar ir por los amigos del perro que acababa de dejarlo ahí tirado, hizo una llamada.

-Choto... No stas orate, el chucho negro fuera de tu canton; si es la wiza del gatito...- a Roy le tomo apenas cinco segundos explicarle a Sebastian lo que acababa de hacer el animago, pero sin duda el porque se había llevado a Severus de esa forma le tomo mas tiempo.- se queno te va gustar que haga esto, pero... iré por la jauría de la wiza... la fresita los va a necesitar...

***

Nadie les daba información, Lily solo sabía que su padre y su hermana estaban en algún lugar de ese hospital, pero no sabía como o porque habían terminado ahí, la recepcionista solo le confirmo que su hermana estaba en cuidados intensivos y su padre seguía en cirugía,pero de su madre aun no sabia nada, una enfermera le dijo que bien podrían haberla llevado a otro hospital. Así que empezó a llamar a todos los hospitales en el área para preguntar por su madre,mientras tanto Severus usaba su varita para hacer un encantamiento de localización; no se lo dijo a Lily para no asustarla, pero el brazalete que le había regalado a Violet estaba en algún lugar muy lejos de cualquier hospital, a las afueras de la ciudad.

Para ese momento padfood ya se había acercado a ellos, pero gracias al caótico ir y venir de la gente: ningún muggle les presto atención. Severus enterró sus tensos dedos en el pelaje del animal, en un vano intento de calmar la angustia que sentia, cada que Lily terminaba una llamada.

Con las manos cada vez mas temblorosas y un estrangulado "gracias"Lily corto la cuarta llamada. Estaba por marcar una vez mas cuando una enfermera la llamo para pedirle sus datos y los de sus familiares. Severus aprovecho ese momento para arrodillarse frente a Sirius, con una sola cosa en mente; Violet.

***

Sebastian había tenido que bajar del taxi unas cuadras antes de llegar al hospital, pues con el trafico se estaba haciendo imposible avanzar,estaba por alcanzar la amplia entrada del caótico edificio, cuando distinguió una lanuda figura negra corriendo hacia el. Sirius lo había visto también, pero no se detuvo ni bajo la velocidad,simplemente paso de largo junto a él.

Cuando Sirius paso cerca del gamberro, Sebastian se sintió ligeramente aliviado, llevaba días pensando en que ese perro los vigilaba, así que enterarse de que era la wiza fue casi tranquilizador, ya creía que se estaba volviendo loco... Entonces el gamberro negó un par de veces con la cabeza. Pensar que era "tranquilizador" que el brujo enamorado de su gatito se transformaba en perro para vigilarlo; de ninguna manera podía significar que no se había vuelto loco.

Estaba por dejar el tema atrás y entrar a hospital cuando se dio cuenta de otra cosa, el chucho llevaba una varita negra en el hocico. Sebastian ya había visto suficientes veces la varita de Severus para reconocerla, y sabia que el pocionista no se apartaba de ella en ningún momento; así que con una desagradable sensación de vacío en su interior, apuro el paso, y fue en busca de su gatito.

***

El olor a caucho quemado fue un golpe desagradable para su fría nariz,pero no se comparaba con la caótica escena frente a él. La nieve lodosa y resbaladiza mojando sus patas le dificultaba avanzar, pero sabia que estaba cerca de su destino; el suave vibrar de la varita en su hocico se lo decía.

Un ancho, y al parecer concurrido, puente había caído. El trecho colapsado era lo suficientemente largo y ancho, como para arrastrar a varios vehículos y un par de camiones a su fin. Solo una pequeña cresta se mantenía al otro extremo del camino; tal parecía que la ladera donde se apoyaba el puente había cedido. Sirius bajo con cuidado, intentando ignorar la gran conmoción que persistía en el lugar; aun había gente en la parte baja de la ladera.

Vio un par de hombres en trajes naranja, arrastrando lo que paresia ser:una estatua hecho de carbón. Solo la aparente flexibilidad que la figura adquirió cuando lo dejaban sobre la nieve, le hizo saber al merodeador, que eso era una persona. Sirius distinguió siete cuerpos mas alineados sobre la nieve; unos en mejores condiciones que otros.La mayoría no habían sido alcanzados por el fuego, pero no por ello tuvieron mejor suerte.

Sirius se mantuvo tan lejos de ellos como le fue posible, mientras se dejaba guiar por la varita de su Bellus. Tuvo que bajar bastante en el peñasco antes de encontrar alguna pista de Violet, pero la varita lo llevo directo aun pequeño charco de lodo, sangre y escombros. Sirius olisqueo la nieve y empezó a cavar al percibir un olor diferente,pero lo único que encontró fue un bolso de piel, y dentro de este... el brazalete de plata de Violet.

***

Las puertas de doble hoja d la sala de cirugía se abrieron y un par de médicos y enfermeros salieron de su interior, una apurada enfermera que había estado esperando en el pasillo, abordo de inmediato a los doctores, y sin darles un respiro les informo sobre su siguiente cirugía, mientras un par de jóvenes internos se quedaba a la entrada del quirófano.

-¿Quieres que me encargue de sacarlo?- la joven interna no escucho a su compañero, parecía apesadumbrada- El primero siempre es el mas difícil, Ann.

-Violet...

-¿Como dices?

-Violet... No dejaba de repetirlo.- ambos guardaron silencio por un momento, seguros de que recordarían ese nombre por mucho tiempo; el hombre que acababan de operar había repetido ese nombre como una plegaria, hasta que la anestesia le quito la poca lucidez que tenia-Él había llegado consiente...

-Consiente no es la palabra que usaría, podía habla... pero estaba muy lejos de entender lo que pasaba.

-Lo se... pero...

La joven interna suspiro con pesar. Quizás habría sido mas fácil, sino hubiese visto a ese hombre usar lo poco que le quedaba de fuerza para pronunciar ese nombre, una y otra vez, hasta la inconsciencia.¿Seria su esposa? ¿Su hija? Quizás ella lo esperaba en casa,quizás había muerto en el accidente, o estaba en otro quirófano luchando por su vida, repitiendo el nombre del paciente que acababa de morir frente a ella.

-No siempre podemos salvarlos a todos Ann... él había llegado muy mal herido.- la joven interna asintió nuevamente, su compañero tenia razón, pero eso no lo hacia mas fácil.- Vamos, yo lo llevare a la morgue, tú ve con el resto. Aun hay muchos pacientes que nos necesitan.


Tan pronto como el par de internos retomo el ritmo para cumplir con su deber, James salio de la capa de invisibilidad para apoyarse en la pared, podía sentir su estomago retorcerse y el piso desvanecerse bajo sus pies. Llego tarde... tan pronto como Roy había llegado a su departamento a darles la funesta noticia, el se había desaparecido en busca de ayuda, pero había sido en vano... lo sabia; que incluso la magia tenia sus limites, que ni siquiera el extraordinario medimago que afirmaba la mano en su hombro podía revivir al hombreen el quirófano.

Melkart vio con pesar al joven hombre frente a él, y sintió una profunda pena, no solo por las lágrimas que intentaba retener. Puede que ninguno de los dos haya conocido a Patrick, pero el había sido una parte fundamental en la vida de alguien a quien querían con sinceridad... y ahora tendrían que decirle a esos dos jóvenes magos que su padre acababa de morir...

***

Sirius caminaba muy pegado a la pared, dejando que su nariz lo guiara hacia su numen, no estaban en el mismo corredor concurrido de antes. En ese lugar solo estaban los gamberros, Severus y Remus. Había unos pocos muggles, sollozando aquí y aya, pero estaba muy lejos de ser el desastre que era el resto del hospital.

Severus corrió hacia él en cuanto lo vio, pero en lugar de correr a su encuentro como realmente deseaba, Sirius simplemente cerro los ojos y respiro profundo, se mantuvo lo mas firme que pudo, hasta que un ligero tirón en el hocico le hizo soltar el bolso de cuero que había encontrado en la nieve. Severus lo reconoció de inmediato, Petunia no había dejado de presumirlo desde el momento en que Vernon se lo regalo.

Las lágrimas inundaron los oscuros ojos del pocionista cuando e ldestello plateado del brazalete de Violet brillo en el interior. El pelaje de Sirius estaba empapado, y olía como si se hubiese metido a una chimenea, pero lo mas deprimente en el, era la forma en que desviaba la mirada y sus orejas se echaban hacia atrás; como si hubiera hecho algo malo y esperaba que lo castigasen por ello.

Pero antes de que Severus pudiera hilar una frase James y Melkart aparecieron a unos metros de ellos. Cuando el par había llegado,Lily ya había entrado a ver a su hermana en cuidados intensivos, así que ellos decidieron colarse a los quirófanos para ayudar al padre de la pelirroja, pero por sus caras Severus supo que las cosas no habían salido bien... Ninguno de ellos alcanzo a decir palabra alguna, pues una joven enfermera acababa de llamar a Severus...

***

Severus escucho atentamente cada palabra de la amable enfermera, las lágrimas que hace unos minutos inundaban sus ojos parecían haberse desvanecido... Los merodeadores lo miraron entre asombrados y sobrecogidos. Cuando esa enfermera llamo "Señor Evans" a Severus; fue como verlo transformarse, a primera instancia se veía tan cabal, pero el aire a su alrededor narraba una historia diferente, una historia de contención y dolor... y solo cuando giro su rostro hacia la puerta de doble hoja que marcaba la entrada de cuidados intensivos, los presentes entendieron cuan difícil era todo esto para el.

Apenas había sido un segundo, un parpadeo en sus ojos ónix... Lily tembló como una hoja al viento, acababa de dejar a su hermana, estaba sedada y con un par de golpes pero sana y fuera de peligro, de hecho casi creyó que podía respirar con alivio cuando los doctores le dijeron que despertaría en cualquier momento.... pero la mirada en los ojos de Severus acababan de contarle otra historia...

Lily lloro y suplico, grito hasta que su garganta dolió y pataleo hasta que sus pies se entumieron de tanto golpear el piso. James deseaba tanto abrazarla, consolar a su amada pelirroja, y borrar el surco de lágrimas que recorrían su rostro. Quería jurarle que todo estaría bien, que el estaría a su lado y que las protegería: a ella, a su hermana y a su madre, por el resto de su vida. Pero ella no necesitaba su amor incondicional en ese momento, ella necesitaba a Severus. Porque si, ella amaba a James, pero Severus era su hermano y acababan de perder a su padre.

***

Sirius solo deseaba que el día terminara ya, pero el destino no lo quiso así, así que ahí estaban. En un lúgubre pasillo a punto de entrara una fría habitación que olía a muerte y desinfectante. La enfermera había dicho que debido a las circunstancias alguien debía reconocer el cuerpo... Sirius no estaba seguro de porque Roy los había seguido, pero mantenía una distancia prudente a su lado.

La enfermera había hecho un débil intento de impedir que el perro entrara a la morgue. Sirius contemplo con asombro como el pelirrojo le dedico una mirada, no era amenazante, tampoco amable; pero algo en los ojos de Roy detuvieron a la enfermera. Era extraño estar tan  hiperatento, pese a presenciar esa muda conversación entre el gamberro y la enfermera, Sirius no perdió de vista a su Bellus en ningún momento.

Su querido azabache sostenía a la pelirroja con un brazo alrededor de sus hombros. Caminaban lentamente y sin vacilar, incluso los sollozos de Lily casi habían cesado... y aun así: algo en sus posturas, algo en cada paso que daban hablaba de dolor... era grande y pesado,mantenía sus cuerpos tensos y los hacia caminar lento bajo la amenaza de aplastarlos, era tan vivido que casi podía tocarlo.

La morgue no lucia tan horrenda como realmente era, estaba pulcra y ordenada, por desgracia estaba repleta. Había dos mesas y tres camillas, todas ocupadas, cuerpos cubiertos de pies a cabeza con mantas azules. Seguramente el ascético doctor que los esperaba acababa de llegar.

Fue profesional y desapegado, pero no fue insensible al llanto de la joven bruja. Lily no había estado preparada para ver a su padre en esa mesa... como podría... se derrumbo, casi de rodillas intentando respirar, pero las lagrimas parecían querer ahogarla... Severus no estaba mejor, la cabeza le daba vueltas y las lagrimas ardían en sus ojos, no pudo mirar mas que un par de segundos el rostro del que fue un verdadero padre para el... podía sentir su estomago hundirse;quería vomitar, gritar, maldecir, quería injuriar a aquellos que le dijeron que la magia todo lo podía, porque sabia que ni todo su talento ni todos sus estudios podrían revertir esto.

Aparto la mirada, seguro de que si seguía en ese lugar un minuto mas colapsaría, y algo lo golpeo... fue como un martillazo directo a la sien. Un golpe seco, casi físico, que lo trajo a la realidad. Aun cuando Severus sabia que nada lo había tocado, podía sentir el calor de la sangre correr por un costado de su rostro y la mano con la que aferraba a Lily se soltó.

El llanto de la pelirroja seso por un momento cuando Severus empezó a alejarse de ella, y a medida que se ponía en pie lo llamaba... pero Severus parecía ajeno a su voz... entonces hizo algo extraño...

Severus se acuclillo junto a la otra mesa y extendió su mano bajo ella... casí parecía no respirar cuando tiro de un arrugado trozo de tela que alguien había dejado caer ahí... Lily apenas podía ver su perfil y no veía bien que es lo que Severus tenia en la mano, perola forma lenta y cauta con la que Severus alzo su mirada hacia la mesa, estaba tan lleno de miedo.

Severus se puso en pie lentamente, como si un tigre lo asechara y estuviera apunto de abalanzarse sobre el, solo entonces Lily pudo ver lo que tenia en su mano... estaba sucia y arrugada, pero no había duda...era la bufanda de su madre.

***

Roy aparco su motocicleta frente a la casa de Sebastian, hace horas que Lily, Severus y Petunia se habían ido con los merodeadores, Roy se había quedado en el hospital con Sebastian y se habían encargado delos padres de la fresita. Sebastian lo había invitado a su casa con la promesa de una cerveza fría...

Pero apenas llegaron al comedor he hicieron un alto abrupto... este día ya había sido demasiado largo, pero al parecer se negaba a terminar. Sebastian trago grueso y Roy llevo su mano al bolsillo trasero de su pantalón, no solía usar su navaja mariposa, especialmente cuando sabia que no serviría de nada, pero frente a él, era mejor no estar desarmado.

-¡Oh, Roy! Que bueno que volviste, ¿A donde te llevaste a Severus?Este caballero vino a buscarlo poco después de que Sebastian fue a buscarlos... ¿y Severus?

Delia apareció desde la cocina, con su lindo delantal de gatitos y su pañoleta rosa, completamente ajena al ambiente hostil entre en su comedor, de hecho estaba mas que dispuesta a servir la cena para todos, y no es que fuese una ingenua, es solo que ella ya conocía a su sobrino y el mal genio que tenia, especialmente cuando alguien le quitaba la atención de Severus.


Especialmente si se trataba del apuesto hombre que tomaba el te tranquilamente en su comedor. Pero claro, ella no entendería cuan complicada era la relación entre el par de gamberros y Lucius Malfoy.

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