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48.- Un Ángel Ante Mis Ojos.

- ¿¡Como que no puedes llevarme con él!?

- El amo Regulus ya cumplió los diecisiete- siseo el pequeño elfo con dificultad- ya no deja un rastro mágico que Kreacher pueda seguir, Kreacher no puede encontrarlo.

Kreacher entrecerró los ojos y vio a su joven amo con resentimiento mientras este lo sujetaba con fuerza del harapo que usaba como ropa, Sirius no era como su querido amito Regulus, nunca lo había tratado bien ni había tenido una palabra amable para él menos aun cuando estaba tan alterado, pero por desgracia seguía siendo el primogénito de su señora y le debía obediencia, por otro lado, aun si estaba obligado a servirle había cosas que simple y sencillamente no eran posibles.

- ¡No juegues conmigo endemoniado elfo!

- Kreacher solo puede encontrar al amito si el amito lo llama.

- ¡Elfo inútil!

Los pies del pobre elfo no llegaban al suelo por la forma tan brusca en la que Sirius lo sujetaba, así que cuando Remus creyó que el ojigris arrojaría al elfo al suelo lo retuvo tomándolo por el brazo, el licántropo entendía que su amigo se sintiera frustrado, después de todo el elfo nunca había sido muy amable con Sirius, pero perder los estribos no le serviría de nada si quería encontrar a Regulus y a Severus.

- ¡Sirius, basta! Mejor sigamos buscándolos.

***

Sebastián cerró el refrigerador con más fuerza de la necesaria, pero ignoro el pequeño tambaleo del electrodoméstico y salió pisando fuerte hasta el pequeño jardín trasero de su casa, sin dirigirle apenas una mirada a Roy, se dejó caer pesadamente en el asiento que este había dejado libre.

- No te encabrones con él.

- ¿Entonces que, me encabrono contigo?

Roy tomo la cerveza que el moreno le ofreció mientras se acomodaba mejor en una de esas sillitas de mimbre tan fifís para el jardín que tenia Delia.

- ¿Conmigo?

- ¿Por qué no me dijiste que hablar de ese dia podía meter al gatito en problemas?

- Que rarito eres- Sebastián miro al pelirrojo y frunció aún más el ceño- creí que te había emputado lo que te hizo el gatito.

- También eso... - Sebastián guardo silencio por un momento y tomo un largo trago de su cerveza antes de añadir un escueto- Pero tenía sus motivos...

- Igual te emputa lo que te hizo, o bueno, intento hacerte...

Roy se guardo cualquier comentario que pudiera tener sobre las razones que el pelinegro les había dado, la verdad ninguno de los dos se creía que al pálido mago le importara en absoluto ese asunto de "El Secreto Mágico" les había quedado claro que era un asunto serio y por supuesto no hablarían del tema con nadie, pero el par de gamberros creía que había algo mas detrás del silencio del pocionista.

Justo en ese momento vieron un destello de luz en la habitación, ninguno de los dos se sintió alarmado, quizá porque ya estaban saturados de información o porque realmente no querían arruinar el silencio de fingida tranquilidad que reinaba en la casa. Roy miro al cielo al ver los fuegos artificiales que explotaban a la distancia, pese a que ya pasaban de las cuatro de la mañana aun había gente celebrando, y decidió darle una merecida explicación al moreno sobre sus propias razones para callar.

- Cuando él nos presentó, estábamos todos en bola en el parque, entonces el topo fastidio a al gatito por usar la ropa de su jefa y antes de que yo lo mandara a cerrar el pico tú le metiste una patada en el culo y le dijiste que el gatito era un ángel y que si lo jodiamos, aunque fuera en broma, nos partirías el culo a patadas.

- Claro. - Sebastián soltó un bufido y sonrió de lado sin ganas al recordar ese día. - también les conté como me había salvado... entonces tú te reíste de todo el asunto, me tiraste a loco y nos pusimos a jugar a los piratas.

- Ya habías hablado, era más fácil tirarte a loco y que quedara como juego, así nadie se lo creía y no andarían de hocicones.

Sebastián se le quedo mirando por un largo minuto antes de reír calladamente y admitir en voz alta que el pelirrojo era más listo de lo que parecía, Roy se hizo el ofendido y lo golpeo en el hombro antes de ponerse a reír con el moreno.

- Qué hay de ti... ¿Te molesta lo que hizo? – el pelirrojo lo miro completamente perdido por un momento- ya sabes... lo de Dan...- Roy no lo dejo terminar, él tenia las cosas claras ahora, además no había nada que hacer al respecto.

-Nah... Salvo su vida y eso es lo que importa.

***flashback***

Severus hubiese preferido llevarse todo eso a la tumba, pero él sabía que la vida nunca había sido muy amable con él, así que las esperanzas de guardarse algo tan importante que podía potencialmente meterlo en Azkaban eran vanas. Así que después de un hondo suspiro decidió dejar salir todos esos secretos que guardaba desde pequeño.

- La explosión de magia accidental que te salvo la vida no era normal... lo supe cuando llegaron los aurores, ya había tenido un incidente de magia antes y ellos no se molestaron en venir, solo enviaron un mensaje pidiendo "prudencia", pero esa noche ellos llegaron y entraron sin tocar, le advirtieron a mi madre que debía ser cuidadosa y enseñarme a ser discreto, también dijeron que ya habían resuelto mi "indiscreción" -en ese momento Severus le dio una breve mirada al Choto- lo que solo podía significar que te habían borrado la memoria, pero... cuando nos volvimos a ver tú me reconociste de inmediato... entonces recordé lo que mi madre me dijo una vez de las explosiones de magia.

Todos miraron a Severus como si se tratara de un profesor, incluso Regulus y Barty, pues la ser mago sangre pura nunca habían necesitado que les explicaran algo tan cotidiano como una explosión de magia.

- Estas "explosiones de magia" son en realidad la dispersión de nuestro núcleo mágico intentando adaptarse a nuestros núcleo vital, yo solía suprimir mi magia debido a Tobías, intentaba mantenerla apartada de mi esencia porque me daba miedo que volviera a lastimarnos a mi madre y a mí, así que cuando Sebastián y yo nos conocimos, el cumulo de magia intentando adaptarse en mi interior era demasiado fuerte- el ojinegro miro al moreno a los ojos con algo de nerviosismo- de alguna manera parte de mi núcleo mágico se conectó a tu núcleo vital, supuse que por eso los aurores no pudieron borrar tu memoria... eso me hizo sentir aliviado – un ligero sonrojo cubrió las mejillas del pálido mago y su voz se volvió ligeramente más tenue- no quería que me olvidaras... pero también me dio bastante miedo así que no le dije nada a nadie, creí que si alguien lo descubría nos volvería a meter en problemas...

El pocionista bajo la cabeza, y a nadie le pasó desapercibida la tensión en sus hombros, por supuesto ninguno dijo nada al respecto mientras lo escuchaban, pero sin duda la sonrisa rota que se formó en sus labios les llamó la atención.

- Por eso agradecí inmensamente que mi madre no te agradara, ella se habría dado cuenta de inmediato que tú sabias algo... y estoy seguro de que ella si hubiese podido borrarte la memoria...

- ¿Tan buena era?

Severus no se ofendió ante el tono incrédulo de Sebastián, él sabía bien que su madre no era la definición de una persona poderosa, pero ella le había enseñado más magia que cualquiera de sus maestros, sin duda le debía todo su talento, era una lástima que en vida fuera una mujer tan sumisa.

- Mi madre conocía muy bien la magia oscura, puede que nunca la usara para defenderse, pero si lo hizo para defenderme e incluso curarme...

- Momento, momento. - Roy se enderezo en el asiento y miro al pocionista con los ojos muy abiertos. - estas diciendo que tu jefa uso magia negra... para curarte... a ti...- Severus simplemente asintió sin entender muy bien por qué Roy parecía haberse erizado como un puercoespín- ¿entonces... mi hermano...?

- ¡Oh! – El rostro de Severus se ilumino en entendimiento, por supuesto que un muggle se asustaría con la mención de la magia negra, después de todo muchos magos también le temían- Si, mi madre uso magia negra en él, de hecho, la uso en ti también. - no solo la quijada de Roy cayo un par de centímetros, el par de Slytherin's y el gamberro italiano estaban con los ojos como platos, como podía Severus sentarse calmadamente y decir algo como eso, en cambio el pocionista casi parecía aliviado con el giro que tomo la conversación- Ella me lo dijo mientras me enseñaba como curar a Dan, lo que estaba consumiendo la mente de tu hermano también te hacia lo mismo a ti cuando eras pequeño, por eso sabía que es lo que tenía que hacer.

- Pero... ¿Que la magia negra no es para lastimar a la gente?

El breve pero pesado silencio que siguió a la pregunta del Choto solo sirvió para erizar aún más al pelirrojo y el dubitativo asentimiento del pocionista no le ayudo a calmar sus nervios.

- Estabas muriendo... igual que Dan...- los ojos del pecoso se abrieron con asombro y terror ¿acaso dijo "muriendo"? - Para salvarte, mi madre tenia que matar la parte de tu mente que estaba enferma y regenerarla de la nada.

- Pero ni siquiera la magia negra puede crear cosas de la nada... ¿o si puede? – de los tres Barty era el menos versado en la magia negra, mas por falta de interés que por falta talento por supuesto.

- No, tienes que hacer un sacrificio de igual valor... una vida por otra.

Roy miro a Sebastián con un puchero en los labios y el ceño fruncido y le susurro en un muy claro y audible reproche "viejo, porque tu novia gótica sabe eso" que los tres magos y el gamberro prefirieron ignorar.

- Con Dan sacrificamos un perro y contigo un pollo...

- Eso explica su cerebro de pollo.

- ¡Oye!

Pese a la situación ninguno pudo evitar reírse del chiste del moreno, aunque las risas no duraron mucho tiempo, todos sabían que aún había una parte de la historia sin contar.

***fin del flashback***

Antes de salir de la mansión Black, Sirius le había ordenado a Kreacher que le avisara de inmediato en cuanto viera o supiera algo de Regulus, en cuanto a él y Remus, se la pasaron buscando por horas y horas en distintos lugares hasta quedarse sin opciones.

- Sirius...- Remus hacia lo posible por mantenerse sereno y seguirle el ritmo al animago, pero ya se habían quedado sin ideas, por Merlín si hasta terminaron en la calle de la hilandera amenazando a ese horrible muggle (Tobías o algo así se llamaba) sin sacarle nada medianamente útil, incluso volvieron al club y buscaron a Roy y sus amigos pero ni rastro de ellos, claro, no es que hayan podido buscar mucho después de todo aun había aurores en el lugar así que tuvieron que escabullirse con cautela, tal parece que aun después de arreglar el desastre algunos habían tenido que quedarse a vigilar, así que oficialmente se habían quedado sin idea de a donde más podían ir- deberíamos volver... talvez los otros tuvieron mejor suerte...

Sirius se acuclillo con la mirada baja y mientras apoyaba los antebrazos en sus rodillas golpeo suavemente la varita contra la palma de su mano, el licántropo no podía ver más que su silueta dado el oscuro callejón donde acababan de aparecerse, aun así, la frustración y desesperación del animago se reflejaban en su postura, pero solo hasta que hablo es que Remus pudo entender que tan mal estaba su pelinegro amigo.

- ¿Qué debo hacer ahora Remus...? ¿Cómo voy a encontrarlo? ¿Cómo podré mirarlo a los ojos y decirle que lo amo después de lo que hice?... Prometí que no volvería a lastimarlo... se lo prometí a él y a Reg y me lo prometí a mí mismo... y ahora yo...- la pena y la culpa se acumulaban en la voz de animago y eso fue más de lo que el ojimiel podía resistir porque ver a uno de sus mejores amigos tan desmoralizado es algo que le calaba hondo.

- ¡Fue un accidente! - el ojimiel lo interrumpió de cuajo, se agacho a la altura del pelinegro y apoyo una mano en su hombro en señal de apoyo- Fue un momento de pánico por lo de Sebastián, a mí también me tomo por sorpresa, pero lo más importante es que ellos lo saben, las cosas se precipitaron abruptamente y sabían que debían irse para ponerle fin a la pelea, pero saben que fue un accidente.

El animago hundió los dedos de su mano derecha en su cabello y lo arrastro hacia atrás mientras cerraba los ojos con frustración, tenía unas inmensas ganas de llorar, a él no le importaba que el gamberro los hubiera descubierto, lo saco de onda por supuesto y en serio lo asusto cuando puso a James de rodillas con un solo golpe y que encima sus hechizos no le hicieron nada, fue algo acojonante, pero nada de eso le importaba ahora, el solo quería recuperar a su Bellus.

- No sé cómo podre disculparme ahora.

- Se que encontraras la forma de hacerlo Sirius.

***

Cuando Sebastián entro a su habitación y vio dos camas pensó que quizá había tomado demasiado, entonces noto que en una de ellas estaban el rubio y su brujita gótica y en la otra estaba el gatito hecho bolita, seguramente los otros dos usaron su magia para clonar su cama y así darle espacio a Severus para descansar.

El moreno tomo aire profundamente, esto de la magia iba a darle un par de dolores de cabeza, Roy acababa de irse y él no aguantaba más, así que se sacó los zapatos con un par de patadas y fue directo a su cama, levanto las mantas y se acomodo junto al pocionista.

Por un momento le pareció que el pocionista se encogía en su lugar. Ciertamente no era la primera vez que compartían cama así que le extraño que no estuviera acurrucándose contra su pecho intentando entrar en calor, claro que para como estaban las cosas muy seguramente estaba preocupado por lo que pasaría de ahora en adelante entre ellos... y siendo honestos, mentiría si dijera que él no se sentía igual.

Si bien Sebastián tenía todo el derecho del mundo de estar enojado con el pelinegro, por haberle mentido por tantos años y encima lo que intento hacer con su vínculo... pero aun con todo eso él no podía evitar sentirse angustiado y culpable, y eso era algo que el gamberro odiaba sentir ya que eran los sentimientos más recurrentes en su infancia, porque le gustara o no, él había sido una víctima más de la mitad de su vida, por años había sufrido los peores abusos cometidos en la calle de la hilandera y por mucho tiempo creyó ser el culpable de todos ellos, como el abandono por parte de su madre, la violenta pérdida de su inocencia a temprana edad, los abusos físicos y psicológicos y el intento de asesinato perpetrado por su propio padre, él se había creído culpable de todo eso... hasta que conoció a Eileen y se juro a si mismo que él no sería como ella.

Todo eso era más que suficiente para dejar bien jodido a cualquiera, pero Sebastián se había aferrado a algo, algo con nombre y apellido, algo que le había dado calidez a su corazón, algo que le ayudo a levantarse de toda la mierda que la vida le había dado, una hermosa esperanza de ojos negros y piel clara, por él se había aferrado a la vida y por él había vuelto a la pandilla de Roy... y ahora, por todo lo que el pálido mago representaba para él es que los sentimientos de traición y resentimiento fallaban miserablemente en hacerse un hueco en su pecho, porque ver el peso de la culpa reflejada en los ojos de su pálido ángel era mas doloroso que la traición a su confianza.

Sebastián sacudió mentalmente la cabeza, relegando toda esa maraña de sentimientos a un lado para enfocarse en lo que verdaderamente le importaba. Hace tan solo unas horas Severus había revelado el secreto tras esa extraña inmunidad a la magia que parecía tener, en realidad solo era una teoría, pero era lo único que tenía.

La teoría de como la magia dispersa de un pequeño y talentoso mago se había aferrado a él cuando era tan solo un niño, no es que fuera a soltarse a lanzar hechizos de la nada, si en todos estos año no lo había hecho no iba a empezar ahora, pero sin duda había dejado una huella en él, porque como el mismo Severus les había dicho en su larga letanía "no fueron hechizos ni pociones, fue magia, pura y simple..."

Sebastián recordaba muy poco de lo que había ocurrido, había cosas que habían quedado completamente en blanco o que simple y sencillamente no había entendido. Sucedió un año antes de que Delia llegara a su vida, Severus acababa de regresar de la escuela para pasar las fiestas con su madre y como cada año, se escaparon a su refugio cerca de la medianoche.

***flashback***

Severus había buscado toda la información posible para darle pies y cabeza a lo que había sucedido con el joven gamberro, porque si bien el chico parecía completamente ordinario, el pequeño pocionista había descubierto un par de cosas con el pasar del tiempo y empezaban a hacerse cada vez más evidentes, al menos para él, la conexión mágica entre los dos era lo principal, esa facilidad que tenia el gamberro para encontrarlo sin importar que tan lejos estuvieran, ya sea para salvarlo de un hambriento perro callejero, para sacarlo de una zanja demasiado profunda o para evitar que un tipo raro se lo llevara en una camioneta con los vidrios tintados, Sebastián siempre aparecía en el momento correcto.

Y aunque había ignorado deliberadamente la inmunidad mágica que el chico había presentado cuando los hechizos des memorizantes de esos aurores fallaron, la verdad es que su lazo empezaba a hacerse mas fuerte y la preocupación de que el moreno empezara a usar magia accidentalmente en algún momento lo tenia acojonado, si alguien los descubría podían tomar medidas drásticas contra ambos y Severus no quería ser el causante de más desgracias en la vida del moreno, no quería ser el monstruo que su padre decía que era, al menos no para Sebastián.

Por supuesto, eran miedos sin fundamentos, pero la carencia de información y la conciencia de que su lazo estaba creciendo llevaron a Severus a tomar otro tipo de medidas, así que una noche antes de volver a casa robo uno de los libros de la sección prohibida con ayuda de Lucius, el rubio no pregunto para que quería un hechizo des vinculante, después de todo el heredero de los Malfoy nunca tuvo reparo en complacer la curiosidad del pequeño de ojos negros.

Así es como Severus termino llevando un peligroso libro de magia negra a ese pequeño cuchitril que llamaban refugio, y aunque Sebastián lo había notado nervioso todo el rato y tenía una extraña sensación de incertidumbre en la boca del estómago, sabía que no habría poder humano que le hiciera desconfiar de su gatito, así que cuando Severus le pidió que cerrara los ojos y confiara en él, él lo hizo.

- No habrás los ojos hasta que yo lo diga y no hagas trampa.

- Vale, gatito. Confía en mí.

El pequeño Severus mordió su labio inferior sintiéndose culpable mientras sacaba su varita, pero siguió adelante y empezó con el conjuro que le pondría fin a su lazo. Los suaves susurros del pocionista eran inentendibles para el joven moreno, lo único que el Choto podía apreciar es que su gatito caminaba lentamente a su alrededor.

Por un momento Severus pensó que no estaba funcionando, pero para cuando estaba a mitad de la segunda vuelta Sebastián ya lucia agitado y al terminar la tercera el gamberro ya había caído de rodillas sin poder respirar, Severus no lo había visto en un estado tan deplorable desde... bueno desde el día en que se conocieron.

Solo tenía que dar dos vueltas mas y todo terminaría, pero apenas empezó la cuarta vuelta y Sebastián empezó a deteriorarse todavía más, sudaba exageradamente pese al frio de la noche y sus brazos y piernas temblaban como gelatina mientras su cabello se aclaraba progresivamente, cada paso que el pocionista daba parecía robarle el aliento al moreno.

Fue entonces que el pelinegro se detuvo, no pudo terminar la cuarta vuelta, mucho menos empezar la quinta, no después de escuchar a Sebastián gritar, más acertado seria decir que el gamberro bramo sin aliento, Severus lo había conocido prácticamente en las puertas de la muerte, pero nunca lo había visto así, resollando tan desesperadamente un "no" lleno de terror y suplicando la misericordia que nunca le pidió ni a su propio padre.

El pocionista no pudo dar un paso más y rompió el conjuro, antes de acercarse y arrodillarse frente al gamberro.

- ¿Choto...?

Las manos de Severus temblaban mientras intentaba poner de pie al gamberro, pero Sebastián era muy grande para el y estaba tan tenso que simplemente no pudo moverlo ni un centímetro, entonces noto que pese a todo el gamberro mantenía sus ojos cerrados.

- No... no, no me dejes... por favor... no me dejes... no te vayas...

- No me iré... mírame, aquí estoy, no me iré...

Severus no pudo evitar que su voz temblara y sus lágrimas brotaron solas al ver como Sebastián habría los ojos lentamente y su mirada se llenaba de alivio al verlo junto a él. Después de eso el gamberro cayo inconsciente en el regazo del pocionista y no volvió a levantarse hasta dos días después.

***fin del flashback***

Severus tembló ligeramente e intento hacerse mas pequeño mientras su mente aun vagaba en ese desagradable recuerdo, por eso lo que siguió lo tomo por sorpresa. Para el gamberro no fue difícil alargar el brazo y enganchar al pocionista por la cintura, tampoco represento un esfuerzo el arrastrarlo hasta su pecho para que las mantas los cubrieran bien de la fría noche, pero sin duda sentir a Severus acurrucarse entre sus brazos fue mejor que cualquier cobija.

- Lo siento...

El suave susurro del pocionista fue apenas audible para el moreno, pero fue suficiente para que lo abrazara protectoramente.

- Esta bien... luzco más cool así.

La broma de Sebastián sobre su cabello lo hizo sonreír ligeramente, pero ambos sabían que las cosas no serian iguales a partir de ahora, y aun había algo que zanjar.

- ¿Por qué lo hiciste? Y no me salgas que por eso del secreto porque se que no es así...

Severus bajo el rostro con vergüenza y un temor residual que no tenía razón de ser, Sebastián no era como su padre, pero aun así el temor estaba tan arraigado en su interior que no podía simplemente ignorarlo.

- Tenia miedo... creí que si descubrías lo que soy...

- ¿Lo que eres?

- Siempre me trataste como si fuera un ángel... no quería que tu también me odiaras cuando descubrieras que soy un...

- Eres el ángel que salvo mi vida.

- Soy una abominación, un monstro, un error, ni siquiera debería exis...

Sebastián no le permitió seguir, sabía bien quien le había metido toda esa mierda en la cabeza y no iba a permitirle seguir con un pensamiento tan errado, así que le corto a mitad de frase con una suave caricia en la mejilla.

- Severus... se cuándo tengo un ángel ante mis ojos, no por nada he vivido entre monstruos toda mi vida...

El pocionista mordió su labio inferior y se acurruco entre los brazos del gamberro sin percatarse que un par de brillantes ojos grises los miraba desde la otra cama. Sobra decir que el menor de los Black los había escuchado perfectamente, le dolía enterarse hasta ahora de como Severus se percibía a si mismo y si bien estaba agradecido de que Sebastián le sacara esas ideas de la cabeza, no pudo evitar sentir esa dolorosa punzada en el pecho.

Regulus se sentía estúpido de pensar en eso en un momento como ese, pero los celos no respetan esos momentos de vulnerabilidad, pero lo que mas lo molestaba es que no estaba seguro de por quien se sentía así... 

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