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45.-Un Año Nuevo ¿Inconsciente y Sin Memoria?

Roy era un parlanchín de primera, con una sonrisa encantadora y una mirada vivaz adornada de pecas, por mucho que su vestimenta gritara "descarriado", pocos se creerían que alguien tan alegre fuese el jefe de una pandilla peligrosa, sin duda el enorme moreno con cara de pocos amigos junto a él lucia mucho mas sospechoso, pese a estar mejor vestido.

- ¿Qué esperas? Entra de una vez.

- Nel, con mis pintas seguro le ladran a la chota.

El Choto solo chasqueo la lengua y le metió presión al pelirrojo, lo suyo sinceramente no era la paciencia.

- Dijiste que lo invitarías este año.

- Te digo que me van a echar a riatazos de ahí,

El par de gamberros estaba a un par de metros de la cafetería más conocida de Londres muggle, llevaban cerca de quince minutos espiando a un pequeño grupo en el interior y el Choto ya se estaba cansando de esperar, sin mencionar que a algunas personas se les empezaba a hacer sospechosa la presencia del par de vándalos.

- Si no te decides de una vez, esos dos te van a cambiar los planes.

- ¡Ya va! ¡Pos vamos, ya que!

A Roy no le iban los lugares finos, eso saltaba a la vista, con sus jeans rotos, sus tenis viejos, y su chaqueta de mezclilla sobre una sudadera violentamente naranja, destacaba a la vista en un lugar que poco le faltaba para ser de estricta etiqueta, tan pronto como puso un pie en el interior del café, su incomodidad y sonrojo se volvió difícilmente disimulable.

Una pequeña ola de murmullos empezó a crecer en el lugar y justo cuando un mesero se acercaba al pelirrojo, seguramente para sacarlo, el Choto entro tras él, el mesero se quedo de piedra mirando a Sebastián, y no pudo evitar creer que ese era sin duda el tipo más grande que había visto en su vida, los murmullos pararon en seco, Roy no necesitaba darse la vuelta para saber qué tipo de cara estaría poniendo el moreno, con el miedo en los ojos del mesero era suficiente.

Barty fue el primero en notar el súbito mutismo en la cafetería, así que se giro ligeramente en su asiento para mirar sobre su hombro, en el acto reconoció al par de gamberro, el rubio no se molesto en informar a sus amigos de los recién llegados y con un exagerado movimiento de manos los llamo a gritos.

- ¡Por aquí!

Sebastián tuvo que darle un ligero empujón al pelirrojo para que avanzara y el balbuceante mesero los siguió hasta el trío de magos, el pobre chico no podía ni formar una frase entendible y cuando llegaron junto a los magos Barty le corto los balbuceos con una sonrisa encantadora y una orden.

- ¡Oh! Que atento en escoltarlos hasta aquí, ahora trae dos sillas para nuestros acompañantes.

- ¿Co-como? Pero... es que... ellos.

- Acaso no escuchaste, piensas dejar a mis amigos aquí parados, trae dos sillas.

El mesero se sonrojo al ver al menor de los Black y poco le importo la forma tan grosera en que le había hablado, en menos de treinta segundos el joven ya había robado un par de sillas de las mesas más cercanas. Ni Roy ni Sebastián se sorprendieron demasiado, algo en la estoica postura y en la digna mirada de Regulus los invitaba a servirle, siendo honestos se sintieron aliviados de que la orden no fuera para ellos, porque habría sido bastante vergonzoso acatarla sin chista, después de todos ambos eran la epitome de la rebeldía.

El par de gamberros apenas había tomado asiento cuando el mesero saco una libreta y con una sonrisa de caricatura les pregunto si deseaban beber algo, Roy le mando una mirada de soslayo al Choto y este solo se encogió de hombros, era obvio que ninguno de los dos estaba preparado para presenciar el poder de dominio que tenia Regulus.

- Tráeles lo mismo que a nosotros y la carta de postres.

El mesero se fue con un alegre "¡enseguida!" después de la orden de Regulus, y si no fuera porque es imposible, Roy juraría que se fue flotando entre saltito y saltito. Sebastián simplemente sonrió de lado con chulería y apoyo su brazo izquierdo en el respaldo del asiento de Regulus.

- A mi no me engañas dulzura, acabas de embrujar a ese chico- Regulus casi escupe su café y Barty se quedo con el tenedor a medio camino entre la mesa y su boca - eso o intentas ponerme celoso.

Severus hacia lo posible por contener la risa, había guardado silencio mirando todo el numerito, era casi cómico ver a Roy actuar con timidez y a Regulus y a Barty al borde de un infarto cada vez que alguien hacia una referencias a la magia.

- ¿Q-Que? ¿Por qué haría eso? Ni soy mago ni estoy interesado en ti.

El traicionero sonrojo de Regulus hizo sonreír al moreno, Roy estaba por mencionar que se había puesto más rojo que un tomate, pero la carta de posters y el café que le pusieron enfrente lo distrajo, y con solo verlo puso cara de espanto.

- ¡Qué carajo! Creo que estoy leyendo mal esto.

Barty se asomo sobre el hombro del pelirrojo sin encontrar nada extraño en el menú y lo miro extrañado.

- ¿Qué está mal?

- El precio, este pedazo de mierda es más cariñoso que un pastel de bodas.

-¿Cariñoso? ¿Qué significa eso? ¿Qué es muy bonito?

- No Barty, significa que es muy caro.

El rubio suspiro agradeciendo tener ahí a Severus, porque en verdad era muy difícil entender a Roy en ocasiones.

- No te fijes en eso, hoy pago yo.

El pelirrojo se le quedo mirando con seriedad por un minuto, no sabía si sentirse ofendido, no conocía bien al rubio así que no sabía cómo interpretar su gesto, por su parte Barty solo le regreso la mirada confundido, hasta que una patada simultanea de Regulus y Severus bajo la mesa lo hizo reaccionar.

- ¿Qué? Es lo justo, el pago mi primera borrachera.

- ¡Oh, clarines! – una sonrisa de entendimiento surgió en el rostro del pecoso- Después de la pelea. Tu primer chupe y un buen empaste.

Barty y Regulus de inmediato voltearon a ver a Severus por una traducción, una traducción que él nunca les daría con lo sonrojado que se puso, pero no hizo falta, con el comentario de Sebastián fue más que suficiente para entenderlo.

- ¡Es verdad! El pobre gordito no se podía ni sentar.

Las risas no se hicieron esperar, Barty incluso le pasó un brazo por el cuello al pelirrojo, asegurándole que le debía una grande por eso. Después de un par de chistes sucios acerca de "la grande" que le debía y de ordenar sus postres el ambiente se volvió más ameno, aunque algunas personas aun los miraban extraño, y fue justo entonces que el tema de la fiesta de año nuevo surgió.

- Justo a eso vine gatito - Roy le regalo su mejor sonrisa al pocionista y le giño el ojo- Este nuevo año lo empezaras a mi estilo.

- ¿Inconsciente y sin memoria?

La risa del pecoso lleno el lugar, era alegre y contagiosa, ni siquiera Regulus se podía resistir a seguirla y algunas personas de las mesas vecinas parecían querer unírseles solo con escucharla.

- Que bien me conoces.

Severus no pudo evitar sonreír, el conocía a Roy desde pequeño y sabía que estaba nervioso, además de estar fuera de su elemento, y había algo oculto en su sonrisa que suplicaba no ser rechazado, no entendía el punto de todo esto, pero se veía realmente ansioso y emocionado así que no podía negarse, sin mencionar que Severus siempre ha tenido una extraña debilidad por los pelirrojos de ojos verdes y sonrisa alegre.

- Esta bien Roy. ¿Dónde será la fiesta?

- ¡En un club! -El pecoso casi salta en su asiento de la emoción- Ya fui a checar y esta de poca madre, vas a flipar nomas de verlo.

Era sorprendente lo grande que podía ser la sonrisa de una persona cuando estaba emocionada, y por su puesto el ánimo del pelirrojo contagio a los más jóvenes, especialmente a Barty que se auto invito con todo el descaro que lo caracteriza.

- ¿Crees que dejen entrar menores?

- Tu dalay güerito, que aquí entramos porque entramos, puedes jalate al Bodoquito y a su jauría si quieres. Mientras más banda mejor.

El rubio sonrió encantado, nunca había ido a un club muggle, pero había escuchado un par de cosas subidas de tono que le encantaría intentar con su ratoncito. Severus y Regulus suspiraron resignados, no necesitaban ser unos genios para saber porque estaba tan emocionado el rubio.

***

- Deja de andarte por las ramas y dime exactamente qué fue lo que viste.

- No sé de qué me hablas.

- Sabes perfectamente de lo que hablo.

El par de tazas de café se enfriaba sobre la mesa y las rebanadas del pay de fresa seguían intactas desde hacía más de quince minutos. El par de jóvenes sentados uno frente al otro parecía estar jugando el juego del gato y el ratón, el cazándola con la mirada, ella evadiéndole cobardemente.

- Habla.

- No tengo nada que decir.

- ¡Se que lo viste!

- ¡Si lo sabes, entonces porque me lo preguntas!

La impaciencia del joven solo lograba exaltar a la chica y el momentáneo silencio que siguió solo logro tensar aun más el ambiente que los rodeaba, ella no estaba segura de a qué venía todo ese interrogatorio, pero nunca había visto al joven hombre frente a ella tan serio.

- No puedes decírselo a nadie.

- ¡Que! - los oscuros ojos de la joven destellaron en indignación y se posaron en el que consideraba uno de sus mejores amigos- ¿¡Porque no!?

- No es el momento.

- ¿¡Pero, porque!? Se nota que están...

- ¡No es el momento! -el joven aparto la mirada por primera vez- Por favor, entiende.

- ¿Cómo quieres que entienda algo que te niegas a explicarme?

- Simplemente no es el momento, de acuerdo.

- Pues si te son honesta, no parecía ser el momento equivocado.

La forma sugestiva en que ella soltó esa frase solo lograba frustrar más al muchacho, ninguno de los dos quería dar su brazo a torcer.

- No es así... tu... no lo entenderías.

- ¡Ya me estas hartando! -No estaba exagerando, que el idiota frente a ella estuviera tan renuente a hablar la estaba exasperando- ¿¡Que es lo que no entendería!?

- ¡Que se asustara! ¡Que se alejara de mi!...- esa ola de cólera y frustración basto para descolocar a la joven y mirar con otros ojos a su amigo- y cuando se asusta... él... él... ya lo he asustado un par de veces antes... y solo conseguí alejarlo aun mas de mi, incluso ahora no se en donde estoy parado, mientras más avanzo más fácil es de dar un paso en falso y arruinarlo. ¡Es jodidamente frustrante!

El silencio se hizo presente por un momento mientras la ella lo miraba con una mescla de pena e indulgencia. Por mucho que el mismo fuera la causa de toda esa frustración.

- Es en serio, ¿Verdad?... Por primera vez en tu vida, es enserio...- el no respondió, no hacía falta, se notaba a la legua lo mucho que le importaba- Que lastima... - el joven alzo la mirada extrañado- si tan solo hubieses sido así antes... quizás nosotros... habríamos tenido una historia diferente...

El joven abrió los ojos sorprendido, nunca creyó que la mujer frente a él aun pensara en el fugaz romance que alguna vez compartieron.

- Lo siento, yo... nunca creí que tu aun...

- No, no lo hago... y está bien... es decir, habría sido agradable que me quisieras de esa manera, pero lo nuestro no habría funcionado de cualquier forma, tu no eras el único enamorado de sí mismo en ese entonces.

El par de jóvenes intercambio una sonrisa, se sentían estúpidos de hablar de ese modo, como si lo pasado entre ello hubiese sido hace una vida, cuando no tenía más que un par de años. El estaba por hacer un chiste sobre sonar como un par de viejos seniles recordando un viejo amor, cuando ella le robo la palabra.

- ¿Su amigos lo saben? - El lo medito un poco antes de responder, aunque ella seguramente ya sabía la respuesta.

- Algunos...

- ¿Tus amigos lo saben?- Hubo un breve silencio antes de que el respondiera en voz baja.

- Algunos...

- ¿Qué esperas para decirle? -No hacía falta decir nombres, ambos sabían de quien hablaban.

- No creo que esté listo.

- Nunca lo estará, sabes muy bien que él es la persona más densa del mundo para estas cosas. -El largo suspiro del mago solo logro hacerla reír- Sabes que no se lo diré, Sirius, no hacía falta que vinieras hasta aquí para que lo guardara en secreto. Aunque estoy segura que después de la fiesta, medio mundo ya tendrá sus sospechas.

El animago alzo la mirada aliviado, pero él sabía bien que Mirlo tenía razón, debía decírselo a James, y pronto, por mucho que no estuviese listo, era su mejor amigo, casi su hermano, y no era justo que fuera el único sin saber lo que estaba pasando con Severus, el resto del mundo no le importaba en absoluto. Estaba por agradecerle a la bruja y retirarse cuando de la nada ella decidió responder a su pregunta inicial.

- Por cierto, le hiciste sexo oral.

- ¿Cómo...?

- Con la boca, obvio. Fue en la biblioteca, estoy segura que vi tu lengua divirtiéndose entre sus piernas un buen rato. Sabes, si no hubieras hechizado la puerta seguramente me les habría unido, y bueno, supongo que no hace falta recordarte que no lleve ninguna botana a la fiesta, ¿verdad? -Mirlo sonrío como el gato de Alicia en el país de las maravillas al ver la cara atónita del merodeador- ¡Si, más o menos así de grande abriste la boca!

Sirius Orión Black jamás había maldecido tanto una pérdida etílica de memoria. Afortunadamente para él, Mirlo Fablet era la bruja mas desinhibida del reino unido... y su padre tenía un pensadero.

***

James Potter dejo de ojear el libro entre sus manos y alzo la mirada, había llegado hace quince minutos de escoltar a su bella dama hasta su casa, y estaba tan distraído que lo único que pudo hacer es tirarse en la sala con sus amigos a "leer", y recién hasta ahora noto que ahí faltaba alguien.

- ¿Alguno de ustedes sabe donde se metió Sirius?

Peter se encogió de hombros mientras intentaba transformar el teléfono en un zapato con de movimiento de varita poco efectivos.

- Ni idea Prongs, ¿Remus, a ti te dijo a donde iba?

- No. -Remus si sabia donde estaba Sirius, pero era mejor no decirle a James ya que era capaz de ir a buscarlo y de momento no convenía que se topara con Mirlo, además estaba revisando su calendario lunar, esta vez el treinta y uno caería en luna nueva, y se sentía muy aliviado por eso ya que no les quería arruinar la fiesta a sus amigos.

- Ok- el miope animago alargo la "o" al ver el poco interés de los otros dos- ¿Qué hay de las serpientes?

- Barty y los otros dos fueron a despejarse a un café- Peter sonrío encantado solo de pensar en el rubio- Dijo que necesitaban despejarse de tanto germen Gryffindoriano.

- Que lindo tu novio...

James estaba siendo claramente irónico pero Peter respondió con una enorme sonrisa y un "Verdad que si", los otros dos no pudieron más que sonreír por él, Peter siempre ha sido del tipo reservado y pesimista, pero con Barty era diferente, más alegre y seguro, aunque un poco mordaz en ocasiones.

***

- ¿Por qué hasta ahora?- Roy miro extrañado al moreno por la repentina pregunta, acababan de despedirse de Severus y el par de niños raros después de haber estado hablando con ellos un rato- ¿Porque lo invitaste ahora y no lo hiciste en navidad?

Roy solo sonrío desviando la mirada y sigue caminando junto al moreno.

- Tú sabes.

Si, lo sabe, Sebastián sabe que Severus nunca ha celebrado la navidad, las pocas veces que él lo secuestro a medianoche para escapar un rato de sus respectivas pesadillas no contaban realmente como una celebración. Además ambos querían que el gatito pasara esa fiesta con una familia de verdad, y quien mejor que la fresita Evans para esa tarea. Ella misma les dijo que pasarían navidad en familia, así tal cual, como si Severus realmente fuera su hermano. Ninguno de los dos objetó nada, sabían que esa sería la primera navidad del gatito.

Ambos gamberros sabían el porqué Severus nunca había celebrado esa fiesta, en su casa nunca había adorno o intercambio de regalos o siquiera una cena especial. Solo había una razón que les impedía festejar esa fecha, Tobías, el siempre estaba presente el día de navidad, no por amor a su familia o alguna cursilería parecida, simplemente ese día los bares cerraban temprano y eso lo dejaba sin lugares en los que perderse.

Pero año nuevo era diferente, fiestas por todos lados y bares abiertos hasta el amanecer, Tobías se desaparecía por días, incluso semanas, y si Eileen lograba esconder algo de dinero del borracho de su marido, ella compraba algo especial para hacer la cena, esa era su verdadera celebración, incluso en más de una ocasión consiguió esconder suficiente para invitar Sebastián.

Roy aun recordaba aquella ocasión cuando era pequeño, su madre estaba embarazada de Dan y su padre había tenido un accidente en la fábrica, habían gastado todo lo que tenían en una operación de emergencia, así que pasarían las fiestas solos y sin un peso para comer, y ese día, justo la mañana del treinta y uno de diciembre, Eileen Prince y su pequeño hijo llamaron a la puerta, ella llevaba una pequeña olla con estofado y el pequeño Severus, de quizá cinco o seis años, cargaba una canastilla con galletas, quizás no era la mejor cena ni la mejor forma de terminar el año, pero la sonrisa de su madre ese día había sido la más hermosa de todas.

Ambos sabían que para Severus el año nuevo sería triste sin su madre, así que Roy le haría olvidarse de su vida por una noche, tal y como el mismo llevaba haciendo desde la muerte de sus padres, quizás no era la mejor forma de enfrentar el dolor, pero Roy no conocía otra y hasta ahora le funcionaba bien.

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