44.- Una Relación Compleja.
Severus estaba congelado a mitad del movimiento de cortar unas raíces, no podía apartar sus ojos del animago frente a él, mentiría si dijera que no había esperado que el merodeador le cuestionara sobre su primera vez, pero en lugar de eso él va y se preocupa de que no le hayan obligado a hacerlo.
- ¿En verdad estas empeñado en que me enamore de ti, verdad?
El corazón de Sirius se salto un latido y por un momento pareció haber olvidado como respirar mientras sus mejillas se teñían ligeramente ¿acaso su Bellus acababa de insinuar que era posible?
Severus sonrió discretamente ante la mirada atónita del animago, pero antes de que Sirius pudiese pronunciar palabra, los oscuros ojos ónix de su numen viajaran hasta sus propias manos. Severus pareció meditar por un momento si era sabio seguir cortando y después de unos segundos de contemplación aparto tabla y cuchillo y respiró profundamente, esto no sería sencillo.
- Me gustaría decir que él no tuvo nada que ver...- Sirius tuvo que concentrarse para recuperar el hilo de la conversación- pero fue la principal razón. Por mucho que lo desprecie, Rosier marco un antes y un después en mi vida... aun cuando él realmente no llego a hacerme nada, yo... tenía miedo... me sentía sucio y culpable... Lucius pasó semanas intentando convencerme de que lo de Rosier no había sido mi culpa...
Los hombros del animago se tensaron al escuchar el nombre del par de serpientes, pero no hizo el intento de frena a su Bellus, no cuando estaba por darle una muestra más de su confianza, porque su Bellus estaba intentando acercarse a él, sabía que abrirse no era fácil para el pálido mago y revelar uno de los muchos secretos que se ocultaban en los sutiles matices de sus ojos negros era un paso gigantesco.
- Pero al final, fue Sebastián quien me quito el miedo y la culpa de lo que había pasado...
- ¿El gamberro? -Eso sí descoloco al merodeador, pero Severus se limito a asentir, mientras una triste y nostálgica sonrisa se insinuaba en sus labios- ¿Él te... fue él quien...?- Sirius realmente no quería saberlo, pero un lado masoquista que no sabía que tenía parecía querer castigarlo por todas las cosas malas que le había hecho a su amado en el pasado- Pensé que Malfoy...
- Estuve prendado de Lucius por un tiempo... y fui correspondido en mas formas de las que esperaba...- algo desagradable se retorció en el estomago de Sirius, pero se obligo a respirar y guardar silencio, él sabía perfectamente que la desabrida serpiente había correspondido más que solo a sus sentimientos, podía verlo en los ojos de su Bellus y en la mirada incomoda que intentaba ocultar- fue gentil conmigo, sin presionarme o exigirme nada, me mostró la paciencia que no le tenía a nadie más... pero Sebastián siempre fue el primero... mi primer amigo, mi primer beso, mi primer amor... pero aun cuando fue mi primera vez, él nunca correspondió mis sentimientos...
Sirius lo miro con incredulidad, aun tenía bastante fresco el recuerdo del gamberro estrangulándolo y la amenaza de buscarlo en cualquier mundo si se le ocurría lastimar al pocionista.
- Estoy bastante seguro de que él siente algo por ti.
- Lo sé, pero lo que él siente por mí no es amor, la magia que use para salvar su vida dejo una huella en él, es un lazo que nos une, pero no de la forma romántica en la que solía soñar... intente liberarlo, romper el lazo que había creado... pero solo conseguí lastimarlo y tornar su cabello de un caoba cobrizo a un pálido gris... además está el hecho de que por años creyó que era un ángel, y no de forma metafórica, uno de verdad.
El animago arqueo ambas cejas impresionado, el ya sabía, o al menos sospechaba, que había algo diferente en ese gamberro, pero eso era mucho más de lo que se esperaba, sin duda era mucha información que digerir.
- Bueno... salvaste su vida, era de esperarse que sintiera apego y admiración hacia ti... aunque creo que el tema del ángel lo dejó atrás.
- Realmente no estoy seguro de que haya superado eso.
- El tipo fue tu primera vez.
- Si lo ponemos en esa perspectiva, supongo que tienes razón...
Ambos pelinegros evadieron la mirada del otro, sin duda era un tema incomodo, Severus estaba bastante seguro que no había sido tan embarazoso contárselo a Lucius como lo estaba siendo ahora con el animago.
El pocionista le dirigió una mirada de soslayo al ojigris y lo vio fruncir el seño concentrado, entonces empezó a abrir los ojos progresivamente y ambas cejas del merodeador se arquearon, hasta alzar la mirada y verlo directo a los ojos.
- ¿Qué edad tiene ese gamberro?
- Veintidós...- Severus frunció el seño confundido ¿para qué quería el chucho saber eso?- los cumplió en Agosto.
- Y tú cumples dieciocho en Enero, así que son alrededor de cuatro años de diferencia, y lo del imbécil de Rosier pasó en tercero, así que tú tenías trece y él...
Severus cubrió sus ojos con una mano mientras el animago contaba con los dedos, ya sabía que había sido algo precoz pero no se espero que el animago se fijara en ese detalle, y por la cara que estaba poniendo estaba seguro de no querer aclararle un pequeño detalle, su primera vez fue en navidad así que técnicamente fue a los doce.
- Te puedo asegurar que él no me obligo a nada, si hay alguien incapaz de lastimarme ese es Sebastián.
- Eras un casi niño.- Sirius se froto la frente con la yema de los dedos sin poder mirar a su Bellus a la cara, casi podía sentir como un migraña amenazaba con partirle la cabeza, pero tenía que contenerla, no podía ponerse a despotricar ahora, no cuando Severus estaba confiándole algo tan intimo.
- Y Sebastián un adolecente. Además tu perdiste la virginidad el año siguiente, así que también eras casi un niño.
- Mi pareja no era mucho mayor que yo y hasta donde recuerdo a ella le dolió más que a mí.
- Cuatro años no es ser "mucho mayor" y si les dolió es porque ninguno de los dos tenía experiencia, y para mi buena suerte, pese a la vena religiosa de Sebastián, el no era ningún santo en esos menesteres.
- Así que fue un depravado desde chiquito.
Severus frunció el seño molesto, sabía que Sirius no lo decía con verdadera animosidad, pero que haya juzgado al gamberro tan a la ligera le hacía sentir ofendido.
- ¡Su padre es un drogadicto de mierda, llevaba prostitutas y mas drogadictos a casa cada que podía, sin importarle si Sebastián estaba o no presente, solo Merlín sabe lo que tuvo que pasar en ese lugar! ¡Él no es un depravado, solamente tuvo una vida de mierda y se aseguro de que lo que le paso a él no me pasara a mí!
Severus estuvo a punto de salir de la cocina destilando indignación, pero Sirius no le permitió siquiera llegar a la puerto, lo tomo del antebrazo y lo hizo girarse hacia él para disculparse, sin embargo el pocionista se soltó del agarre de un tirón dispuesta largarse, cosa que por supuesto el animago no permitió y lo sujeto de nuevo por el otro brazo, pero cuando su Bellus intento soltarse de nuevo Sirius simplemente lo tomo de la cintura y lo pego a su cuerpo.
El pálido mago desvió la mirada y Sirius aprovecho para inclinarse ligeramente, casi podía rozar el pómulo del pocionista con la punta de su nariz, y cuando volvió a hablar su voz se volvió casi un susurro.
- Sabes que lo dije solo por celos.
Severus cerró los ojos y mordió el interior de su labio inferior mientras un cosquilleo recorría su piel, sus mejillas empezaban a sentirse muy tibias y sinceramente no estaba seguro si era por las palabras del animago o por el ligero roce de sus manos en su cintura.
- Ya te dije que Sebastián nunca ha correspondido a mis sentimientos.
- ¿Entonces porque lo hizo?
Severus cerró los ojos y respiro profundamente antes de responder.
- Yo se lo pedí...
El animago abrió mucho los ojos ante esa declaración, pero no retrocedió un solo paso. Severus aguardo por unos segundos, en espera de alguna reacción, sin atreverse a mirarlo a la cara, pero al no obtener nada apoyo la frente en su pecho.
- Él siempre ha sido bueno conmigo... solía defenderme de los chicos más grandes, incluso de mi padre y sus amigos... cree que no lo sé porque siempre lo hacía a mis espaldas... y siempre me trato bien, siempre me miraba hacia arriba, como si fuera lo mejor que le hubiera pasado en la vida, sin importar que el resto del mundo nos mirara como basura... Sé que realmente no quería hacerlo, que en ese entonces aun me miraba como si fuera una criatura sagrada a la cual proteger, y yo...- el pálido mago trago duro, no era nada fácil hablar de eso- yo... me sentía sucio por culpa de Rosier... y Sebastián, el me miraba como si fuese algo puro y digno, creí que él sería el único que podría quitarme la suciedad de Rosier de la piel... y lo hizo, con miedo y cautela borro las huellas que Rosier dejo en mi mente y corazón y me hizo sentir limpio de nuevo... fue nuestra primera y única vez.
Sirius acurruco al pocionista entre sus brazos, con un mar de sentimientos contradictorios inundando su pecho, y beso suavemente su frente, justo en el nacimiento del cabello, el no juzgaría a su Bellus y no se apartaría de él, por mucho que su sangre ardiera de ira solo de pensar en lo que hizo Rosier, o que sus entrañas se retorcieran de celos por culpa de Sebastián, porque si bien su corazón le agradecía por proteger a su Bellus no podía evitar sentirse celoso, celoso de la confianza y el cariño que su numen había sentido y aun sentía por él.
Severus se dejo hacer por el animago mientras recordaba la noche de navidad de su tercer año, había rechazado las invitación de Lucius de pasar navidad en su mansión pero él no se sentía preparado para una fiesta al estilo de los Malfoy, eso sin mencionar que quiera ver a su madre y asegurarse de que el monstruo que tenía como padre no le hubiese hecho daño.
***flashback***
La calle de la hilandera no era un lugar muy festivo en esas fechas, ni en esas ni en ninguna otra, era casi medianoche y las bombillas amarillas iluminaban pobremente la empedrada, solo un puñado de casas estaban iluminadas, la de Severus no era una de ellas, Su madre y Tobías habían ido a dormir un par de horas antes y el trataba de hacer lo mismo.
Hacía casi un año que Delia se había llevado a Sebastián para darle una vida mejor, incluso lo había cambiado de escuela y se habría cambiado hasta de ciudad de no ser por la insistencia de su sobrino para quedarse.
Sebastián había aparecido esa noche, bien abrigado y con un regalo en la mano, aventando pequeñas piedras a la ventana del pocionista, Severus reconoció su silueta al instante y salió por la ventana con ayuda del gamberro para no despertar a nadie.
Con apenas una mirada y un asentimiento se encaminaron hasta la casa abandonada donde se habían conocido, con el paso del tiempo habían logrado juntar algunas cosas y limpiar moderadamente las habitaciones del segundo piso, ese era su escondite, un lugar seguro al que podían huir si las cosas se ponían demasiado difíciles o simplemente si querían un rato tranquilo y la compañía del otro.
La puerta y las ventanas del frente estaban bloqueadas y algunos vidrios seguían rotos, ninguno de los dos se molesto en intentar arreglarlos, así la gente creería que seguía abandonada.
Entraron por una ventana rota, oculta tras un viejo árbol a un costado de la casa y corrieron escaleras arriba, había una mesita destartalada y un par de sillas viejas pero firmes, un sillón raido que habían rescatado del piso de abajo para una sola persona y un colchón que el Choto había encontrado cerca del rio.
Había sido una odisea llevarlo hasta su escondite sin que los vieran, Sebastián tuvo que romper la cerradura de la puerta y volver a bloquearla, pero había valido la pena, solía quedarse ahí cuando su padre llegaba ebrio o drogado y Severus había llevado sabanas y mantas, incluso una gruesa cortina. Se aseguraba de lavarlas con magia periódicamente, claro, sin que Sebastián lo supiera.
Tan pronto como entraron el choto encendió un par de linternas que había colgado de la pared y le entrego el regalo a Severus, el pocionista lo tomo con timidez y le mando una mirada de cachorrito bajo la lluvia al mayor.
- Lo siento... yo... no tengo nada para ti...
Sebastián le regalo una sonrisa ladina y acaricio su cabello como si de un perrito se tratara, Severus solía lucir como un gatito huraño la mayor parte del tiempo, pero en momentos así se veía terriblemente adorable, lo empujo suavemente para que se sentara en el sillón y le indico que abriera el regalo.
Los oscuros ojos del pocionista se iluminaron emocionados al desenvolver su regalo, se trataba de un libro completamente nuevo, de pastas duras y esquenas protectoras metálicas, el titulo estaba grabado a presión, era La Divina Comedia, de Dante. Justo cuando Severus alzo la mirada para agradecerle al gamberro por el libro este le robo la palabra.
- Si quieres regalarme algo, puedes leerme un poco.
Y un poco se convirtió en casi una hora, tiempo en el que Sebastián se tumbo en el colchón y se dedico a relajarse con la voz de su pequeño ángel.
Desde que el pocionista había regresado de ese extraño colegio el moreno no había podido evitar sentirse preocupado, sabía que el gatito no la pasaba del todo bien en ese lugar, pero normalmente se tranquilizaba recordándose que la pequeña fresita pelirroja le hacía compañía, sin embargo esta vez era diferente, algo había sucedido, podía sentirlo, por muy buen actor que fuera su gatito él podía sentir que algo andaba mal, como si alguien hubiese roto algo irremplazable en Severus y la sensación era tan sobrecogedora que en ocasiones lo asfixiaba.
El gamberro cerró los ojos y respiro profundo, el no era de eludir problemas, siempre los había encarado de frente y eso no cambiaria ahora, por mucho que no le gustara presionar a su gatito, así que aprovecho una pausa en la lectura y fue de lleno a lo que le preocupaba.
- ¿Me dirás que fue lo que paso, o seguirás fingiendo que todo está bien?
- Me impresiona lo mucho que se ha ampliado tu vocabulario en menos de un año.
Severus sabía que eludir a Sebastián sería imposible, así que cerró el libro mientras se levantaba y lo dejaba en el sillón. Sebastián vio todo el proceso como lo que era, un intento de ganar tiempo. El pálido mago se quito los zapatos y camino sobre el colchón hasta el extremo que estaba contra la pared, y con un profundo suspiro se deslizo hasta quedar sentado.
Sebastián se enderezo, con una pierna extendida y una rodilla doblada para apoyar su brazo derecho, mientras tanto Severus abrazaba sus rodillas contra su pecho, no dio nombres ni detalles, cambio palabras como "atacado" por "atrapado" y de sus labios nunca salieron las palabras "intento de violación" el pocionista fue tan vago al relatar el suceso, que al moreno le tomo un momento poder entenderlo.
- ¿Te hizo daño?
Un corto silencio se hizo entre los dos, ya no servía de nada despotricar contra el imbécil que ataco a su pequeño ángel, ahora lo único que podía hacer era concentrarse en Severus. El pocionista bajo la mirada mientras su labio inferior temblaba ligeramente y negó lentamente. Sebastián se movió para sentarse junto a Severus y apoyar la espalda en la pared.
- No me refiero solo a tu cuerpo, ambos sabemos que eso no es lo único que pueden dañar...
- Me siento sucio.
Un destello de ira se reflejo en los ojos zafiro del gamberro al ver como Severus escondía el rostro entre sus rodillas con vergüenza, pero lo dejo pasar antes de acercar al menor contra su pecho y apoyar la barbilla en su cabeza.
- No lo estas, Severus. El mundo a nuestro alrededor podrá estar hundido en la mierda pero tú nunca has estado sucio, ni por dentro ni por fuera, eres tan limpio que podría comerme un pastel de cerezas servido en tu piel.
- Podrías hacerlo...
Decir que la repentina insinuación del gatito no lo tomo por sorpresa seria mentira, para el gamberro ese era un asunto muy delicado y esperaba que a diferencia de él, su gatito pudiera vivir la experiencia con alguien a quien quisiera, alguien en quien confiara.
- Severus...
- Puedo sentir sus manos, frías y sucias, arrastrándose sobre mi piel...
Sebastián guardo silencio pensando en sus propias experiencias, en las crueles manos de esos drogadictos que se juntaban con su padre y las horribles cosas que lo hicieron vivir, él no quería nada de eso para Severus, pero tomar esa parte de él solo para que nadie más se la arrebatara no parecía lo correcto.
- Si lo hago yo... cuando encuentres a alguien a quien quieras...
- Te quiero a ti y tú me quieres a mí... ¿verdad?...
La insegura voz del pocionista le dolió, por años lo único que mantuvo al moreno en pie fue proteger a su pequeño ángel, y ahora era lo único que lo hacía volver a la calle de la hilandera, por ningún motivo Sebastián le permitiría dudar de su afecto.
- Te quiero Severus, pero lo que me pides es por miedo, no por amor... esto debería ser solo con a quien quieras, alguien en quien puedes confiar, alguien que te de fuerza en el momento mas vulnerable.
- Te quiero y te confiaría mi vida con los ojos cerrados- Severus se arrodillo frente al gamberro y lo miro a los ojos- y si hay algo que me hace sentir fuerte en este mundo, es tenerte a mi lado... no quiero que me quiten eso.
Sebastián se tomo unos minutos para ver a Severus a los ojos, reconociendo sus miedos e inseguridades, y fue entonces que lo decidió, no permitiría que Severus pasara por lo mismo, no dejaría que alguien le arrebatara algo tan valioso.
El moreno cerró los ojos un momento y respiro lentamente, cuando sus resplandecientes zafiros se mostraron nuevamente ante Severus, este pudo reconocer un halo de resolución, Sebastián acaricio la mejilla del pocionista suavemente y lo atrajo para darle un cálido beso.
- No puedo prometerte que no dolerá Severus, pero hare todo lo posible para que lo disfrutes.
El pocionista se dejo llevar mansamente mientras el gamberro lo recostaba en el colchón en medio del beso más fogoso que le habían dado en su corta vida. Severus correspondió con torpeza los besos y caricias de Sebastián, mientras este lo despojaba de sus ropas con una habilidad que alguien de su edad no debería tener.
El moreno estaba nervioso, puede que no fuera su primera vez, pero sí lo era la de Severus y el no se perdonaría el hacerle daño. Sebastián se aparto un poco para quitarse la chaqueta y Severus le regalo una profunda mirada en la que le hacía saber toda la confianza que le tenía.
El gamberro se coloco a horcajadas sobre el menor y tomando los bordes de su camisa y se la saco de un solo movimiento. Severus miro impresionado el torso desnudo de su mejor amigo y acaricio tentativamente sus marcados abdominales.
Sebastián lo dejo explorara a conciencia por todo su torso, y mientras sus caricias le contraían el vientre se prometió transmitirle a su ángel todo el amor que sentía por él, así que, cuando esas delicadas manos llegaron a la hebilla de su cinturón y empezaron a desabrocharlo, él no lo detuvo.
Siguieron besándose y tocándose lentamente mientras las últimas prendas desaparecían, Severus separo sus piernas para que el mayo pudiera deslizarse entre ellas, y el gamberro empezó a repartir besos en el cuello del menor.
- Tranquilo gatito, iremos lento- Severus jadeo ansioso por las caricias que el mayor repartía entre sus muslos pero él se mantuvo tan sereno como sus hormonas se lo permitieron- No traigo condones o lubricante, así que iremos con calma, de acuerdo.
Severus no pudo más que gemir bajito mientras Sebastián empezaba un lento recorrido por su pecho, no sabía qué hacer pero confiaba en que el moreno le mostraría llegado el momento, y mientras los besos y caricias marcaban un sendero en su pecho, el pocionista sintió los dedos del mayor rosar suavemente sus labios.
Sebastián se sintió ansioso al escuchar los gemidos del pocionista, no esperaba que le afectaran de tal forma, como si su cuerpo se revelara en su contra y se alzara orgulloso por ello, deseaba tan ávidamente hundirse en su ángel que una ola de placer recorrió su cuerpo desde la yema de los dedos hasta los talones.
Los labios de Severus atraparon tres de sus dedos y su lengua, húmeda y cálida, los cubrió de caricias, y mientras más lamia y chupaba el pocionista, mas se encendía el hambriento deseo del moreno.
El pálido mago se quedo sin aliento cuando el mayor devoro más de la mitad de su erección, sus piernas se cerraron alrededor de la cabeza del gamberro y su cadera se movió en un lento vaivén. Sebastián lo dejo ser mientras acariciaba su muslo con su mano libre y chupaba con avidez la hombría del menor.
Severus libero los dedos del mayor y la habitación se lleno de gemidos y jadeos mientras Sebastián lo estimulaba con su suave lengua, la boca del gamberro era tan húmeda y estaba tan caliente, que por un momento creyó que se derretiría de placer, y entonces algo nuevo se añadió al mar de sensaciones que amenazaban con desbaratarlo en el colchón y Severus no pudo más que hundir los dedos en las hebras grises del moreno.
Una suave caricia del dedo corazón del gamberro en su entrada fue lo único que se necesito para hacer estremecer a Severus, pero el choto no le dio tregua y tan pronto como el pocionista recupero la respiración empezó a entrar en él y dilatarlo.
Era más apretado y caliente de lo que esperaba y Severus volvió a perder el ritmo de su respiración, pero tan pronto como su estrecho cuerpo pudo recibir su dedo sin problemas añadió otro, Severus gimoteaba su nombre casi con desesperación y por fin el tercer dedo se hizo lugar en su interior.
Cuando Severus estaba por venirse en su boca el moreno se aparto para acomodarse entre sus piernas, sin dejar de estimularlo con sus dedos tomo una de las manos del menor y la llevo a su propia erección. Severus estaba impresionado de lo duro y caliente que era, y dejo que el gamberro guiara su mano arriba y abajo, lentamente, una y otra vez, mostrándole como tenía que hacerlo y cuando le soltó la mano, el pocionista no se detuvo, porque hacer aquello era tan excitante como sentir los dedos del mayor en su interior.
No paso mucho tiempo cuando el moreno saco sus dedos del interior del pocionista, Severus sabía lo que seguía y agradeció infinitamente el candente beso que Sebastián le dio para distraerlo, aun así no pudo evitar tensarse un poco al sentir el miembro del mayor haciendo presión contra su entrada. Sebastián repartió besos en el cuello y caricias, consintiendo las caderas y los muslos del menor, ayudándole a separar un poco más las piernas hasta que la entrada del menor cedió y lo recibió.
Severus se arqueo contra el cuerpo del gamberro, alentándole a seguir, las embestidas fueron lentas y suaves, entrando un poco más en cada penetración hasta que un quejido de dolor lo hizo parar.
Severus se aferro al mayor mientras este le susurraba palabras al oído pidiéndole que relajara su cuerpo y que confiara en él, no iba a mentir, lo que siguió fue doloroso y quería gritar pero se negó a hacerlo, Sebastián le dijo que todo estaría bien y él le creía.
El mayor empezó a moverse más rápido cuando los quejidos y gemidos empezaron a mezclarse y cuando Severus empezó a pedir más y a mover su cadera incitándolo a ir más rápido del gamberro no pudo más.
De un tirón alzo al pocionista entre sus brazos y quedo de rodillas sobre el colchón, Severus se agarro como pudo de los hombros del moreno mientras este lo subía y bajaba a su antojo, entrando y saliendo tan rápido de su interior mientras su propia erección quedaba atrapada entre sus vientres, jamás se habías sentido tan increíblemente bien.
No podía escuchar nada ni ver nada, solo podía era sentir, sentía a Sebastián entre sus brazos, entre sus piernas, en su interior, todo en el era ardiente y duro, podía sentir como si en cualquier momento su cuerpo se fuese a derretir bajo ese calor abrasados, eso o su cuerpo se rompería en mil pedazos en cada embestida y mientras estas aumentaban de rito y profundidad su mente se nublo y se abandono al placer.
Sebastián no resistiría mucho tiempo, no con la forma en que su gatito estaba gimiendo, pero al menos eso significaba que no tenía que contenerse y cuando creyó que esto no podía sentirse mejor el interior de Severus lo apretó con más fuerza mientras se corría entre sus vientres, le tomo un par de embestidas mas antes de alcanzarlo y correrse en su interior.
Ambos jóvenes se desplomaron en el colchón, le tomo unos minutos a Sebastián reunir la fuerza para salir del menor y cubrirlos con una manta. Estaban realmente agotados y los parpados les pesaban, no se preocuparon por limpiarse o prometerse que su amistad no cambiaria, solo les quedo fuerza para acurrucarse en los brazos del otro y dormir hasta la mañana siguiente.
***fin del flashback***
Un par de horas después de que las tres serpientes de la casa decidieran salir a dar una vuelta, James seguía sin regresar de casa de Evans, así que Remus, Peter y Sirius se juntaron en la habitación del último para hablar.
- Así que lo hizo con Ternera y con Malfoy... ¡Wow!
- ¡Moony!
- Lo siento, es que en verdad, Wow.- Sirius miro con el seño fruncido a su licántropo favorito, a veces odiaba la vena chismosa de Remus- No me lo esperaba, es decir, creí que Malfoy sería el primero, con ese apego que le tenía y con lo bueno que esta.
- ¡Remus!
- Vale, lo siento, pero tiene sentido, el gamberro llevaba la delantera.
- Cállate ya o tirare todos tus chocolates por la ventana.
- Tranquilo Padfoot, ya sabes que Remus no lo dice para molestarte, pero sabes creo que esto es algo bueno.
- ¿Bueno? ¿Cómo va a ser algo bueno, Peter?
- Pues que ahora el esta confiando en ti de verdad.
- Peter tiene razón. Además tú tienes una larga lista de encuentros de una noche y mas que seguro que Severus lo sabe.
- Si pero yo ya no tengo nada que ver con ellas, en cambio mi Bellus sigue siendo amigo de esos.
- ¿En serio?, y que hay de Mirlo, Pad. Tú y ella tuvieron algo así como una relación y aun son amigos, ya sabes, amigos normales de esos que no se encaman.
Sirius se dejo caer en su cama pensando en lo que el pequeño animago había dicho, pero no había podido evitar que todos sus celos salieran a flote tan pronto como se quedaron solos. Jamás creyó que su confianza en sí mismo se vería tan afectada, esto de ser el enamorado era una mierda pero ya no había nada que hacer, era su karma por haber sido un idiota, no solo con Severus también con todas esas chicas a las que les rompió el corazón.
- Hablando de Mirlo, no se les hace que estaba rara hoy.
Repentinamente las mejillas de Remus se volvieron de un rosa brillante, lo que llamo la atención del par de animagos sentados en la cama.
- Si, sobre eso...- Remus jugó con sus dedos nerviosamente mientras se daba valor para lo que venía- Sirius, creo que Mirlo te vio con Severus.
- Media fiesta me vio robártelo y llevarlo a bailar.
El licántropo ignoro olímpicamente la mirada acusadora del ojigris y trago nervioso sin poder mirarlo a los ojos.
- No, me refiero a que ella... los siguió a la biblioteca Sirius... ella definitivamente los vio...
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