42.- Lechuga y Muérdago.
El departamento de los merodeadores estaba a reventar con una jauría de leones borrachos, un cuadro bastante familiar para todos, a nadie le extrañaban que James Potter llevara una corona de lechuga ya que Sirius lo había coronado como Lord Lechuman cuando los invitados notaron la falta de muérdagos, a Prongs no le molesto en absoluto, era la mejor broma navideña que le habían hecho.
Otra cosa que no extraño a nadie era la estridente música muggle de Sirius o sus bebidas exóticas que tenían a todos riendo histéricamente, cantando y bailando, tampoco les extrañaban los vitoreos alentadores de Peter que eran coreados por su alegre novio rubio... bueno quizá la última parte sí que había dejado perplejo a unos cuantos, pero la sorpresa y la incredulidad desapareció tan rápido como lo hacia el alcohol, algunos estaban tan ebrios que parecían haber perdido el piso y la extrañeza de tener a un par de serpientes en la fiesta fue opacada después de un concurso de bebidas, sorprendentemente ganado por Bartemius Crouch Jr.
Los ánimos estaban por el techo y los juegos estúpidos de retos no se hicieron esperar, quizá si no hubiesen estado tan ebrios habrían notado que a mitad del juego una serpiente mas se había añadido a la fiesta, una serpiente que no tardaría en hacerse notar.
¡Fondo! ¡Fondo! ¡Fondo!
Es todo lo que se escuchaba de la jauría de leones, algo muy normal siendo una fiesta en la que hasta Evans estaba ebria, lo extraño aquí era Remus, el siempre tranquilo y sobrio Remus, quien ya veía lunares por todos lados de lo borracho que estaba y aun así era alentado por sus amigos y compañeros de escuela a seguir bebiendo.
¡Fondo! ¡Fondo! ¡Fondo!
Pero en honor a la verdad lo más extraño era su bebida o mejor dicho el recipiente, era su primer body shot y estaba emocionado y aterrado, pero en ese momento no recordaba porque debía tener miedo, y mientras sus amigos lo alentaban el desecho cualquier pensamiento y se enfoco en el hermoso ombligo que tenía delante y en ese sexy lunar que parecía multiplicarse y encender la sangre de todos los presentes.
¡Fondo! ¡Fondo! ¡Fondo!
Es este detalle el que debería tener a todos subiéndose por las paredes y gritando de horror, pero en lugar de eso estaban todos apiñados a su alrededor ansiosos y excitados esperando ver al licántropo beber, Severus Snape yacía recostado en la mesita de café con la camisa levantada hasta las costillas y el pantalón abierto mientras agregaba limón a la bebida en su ombligo.
El ex Slytherin no podía con la risa y parte de la bebida escurría por los costados de su abdomen y como el gesto más osado de toda su vida Remus John Lupin recogió las gotas de alcohol que se habían esparcido en esa tersa piel con un lánguido movimiento de su lengua.
Los silbidos y vitoreos no se hicieron esperar, especialmente al ver la forma tan erótica en la que Severus Snape se había arqueado cuando Remus le metió la lengua en el ombligo, James Potter salto al sillón más cercano y aulló de la emoción, por fin Remus había dado el gran paso y había tomado una oportunidad con el pocionista.
Sirius aun estaba con la quijada hasta el suelo mirándolo todo desde primera fila, maldecía internamente el juego de retos que él había propuesto sin poder sacarle los ojos de encima a su Bellos, y pese a estar hiperatento no se dio cuenta de en qué momento Frank se había arrodillado junto a la mesa pidiendo ser el siguiente aun con Alice colgada de su cuello.
Severus no dejaba de reír mientras Remus le pasaba una botella entonces vio al ojigris plantado frente a él y por instinto estiro las manos en su dirección, Sirius ni siquiera lo pensó, de un firme tirón hizo que el pocionista se levantara, aunque no había esperado que su Bellus saltaría sobre él, atrapándolo en un firme abrazo y enredándole las piernas en la cadera.
Pudo escuchar a Frank y Alice quejarse y de reojo vio a Lily acercarse con una botella y una sonrisa eufórica mientras gritaba algo que no podía escuchar, la jauría de leones estallo de nuevo en aullidos de emoción y Severus abrió el segundo botón de su camisa (pues el primero ya estaba abierto) y antes de que pudiera preguntar qué hacia Lily derramo el frio licor en su clavícula.
Sirius no tuvo tiempo de protestar por lo frio de la bebida cuando una lengua rosada húmeda y cálida se deslizo sobre su piel y Severus bebió el pequeño cumulo de alcohol que se albergo en la hendidura de su clavícula, James rodo los ojos con sus esperanzas tiradas al traste, por un momento pensó que Quejicus le daría una oportunidad a Remus y resulta que solo estaba borracho.
Lo que sucedió después fue un poco confuso, Sirius estaba seguro de haber visto a su hermano sentarse a horcajadas sobre su desorientado amigo Moony mientras derramaba algo de alcohol cerca de su cuello también vio a la pelirroja leona ofrecerle una botella a James mientras le enseñaba el ombligo y a Barty y a Peter besándose sin escrúpulos y sin escusas en el sillón.
Pero nada de eso importaba, al menos no mientras tuviera a su Bellus completamente ebrio entre sus brazos y lamiendo su piel de una forma tan candente y con todos ocupados en vitorear a James y a Lily mientras la música retumbaba por todas partes.
***
Entre las muchas conquistas de Sirius Black, Mirlo era quizá la más hermosa y atrevida, y aun después de sus no tan breves encuentros, que mucho distaban de ser fraternales, habían logrado mantener una amistad un tanto peculiar, por eso a nadie le extraño que la ex Hufflepuff estuviera invitada a la escapada navideña en el departamento de los merodeadores.
Cuando la bruja llego había una increíble la cantidad de gente en el departamento, había diversos grupitos regados aquí y allá pero curiosamente solo había dos temas de conversación, esos dos temas parecían variar infinitamente dependiendo de con quien se hablasen, el primero se trataba de las habilidades de escapista de cada cual, pues todos se habían escapado de sus fiestas familiares para estar ahí, y el segundo era... la lechuga de Potter.
Las cosas habían escalado rápidamente después de que Sirius coronara a James con una lechuga y este hiciera una caminata de rey saludando a su súbditos, las cosas se pusieron bastante locas con los retos pero definitivamente fue cuando llegaron Lily y Severus que todo se descontrolo.
La bruja se había muerto de ganas de beber un poco de alcohol del obligo de Severus, después de todo para ella esos repasos de pociones en la biblioteca, donde se había tenido que aguantar las ganas de tirarse a Severus, aun estaban frescas en su memoria.
Mirlo se había contenido en aquel entonces por un par de poderosas razones, los merodeadores eran una de ellas pues meterse con "Quejicus" habría sido como traicionarlos, también estaba la certeza de que si intentaba seducir al Slytherin Lily no toquen a mi Sevy Evans la despellejaría viva.
Pero ahora tenía una oportunidad de oro, los merodeadores habían recibido maravillosamente bien al pocionista y Lily estaba ebria y fuera de combate, así que tan pronto como Sirius bajo al pocionista ella lo tomo de la mano y lo arrastro a la improvisada pista de baile que hasta hacia unas horas era el comedor.
A Mirlo no le extraño que Sirius los hubiese seguido, tampoco le extraño el hechizo que mando a las luces para que estas estallaran en colores y lanzaran destellos por todos lados oscureciendo e iluminando la pista por momentos, lo que podría haberla sacado un poco de balance fue la forma en que el heredero de los Black atrapo el cuerpo del ex Slytherin desde atrás.
Los cuerpos en la pista se movían al estridente ritmo de la música y la euforia y aunque Mirlo seguía el ritmo con entusiasmo su atención había sido captada por el par de pelinegros, no podía distinguirlos muy bien a causa de hechizo de Sirius pero con cada destello de luz podía distinguir algo nuevo y fascinante.
Un destello azul a la derecha y la mano izquierda de Sirius descendió acariciando el vientre plano de Severus, una chispa verde ilumino a la izquierda y la mano derecha del animago se coló bajo la camisa del pocionista levantándola hasta su pecho.
Los cuerpos se movían lenta y sensualmente ante los ojos de la bruja y un destello dorado le dio la hermosa visión de un coqueto ombligo que se contoneaba al ritmo de la música, Mirlo se acerco un poco y acaricio, y Severus se arqueo de placer contra el merodeador, el pálido mago apoyando su cabeza en el hombro de Sirius mientras se movía lenta y sinuosamente con los ojos cerrados.
Mirlo vislumbro los labios en movimiento del merodeador y un destello índigo hizo resplandecer aquellos ojos grises que tanto le habían fascinado en quinto año. La bruja paro sus caricias y retrocedió un paso sin aliento mientras el par de magos se alejaban entre el mar de cuerpos que se contoneaban en la pista, entonces una mano poco conocida se deslizo en su cintura y la voz de Regulus Black se coló en su oído.
- No sé por cuál de los dos ibas, pero te ganaron la partida.
Mirlo miro al menor de los Black por encima de su hombro y pestañeo aturdida entonces miro hacia donde el león y la serpiente habían desaparecido y soltó un pequeño "oh" de realización pero cuando sus ojos volvieron a Regulus esta le dedico una sonrisa picara y un "oh" más sugerente al menor de los Black.
Mirlo no tenía el complejo insano de competitividad de sus amigos Gryffindor, ella sabía cuando era derrotada porque si bien se había sentida atraída por Severus, sabia mejor que nade en esa fiesta que frente a Sirius Black no tenia oportunidad.
La bruja se encogió de hombros e invito a bailar al joven Slytherin con un gesto que dejaba claro que aceptaba su inesperada derrota, si inesperada, no por haber perdido contra Sirius (eso era predecible en su opinión) sino en el sentido de que nunca creyó que tendría que competir contra él.
Después de sus esporádicos encuentros, Sirius y ella habían forjando una solida amistad, Sirius le daba su opinión sincera sobre sus conquistas y de que tanto era prudente involucrarse y ella le ayudaba a deshacerse de las chicas que se creían con derechos sobre él solo por haber pasado un buen rato en algún rincón del castillo.
Pero ahí había sucedido algo nuevo, Sirius Black jamás había sido posesivo con sus conquistas, porque el mensaje había sido claro aun si no lo había escuchado, Mirlo todavía podía ver esas palabras bailando en los labios del merodeador "es mío", los oscuros ojos de la bruja se fijaron en Regulus y en esos ojos grises que tanto se parecían a los de su hermano, la mirada que Sirius Black le dedico había sido aun más clara que sus palabras y completaban a la perfección el mensaje "no toques"... "es mío, no toques" quién lo diría, un Black enamorado...
***
La suave caricia que sintió Severus en su espalda baja le hizo acurrucarse un poco mas entre los cálidos brazos que lo sostenían, hacia algo de frio en la terraza pero estaba tan tranquilo ahí, ya era avanzada la madrugada y los ex Gryffindors están cayendo como moscas en el departamento, algunos en los sillones y en las sillas, otros menos afortunados en el piso, él mismo se sentía bastante soñoliento y no tardaría en terminar como ellos.
Severus pensó con algo de gracia que la fiesta se les había ido un poco de las manos pero lo peor ya había pasado, incluso la música había bajado de intensidad, seguía sin ser el tipo de música que bailarías lentamente bajo la nieve, pero ahí estaba él, bailando despacio entre los brazos de merodeador y con la mejilla apoyada en su pecho mientras la nieve caía lentamente sobre ellos.
- ¿Te gusto mi regalo?
- Por supuesto que me gusto- Sirius no podía ver el rostro de su Bellus pero por el tono tan sereno de su voz podía estar seguro que estaba sonriendo... o quizá solo estaba a punto de caer dormido- yo lo elegí... aunque me temo que no te compre nada.
- No necesito nada...-las manos de Sirius acariciaron lentamente la cadera del menor entre sus brazos- aunque podría pensar en algo que me gustaría.
- Eres un libidinoso.
- No sé de que hablas, yo estaba pensando en que posaras para mí.
- ¿Posar?
- Quiero hacer otra pintura.
- ¿No te basta con esa enorme pintura tras tu escritorio?- Severus hizo un pequeño mohín cuando sus ojos y los del merodeador se encontraron- ¿y se puede saber cómo quieres que posé en esta nueva pintura?
- No lo sé, aun no decido que idea me gusta más- el pocionista alzo una ceja con algo de curiosidad y la coqueta sonrisa de Black no se hizo esperar- es decir... estoy bastante seguro que esa larga túnica negra que te regale se te vería preciosa, podrías posar en el alféizer de mi ventana con el amanecer de fondo... o quizá... recostado en tu cama con el lirio blanco en tu cabello.
- ¿Solo el lirio?
- Solo el lirio.
Sirius acaricio la mejilla del pocionista y le dedico la sonrisa más cálida y encantadora que cualquiera haya tenido la gracia de conocer, esa era sin duda la sonrisa más hermosa que Severus había visto y por un momento no pudo evitar perderse en los ojos del animago.
Un pequeño copo de nieve floto hasta las pestañas del merodeador y eso regreso al pocionista a la realidad sin sacarlo enteramente de ese momento tan intimo que estaban compartiendo.
Severus bajo la mirada y respiro profundamente mientras se separaba del merodeador, no era su intención romper el momento pero necesitaba dar un paso atrás antes de que los ojos del animago lo hicieran perder el piso de nuevo.
- Vamos adentro Sirius, esta helando aquí...
- Espera... aun falta algo.
Sirius solo le permitió avanzar hasta el dintel de la puerta cuando lo tomo de la mano y lo hizo girar suavemente, Severus contuvo el aliento cuando los dedos del merodeador acariciaron su pálida mejilla y sus ojos se cerraron como en un sueño cuando este se inclino para tomar sus labios.
Fue un beso suave y gentil, como la caricia de un pétalo de rosa y por un momento el tiempo se detuvo, los copos de nieve dejaron de caer y la música se apago, por un momento solo eran ellos, cálido y reales, entonces los labios de Sirius abandonaron los suyos y el mundo volvió a moverse.
Sirius volvió a abrazarlo y deposito un nuevo beso en su frente, y fue justo en ese momento que Severus se dio cuenta con algo de temor lo mucho que desea dejar la cautela a un lado y entregarse a él, si tan solo pudiese arrojar sus miedos e inseguridades a la basura y dar el paso que tanto ansiaba dar...
- ¿Esto es lo que faltaba?
Sirius podía sentir ese cumulo de emociones contradictorias en su Bellus, y por mucho que ansiara que se entregara a él sin reserva, Sirius sabia, mejor que nadie más, que eso no sucedería así, que llevaría tiempo y esfuerzo así que atesoraría momentos como este y se aseguraría que Severus los recordé con una sonrisa.
- Hay que honrar las tradiciones.
- ¿Tradiciones?
- Si, tradiciones- la sonrisa de Sirius seguía siendo cálida y el tono de su voz se había mantenido en un susurro intimo que tranquilizaba los nervios del pocionista- estas bajo una lechuga.
Severus tardo un poco en captar lo que había dicho el animago, entonces miro hacia arriba y ahí, colgado en el dintel como si de un muérdago se tratara estaba una hoja de lechuga. Sirius le dedico una suave sonrisa con humor y Severus no pudo más que reír calladamente mientras ocultaba su sonrojado rostro contra el pecho del mayor.
***
Cuando Remus despertó encogido bajo la mesa de café y con una resaca de los mil demonios se sintió completamente perdido, se arrastro fuera de su improvisado refugio y reconoció los cuerpos caídos de sus ex compañeros de curso regados por todos lados, que sin duda despertarían en las mismas condiciones que él, aunque lo harían mucho mas tarde.
Cuando el licántropo se puso en pie con ayuda de la mesita de teléfono vio algo aterrador... un limón partido... bueno eso no era aterrador, pero sí lo era el recuerdo de haber visto a Severus exprimiendo ese limón en su ombligo justo antes de acariciarlo con la lengua... era hombre lobo muerto, Sirius lo iba a cazar con su varita bañada en plata y lo colgaría como trofeo en la chimenea.
El pobre licántropo estaba viendo su vida pasar frente a sus ojos cuando un movimiento a su izquierda llamo su atención, Mirlo acababa de salir sigilosamente de la biblioteca y tenía su varita en mano, entonces la bruja se escabullo "silenciosamente" hasta el recibidor y se tropezó con una lámpara y un perchero en su camino a la salida. Remus agradeció la pequeña distracción y se enderezo como pudo.
- ¿Mirlo?
- ¡Remus! No entres a la biblioteca, yo no vi a Sirius ahí.
El licántropo ladeo ligeramente la cabeza, seguro de que la bruja estaba algo excedida de alcohol.
- ¿Sirius está ahí?
- ¡No! ¡Yo no lo vi con Severus!
- ¿Severus está ahí?
- ¡No!- la bruja bajo su tono de voz, aunque seguía siendo claramente audible, no es que eso importara, todos estaban dormidos después de todo, o quizá el término correcto sería "inconsciente"- Ni Sirius ni Severus están ahí, y por supuesto que no están durmiendo juntos, y no se besaron bajo la nieve, ni se dijeron cosas cursis.
De repente la resaca de Remus había desaparecido y sus posibilidades de ser asesinado por su mejor amigo habían pasado a segundo plano. Mirlo regreso sobre sus pasos y tomo la mano del merodeador.
- Pero no hay que decirle lo que no paso a James, se le caerá el cabello si sabe que paso lo que no paso, entiendes.
- No, pero no le digamos...
- Bien, no le diremos...
- ¿Mirlo?
- ¿Remus?
- ¿Que es lo que no diremos?
- Que Sirius le dio una mamada a Quejicus.
Algo hizo eco en la cabeza de Remus, él solo había querido asegurarse que la bruja había entendido que no debían decir lo de Sirius y Severus y ahora ella había puesto una imagen en su cabeza que preferiría tener.
- No te preocupes, se durmieron enseguida de eso, ven.
El licántropo no capto lo que dijo la bruja, su cerebro parecía haber regresado a su refugio bajo la mesa, pero aun así sus ojos se abrieron al máximo cuando la bruja tiro de él y abrió la puerta de la biblioteca. Gracias a Merlín lo único que vio fue al par de pelinegros acurrucados en el sillón y cerca de cincuenta ramilletes de muérdago colgando sobre ellos.
- ¿Muérdago?
Mirlo sonrió orgullosa, tan pronto como los amantes en el sillón cayeron en los brazos de Morfeo ella hizo flotar tanta lechuga como pudo y la transformo.
- No le digas a nadie Remy, pero creo que...- Mirlo lo miro con los ojos iluminados y una gran sonrisa, tiro de su brazo para estar más cerca y como si fuera a contarle sobre su última travesura le susurro en el oído- Sirius se enamoro.
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