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29.- Un Buen Hombre.

El animago había llevado al par de serpientes hasta un pasillo poco transitado en el séptimo piso frente al tapiz de Barnabas el Chiflado sin ser descubiertos, Severus y Regulus estaban francamente impresionados por eso pero siendo honestos el merodeador había hecho trampa ya que traía el mapa, claro que eso no se lo rebelaría a su hermano y al pocionista sabía que al instante se darían cuenta de cómo él y sus amigos siempre daban con el pálido chico y se enojarían con él.

Pasaron un buen rato bebiendo y ablando de tonterías (evadiendo cualquier alusión a la época estudiantil del ex león y el pocionista por obvias razones) y quejándose de cómo el tonto pelirrojo se quedo prendado del pálido mago sin siquiera reconocerlo pese a haber sido compañeros de casa por años, naturalmente los hermanos Black se explayaron bastante en este tema y no se contuvieron de llamar de todo al de ojos verdes también hablaron del tremendo revolcón que debían estar teniendo sus amigos en la casa de los gritos y de cómo ahora todo Hogsmeade debía de estar pensando que la casa el lugar debía estar realmente embrujada.

Regulus se giro dándole la espalda a su hermano y al pálido mago para servirse otro trago cuando noto una figurilla bastante tétrica de una sirena (más parecida a las del lago negro que a las de la mitología) y se dio cuenta que ya la había antes.

- Creo que alguna vez estuve aquí, pero el lugar lucia... diferente

El joven Slytherin lucia algo confundido mientras miraba alrededor con su vaso de whisky de fuego demasiado inclinado en la mano, ya habían bebido un poco en las tres escobas pero al parecer su hermano quería seguir la fiesta y habían terminado bebiendo aun más en ese interesante salón a donde los había llevado, por su parte Severus estaba bastante seguro de que todo ese alcohol era obra del merodeador.

- Siempre luce diferente Regy.

Sirius se dejo caer en el sillón junto al pocionista pero en lugar de pasarle el brazo por los hombros, como Regulus creyó que haría, se giro y recostó la cabeza en las piernas del pálido mago, Severus se sobresalto y parte de su bebida cayo manchando el brazo del sillón pero no hizo nada para quitarse al merodeador de encima simplemente lo miro extrañado e inclino ligeramente la cabeza a un lado mientras enredaba uno de los hermosos rizos negros de Sirius entre sus dedos.

- Es la sala de los menesteres, la sala que viene y va es única en su tipo, este lugar te dará lo que quieras.

Lo único que podía denotar el estado etílico del pocionista era el ligero arrastre de palabras al hablar (que nada tenía que ver con el tono que usaba para hacer algún comentario mordaz) y el pequeño detalle de que seguía jugando con el cabello del animago en lugar de tirarlo al suelo por confianzudo y arrimado mientras le explicaba a Regulus en donde estaban.

- ¿Y si lo que quiero son vacaciones?

El par de ex alumnos soltó un par de tremendas y muy ebrias carcajadas ante el tono desvalido del menor.

- Apenas acababa de empezar el curso y ya quiere vacaciones Reg.

- Lo sé, lo que quiero son vacaciones de mamá y papá...

- ¿Qué pasa con ellos? – El merodeador miro a su hermano con una ceja alzada, no era muy común que su hermano menor se quejara de sus padres.

- Bueno... ellos... irán a una comida con los padres de Barty en unos días...

- ¿Si...?- Sirius no le veía nada extraño al asunto, sus padres salían a comer con amigos todo el tiempo, era algo perfectamente normal de hecho era prácticamente su rutina diaria y no porque fueran muy sociales... bueno si lo eran pero las comidas, cenas y fiestas a las que asistían para ellos eran la forma más efectiva para relacionarse con personas importantes.

- Es solo que ellos... -Regulus desvió la mirada y lucia inusualmente nervioso.

- Dilo de una vez Regy ¿Qué pasa con los viejos?

- Quieren invitar a Severus...

La respuesta del menor de los Black fue apenas un susurro pero el par de magos en el sofá se le quedaron viendo como si les hubiese gritado de forma histérica que la cocina se estaba quemando.

- ¿Qué ellos qué? – Sirius se incorporo de golpe por la impresión y estuvo a nada de pegarle un cabezazo a su Bellus en el proceso y Severus se sobresalto de tal manera que la mitad de su bebida término haciéndole un nuevo diseño a la alfombra, a un cojín y a sus pantalones que suerte que el solo usaba negro, aunque su exabrupto tenía más que ver con la reacción del merodeador que con las palabras de Regulus.

- No sé si sea buena idea, Severus nunca ha ido a ese tipo de comidas además nunca les he dicho que es mestizo y ya saben cómo son ellos con esas cosas así que...

Severus le mando una mirada confundida al Slytherin pues al parecer las cosas que balbuceaba el menor de los Black no parecían tener ningún sentido para él, tal vez porque ya estaba borracho ó porque a Regulus se le trababa la lengua... ó quizás ambas.

- Ellos ya saben que soy mestizo, Reg.

Regulus se quedo libido con la despreocupada declaración del pocionista de modo que Sirius tuvo que esperar un poco para poder explicarle a su hermano lo sucedido en el andén y la invitación a comer que había quedado pendiente.

- Vale, ya entendí- claramente el joven Slytherin no terminaba de creerse la historia- pero que les digo a Papá y a Mamá ahora, ellos quieren saber donde vive Severus para mandarle la invitación.

- Solo dales mi dirección Regy, ellos no saben donde vivo así que no sospecharan que está relacionado conmigo.

- No digas estupideces, por supuesto que saben dónde vives- Regulus se cruzo de brazos con un gesto enfurruñado que Sirius no le veía desde los ocho años- se la pasaron quejándose por semanas de la zona muggle que elegiste y del horriblemente inseguro departamento que compartes con Potter y compañía.

Sirius abrió mucho los ojos y boqueo como pes fuera del agua sin saber que decir, no había hablado con sus padres desde que se escapo de casa y dado los malos términos en que quedaron y las horribles peleas que solían tener había asumido que a ellos no les importaba en lo mas mínimo si iba y se moría bajo un puente, de modo que era extrañamente reconfortante saber que se habían preocupado por investigar a donde se había ido a vivir... aunque no se explicaba cómo podían saber el tipo de seguridad que tenía el departamento ¿acaso habían ido a comprobarlo?

Justo iba a preguntarle a su pequeño y ebrio hermanito como sabían todo eso cuando el pocionista los regreso a la conversación sin darse cuenta del gran impacto por el que estaba pasando el merodeador... solo para impactarlo aun más.

- Esta bien Reg, dales nuestra dirección, no es un secreto que vivo con tu hermano.

Tan pronto como pudo reaccionar Sirius se tiro sobre el regazo de su Bellus nuevamente y lo abrazo por la cintura, el pequeño golpe de euforia que sintió al escucharlo decir que vivía con él y la forma no intencionada en la que había excluido al resto de los merodeadores lo ponía inexplicablemente feliz.

Severus no se sobresalto tanto esta vez de modo que no volvió a tirar su bebida sobre la alfombra aunque esto bien podría deberse a que ya se la había terminado y se limito a acariciar el alborotado cabello negro del animago como si de un perro se tratara mientras este frotaba la mejilla contra su vientre.

***

Un par de magos ebrios subía una polvorienta escalera entre risitas estúpidas mientras se apoyaban uno en el otro para no rodar hasta el primer piso, la gran mayoría de los alumnos ya había regresado al colegio y el sol se ocultaría en cualquier momento así que dejaron a Regulus completamente dormido en una cama en la sala de los menesteres con una nota que decía "me gustan tus calzoncillos de conejitos" y salieron dando tumbos por los pasillos evadiendo alumnos y profesores.

Había sido un milagro pasar bajo al sauce boxeador y el oscuro túnel hasta la casa de los gritos lo recorrieron prácticamente a gatas y al parecer habían olvidado un pequeño detalle.

Sirius abrió la puerta de golpe y los dos entraron a la par, dieron un alto abrupto a sus ebrias carcajadas al escuchar los rechinidos de una cama vieja y eróticos gemidos de Bartemius Crouch Jr. inundando la habitación, justo frente a ellos en la cama con dosel el joven Slytherin subía y bajaba montado cual jinete sobre su corcel.

Ni Peter ni Barty notaron la intromisión, Barty demasiado ocupado disfrutando de su "primera vez" y Peter completamente extasiado con el cuerpo de su amante subiendo y bajando y apretando hasta la gloria.

Severus se dio la vuelta dispuesto a salir y a punto estuvo de besar el suelo al tropezar por pisar un cilindro metálico y aparentemente húmedo (que seguramente había sido desechado una vez cumplida su labor) Sirius lo sostuvo con una mano y a nada estuvo de recoger el brillante objeto cuando la pálida mano de Severus lo atrapo como un grillete de la muñeca y lo arrastro con el fuera de la habitación.

No les tomo ni treinta segundos bajar la escalera y salir corriendo de la casa de los gritos pero no fue hasta que estuvieron bien lejos entre el pueblo mágico y la casa embrujada que pudieron largar la carcajada, a Sirius le estaba costando llevarle el paso a su Bellus, el pocionista era endemoniadamente rápido pero no le soltaría la mano por nada del mundo.

El pocionista dejo de correr cuando creyó estar lo suficientemente lejos; estaba cansado y agitado y mareado y sus mejillas se habían sonrojado, se habían desviado un poco del camino pero aun podía verse entre los árboles y cuando se giro para mirar al merodeador este se abalanzo sobre el por la carrera y lo abrazo.

Ambos intercambiaron una abochornada mirada y comenzaron a reírse de nuevo porque reír era más fácil que hablar y ninguno de los dos podría hablar realmente, Sirius podía sentir un dolor punzante en el flato y no sabía si era por la risa o la carrera.

Severus se dejo atrapar entre las garras del león y apoyo los brazos y la frente en el pecho de este no podía dejar de reír pero cuando el merodeador dejo de hacerlo miro hacia arriba, Sirius estaba muy agitado por la carrera y tenia las mejillas sonrojadas pero su sonrisa atrapo desprevenido al pocionista.

No era la sonrisa traviesa de todos los días ó la sonrisa coqueta de medio lado que era tan suya, no, esa sonrisa era distinta, no era grande pero era alegre y sincera, era tan autentica que aun si le tapabas los labios podías verla reflejada en sus ojos.

Sirius apoyo su frente en la del pocionista y un par de mechones se mesclaron con el lacio cabello del menor, tan cerca podía ver sus pupilas dilatarse a la luz del crepúsculo en el oscuro iris de esos hermosos ojos, era fascinante la sutil diferencia de color y solo ahora se daba cuenta de que siempre le habían gustado esos ojos negros.

Desde mucho antes de saberse enamorado disfrutaba de verlos destellando de emociones, los había visto llenos de ira contenida, llenos de rabia por sus bromas y la imposibilidad de una venganza inmediata, llenos de cinismo y superioridad cuando finalmente la obtenía. Era consciente, incluso en aquel entonces, que siempre que lo veía caminar por un pasillo o sentado en los jardines leyendo ese viejo libro de pociones hacia más ruido del necesario para que esos exóticos ojos negros se posaran en el, aun si lo único que iban a mostrarle era fastidio por su lectura interrumpida.

Severus lo vio venir incluso antes de que Sirius lo planeara, el merodeador había acariciado suavemente su mejilla y él había deslizado sus manos hasta su cuello, fue apenas una caricia un toque de pluma sobre sus labios pero pudo sentir un escalofrió erizarle la piel desde la cabeza hasta los pies.

Sirius perdió el aliento y pensó que moriría asfixiado al sentir los dedos de su Bellus hundirse en su cabello, el segundo beso fue casi tan suave como el primero y en el tercero atrapo el dulce labio inferior de Severus. Sus manos cayeron a las caderas del pocionista hasta toparse con el borde de su pantalón y lentamente se deslizaron hasta su espalda baja y por un breve instante pudo sentirlo temblar entre sus brazos.

Sirius sabía que Severus sentía algo por él y que su cercanía lo afectaba aun cuando pretendía que no era así pero también sabia que el pocionista no confiaba en él y que tenía miedo de herirlo y de ser herido y de súbito su conciencia, esa a la que solía ignorar a conveniencia, lo ataco recordándole todas esas veces que fue cruel e injusto con la frágil criatura que sostenía en sus brazos y algo en su interior le gritaba que no era digno de él, porque sabía que aunque intentara nunca seria merecedor siquiera de su perdón... porque el había sido un hombre malo.

- ¿Podrías querer a un hombre malo?

Severus no se molesto en alzar la vista mientras el merodeador besaba su frente, no entendía el porqué de la pregunta pero no se molesto en intentar razonarlo, había pasado toda su infancia y adolescencia a merced de un hombre malo y él sabía perfectamente la respuesta.

- No...- algo en la postura y la tención en el cuerpo del animago le indicaron que su respuesta lo había lastimado- pero podría amar a un buen hombre.

- Entonces no tengo oportunidad.

- ¿No? – el pocionista miro a Sirius inocentemente confundido y preocupado por la tristeza impregnada en la voz del merodeador, Sirius no pudo contener el deseo de acariciar suavemente una de esas sonrojadas mejillas.

- No... ya que yo soy un hombre malo...

El patético intento de sonrisa de Sirius tuvo una reacción extraña en el pocionista, Severus se puso de puntillas, beso su mejilla y estrecho el abrazo nuevamente en un intento de borrar el dolor que le había causado accidentalmente y Sirius no pudo más que enamorarse más de él.

- Tonto, los hombres malos no saben que son malos.

***

Sirius y Severus esperaron a Peter en Cabeza de Puerco hasta muy entrada la noche pero Severus había caído dormido en su silla mientras esperaban así que cuando Peter por fin apareció encontró al merodeador de ojos grises sosteniéndolo contra su pecho, no fue difícil dar con ellos pese a estar en un rincón apartado en la taberna, pues aparte de ellos apenas había otras cuatro personas.

El rechoncho mago se acerco alegremente y parecía más despierto que nunca, Sirius decidió no relacionar lo que había visto en la casa de los gritos con la jovial y alegre actitud de su amigo o con sus sonrojadas mejillas y le hizo una señal de silencio cuando estaba a unos pasos de su mesa.

Peter entonces noto algo destellar en el cuello de Sirius, si no se equivocaba una placa de plata en... un correa de cuero...

- Sirius... lo que traes en el cuello...

El animago se encogió de hombros y sonrió de lado mientras se levantaba con cuidado de no despertar a su Bellus, Peter tuvo que abrirle la puerta de la taberna pues había decidió no despertar al pocionista y llevarlo en brazos, hasta cierto punto le molestaba lo ligero que era.

Cuando estuvieron afuera listos para desaparecer rumbo a su departamento en Londres muggle Peter aun seguía intrigado por el collar.

- ¿Sirius, porque traes un collar para perro?

Sirius le regalo a su regordete amigo una de sus sonrisas marca Black y le giño un ojo y antes de desaparecer le dijo tranquilamente.

- Soy un buen hombre en entrenamiento.


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