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26.- Cupido Inútil y Helado Amargo.

Los merodeadores habían empezado al fin su instrucción para ser aurores, y tanto ellos como Lily ya estaban agotados, y no precisamente porque el entrenamiento fuera muy demandante. Sirius y James creían que ser un auror requería de mucho entrenamiento físico y no se habían equivocado, pero en ese par de semanas en la academia ellos no habían desenvainado la varita más que para invocar libro tras libro, y el único ejercicio que habían hecho era estirarse en sus asientos para desentumir los músculos.

Cada tarde, después de la academia, dos de los inseparables merodeadores se la pasaban quejándose por alrededor de una hora de la falta de actividad física, incluso Lily se quejaba de ello cada vez que llegaba con los merodeadores a visitar a Severus, Peter por su parte corría a su habitación ansioso por leer la carta (que sabía) Barty le habría mandado esa tarde, mientras tanto Remus iba a la biblioteca para seguir estudiando el tema que los instructores les habían dejado.

Esa tarde no era diferente; James, Lily y Sirius no tardaron en empezar a quejarse mientras el pocionista iba y venía de un lado a otro en la cocina, agregando ingredientes a una poción y removiendo otra intentando ignorar las quejas de los escandalosos leones.

Quizá la única diferencia de ese día era que Remus se les había unido, y esa fue la gota que derramo el vaso, Severus había creído que al menos el licántropo había entendido cual era el objetivo de que los pusieran a estudiar tan duro todos esos complicados temas, como lo eran; "El origen de la magia: ritos y mitos.", "Las huellas de la magia oscura y como identificarla." y "Creación sombría; una pócima maldita."

- ¡Quieren dejar de quejarse de una vez! Ninguno de ustedes está preparado para la etapa práctica de su entrenamiento.

Los leones se le quedaron viendo al pálido chico con las quijadas desencajadas y hasta Lily se sintió ofendida ante aquel acido comentario y como era de esperarse ni James no Sirius se quedaron callados, pero el ex Slytherin estaba tan harto que se encargaría de ponerles los puntos sobre las íes a esos idiotas.

- ¿¡Que no estamos listos!?

- ¡Acaso no recuerdas el examen de reclutamiento que pasamos, fuimos los mejores!

- Y aun así siguen sin estar preparados.

- Sev, por favor, hemos estudiado temas como estos antes, sabemos de que se tratan.

- No son los mismos temas que nos enseñaron en Hogwarts Lily, y no se trata de estudiarlos sino de entenderlos.

- A diferencia de ti a nosotros no nos interesa aprender magia oscura.

El pesado silencio que siguió a la dura y acusatoria declaración del miope animago tensaron tanto el ambiente que incluso Lily se sintió incapaz de interferir, principalmente porque a ella no le hacía ninguna gracia que su mejor amigo tuviera como hobby estudiar tan escalofriante tema.

- Es una pena... Potter... que para ser auror... necesites conocer la magia negra... en todas sus fases.

Las miradas acecinas cargadas de desprecio mal disimulado que se mandaron el par de magos pusieron alerta a los otros tres, ellos los conocían perfectamente y sabían que comenzarían un duelo de un momento a otro.

- No significa que tenga que practicarla.

Severus apretó los dientes y frunció el seño aun más molesto de lo que ya estaba y si alguno de los espectadores hubiese parpadeado en ese momento se habría perdido del increíblemente rápido y fluido movimiento con el que el pocionista desenvaino su varita y le lanzo un rayo verde al merodeador.

Aunque todos los leones presentes incluido Peter (que acababa de llegar) habían podido apreciar ese hábil movimiento, ninguno de ellos fue capaz de reaccionar, ni siquiera para apartarse del camino de aquel hechizo mortal.

Para fortuna de los azorados leones eso no fue necesario, pues el rayo verde lima que había salido de la varita de Severus dibujo un espiral antes de llegar a la cara de despeinado merodeador y se sumergió en el vaso de cristal del que había estado bebiendo hasta hace unos minutos e ilumino todo el liquido con un extraño halo verde que se desvaneció en unos segundos.

Ninguno de los leones se atrevió a respirar de alivio aun, habían confundido el destello verde con la maldición imperdonable, y aunque ninguno lo admitiría se les había helado la sangre de miedo. Por su puesto el pocionista no necesitaba que se lo dijeran, era una serpiente y como tal sabia intimidar a sus adversarios y tomar ventaja de sus miedos e ignorancia, aunque haciendo honor a la verdad, le ofendía un poco que su amiga de toda la vida lo creyera capas de usar esa maldición.

- Si crees que no necesitas saber de la magia negra Potter, demuéstralo. Bebe.

La mirada cargada de malicia del pocionista habría puesto nervioso a cualquiera, pero no a James, llevaban casi la mitad de su vida peleando y no se dejaría intimidar por un enano con inclinaciones a la magia oscuras, pero tampoco era un estúpido.

- Crees que soy idiota, no pienso probar algo que acabas de maldecir en mis narices.

- No creo que seas idiota Potter.- la sonrisa llena de cinismo del pálido mago solo hacían que el animago se enojara mas.- Estoy completamente seguro de ello.

El ojinegro tomo el vaso sin miramientos y se bebió más de la mitad del líquido frente a los impactados leones, Lily y Sirius estuvieron a nada de saltar sobre el pocionista y arrebatarle el vaso pero el pálido mago se limito a dejarlo sobre la mesa de la cocina con un golpe seco y sonreír con altanería.

- Pónganse a estudiar y tal vez alguno de esos libros les enseñe la diferencia entre una maldición imperdonable y un hechizo saborizante.

Las palabras del pálido pelinegro hicieron sentir bastante estúpidos y avergonzados a los leones pero como era de esperarse ninguno de ellos se quiso quedar con la duda, así que tan pronto como el pocionista se dio la vuelta y volvió a sus pociones Lily, Remus y Sirius se disputaron el vaso para probarlo ellos mismos, Severus fingió no darse cuenta pero la verdad le hacía gracia lo infantiles que estaban siendo.

***

Gracias a ese pequeño incidente las quejas habían disminuido considerablemente y los merodeadores se pusieron a estudiar más detenidamente. Por desgracia eso significaba que el tiempo que James Potter no usaba para quejarse tendría que usarlo para otra cosa, y que podría ser mejor que usar ese tiempo para ayudar a su tímido amigo Moony a conquistar a un estirado y amargado pocionista.

Hay que decir que como casamentero Prongs era muy buen medimago, es decir, ninguno de los dos chicos a los que trataba de juntar había notado los esfuerzos del miope cervatillo, como cuando creyó que era muy buena idea mandar a Moony por unos chocolates a la cocina mientras el ex Slytherin estaba ahí, sobra decir que el chocoholico merodeador se había tardado más de la cuenta y había regresado con las manos vacías y la panza llena, pero la verdad es que el licántropo y Severus solo intercambiaron un par de palabras al estilo "¿dónde está el chocolate?" y "Donde siempre esta".

Después creyó que era todo un genio al sellar la puerta de la biblioteca mientras Remy y Severus consultaban unos libros, por su puesto ninguno de los dos se dio cuenta hasta un par de horas después, cuando Sirius intento entrar por un libro y no pudo, sobra decir que el celoso animago se llevo a rastras al pobre licántropo y lo sometió a un espeluznante interrogatorio para averiguar porque se había encerrado con su Bellus en la biblioteca.

Para el final de la semana el despeinado cervatillo ya se sentía frustrado, pero estaba seguro que lograría un avance para antes de la próxima luna llena, de modo que tragándose parte de su orgullo, le pregunto al pocionista si tenía todo para la poción matalobos, y cuando el pálido chico respondió negativamente le propuso que fueran todos juntos, pues ellos también necesitarían cosas del Callejón Diagon, al resto de los merodeadores y a Lily casi se les salen los ojos de la impresión.

Severus se había negado rotundamente a que lo vieran en público con semejante panda de tarados... hasta que James Potter dijo que el pagaría todo. Era orgulloso pero no estúpido, y ya que Potter estaba tan generoso lo aprovecharía al máximo.

Así que ahí estaban. Lily, Severus y el cuarteto más famoso de Gryffindor recorrían sin prisa el Callejón Diagon. La primera parada fue en la tienda de calderos donde el pocionista hizo un pedido especial al encargado, quien de inmediato desapareció al final de un pasillo y regreso cargado con doce calderos de cobre y una veintena de viales flotando tras él. Severus y Lily revisaron uno por uno los calderos, el pocionista eligió tres que le parecieron adecuados y Lily se llevo el que le recomendó su amigo además de que se llevaron también quince viales de distintos tamaños para las pociones.

La comitiva siguió su camino hasta el siguiente puesto, que no era otro lugar que la Librería Flourish y Blotts donde Remus y Severus se entretuvieron más de la cuanta en busca de un par de libros y cierto animago empujo "accidentalmente" al pocionista a brazos de Remus provocando que ambos tiraran sus libros, los dos amantes de la lectura de inmediato se inclinaron uno junto al otro para recoger sus libros y James interpreto esto como un avance, aunque para el resto de los leones solo se trataba del amor a los libros que compartían los jóvenes magos.

Después pasaron frente a la tienda de túnicas de Madam Malkin y Sirius y Lily no resistieron las ganas de entrar a comprarse una túnica nueva, y por su puesto el par de glamorosos leones arrastraron a sus amigos con ellos. Para sorpresa de Severus fueron Black y Potter quienes más se tardaron, tardaron incluso más que Lily, mientras tanto él y Remus buscaban algo decente a un precio razonable.

Sirius se moría de ganas por comprarle algo al pocionista pero sabía que con lo susceptible que era podía ofenderse, claro que eso no evito que se escabullera de sus amigos y comprara una túnica que el pocionista había estado mirando detalladamente... al menos hasta que vio el precio y la descarto. Para cuando terminaron Lily le entrego sus compras al despeinado merodeador con todo el descaro del mundo pues sabía que no se negaría a cargarlas por ella.

Severus respiro con alivio al ver la botica de Slug & Jigger, por gracia divina o previsión, el pocionista sabía exactamente lo que quería, así que no tardo demasiado en conseguir todo lo que necesitaba... y un poco más, considerando que Potter pagaba se podía dar ese lujo.

Al fin habían terminado y todo el paseo había sido mejor de lo esperado... hasta que algo tiro del tobillo de Severus y este estuvo a punto de caer sobre Remus, pero el licántropo dio un paso a la derecha para mirar un cuerno retorcido color azul de un estante, de modo que el pobre pocionista termino cayendo sobre Sirius.

Al merodeador de ojos grises no le habría importado en lo más mínimo tener a su Bellus encima toda la tarde, si no fuera porque su hermoso numen traía una vasija de vidrio llena de pequeñas babosas que habían salido volando y ahora se arrastraban sobre su ropa y su cabello, pero lo que de plano hizo perder al merodeador todo el color en su rostro fue cuando sintió una de esas desagradables criaturas arrastrándose en su mejilla.

Remus y Severus no perdieron tiempo en recoger todas las babosas con ayuda del boticario mientras James Potter se reía indiscretamente de la mala suerte de su amigo y Lily repetía una y otra vez "que asco, que asco, que asco", Remus y el boticario hacían lo posible para atrapar a las escurridizas babosas que intentaban escapar bajo los estantes mientras Severus, sentado a horcajadas sobre el merodeador, quitaba cuidadosamente las que habían caído sobre el animago para no aplastarlas.

Sirius no dejaba de repetir "quítalas, quítalas, quítalas" como si fuera un histérico mantra mientras su rostro empezaba a tornarse azul del asco, pero sabía que no podían simplemente invocarlas pues tenían propiedades mágicas, así que se quedo muy quieto y cerró los ojos mientras repetía su mantra, pero justo cuando creyó que su suplicio estaba por terminar pudo sentir como una de esas alimañas se escurría lentamente por el cuello de su camisa.

- ¡Agh! ¡Qué asco, mi cuello! ¡Quítala! ¡Quítala! ¡Quítala!

Sirius se incorporo de golpe y se aferro al pocionista ocultando el rostro entre el cuello y el hombro del menor, el sorpresivo movimiento sobresalto al ojinegro, pero Severus no perdió ni un segundo en revisar el cuello del alterado animago y quitarle de encima a esa traviesa babosa y de paso revisar si no se había colado otra bajo la prenda.

- Creo que son todas... ¿sientes alguna otra moviéndose? —Hasta Severus pudo sentir el escalofrió que recorrió el cuerpo del animago solo de imaginarse esas babosas moviéndose sobre su piel, pero este simplemente negó con la cabeza sin poder soltarse del pocionista aun— ¿Quieres cambiarte de ropa? —Sirius no pudo más que asentir calladamente, así que Remus y Severus lo ayudaron a ponerse en pie y siguieron al boticario a la tras tienda para que se cambiara.

Cuando salieron de la botica el animago de ojos grises ya lucia una de sus nuevas túnicas aunque seguía muy pálido, y por su puesto su queridísimo amigo Prongs no dejo pasar la oportunidad de molestar un poco. Algo que Severus no sabía hasta hace poco es que los merodeadores se jugaban un par de bromas pesadas entre ellos de vez en cuando, claro no eran del calibre de las que le habían hecho a él en el pasado, pero ya no se sorprendía tanto de verlos llevarse tan pesado.

Así que no fue una sorpresa para el que el miope mago le arrebatara las babosas y empezara a perseguir a Sirius con ellas de forma infantil, pero el colmo fue cuando el alto merodeador se escondió tras él mientras Potter amenazaba con arrojarle las babosas encima.

- Potter... te juro que si tiras esas babosas de nuevo mañana vas a despertar con ellas en tu cama...

Lily y Remus apenas y pudieron aguantarse la carcajada al ver a James Potter poner cara de perro regañado y a Sirius sacándole la lengua a su mejor amigo por encima del hombro del pocionista. Severus no pudo más que suspirar exasperado mientras recuperaba su frasco de babosas, y ya que el ambiente se estaba relajando Lily los invito a todos por un helado... que obviamente James pagaría.

Peter se unió a sus amigos en la Heladería de Florean Fortescue, el rechoncho animago habia desaparecido tan pronto como llegaron y ahora había regresado con un paquete bastante grande, y cuando Remus le pregunto que era el pequeño animago se sonrojo mucho y solo dijo que era un encargo de Barty, Sirius estuvo a punto de arrebatarle el paquete a su pequeño amigo para ver de qué se trataba pero Severus lo tomo de la oreja y le dijo (con una voz bastante tétrica) que sea lo que sea no querría verlo antes de comer.

El regañado merodeador se froto la oreja e hizo un infantil puchero cuando una voz conocida llamo la atención de los leones.

- Vaya Severus, no conforme con que tu mejor amiga sea una sangre sucia hora te juntas con sacos de pulgas.

Severus Snape se había relacionado con muchas personas de moral cuestionable a lo largo de su corta vida, y pese a la creencia popular de que Lucius Malfoy era el peor de todo, Lily Evans podía asegurar (a su pesar) con una mano en la cintura que no era así, el peor sin duda alguna era Evan Rosier. Lo pelirroja fulmino con la mirada al ex Slytherin que se había acercado a la mesa donde se encontraban, no porque la hubiese insultado sino porque lo odiaba, lo odiaba incluso más que al padre de Severus, y sus motivos estaban más que justificados.

***flashback***

Lily fue la primera en notar las oscuras intenciones de Rosier desde el instante en que lo vio hablando con Severus fuera de la biblioteca en los primeros días de su tercer año, la pelirroja noto que algo en la forma de actuar del Slytherin era... inusual. Incluso se lo advirtió a Severus en numerosas ocasiones, pero al joven pocionista no le cabía en la cabeza que alguien pudiera tener ese tipo de interés en él... hasta que un día sucedió.

Severus se coló al invernadero cuatro con ayuda de Rosier, pues este le aseguro que ahí encontraría un ingrediente esencial para la poción que estaba haciendo, pero tan pronto como entraron el mayor de los Slytherin se abalanzo sobre él, Severus grito e intento escapar pero Rosier lo golpeo en la cara ordenándole callar, el pocionista estaba a nada de echarse a llorar del miedo, no podía creer que realmente estaba pasando.

Justo cuando Rosier estaba por desabrocharse el pantalón una enorme burbuja de baba verde exploto sobre ellos y las escandalosas risas de un par de leones se hicieron oír.

- Esas serpientes rastreras ni entre ellos se aguantan.

- Ni tus compañeros de casa te quieren Snivellus.

Rosier salió prácticamente volando del lugar pero ni él, que era uno de los mejores del quipo de Quidditch de su casa corrió tan rápido como lo hizo Severus. Gracias a los merodeadores para antes de la cena todo el colegio ya sabía de la pelea de Severus y Rosier, el chisme llego incluso a los profesores y estos de inmediato llamaron a Severus a la dirección, pues tal parece que esa pelea le había costado caro al mayor de los Slytherin ya que este había aparecido bastante vapuleado en la enfermería después de la cena.

Pero nada se pudo demostrar, incluso tuvieron que revisar la varita del pocionista, pero era claro que las heridas de Rosier no las había ocasionado el joven Slytherin. Ninguno de los maestros logro averiguar qué es lo que realmente había pasado, Severus aseguro que él no peleo ni tuvo ningún tipo de duelo con Rosier, incluso el mismo Rosier aseguro que el joven de ojos negros no tenía nada que ver, pero fue lo único que se atrevió a declarar.

Muy pocas personas sabían lo que realmente había pasado, podías contarlas con una mano y te sobrarían dedos, pero ninguno de ellos hablaría, Lily así lo había prometido, Rosier tenía demasiado miedo como para alzar la voz y Severus nunca traicionaría a la única persona que lo protegía, especialmente después de eso, a Lucius Malfoy realmente no le importaba si alguien se llegaba a enterar pero hablar lo obligaría a dar explicaciones y el no expondría a Severus a una situación como esa.

***fin del flashback***

Sirius podía sentir la tensión en su Bellus y ahora que la conocía más él "sabia" que la ira que reflejaban los ojos de la pelirroja no tenían nada que ver con la forma en que Rosier la insulto. James salto envarado y le ordeno al ex Slytherin que se largara antes de que el mismo lo obligara, pero el mago simplemente se rio y clavo sus ojos verde oliva en el pocionista.

- Lárgate Rosier... o quieres que se repita tu pequeño accidente.

- ¡Ja! Malfoy ya no está aquí para cuidarte Severus.

- No me hace falta para encargarme de ti.

Lily había desenvainado su varita discretamente y la sostenía con fuerza sobre su regazo, la ira que corría por sus venas era tal que estaba más que dispuesta a atacar al ex Slytherin en público, Severus lo había notado de inmediato y puso una de sus manos sobre las de la chica para evitar que hiciera una imprudencia, pero olvido el pequeño detalle de que estaba comiendo un helado con los reyes de la imprudencia.

Solo hizo falta que Rosier se acercara un paso más a la mesa de los leones para que Sirius se levantara de golpe y lo tomara por el cuello de su túnica obligándolo a pararse de puntillas, y con la voz cargada de veneno y el destello de la ira en su mirada lo amenazo abiertamente.

- Sera mejor que desaparezcas mientras me interesa más el helado que tu desagradable presencia Rosier, o te aseguro que terminaras en San Mungo sin piernas y sin memoria.

***

Esa noche mientras Severus preparaba una poción Sirius se coló en la cocina para verlo, después del incidente con Rosier el pocionista y la pelirroja se habían quedado muy serios y a pesar de que el ex Slytherin se retiro ellos no se soltaron de las manos, cosa que ninguno de los merodeadores menciono pero sin duda todos lo notaron.

- No quiero hablar de eso.

Severus ni siquiera volteo a mirarlo, pero Sirius no quería dejar a Severus solo, especialmente después de ver el esfuerzo que le había tomado hacer que la pelirroja se fuera a su casa.

- No sabía que había alguien a quien odiabas más que a mí.

- Yo no te odio Black —la voz de Severus salía tensa mientras cortaba unas cuantas raíces— pero no me importaría si Rosier se cae de su escoba frente a un tren un día de estos.

- ¿Así que fue peor que yo?

Justo en ese instante Severus se hizo un corte en el dedo índice pero en lugar de limpiar la herida y curarla el pocionista se quedo muy quieto. Sirius se levanto de su asiento y tomo al pocionista de la muñeca obligándolo a girarse y sin pensarlo un poco se llevo el dedo de su Bellus a la boca.

Severus lo miro sorprendido por un instante y lentamente retiro su dedo de entre los labios del merodeador, pero en lugar de alejarse el pocionista se acerco más, Sirius no dudo en abrazarlo por la cintura pues pese a que el ojinegro no parecía afligido algo en su interior le hacía querer consolarlo y supo que había hecho lo correcto cuando su numen volvió a hablar.

- Intento violarme en tercer año...

Sirius jamás se imagino que un par de palabras podían helarle tanto la sangre y hacer gritar su alma de pura rabia, quería largarse de ahí, quería encontrar a Rosier, quería hacerlo pagar por semejante atrocidad, quería matarlo de verdad, pero no había nada que pudiera hacer en ese momento porque su Bellus lo necesitaba y el no lo dejaría solo, no cuando él mismo se había refugiado entre sus brazos.


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