23.- Ya Volví Amor
La semana había pasado rápido y para el fin de semana los nervios del pocionista ya se notaban, había decidido llevar un postre a la reunión para complementar la historia que los padres de Lily crearon a su alrededor y le aseguro a Violet que haría el postre mas delicioso que haya probado en su vida, pero ya era domingo y aun no decidía que postre prepararía y lo más importante no sabía que ponerse, era un evento formal pero no demasiado así que no podía ir de etiqueta, pero tampoco podía vestirse muy simple.
Estaba tan estresado con eso que hasta le pidió consejo a Barty... ¡A Barty! Si bien el chico era elegante no dejaba de ser un sangre pura que no interactuaba mucho con muggles, además de ser Barty, el muy estúpido solo le dijo que cualquier cosa que usara se le vería bien, Regulus tampoco fue de mucha ayuda en eso ya que él compartía la opinión del rubio y no podía pedirle consejo a Lucius porque el platinado nunca había asistido a una fiesta muggle de compromiso, aunque el heredero de la familia Malfoy le aseguro por carta que la ropa era lo de menos, lo que más importaba era la actitud y que se mantuviera seguro, firme y tranquilo.
Normalmente Severus no tenia problema en eso pero esta no era solo la fiesta de compromiso de Petunia, esta era la primera vez que conocería a toda la familia Evans y si bien la mayoría de ellos seguramente no sabía de su existencia quería darles una buena impresión. Incluso se tomo muy enserio la fachada que los padres de Lily crearon para él, en la que se explicaba como se hizo amigo de la pelirroja.
La mayoría de la familia Evans creían que Lily había recibido una beca completa para una poco conocida escuela de artes y que ahí había conocido a Severus, quien desde pequeño solía participar como modelo pero que al final el pelinegro dejo el modelaje y se decidió por estudiar gastronomía.
Así que ahí estaba ahora, frente al horno, con las manos enguantadas y prácticamente contando los segundo para sacar su coulant de chocolate, llevaba toda la semana usando a los merodeadores como conejillos de indias preparando postres diferentes para cada comida, sobra decir que los leones estaban más que encantados en colaborar para esa noble causa, especialmente cierto licántropo amante del chocolate.
Cuando Sirius bajo por las escalera lo primero que vio fue a su miope amigo espiando a alguien desde la entrada de la cocina, y ese alguien no podía ser otro que su Bellus, así que se acerco sigilosamente a su amigo del alma y susurro gélidamente "Proooongssss", el cervatillo salto cual gacela asustada y a punto estuvo de gritarle al ojigris pero de inmediato quedo atrapado en una burbuja insonora, cortesía del pelinegro en la cocina.
A decir verdad esa no era la primera vez que pasaba, si el pocionista lo veía cerca de la cocina mientras él trabajaba lo encerraba en una burbuja y no lo dejaba salir hasta que terminaba, y es que la primera vez que había interrumpido al de ojos ónix, el delicioso postre que preparo se quedo cuatro minutos extras en el horno y lo dejo demasiado crocante, aunque ninguno de los merodeadores se quejo pues les había parecido delicioso.
Sirius señalo a su encapsulado amigo burlándose descaradamente de él, y naturalmente el miope mago le mando una no muy cariñosa seña con su dedo medio, no era nada nuevo para ellos tratarse de esa forma tan peculiar, pero aun así como venganza por ese dedo medio Sirius lo puso a rodar en la sala y se metió a la cocina.
Severus ya había sacado el coulant, normalmente ese postre se hace en recipientes pequeños pero el pocionista había decidido hacer uno más grande, así que desmoldarlo sería una tarea delicada pero esperaría un poco para hacerlo así que lo cubrió y fue a sacar café de la estantería superior para acompañar el postre, justo cuando estaba por alcanzarlo las manos de Sirius lo tomaron por la cintura sobresaltándolo.
El merodeador atrajo al pocionista contra su pecho logrando que se sonrojara hasta las orejas, entonces se inclino un poco para susurrar suavemente una disculpa al oído del menor asegurándole que lo encontraba demasiado tentador y el no era de los que dejaban pasar oportunidades de oro como esa, pero gracias a Circe en ese momento entro Remus a interrumpir, pues el de ojos ónix se había quedado estupefacto ante el acercamiento tan directo del animago.
- ¿Por qué Prongs está rodando en una...?
Sirius libero lentamente a su presa, el pobre licántropo ya lo había visto asediando al pocionista en más de una ocasión y sabia que lo regañaría más tarde por alterar al pálido mago cuando sabia que el chico andaba con los nervios de punta por la reunión con los Evans, sin mencionar que el que más incomodo se sentía con esos incidentes era Severus, quien no estaba para nada acostumbrado a la excesivamente cariñosa personalidad del ojigris, de hecho hasta hace poco estaba seguro de que solo era un cruel hijo de puta.
- ¿Entonces... Prongs?- Remus le resto importancia a lo que acababa de ver ya que el pálido mago se veía realmente avergonzado y él no quería que se enojara mas con Sirius, porque estaba seguro que justo en ese momento estaba muy enfadado con su impulsivo amigo, o lo estaría cuando se le pasara la vergüenza.
- Estaba espiando a Bellus así que le jugué una bromita.- el merodeador se cruzo de brazos y se apoyo en la encimera mientras les regalaba una de sus encantadoras y traviesas sonrisas marca Black.
- ¿Me estaba espiando otra vez?- eso le dio la oportunidad al pocionista de desviar el tema y de paso el caos que creaba Black en su cabeza, desde la última luna llena que Potter andaba rarito con él, a veces hasta se portaba amable y siempre que podía le preguntaba donde estaba Lupin, como si no vivieran en el mismo jodido departamento.- ¿Qué piensa, que intento envenenarlos con chocolate o algo así?
El comentario hizo reír a los chicos con complejo de perro, en el tiempo que llevaban viviendo juntos habían descubierto que el ex Slytherin no solo tenía una forma de expresarse sumamente irónica y mordaz, sino que era ingenioso y eso lo hacía realmente divertido, y si sumamos a eso lo brillante y habilidoso que era, y lo amable que podía ser cuando quería, a ninguno de los dos le sorprenda que de pequeños la pelirroja lo defendía a capa y espada siempre que ellos lo injuriaban.
Después de un ruidoso desayuno, en el cual el coulant desapareció prácticamente en segundos, cuatro lechuzas entraron por la ventana y le entregaron una nota a cada merodeador, se trataba de un citatorio del Ministerio de Magias que les pedía comparecer en el departamento de aurores el lunes por la mañana, la nota no decía mas, lo que puso bastante nervioso a Peter ya que le preocupaba que fueran por su relación con Barty, después de todo su nuevo suegro, que ni enterado estaba, era juez del Wizengamot, Sirius y James estaban seguros que era algo relacionado con la academia de aurores, ya que si fuera por lo de Peter a ellos no les habría llegado una notificación y por su parte a Remus le preocupaba que de algún modo se hubiesen enterado de la pelea que habían tenido con esos muggles ya que podían ser expulsados de la academia antes de iniciar si quiera el curso.
Los merodeadores pasaron un par de horas con los nervios de punta hasta que llego Lily, excepto por Sirius que parecía no saber lo que era estar nervioso, al parecer la bruja también había recibido uno de esos citatorios, la pelirroja ya había contactado con otros de sus amigos como Frank Longbottom, para averiguar si también había recibido un, así que no le quedaba duda de que se trataba de algo relacionado con la academia de aurores, de modo que pasaron casi toda la tarde haciendo teorías de que pasaría a la mañana siguiente, y de paso coordinarse porque tendrían que levantarse muy temprano.
Después de eso Lily y Severus salieron de compras en busca de un regalo simbólico para la hermana de la pelirroja y su rechoncha pareja, y de paso comprar algo para Severus pues el pocionista había decidió que se compraría un conjunto para la ocasión, sobra decir que se la pasaron toda la tarde de tienda en tienda hasta encontrar lo que buscaban.
***
Un desmañando Severus toco suavemente la puerta de Sirius, no solía hacerlo pero no quería encontrarlo a medio vestir, la noche anterior el ojigris se puso de acuerdo con él para bañarse primero por lo de la cita en el ministerio, pero ya que el pocionista no recibió respuesta se coló a la habitación bastante seguro de que el animago se había quedado dormido, solo le bastó asomarse para confirmar que en efecto así había sido, entonces escucho al licántropo salir apresurado de su cuarto y apenas pudo verlo pasar como una exhalación hasta el final del pasillo, pero cuando iba a medio camino James salió de su recamara y correr en la misma dirección, lástima que ya era demasiado tarde ya que el licántropo le gano el baño.
El miope animago soltó una palabrota y se giro hacia la habitación de Sirius, entonces el pocionista reacciono y se metió al cuarto sellando la puerta con un hechizo, ni siquiera lo pensó, arrojo sus prendas a una silla y antes de que Potter lograra abrir la puerta corrió a despertar a Black, quien dormía a pierna suelta boca abajo.
- ¡Black! ¡Black! ¡Despierta!
Sirius apenas abrió un ojo y miro a su Bellus atontado sin saber si de verdad estaba despierto o seguía soñando, entonces Severus agito el hombro del merodeador y dijo algo pero Sirius estaba demasiado adormilado como para entender el mensaje así que el pocionista soltó un bufido exasperado y tomo el reloj despertador que Sirius había comprado por mero capricho y se lo mostro. Sirius salto como un resorte fuera de su cama al ver la hora y corrió directo al baño, Severus se rio y negó con la cabeza al escuchar al animago soltar una palabrota pues al parecer abrió el agua fría por accidente y se sentó en la cama a esperar que saliera.
El animago salió del baño en menos de quince minutos con una toalla alrededor de la cadera y secándose el cabello con rápidos movimientos, estaba tan apurado que había olvidado por completo que su Bellus estaba esperando en su habitación, mientras Sirius se duchaba Severus se había dedicado a leer el libro que el merodeador seguramente había estado leyendo la noche anterior y casi se queda dormido, pero al verlo salir no pudo evitar sonrojarse, aunque el animago ni lo volteo a ver mientras se despojaba de la toalla y se cambiaba sin ninguna pena ahí mismo.
Para cuando el sonrojado ex Slytherin entendió que estaba viendo más de lo que debería el animago ya se había puesto los pantalones. Sirius, ajeno a la mirada de su numen, tomo una camisa y se dirigió a la puerta de su habitación mientras se la ponía, entonces Severus carraspeo llamando la atención del apurado merodeador mientras sostenía una varita de roble finamente tallada y con complicadas runas en el mango.
- Tu varita, chucho.
A Sirius le impresiono más el hecho de que había olvidado su varita que la presencia de su Bellus, cómodamente sentado en su cama, de hecho ni siquiera se le pasó por la cabeza que acababa de cambiarse frente a él, simplemente se dirigió al pelinegro a largas zancadas; tomo su varita de la mano del pocionista y le dio un apresurado beso en los labios.
- Gracias amor, volveré pronto.
Sirius alcanzo a girarse y dar tres largos pasos cuando se dio cuenta de lo que había hecho, peor aún, de lo que había dicho; el animago volteo rápidamente y trago nervioso, pero al ver las mejillas sonrojadas del pocionista y su mirada impresionada mientras se tocaba los labios suavemente con la punta de los dedos no pudo evitar querer volver ahí y besar esos pálidos labios una vez más.
- Yo...
A Sirius y a Severus casi se le sales el corazón cuando James rompió el hechizo sellador de la puerta y entro abruptamente en la recamara, el miope chico se metió al baño sin reparar en el estado del par de magos. Sirius no sabía que decir, ni siquiera sabía que se le metió en la cabeza para hacer algo como eso, el pocionista por su parte solo desvió la mirada y jugo nerviosamente con sus dedos.
- Suerte... con los aurores en el Ministerio...
- Gracias...
- ¿Sirius me prestas una corbata?- Peter acababa de asomarse por la puerta sobresaltando al par de pelinegros y sorprendentemente ya estaba bañado y cambiado, y a juzgar por lo arreglado que estaba Severus no dudaba que también estaba perfumado, hecho que sorprendió bastante al par de magos, pues el pequeño merodeador solía ser el último en levantarse.
- Claro Wormtail, adelante...
- Gracias Padfoot.- a Peter no le tomo mucho tiempo encontrar una corbata y salir de la habitación ante la atenta mirada de los pelinegros.
- Parece nervioso...- Severus miraba la puerta con una ceja alzada, tal parecía que el ex Gryffindor se estaba tomando enserio a Barty, pues estaba claro que si se había arreglado así era porque había una muy alta posibilidad de que se topara con Bartemius Crouch Padre.
- Si...- Sirius parecía incluso más asombrado que el pocionista.
- Puedes vigilarlo, Barty se enojara conmigo si algo le pasa a su novio.
- No hay problema, igual pensaba hacerlo.- Sirius aun miraba a la puerta impresionado, su pequeño amigo nunca había usado una corbata.- ¿Crees que pase algo?
- Mientras no mencione que está saliendo con Barty todo estará bien.
Ese comentario extraño al merodeador, hasta el momento todo parecía miel sobre hojuelas para el tímido roedor y la descarada serpiente.
- ¿Hay algo de malo con que la gente sepa que Crouch sale con Peter?
- Digamos que al padre de Barty no le gusta la idea de que su único hijo se relacione de esa forma con un hombre.
Sirius miro a su Bellus confundido, extrañamente el gesto le recordó a Severus la expresión que hizo animago cuando se transformo en perro y le menciono al veterinario, pero entendía la confusión del merodeador, los magos no solían tener ese tipo de prejuicios especialmente si consideramos que ellos ocasionalmente se involucraban con algunas criaturas mágicas.
- ¿Por qué no?
- El Señor Crouch quiere tener nietos, de hecho está intentando enlazar a Barty.
- ¿¡Que!?
- No se lo digas a Pettigrew, Barty no quiere que se deprima además estamos trabajando en eso.
- ¿Qué piensan hacer?
- Por ahora solo ganar tiempo mientras investigo si es posible emancipar a Barty.
- Claro que se puede, pero es muy complicado para los herederos de una familia sangre pura, se complica aún más para Crouch ya que es hijo único y eso sin mencionar quien es su padre, sería más rápido si escapara de su casa.
Severus tenía que admitir que había sacado ese tema a colación para no hablar de lo que acababa de pasar, pero era evidente que no esperaba tal respuesta. Nunca había pensado en los motivos que tenía el ex Gryffindor para abandonar su casa, lo único que sabía es que los padres del chico eran muy estrictos y que Regulus se había sentido traicionado por el abandono de su hermano mayor, al menos hasta que se entero que fue su propia madre quien le tenía prohibido al merodeador acercársele.
- Barty opina lo mismo, pero quiere dejar eso como ultimo recursos...- Sirius podía sentir la mirada llena de curiosidad de su Bellus, era evidente que se moría de ganas por preguntar y no pudo más que suspirar y sonreír derrotado por su deseo de complacerlo mientras asentía con la cabeza dándole permiso de hacerlo.- ¿Por qué huiste de tu casa?
- Por el mismo motivo por el que tú te quedaste en la tuya tanto tiempo... mi madre.
El merodeador estaba siendo inusualmente sincero y el pálido pocionista no pudo más que parpadear confundido al ver la desapasionada sonrisa del ojigris, el había escapado una vez cuando tenía catorce años y se había refugiado con los Evans pero el temor de que Tobías lastimara a su madre lo hizo volver a la mañana siguiente, proteger a su madre había sido el único motivo que lo hizo volver a casa cada verano, así que no podía entender cómo es que el motivo para huir del Gryffindor mas valiente y fuerte que había pisado Hogwarts fuera precisamente la matriarca de los Black.
- ¿Tan mala es?
- No es una mala persona, pero puede ser muy cruel con aquellos que no comparten su opinión.
- Tu también.- Sirius encajo el comentario de su Bellus con entereza pero sin duda le había dolido pues era verdad y ambos los sabían, el mismo Severus había experimentado en carne propia que tan cruel puede ser un Black cuando no estás de acuerdo con él, mas específicamente que tan cruel puede ser Sirius Orión Black.
- Lo sé... me parezco tanto a ella que cuando el sombrero me puso en Gryffindor ni yo mismo me lo podía creer, y siendo sinceros, estaba muerto de miedo.
-¿Miedo? ¿Tu?- la sincera incredulidad en la voz del ojinegro hizo sonreír al león, especialmente porque el sonrojo del pocionista evidenciaba que había hablado de más, sin duda era gratificante saber que su Bellus lo consideraba valiente.
- ¿Recuerdas lo que paso el día siguiente antes del desayuno?
- Llegaron las lechuzas y un niño recibió un horrible... vociferador...
- Si, mi dulce y tierna madre me repudio frente a todo Hogwarts solo por ir a una casa diferente y desde ese momento todo se fue al carajo.
Severus no estaba seguro de que decir pues un "lo lamento" no parecía suficiente, pero no se le ocurría nada más apropiado, recordaba vagamente lo del vociferador gritando palabras crueles a un niño en la mesa de los leones, pero el tenia sus propios problemas como para preocuparse por un pedazo de papel mal educado y gritón.
Estaba a punto de decir algo cuando la puerta del baño se abrió y Sirius Black lo atrajo a hacia sus brazos y lo obligo a ocultar su rostro contra su pecho, no pudo evitar sonrojarse hasta las orejas pero cuando iba a apartarse del repentino abrazo escucho la voz del merodeador.
- ¡Con un carajo, Prongs! ¡Si no traes tu toalla usa una de las mías, en mi baño hay muchas, no tienes porque salirte en pelotas!
- No seas mojigata Siribella.- el miope animago ni quiera se paró a ver al pálido mago en brazos de su mejor amigo mientras salía prácticamente corriendo hacia su habitación, aun que considerando que no traía sus lentes puestos y llevaba prisa es posible que no lo hubiese notado.
- ¡Siribella tu abuela, Charlotte!
- ¿Charlotte?- el pocionista alzo el rostro y miro confundido al animago.
- Su segundo nombre es Charlus.
Sirius le regalo una de sus encantadoras sonrisas al pocionista, pero cuando noto que aun lo tenía abrazado se sobresalto un poco y libero al pálido chico; Severus seco la alfombra que el despeinado merodeador había mojado al salir del baño con un movimiento de varita para evadir el contacto visual con el ojigris.
- Suerte en el ministerio.- el pálido pocionista se dirigió al baño con las mejillas sonrojadas y Sirius no pudo más que sonreír enamorado y repetir las palabras que hasta hace unos minutos eludía.
- Gracias amor, volveré pronto.
***
Resulto que el citatorio que envió el ministerio no había sido nada importante, solo se trataba de entregar el itinerario que tendrían los futuros aurores y firmar una responsiva donde aceptaban el riesgo que implicaba ingresar a la academia de aurores, pues los entrenamientos eran duros y no estarían exentos de lesiones.
Lily y Sirius habían sido los primeros en llegar al penthouse ya que los dos aspirantes a aurores habían completado el proceso mucho más temprano que el resto de sus amigos y la verdad es que estaban que morían de hambre, la chica podría haber ido a su propia casa, pero quería ver a Severus y de paso probar alguno de los deliciosos postres que seguramente estaba haciendo pero al entrar al departamento lo encontraron vacio, al menos en apariencia pues no se oía ni un solo ruido.
La pelirroja de inmediato se dirigió a la recamara de su amigo y al encontrarla vacía y enseguida se puso alerta, pues la lechuza que había mandado hacia dos horas para avisarle al pocionista que pasaría a verlo más tarde estaba posada en el alféizer de la ventana con su nota aun atada en la pata.
- ¿Qué sucede Evans?- Sirius miro extrañado como la pelirroja corría hacia la biblioteca.
- ¡Severus no está!
- Quizá salió.
- Dijo que hoy no saldría, le mande una nota hace dos horas y la lechuza sigue en la ventana.
El merodeador creía que la pelirroja estaba exagerando un poco, seguramente a su Bellus le había surgido algo de último minuto y se había ido antes de que llegara la lechuza, pero la expresión angustiada y la forma en que Lily Evans salió corriendo de la biblioteca hacia la cocina lo hicieron preocuparse.
- Revisare arriba.
Aunque el merodeador había intentado sonar despreocupado, la forma en que subió las escaleras prácticamente corriendo dejaban claro que los alterados nervios de la pelirroja lo habían contagiado, el de cabello rizado no dudo ni un segundo en entrar a su cuarto y dirigirse directo al baño imaginando todo tipo de ridículos accidentes donde el pocionista se resbalaba y se golpeaba en la bañera o el lavabo o que se enredaba en una toalla y caía en el jacuzzi golpeándose la cabeza y esta se llenaba de agua y se ahogaba.
Sus nervios se crispaban más y más a cada paso que daba y justo cuando tomo el pomo de la puerta de su baño se quedo completamente rígido pues acababa de ver algo por el rabillo del ojo. El animago giro el rostro lentamente y miro sobre su hombro y el alivio que sintió casi hace que se le doblen las rodillas.
Severus se había sentido bastante cansado desde la noche anterior pero aun así se había despertado a su hora habitual y con el ajetreo de la mañana no había podido quitarse el cansancio de encima, esperaba que la ducha le ayudara a mantenerse bien despierto pero la verdad es que para cuando salió del baño lo único que quería era acostarse pero como no creía que pudiera bajar las escaleras sin terminar rodando hasta la planta baja decidió recostarse unos minutos en la cama de Black o quizá una hora sería suficiente para descansar.
Sirius cubrió a su precioso pocionista con las mantas y se sentó a su lado con una cálida sonrisa en los labios, Severus estaba recostado de lado con una de sus manos muy cerca de la mejilla y se veía realmente exhausto, seguramente todo el estrés de la semana le había pasado factura y no había podido evitar caer rendido, el animago acomodo un mechón de cabello negro tras la oreja de su pálido numen y se inclino sobre él para depositar un suave beso en su frente.
- Ya volví amor.
Sirius escucho un ahogado jadeo proveniente de la entrada de su habitación, no tenía la menor duda de quién se trataba, así que cuando se giro y vio a la pelirroja completamente sonrojada mirarlo boquiabierta no pudo más que sonreír con resignación, ya sabía que la chica sospechaba de él, incluso Remus le dijo que se había ido de la lengua y se lo había dicho, pero ahora que la leona podía constatarlo directamente Sirius no tenía la menor duda de que tendría que darle muchas explicaciones, porque si la pelirroja no lo aceptaba las oportunidades de que lo hiciera Severus mucho menores.
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