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17.- Alcohol, Sexo y Resacas.

La cama estaba hecha un lio, las sabanas y cobijas estaban tan revueltas que los dos cuerpos desnudos que la ocupaban se perdían en ella, pero su presencia quedaba evidenciada por el camino de prendas en el suelo que seguramente había empezado en la sala, si le preguntaban a cualquiera de los dos quien había dado el primer paso o cual había sido el milagro que los unió esa noche la respuesta seria sin duda "el alcohol".

Era inevitable, los excesos siempre son malos, especialmente con el alcohol, ese condenado elixir siempre pasa factura, porque después de la euforia y la exaltación de los deseos viene la cuenta, a veces solo es dolor de cabeza, en ocasiones son lagunas mentales, con mucha suerte solo te darán mareos, en otros casos la dignidad herida y en ocasiones como esta la virginidad perdida.

Si le preguntaban a los dos si estaban arrepentidos obtendrían reacciones completamente opuesta pero la respuesta seria la misma, porque uno alzaría la frente con el orgullo que lo caracteriza y sonreiría con chulería asegurando que era lo mejor que le había pasado y que moría por repetirlo en ese mismo instante a poder ser, y el otro se sonrojaría hasta las orejas y negaría con la cabeza antes de esconder el rostro en el pecho del mago a su lado.

El merodeador estaba sumamente nervioso, no tenía mucho de haber despertado y le preocupaba la reacción de su... ¿Novio?, ¿Polvo?, ¿Amante?, ¿Amigo con derechos?, ¿Siquiera eran amigos?, ¿¡Qué cojones eran!? La noche anterior todo parecía bastante claro mientras lo veía cantar con el pelirrojo, quería a esa endemoniada serpiente a su lado, pero ahora con la claridad del día y la sobriedad de los sentidos, todo parecía demasiado precipitado.

El dolor en su retaguardia lo gritaba que lo que hizo estaba mal y que el hecho de que no se arrepintiera estaba mucho peor, esa serpiente altanera y encantadora era menor de edad y el ya tenía diecisiete, legalmente era un adulto... ¡Por Merlín! El padre del rubio era el director del Departamento de Seguridad Mágica y juez del Wizengamot.

- ¡Estoy jodido, me mandaran a Azkaban por violación!

- Ratoncito, yo no soy al que le duele el trasero...

Al pobre animago casi se le sale el corazón, estaba tan metido en sus lúgubres pensamientos que no se dio cuenta cuando el Slytherin se despertó, el rubio por su parte llevaba rato despierto preguntándose porque su lindo ratoncito se veía preocupado y cuando lo escucho decir lo de Azkaban tuvo que morderse la lengua para no reírse.

- Si te sirve de consuelo entre los muggles los dos somos menores de edad – Peter se sonrojo hasta las orejas, como es que ese quinceañero podía ser tan descarado- y pronto cumpliré dieciséis.

- Tú... ¿Tienes mucha experiencia verdad?...- El animago no podía estar más avergonzado, como se le ocurría preguntarle eso, estaba a punto de disculparse cuando escucho al rubio reírse.

El rubio se acomodo de costado junto al merodeador y empezó a jugar con su cabello de forma coqueta mientras le sonreía, él sabía que lo de anoche fue precipitado y que su ratoncito era inseguro así que dejaría las cosas claras.

- No Peter, esta también es mi primera vez- el rubio se mordió el labio con nerviosismo y tomo el valor que normalmente no tenia- ¿Peter te gustaría ser mi novio? - Barty puso sus manos a cada lado de la cabeza de Peter mientras se acomodaba sobre él y le daba un suave beso en los labios- Te aseguro que seré un novio atento.

***

Si le preguntaban al pocionista si había algo positivo de vivir con los merodeadores seguramente diría que su habitación, más específicamente su cama; era amplia, suave y cálida, aunque a veces le respiraba en el cuello y se pasaba de cariñosa... ¿Espera, qué?... Severus frunció el seño ligeramente y parpadeo desmañanado, un rápido vistazo al reloj despertador (que nunca usaba porque, como dijo Black "se despertaba antes que los pájaros") sobre su cómoda le indico que eran las nueve cuarenta y tres de la mañana, pero eso no importaba, lo que importaba era la cálida mano que se deslizaba suavemente sobre su vientre y la respiración que chocaba contra su cuello.

El pálido pelinegro respiro profundamente armándose de valor para mirar sobre su hombro, pero por algún motivo no se sintió tan sorprendido como debería al ver la cara dormida de Sirius Black a sus espaldas, el animago estaba pegado a él mientras su traviesa mano lo sostenía por el vientre bajo la ropa, y el joven pocionista tenía la cabeza apoyada en el otro brazo del merodeador.

- Black...

- ¿Hm?

- Tu mano...

-Hmhm...

No había caso, el animago estaba más dormido que despierto, aunque eso no le impedía a su cariñosa mano acariciar suavemente el vientre del avergonzado pocionista y dibujar pequeños círculos alrededor de su ombligo con el pulgar, y justo cuando el pálido pelinegro estaba por levantarse y salirse de esa embarazosa situación el animago se le pego aun mas a la espalda y hundió la nariz en su cabello respirando profundamente.

Sin duda eso había dejado al pocionista momentáneamente en shock, pero en el instante en el que la mano del merodeador se deslizo hacia el sur erizándole la piel, el pálido mago reacciono y una de sus manos salió disparada para detener el descenso de la del animago. El repentino movimiento y sobresalto del pocionista hicieron despertar a Sirius... o algo parecido, ya que el merodeador levanto la cabeza escasos dos segundos y la volvió a acomodar en la almohada con toda la intención de volverse a dormir mientras balbuceaba un soñoliento "¿Qué pasa?"

- Black, tu mano.

Como única respuesta el animago abrió y cerró su mano libre, pero no se molesto en abrir los ojos, simplemente se acerco más al pocionista a la altura de su oreja, o al menos a donde el merodeador creía que estaba el oído de Severus y con todo el esfuerzo del mundo le susurro una respuesta.

- Esta entumida...

- ¡Esa no idiota, la otra!

El merodeador intento repetir el movimiento de abrir y cerrar la mano con la otra pero no pudo, entonces noto algo de tacto suave y cálido y decidió que era hora de abrir los ojos, lo primero que vio fue el oscuro cabello de su Bellus y una mejilla sumamente sonrojadas que le hicieron sonreír adormilado, así que decidió bajar la mirada en busca de su mano extraviada y vio la cosa más hermosa del mundo.

- Me encanta ese lunar.

- ¿Cómo?

Sirius se libero de la mano del anonadado pocionista y bajo un poco más el pantalón del pálido chico para tener una mejor vista de ese glorioso ombligo. El pocionista lo miro completamente alucinado y sonrojado sin saber qué hacer, estaba claro que el cerebro de perro del merodeador aun no despertaba.

- ¿Black?

- Quiero lamerlo.

***

El Choto se había levantado a las nueve veinte de la mañana completamente dolorido, la noche pasada se había quedado dormido en el suelo y el menor de los Black había decidido usarlo como almohada, ni hablar esas eran las consecuencias de una fiesta con Roy, en cuanto viera al gato negro le pediría uno de sus remedios caseros para el dolor, de esos que solo él podía preparar que sabían peor que la mierda pero eran mejor que cualquier medicina.

Después de acomodar a Regulus en el sillón vacío, donde recordaba haber visto a Sirius y Severus, y cubrirlo con su chaqueta, se fue directo a la cocina en busca de un bocadillo, pero al abrir la alacena de arriba vio un pequeño ratón rosa cubierto de azúcar corriendo de un lado a otro, el moreno parpadeo confundido por un momento antes de cerrar la alacena, no se esperaba que en un departamento tan pijo y limpio hubiera ratones, ahora sí que hasta en las mejores familias, así que decidió optar por una opción más higiénica, el refrigerador.

Para fortuna del gamberro Severus ya había puesto orden en ese lugar y había conseguido comida de verdad, aunque no había podido desterrar las quince barras de chocolate de Remus del refrigerador, en fin Sebastián Ternera pudo prepararse su desayuno "pa' curar la cruda", no era más que unos simples huevitos, salchichas y un V8 original, era una fortuna que al pálido pelinegro también le gustara esa bebida, especialmente porque era muy buena para la resaca. Estaba por dar cuenta de su desayuno cuando cinco personas aparecieron en la entrada de la cocina y lo miraron como cachorros desvalidos.

- Ni piensen que les cocinare a todos, ayer solo lo hice por ayudar al gato negro.

***

Severus se quedo de piedra con la declaración del animago, y Sirius se incorporo de golpe mientras se le subían los colores al rostro, acababa de procesar la soberana sandez que le soltó al pocionista y se quería morir de la vergüenza, vale si quería lamerle el ombligo, bueno siendo honestos quería lamerle algo más que el ombligo, de hecho quería lamer mucho mucho pero mucho más que eso, pero aun no podía decírselo así de la nada.

- ¡No dije nada!

- ¡No escuche nada!

- ¡Severus tu cuñada no me deja comer!

Gracias a Merlín al Choto le importaba una de papa y dos de queso la privacidad de nadie y entro como Pedro por su casa a la habitación del pocionista, el pálido mago se sobresalto tanto que en lugar de levantarse como cualquier otra persona normal quedo de pie sobre la cama, mientras que a Sirius no le había ido mejor ya que hizo una perfecta imitación de la caída de su Bellus el día anterior, con la diferencia de que el si estaba vestido.

El Choto ni siquiera noto sus reacciones, el solo tenía en mente que su desayuno se estaba enfriando por culpa del grupo de inútiles que no sabía cocinar que lo esperaba en la cocina, así que se acerco a largas zancadas a la cama y se hecho al pocionista al hombro.

- Lo siento wiza, de rato te lo regreso.

Severus apenas alcanzo a ver al merodeador y parpadear un par de veces completamente confundido mientras el moreno lo llevaba colgado al hombro. Sirius no pudo evitar pensar que su Bellus se veía realmente adorable cuando estaba confundido pero cuando se dio cuenta de que el moreno se lo había llevado frunció el seño mosqueado y los siguió hasta la cocina.

Después de que Severus les soltara un par de improperios al montón de borrachos inútiles que tenia por amigos (incluida Lily) y recordarles que él no era madre de ninguno para andarles cocinando se puso a preparar el desayuno, y ya que él también estaba crudo y falto de imaginación hizo exactamente lo mismo que Sebastián con la extrañamente pasiva ayuda de Sirius Black.

Severus acababa de notar porque el animago estaba siendo tan sospechosamente amable con el de un tiempo para acá, y eso lo ponía algo nervioso mientras cocinaba ya que a Sirius se le había ocurrido la genial idea de ayudarlo, la forma algo torpe en la que los dos magos interactuaban no había pasado desapercibida para el resto, incluso James lo había notado, y eso ya era decir mucho.

Ese había sido seguramente el desayuno más silencioso que habían compartido en el departamento, principalmente porque todos estaban como zombis a causa de la cruda, aunque hubo un par de chistes subiditos de tono cuando vieron a Barty y a Peter bajando las escaleras ya que el pequeño animago no podía caminar bien y el rubio lo ayudo todo el trayecto hasta el comedor, pero para no romper la tradición hubo un pequeño alboroto cuando cinco lechuzas se metieron volando por la ventana y el Choto alcanzo a agarrar una.

- Se parecen a esas que llegaban a tu cantón cuando te ibas a la escuela.

- Pero estas solo traen rollitos.

Los magos entraron en pánico por un momento mientras el par de gamberros intentaban quitarle el pergamino de la pata a la enojada ave, sus cuatro compañeras de vuelo estaban a punto de caerles a picotazos a los muggles cuando el pocionista intervino.

- Se llaman pergaminos, Roy. Choto, suéltala.- el moreno ni rechisto, simplemente soltó al pobre animalillo.

- No entiendo cómo pudiste ir a una escuela en medio de la nada donde no había ni teléfonos.

- Hay cosas peores.

Tan pronto como las indignadas aves salieron, después de haber entregado sus respectivas cartas los gamberros se olvidaron de ellas, y pasaron el resto del desayuno hablando de la escuela hippie a la que asistió Severus, porque definitivamente esa escuela tenía que ser muy hippie para enseñarle a sus alumnos botánica, cuidado de animales y remedios caseros para todas las dolencias, de mas esta decir que toda la plática puso algo nerviosos a los magos por el asunto del secreto mágico, con sus claras excepciones claro; como Lily que había participado activamente e incluso inventado algunas de las mentiras que tenían que decirles a sus amigos muggles sobre el colegio, otro que no estaba ni tantito nervioso era Severus justo ahora el tenia algo mas importante en mente, Sirius Black y hablando de perros cabe aclarar que el animago tampoco estaba nervioso.

El animago estaba meditativo, acababa de meter la pata, se había delatado de una forma muy estúpida antes de tiempo y tenía que pensar en cómo evitar que el pocionista saliera corriendo con sus amigos, porque sabía que el pálido mago era listo y que aun no sentía nada por él, de modo que si le daba la oportunidad se escaparía y no lo volvería a ver... bueno quizá estaba siendo un poco paranoico pero tratándose de Severus todo era posible.

Entonces el milagro que estaba esperando sucedió, un sonoro crack se hizo oír en el comedor justo detrás de los gamberros y Melkart Riot apareció en medio de la sala, los magos se quedaron lívidos, incluido el medimago recién aparecido, era evidente que ese par de chicos a los que nunca había visto eran muggles y el se había aparecido imprudentemente y sin avisar en un departamento de magos en Londres muggle.

El par de vándalos tenia la vista clavada en el recién llegado, el moreno lucia mortalmente serio, como si estuviera decidiendo donde enterrar el cadáver del pobre idiota que creyó que era buena idea fastidiarlo, en cambio el pelirrojo tenía una expresión entre mosqueada y confundida además de que tenia media salchicha metida en la boca, estaba seguro que ese tipo no estaba en el departamento cuando despertó y desde entonces no había escuchado que alguien llamara a la puerta o que la abrieran, estaba a punto de preguntarle al tipo quien era cuando el Choto lo llamo.

- Roy...

- ¿He?

- ¿Te tiraste un pedo?

El pelirrojo casi se ahoga con su salchicha y Severus se rio tan fuerte que tuvo que apoyarse en la mesa para no caerse mientras se le salían las lagrimas de la risa al ver como Roy se ponía tan rojo como su cabello y después del pequeño pre-infarto el resto de los magos se reía de forma extraña, no era una risa falsa era más bien una risa a medio camino entre el alivio y la hilaridad.

***

Después de que el Choto anunciara que tenía cosas que hacer y llevarse casi arrastras al abochornado pelirrojo, el medimago se disculpo por su abrupta aparición, había regresado esa misma mañana pero estaba preocupado por la condición del pocionista, cosa que le pareció muy sospechosa a los hermanos Black, pero se contuvieron de decir cualquier estupidez, no solo porque sabían que Severus se enojaría sino porque sabían que después del fin de semana que tuvieron era más que seguro que la condición del pocionista en lugar de mejorar había empeorado. Melkart estaba más que listo para revisar a Severus, y así se lo hizo saber pero este se negó.

- ¿Quiero que le revises la cabeza a Black?- Todos miraron extrañados al pocionista incluso el medimago, pero Sirius estaba seguro que su Bellus había decidido adjudicar su comportamiento al golpe y no estaba seguro de si sentirse desmoralizado o aliviado por eso.- Hace unos días nos metimos en una pelea y por mi culpa termino recibiendo un fuerte golpe en la cabeza.

- Y ya me curaste, además a ti te golpearon directo en la cara por cubrirme y por estar curándome tardaste en atenderte.- por algún motivo al animago se le calentó la sangre cuando el pocionista dijo "mi culpa" el no quería que su Bellus se sintiera culpable por lo que había pasado esa noche.

- No fue tan fuerte.

- Terminaste estampado en el piso.- la voz de Sirius era dura, que el pocionista desestimara sus heridas lo ponía enfermo del coraje, porque cojones siempre hacia eso.

- Y tú terminaste inconsciente.

- ¡Tu ya estabas delicado antes de la pelea!

- ¡Y tu casi estiras la pata después de la pelea!

- ¡Suficiente!

La enérgica voz del medimago detuvo la pelea pero no evito que el par de magos se mandaran miradas hostiles. Los merodeadores y el par de serpientes se habían quedado boquiabiertos por la breve discusión, pero Lily miro todo el asunto como si hubiese tenido una epifanía, por su parte Melkart no entendía como esos dos podían pasar de estar preocupados el uno por el otro en un momento y al siguiente estar a punto de agarrarse a golpes en medio de la sala.

Pero para él en ese momento eso era lo de menos, esos dos irresponsables estuvieron en una pelea y se pasaron por el arco del triunfo sus indicaciones de reposo absoluto, y estuvo a punto de regañarlos como el par de chiquillos malcriados que eran y recordarles que el medimago era él, así que el decidiría a cual revisar pero Severus se le adelanto y le puso punto final a la discusión dejando a todos boquiabiertos.

- Si no revisas primero a Black ni creas que dejare que me atiendas.



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