14.- Dulces Caricias y Tristes Recuerdos
Lily Evans caminaba de un lugar a otro como león enjaulado, Derek se había ofrecido a llevar a su amiga Julia a casa, pero eso era lo de menos ya habían pasado diez minutos desde que habían llegado al departamento y quince desde que salieron del bar, un total de veinticinco minutos desde que se separo de sus amigos.
Barty y Peter habían llegado antes que ellos gracias a la aparición, el rubio miraba preocupado por la ventana mientras el pequeño animago les había explicado a los leones el plan de Snape, pero los minutos se hacían eternos durante la espera y los magos no daban señales de vida, algo tenía que haber salido mal.
- Creo que debería regresar- la angustiada voz del licántropo saco a todos de sus lúgubres pensamientos, los dos leones lo miraron con decisión dispuestos a ir con él cuando Bartemius los regreso a la realidad.
- El lugar está lleno de muggles, si se aparecen descubrirán el secreto mágico y creo que no tengo que recordarles lo severo que es el Ministerio con los infractores, ¿verdad? sin mencionar que con el tal Roy ahí terminaríamos apareciendo en medio de una pelea, además ellos podrían aparecer aquí en cualquier momento y necesitar nuestra ayuda.
Ninguno de los leones tuvo el valor de rebatirle nada al Slytherin, no porque supieran que tenía razón sino porque veían en sus ojos y su voz la misma preocupación que ellos sentían por sus amigos y se dieron cuenta de forma consciente que esa serpiente frente a ellos era mucho más de lo que había dejado ver hasta ese momento, Bartemius no era el niño presuntuoso y egoísta que creían.
***
Regulus estaba en el suelo intentando con toda su fuerza quitarse de encima a su contrincante, el hombre rapado estaba estrangulándolo con el tubo metálico. En su posición el Slytherin no podía alcanzar su varita y empezaba a desesperarse, pero aquel tipo estaba tan eufórico por la adrenalina que corría por su cuerpo que resultaba imposible liberarse.
James Potter nunca se había sentido tan frustrado y desesperado, estaba preocupado a muerte por Sirius, pero le resultaba imposible llegar a él mientras peleaba con el chico de azul y el de cabello negro, ni siquiera tenía oportunidad de tomar su varita, entonces escucho la algarabía que se armó en la entrada del callejón, no veía bien, ya que había perdido los lentes a causa de un puñetazo bien plantado, pero pudo notar un borrón rojo corriendo hasta Regulus y el inconfundible sonido de un bate metálico golpear algo solido con fuerza.
Regulus jalo aire con desesperación y empezó a toser ruidosamente, por fin libre de su agresor, pero el borrón rojo que acababa de salvarlo se había ido tan rápido como llego, aun así alcanzo a vislumbrar la menuda figura de Roy corriendo hacia James, aunque eso a Regulus no podía importarle menos, el tenia cosas más importantes en mente así que se arrastro apresuradamente hacia su inmóvil hermano creyendo lo peor.
Severus había quedado atrapado bajo el peso muerto de Sirius Black, se había quedado libido al sentir la tibia sangre del merodeador humedecer su cabello, y solamente la débil respiración que chocaba contra su cuello había evitado que entrara en pánico, igualmente mando todo al carajo y dejo inconsciente al corpulento chico con el que había estado peleando el animago con un hechizo, para fortuna suya la reacción de Regulus y Potter distrajeron lo suficiente al resto como para que no lo notaran.
Cuando James y Regulus llegaron junto al par de magos derribados pudieron distinguir como Severus susurraba algunas palabras en voz baja y aunque era imposible distinguirlo en el oscuro callejón Regulus estaba seguro de que su pálido amigo estaba curando a su hermano y un inmenso alivio le inundo el pecho.
Mientras James y Regulus levantaban a Sirius el pocionista echo un vistazo alrededor, Roy y sus amigos eran unos sanguinarios, el tipo que había estado a punto de estrangular a Regulus estaba inconsciente en el suelo y el Choto estaban dándole la paliza de su vida al tipo de azul mientras Roy tenía en el suelo al de cabello negro, aunque este no era fácil de distinguir ya que estaba hecho bola intentando cubrirse de los violentos golpes del pelirrojo.
El Choto era un tipo sumamente alto, de cabello gris, piel morena y mal carácter, tenía los ojos azul zafiro y una larga cicatriz que iba desde el frente de uno de sus hombros hasta la espalda, cortesía de su propio padre, el Choto asegura que si no fuera por "el gato negro", también conocido como Severus Snape, ahora sería manco.
- ¡Choto deja de jugar!
El enorme moreno dejo inconsciente al de azul de un solo golpe al escuchar a Severus, entonces el pocionista señalo la entrada del callejón con un movimiento de cabeza y el moreno no necesito más, a golpes y empujones indiscriminados abrió el camino para el pálido mago, sacándolo del ahí. El lugar era un desastre, pero no duraría mucho, en cualquier momento llegaría la policía y todos los que aun pudieran ponerse en pie saldrían corriendo.
Los magos se alejaron de ahí tan rápido como podían, llevando a cuestas al animago, en busca de un lugar discreto para desaparecerse, ninguno de los vándalos dijo o hizo nada para detenerlos, ellos simplemente siguieron peleando, la pandilla de Roy hacia lo que el pelirrojo dictara, así fuera armar un alboroto, darle a alguien una paliza o ayudar a una anciana a cruzar la calle, su palabra era ley y se cumplía, el único que podía llegar a exigirle cuentas era el Choto, y este mismo tenía una deuda impagable, según él, con el pálido pocionista.
***
Sirius Black abrió los ojos lentamente, se sentía pesado y aletargado, al mirar a su alrededor el mundo le dio vueltas y se hizo dolorosamente solido, recordaba perfectamente lo que había sucedido así que tomo fuerza de Merlín sabrá dónde y se incorporo. Reconoció de inmediato la cama donde estaba, no tenía mucho de haberla comprado, y confirmo lo que ya sabía al levantar la mirada y ver las paredes verdes de la habitación de su Bellus.
Regulus estaba sentado incómodamente en un puf junto a su cama completamente dormido, tenía la cabeza apoyada en la cama mientras usaba sus brazos de almohada, James estaba desparramado en una de las sillas victorianas y tenía una venda en el brazo izquierdo, Remus se encontraba en la otra silla con cara de estar teniendo una pesadilla y Peter estaba dormido en el diván con Bartemius Crouch Jr. acurrucado a su lado.
El animago miro a su alrededor sintiendo una ola de pánico crecer en su interior, Lily y Severus no estaban, el pelinegro salió de la cama como pudo, quizá algo le había pasado al pálido mago después de quedar inconsciente y la pelirroja se lo llevo a San Mungo, o lo estaba atendiendo ella misma en otra habitación, tenía que encontrarlo rápido, necesitaba saber que su Bellus estaba bien.
Apenas atravesó la puerta escucho un burbujeo proveniente de la cocina, avanzo a prisa ignorando el dolor que cada paso le daba y apenas asomo el rostro al interior el peso del miedo y la incertidumbre abandonaron su cuerpo. Severus estaba de pie frente a la hornilla preparando una poción, no era la encantadora imagen que había tenido el día que el pocionista le cocino pasta italiana, pero aun así el corazón del merodeador se agito emocionado, su Bellus estaba a salvo.
Severus no podría estar más agotado, se despidió de Lily dos horas atrás y aun no había podido tomar un baño, le había costado lo suyo sacar al animago de peligro con Regulus y Potter fastidiando cada dos por tres, gracias a Merlín la pelirroja se había encargado de curarlos a ellos para que él pudiera dedicarse a Black. Lupin había sugerido llamar al medimago pero Potter les dijo que estaba fuera de la ciudad en un congreso de medimagia al que sus padres también habían asistido, así que justo ahora preparaba una poción re-establecedora de sangre para el mayor de los Black, ya casi terminaba así que la dejaría enfriar y tomaría su ansiado baño.
- Sabes que son la tres de la mañana, ¿verdad?- el sobresalto del pocionista fue tal que las raíces que acababa de cortar terminaron regadas por doquier, el animago había tomado asiento con las piernas abiertas en un banco alto mientras se apoyaba en la mesada, y contemplaba absorto al pocionista.
- ¡Por Merlín, Black!- el pocionista apago el fogón y añadió el ultimo ingrediente antes de girarse por completo al animago- Vuelve a la cama, tienes que descansar.
- No quiero, me duele todo.
- Precisamente por eso debes volver a la cama- Severus se acerco al animago para revisar sus heridas, ya deberían de estar totalmente cerradas y no deberían de dolerle tanto como para perturbar su sueño, pero antes de que pudiera revisarlo Sirius lo atrapo entre sus brazos y hundió el rostro en su cuello poniéndole el pelo de punta al desprevenido pocionista.
- Hueles a sangre...
- Es tuya idiota, perdiste bastante cuando te golpearon en la cabeza, por eso te duele todo.
El pálido mago libero sus brazos como pudo del apretado abrazo del animago y deslizo sus dedos suavemente en la desordenada melena negra del león. Sirius por un momento creyó que estaba intentando liberarse de él pero cuando sintió esos largos y finos dedos hundirse en su cabello un agradable cosquilleo recorrió todo su cuerpo, el toque de su Bellus era realmente suave y gentil y como si eso no fuera suficiente para hacer que su corazón temblara con anhelo, el pocionista empezó a entonar una suave canción de cuna.
Sirius no tardo mucho en reconocer esa melodía, solo la había escuchado una vez, y fue de labios del mismo Severus Snape, era el hechizo que había usado semanas atrás para quitarle el dolor de su hombro dislocado. El animago aflojo un poco el abrazo y deslizo una de sus manos por la espalda del pálido pelinegro hasta uno de sus hombros, disfruto con deleite como el chico se estremecía entre sus brazos, mientras la otra mano se mantuvo firme sujetándolo de lado a lado por cintura.
- Creo que nunca había escuchado ese hechizo- Sirius apoyo la frente en el hombro del pelinegro y un inmenso deseo de besar su clavícula hizo cosquillear sus labios.
- Mi madre lo invento, así Tobías no sabría que ella se valía de la magia para curarme... era muy buena con los hechizos sin varita...
Severus seguía deslizando los dedos en el cabello del león pero no estaba prestando atención a sus acciones, en su desesperado intento de apartar su mente de las sensaciones que provocaban las manos del ex Gryffindor en su cuerpo había caído en un tema que había evitado por meces y que aun le pesaba en el corazón, su madre.
Sirius no supo que decir, le dolía saber del maltrato que había sufrido su Bellus desde corta edad y sabía que su madre había muerto hacia menos de un año, aunque ignoraba en qué circunstancias, la serpiente entre sus brazos no era particularmente emotiva, pero los sutiles matices de su voz revelaban cuanto cariño sentía por su madre y lo mucho que le dolía su pérdida.
- Vamos- Severus respiro profundo para serenarse antes de separarse del animago- te llevare a la cama.
- No creo que tenga energía para "eso"- el humor era la cura de todas las penas y las mejillas sonrojadas del pocionista eran prueba de ello, Sirius sonrió con picardía pese al cansancio, sabía que no haría reír a su Bellus, pero él se conformaba con apartar su mente de tristes vivencias.
- ¡Black!
- Bueno, si insistes, supongo que puedo hacer un esfuerzo.
- Eres imposible- Severus no pudo más que suspiro exasperado ante la coqueta sonrisa del merodeador.
Después de que el pocionista obligara al ojigris a beber la poción y de que este lo obligara a él a cenar algo ligero, ambos decidieron que era hora de dormir, y como era de esperarse tuvieron una breve discusión cuando el animago se rehusó a volver al cuarto del pocionista, alegando que estaba sobrepoblado, Severus le advirtió que no hiciera el gilipollas pues cualquier esfuerzo podría agotarlo en su estado, y por supuesto el animago fue por libre y subió a su cuarto seguido de cerca por un refunfuñón pocionista.
***
El agua tibia escurría por la piel desnuda del pocionista y la espuma enrojecida limpiaba la sangre del animago en su cabello. Severus no pudo evitar una mueca de amargura al ver la sangre mezclada con el agua recorriendo su torso, el primogénito de los Black hizo que recordara a su madre dos veces esa misma noche. Lo sucedido en la cocina había sido una escena habitual en su infancia, aunque por lo general era él quien estaba siendo curado por las gentiles manos de su madre, no eran recuerdos alegres pero eran los momentos en que mas unido se había sentido a ella, lo sucedido en el callejón era harina de otro costal.
Cuando Sirius Black se abalanzo sobre él para protegerlo fue como un deja-vu y ahora que todo estaba en calma su mente corrió libre al encuentro de sus tristes memorias, era el recuerdo de aquel día lluvioso en Londres muggle, era un día sombrío en la calle de las hilanderas, donde parecía nunca brillar el sol, Tobías estaba ebrio, como todos los días desde que Severus tenía uso de razón, pero ese no sería un día como cualquier otro, ese sería el día que Severus Snape conocería la magia...
***Flashback***
Tenía apenas seis años e incluso entonces era pequeño para su edad, su padre, ebrio como una cuba le gritaba vejaciones a su sumisa madre, mientras él lo miraba todo encogido en un rincón cubriéndose los oídos y temblando de miedo, esa no era una escena poco habitual en la corta y dura vida de aquel delgado niño, pero incluso la cotidianidad del abuso que Tobías ejercía sobre ellos estaba por rebasar el límite, pues ese día Tobías había alzado su mano contra Eileen Prince frente a su hijo por primera vez, y aunque el pequeño Severus sospechaba que eso había pasado antes cuando no estaba presente, la ira que sintió al ver a su madre herida en el suelo y muerta de miedo fue tan grande que su poder oculto se manifestó violentamente.
Los vidrios y bombillas habían estallado, incluso la botella que Tobías tenía en la mano se hizo añicos, las sillas del pequeño comedor salieron volando y se incrustaron en el techo y las paredes y una de las patas de la mesa se partió, Tobías se había estampado contra una pared, abriéndose una herida en la cabeza, pero tan pronto como se levanto se abalanzo sobre su hijo agarrando lo primero que encontró... la pata partida de la mesa.
Severus no sabía lo que pasaba, la fuerza de su primera explosión de magia accidental había sido tal que se había golpeado contra la pared a su espalda y caído al suelo, no pudo escucha ni la mitad de las palabras crueles e hirientes que gritaba su padre, lo que sí pudo escuchar con claridad fue el grito aterrado de su madre, Eileen Prince vio las intenciones de su marido y con el pánico aprisionando su corazón corrió hacia su único hijo para protegerlo cubriéndolo con su propio cuerpo.
Los golpes fueron tan violentos que Severus pudo sentir los espasmos de dolor del delgado cuerpo de su madre, Eileen suplicaba aterrada y dolorida que se detuviera mientras Severus gritaba y lloraba pidiendo ayuda. Pero nadie respondería ese llamado, ni ese ni ninguno de los que seguirían. Cuando Tobías por fin se detuvo Eileen había caído inconsciente y sangraba profusamente empapando a su pequeño hijo.
***Fin del flashback***
Severus salió de la regadera envuelto en la bata de baño de Sirius ya que había olvidado subirse ropa limpia, y sinceramente esperaba que el merodeador estuviera dormido ya, pero no fue así, el merodeador estaba algo agitado y aunque no lo demostró eso preocupo un poco al pocionista.
- ¿Aun te duele?- Severus miro al merodeador detenidamente y se acerco al pie de la cama- te vez agitado.
- No, es decir la espalda me duele un poco.
Eso llamo la atención de Severus pero Sirius no lo noto, ocupado como estaba en tratar de parecer lo más calmado posible, si el pocionista se daba cuenta que lo había estado espiando se pondría como un basilisco, el ojinegro estaba tan cansado que ni siquiera noto que había dejado la puerta ligeramente abierta, y si bien el merodeador se había recreado un poco la pupila, ese no había sido el motivo de su indiscreción, la verdad es que el pocionista se había tardado bastante y eso lo tenía preocupado, pero no podía preguntarle de buenas a primeras que le pasaba, al menos no de forma directa.
- Tardaste más de lo normal ¿estás herido?
- No, ¿me tomas el tiempo cuando me baño?
- No- Sirius desvió la mirada hacia su gran armario en busca de un salvavidas- mis pijamas están del lado derecho del armario, puedes ponerte la que quieras- el pocionista asintió con la cabeza pero no fue hacia el armario, en lugar de eso se sentó junto a Sirius al borde de la cama, con algo más importante en mente.
- Quítate la camisa y date la vuelta- si el pocionista no estuviera tan centrado en lo que pensaba hacer se habría burlado del estúpido "¿Eh?" que soltó el animago- revisare tu espalda.
El desilusionado "Ah, claro" que soltó Black paso desapercibido para Severus, pues estaba lo suficientemente cansado como para que no le importara, Sirius ni siquiera intento ser sexy esa ves, estaba claro que su Bellus no estaba prestando atención a eso y la verdad si estaba algo adolorido.
Severus no perdió tiempo, en cuanto el animago estuvo acostado bocabajo y sin camisa empezó a acariciarle suavemente la espalda, concentrando su magia especialmente en el lado izquierdo donde el animago tenía un hematoma.
Sirius hundió la cara en la almohada y la mordió intentando no soltar ningún ruidito embarazoso, pero las carisias de su Bellus le habían erizado la piel, y un delicioso cosquilleo recorrió su cuerpo, Severus no podía estar mas ajeno a las sensaciones que provocaba en el primogénito de los Black mientras seguía sanado minuciosamente su dolorida espalda.
- Gracias...- Sirius se había perdido en sus degeneradas fantasías por un momento y no pudo más que mirar confundido al pocionista a sus espaldas- Por protegerme en el callejón...- Sirius giro en la cama para quedar frente a frente al ver que el pocionista dejo de curarlo- pero no vuelvas a hacerlo...
Sirius no era ningún tonto, intuía que de alguna manera lo sucedido en el callejón había afectado a su Bellus, lo sabía por la forma en que lo había curado en la cocina y la casi imperceptible preocupación y nostalgia que se ocultaba en sus ojos cuando lo miraba.
- No puedo prometerte eso...
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