KyungSoo estaba tan inmerso en sus pensamientos que paso por alto el piso mojado hasta que sus pies resbalaron, haciéndolo caer de espaldas al suelo.

Antes de que eso ocurra, sintió que alguien rodeó sus hombros con uno de sus brazos, ofreciéndole al chico la estabilidad necesaria para mantenerse erguido.

JongIn no había notado a KyungSoo hasta ese día.

Cuando sus miradas se encontraron por primera vez, JongIn podría perderse el inmenso universo que se escondía en aquellos grandes y profundos ojos color café.

Quería descubrir la razón detrás de la humedad en ellos, quizás tenía que ver con lo que escondía debajo de las vendas en sus brazos.

Por una razón que no lograba comprender, aquellas lágrimas que intentaban, aun sin éxito, escapar de sus lagrimales y fluir libres por sus rosadas mejillas, lo hacían verse tan adorable, tan irresistible.

Cuando el bajito se separó, soltando la corbata ajena, de la que se sostuvo por acto reflejo, solo agradeció antes de retomar la marcha. Dejando a JongIn deseoso por contemplarlo.

A pesar de ser solo un corto instante, para JongIn fue el inicio de algo más significativo. KyungSoo gobernaría en sus pensamientos, en sus miradas...

En su corazón.

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