(Auto) Biografías [2]
"¡Para!" Le supliqué entre carcajadas, incapaz de contener las lágrimas. Sus dedos apenas rozaban mi piel y aún así me dejaba sin aliento. Se quedó sobre mi regazo, dejando tumbada sobre mi espalda e intentando recuperar la compostura. El corazón me iba a mil por hora y los músculos de mi abdomen pedías auxilio. Nos miramos a los ojos, tan profundo que nos perdimos, y cuando nos dimos cuenta de lo que hacíamos ya era tarde.
Se levantó como si hubiera recibido una descarga y masculló un "lo siento" casi inaudible. Volví a reír amargamente mientras me levantaba del suelo. Caminé hacia él, pasé mis brazos por su cuello desde la espalda y le besé el cuello. Olía a perfume de hombre y a champú anticaspa. Nos quedamos allí en buen rato sin trascender en nuestra conversación más de lo que nos gustaría. Me separé de él y me dirigí hacia la cama de matrimonio, cogí asiento y lo inventé a imitar con un par de palmaditas sobre el colchón desnudo.
Volví a sonreír con melancolía y con el tono más amable que pude conseguir le susurré un "te quiero" al oído. Apreté su mano y se limitó a repetir las mismas palabras de antes a modo de mantra. Se tapó el rostro con ambas manos y se aisló del mundo y de mí. Yo me quedé allí, viéndolo construirse un muro alrededor ladrillo a ladrillo. Hacia solo unos minutos me hacía cosquillas con esos largos dedos que ahora le hacían de caparazón. Tiré suavemente de su muñeca para que pudiera verme con claridad, negué con la cabeza, le rocé los labios con los míos y con la voz clara lo dije: "Me da lo mismo, aún te quiero". Y la sonrisa más dulce que pude jamás haber imaginado no se comparaba a su expresión de gratitud. Por fin un "te quiero" sustituyó al exasperante "lo siento" y el nudo en la boca del estómago dejó escapar al millar de mariposas contenidas en él.
Pd: Si lees esto, aún te sigo queriendo. A pesar de todos.
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