Dolorosa Venganza
«Estoy harta de que crean que no puedo, ya no soy una niña y deben entenderlo, se los demostraré, conseguiré este trabajo y sabrán que soy capaz...» pensaba mientras veía abrirse la puerta frente a mí.
Entré al gigantesco edificio siendo tragada por el silencio discordante con la ruidosa ciudad del otro lado de la puerta, usé toda mi determinación para avanzar con firmeza y me presenté ante la recepcionista.
–H.hola, vine para las pruebas de…
–Sí, ya sé, las pruebas para la nueva modelo de la revista ¿no? –interrumpió la recepcionista con un tono hastiado.
–Eh, s.sí –dije poniéndome un poco nerviosa, perdiendo el color de mis mejillas, «supongo que no estoy tan decidida como creí».
–Segundo piso a la izquierda –indicó sin más poniéndome una pegatina en el pecho que solo tenía ¨1744¨ escrito en ella.
Un poco confundida con la indicación de la recepcionista comencé a avanzar mirando al suelo, dudando de mi misma.
–Niña –llamó la recepcionista haciéndome dirigirle la mirada–, la izquierda es por allá –dijo señalando en la dirección contraria por la que yo iba y comenzó a masajearse la sien–. No me pagan lo suficiente –bufó por lo bajo.
–Gr.gracias –dije inclinando la cabeza y aceleré un poco el paso queriendo desaparecer.
Al llegar a la segunda planta no fue difícil hallar la enorme fila de chicas despampanantes que, como yo, venían para cumplir sus sueños.
«Conseguir este trabajo será más difícil de lo que creí»
Después de una espera infinita viendo cómo iban y venían las postulantes fue mi turno.
–Currículum por favor –solicitó un señor en cuanto entré.
Se lo di rápidamente, tratando de evitar que notara el temblor en mis manos.
–Mmmm –comenzó a revisarlo–. Muy bien, próxima postulante, Psiquis –exclamó de modo que le escucharon todos en el estudio–. Ve, preciosa, posa junto al caballero –agregó dulcemente dándome un empujoncito en la espalda.
Miré en la dirección que me indicó y pude ver al chico más cotizado de todo el país, que digo el país, del continente, que digo el continente, del mundo entero; Eros Herz.
«Ahora entiendo porque todas las chicas salían tan sonrientes. Esto es un sueño hecho realidad, sus cabellos rubios, su sonrisa deslumbrante y ese cuerpo de infarto, aunque no obtenga el trabajo ya estoy realizada...»
–Hahhh –suspiré desde lo más profundo.
–¡Ey! ¡Preciosa, no tenemos todo el día! –gritó el fotógrafo impaciente.
Al escucharlo volví en mí y caminé hasta mi lugar designado.
–Hola Psiquis –saludó la escultura a mi lado.
–Ho, hola –dije al escuchar la cautivadora voz de mi compañero, tratando de sonar lo más calmada posible.
–Ja –sonrió Eros levemente.
«Qué vergüenza, trágame tierra» pensé sonrojada. «Qué lindos dientes».
–¡¡¡Ey!!! ¡¡¡Here!!! –el fotógrafo llamó nuestra atención sacándome de mis ensoñaciones.
Sin esperarlo Eros me tomó de la cintura y me acercó a él. No pude evitar sonrojarme y apartar la mirada, la cual en su huida fue a parar directamente al lente de la cámara, y en ese momento fui deslumbrada por el flash.
–¡Genial! ¡Muy bien, eso es todo! –infirmó el fotógrafo emocionado.
–Nos vemos –me dijo el encantador Eros al oído mientras retiraba su mano de mi cintura.
Recobre mi compostura, lo mejor que pude, y salí de allí tan rápido como me permitieron mis piernas, ahora de gelatina, sin pensar siquiera en cómo es posible que tomaran solo una foto, soy una tonta.
–¡¡¡Una tonta que estuvo abrazada a Eros!!! –Chillé y al instante miré a mi alrededor – Espero que nadie haya escuchado eso –supliqué ruborizada, con una sonrisa tonta en mi cara que desapareció al ver a cierta recepcionista mirándome con sospecha y salí a toda velocidad sin mirar atrás.
***
–Estoy hecha un desastre –digo dando otra vuelta en mi cama.
No he pegado ojo en toda la noche, eso me pasa por estar soñando despierta con esculturas andantes que te enamoran con una sonrisa, corrección; soñando con la prueba de ayer, eso es lo importante... No te distraigas Psiquis, concéntrate en lo importante.
–Voy a ducharme –decido sacudiendo la cabeza para sacar las malas ideas.
Luego de media hora disfrutando de una tórrida ducha, regreso a mi habitación envuelta en la toalla y veo la pantalla de mi móvil encendida.
–¿Y eso? –me lanzo a revisarlo– ¡¡¡Ahhhh!!! ¡¡¡Sí, sí, sííí!!! –grité con todas mis fuerzas brincando sobre la cama.
«Lo conseguí, tengo una segunda prueba»
–¿Psiquis, estás bien? –escuché la voz de mi madre llamando tras la puerta.
–Si ma –contesté, disimulando calma, mientras corría a abrir puerta.
–Escuché unos gritos –dijo mirándome preocupada.
–Ah, eso, es q... es que acabo de ganar un juego en el que estaba muy metida –improvisé.
–¿Segura? –preguntó echándole un vistazo a la habitación.
–Si ma, claro, que otra cosa podría ser –reafirmé elevando los hombros–. No es como si tu y papá me dejaran hacer mucho más –técnica secreta; hacerlos sentir culpables, siempre me salva aunque también me siento un poco mal usándola pero una chica tiene que sobrevivir.
–No seas así, sabes que lo hacemos por tu bien –susurró acariciándome la mejilla.
–Sí, mamá, lo sé –dije sentándome en la cama apartándome de su mano.
–Bien –me acarició la cabeza como siempre hace– me voy al trabajo, nos vemos en la noche –informó.
«Cómo si yo no lo supiera, siempre se la pasan trabajando».
–Adiós –la besé en la mejilla y cerré la puerta cuando salió.
Salté a la cama y volví a leer la notificación.
–Oh ¡tengo que estar en una hora en el estudio! –me sobresalté y comencé a prepararme.
***
Llegué corriendo y me detuve para retomar el aliento frente a la habitación en que me indicó la sorprendida recepcionista que sería la prueba.
«No se esperaba volver a verme pero soy más genial de lo que creíamos» declaré en mi mente. «De lo que creía ella, yo siempre confié en mi. Je, je, je» me rectifiqué a mi misma.
Abrí lentamente la puerta de la habitación tras tocar y entré.
–Hola Psiquis –me saludó el mismo señor de ayer–, soy Apolo el encargado de las selecciones de esta campaña.
–Hola señor –le devolví el saludo emocionada.
–Solo llámame Apolo –rectificó–, será muy molesto que me llames señor por toda la temporada –dijo en tono relajado.
–¿La temporada?– pregunté con la boca abierta.
–Si claro ¿no sabías? serás la modelo principal –declaró quitándole importancia.
–¡¿En serio?! –si la vida fuera una caricatura ahora mismo tendría mi quijada en el suelo y los ojos completamente salidos.
–Claro, niña, por qué te mentiría –me dijo alegre–. Bueno, el tiempo es dinero, ponte aquel conjunto de allá y comenzaremos la sesión de fotos.
Corrí entusiasmada sin poder procesar lo que estaba sucediendo y me vestí en cuestión de minutos.
Al llegar al set miré a mi alrededor ilusionada.
–¿A quién buscas preciosa? ¿A Eros? –Preguntó el fotógrafo con voz pícara–. No estará hoy –agregó sin darme tiempo a responder.
Escuchar eso me hizo sentir un poco triste «¿Dónde estará esa escultura andante?»
–Ah, por cierto, dejó esto para ti –me alcanzó un sobre.
Lo tomé rápidamente y lo abrí, es una invitación para el baile de máscaras del sábado, es el evento de la temporada.
Quedé con la boca abierta y mis ojos brillando.
–Vamos, preciosa, no te emociones, es para la modelo principal y resulta que eres tú, así que no te lo tomes tan a la tremenda –informó el fotógrafo como quién disfruta de explotarle los globos a un niño.
«¡Esas palabras no son suficientes para borrar la sonrisa de mi rostro, iré a la fiesta más importante de la temporada!»
–Bueno, vamos a comenzar.
***
«¡Al fin! ¡Es sábado!»
No veía el momento de que llegara este día. No he vuelto a ver a Eros desde la prueba pero qué se le va a hacer, según el cronograma solo tendremos una sesión la próxima semana, espero poder verlo en la fiesta. Aún falta una hora para que comience la fiesta pero ya estoy completamente vestida y no es porque lo diga yo pero esta ropa me queda hermosa, estoy usando un vestido de seda azul que combina con mis ojos turquesa y resalta mis cabellos dorados, unos zapatos completamente a juego y un antifaz plateado con exquisitos detalles. Todo esto me fue entregado por la agencia y no puedo negar que hicieron un increíble trabajo eligiéndolo, parezco la personificación de Afrodita.
–Estoy asombrosa –susurré mirándome al espejo con rubor en mis mejillas.
***
Llegó el gran momento, estoy aquí en una esquina del inmenso salón de baile, todo es tan maravilloso, hay cientos de personas y cada una viste un disfraz más original y despampanante que el anterior. No puedo negar que atraigo varias miradas y que al llegar todos me prestaron atención, incluso una chica me dio una bebida refrescante en cuanto me vio, pero no encuentro a mi escultura andante y ya me empiezan a doler los pies.
«Los bailes no son tan mágicos como cuentan las historias. ¿Debería ir en chancletas para el próximo? Total, ni se ven los zapatos con el vestido».
–Hermosa –una voz melosa junto a mi oído interrumpe mis desvaríos.
Volteo y veo frente a mí a un regio, hermoso, exuberante y… y, ni siquiera sé cómo seguir describiéndolo, un súper sexy Cupido de alas negras, rostro completamente cubierto por una máscara plateada, a excepción de sus ojos esmeralda que me dejaron embobada, y el contraste del recato a su identidad con la total exposición de su torso.
«Eros, si no apareces en cinco segundos voy a remplazar mis altares a esta escultura» advertí mentalmente.
–Hola, te he estado buscando –me dijo tomando la punta de mis dedos y besó mis nudillos.
–Ah, s.sí –dije tratando de no derretirme ahí mismo con la cara toda roja y mi temperatura por las nubes.
–Claro, Psiquis –dijo el sexy desconocido separando sus labios de mis nudillos, con una exhalación ardiente sobre ellos, deslizando su respiración cálida por la erizada piel de mis manos hasta alejar el contacto y acercarse a mi rostro–. No me equivoqué al escogerte ese vestido –susurró con la voz más seductora que Psiquis había escuchado en su vida.
Embelesada por la seducción de sus palabras solté sin percatarme un bajo gemido. Nunca había sentido algo así. Fuego. El calor recorría todo mi cuerpo. Era acaso la cercanía de mi escultura andante que me revolucionaba de este modo.
–Eros –susurré para confirmar mis anhelos.
–Psiquis, debo confesarte algo –murmuró lentamente perdiendo la seducción de su voz.
–Hmm –asentí esperando su confesión, sintiéndome inexplicablemente más caliente a cada segundo.
–Solo quiero que sepas que no lo hago por ti –susurró Eros tendiéndole un delicado pañuelo–. Si debes culpar a alguien; culpa a tus padres.
–¿De qué hablas? –pregunté confundida tomando el pañuelo. El calor aumentaba en mi interior «¿Qué me está sucediendo?».
–Supongo que mi familia te pondrá al tanto de los pecados de tus padres cuando llegues a ese lugar –expresó con pesar en su voz dándole un tierno beso en la frente a Psiquis–. Si algún día vuelves a nacer, por favor, no aceptes nada de un desconocido –suplicó alejándose lentamente de ella y perdiéndose en la multitud.
Psiquis se encontraba perdida en sí misma, completamente aturdida, ya no podía soportar el calor en su interior cuando sintió humedad escurrirse por su nariz. Usó el pañuelo para limpiarla y al retirarlo frente a su rostro su vista desenfocada se tiñó de rojo.
Un ángel de alas negras salía por la puerta de aquel salón, con lágrimas disimuladas en sus ojos, escuchando las voces alarmadas que pedían a gritos por una ambulancia. Jamás pensó que vengar la muerte de su amada familia podría tráele más dolor que satisfacción.
(1943 palabras)
Disparadores:
-Crimenes por amor
-Pérdida de personas amadas
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