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A través de tu mirada


-Buenos días hijo -saluda mi padre al verme.

-Hola papá -respondo el saludo.

-¿Qué tal si le llevas el desayuno a la señorita? -sugiere.

-Está bien -respondo tomando la bandeja de plata sobre la mesa.

Acabo de llegar anoche y ya me ponen a trabajar. Tampoco es que vaya a quejarme, hacía tiempo que no estaba en esta casa y lo menos que puedo hacer es ayudar. Mi padre es el jefe del personal y mi madre está encargada de la cocina, he vivido aquí desde que tengo conciencia y estoy más que agradecido con la amabilidad del señor por ayudarme a pagar mis estudios y por eso ayudaré tanto como pueda durante estas semanas antes de regresar al Internado.

-No la interrumpas -señala mi padre-, solo dejas el desayuno y regresas -recalca severo.

-Claro, seré invisible -acepto poniendo los ojos en blanco y salgo de la cocina.

Durante el recorrido hacia la recámara de la señorita no puedo evitar ponerme un poco nervioso mientras subo cada escalón, solíamos jugar juntos cuando éramos pequeños pero luego de que falleciese la señora no la volví a ver, ni siquiera asistió al funeral, sólo supe por mi madre que ella no se encontraba bien y no podría salir de su habitación, y luego de eso fui enviado al Internado y son pocas las veces que he regresado.

-Toc, toc -llamo a la puerta de la recamara.

Espero unos minutos y vuelvo a tocar pero nadie responde. Considero retirarme pero ya que me dijeron que trajera el desayuno y no molestara mejor lo dejo silenciosamente.
Tomo el picaporte y abro lentamente.

-Señorita, vengo a traerle el desayuno -advierto.

Sin obtener una respuesta, simplemente termino de abrir la puerta y entro a la habitación. No es para nada lo que esperaba para la habitación de una señorita, todo está bastante oscuro y parece desgastado.

Me dirijo hacia la cama y coloco el desayuno junto a esta. Al mirar detenidamente noto que la cama se encuentra vacía.

-¿Señorita? -pregunto a mi alrededor sin poder vencer mi lado fisgón.

En mi rápida búsqueda vislumbro una grácil figura sentada junto a la ventana.

-¡¿Señorita Monique?! -murmuro deslumbrado.

Su silueta se encontraba bañada en la tenue luz del amanecer, envuelta en su larga y abundante melena dorada que tocaba el suelo en su posición de sentada, vestía un fino camisón que bien podría confundirse con nubes bailando al son de la suave brisa.

Al no escuchar una respuesta de su parte me fui acercando. Pude ver su rostro enfocado en dirección al paisaje tras la ventana y mientras me acercaba vislumbré un lente equilibrándose sobre su dedo índice y sus ojos turquesa se perdían en este.

Movido por la curiosidad mis ojos quedaron absortos en el lente, me perdí en infinidad de paisajes, vidas, recuerdos, momentos que no me pertenecían y me invadían sin filtros, sin ningún sentido ni orden. Sin poder procesar todo lo que veía perdí la conciencia.

-Hola Peter -dijo la señorita Monique, despertándome, sin apartar su mirada del lente entre sus dedos.

-Ho, hola -logré responder aún atolondrado.

-¿Cómo te sientes? -preguntó la señorita colocando su mano libre sobre mi frente.

No pude evitar sonrojarme ligeramente y recuperando un poco la compostura pude notar que me encontraba acostado en la cama, empapado en sudor y completamente desnudo.

-¿Qué?¿Qué acaba de pasar? -pregunto aterrado tomando la sábana a mi lado para cubrirme-. ¿Qué pasó? -repetí generando miles de escenarios en mi mente.

-No pasó nada -responde posando su mano en mi pecho-, no pasó nada malo -recalcó.
Mis ojos se abrieron de par en par al escuchar su respuesta sugerente.

-No te preocupes -susurró poniendo su dedo sobre mis labios-, nadie tiene porqué enterarse.

Y sin darme tiempo a responder me besó y se trepó sobre mí dejándome incapaz de moverme.

-Te he estado esperando mucho tiempo -expresó serena sellando sus palabras con la unión de nuestros cuerpos.

«Meses después»

El joven Peter acababa de terminar sus clases del día cuando regresó a su habitación, en el buzón junto a la puerta vislumbró una carta que no tardó en llamar su atención, al ver que era de Monique ignoró todo lo demás, atravesó la puerta y se lanzó sobre la cama para leerla.

Querido Peter:

Haberte conocido ha sido lo mejor que me ha sucedido en esta vida, mis días monótonos obtuvieron una nueva luz con tu presencia. Aún recuerdo emocionada aquellos juegos de infantes en los que siempre me seguías temeroso de los regaños de mi padre, recuerdo todo lo que sufrí al perder a mi madre y tener que tomar su lugar detrás de esta ventana siguiendo el hilo vital de incontables desconocidos, recuerdo que en medio de tanto encierro y tristeza mi único refugio era mirar a través del lente del destino y en especial seguir tu hilo. Detrás de esta solitaria ventana, mirando este ridículo e indestructible lente, viví y conocí el mundo a través de tus experiencias, no sé si debería contarte pero quiero que lo sepas, que sepas que no eres menos que los demás y que siempre has tenido chicas cayendo a tus pies, sólo que esta egoísta no podía permitirse verte con alguien más, no cuando todos mis suspiros surgían al pensarte, y ¿de qué sirve gestionar los caminos ajenos si no puedes alterarlos en tu favor? tuve que mover muchos hilos para que tu lengua se trabara o para detener a aquellas muchachas que atrevidas se proponían conquistarte. ¡¿Y sabes q?! No me arrepiento, siempre te quise mío y sabía que también me querrías, nuestros hilos nacieron enlazados y no podía permitir que se enredaran en la distancia. Te cuento todo esto porque quiero que seas feliz, aunque sea sin mí. El verano que compartimos hace seis meses es el mayor tesoro que tengo en esta vida y como tal lo conservaré hasta mi último aliento de vida. El fruto de nuestro encuentro crece en mi interior, hasta ayer conservaba la esperanza de que fuese un varón y no tuviese que heredar mi triste destino, pero ya sé que será una niña, una niña que como yo no merece esta maldición, vivir mirando a través de un lente las vidas ajenas no es vivir, y no lo voy a permitir. Quiero que nunca dudes de mi amor por ti y estoy segura que te hubieses ganado el amor de la pequeña vida que creamos pero, no lo puedo permitir, en el momento en que leas esta carta ya habremos dejado este mundo.

Gracias por todo Pet. Aunque esta vida maldita me encerró detrás de un lente me permitió verte y si algo debo confesarte es que: lo mejor de mi vida fue vivirla a través de tu mirada.

Siempre tuya,

Monique.

Los ojos de Peter se encontraban inundados en lágrimas tras leer las palabras de su amada, las memorias lo dominaban; cada segundo que compartieron juntos lo invadía. Aún no podía procesar completamente lo que implicaban esas letras.

Interrumpiendo sus lamentos sonó el teléfono y sin pensar contestó.

-¿Hijo? -preguntó una voz lastimera tras la línea.

-Ma -respondió Peter, forzando a salir las palabras.

-Hijo, la señorita Monique acaba de...

El mundo de Peter enmudeció al escuchar las palabras de su madre, el teléfono resbaló de sus manos cayendo estrepitosamente al suelo rompiéndose en pedazos.

-¡Monique! ¿Por qué? ¡No, Monique! -imploraba entre lamentos.

Cegado por el dolor que rompía su corazón se tambaleó sin equilibrio hacia el balcón.

-Monique -murmuró con la voz rota dejándose caer...

(1252 palabras)

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