Reto 3: Melodías Melódicas
La luna de cartón
"Soy Mateo, tengo 16 años, he vivido el ultimo año en este hospital, no hay mucho que hacer por aquí, las cosas transcurren de la misma manera todos los días: Levantarse, desayuno, estudios médicos, tratamiento, comida, tutor privado, más estudios, algo de tiempo libre y a dormir.
Como te habrás dado cuenta, sí, mis padres son ricos, han pagado un lujoso cuarto en el mejor hospital del país, pero bueno una prisión sigue siendo una prisión aunque los barrotes sean de oro. Mis padres me visitan una vez al mes para expiar sus culpas, pero realmente solo hablan con el doctor, una simple caricia y un adiós, eso es todo.
Ari es la única que me ha visitado regularmente los fines de semana, trae cosas divertidas y me hace sonreír, siempre es atenta conmigo a pesar de mis cambios de humor, estoy emocionado por que vendrá hoy, ya que es mi cumpleaños y solo lo pasamos nosotros dos y Linda la única enfermera de este lugar que me agrada.
Linda creo que es más como mi amiga, puedo bromear con ella, aunque a veces mis chistes le parecen demasiado oscuros y no le causan gracia, me trata como una persona, bueno después de todo ella ha estado todo el tiempo conmigo, a veces quisiera que fuera mi madre..."
— Es hora de ir a hacerte el TAC —Dijo Linda mientras entraba al cuarto con una silla de ruedas.
— Esta bien, jefa — Dije mientras dejaba mi libreta y el lapicero en la mesita de noche.
Me monte en la silla, mientras me llevaba a pasear por el hospital, ya nada me sorprendía, los mismos pasillos, los mismos elevadores, las mismas ventanas, lo único nuevo era la gente, gente enferma o gente de visita.
— ¿Cómo amaneciste, Mateo? — No podía voltear pero sentí un tono alegre en su voz.
— Como todas las mañanas, deseando estar en otro lugar — Le conteste algo desanimado— Pero tu parece que te lo has pasado bien— Dije con un tono picaresco.
— Ya quisiera, el tipo era un patán, mis citas siempre son un desastre, te juro que si fueras legal saldría contigo— Sentí su tono de burla, pero me dio un poco de satisfacción saber que al menos pensaba un poco en mi como hombre.
— Hemos llegado— Dijo mientras metía la silla de ruedas en la sala de radiografía.
Mientras se iba no podía verla, pero regreso y se acomodo cerca de mi oreja, como si me quisiera contar un secreto:
— Casi lo olvido, Ari te vera luego del TAC, te estará esperando en tu habitación, tiene una sorpresa, así que pon buena cara por favor.
—Por supuesto, jefa, luego te veo.
Me hizo feliz saber que ella si vendría, y que celebraríamos mi cumpleaños juntos, aunque con sinceridad las sorpresas no eran muy de mi agrado, pero que diablos importaba, se sentía bien saber que alguien se preocupaba por mi.
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— Bueno llegamos a su habitación señor García, antes de entrar Ari me pidió que te cubriera los ojos con esto— Dijo Lidia mientras ponía frente a mi un pañuelo azul.
— Eso es para niños— Refunfuñe.
— Vamos, te gustara ya veras— Dijo mientras cubría mis ojos con el pañuelo.
—¿No ves nada verdad?, no hagas trampa — Sentía su cálida voz frente a mi pero no podía verle.
— Si, si, vamos acabemos con esto ya, se siente ridículo — Le dije algo disgustado, pero en el fondo estaba demasiado emocionado, tanto que me costaba mucho no esbozar una sonrisa.
Sentí como la silla comenzó a moverse, hasta que se detuvo y una voz dulce me hablo.
— Hola Mateo— Sentí como sus labios se acercaron a mi mejilla y me dio un tierno beso — He preparado esto para ti, espero que te guste — Mientras decía esto me quito el pañuelo.
Un precioso mural pintado a mano cubría toda la pared frente a mi cama, era la hermosa representación de una noche estrellada frente a mi.
— No me dejaron pintar la pared del hospital, así que lo pinte en una tela, la luna y las estrellas las hice de cartón y les puse purpurina para que brillaran de noche — Su mano apuntaba a la luna, mientras su rostro dibujaba su hermosa sonrisa.
— ¿Te gusta?— Me preguntó mientras se mordía los labios.
No sabia que decir, era lo mas hermoso que alguien había hecho por mi, todos los detalles y la luna eran perfectos.
— Bueno cumplí con mi trabajo, vendré más tarde por un pedazo de pastel, Feliz cumpleaños — Dijo Lidia y me guiño el ojo antes de retirarse junto con la silla.
— Es pre.. precioso — Dije y sus labios volvieron a sonreír, mientras sus brazos se acercaban a mi para un abrazo.
Ella tenia un olor dulce, sus brazos eran cálidos y sus cabellos castaños se cruzaban con mi quijada, fue el momento perfecto.
— Casi lo olvido, tus padres te mandaron esto — Se acercó a la cama y me mostro la enorme caja envuelta pulcramente sobre ella.
— Oh ya veo, luego la abriré, comamos pastel — No quería que nada arruinara aquel perfecto momento así que quite la caja de la cama.
Comimos pastel en mi cama, mientras reíamos y nos contábamos historias, cada vez que ella estaba conmigo, era el mejor momento del día, aunque nunca durara lo suficiente.
— Tienes pastel por aquí — Señale en mi rostro la comisura del labio.
Mi movimiento fue automático, tome un pañuelo y limpie el pequeño pedazo pastel de su rostro.
— Gracias — Agacho la mirada por un instante, luego me miro y su sonrisa se había ido, estaba muy seria y sentí su respiración algo agitada.
Con la otra mano acomode suavemente sus cabellos, mientras me acercaba a ella poco a poco, mi corazón latía mas rápido, su respiración se sentía cada vez mas cálida, cuando pensé que este día no podría ser mejor, selle mis labios con los suyos y un beso nació.
Tanto tiempo había esperado por un beso suyo, todo se ilumino y mientras la noche llegaba, aquella luna de cartón comenzó a brillar.
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— Buenos días, Mateo — Dijo el doctor Castro, mientras miraba los papeles que tenia en la mano.
— Buenos días Doc. — Estaba desayunando mi gelatina matutina en la cama, así que si, estaba feliz por el día anterior y nada podía quitarme esa felicidad, o eso creía yo.
— Hable con tus padres hace un rato, vendrán para acá mas tarde — Su mirada aparentemente evitaba a la mía.
— ¿Tan serio es? — Mi tono burlesco no parecía ser de su agrado, así que supuse que si era algo realmente serio — Dígamelo ya, no tenemos que esperar a mis padres, seguro estarán ocupados— Le insistí.
Se sentó en mi cama y me miro mientras tragaba algo de saliva.
— Lo siento mucho, pero los tratamientos no han funcionado, hemos hecho todo lo posible — Trataba de hacerme sentir mejor con su tono condescendiente, pero su miserable muestra de lastima solo me hacia enfadar.
— ¿Cuanto?— Pronuncie enfadado — Dígame cuanto! — Repetí, solo quería saberlo para que ya se fuera y se llevara su patética lastima a otra parte.
— Tres meses, pero en el mejor de los casos podrían ser hasta seis — Lo decía como si fuera un consuelo.
— Esta bien ya hizo su trabajo Doc., ahora debería irse ahora sus pacientes lo esperan— Me voltee en la cama fingiendo que dormiría, pero no quería que viera mi rostro ni yo necesitaba ver el suyo.
Como era de suponer mis padres no se presentaron, Lidia trato de animarme un poco, pero no quería hablar, solo quería que todo mundo me dejara en paz.
— Hola— Escuche la tierna voz de Ari, sentí como se acerco y se sentó en mi cama a lado mío, me negaba a voltear, no quería ver la tristeza en su hermoso rostro.
—¿Qué haces aquí?, no es fin de semana.
— Lidia me conto algo de lo que paso y quería verte, por eso vine.
— ¿Qué te conto? que me voy morir, eso te conto — Dije algo molesto, sabia que ella solo quería que me sintiera mejor, pero era imposible para mi en esta situación.
— Pero....
— Quiero que te vayas, no hay un futuro conmigo, encuentra a alguien más — La interrumpí mientras hablaba.
— ¿De que hablas?, yo te amo— Sentí como su tono cambiaba y supuse que era porque comenzaba a llorar.
— Pues yo no— Sabia que era mentira, era lo mas importante en mi vida, pero no quería verla sufrir.
— Mientes, eres un mentiroso— Sus lagrimas caían aunque no pudiera verla, sabia que era así.
Me voltee y vi su rostro, quería abrazarla y decirle que todo estaría bien, pero sabia que no seria así y solo pude decir:
— No te amo, solo te use para sentirme mejor conmigo mismo — Sabia que no era verdad, lo sabia y aun así se lo dije.
Esas palabras destrozaron su corazón y tomo su bolso, solamente se fue sin decir nada mas.
Los siguientes días solo ignore sus mensajes y llamadas de Ari. Mis padres ordenaron traer varias cosas a mi habitación, solo para que me sintiera "Mas cómodo" y evitaban venir a verme, en poco tiempo mi salud se deterioro cada vez mas, al punto de tener que quedarme en cama rodeado de tubos y más tubos.
Por las noches miraba aquella dulce luna de cartón que Ari hizo para mi y le hablaba esperando que ella pudiera escucharme donde sea que estuviera, mientras luchaba por mantenerme despierto porque talvez mañana podría no despertar....
*Si llegaste hasta aquí espero que te haya gustado*
Posdata: Disculpas por la canción, fue la única que encontré sin copyright 😅.
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