Duelo de bandas a tortura
¿Alguna vez te preguntaste qué pasaría si Wattpad fuera tomado por dos ejércitos? ¿No? Bueno, es comprensible. Pero aunque nadie se lo ha preguntado, finjamos que sí y asintamos con la cabeza, ¿vale? Porque de otra manera esta historia carecería de sentido.
Y es que esta historia comienza uno de los días más importantes del año. ¿Navidad? No, que va. El 14 de febrero, día de San Valentín, de los enamorados, el día del amor y todas esas paparruchas. Y es que nuestro protagonista no estaba casado, al contrario, era lo que las marujas de turno gustaban designar con "solterón".
Pasar todo el día mirando una pantalla no suele ser el mejor plan para pasar ese día tan -extremadamente- marcado; pero su caso era diferente. Era el accionista mayor de una empresa, de esas que haría que Zuckerberg se cagara en sus pantalones, y estaba todo el día con manejando transacciones por Internet y creando nuevos software que no harían más que aumentar el consumismo. Pero hacía algo productivo y no era malgastar el tiempo. Así que nos encontramos con este marco: un solterón trabajando día y noche para una compañía que genera muchos ingresos. Simple, bien simple.
¿Que como se llama? Pues mira, es un dato totalmente irrelevante y, ¡que demonios!; llamémoslo de alguna forma simple. Y por el camino que esto está a punto de tomar, algo adecuado será Sr. Humor.
Y estaba procrastinando en vez de trabajar porque la libertad que te da trabajar desde casa es muy grande y el caprichoso cerebro no quiere pensar. Y entre los vídeos de nyan cat de Youtube, aún le costaba más concentrarse en su trabajo. Así que mataba el rato en Wattpad.
Estando en esas se quedó dormido profundamente. ¿Sabes ese sueño de marmota que te entra tras meterte una comilona épica y hacer el Homer durante varias horas? Pues ese es el sueño al que nos referimos.
Cuándo se despertó se encontró en un punto naranja. Y podemos llamarlo así porque el resto era una mole oscura y, en contraparte, una mole blanca, más bien tirando a rosado. Estaba aturdido, sin duda. Y si para este momento no te has das una idea de lo nervioso que estaba, digamos que cuando un cupido salió, volando, de la nube negra, se meó en los pantalones.
Ese cupido estaba mutilado: tenía un parche en un ojo, un pelo rubio en tirabuzones del que poco más que unas raíces quedaban y chorreaba ¿sangre? rosa por un dedo. Con todo lo mal que estaba, empezó a hablar con toda naturalidad y como si eso fuera algo que sucedía todos los días.
-Bienvenido al corazón de Wattpad, señor mío. Abra las puertas de su corazón y únase al gran ejército de los cupidos.
Su pantalón adquirió un tono marrón que se juntaba con el amarillo.
-¿Ejército? -consiguió balbucear.
-Ejércit... -no llegó a terminar la frase.
Una flecha negra surcó el cielo con un silbido infernal y terminó por incrustarse en el entrecejo del cupido. ¿Piensas que ha muerto? Gravísimo error. Se arrancó la flecha de cuajo al tiempo que murmuraba entre dientes:
-Estos anticupidos...
Y de la mole negra salió uno de estos últimos, con el brazo robado de un cupido que desprendía sangre rosa. Tal visión hizo que vomitara en sus propios pies ante la atenta mirada del cupido.
-¡Aléjate de ese batracio hecho de dulces! -aulló el anticupido.
El primero sacó una flecha rosa de su carcaj que tardó poco más de tres segundos en cruzar el aire. Esta se contrarrestó con una flecha negra y las dos estallaron en el aire. Otro puñado de cupidos salió de la mole blanca, y otro puñado más; e inclusive otro. Ya, es suficiente. Digamos que de la mole negra salió un grupo equitativo de sus contrapartes. Y antes de que se diera cuenta, los dos bandos se estaban lanzando a matarse.
Cerró los ojos y se encontraba en la mole blanca. Tras las primeras líneas de infantería, había médicos y trincheras. Entró en una de estas últimas desprendiendo un hediondo olor. Estaban varios cupidos chorreando líquido rosa y, cuándo lo vieron, no dijeron ni hicieron nada. Tras observar, se atrevieron a decir:
-¿Y tú, eres un cupido?
No dijo nada, pero el marrón de sus pantalones se acentuó.
Murmuraron entre ellos. No se les entendía nada y, desde luego, no es un error de teléfono escacharrado.
Otro se aventuró a decir:
-¿Quieres un caramelo?
Era una pregunta simple. Realmente simple. Y, aún así, lo arruinó todo.
-¿Yo? No gracias, los odio.
Todo se paró por un momento. Quizás incluso el tiempo. Y de repente, notó como si algo le atravesase un brazo. Perdió el conocimiento y el amarillo se volvió más oscuro.
Despertó, si, despertó como todo humano tendría que hacer. Pero estaba en un bando negro, todo oscuro y pestilente. Había sangre real y miembros amputados por todos los lugares. Lo había rescatado un anticupido con una flecha atravesando la sien.
-Bien, las normas son sencillas: o mueres, o vives. Lucharás mucho, demasiado. Y morirás, lo más probable. Los cupidos tienen un elixir que les regenera miembros, pero nosotros tenemos escupitajos. ¿Entendido? -aulló.
Podía preguntar muchas cosas. Pero muchas. Realmente muchas. En serio, no te imaginas el abanico de posibilidades que se extendía ante él. Pero sólo se le ocurrió preguntar:
-¿Y no tendréis un poco de jabón?
Se quedó manco, en el sentido más literal de la palabra. En su organismo faltaban cinco dedos y una muñeca.
Recobró el conocimiento un buen tiempo después, mientras caía en picado desde Dios sabe dónde. Sólo para volver a desmayarse. Cuentan, y esto como curiosidad únicamente, que antes de desmayarse deliró tanto que vio un autobús volando, sujeto por un globo rojo hinchado.
Cuándo se despertó había dos bandos peleando, una vez más. Y había un punto naranja, una vez más. Solo que esta vez tanto cupidos como anticupidos lo estaban apuntando con un arco. Pero no lo amenazaban de muerte. Le pedían, mejor dicho; exigían, que se uniera al bando rival. O le metían una flecha entre ceja y ceja.
Pero, ¡oh!, suerte en su estado más puro. Se fijó en un destello gris que había pasado por alto y que podría alcanzar con estirar la palma de las manos. Podía costarle la vida o salvarla. Estuvo a punto de hacerlo y, cuándo retiró la mano, se dijo: ¡a la mierda, que se cague el Zuckerberg ese que hoy estoy aquí! Y en esta ocasión tocó el destello. Cuándo lo hizo, para abreviar porque se me está secando la garganta, digamos que una banda de "Intermedio" apareció en su pecho. A partir de entonces, dicen que lideró la rebelión intermedia.
Irónico, ¿verdad? Al final no fue Zuckerberg el que se cagó en los pantalones.
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