La mañana es fría, el cielo desde mi ventana se ve del azul más intenso que alguien se pudiese imaginar. En invierno, cuando el cielo está despejado y se acerca la noche la temperatura se desploma, pero a medio día la sensación no es del todo mala.
Miro los tejados de alrededor. Algún pájaro pía tímidamente en esa mañana de diciembre.
A lo lejos veo las copas de los árboles del parque. A pesar de la distancia, me llega el eco de los gritos de los niños. Entonces siento como si mis pies se volviesen a hundir en la arena de aquel parque.
El viento frío me acaricia las mejillas, viene del sur, frío, pero no tanto como su vecino del norte.
El aroma de las plantas de mi madre me llega desde abajo, no sé cómo no se han helado todavía.
Me dejó ir, allí, perdida entre mis pensamientos, en aquella mañana de diciembre.
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Que relajante me resulta la naturaleza, a vosotros no??
Nessy Sáez.