Miraba desde mi porche el atardecer, en mi hombro estaba apoyada Judith, mi esposa. Hoy hacemos 40 años de casadas y sabemos que nuestras hijas nos harían una fiesta sorpresa y así ha sido. Observo su cara, conserva las mismas facciones que cuando la conocí aunque con unas cuantas arrugas asomando su cara y alguna cana empezaba a aparecer, pero yo la veía igual de hermosa que el primer día. Fue entonces cuando Ethan y Miriam, dos de nuestros nietos, nos lanzaron un chorro de agua, mojando mi pelo blanco y mis gafas de montura dorada.

Cuando me giré vi que Judith estaba igual que yo. Así que ambas fuimos corriendo hacia nuestros nietos y les empezamos a hacer cosquillas, en nada apareció el resto de la familia. Mi hermana Vera y mi cuñado Fred, con mis sobrinos, mis dos hijas, el resto de mis nietos e incluso mi padre y mi suegra se unieron y todos nos pusimos a hacernos cosquillas y lanzarnos agua entre nosotros.

Después de secarnos y cenar todos se tuvieron que ir y me quedé otra vez sola con Judith. Ambas nos estábamos cambiando para ir a dormir, nos acostamos en la cama y no pude evitar abrazarla por la espalda, ella se dio la vuelta y también me abrazó. Entonces me dijo:

-Te amo, Kyle.

- Yo también te amo, dije, entonces me di cuenta de que ya estaba dormida, apoye la cabeza en la almohada y al poco tiempo me quedo dormida yo también. Lo último que pensé es que tenía todo lo que podía desear.