La gran batalla del Olimpo (Reto de mayo)
*Esta historia quedo en Tercer Lugar en el Reto de Mayo*
Los dioses estaban hartos de los humanos.
La humanidad se encontraba sumida en la maldad, crueldad, el desprecio, la fornicación, la violencia... y la lista seguía y seguía para los dioses. No había rincón, ni lugar, ni pueblo, ni casa que no cometiera alguno de estos pecados.
Por ello, se llegó a una decisión unánime: Destruir el planeta, y extinguir a los humanos. Los principales promotores de esto fueron Ares y Hefesto, quienes en una reunión celebrada en el Monte de los Olimpos (A la que acudieron la mayoría de los dioses, o al menos los más importantes) lanzaron la propuesta:
- ¡Oh, dioses aquí reunidos, acepten nuestra propuesta! No es secreto lo mal que va encaminada la humanidad, todos ustedes son espectadores de ello.- Comenzó a decir Hefesto- Yo, por ejemplo, la última vez que baje a Atenas, observe como maltrataban a un esclavo. Lo azotaban a garrotazos cada vez que se oponía a las estrictas órdenes de su cruel amo. Yo mismo pude observar su sufrimiento, y su suplicas desesperadas. El amo no dejo de golpearlo hasta que quedo desmayado...
Hubo una exaltación de la mayoría de los dioses, quienes estaban sorprendidos y enojados al oír la historia...
-... Pero no se preocupen- Interrumpió Ares- Ahora el amo descansa junto a Hades. Pero, volviendo al tema central, deben aceptar nuestro proyecto. La destrucción, calculamos, no tardara más de dos días si lo hacemos a paso lento, para que los humanos sufran un poco. La propuesta esta lanzada, ¿Alguien más quiere unirse?
Poseidón fue el primero, y el único, que se unió al plan. En su discurso, declaro que estaba cansado de la contaminación de las aguas, y de la indiferencia de los humanos ante esto. Los demás dioses aceptaron destruir el planeta, pero declararon que no querían participar en ello (Por compasión).
Ahora que todos estaban de acuerdo con esto, solo faltaba la aprobación de Zeus. Este lo pensó un poco, y luego dijo:
- Es verdad que la humanidad esta descarriada, y que si sigue así terminara muy mal. Así que... si, está bien. Pueden destruir el planeta, tienen mi permiso. Pero yo no participare en esto.
La sesión termino. El proyecto de extinción masiva se puso en marcha. Ares, Hefesto y Poseidón se quedaron reunidos, planeando la destrucción de la tierra...
***
Hermes había cumplido su misión. Después de un largo viaje, había encontrado a Hera, en Acrópolis. Se saludaron, y Hermes le entrego el mensaje que Dionisio le enviaba. A pesar de la curiosidad, Hermes nunca supo que decía el mensaje, ya que estaba escrito en un pergamino enrollado, y el, para evitar problemas, no lo desenrollo.
Hera guardo el mensaje, y entablo una amistosa conversación con Hermes, la cual duro no más de 10 minutos.
-¿No esta Zeus?- pregunto Hermes, cuando la charla estaba a punto de terminar.
- No, fue a una reunión importante- fue la simple respuesta de Hera.
Se despidieron, y Hermes emprendió el viaje de vuelta. Mientas iba de regreso, paso por una pequeña villa de Atenas. Allí encontró, de casualidad, a una bella mujer: Blanca como la nieve, rubia, de ojos azules, y una figura preciosamente esbelta. Hermes sintió algo que jamás volvería a sentir; amor, amor por una humana.
Estaba enamorado, ¡Oh si, muy enamorado! Tanto, que traspaso la barrera de lo espiritual a lo material solo paran hablar con ella, solo para abrazarla, solo para besarla. Ahora, convertido en humano, fingió ser un vendedor, y así pudo entablar una relación.
Hermes se quedó dos días mas en Atenas, y en ese tiempo se hicieron buenos amigos. Hablaron hasta el cansancio, y Hermes se quedó a dormir en su casa. Cuando debía irse (Tenia cosas importantes que hacer en Olimpo), ella lo despidió de un suave beso. Hermes, sonrojado, prometió volver, promesa que jamás cumplió, por ciertos motivos...
***
Hermes se elevó hacia los olimpos, pero vio algo extraño. Había algo brillante en la ciudad. Algo, en la lejanía, deslumbraba más que el sol. Se acercó, solo para gritar de sorpresa. Hefesto, estaba destruyendo la ciudad. Lanzaba y lanzaba bolas de fuego, incendiando todo. La ciudad se consumía, arropada por una densa capa de humo, y mucho fuego debajo.
La gente gritaba y gritaba, hasta que eran agazapados por las llamas, y entonces morían. Hermes calculo que el incendio tenía ya la magnitud de cuatro kilómetros, y seguía creciendo.
- ¡¿Pero qué haces?!- fue la respuesta de Hermes ante tal espantoso escenario.
- ¿No lo sabes, Hermes? Los dioses hemos decidido extinguir a la humanidad. Comenzamos ayer, y junto a Poseidón y Ares, ya llevamos el 98% de la tierra
- ¡El 98% de la tierra! ¿Pero cómo...?- fue lo único que logró responder Hermes, quién no lograba asimilar aquello.
- Solo es cuestión de subir un poco, Hermes, para que puedas observar como ha quedado todo...
Hermes se elevó hasta la estratosfera, y lo pudo observar con sus propios ojos: Poseidón destruía una ciudad entera a base de un gran tsunami, Ares hacía lo mismo a unas veinte millas de distancia, y Hefesto no se detenía, el incendio creció a los cinco kilómetros.
Hermes también pudo observar cómo habían quedado las más grandes ciudades después de aquel cataclismo: Todo estaba reducido a escombros. Era cierto, la tierra se había destruido casi en su totalidad; Hermes vio que sólo faltaba Atenas, y unas tres pequeñas provincias. En cuanto a la población mundial, sólo quedaban entre 1,300 y 1,500 personas.
Hermes se quedó pensativo un momento, hasta que algo lo hizo reaccionar: Hefesto estaba destruyendo la parte de la ciudad cercana al monte Olimpo, y por allí (Quizás a unos 500 metros) vivía ella. La mujer que le había robado el corazón, estaba en peligro de morir.
Sin pensarlo demasiado, fue hacia Hefesto. Las bolas de fuego que salían de sus manos ya habían alcanzado la pequeña provincia donde ella vivía, y las casas comenzaban a quemarse. Mientras Hermes bajaba, vio la pequeña casa de ella, y cálculo que la distancia entre el hogar y el fuego no sobrepasaba los trescientos metros.
- ¡Detente Hefesto! ¡Por favor detente!- grito Hermes.
- ¡Jamás!- fue la sutil respuesta de Hefesto- Ya comenzamos esto, ahora lo terminamos.
Hermes no tuvo otra opción. Se lanzó sobre él, y lo golpeó fuertemente en la cara. Luego, remato con tres golpes más, en la cara, el estómago y la pierna.
Por amor todo es posible.
Hefesto reacciono, enfurecido. La ira y el dolor lo domino. Olvidándose de lo que estaba haciendo, comenzó a golpear a Hermes.
¡Oh, lo que se hace por amor!
La batalla se trasladó al monte Olimpo. Allí, se dieron de patadas y golpes. Hefesto intentó quemar varias veces a Hermes, fallándolas todas. Los dos, a esas alturas, ya estaban muy lastimados, pero no tenían intención de ceder. Hefesto golpeaba ágilmente a Hermes con su bastón de oro y diamante, pero Hermes se lo robo y, acto seguido, lo golpeo con él en la cara, con tanta fuerza, que Hefesto solo soltó un desgarrador grito.
Este atrajo la atención de Poseidón y Ares, quienes después de terminar de destruir sus respectivas ciudades, subieron al monte de los Olimpos. Lo que vieron el impacto profundamente. Hefesto yacía muerto (Después del golpe en la cara, Hermes aprovecho para golpearlo hasta matarlo), y en el pecho estaba clavado su bastón de oro y diamante.
Hermes no se detuvo, y se lanzó contra Poseidón con una furia indescriptible (Zeus, en el futuro, pensaría que Hades había poseído a Hermes en el momento de la pelea, aunque descarto la idea de inmediato). Poseidón, en un acto de defensa, provoco con su tridente un terremoto tan fuerte que ocasiono una avalancha. Esta tomo por desprevenido a Ares, matándolo.
Solo quedaban dos. Poseidón tenía la ventaja, ya que tenía menos heridas y más fuerzas que Hermes. Pero este, en un acto de valor, se lanzó con todo hacia él. Mientras lo hacía, pensó en ella, y eso lo reconforto.
¿Así que esto es lo sufren los humanos por amor? ¡Vaya que es horrible y hermoso a la vez!
La batalla termino, cuando Hermes, al borde del desmayo, lanzo a Poseidón desde el Olimpo. Este aterrizo en el fuego, el cual lo consumió.
- ¡Y ojala que Hades te tenga compasión!- grito Hermes, y luego bajo del monte, con dirección hacia la casa de ella.
Pero jamás llego. La casa estaba hecha cenizas, y en medio del humo, Hermes pudo distinguir su cuerpo. Yacía chamuscado en la entrada principal.
Hermes no lo podía creer. Sintió un gran vacío en el alma, algo que muy pocos dioses lograban sentir. Triste y decaído se alejó de allí. Ya no tenía sentido luchar por los humanos.
- ¡Ya no me importa que se mueran todos!- pensó- ¡Muéranse! ¡Les pido que se mueran!
Y así Hermes comenzó su viaje hacia el infinito, no importa a donde quedara eso.
El mundo descanso. El mundo había acabado...
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