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Jordan gruñó mirando a Killian, estaba de mal humor gracias a su madre, Nico ya lo había intentado cuando recién comenzaron a salir, pero esto era demasiado. Killian besó sus labios pausadamente y en un susurro le preguntó qué pasaba. Jordan lo empujó levemente y le apuntó como si él fuera el culpable de la situación.
—Tu madre me hizo una visita hoy.
Killian ni siquiera se sorprendió por eso.
—¿Y qué te dijo?
—Intentó lo mismo que Nico hace años, me ofreció dinero para que te dejara —Jordan hizo una mueca viendo la poca atención que su prometido le hacía—. ¿Qué?
Killian negó.
—Ella es así, no podemos hacer nada, pelear con ella no resolverá el problema.
Jordan volvió a gruñir.
—Me ofreció un millón de dólares, ¿tiene siquiera esa cantidad?
—Tiene mucho más —dijo con una pequeña sonrisa, su humor no hizo más que empeorar.
—¿No vas a preguntar si acepté? —Killian se encogió de hombros. Colocó las manos alrededor de su cintura y escondió la cabeza en su cuello.
—No me hace falta preguntarlo, sé tú respuesta.
—Suéltame —Killian lo agarró con más fuerza.
—Enójate con mi madre, no conmigo.
—¿Ella y tu hermano siempre hicieron este tipo de cosas?
Killian chasqueó la lengua, su madre lo hacía con la intención de alejar a todas las personas que no consideraba dignas, Nico sólo imitaba eso para que no se quedara con la persona incorrecta. Si se iban luego de ofrecer el dinero entonces la relación nunca tuvo sentido.
—Sí, todos se fueron por unos pocos dólares.
Jordan maldijo, esa familia era un caso en todos los sentidos posibles.
—¿No te molesta?
Killian le besó el cuello.
—No, si ellos decidieron irse era porque realmente no me querían, eso está bien para mí, ahora te tengo a ti.
—¿Me estabas probando?
—Sé que me amas, Jordan, llevamos juntos bastante tiempo y sé que me amas, aunque no lo digas.
—No digas tonterías.
—No seas ridículo, no estás maldito.
—Tengo que irme —dijo de pronto separándose de él, Killian tomó su mano.
—¿A dónde vas?
—Iré a ver a Henry —Killian lo llamó antes de abrir la puerta.
—Jordan.
Jordan se volteó.
—¿Qué pasa?
—Sólo por si no puedo decírtelo luego, te amo.
Sabía la renuencia que tenía a escuchar las palabras y siempre lo hacía. No le gustaba, no quería verlo herido, cada vez que le decían las palabras algo malo pasaba. Jordan negó y subió a su auto, Henry estaba pasando por un momento difícil, necesitaba de él.
Luego de conducir tocó la puerta, Amaia le sonrió en cuanto lo vio, la madre de Henry, también la suya, nunca había conocido a sus padres y esta mujer era lo más cercano a eso para él.
—Jordan, que bueno que estés aquí —Amaia se veía consternada, era normal, Henry estaba inaguantable, no poder caminar bien todavía lo tenía irritable.
—Me encargaré de él, alista las cosas, nos iremos en quince minutos.
Jordan fue directamente a la habitación de Henry, su mejor amigo permanecía sentado en la cama, con la cabeza gacha, el cabello rubio claro estaba más largo. Lo miró en cuanto puso un pie en su habitación, los ojos, que acostumbraban a tener dorado y verde estaban completamente verdes.
No estaba de buen humor.
—Henry…
—Vete —Jordan apretó la mandíbula, después del incidente era otra persona.
Henry se desempeñaba como bombero, y mientras protegía a dos civiles y uno de sus compañeros recibió daño en la médula espinal. Daño que clasificaron como irreversible, ya era un milagro que se pusiera de pie.
—No voy a irme, vamos a tu sesión de fisioterapia —Henry lo fulminó con la mirada.
—No voy a ir, no sirven de nada, sigo sin poder caminar.
Jordan levantó las cejas, en realidad servían, estaba de pie y podía dar algunos pasos sin apoyo. La frustración era parte del camino y algo con lo que Henry tenía que lidiar. Agarró ropa de su armario y se acercó, él siguió dándole la lata.
Jordan lo ignoró por completo y lo cambió, una vez fuera del piyama sólo tenía que ocuparse del cabello.
—Tus brazos están bien, deberías peinarte.
—Y tú deberías irte, pero sigues aquí, así que las cosas no siempre son como quieres.
—Eres un imbécil —Jordan agarró el peine y lo peinó lo mejor que pudo a pesar de la malcriadez de su mejor amigo, de su hermano, se conocían de pequeños, bien sabía que este comportamiento no era su verdadero yo.
Dio varios pasos atrás y admiró su obra, no había quedado mal, Henry era apuesto de por sí.
—Ven aquí.
—No soy tu perro.
—Camina hacia mí, Henry —él obedeció, se puso de pie tratando de no perder equilibrio y dio tres pasos lentos y tambaleantes hacia él. Jordan lo abrazó cuando llegó a él—. Bien hecho, puedes hacerlo, fue una mala lesión, no estarás de vuelta en unos pocos meses.
Henry aspiró su aroma y evitó llorar, tenía los ojos húmedos, pero no iba a humillarse mucho más, Jordan no necesitaba más escenas patéticas de su parte.
—Gracias —le palmeó la espalda y besó su mejilla.
—Sé que estás frustrado, pero tienes que calmarte.
Henry caminó con su ayuda hasta el auto, las muletas estaban dentro, también su madre, Amaia estaba tolerando bien la situación, al menos hasta que se ponía un poco loco, en esos casos su padre o Jordan se hacían cargo. Henry se sentó en la parte de atrás y tocó sus piernas, podía sentirlas, sentía el dolor, las cosquillas, calor, frío, pero con poca intensidad. Ni siquiera podía moverlas correctamente.
Esto no era lo suyo.
Jordan revisó su teléfono cuando le llegó un mensaje, esa sonrisa, tenía que ser de Killian, nada, ni nadie más haría que brillara de esa forma. Una vez estaban juntos en una habitación era como si sólo estuviesen ellos dos.
Eran el uno para el otro. Otro motivo para que Jordan no se enterara de que llevaba años enamorado de él.
Todos estaban al corriente, porque según ellos se notaba demasiado, pero para él todo iba a estar bien mientras Jordan siguiera ajeno a esos sentimientos.
No podría lidiar con su pérdida.
Henry bajó con ayuda y se dirigió a la sala, se empeñaban en hacerlo caminar por una barra o en la piscina, sinceramente, quería algo más agresivo que lo sacara de esta situación.
Iba demasiado lento.
—Henry, ¿vienes? —su fisioterapeuta le hizo una señal, esta vez, caminó hacia allí con ayuda de las muletas, ni siquiera esas se le daban bien y tenían que estar supervisándolo.
Jordan se aseguró de que Henry estuviese en la barra y a cargo del fisioterapeuta para salir y hacer una llamada. Recibió un mensaje de Killian, pero nada más. Raras veces enviaba mensajes. Agarró su teléfono y marcó.
Dio timbre varias veces, pero no respondió.
Jordan lo intentó de nuevo, nada. Se dijo que todo estaba bien y regresó con Henry, él estaba esforzándose por segunda vez para poder llegar al fisioterapeuta.
—¿Todo bien? —Amaia preguntó, Jordan le dio una sonrisa y miró su teléfono.
—Sí, sólo espero una llamada.
Y entonces su teléfono sonó. Jordan salió y lo atendió enseguida, pero no fue la voz de Killian lo que escuchó.
—¿Hola? —era la voz de una chica joven, Jordan apretó el teléfono con fuerza.
—Ah, sí, ¿quién eres, dónde está Killian?
—El propietario del teléfono está ahora mismo en el hospital, por motivos de privacidad no puedo revelar su estado, pero necesitamos…
—¿Dónde está mi hermano? —y esa era la voz de Nico, Jordan empezó a entrar en pánico.
—Oh, no se preocupe, uno de sus contactos de emergencia acaba de llegar.
Jordán se quedó mirando el teléfono fijamente, hospital, contacto de emergencia, Nico. Marcó de nuevo, pero fue directamente al buzón de voz. Él también era un contacto de emergencia, el primero, pero no había recibido una llamada directa.
Acababa de recordar que tenía un número de teléfono nuevo y no habían actualizado el registro. Jordan se despidió de Amaia y corrió a tomar un taxi, probaría con el hospital más cercano. No estaba ahí, tampoco en el segundo, pero en el tercero le dieron una respuesta afirmativa y lo guiaron por el pasillo.
No tuvo que buscar mucho, la madre de Killian estaba despotricando con alguien mientras lloraba y Nico acababa de salir de sabrá Dios dónde.
Estaba pálido, sudoroso, obviamente en shock.
—¿Dónde está Killian? —Nico pestañeó varias veces y fijó la mirada en él. Lila lo miró como si fuese una real ofensa su presencia.
—Tú…
—Está muerto —Nico dejó caer la información apoyándose en la pared, parecía a punto de vomitar o desmayarse. No estaba seguro de cuál y tampoco de las palabras que acababa de escuchar.
—¿Qué dijiste?
—Todo esto es culpa tuya, tú me arrebataste a mi hijo —ignorando a Lila, Jordan llegó a Nico, lo odiaba, siempre que tenían oportunidad se lastimaban e uno al otro, eran agua y aceite, pero no jugaría con algo así.
Nico apretó la mandíbula cuando Jordan le agarró los brazos y lo zarandeó varias veces preguntando si sus palabras eran ciertas. Qué más quisiera que fuera una pesadilla. Era tan cierto que tendría pesadillas de por vida, acababa de ver el cuerpo sin vida de su hermano gemelo, una parte suya se había muerto con él.
—Sí —dijo a duras penas. Jordan dio un paso hacia la puerta donde yacía el cuerpo de Killian, Lila intentó golpearlo, Nico le agarró la muñeca—. Deja que lo vea, por respeto a Killian.
Jordán pasó de largo y justo cuando la puerta se cerró detrás de él la otra mano de su madre impactó en su mejilla.
—¿Cómo te atreves? Ese de ahí dentro deberías ser tú, no Killian. Tenía que ser uno, no dos de ustedes.
—Te hubieses quedado sola, que yo no naciera no iba a revivirlo o asegurarle una vida más larga —Lila lo golpeó del otro lado, la herida en su labio, que aún no curaba, comenzó a sangrar otra vez.
—Cállate, es una maldita ofensa que me hables, que dejaras pasar a ese veterinario.
—El veterinario tampoco me gusta, pero no quiero arrepentirme de nada, si quiere verlo pues que lo vea.
—Oh Dios…
Jordan salió y se apoyó en la pared, su estómago estaba revuelto, la imagen del interior era algo difícil de ver, no pudo soportarla más de un minuto, Killian, su Killian, su prometido, yacía sobre una mesa metálica, lleno de contusiones y cortes. Era él. No había duda de ello. Miró al frente y vio a Nico peleando con su madre, el retrato vivo de su hermano. Se preguntó si no podría haber tomado el lugar de Killian.
Eso lo hizo sentir peor.
—Espero que esa imagen quedara grabada en tu retina porque no irás al entierro —por supuesto que Lila tenía que arrojar más sal a la herida. Jordan la ignoró.
Nico se limpió el labio y negó haciendo una mueca, luego se marchó dejándolo solo en un pasillo oscuro, a sólo metros del cadáver de su prometido.
Que pesadilla, sólo quería despertar y abrazar a Killian con fuerza. Necesitaba saber que todo estaba bien. Que seguía a su lado, que iba a…
Jordan se echó a llorar y escuchó el tono de su teléfono en algún punto, las lágrimas no le dejaban ver, igual no importaba quien estuviera llamando del otro lado. No sería Killian.
Una vez tuvo la fuerza suficiente para ponerse de pie y caminar correctamente salió del hospital para ir directo a un bar, necesitaba algo que aliviara el dolor constante en su pecho. Aunque nada lo quitaría, sólo quería un anestésico.
Jordan pidió una botella de tequila y se empinó, al diablo todo, esto no era justo. La vida se había empeñado en quitarle a sus padres y cada familiar existente, ahora también le habían quitado al amor de su vida.
Por supuesto que él era el culpable, era el factor que nunca variaba, el que nunca se hacía daño, el que siempre sufría la pérdida de los demás.
Su simple existencia era una maldición.
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