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Parte 20 Navegando en las Apariecias

El resentimiento es una emoción que nos puede acompañar por años, nos marca, nos sigue y susurra al oído.

Oscar no dudó un segundo al ver a su amiga caer al mar, no había tiempo de pensar en ese mal sueño, la realidad era otra.

Lamentablemente Oscar no era ni el más atleta ni el mejor nadador del mundo, las fuerza no le daban lo suficiente como para alcanzar a Mildred ella se hundía como si de una piedra se tratara.

Cuando la desesperación más llegaba a él noto muy difícilmente que alguien mas paso a su lado y tomó a su amiga de un brazo y comenzó a nadar a la superficie. Oscar retomó esfuerzo y regresó a la superficie, saliendo casi después que el extraño.

Este ya había lanzado un salvavidas, se lo dio a Oscar para que se mantuviera a flote, el extraño un panda barbón regresó al velero y le lanzó una cuerda para arrastrarlos, ambos con dificultades lograron regresar sobre el bote.

En cuanto tocaron el bote Mildred despertó tosiendo con dificultades, vomitando agua y respirando con dificultad.

Oscar no podía hacer más que darle unas cuantas palmaditas en la espalda.

— Será mejor que consigan unas mantas que este frío no lo soporta cualquiera — El panda comentó.

Mildred no lo pensó dos veces y se dirigió al camarote encerrándose en el.

— Mi bote está a unos metros, acompañame tengo mantas además y un calefactor— comentó el panda que estaba igual de empapado.

— Puedes llevar tu el bote, la capitana quiere un poco de privacidad — Oscar comentó mientras temblaba de frío.

Al poco tiempo estos dos estaban compartiendo un café envueltos en gruesas sábanas que estaba haciendo maravillas con el frío.

— No se como agradecerte — Oscar comentó al pescador.

— No hay de que, veo que tu habrías hecho lo mismo si pudieras — El panda tomó un sorbo — En cuanto vi que te lanzaste y caíste de panzazo tuve que arrojarme —

Oscar estaba sorprendido — No puede ser desde tu bote hasta esa profundidad, eres un nadador olímpico o un atleta profesional —

— Jajaja, no solo soy un viejo marinero — El panda seguro.

Oscar noto la licencia de pescador del panda — Espera, viejo oye eres un par de años más joven que yo, y yo aun me catalogo como un joven — Aseguró Oscar provocando la risa del panda.

—Eres gracioso, pero que hacen tan lejos de la costa y tan mal preparados — El panda comento algo risueño — Deja adivino quieren que vuelva a la comunidad, no es asi —

Para Oscar era un milagro, no sabía ni cómo se llamaba, ni nada de él pero vaya suerte lo habían encontrado — Así es la jefa nos mandó a buscarte y convencerte que vuelvas ella dijo que eres realmente importante, un maestro y necesitaban de tu ayuda con los nuevos —

Los ojos del panda se iluminaron — Acaso mi bella Susie al fin se dio cuenta que estamos destinados a estar juntos —

— tu que de que? — Oscar estaba aturdido — Espera la misma Susie, la de pelo rosa armada con un mosquetón de hace un siglo —

— Es fabuloso aún conserva mi regalo, lo sabía estamos destinados a estar juntos por la eternidad, estoy casi seguro que por eso vino Mildred personalmente a darme su bendición y dejarnos solos — El panda comentó alegre y jubiloso — Por cierto amigo Soy Pepper y una disculpa por lo de hace rato, a veces me gusta espantar a los mandaderos que siguen buscándome —

—Amm, creo que hay una leve confusión — Oscar comentó tratando de ser esquivo — Bien nos mandó Ramona y sobre Susie ammm solo se que ella intentó dispararme varias veces —

— Si es la misma Susie de siempre, es un amor — Pepper mencionó.

— Si bueno, solo venimos de parte de Ramona— Oscar miro la cara de tristeza de Pepper.

— Pero bueno yo sé que ella está soltera y no hay pretendientes — Oscar intervino.

— Lo se el problema es su hermana Mildred, ella es muy posesiva y nunca deja que me hacerque a mi amada, todos los días le llevó un ramo de flores a su casa y después tengo que alejarme por culpa de la envidia de la chica — Pepper mencionó angustiado — Una vez incendio el ramo justo después que lo deje en su puerta, llevo perros salvajes y los entrenó para perseguirme, esa chica es un demonio —

— Es por eso que no puedo regresar, para mi es un tormento estar tan cerca y alejado a la vez — Pepper se lamentó.

— Espera, enserio? — Oscar no pensó dos veces — Debes regresar ahora mismo— Oscar lo tomó de los hombros.

— Mildred se ha mudado a mi casa y no veo que tenga la intención de volver con su hermana, amigo debes regresar ahora mismo, antes que alguien mas se de cuenta de esta gran oportunidad —

—Es enserio? — La ilusión de Pepper era reconfortante.

— Se que está en tu destino, no te conozco pero sé que es tu momento por eso estamos aquí buscándote — Oscar habló con la emoción desbordada.

— Debiste decírmelo antes — Pepper confirmó.

Oscar no sabia que mas decir y solo regresó a su barco.

— Conserva la manta amigo mio, nos veremos en la boda y nuevamente perdon por lo de antes no fue mi intención asustarte — Pepper se despidió

— Pero de qué estás hablando? — mientras se alejaba la misma neblina que antes los había aislado sirvió de cortina de escape para el panda — No jodas es un jodido ilusionista— Oscar observó maravillado.

Oscar estaba sorprendido y empezó a buscar alrededor — Vamos donde estan los espejos y las máquinas de humo como carajos ocultó su barco —

Osca estaba seguro que había sido el mejor truco que jamás había presenciado.

Tardo un poco más contemplando el horizonte y esperando que su capitada decida que podamos regresar a casa.

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Media hora después...

— Mildred, oye todo bien — Oscar comentó algo preocupado.

— Mildred? — Oscar con muchas reservas decidió ingresar al camarote donde Mildred se escondía.

Oscar se sentó en la cama, esperando que su amiga se componga.

— Quieres hablar sobre esto — Oscar comentó sereno y espero un poco.

— Ya apareció el pescador y accedió a regresar a la comunidad, parece que podemos regresar a casa — Oscar insistió poco a poco pero su amiga no respondía solo se veia como esta se acurrucaba y medio quejaba bajo las sabanas.

— Te traeré una bebida caliente— Óscar se levanto y regreso a la cocineta.

— Un poco de te para los nervios — Oscar le ofreció una taza humeante.

Mildred después de rato decidió asomarse y Oscar noto de inmediato que tenía los ojos rojos, evidentemente había estado llorando también.

— Que bien —Mildred tomo su taza y comenzó a sorber con cuidado — Si quieres burlarte, yo lo estaría haciendo —

— En parte te creo, pero no tendría por que enojarme, al menos estoy feliz que no pasar a mayores — Oscar se sirvió un poco del té para acompañar a su amiga.

— No entiendo nunca antes había caído en sus trucos — Mildred tomo un poco de su bebida — Fue demasiado, no quería recordar —

— Yo tambien me asuste — Oscar comento y Mildred se le quedó mirando y noto que el tambien tenia los ojos cansados e irritados, ambos habían sufrido por esos recuerdos que hasta ahora los estaba atormentando.

Mildred decidió recargarse en el regazo de su amigo —tal vez debemos descansar un poco, antes de partir—

—Por esta vez concuerdo — Ha sido un día muy estresante.

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Habían pasado unas horas y el sol comenzaba a ocultarse, Pepper había rentado un traje, compró un enorme ramo de flores y unos globos.

camino alegre al domicilio que ya conocía de toda la vida, tocó la puerta y esperó un poco.

Cuando esta se abrió Susie fue recibida por este ramo y el joven Panda se le arrodillo y saco de su chaleco un anillo.

— Mi preciosa Susie, me harías el honor de... — Pepper fue interrumpido.

Susie cerro la puerta de golpe, dejando al pobre panda aturdido, se escucho unos pasos y nuevamente regreso a la puerta.

Susie apareció de nuevo junto a Betsy y le contestó serio y con un lenguaje relajado

— No puedo aceptarlo, soy lesbiana y ella es mi esposa — Dandole un beso simple en la mejilla, solo le regreso el anillo y cerro la puerta.

Pepper quedó destrozado, solo regresó a su barco, el debía de pensar las cosas.

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Susie después de haber cerrado la puerta estaba aliviada — Carajo, maldita sea Pepper, ese niño llevó demasiado lejos las cosas, lo siento por eso Betsy pero era la única manera de alejarlo de mi vida sin lastimarlo... demasiado ammm todo bien Betsy?—

La pobre de Betsy estaba tapándose la cara y estaba más roja que un tomate, no estaba acostumbrada a ese tipo de confesiones.

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