05 = Beso | Ninyu
Era una noche serena, las estrellas brillaban con intensidad sobre la montaña misteriosa, un lugar cargado de historia y misticismo.
La brisa suave que acariciaba las cimas traía consigo una sensación de calma, perfecta para aquellos que buscaban un momento de introspección.
Para An Yu, la protectora de la montaña, esa paz era invaluable, un refugio para su mente cuando las presiones de su rol como guardiana se volvían demasiado intensas.
Esa noche, sin embargo, no estaba sola.
Ninja Nocturno, conocido por su actitud engreída y su inclinación hacia el caos, había decidido hacer una visita inesperada al monte. Sin embargo, esta vez no venía a causar problemas, ni siquiera había traído a sus ninjalinos consigo.
Simplemente necesitaba un lugar para pensar. Sus últimos planes habían fallado, sus enfrentamientos con los PJ Masks siempre terminaban de la misma forma: derrotas y humillaciones.
Algo en su interior se sentía cansado, y en su frustración, había optado por subir a aquel místico lugar, en busca de algo que ni él mismo comprendía del todo.
An Yu, desde lo alto, percibió su presencia antes de que él llegara. Su conexión con la montaña le permitía sentir cualquier perturbación o visita inesperada.
Frunció el ceño, sabiendo que las intenciones de Ninja Nocturno no solían ser buenas. Aun así, algo le decía que esta vez no venía con su usual arrogancia. Decidió no actuar de inmediato y observar desde la distancia.
El cielo estaba despejado, la luna llena bañaba todo con una luz plateada.
An Yu, vestida con su atuendo de guerrera, observaba desde una roca elevada mientras Ninja Nocturno caminaba por el sendero. Su postura estaba encorvada, las manos en los bolsillos de su traje, y su mirada estaba fija en el suelo. La imagen era extraña; el villano nocturno, siempre tan altivo, ahora parecía casi... vulnerable.
Decidida a no tomar ningún riesgo, An Yu descendió con gracia desde su posición elevada y se detuvo justo frente a él, bloqueando su paso. Su bastón convertida en lanza estaba firmemente en su mano, aunque no la apuntaba directamente hacia él.
—¿Qué haces aquí, Ninja Nocturno? —preguntó, su voz era calmada, pero firme.
Él se detuvo abruptamente al verla, su mirada se encontró con la de ella. Por un momento, su expresión fue de sorpresa, pero pronto se desvaneció, reemplazada por su habitual indiferencia.
—No estoy aquí para pelear, si es lo que estás pensando —respondió con desdén, aunque su tono carecía del usual veneno que solía tener en sus palabras—. Solo... necesitaba un lugar para pensar.
An Yu arqueó una ceja, claramente escéptica.
La última vez que se habían encontrado, el ninja había intentado robar una de las reliquias sagradas del monte. No era alguien de fiar, y mucho menos alguien a quien permitirle vagar por su territorio sin supervisión.
—¿Pensar? —repitió ella, sin bajar la guardia— No te creo.—
Ninja Nocturno suspiró, frustrado, y pasó una mano por su máscara, como si el mero esfuerzo de explicar su presencia le resultara agotador. —Sí, pensar. A veces los villanos también necesitamos un descanso, ¿sabes? No todo se trata de tramas y planes malvados las 24 horas del día.—
An Yu se quedó callada, evaluándolo. Había algo en su tono que parecía sincero, aunque la experiencia le había enseñado a no confiar fácilmente en palabras provenientes de Ninja Nocturno. Aun así, decidió bajar un poco la guardia, aunque sin dejar de estar alerta.
—Muy bien —dijo finalmente—. Puedes quedarte, pero bajo una condición: no intentes nada. Este lugar está bajo mi protección, y no permitiré que lo mancilles.—
Ninja Nocturno levantó las manos en señal de rendición, aunque sus ojos destellaron con un brillo burlón.
—No planeo hacer nada, lo prometo. Solo vine aquí porque... —hizo una pausa, como si buscar las palabras correctas fuera un esfuerzo titánico— Porque me sentía frustrado.—
An Yu se relajó un poco al escuchar eso. Aunque seguía desconfiando, la vulnerabilidad en su tono era algo que no había escuchado antes de él. Decidió darle el beneficio de la duda, al menos por esa noche.
Ambos se sentaron, aunque mantuvieron una prudente distancia. El silencio entre ellos era incómodo al principio, pero poco a poco, se volvió más tolerable.
La vista desde la cima del monte era imponente; los matorrales de bambú se veía pequeña, distante, como si los problemas cotidianos de la vida no tuvieran importancia desde esa altura.
Ninja Nocturno rompió el silencio después de unos minutos, su voz apenas un susurro. —No sé cómo lo haces —dijo, sin mirarla—Mantenerte siempre tan calmada. Siempre tienes una respuesta para todo, siempre sabes qué hacer. Yo, en cambio, parece que no puedo hacer nada bien.—
An Yu lo miró de reojo, sorprendida por la confesión. No era común que un villano, y mucho menos uno tan obstinado como Ninja Nocturno, reconociera sus propias fallas.
No sabía qué decir al respecto, pero decidió no intervenir. A veces, las personas solo necesitaban ser escuchadas.
—A veces siento que, por más que lo intente, siempre termino fallando. Todo lo que hago, cada plan, cada estrategia… siempre hay algo que sale mal —continuó, dejando escapar un suspiro frustrado— Y luego están los PJ Masks, siempre interfiriendo, siempre logrando lo que yo no puedo.—
An Yu lo observó en silencio. Era una perspectiva completamente nueva sobre alguien a quien siempre había considerado un adversario. Aunque no lo justificaba, comenzaba a ver que, al igual que todos, el villano también cargaba con sus propias inseguridades.
—Tal vez lo que necesitas no es un nuevo plan —dijo ella finalmente, su tono más suave que antes—, sino una nueva forma de ver las cosas—
Ninja Nocturno la miró de reojo, claramente intrigado por sus palabras, pero antes de que pudiera responder, una fuerte ráfaga de viento barrió la cima de la montaña. El repentino golpe de aire hizo que ambos se tambalearan. La ojirubí, quien estaba cerca del borde, perdió el equilibrio, tropezando con una roca y cayendo hacia adelante.
—¡Cuidado! —exclamó Ninja Nocturno, lanzándose hacia ella instintivamente para evitar que cayera.
Lo que ocurrió a continuación fue una secuencia de eventos que ninguno de los dos pudo prever.
En su intento por evitar la caída de An Yu, Ninja Nocturno se tropezó con sus propios pies, y en lugar de detenerla, ambos terminaron cayendo juntos al suelo.
Fue en ese momento, en medio de la confusión y el caos del momento, que sucedió lo impensable: sus labios se encontraron brevemente, y apesar de que la máscara de Ninja Nocturno no permitía un contacto directo, ese roce accidental dejó a ambos paralizados de sorpresa.
El tiempo pareció detenerse. Los dos involucrados se miraron, con los ojos muy abiertos y los corazones latiendo desbocados.
Ninguno de los dos supo cómo reaccionar de inmediato, pero lo que sí sabían era que la situación era increíblemente incómoda.
An Yu fue la primera en cobrar vida, apartándose rápidamente y llevándose una mano a los labios, claramente horrorizada. —¡Fue un accidente! —exclamó, su voz llena de pánico—. ¡Solo tropecé!—
Ninja Nocturno, que también estaba visiblemente conmocionado, asintió rápidamente.
—¡Sí, sí! ¡Un accidente! —dijo, retrocediendo y cruzando los brazos sobre su pecho, su rostro enrojecido—. No fue intencional. ¡Nada de esto fue intencional!—
Ambos se quedaron en silencio, mirando hacia cualquier lugar que no fuera el otro. La incomodidad entre ellos era palpable, y el aire alrededor se sentía denso con la tensión.
—Bueno… esto ha sido… raro —murmuró An Yu finalmente, aún tratando de procesar lo que acababa de suceder.
—Muy raro —asintió Ninja Nocturno, claramente queriendo poner fin a la situación lo más rápido posible—. Será mejor que me vaya antes de que esto se ponga más raro todavía.—
—Sí, eso sería lo mejor —dijo An Yu, sintiendo un leve alivio al escuchar que ambos estaban en la misma página.
El enmascarado se levantó apresuradamente y comenzó a descender la montaña, pero antes de desaparecer por completo en las sombras, se volvió hacia An Yu una última vez.
—Esto… no pasó. ¿De acuerdo?—
An Yu asintió rápidamente, aún con las mejillas encendidas por la vergüenza.
—No pasó. Nadie tiene que saberlo.—
Con un último asentimiento, Ninja Nocturno desapareció en la noche, dejando a la guardiana sola en la cima del Monte del Dragón.
Respiró profundamente, tratando de calmarsu acelerado corazón. Todavía sentía el calor en sus mejillas, y el recuerdo del accidente la hacía sentir incómoda. Se llevó una mano a los labios de nuevo, como si pudiera borrar lo que había sucedido, aunque sabía que sería inútil.
—No puedo creer que eso haya pasado —murmuró para sí misma, mirando al horizonte. Las pampas seguía ahí, en calma, ajena a lo que había ocurrido en lo alto de la montaña.
An Yu no era una persona que se permitiera ser vulnerable o torpe. Había sido entrenada desde joven como la guardiana de la montaña misteriosa, una posición de gran responsabilidad y respeto.
El equilibrio, la concentración y la serenidad eran esenciales en todo lo que hacía. Pero esa noche, en un segundo de descuido, había tropezado, y ese simple error la había llevado a una situación completamente inesperada y fuera de control.
Se levantó lentamente, sacudiendo la suciedad de su atuendo y tratando de recuperar su compostura. Sabía que no debía darle más vueltas al asunto; después de todo, como ambos habían acordado, fue un accidente y no significaba nada.
Y sin embargo, por más que intentara sacarlo de su mente, la imagen del rostro sorprendido de Ninja Nocturno, tan cerca del suyo, seguía apareciendo cada vez que cerraba los ojos.
—No tiene sentido pensar en esto —se dijo a sí misma, con determinación—. Fue solo un momento desafortunado, nada más.—
Pero su propia voz sonaba vacilante, como si intentara convencerse a sí misma de algo que en el fondo sabía que no podía ignorar por completo. Después de todo, ¿cuántas veces en la vida uno termina en una situación como esa con alguien a quien considera su enemigo?
El viento seguía soplando suavemente, arrastrando hojas y pequeñas piedras por el sendero.
An Yu decidió que lo mejor sería dejar de lado lo ocurrido y continuar con su rutina nocturna. La tranquilidad del monte era lo que necesitaba, un recordatorio de su propósito como protectora, lejos de distracciones o accidentes embarazosos.
Mientras comenzaba a recorrer de nuevo los senderos que conocía tan bien, sus pensamientos volvían una y otra vez a lo mismo: "¿Qué estaba haciendo Ninja Nocturno aquí, realmente?"
Aunque había dicho que estaba frustrado, no podía evitar sentir que había algo más detrás de su visita. No era común que él buscara refugio o soledad en lugares como el Monte del Dragón, especialmente sin sus ninjalinos.
Ninja Nocturno siempre actuaba con un propósito, incluso cuando decía que no lo tenía.
Quizás había algo más profundo que lo había llevado hasta allí esa noche. An Yu no podía evitar preguntarse si, detrás de su fachada de villano, también había alguien que, de vez en cuando, solo necesitaba un respiro, al igual que ella.
"¿Podría Ninja Nocturno estar más cansado de su papel de lo que deja ver?", pensó An Yu, caminando lentamente. Era difícil imaginarlo, pero al mismo tiempo, la breve conversación que habían tenido antes del accidente había mostrado un lado de él que rara vez se veía.
Un lado vulnerable. Un lado que estaba dispuesto a admitir sus frustraciones y fracasos. —Es extraño —murmuró—, verlo de esa manera—
Después de caminar por un rato más, decidió que era hora de regresar a su santuario.
El viento había comenzado a enfriar, y la luna ya no estaba tan alta en el cielo. A pesar de que la noche había tomado un giro inesperado, An Yu intentó encontrar paz nuevamente.
Sabía que lo ocurrido no cambiaría nada, y que en la mañana, la montaña seguiría siendo el mismo, con su serenidad inquebrantable.
Por otro lado, mientras descendía por el monte, Ninja Nocturno también estaba perdido en sus propios pensamientos.
Había sido uno de los momentos más vergonzosos de su vida. Él, el gran Ninja Nocturno, había terminado en una situación tan ridícula, tan incómoda, que ni siquiera sabía cómo explicarlo si alguien llegara a preguntarle. "Por suerte, ninguno de mis ninjalinos estaba cerca", pensó con alivio. "Si hubieran visto eso, jamás dejarían de molestarme."
Cada vez que lo recordaba, un sentimiento extraño se apoderaba de él, una mezcla de vergüenza y... algo más que no lograba identificar. Era como si algo en su interior se hubiera desestabilizado. "¿Por qué me siento así?" se preguntó mientras caminaba. "Fue solo un accidente, ni siquiera debería importarme."
Pero no podía evitarlo. La imagen la dragona, tropezando y cayendo hacia él, su sorpresa, su cercanía, y ese fugaz contacto... todo seguía repitiéndose en su mente como una película que no podía apagar.
—¡Esto es ridículo! —se dijo en voz alta, frustrado consigo mismo—. Tengo cosas más importantes en las que pensar.—
Y era cierto. Tenía que concentrarse en sus planes, en cómo derrotar a los PJ Masks, en cómo hacerse con el control de la ciudad.
Pero por alguna razón, esa noche, todas esas cosas que solían ocupar su mente pasaban a un segundo plano. Había algo en ese momento en el monte que seguía molestándolo, y aunque lo intentara, no podía deshacerse de ello.
—An Yu… —murmuró su nombre sin darse cuenta, y luego sacudió la cabeza, irritado consigo mismo—. No importa. ¡No importa!—
Apresuró el paso, decidido a dejar atrás todo lo ocurrido esa noche. Si seguía dándole vueltas al asunto, terminaría volviéndose loco. "Solo fue un accidente", repitió en su mente una y otra vez, como un mantra.
Cuando finalmente llegó al pie de la montaña, respiró hondo, intentando relajarse. La ciudad se veía tranquila desde allí, y las luces titilaban en la distancia. "Mañana será otro día", pensó. "Y nadie tiene que saber lo que pasó."
Con esa última reflexión, se adentró en la oscuridad, decidido a continuar con su vida como siempre lo había hecho. Pero, a pesar de sus esfuerzos por olvidarlo, algo en su interior había cambiado, aunque no supiera exactamente qué.
Días después, tanto An Yu como Ninja Nocturno seguían con sus vidas, como si nada hubiera pasado. Pero, en lo profundo de sus corazones, ambos sabían que el accidente había dejado una marca invisible, una que ninguno de los dos se atrevería a reconocer en voz alta.
La tensión entre ellos, aunque sutil, había cambiado. Cuando sus caminos se cruzaban, aunque fuera de manera breve o en medio de alguna batalla, ambos evitaban mirarse directamente. Había algo no dicho, una pequeña sombra de incomodidad que ahora flotaba entre ellos, a pesar de que nunca lo admitirían.
Y así, la montaña misteriosa volvía a ser lo que siempre había sido: un lugar de paz y serenidad, donde los guardianes protegían los secretos del pasado. Pero, escondido en lo profundo de sus recuerdos, había un pequeño accidente, uno que ninguno de los dos olvidaría por completo.
Hoy me esmeré JSJSJA
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