Una verdadera razón (Drakey)
Este drabble fue escrito para una actividad del grupo Pasión por los Fanfics de Facebook.
Llevaba meses aquí pero no lo había subido.
Pareja: Drakey.
Sinopsis: El amor nos cambia; el dolor también. Para bien o para mal.
Advertencias: AU ángeles/demonios. Hurt/no comfort. Muerte de personaje principal.
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—Abre ojos, Kenchin.
—...
—Abre los ojos —pidió de nuevo.
—¿Mikey?
—Sí, soy yo.
La sonrisa en los labios del ángel se ensanchó al escuchar la voz de aquel que estaba a su lado.
—Mikey —susurró estirando la mano y alcanzando a rozar con las yemas de sus dedos la húmeda mejilla. Abrió los ojos por fin y contempló el rostro del demonio que lo miraba fijamente.
Allí estaba ese ser oscuro que comandaba ejércitos y sembraba el terror en los corazones humanos; ese a quien muchos años atrás había ido a enfrentar bajo las órdenes de sus superiores de la esfera celestial, y que lo deslumbró con su fuerza y su determinación.
El mismo que le hizo cuestionarse la ancestral lucha del bien contra el mal, los antiguos dogmas divinos, inamovibles e invariables, prejuiciosos y obsoletos.
Ese demonio astuto, y en apariencia cruel, contra el que había tenido que batallar durante siglos y que había acabado ganando su alma inmortal con pequeños gestos y extrañas verdades que solo él conocía.
Ese que le había hecho experimentar algo que se consideraba prohibido para los ángeles: un amor más humano que divino, que atravesaba esferas y que tendía puentes, que socavaba creencias y que auguraba cambios.
Sentados en lugares recónditos, en tiempos ajenos al flujo establecido, Mikey le había enseñado mucho más de lo que milenios de luz le habían aportado. Y quería creer que él también había influido de alguna forma en su ser, en su esencia.
Y tal vez lo había hecho porque, incluso en el momento que fue convocado para ser juzgado, Mikey había ido hasta el plano celestial —ese que le estaba vedado— para no dejarle solo.
Y había llegado a tiempo para escuchar la sentencia e intentar impedir que se llevara a cabo.
Aunque no lo consiguió.
Porque por más que quisiesen culparlo a él del aciago destino del ángel, fue un haz de luz divina la que había atravesado el pecho de Draken, justo donde su alma inmortal se guarecía.
Sus propios congéneres, aquellos que se vanagloriaban de ser los portadores del bien absoluto, eran los que habían acabado con su existencia, pues un ángel solo podía morir a manos de una fuerza así, fuera divina o demoníaca.
Por ello, cuando los ojos de Draken se cerraron para siempre y su esencia angelical se desvaneció para no volver, el poder oscuro se desató en el interior de Mikey y se proyectó desde sus entrañas hacia el exterior, arrasando con cuanto estaba a su alcance.
Y en ese momento les dio una razón a todos aquellos que estaban contra él, una verdadera razón para temer al mal.
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