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Interesante Instantánea (HanNao)

Escrito para la tercera edición del evento Be My Crack del Club de Lectura de Fanficion en Facebook (14/01/2023).

Fandom: Tokyo Revengers.
Pareja: HanNao (Hanma Shuji/Naoto Tachibana)
Advertencias: Spoilers del final del manga. Último futuro. Desarrollado en el universo canon. Ligero misterio y objetos curiosos.

Prompt: A es un(a) fotógrafo (a) con una cámara mágica que le permite ver el futuro de las personas a las que retrata. Todo cambia un día en que se ve a sí mismo(a) al lado de la persona a la que acaba de retratar.

Sinopsis: Hanma está en la boda de sus amigos disfrutando de su mayor afición, cuando un invitado entrometido le ayudara a descubrir lo que le depara el futuro.

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La boda de Takemichi y Hinata estaba siendo un éxito. No había nadie que no estuviese disfrutando el día.

Bueno, quizá el padre de Hina podría verse más feliz, pero la mayoría no le prestaba demasiada atención a sus lamentos murmurados sobre «su hija casándose con un medio delincuente bueno para nada en lugar de con un millonario como el jovencito de gafas».

El alcohol corría a raudales tras una copiosa comida y todos bailaban entusiasmados, riendo escandalosamente y exaltando la amistad a cada momento. Sobre todo Takemichi, que tenía los ojos rojos de llorar mientras abrazaba a sus amigos.

Hanma, aunque no había ido en calidad de fotógrafo sino de invitado, se había dedicado a retratar un montón de esos instantes, más que nada para tener material de burla durante una buena temporada.

Sin embargo, en un momento en el que todos estaban demasiado ocupados cantando «Friends will be friends» tomó su cámara especial para sacar algunas instantáneas.

Era una cámara que había obtenido en uno de sus muchos viajes al extranjero. La había encontrado casi por casualidad en la tienda de un anticuario. En un principio, este no quiso vendérsela, pero tras una curiosa charla que más pareció un interrogatorio, aquel hombre se la regaló con las debidas advertencias y después de contarle su intrigante historia.

Según ese anticuario, la cámara era capaz de mostrar el futuro de aquellos que eran captados por su objetivo. Y, aunque al principio pensó que aquella historia era solo el delirio de un loco, comprobó más pronto que tarde que todo cuanto le había dicho era verdad.

Cuando volvió a por más explicaciones no encontró la tienda ni a su dueño, aunque poco después recibió un paquete en su casa con una foto que Hanma no recordaba haberse tomado, pero en la que aparecía junto al anticuario y con la cámara en sus manos. La fecha que se mostraba en ella era de diez años antes.

A partir de ese momento exploró el uso de su nueva cámara fotografiando diversas personas y comprobando que lo que se mostraba en las instantáneas no siempre abarcaba el mismo espacio de tiempo. A veces eran solo semanas y otras años.

Le gustaba usarla a menudo, hasta que en una ocasión esta le mostró un futuro muy cercano, triste e inesperado, sobre alguien a que apreciaba. A partir de entonces limitó las fotografías que tomaba con ella.

Pero aquel día, la curiosidad sobre lo que le deparaba el futuro a sus amigos pudo más.

Empezó tomando una imagen de los novios y comprobó en la pantalla lo que había retratado. Hina aparecían con dos niños prácticamente iguales de la mano, mientras Takemichi lloraba emocionado con un bebé en los brazos.

Rio al ver aquello, lamentándose de haber gastado un disparo en un futuro que sabía exactamente cómo iba a darse.

Después pasó al exlíder de la Toman y su mecánico que estaban chocando sus copas de champán. Apretó el disparador y después observó el resultado.

Mikey sostenía un trofeo en la mano mientras Draken lo sostenía a él. Se estaban besando ante un público que parecía entusiasmado.

Tampoco eso le resultó especialmente sorprendente.

Hizo lo propio con varios de los asistentes y se encontró con cosas que no esperaba —como a Yuzuha besando a Kisaki o a Baji con su diploma de veterinario por fin— y otras que no le sorprendieron lo más mínimo.

Continuaba haciendo fotos cuando un invitado se cruzó ante su objetivo en el momento en que disparaba.

Era un tipo serio, con gafas de pasta y una pequeña perilla. Bajo la chaqueta del traje llevaba un jersey negro de cuello alto.

Tenía un aire misterioso y parecía estar buscando a alguien. Se quedó observándole un momento intentando ubicarlo.

«Naoto Tachibana», se dijo a sí mismo, recordando que le había visto leyendo un texto durante la ceremonia y Kisaki le comentó que era el hermano de la novia.

Mientras le observaba, sus miradas se cruzaron y algo se removió en su interior.

Apartó la vista y la dirigió al visor de su cámara, para descubrir qué había captado.

Al hacerlo se llevó la mayor sorpresa de la noche. Y de su vida.

En esa fotografía aparecían ambos, Naoto y él, en una actitud que dejaba bastante claro la relación que mantenían.

Hanma estaba abrazándolo por detrás, con una gran sonrisa y Naoto mostraba un anillo en su dedo anular de la mano izquierda.

Por si le quedaba alguna duda, reconoció ese anillo como una de las pocas pertenencias que le había dejado su abuela y que en ese momento colgaba de su cuello en una cadena.

—Hanma Shuji, ¿cierto? —La voz del chico le sorprendió, haciéndole apartar la vista de su cámara y dirigirla hacia el recién llegado, asintiendo—. Soy Tachibana Naoto. Llevo buscándote un buen rato.

—¿A mí? —preguntó interesado—. Y, ¿puedo saber por qué?

—Bueno, yo me dedico a investigar temas... llamémoslos poco comunes, y he escuchado rumores sobre un fotógrafo con una curiosa habilidad. ¿Sabes algo de eso?

La vista del moreno fue directa al aparato que estaba sobre la mesa.

Hanma ignoró intencionalmente aquel hecho y sacó un cigarro de su paquete. Le ofreció uno a Naoto, que aceptó. Encendió el suyo y después acercó la llama hacia el joven. Este se inclinó para encenderlo y Shuji apagó el mechero en ese momento, aprovechando la cercanía del chico para tomarlo de la nuca y encender el pitillo directamente con el suyo.

Tachibana no se retiró, mirándole con intensidad. Hanma sonrió y lo soltó, dejando una caricia suave al retirar la mano, y se reclinó en su silla.

—Puede que tenga cierta información. —Dio una calada a su cigarro y después soltó el humo—. Pero no será gratis.

—¿Y cuál es el precio?

—Una cita —soltó directamente.

Si Naoto se sorprendió no mostró ningún gesto que lo delatara. Sin apartar la vista asintió.

—¿Te viene bien hoy?

El fotógrafo dejó ver una sonrisa ladina, satisfecho del rumbo que estaba tomando aquello y ansioso por saber cómo iban a llegar desde esa conversación a la imagen que había visto gracias a su cámara.

Se relamió mirando de arriba abajo a Nato. Realmente estaba deseando descubrirlo.

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