Cuando salió del consultorio, el sol ya comenzaba a ocultarse detrás de las montañas que rodeaban la ciudad. El aire fresco de la tarde la ayudó a calmarse un poco, pero la sensación de ser observada no la abandonó.

Esa noche, mientras cenaba en la cocina de su casa, decidió tomar el consejo del médico. Sacó un cuaderno y comenzó a escribir. Describió la casa, las sensaciones, los ruidos y el espejo que tanto la inquietaba.

Mientras escribía, un crujido resonó desde el pasillo. Ana se detuvo en seco, sintiendo cómo un escalofrío le recorría la espalda. Giró lentamente la cabeza hacia el espejo.

No había nadie ahí. Pero el marco del parecía espejo... torcido, como si alguien lo hubiera movido.

Dejó el cuaderno y se acercó con cautela. Al examinar el espejo de cerca, notó algo extraño: un leve reflejo en la esquina inferior derecha, algo que no estaba en la habitación detrás de ella. Era una figura, oscura y apenas visible, pero claramente femenina, casi de la misma altura que ella.

Cuando giró para mirar directamente, no había nada. Solo el pasillo vacío.

Ana respiró hondo, tratando de calmarse. Es tu imaginación, se dijo a sí misma. Pero cuando volvió al espejo, la figura ya no estaba. En su lugar, las palabras "VEN CON NOSOTRAS" estaban grabadas en la superficie empañada.

La respiración se le cortó, y la noche se sintió más larga que nunca.