capitulo 2 (borrador)
Ana llegó al consultorio del doctor Jonas Gullari en la tarde, tras pasar varias horas lidiando con la atmósfera opresiva de la casa. El consultorio estaba en una casona antigua, similar a la suya pero en mejor estado. Se encontraba a unas cuadras de ahí, afortunadamente, ya que Ana no era muy fan de las largas caminatas y en esa ciudad parecía no haber ningún medio de transporte.
Tenía un letrero desgastado sobre la puerta que decía: "Psicología y Bienestar: Dr. Gullari".
Se adentró. La sala de espera era cálida y acogedora, con muebles modernos que contrastaban con la arquitectura añeja. A Ana le pareció que el hombre tenía o buen gusto, o estaba casado. En la pared había diplomas enmarcados, uno de ellos destacaba: un título de psicología clínica obtenido en una prestigiosa universidad del extranjero. A Ana le pareció curioso; un lugar tan pequeño como Mbyjaaty no parecía atraer a profesionales de ese calibre.
La ciudad se ubicaba demasiado al interior del país, pasando San Ignacio en Misiones por una ruta principal que va a Encarnación.
—Ana, ¿verdad? —dijo una voz profunda desde la puerta.
Era el doctor Gullari, un hombre de sus cuarentas, con cabello castaño peinado impecablemente y un rostro bien afeitado que le daban un aire serio pero accesible. Su sonrisa era cortés, aunque no del todo cálida.
—Sí, soy yo —respondió Ana, levantándose de su asiento. Ana era muy pequeña a su lado.
—Adelante, por favor.
El consultorio era tan sobrio como la sala de espera, con una estantería repleta de libros y una silla reclinable en el centro. Ana se sentó, algo incómoda. No era su primera vez en una sala de terapia psicológica, pero siempre se sentía como que no encajaba en esos sillones.
—¿Qué te trae por aquí, Ana? —preguntó el doctor mientras tomaba asiento frente a ella, cuaderno en mano.
Ana dudó. No era fácil contarle a alguien, mucho menos a un profesional, que veía cosas que otros no podían. Pero había algo en la mirada del doctor, una mezcla de paciencia y curiosidad que la animó.
Se veía experimentado en ese tema; después de todo, vive en una ciudad donde siempre ocurren cosas raras. Al menos eso escuchó decir en una estación de servicios fuera de Mbyjaaty.
—Desde que era niña, he tenido... visiones —comenzó, eligiendo cuidadosamente sus palabras—. Cosas que no deberían estar ahí... Personas, sombras, figuras que no se sienten reales.
El doctor estaba avanzando sin interrumpir, aunque su ceja derecha se arqueó ligeramente. Mientras anotaba algo en su pequeña libreta, no dejaba de prestarle atención a su paciente.
—Al principio pensé que era normal, como cuando tienes mucha imaginación de pequeño. Pero ahora... ahora no estoy tan segura. —Hizo una pausa, tratando de contener el temblor en su voz—. La casa donde estoy viviendo... no se siente bien.
—¿Qué quieres decir con "no se siente bien"? —preguntó el doctor, apoyándose en el respaldo de su silla.
—Es como si alguien más estuviera ahí, incluso cuando estoy sola. Hay ruidos, sombras, reflejos en el espejo que no deberían estar.
—Debe ser aterrador experimentar eso. Vamos a tratar de entender mejor lo que está pasando. ¿Cuándo comenzaron estas experiencias? ¿Pasó algo en tu vida antes de que empezaras a notar estas cosas?
—Comenzó cuando era pequeña —confesó—. Vi una criatura deforme en la cocina de mi casa. Los encuentros con esa criatura se fueron haciendo comunes en mi infancia, hasta que pronto desapareció.
—Parece que este primer encuentro fuealgo muy impactante para ti. ¿Recuerdas cómo reaccionaron las personas a tualrededor cuando les contaste lo que habías visto? ¿Alguien más en tu casa notóalgo extraño, o te sentiste sola enfrentándolo?
—Mamá y abuela viven conmigo —dijo ella—. Ambas me creyeron cuando se los conté, pero ninguna había visto a la criatura. Ellas están obsesionadas con lo paranormal.
—Es interesante que te hayan creído,aunque parece que tus experiencias fueron únicas para ti. Dado que tanto tumamá como tu abuela tienen esa fascinación por lo paranormal, ¿crees que esopudo haber influido en cómo interpretaron o reaccionaron ante lo que viviste? Aveces, la forma en que las personas cercanas a nosotros manejan lo desconocidopuede afectar nuestra propia percepción.
—No lo entiendo, doctor. ¿Cree que lo que vi fue debido a cómo me criaron?
—No estoy sugiriendo que lo que visteno sea real, sino que la forma en que nuestras creencias y experienciasfamiliares influyen en cómo interpretamos lo que nos sucede. Por ejemplo, sicreciste en un ambiente donde el tema paranormal era frecuente, podrías haberestado más receptiva a esas experiencias, o incluso podrías haber interpretadociertos eventos de manera diferente debido a esa influencia. Sin embargo, tambiénpuede ser que lo que vives sea una experiencia completamente genuina.
—¿Usted cree en los fantasmas, señor Jonas?
—Es una pregunta compleja, y como psicólogo, trato de no tomar una postura definitiva sobre lo que no puedo observar directamente. Algunas personas experimentan lo que describen como encuentros con fantasmas, mientras que otros explican esos mismos eventos desde un punto de vista psicológico o neurológico.
Hizo una breve pausa y la miró fijamente.
—Lo más importante es cómo te sientes con esas experiencias y cómo son los efectos en tu vida diaria. Si las creencias en lo paranormal están causando angustia o interfiriéndose con tu bienestar, podemos trabajar juntos para encontrar maneras de manejar esos eventos.
—Bueno, últimamente no me han dejado dormir y siempre ando alertada.
El doctor tomó notas mientras Ana hablaba, asintiendo de vez en cuando. Cuando terminó, se quitó las gafas y suspiro.
—Ana, entiendo que estas experiencias sean aterradoras. Pero hay muchas explicaciones posibles para lo que describe. Estrés, ansiedad, incluso fatiga mental pueden hacer que percibamos cosas que no están ahí.
—No son imaginaciones —insistió Ana, sintiendo una punzada de frustración—. Esto es real.
El doctor no respondió de inmediato. La miró fijamente, como si estuviera evaluando algo más allá de sus palabras.
—Voy a proponerte algo —dijo finalmente—. Quiero que llevemos un registro de estas experiencias. Anota cada visión o sensación extraña: cuándo ocurre, dónde estás, cómo te sientes. Esto nos ayudará a encontrar patrones.
El doctor Jonas se levantó de su asiento y fue a la estantería más cercana. Tomó una libreta de ahí y se la dio a Ana.
—Es para las notas —especificó Jonas—. Nos ayudarán mucho.
Ana asentándose con algo de resignación. No era la respuesta que esperaba, pero al menos el doctor no la había descartado completamente.
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