Fue espontáneo, en realidad, todo había estado bien.

Estaba lavando los platos cuando la revelación golpeó sin avisar y con una fuerza contundente mientras una canción de Ha-Ash seguía sonando en el fondo.

Él nunca podría amarme a mí como lo hace con esa persona. 

La sombra era demasiado grande. 

Él podía dejar todo por esa persona, mientras que el fruto de su propia sangre rara vez lo veía en los momentos que importaban.

Era curioso como el cuerpo podía funcionar automáticamente, mis manos continuaban enjabonando los platos mientras las lágrimas caían y se fusionaban con el agua. Un lamento silencioso como tantos otros.

No por primera vez agradecí encontrarme en soledad, donde nadie pudiera ver como me quebraba.

Me había esforzado por tanto tiempo intentando llamar su atención que dolía saber que era una meta inalcanzable.

Mientras veía el agua limpiar los últimos restos de comida, decidí dejar de tratar para salvar los pocos trozos de corazón que me quedaban, ignorante del futuro que se venía encima.